Este Blog posee contenido yaoi. Sí no te gusta, no lo leas.

martes, 26 de mayo de 2015

CORAZÓN DE DRAGÓN: PARTE 6



—Han atacado a uno de nuestros poblados. Los que se encuentran en los límites con el territorio Shim.

YunHo abrió grandemente los ojos. No podía ser cierto. Una parte de él rogaba que fuera una broma, otra que hubiesen sido mercenarios, pero  muy dentro de él sabía que esto era un paso más hacia la inminente guerra.

En un corto tiempo, YunHo estuvo listo para regresar a sus funciones como Rey, lo único que realmente aborrecía era tener que dejar a JaeJoong. Esta vez ni siquiera sabía por cuanto tiempo, quería decirle que lo vería al atardecer de ese mismo día, o el día siguiente, la verdad era que todo quedaba en la incertidumbre.

—JaeJoong yo necesito ir, ver lo que ocurre en el palacio.

Para el dragón plateado no había duda de que era demasiado importante, lo podía ver en los ojos negros de YunHo, la preocupación, la ansiedad, la desesperación y la forma en que su alma se partía entre el deber y el querer.

—Ve. Si estamos destinados a estar juntos, nuestros caminos volverán a juntarse irremediablemente. Entonces, yo estaré para ti, como sé que tú lo estarás para mí.

JaeJoong le acarició el rostro y lo besó. Sabía que quizá no lo volvería a ver, que tal vez esta era la despedida, pero confiaba en que sus caminos se unirían de nuevo. Quizá no hoy, ni mañana, pero tal vez en un futuro.

—Las Festividades de la Luz… —comenzó a decir YunHo, pero lo cierto era que estas también quedaban en entredicho. No sabía que tan grande era el daño, ni tampoco si era o no el inicio de la guerra, estaba a la puerta, sí, pero mantenía la esperanza de que no se diera.

—Nos veremos ese día. Justo como lo planeamos antes de despedirnos en Shim —le sonrió JaeJoong, con los ojos húmedos por las lágrimas que apenas intentaba contener. Había sido tan poco tiempo.

—Te buscaré de nuevo. Juro por mis antepasados que tú y yo nos volveremos a encontrar —prometió YunHo, sellándola promesa con un beso.

JaeJoong vio partir a YunHo, sabiendo que ninguno cumpliría con la promesa que se hicieron antes de salir de Shim. No ahora con lo que sabían. La guerra había llegado, independientemente del bando que fueran, YunHo era un importante jefe, lo que hacía más probable su estadía al frente de las tropas. Y JaeJoong, solo era un observador.

***

Tres días habían pasado desde el ataque al pueblo. YunHo había llegado con una pequeña cantidad de soldados, estos mayormente encