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martes, 30 de septiembre de 2014

FATED: CAPITULO 26



KyuBok se paseaba de un lado al otro en lo que él consideraba su “despacho”, lo que para otros era casi como su propia sala de trono. Cuando tomó las riendas de la manada, con enfado descubrió que al anterior Alfa le gustaba sentarse detrás de un escritorio en un cómodo despacho para atender los asuntos de la manada. Sin en cambio, KyuBok lo prefería de manera diferente, era como tener su propia mini-sala de trono. Hubiese deseado una más grande, pero lamentablemente la mano de obra no era muy buena en esa manada, por lo que tuvo que utilizar lo que estaba a su alcance, una sala de conferencias adaptada como sala de trono, austera, gris y fría; pero eso no significaba que no tendría una gran sala, con enormes adornos tallados en oro y un enorme trono desde donde él gobernaría sobre las demás criaturas.

Sonrió mientras imaginaba cómo sería su futuro. Pronto tendría en su ser la sangre de Kim MinAh blindándolo como una nueva capa de poder. Con eso tendría la fuerza suficiente para enfrentar a los Alfas de la Manada del Este y tener al bonito lobo blanco bajo su dominio.

—Señor —irrumpió sus pensamientos un guardia-mercenario contratado. —Como usted ordenó seguimos de cerca a los jóvenes chamanes. Le informo que han entrado bajo el dominio de la manada del Este.

KyuBok asintió. Él mismo había dado la orden de dejarlos pasar. —¿El lobo blanco y el cachorro?

—Los dos lobos grises, el lobo blanco y el cachorro eran resguardados por un lobo Alfa y varios guardias. Todos dentro del territorio de la manada.

KyuBok volvió a asentir de nuevo. No sabía quién era el cachorro, tampoco importaba, lo único que parecía relevante era que el pequeño era un ser muy excepcional. Un ser dotado con una combinación muy interesante, sangre Alfa y sangre de Chamán. Se volvió hacia su guardia: —Tráeme a AhRa. Tengo una misión especial para ella.

***

Go AhRa estaba disfrutando de su pasatiempo favorito, atormentar a Kim MinAh. Se encontraba repiqueteando los barrotes de su celda de ida y vuelta, mirándola con esos ojos verdes sin misericordia.

—Sabes que mañana será Luna Llena, ¿verdad? —interrogó a la loba. —Sí, lo sabes. No hay manera de que un lobo no sepa el ciclo lunar. ¿Pero sabes lo que pasará mañana? —le dedicó una sonrisa aparentemente infantil que heló la sangre de MinAh. —Mañana es el gran día. Mañana tendrás que cumplir con tu parte en esta guerra. Te convertirás en uno con él —señaló entre repique y repique. —No me imagino lo que se sentirá, pero definitivamente estaré ahí, disfrutando en primera fila todo el ritual. No entiendo muy bien los detalles, pero sé que será sangriento, además hemos juntado algunos corazones rotos para ti.

Kim MinAh quería vomitar. Sí, estaba al tanto de cuan horrible era el ritual y la cantidad de sangre derramada para hacerlo, porque, no solo era su sangre, sino también la de todos aquellos guerreros a los que les fue extirpado el corazón, corazón que serviría para almacenar la sangre mágica e ir devorándolos poco a poco.

—Señora —le habló uno de los guardias con respeto a la psicótica loba. —El Alfa desea verla.

Go AhRa ladeó la cabeza, estudiando un poco al nervioso lobo, para después simplemente levantarse. MinAh estaba segura de que escuchó al lobo suspirar. No sabía que tanto estaban al corriente los lobos de esa manada de la locura en ese bonito rostro, pero imaginaba que sabían bastante, pues el suspiro no fue de amor sino de alivio al estar fuera de su escrutinio.

La loba de ojos miel caminaba contoneándose por cada pasillo hasta llegar a la puerta donde se encontraba el Alfa. Arrugó un poco la nariz, empujó la puerta y se adentró en la sala vacía y fría. Sentado, en una gran silla, al otro lado de la estancia, se encontraba KyuBok, mirando con sus ojos negros a todo aquel que entrara, pero también parecía como si no mirara a nadie. Era una sensación extraña, parecía ver y no ver al mismo tiempo, pero AhRa sabía que el maldito veía mucho más allá de lo que cualquiera, esa era una de sus muchas habilidades.

Se acercó con paso lento, balanceándose sensualmente de un lado al otro. A pesar de que le asustaba como el infierno, AhRa jamás demostraría eso, estaría condenándose a ella misma. Detrás de KyuBok, flanqueándolo a cada lado, había dos shifter-serpiente, sus ojos eran oscuros, siniestros y francamente espeluznantes. Un escalofrío le recorrió la columna, pero como antes, no dejó ver nada más que un titubeo en su paso.

Con una reverencia dijo: —¿Mandaste por mí?

—Tengo un trabajo interesante para ti —mencionó KyuBok de manera sutil, como si hablara de cualquier cosa sencilla, pero ella sabía que no había nada fácil que resultara de él. AhRa guardó silencio, esperando a que KyuBok continuara. —Hay un pequeño shifter en el que estoy interesado, y no, no se trata de JaeJoong. —Las tripas de AhRa se retorcieron de coraje ante el solo mencionar su nombre. —Es un cachorro, y como tienes experiencia en ello, pensé que te sería sencillo.

—¿Un simple cachorro? —preguntó. Hasta ahora la misión no se escuchaba complicada, podría tomar a cualquier cachorro de la manada.

—No, mi dulce algodón de azúcar, no es un simple cachorro. Tiene sangre muy especial corriendo por sus venas.

—Creí que la Vieja Loba bastaría para el ritual de mañana.

—¡Oh! Claro que servirá. Solo necesito a ese pequeño por curiosidad. Él es diferente de mi JaeJoong y su madre, es diferente de cualquier otro lobo, incluidos a los chamanes. Así que, ¿puedes traerlo para mí sin un solo rasguño?

—Imagino que no será tan difícil tomar a un cachorro de la manada.

—Ese es el dilema, mi dulce bombón. El pequeño se encuentra en tu manada de nacimiento. Para ser más precisos en la casa del Alfa.

Eso complicaba mucho las cosas, aunque nadie sabía exactamente lo que había pasado con ella. Pero, ella no era estúpida. La gente sospecharía si llegaba como si nada hubiese pasado. A estas alturas, sus padres ya habrían sido encontrados, y cualquier lobo con un buen olfato sabría que ella desapareció con Kim MinAh.

—Enviaré contigo a mis guardias —señaló a los dos shifter junto a él. Casi se le escapa un grito cuando pensó en ella y esos dos juntos, pero solo un suspiro ahogado salió de su boca. Se mostraba miedo, sería la presa. —Aunque preferiría que te las arreglaras para entrar a la manada sin la necesidad de la fuerza.

Go AhRa solo asintió. Su piel picaba por correr lejos de los dos sujetos con los que venía mientras se encaminaban de regreso a su manada natal.

***

La noche había caído. Las estrellas brillaban con fuerza a través de la ventana. Los aromas comenzaban a cambiar debido a la influencia de la Luna Llena. A tan solo un día de ello, JaeJoong se sentía más caliente de lo que había estado en todo ese tiempo, eso incluía su primer celo. Quizá sería porque ahora tenía a su pareja a su lado y no tenía que ayudarse solo con su mano. Ahora tenía los fuertes brazos de YunHo rodeándolo, calentando su espalda, susurrándole al oído con una sensual voz, presionando sus labios sobre la cicatriz que indicaba su apareamiento. Cicatriz que ahora brillaba a la luz de la luna y que funcionaba como punto caliente si YunHo la tocaba. Se sentía especialmente orgulloso al ver que YunHo portaba una marca muy parecida, solo que un poco más pequeña, marca que estaba hecha con los afilados dientes de JaeJoong.

—¿Qué miras tan intensamente? —preguntó YunHo, rodeándolo por detrás.

—Las estrellas, parecen querer hablarme.

—Seguro nos quieren felicitar y darnos sus bendiciones —besó la marca en su cuello, haciéndolo estremecerse de placer. —Mañana, mañana por la noche te reclamaré como mío frente a toda la manada. Mañana, la Luna nos dará su bendición y nos unirá eternamente.

Técnicamente ellos ya estaban unidos, pero YunHo hablaba de unir tanto sus cuerpos y sus almas, específicamente del placer carnal de estar finalmente con su pareja. JaeJoong le dio una sonrisa que él esperaba fuera sexy.

YunHo gruñó levemente, bajo y sexy. —Vas a matarme corazón —dijo antes de besarlo apasionadamente. Sus lenguas recorriendo cada espacio en la húmeda cavidad del otro, sin tratar de dominar, solo explorando y saboreando.

JaeJoong gimió. Su sangre se estaba agrupando velozmente en su entrepierna, pronto tendría una tienda de campaña en sus pantalones de chándal. Estaba seguro que no era una imagen que quisiera que su cachorro viera. Ni su cachorro ni nadie.

—UnHyea está durmiendo. Lo he arropado yo mismo —dijo YunHo separándose. —No sabes lo feliz que me haces JaeJoong, tú y el pequeño son míos, míos para querer, míos para cuidar, míos para proteger.

JaeJoong hubiera respondido si JunSu no se hubiera adentrado en la estancia. Lucía nervioso y confundido, por un momento pensó que ChangMin la había hecho daño, sin embargo, la evidente erección era un claro indicador que eso no era así.

—Humm… yo… está haciendo mucho calor aquí, ¿no? —decía mientras se abanicaba con la mano.

ChangMin bajó corriendo las escaleras. El torso descubierto y su cabello alborotado le daban a JaeJoong una clara idea de lo que pudiera estar pasando en su habitación y que había hecho correr a JunSu. Aparentemente el tierno JunSu no sabía qué hacer en una situación como en la que se encontraba.

—¿Por qué has huido? —preguntó ChangMin a JunSu con voz suave.

JunSu abrió y cerró la boca como un pez, mirando, más bien babeando ante el fuerte torax de ChangMin. Antes de que pudiera reaccionar, YooChun entró, viéndose en las mismas condiciones que ChangMin, con los labios rojos e hinchados.

Ver a sus dos amigos así era extraño. Se miraban de la misma manera, solo que esta vez parecía que el fuego que habían tratado de mantener bajo control durante tanto tiempo, por fin había incendiado sus cuerpos y almas.

YooChun le tendió la mano a JunSu, acariciándole con el dorso su mejilla, mirándolo con infinito amor.

—Ustedes dos se estaban besando —dijo finalmente JunSu, mordiéndose el labio.

—¿Cómo? ¿Así? —cuestionó ChangMin divertido antes de tomar la boca de YooChun de nuevo en un caliente beso.

Un sonido parecido a gorgoritos provenía de JunSu, quien veía demasiado cerca el espectáculo. JaeJoong temió que se fueran a incendiar por la cantidad de calor que desprendían los cuerpos.

YooChun gimió. JunSu se veía en el dilema de seguir viendo o acercarse más y tocar. ChangMin decidió por todos. Soltando a YooChun, dirigió su boca a la de JunSu, asaltándola con la misma pasión que a la de YooChun. YooChun con ojos soñadores, se acercó a ellos, presionando su cuerpo a un costado del de JunSu, poniendo suaves besos sobre su cuello. Sus manos adentrándose bajo la playera de JunSu. YooChun se movió de nuevo, esta vez pasó por detrás de JunSu, ChangMin seguía hurgando en la boca del chico. Las manos de ambos pidiendo más piel, tocándose y tocándolo. ChangMin tomó las caderas de YooChun, haciendo que se presionara duro contra el trasero de JunSu, quien gimió fuertemente al sentir la excitación de sus parejas por delante y por detrás.

Todo era una imagen muy caliente, que hacía que JaeJoong quisiera estar envuelto en la misma nube de lujuria con YunHo.

—Por muy complacidos que estemos con el espectáculo, será mejor que lo lleven arriba —señaló YunHo con voz ronca, símbolo de que a él le había excitado tanto como a JaeJoong.

ChangMin solo los miró un momento y les gruñó antes de tomar las manos de sus parejas e irse. Al parecer había olvidado que ellos estaban ahí, o quizá nunca lo noto.

JaeJoong se lamía los labios, pensando en cómo decirle a YunHo que él también estaba tan duro como JunSu lo estaba y que necesitaba que su pareja se ocupara. Ni siquiera tuvo que decir nada, YunHo lo tomó por la cintura con fuerza y lo besó apasionadamente.

El calor de los besos, que había subido bastante con el espectáculo del trío, los tenía ahora casi a punto de arrancarse la ropa. Con delicadeza YunHo colocó a JaeJoong sobre el sillón. Bajó su cabeza para dejar un rastro de besos por el estómago de JaeJoong, mientras levantaba poco a poco su camisa, hasta dejar descubiertas sus rosadas tetillas, las que recorrió con su húmeda lengua, mordisqueándolas suavemente.

JaeJoong tomó el cabello marrón de YunHo mientras dejaba que su pareja lo llenara de besos y mordidas. Podía sentir el miembro de YunHo, duro como granito, golpeando su muslo. Deseaba sentirlo golpeando dentro de él.

—Nhh… YunHo —gimió. JaeJoong quería detenerlo, ya que se encontraban en la sala, donde todos podían verlo, pero también deseaba decirle que lo quería sentir dentro.

—Shhh… déjame amarte, JaeJoong. Esos tres están muy ocupados, nuestro cachorro se encuentra durmiendo, y dudo que mis padres se asomen. Así que, permíteme hacerte el amor.

A JaeJoong se le acuaron los ojos cuando YunHo mencionó que UnHyea era de ellos, por la forma en la que lo dijo, estaba seguro que lo empezaba a amar tanto como él, si no es que ya lo hacía.

Con esas dulces palabras, JaeJoong se entregó en cuerpo y alma, una vez más a YunHo. Ahora sin rastro de duda o resentimiento, porque cualquier cosa que hubo pasado, fue a causa de la juventud e inexperiencia. Ahora se tenían para la eternidad.

La ropa fue desapareciendo poco a poco, lentamente como las caricias que se daban, disfrutándose mutuamente. Si bien ellos estaban encendidos, deseaban ir lento para saborear a su compañero.

YunHo se había hecho de un espacio entre las piernas de JaeJoong. Hincado frente a él, admiraba la más hermosa vista. Hacía unas horas cuando había tocado de nuevo a JaeJoong no completaron el acto, pero ahora estaba decidido a terminarlo. Podía sentir ese deseo también manando de JaeJoong.

La piel blanca y tersa de JaeJoong se había puesto como piel de gallina, levantando cada folículo de cada vello existente en su cuerpo por el nivel de excitación. YunHo sonreía orgulloso de ser el único que conocía cada parte del cuerpo de JaeJoong, cada reacción al hacer el amor y su rostro cuando llegaba al clímax.

Besó de nuevo sus rojos labios, mientras hurgaba torpemente en el bolsillo de su pantalón por el lubricante. Lo había colocado en su bolso antes de vestirse, porque aunque no lo sabía, tenía la esperanza de que JaeJoong aceptara estar con él. Y ahora que estaban juntos, nada lo detendría de reclamarlo como suyo.

Se separó solo un poco para poder hallar el maldito empaque del lubricante. Aunque se distrajo por la sensual vista que JaeJoong ofrecía.

—YunHo, date prisa —le urgió JaeJoong, que había comenzado a acariciarse él mismo.

YunHo casi se traga la lengua. JaeJoong era malditamente hermoso. El destino había sido muy benévolo al darle semejante belleza de compañero. Sacudiendo su cabeza, se centró en la necesidad de su pareja. Tomó el lubricante y untó un poco en sus dedos.

Volviendo a colocarse sobre JaeJoong, atacó su boca queriendo conocerle hasta las amígdalas, mientras un dedo circundaba tentativamente por el fruncido agujero de JaeJoong. Cuando introdujo su dedo, las paredes de JaeJoong apretaban fuertemente. YunHo sonrió mentalmente, ahora estaba más que comprobado que nadie había tocado a JaeJoong.

Haciendo movimientos circulares, sintió que su pareja se relajaba. Besó su marca en el níveo cuello y JaeJoong gimió, aprovechó para introducir un segundo dígito. Sus dedos se abrían y cerraban como tijeras para estirar a su pareja. YunHo lamía y mordisqueaba el lugar donde sus dientes se habían hundido, esperando por hacerlo una vez más.

Su lobo estaba muy cerca de la superficie, deseando adentrarse en el suave cuerpo de JaeJoong, pero YunHo lo mantenía a raya, esta vez sería calmado y dulce.

Cuando el tercer dedo dio con el punto dulce de su pareja, JaeJoong se derritió. Lanzó listones blancos de semen sobre el pecho de YunHo. YunHo sonrió malvadamente. Inclinándose sin sacar los dedos, lamió la esencia de su pareja, deteniéndose en un punto caliente sobre su vientre cercano a su eje, que volvía a la vida poco a poco. YunHo hubiese estado sorprendido por la rápida recuperación de JaeJoong si no hubiera estado tan encendido de verlo y saber que era él el que ocasionaba tal reacción en el hermoso chico.

—YunHo, ya. Por favor no me tortures mas —suplicó JaeJoong.

Y quien se habría negado a tal ruego. JaeJoong era como un ángel bajado del cielo, y YunHo estaba ahí para adorarlo.

Retirando sus dedos, alineó su eje contra el orificio de su pareja. Miró a JaeJoong, sus ojos negros sin rastro de duda, solo lo miraba con amor y una ardiente pasión. Sin dejar de mirarlo, YunHo se hundió lentamente, sintiendo como los lazos espirituales los unían, desenredándose del alma de cada uno para entrelazarse con el alma del otro.

JaeJoong se sentía lleno. Muy lleno. Había olvidado cuán grande era YunHo, quien tuvo la gentileza de esperar hasta que se acostumbró a él. Después comenzó a golpear suavemente dentro de él, una y otra vez, dando con su punto dulce en cada ocasión, haciendo sentir a JaeJoong que tocaba el cielo con cada golpe en su próstata. No duraría mucho en esas condiciones. Sus encías picaban por desenfundar sus colmillos y morder.

Como si hubiera leído su pensamiento, y tal vez así fue, YunHo ladeó ligeramente su cabeza, solo dejando el espacio suficiente para que la cabeza de JaeJoong se acomodara y pudiera morderle.

Y así lo hizo, JaeJoong al ver el movimiento de su pareja, desnudó sus colmillos y dejó que su lobo reclamara a su pareja, hundiendo sus dientes en la blanda carne. La sangre de YunHo se adentró por su boca, su sabor exquisito llevaban a JaeJoong al límite.

La sensación de estar dentro de JaeJoong, sus apretadas paredes brindándole el más exquisito de los placeres y los colmillos marcándolo, desataron el YunHo la culminación. Su lobo se hizo cargo, sus movimientos fueron más rápidos, sin alejar su cuello de su pareja que se alimentaba de él. Desenfundó sus propios colmillos y mordió a JaeJoong, en el mismo lugar donde antes le había mordido, reforzando la marca de reclamo. JaeJoong era suyo.

El sabor de la sangre de su compañero inundó su boca. Con un largo aullido derramó su esencia dentro de su compañero. Sintió a JaeJoong soltar su propio y suave aullido al llegar al clímax al mismo tiempo que YunHo.

Ambos se acercaron una vez más al cuello, lamiendo las heridas y cerrándolas. El vínculo cada vez más fuerte. Podían sentir un pedazo de alma del otro dentro de sí mismos.

Se miraron y sonrieron bobamente. Así es como debió haber sido desde el principio. Ellos estaban destinados a estar juntos, tarde o temprano iban a encontrarse una y otra vez hasta que su camino los uniera. Ahora nada los separaría.

Se decía que la ni siquiera la muerte era capaz de hacerlo. Que las almas de los compañeros se buscaban en cada reencarnación.

***

Go AhRa corría lo más rápido que sus patas podían, ramas y espinas se enredaban en su pelaje color miel, pero no podía detenerse. Detrás de ella siseos amenazadores resonaban con el crujir de las ramas.

A lo lejos vislumbró su pequeña aldea, donde había crecido y donde se encontraba el hombre del que estaba enamorada. Volvió la cabeza una vez más, ojos brillantes le perseguían. Apretó el paso. Aulló un poco. Confiaba en que los centinelas vinieran en su ayuda.

Gruñidos acercándose hacia ella, haciendo menguar un poco a los siseos, pero ella no se confiaba, sabía que nada detendría a esos sujetos. Solo que esto era parte de su macabro plan. Comenzaba a marearse, esos malditos la habían mordido, inyectando un poco de veneno en su sistema.

Corrió y corrió, hasta que su cuerpo fue detenido por extraños alambres. En sus oídos una sirena sonaba, pero ella comenzaba a perder el conocimiento. Rezaba porque alguien la encontrara antes que ellos…

***

Jung YunHo despertó sobresaltado. Las alarmas se habían encendido. Alguien había intentado traspasar el umbral de seguridad que cubría a la manada. Un ligero peso estaba extendido sobre su pecho. JaeJoong.

YunHo se tomó un momento para admirar a su dormida pareja y sonreír. Si hubieran despertado por la mañana, con la luz del sol bañándoles, hubiese sido perfecto. En cambio, eran despertados a altas horas de la madrugada por las alarmas.

JaeJoong parpadeó rápidamente, moviendo la cabeza de un lado al otro para ver donde se encontraba. Se ubicó, miró a YunHo, en sus ojos negros había miedo e incertidumbre. YunHo deseaba poder acallar todo aquello que asustaba a su pareja, pero hasta que no acabaran con el lobo negro eso no sucedería.

YunHo lo abrazó. Las alarmas seguían sonando. Besó la frente de su pareja y se levantaron. A JaeJoong le tomó solo un instante correr escaleras arriba, donde el pequeño UnHyea estaba descansando. Se miraron un instante, YunHo asintió con la cabeza, antes de que JaeJoong desapareciera.

«No te preocupes. Iré a ver qué sucede. Tú cuida de nuestro cachorro» dijo, a través de su conexión mental. Aún no se acostumbraban a la idea de poder hablarse mentalmente. No es que pudieran leerse los pensamientos, no, solo era como tener conversaciones solo que eran mentales.

«Ten cuidado, YunHo. Nosotros esperaremos por ti» susurró de regreso JaeJoong.

ChangMin bajaba por las escaleras apresurado. Su pantalón de chándal cubriéndole, rápidamente fue desprendido para dar paso al cambio. YunHo sabía que aún no había reclamado a sus parejas, ya que el aroma de ellos aún era débil en el cuerpo de ChangMin, supuso que aguardarían hasta mañana, en la ceremonia oficial. Bueno si a la carrera se le podía decir de esa manera.

YunHo se desvistió y cambió. Su enorme bestia viéndose omnipotente, y así se sentía ahora, ahora que tenía personas a las cuales proteger.

ChangMin se sentía de la misma manera. Nadie traspasaría a la aldea, no donde se encontraban sus parejas, su sobrino y la pareja de su hermano. Le desgarrarían la garganta a cualquiera que osara poner un pie cerca de ellos.


Los hermanos Alfa se miraron una vez, antes de salir a ver que ocasionaba el alboroto. 


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N/A: Lamento la demora! Si hay algún error, ustedes me disculparan, no me dio tiempo de hacer correcciones. Espero les guste este capitulo y la escena hot también.
Muchas Gracias por todos sus bellos comentarios!!!

martes, 23 de septiembre de 2014

FATED: CAPITULO 25



ChangMin correteaba a UnHyea por toda la casa, el pequeño diablillo era escurridizo. Había mordido su cola en el momento justo en el que ChangMin estaba totalmente distraído mirando a sus parejas. Esos dos lobos seguro lo matarían un día por ser tan calientes. Estaba babeando cuando UnHyea le mordió la cola, ChangMin aulló de dolor y gruñó un poco. La cola de un lobo era muy sensible. Se volvió solo para ver a la pequeña bola de pelos correr lejos de él.

Sonrió satisfactoriamente cuando JunSu le cerró el paso. Estaba pensando que ahora ellos eran un solo frente unido. Con lo que no contaba ChangMin era con la astucia del cachorro, que al ver a JunSu estaba frente a él, le saltó encima, cambiando bruscamente de dirección, utilizando al mismo JunSu como apoyo para hacerlo. Sus patitas traseras golpearon con fuerza la lobuna cabeza de JunSu, empujándose así mismo hacia otro lado. La pequeña mierda era hábil.

YooChun trotaba cerca de ellos sin intervenir en ningún bando, pero cuando  UnHyea golpeó a JunSu, rodo sobre su espalda jadeando como si se estuviera carcajeando, sus patas se movían incontrolablemente y repitió el proceso cuando JunSu se sacudió la cabeza viéndose como si no supiera qué exactamente le había pasado.

Un enorme lobo entró en la habitación, el cachorro marrón colgaba resignado de sus fauces. Al parecer, alguien por fin le había puesto las manos, o garras al cachorro. El Alfa, con delicadeza, colocó al cachorro en el suelo y cambio. Tomando uno de los pantalones que ahí había, los miró, luego miró el desastre que se había convertido la planta baja, usada como campo de batalla. Arqueó una ceja hacia los tres adultos que ahí se encontraban.

Inconscientemente, JunSu se colocó detrás de ChangMin, y YooChun a un lado de él, solo por un paso detrás, ambos con las orejas agachadas. El Alfa los miró y luego soltó un largo suspiro.

—¿Quieren decirme porqué mi casa está “patas para arriba”?

UnHyea cambió de inmediato, señalando con su dedo a los tres lobos al otro lado del salón. —Ellos lo iniciaron —dijo acusadoramente. ChangMin entrecerró los ojos, la pequeña bola de pelos había iniciado y ahora los culpaba, pequeño traidor.

El Alfa tenía una expresión de sorpresa muy marcada. ChangMin estaba seguro que no era por la mentira que el cachorro decía. Hasta ahora solo había intuido que su padre podía saber la relación entre ellos, y no había visto a UnHyea en su forma humana, quien era idéntico a su hermano. Si el Alfa lo sabía o no antes de eso, a ChangMin no le importaba, cuando su padre compuso su expresión y siguió, supo que el enlace abuelo-nieto se había dado desde el primer momento en que lo vio entrar al cachorro por la puerta de enfrente.

—No trates de justificarte jovencito. Sabes bien que participaste al igual que ellos, haciendo esto —abarcó con el brazo todo el desastre.

UnHyea hizo un puchero. —Está bien —confesó. JunSu hizo un sonido extraño cuando abrió el hocico de forma cómica. ChangMin supo que el cachorro jamás había admitido su parte de culpa en las cosas, al menos no frente a él.

—Eso está mejor. Bien, ahora no es que no me guste mi forma peluda, pero prefiero la casa no tan llena de pelo y ordenada, así que ¿quién de ustedes limpiará?

UnHyea, sin dudarlo, señaló una vez más con el dedo, solo que está ocasión, apuntaba a JunSu. Tanto ChangMin como YooChun, dieron un paso a un lado, dejando que el dedo acusador apuntara a una sola persona.

—¡Yah! —gritó injustamente JunSu al dar el cambio. —¿Porque tengo que hacerlo yo?

—Es obvio, tú eres el lobo de la limpieza. ¿Hasta cuándo te quedará claro? —dijo UnHyea como si no entendiera el porqué JunSu reclamaba.

—Pequeño diablillo —susurró JunSu, seguramente guardándose toda la injusticia.

Una sonora carcajada llenó el lugar. —Bien, ya que todos hicieron esto, todos limpiaran. —Un gemido perruno se escapo de la boca de ChangMin. —Sí, hasta tú mi valiente hijo limpiarás la casa. Yo puedo hacer tu ronda mientras estás en ello —con eso último, el gran Alfa salió por la puerta trasera, aún riéndose.

—Yo no quiero hacerlo —señaló UnHyea.

ChangMin avanzó amenazadoramente hacia él. Tenía que darle crédito a la bola de pelos, ya que no corrió, ni siquiera mostró señal de tener miedo. Cuando ChangMin se acercaba de esa manera a sus contrincantes, muchos lobos se orinaban de miedo, pero el cachorro lo miraba airadamente, lo que le hizo sentir a ChangMin una punzada de orgullo por el pequeño. UnHyea era definitivamente un hijo de Alfas.

—No importa si quieres o no, mi padre lo ha dicho, así que tendrás que hacerlo —dijo ChangMin cuando invocó su cambio. Tomó sus pantalones y pasó un par a sus parejas, cuidando de no mirar mientras se vestían, su libido iba en aumento cada que las miraba, pero iría lento para que ambos lobos se acostumbraran a él.

Y así, comenzó la exhaustiva tarea de limpiar el desastre ocasionado. YooChun mantenía a su lado a UnHyea, parecía ser que el cachorro le tenía un respeto muy grande al bonito lobo gris. ChangMin se preguntaba cuál era el motivo.

Mientras JunSu limpiaba un hueco en la esquina de las escaleras, se agachó, dejando al aire su redondo trasero, balanceándolo de un lado al otro. ChangMin casi se muerde la lengua cuando lo vio. Sabía que JunSu no lo hacía con ninguna perversa intención, pero por los dioses que a ChangMin así le parecía.

—¿Porqué miras tan fijamente su trasero de pato? —una vocecilla se escuchó por detrás.

—Porque es muy redondo y bonito. Está como para morderlo —respondió ChangMin imaginándose enterrado en ese trasero, empujándose duro contra él.

—¡Eww! ¿Vas a comerte a JunSu? —preguntó UnHyea, ignorando que a su alrededor se cernía una espesa bruma de lujuria proveniente de ChangMin. —Eso es canibalismo, le diré a Omma.

Antes de que ChangMin pudiera reaccionar, el cachorro corría escaleras arriba, en  busca de su madre. Madre que estaba con su hermano, y si el sentido del olfato no le fallaba a ChangMin, no era un buen momento para entrar a la habitación. Podía causar traumas en el pequeño.

YooChun, quien en algún momento se había unido a ChangMin en la apreciación de tan deseable escultura, miró por un segundo a ChangMin, antes de que ambos se precipitaran detrás del cachorro.

***

Lo que intencionalmente comenzó como un tierno beso se transformó en una batalla de voluntades para hacer ceder al otro. YunHo solo había querido probar de nuevo la boquita color cereza de JaeJoong, pero en el momento en que lo hizo, desencadenó la pasión que ardía entre ellos.

Lengua peleando contra lengua, batallando por el dominio. En lobo de YunHo decía que por ser el Alfa y el más grande, él debía dominar, sin embargo, el lobo blanco se negaba a ceder el control. Vagamente recordaba que la primera vez que besó a JaeJoong, él cedió bajo su dominio sumisamente. A pesar de que su carácter siempre fue todo lo contrario a ser sumiso. Sonrió en el beso y dejó que JaeJoong guiara el camino. Él iría tan lejos como JaeJoong se lo permitiera.

JaeJoong estaba tan centrado en ese mundo de lujuria que no pensaba claramente. Lo único que sabía era que necesitaba más, mucho más que un apasionado beso y tiernas caricias. El único problema residía en hacerle saber a su compañero lo que deseaba sin abrir la boca soltando vergonzosas palabras.

Las manos de YunHo se colaron despacio por debajo de su camisa, acariciando primero solo con sus pulgares la piel de su cintura, avanzando lentamente hacia arriba, acaparando más piel conforme JaeJoong no protestara.

YunHo deslizó su boca hacía el níveo cuello de JaeJoong besando todo su recorrido hasta la casi desaparecida marca de apareamiento. Deseoso por volver a marcarlo como suyo los dientes de YunHo hormigueaban por salir. Se conformó con raspar la suave piel. El cuerpo de JaeJoong se arqueó a su toque, YunHo lo atrajo más cerca de él. Sus manos habían alcanzado los sonrosados pezones, escondidos aún bajo la camisa, pero totalmente duros. Pasó las yemas de sus dedos sintiendo a JaeJoong estremecerse.

Con una afilada garra, YunHo rompió la camisa de JaeJoong, revelando su blanco pecho. Con suavidad, arrastró a JaeJoong al colchón, colocándose cuidadosamente entre sus piernas, sin dejar de adorar cada parte del cuerpo de su pareja. Podía sentir la excitación de su pareja presionando duro contra su estómago, casi tan duro como él mismo.

JaeJoong sentía ondas de placer que le hacían enroscar los dedos de los pies. La boca de YunHo chupaba y mordisqueaba sus pezones, mientras él, inútilmente, trataba de acallar los promiscuos sonidos que nacían de su garganta. Sus manos se aferraron a los cabellos castaños de YunHo sin ejercer demasiada presión, cuando él besó la zona alrededor de su ombligo, mordiendo suavemente el hueso de su cadera. JaeJoong casi se corre con solo eso. Sus colmillos descendieron sin poderlos contener.

Ver a JaeJoong con una cara llena de éxtasis y sus colmillos expuestos, era la cosa más sexy que YunHo hubiera visto. Su pareja era sencillamente perfecto. Quitó rápidamente su camisa, quería sentir más piel. Acariciando, lamiendo, mordiendo, aquí y allá. Su mano se introdujo por el pantalón de chándal de JaeJoong, hasta dar con su duro eje.

JaeJoong estuvo a punto de soltar su carga, una vez más, cuando la caliente mano de YunHo lo envolvió. Tocándolo de arriba abajo, pasando el pulgar por la ranura de la cabeza, utilizando su propio pre-semen como lubricante. JaeJoong empujó sus caderas hacia arriba, deseando más de eso, dejando que YunHo se hiciera cargo de su placer, cediendo su control a él.

Las manos, los labios y en sí, todo el cuerpo de YunHo trabajando sobre cada folículo de la piel de JaeJoong, quien había olvidado acallar los gemidos, respondiendo a cada toque que YunHo le daba.

Cuando el final se acercaba, JaeJoong arqueó su cuerpo una vez más, exponiendo su níveo cuello en señal de sumisión, antes de descender sobre el propio cuello de YunHo. El instinto haciéndose cargo de la situación. Ambos lobos estaban hartos de estar separados, deseosos de estar juntos como el destino los había puesto, el lobo blanco hundió sus colmillos en su pareja. El sabor de la sangre estalló en su boca llevándolo a soltar su carga en finas cuerdas blancas sobre la mano y pecho de YunHo y su propio estómago. YunHo sabía a ricas especias y a sol líquido.

El lobo dentro de YunHo acepto gustosamente la dura mordida de su compañero. A pesar del dolor, la excitación fue tanta que, explotó en sus pantalones, haciendo un desastre cremoso. Jamás había sentido tal placer en un orgasmo, menos aún sin haberse siquiera tocado.

JaeJoong succionó un poco más del vital líquido antes de retraer sus colmillos y lamer la herida. El corazón de YunHo brincó de felicidad al saber lo que acababa de suceder. JaeJoong le había dado la marca de apareamiento. El lobo blanco lo había marcado como suyo.

JaeJoong dejó su cabeza descansar sobre las almohadas mientras aún se relamía el sabor de YunHo en su boca. Sus ojos se abrieron con sorpresa. Su lobo había actuado, mordiendo a YunHo. Temeroso de mirar a YunHo, JaeJoong cerró los ojos, fingiendo estar dormido, cosa que no funcionó porque sentía los ojos marrones de YunHo perforarlo. ¿Estaría YunHo molesto por lo que acababa de hacer? JaeJoong supuso que su lobo no quería volver a pasar por algo como lo de la primera vez, por eso hizo lo que hizo.

Abrió los ojos, encontrándose con el rostro de YunHo a centímetros del suyo. Sus ojos marrones viéndolo como si tratara de ver más allá de su alma. Y, JaeJoong se perdió en esa mirada.

Estuvieron en silencio, mirándose el uno al otro por unos minutos, hasta que, con un movimiento lento y delicado, JaeJoong apartó la mirada, ladeando la cabeza, exponiendo una vez más su cuello, justo en ese lado donde la primera mordida de YunHo estaba.

YunHo no dudó ni un segundo, su boca se abrió revelando sus afilados colmillos y mordió a JaeJoong, marcándolo como suyo, una vez más, consciente esta ocasión de lo especial que era este momento.

Al sentir los colmillos de YunHo perforar su piel, JaeJoong estaba duro de nuevo. Cuando YunHo comenzó a succionar su sangre, sintió un tirón en el bajo vientre, indicio que su segundo orgasmo estaba cerca. Justo cuando YunHo retrajo sus colmillos lamiendo la piel para cerrar la herida, JaeJoong llegó. Tan rápido, tan duro que se sentía desfallecer.

Se miraron una vez más. Ahora ambos tenían las marcas de acoplamiento, que lentamente comenzaron a desaparecer. Ninguno de los dos se sorprendió, sabían que volverían en unas horas con más fuerza.

—YunHo, yo…

—Sé que necesitamos tiempo para sanar, JaeJoong. Lo dijiste bien hace un rato. Pero ni tu lobo, ni el mío desean estar más tiempo separados. Sé también que aún no estamos listos para estar juntos, ambos tenemos heridas, pero también sé, JaeJoong, que si permanecemos juntos desde ahora podremos vencer cualquier obstáculo. No me iré de tu lado, JaeJoong, no me iré aunque golpees mi pecho mil veces. Sé que merezco tu rencor, pero déjame estar a tu lado, deja que juntos enfrentemos a lo que tenga que venir.

JaeJoong lo miró un poco más, tratando de encontrar la mentira a través de sus ojos, pero ellos solo reflejaban que de verdad quería estar a su lado, aún si JaeJoong explotaba contra él, YunHo deseaba estar ahí. Entonces, creyó en sus palabras, creyó en YunHo una vez más, por su cachorro y por su propia felicidad, ellos merecían una oportunidad. No dijo nada, tan solo se limitó a asentir a cada palabra de YunHo, quien lo envolvió en un abrazo de cuerpo completo.

El peso de YunHo se sentía bien sobre él. JaeJoong se sentía seguro bajo el cuerpo de YunHo, a pesar de que el Lobo Negro les pisaba los talones.

—YunHo, yo tengo algo que decirte —JaeJoong dijo desde el hueco en el cuello de YunHo. YunHo se incorporó solo un poco, lo suficiente para poder mirar a JaeJoong a los ojos. JaeJoong de repente se sintió muy nervioso. Ahora que iban a enfrentarse al mundo juntos, creyó conveniente decirle sobre UnHyea, sin embargo, en este momento, bajo el escrutinio de la mirada marrón, JaeJoong no sabía cómo decirlo, ¿reaccionaría YunHo bien a la noticia de saber que tenía un hijo? ¿Y si no le gustaba la idea? No, JaeJoong negó mentalmente. Esa había sido una de las razones por las que YunHo se acobardó al principio. —YunHo… humm… yo… humm… nosotros…

PAM

La puerta se abrió estrepitosamente.

UnHyea estaba ahí, en su forma humana, con os ojos muy abiertos y su boca ligeramente formaba una “O”.

***

—Omma… —UnHyea se quedó estupefacto en la puerta, aún sostenía la perilla de esta. Miraba a los hombres enredados en la cama con los ojos muy abiertos.

—Oh. Esto no es algo que los cachorros deban ver —ChangMin dijo divertido, al tiempo que cubría los ojos de UnHyea con su mano, sin ocultar la sonrisa burlona en su rostro.

JaeJoong trataba de desenredarse del cuerpo de YunHo, pero YunHo estaba ahí, totalmente quieto, con los ojos como platos y la boca un poco abierta, mirando al niño que su hermano sostenía. Con un fuerte empujón, JaeJoong sacó a YunHo de sobre él, sonrojándose al darse cuenta de que la sonrisa de ChangMin se estaba convirtiendo en carcajada al ver las fachas con las que se encontraba, como si acabara de tener un maratón orgásmico. Su pantalón de chándal por debajo de sus caderas, solo tapando lo justo, su pecho descubierto lleno de suaves moretones y su cabello totalmente despeinado.

Se acomodó el pantalón y buscó algo que ponerse en su torso, encontrando un suéter que le quedaba muy grande. —UnHyea.

JaeJoong dirigió miradas ansiosas hacía ChangMin quien sostenía a su pequeño. Miró a YooChun detrás de él, quien asintió, dándole a entender que la pareja de sus amigos sabía su pequeño secreto. Dejó caer los hombros, después de todo, en algún momento se tenía que revelar, él mismo había estado a punto de hacerlo.

Un gruñido se escuchó detrás de él.

En los ojos marrones de YunHo se podía ver al lobo que acechaba, sus garras apenas sobresalían al igual que sus colmillos. Gruñó una vez más, avanzando hacia JaeJoong.

JaeJoong tembló de miedo. YunHo podría estar tan enojado como para atacarlo. JaeJoong pensaba que sí. YunHo lo miró y volvió a gruñir, esta vez hacia ChangMin y UnHyea.

—ChangMin, suelta al pequeño y retrocede lentamente —la voz del Alfa se coló por la habitación. JaeJoong suponía que se encontraba en el pasillo. ChangMin miró a YunHo y luego hacia el pasillo donde su padre se encontraba. —Si JaeJoong mordió a YunHo, el vínculo debe estar creándose. Un lobo apareado y con cachorros, los defenderá de todos. Y tú, ChangMin, estás demasiado cerca de su pareja, sin contar con que tienes al cachorro en tus manos, lo que se traduce como una amenaza para YunHo.

—Pero soy su hermano.

—En este momento es puro instinto. Él es un lobo Alfa, y uno que recién acaba de ser marcado, por lo que es más posesivo en estos momentos. Así que, una vez más, suelta al cachorro y retrocede lentamente. —ChangMin le dirigió una mirada herida. El Alfa le sonrió. —Lo entenderás cuando hayas reclamado a tus parejas y el vínculo entre ustedes se forme.

***

El instinto de YunHo  le decía que JaeJoong estaba muy cerca de otro macho, otro lobo Alfa. Su parte humana intentaba decirle al animal, que se trataba de su hermano, su sangre, pero a pesar de eso, su lobo no se podía calmar. Otro tanto que se agregaba, era la forma en la que ChangMin sostenía al pequeño.

Su lobo había salido a flote cuando un llamado puramente instintivo se había hecho cuando vio al niño. A partir de ese momento su parte humana se perdió, cediéndole el control al lobo, cuyas nociones básicas eran proteger al cachorro y a JaeJoong.

Cuando todo en la habitación se hubieron ido, excepto JaeJoong y UnHyea, quienes permanecían a prudente distancia de él, su lobo se fue calmando y su parte humana ganando terreno.

YunHo no podía creer lo que veía. La forma humana de UnHyea era muy parecida a la que él tenía cuando era un niño. El relicario aún colgaba de su cuello, pero YunHo apostaba a que sin él, UnHyea también tendría un aroma muy familiar. ¿Qué se había perdido?

Miró a JaeJoong que mordía nerviosamente su labio, pero mantenía firmemente sujeto a UnHyea. El pequeño solo miraba a YunHo con curiosidad, y cuando ladeó la cabeza y le sonrió, el corazón de YunHo se derritió.

«Hijo» gritó su lobo.

YunHo frunció el ceño, eso no podía ser, JaeJoong era un hombre. Durante estos dos años, se había hecho a la idea de no tener cachorros que corretearan por el lugar, y sin embargo, ahí había uno.

«No me creerá» la voz de JaeJoong le llegó clara a su mente. Y sabía que era en su mente porque JaeJoong no movió los labios.

«¿Cómo le digo?» ahí estaba de nuevo JaeJoong. «Siempre puedo decir, ¡oye, YunHo! ¿adivina qué? Soy un chamán, y como ser mágico que soy, también puedo engendrar. Y lo mejor es que este niño es tu hijo también. Sé que parece de cinco, pero en realidad tiene dos…»

—¿Puedes regresar a la cuestión de que puedes engendrar? —interrumpió YunHo. Obviamente para JaeJoong el que pudiera escuchar sus pensamientos también era una sorpresa, la expresión en su cara decía eso.

—Yo no he dicho nada.

—¡Oh! Pero lo estabas pensando, cariño.

«¿Cariño? Humm se oye bien. Pero, aún si me cree que puedo engendrar, no podría explicarle la situación tan extraña por la que pasé. La luz azulada, los sueños con la Luna, el que pasase la mayor parte de mi gestación como lobo, o lo corta que esta fue. Y ni hablar de cómo di a luz, eso fue realmente doloroso, cuando se abrió mi…»

En su mente, JaeJoong comenzaba a desvariar, YunHo lo acalló con un beso. Pero el pensamiento de YunHo se quedó atascado con dos cuestiones. Uno: podía escuchar a JaeJoong en su mente (o eso era una señal de que se estaba volviendo loco), y dos: UnHyea es su hijo.

UnHyea es su hijo.

¡UnHyea es su hijo!

Sin pensarlo más, YunHo corrió donde JaeJoong, lo tomó por la cintura y lo levantó, dándole vueltas, besándolo en las mejillas. Tomó a UnHyea, su mano extendiéndose temerosamente, hasta su mejilla, para después abrazarlo tan fuerte pero sin lastimarlo.

Lágrimas de felicidad corrían por las mejillas de YunHo mientras examinaba cada parte del pequeño, que zumbaba feliz en sus brazos. El cachorro no se dejaba llevar por nimiedades, su lobo era simple, le gustaba YunHo y punto.


Con una sonrisa en su rostro, tomó la mano de JaeJoong y la besó. Envolvió en sus brazos a los dos seres más queridos por él. ¿Quién iba a pensar que su pequeña pareja estuviera llena de sorpresas? ¿Quién pensaría qué los dioses le concederían el deseo de tener cachorros traviesos? Y aquí estaba todo, todo se resumía en una sola persona, JaeJoong.

martes, 16 de septiembre de 2014

FATED: CAPITULO 24



Los ojos marrones de YunHo lo veían con esa cuestión que él sabía. ¿Podría perdonarlo? ¿Debería hacerlo? Después de su momento de furia, JaeJoong estaba seguro que no solo había sentido su dolor surgir, dentro de él había otro sentimiento que le apretaba el pecho que no era suyo. Inconscientemente llevó su mano al lugar donde estaba la marca de apareamiento. JaeJoong sabía que le pertenecía a YunHo, pero tenía tanto miedo de volver a poner su confianza en ese hombre, que ahora lo miraba como si fuera el mundo entero.

¿Podría hacerlo?

Solo le tomó una mirada a UnHyea y otra a los ojos marrones para saber la respuesta. Sí, podía hacerlo.

Había guardado durante mucho tiempo su dolor, acumulándolo, llenando su corazón con rencor e ira. Él no era así. No quería una solitaria vida, deseaba tanto compartir la mitad de su alma con alguien. Había amado a YunHo desde que recordaba, pero ahora estaba demasiado confuso, demasiado temeroso para aceptar que aún amaba a YunHo.

—¿Por qué, YunHo? —preguntó. Después de aquella triste mañana, JaeJoong siempre se hizo la misma pregunta.

YunHo se levantó, tomó a UnHyea entre sus brazos, sin saber que removía sentimientos en el interior de JaeJoong. Abrió la puerta de su dormitorio y llamó a alguien. ChangMin apareció en la puerta, con JunSu y YooChun a cada lado, tomó al pequeño y desaparecieron de su vista. YunHo regresó y se sentó en el borde de la cama, a un lado de JaeJoong.

—Porque era un estúpido —respondió al fin. Bueno eso era algo que JaeJoong ya sabía, e incluso así se enamoró de él. —Tuve miedo JaeJoong. Siempre fui el lobo Alfa, siempre se esperaban grandes cosas de mí. Esperaban que contrajera matrimonio con una buena mujer, que liderara a la manada sabiamente, que tuviera muchos cachorros capaces de ser grandes guerreros para que protegieran a la manada. Esperaban tanto de mí… —JaeJoong guardó silencio. Sabía también de todo eso, pero ¿y él? ¿dónde quedaba JaeJoong en todo esto? ¿No eran las parejas tan valoradas? El destino los escogía por algo, entonces ¿por qué? —Tú causaste un revoltijo en mis emociones los últimos días antes de nuestra primera luna llena como adultos. —JaeJoong lo miró interrogante. —¿Cómo te sentirías si de repente alguien tambaleara todo el mundo que creía conocer en tan solo unos instantes? Siempre creí estar enamorado de una chica. La chica que mis padres querían para mí, la chica que estaba a la altura de mi estatus en la manada, la chica que me daría la hogareña vida que tanto deseaba, la chica que me esperaría cada noche en el portal de la casa con la cena lista, la que me daría veinte cachorros a los que malcriar, pero todo cambió en unos días. —JaeJoong no quiso decirle que él era capaz de darle todo eso a YunHo, no sabía si sería lo que la manada espera de una pareja Alfa, pero en definitiva le podría dar la vida hogareña que deseaba, incluso los cachorros. Entonces, comprendió. En aquel entonces, ni siquiera él mismo sabía de sus dones, no podía culpar a YunHo de tener miedo por eso. —Cuando los aromas comenzaron a cambiar, preparándose para el celo, mi lobo olfateó un aroma distinto. Demasiado suave para percibirlo, pero que llamaba a mis sentidos en cada instante. Lo seguí y di hasta el huerto de fresas —JaeJoong recordaba aquel día. Pensó que YunHo solo había ido allí para ver su cosecha, jamás imaginó que lo hubiera olido. —Fresas y lluvia de verano —dijo, haciendo que JaeJoong frunciera el ceño por el cambio en la conversación.

—¿Eh?

—Fresa y lluvia de verano —volvió a decir. —Así es como hueles JaeJoong —dijo acariciando con su nariz el oído de JaeJoong, claramente inhalando su aroma. —Ese día junto al huerto, me convencí de que era el olor a las frutas y al río cercano. Tomé a tu amiguito, que por cierto ha tenido una gran, gran descendencia —sonrió. JaeJoong le devolvió la sonrisa. —No sabía por qué me alterabas tanto, incluso traté de olerte después, creyendo que podía ser tu aroma, pero olías como siempre, a hierbas que entumían mi nariz. —JaeJoong también recordaba que aquella noche su madre había cambiado las hierbas del relicario por unas más frescas, lo que hacía el aroma más penetrante. —El día de la carrera esperaba, y a la vez no, verte ahí. Con lo que no contaba era con que tu aroma atraería a mi lobo desde donde sea. —YunHo no continuó esa parte del relato, ambos sabían bien cómo se habían desarrollado las cosas.

—No quise decir lo que dije el día que me fui —dijo con arrepentimiento en cada palabra. —Me dolió tanto verte llorar, sentí que me partía en dos, pero… fui un cobarde… creí que si te lastimaba no volverías a buscarme y seguirías con tu camino. Fue un estúpido error.

—Pero, me mordiste. Me diste tu marca de apareamiento.

YunHo negó con la cabeza, viéndose cada vez más triste. —Mi lobo lo hizo. No lo pude controlar porque él te sentía suyo. —YunHo descubrió el hombro donde estaba la marca. La cicatriz estaba casi desapareciendo. —Cuando descubrí que lo había hecho, revisé tu hombro —lo miró a los ojos, rogando porque creyera la verdad —la marca no estaba. No había ni siquiera una cicatriz, solo chupones que te cause por los pequeños mordisco, pero no una marca de apareamiento. —JaeJoong entrecerró los ojos. —Por favor, créeme. No supe hasta mucho después que algunas marcas desaparecen por unos instantes antes de volver con más fuerza. Para cuando me enteré, ya era muy tarde.

JaeJoong suspiró. Había escuchado de eso, pero también sabía que era un evento muy extraño entre los lobos. «Sin embargo, tú no eres cualquier lobo» dijo una vocecilla en su cabeza. Era cierto, había muchos eventos que se habían juntado haciéndole creer a un estúpido lobo que estaba confundido y aterrado, que él no era su pareja. JaeJoong comprendía eso, pero si tan solo YunHo lo hubiera buscado, se habría dado cuenta de todo.

—Te busqué, JaeJoong. —La voz de YunHo comenzaba a sonar extraña por el nudo en su garganta. —Fui a tu casa casi todas las noches después de ese día, pero no volví a aparecer ante ti por cobardía. Cuando finalmente me decidí, sentí una angustia en mi pecho, como si me arrancaran algo dentro de mí. Corrí y corrí, pero me perdí en el camino. Mi lobo y yo ya no congeniábamos. Fue tu madre quien nos salvó. Quise ir detrás de ti, pero para ese entonces, tú ya te habías marchado. —Se mantuvieron en silencio unos segundos. YunHo hablaba con tal verdad y sentimiento, haciéndole creer a JaeJoong que sus palabras y sentimientos eran reales, pero no por ello dejaba de lado que por todo lo que él había pasado. —Después de eso, te busqué por todos lados. Me asenté en la manda felina y hasta fui con el clan de los osos más allá. Tu pista más cercana era esa.

JaeJoong lo miró con interrogantes pintados por su rostro. Sí, el clan de los osos era el más cercano a su posición. ¿Cuándo había sucedido eso? ¿Por qué no le habían dicho los osos acerca de eso?

—¿Qué como lo sé? Tu madre me lo dijo un día que se había cansado de escuchar mis súplicas —le sonrió. —Sin embargo, tampoco te hallé. Pregunté específicamente por ti, pero nadie me daba razón, dijeron que habías estado allí un año antes pero nada más.

JaeJoong trató de recordar. YongSeok le había dicho que un shifter lobo lo buscó. —Para ese entonces, el Lobo Negro ya nos cazaba —dijo. Era esa la razón por la que había pensado que era él y no YunHo.

—Cuando tu madre me dijo lo que eras, solo aumentó la culpa en mí. Te abandoné, te dejé a tu suerte cuando más me necesitabas —YunHo ya no se contenía, sus lágrimas recorrían sus mejillas. JaeJoong lo abrazó y YunHo se aferró a él. —¿Podrías alguna vez perdonarme?

—Puedo, pero no ahora, dame tiempo para sanar. No, para que sanemos —dijo, llorando junto a YunHo. Llorando por lo que pudo ser y no fue, pero que podría ser si se mantienen juntos.

***

ChangMin miraba al cachorro en su cocina. La pequeña bola de pelos lo había mordido en el instante en que YunHo cerró la puerta. Ahora estaban en un duelo de miradas, la pequeña mierda no podía ganar, ¿o sí?

Entrecerrando los ojos, el cachorro sacó la lengua por un lado de manera bobalicona para distraerlo, lográndolo completamente. A ChangMin esto le resultaba un gesto vagamente conocido. Recordaba que YunHo hacía lo mismo cuando, aún siendo pequeños, ChangMin intentaba robarle su postre. El porqué reunió ambas escenas en su cabeza no lo supo, pero la situación le arrancó una carcajada.

Entre más lo veía, más parecido encontraba con el lobo de su hermano. Desde su pelaje marrón, a sus ojos color chocolate; inclusive algunos gestos eran iguales. Su padre, se movía grácilmente por la cocina, a pesar de haber tomado un buen desayuno no hace mucho, el Alfa parecía querer consentir al pequeño, ya que le estaba dando los paquees favoritos de ChangMin. Afortunadamente para todos, la Loba alfa se había retirado a sus habitaciones, como usualmente lo hacía.

—¿Por qué no vuelve a su forma humana? —preguntó ChangMin mientras el cachorro degustaba el panqué sentado en el regazo de su padre. A pesar de aparentar no prestarles atención, ChangMin notó cómo sus parejas se dieron una incómoda mirada.

—Le gusta más estar en esta forma —apresuró a decir YooChun. UnHyea bufó en su dirección antes de continuar comiendo. Podía ver que el Alfa lo estaba olfateando, ahora que el cachorro tenía su confianza, estaba muy cerca de él. ChangMin levantó la nariz, pero solo el conocido aroma que entumecía su olfato fue lo que inhaló.

—Bien, debo ir a trabajar —dijo el Alfa, entregándole al pequeño directamente a ChangMin antes de salir por la puerta. La bola de pelos se retorció y gruñó, pero ChangMin no lo soltó, por el contrario, le mordió una oreja, el pequeño dio un leve chillido y se calmó.

—¿Cómo has hecho eso? —preguntó JunSu. —Los dioses saben que lo he intentado, pero el pequeño diablillo no se deja —dijo. Tentativamente su mano alargada para acariciar al cachorro, pero este soltó una mordida, evitando que JunSu lo tocara. Entrecerró los ojos antes de murmurar: —Pequeño demonio.

YooChun ni siquiera trataba de ocultar que se estaba burlando de JunSu. —Eso es porque no te has ganado su respeto.

No se tenía que ser muy inteligente para saber que UnHyea no se tomaba en serio a JunSu, por mayor que el lobo fuera, su actitud infantil lo colocaba al mismo nivel que el pequeño. O así lo pensaba el cachorro.

Repentinamente, el lobezno en sus brazos se transformó en un niño de no más de cinco años. —Eso es porque eres un tonto, cabeza de chorlito.

ChangMin se abstuvo de gritar. Los rostros de YooChun y JunSu se volvieron pálidos. El niño sentado en el regazo de ChangMin era una copia en miniatura de su hermano. Por un segundo, ChangMin dejó de respirar. Su cabello marrón alborotado, su piel ligeramente bronceada, hasta tenía el mismo lunar sobre el labio que YunHo tenía.

Miró a sus parejas en busca de una explicación. JunSu mantenía la cabeza baja y YooChun una mirada esquiva. Volvió a ver al niño que ahora lo miraba, no entendía porque la situación había cambiado tanto. Era obvio que UnHyea lo respetaba le había mostrado su forma humana, pero esto también era significativo, ya que, a pesar de estar en un duelo de miradas hace tan solo unos minutos, el niño había puesto su confianza en él.

«La sangre llama».

ChangMin le sonrió al pequeño mientras le acercaba otro panqué, esperando que el niño no tuviera indigestión después de esto. Volvió a mirar a los chicos, aguardando por una respuesta. Sus parejas se miraron una vez más antes de hablar.

—No es nuestro secreto, por lo que no somos libres de contarte —respondió YooChun.

—Pero, dado que eres nuestro, entonces no debemos tener secretos —intervino JunSu.

—Él es un regalo de la diosa Luna —dijo YooChun, temiendo hablar demasiado alto. Aunque eso era inútil, dado que el oído de un shifter lobo era muy agudo.

—Será más fácil de esta manera —señaló JunSu, al tiempo que se acercaba a ChangMin. UnHyea bajó de su regazo y fue donde YooChun. Tomándolo del cuello, JunSu le sonrió antes de dejar caer una lluvia de imágenes.

Veía a través de los ojos de JunSu al pálido JaeJoong rodeado de varios enormes osos… JaeJoong sonriendo de manera tímida mientras estrechaba la mano de YooChun… Los tres escapando de algo desconocido… Los tres ocultos bajo el tronco de un árbol mientras una enorme pata negra los acechaba… el bonito lobo blanco… los tres corriendo hasta traspasar la barrera… un extraño de ojos color miel tocando a JaeJoong… luz azulada cubriendo a JaeJoong, palpitando sobre su vientre… el lobo blanco tumbado bajo los rayos del sol de la tarde… JunSu acomodando los almohadones del bonito lobo blanco, acariciando su voluminoso vientre… el lobo blanco aullándole a la luna con dolor… JunSu precipitándose por una puerta, un gruñido... el lobo blanco mostrando sus dientes como si fuera un animal acorralado… el bonito lobo blanco junto con una plasta de pelos y algo viscoso desconocido… la ternura al ver cómo el lobo blanco lamía cada parte de la bolita de pelos… la bolita de pelos color marrón… el cachorro abriendo los ojos, mostrando su color chocolate… la primera vez que cambió a su forma humana… UnHyea…

En ese punto, las imágenes se desconectaron y ChangMin casi soltó un gemido de frustración cuando se le fue negado el seguir con la secuencia de vida de UnHyea. Miró al niño sentado a un lado de él, muy entretenido con el panqué.

ChangMin soltó una maldición mentalmente. YunHo había sido un estúpido, se había perdido de mucho por sus tontos prejuicios. A veces, ChangMin hubiera deseado que sus padres no le hubieran inculcado esa mentalidad a su hermano, ser el macho Alfa no necesariamente significaba ser un mujeriego engreído. Su corazón dolió por su hermano.

UnHyea lo miró, sus ojos marrón chocolate, iguales a los de YunHo, tan profundos, tan cálidos y, al final un destello azulado, producto de la herencia de JaeJoong. Mientras lo analizaba, un brillo travieso brotó en su pequeño rostro, y antes de que ChangMin pudiera decir o hacer algo, UnHyea cambió a su lobo y saltó hacia el pecho de ChangMin. La silla en la que estaba sentado se tambaleó por el peso aplicado en la parte superior, llevando a ambos, cachorro y lobo al suelo.

ChangMin gruñó levemente, pero UnHyea tenía sus patitas delanteras firmemente plantadas sobre el pecho de ChangMin. Sacaba la lengua y meneaba la cabeza, en un gesto que decía totalmente: ¡Te gané!

ChangMin se rió, antes de llamar a su lobo y jugar con el pequeño cachorro. Claro, hasta que el cachorro mordió la pierna de JunSu. —Pequeño demonio —ladró el chico. YooChun se reía suavemente de todos, por lo que ChangMin se acercó y lamió su mejilla. ¡Dioses! Olía tan bien. Se alejó antes de causar un evento que ningún niño debe ver.

JunSu y YooChun se unieron al juego de ChangMin y Unhyea, correteándose dentro de la casa, algunas veces tirando las cosas, pero por lo demás muy felices de estar juntos. Porque ChangMin sabía que lo que su padre había dicho una vez, ahora era más que cierto. Ahora que ChangMin tenía a sus parejas nadie se acercaría de nuevo a la manada. Le arrancaría el cuello a cualquiera que osara tocarlos.

«Parejas» ChangMin sonrió. Ya tenía a quien llamar suyo y también le pertenecía a esos dos atractivos lobos grises.

UnHyea ladró. El cachorro que su padre quería había nacido. Nadie aparte de sus parejas sería tan protegido por ChangMin que ese pequeño niño. Sus lazos sanguíneos lo llamaban. Estaba seguro que su padre reconocía al cachorro, su mirada y actitud lo había demostrado.

Serán el eje, la fuerza que mantiene a la manada y el escudo que los protege. Porque no habrá nadie que los detenga, ahora que tenían algo que llamar suyo, algo que proteger.

***

JaeJoong escuchaba que su cachorro corría por los alrededores. No sabía si a la madre de YunHo se alteraría con eso. No es que le molestara en lo más mínimo si a la loba se le desprende una que otra cana, pero temía que fuera a gritarle a su cachorro.

Como si YunHo sintiera su angustia, le dijo: —Él estará bien. Tiene a dos tiernos lobos y ChangMin, aunque no lo creas, mi hermano es un excelente peleador —le sonrió. JaeJoong omitió que YooChun era excelente también y que incluso JunSu tenía su as bajo la manga, y se permitió relajarse en el tierno abrazo con que YunHo lo envolvía.

Comenzó a sentirse incómodo cuando el amaderado aroma de YunHo lo mareó. Su mente empezaba a llenarse de esa neblina de lujuria que no había sentido en tanto tiempo. Su cuerpo se estremeció cuando YunHo posó sus labios sobre la frente de JaeJoong. Soltó suaves suspiros cuando la mano de YunHo acarició su mejilla para acomodarle el cabello por detrás de la oreja. Se sonrojó como adolescente cuando YunHo le dio una arrebatadora sonrisa. Y, cuando YunHo se acercó lo suficiente para besarlo en los labios, JaeJoong se quedó estático, con el corazón latiéndole a mil por hora. Sin embargo, YunHo no lo besó en los labios, colocó un delicado beso en su mejilla.

—JaeJoong —le susurró al oído, y JaeJoong se derritió.

Mordió su labio inferior para acallar el placentero gemido de escuchar a su pareja decir su nombre con esa voz baja tan sexual. El placer recorrió desde su oído hasta la punta de sus pies, acumulándose en su entrepierna.

Hasta hacía unos instantes JaeJoong tenía decidido que necesitaban tiempo para sanar las heridas que tenían. Comprendía que tanto él como YunHo habían sufrido un calvario por el mismo estúpido motivo, más no por eso dejaba de ser culpa de YunHo. Sin embargo, a su lobo nada de eso le importaba, ahora el lobo marrón por el que había estado aullando en solitario estaba aquí, con él, tan cerca, y desprendiendo ese exquisito aroma masculino, que deseaba empaparse con de él.

Su traicionero cuerpo respondía a cada una de las ondas de calor que YunHo le daba, incluso la más leve caricia enviaba al cuerpo de JaeJoong a un estado casi orgásmico. Demasiado tiempo, demasiado tiempo había pasado sin su compañero, compañero que solo conoció una noche y que sin embargo soñaba con él desde mucho antes, y revivía los pocos momentos después.

Como si YunHo lo sintiera, acercó su nariz al cuello de JaeJoong, inhalando profundamente. —Me encanta como hueles —su nariz rozando su piel —pero no puedo dejar de sentirme molesto porque no llevas mi aroma.

JaeJoong sabía que debía enfadarse con esa declaración, pero contrario a ello, le gustó el sentido de posesión que YunHo adoptó. Su cerebro se desconectó cuando los labios de YunHo se posaron en la suave piel de su cuello, justo donde debía estar la mordida, y un sonoro gemido escapó de los labios de JaeJoong.

YunHo sonrió al ver la expresión que su pareja adoptaba al estar entre sus brazos. El sentir estremecerse a JaeJoong de placer le llenaba de dicha. Nadie se sentía igual a él. En sus solitarias noches de celo, YunHo había tomado a uno que otro amante sin llegar a completar nada, porque ninguno de ellos era JaeJoong. Recordaba incluso que había caído bajo el embrujo de Go AhRa, pero escapó antes de siquiera comenzar el juego. Desde ese día la loba se sintió con derechos que no tenía. Pensar en ella la llevaba a su paradero desconocido y a Kim MinAh. Sacudió ligeramente la cabeza para ahuyentar esos pensamientos, se ocuparía de eso más tarde.

JaeJoong gimió una vez más cuando las yemas de los dedos de YunHo recorrieron la poca piel expuesta, erizando cada uno de los vellos. El aire se lleno de la más espesa lujuria proveniente de JaeJoong. En definitiva no había nadie como su pareja, sus ojos negros lo miraban con una mezcla de pasión, inocencia y esperanza, como la primera vez.

Toda la sangre de YunHo se fue de golpe a su entrepierna, levantándose gustosa al oler el aroma de la excitación de JaeJoong. Sus dientes dolían por morder, probar su sangre, llenarlo con su esencia y marcarlo como suyo… una vez más, consciente ahora de que él era su pareja.


JaeJoong  recordaba que había algo muy importante que confesar a YunHo, pero los labios de YunHo se apoderaron de los suyos acallando cualquier otro pensamiento que no fuera entregarse al hombre que el destino le había dado.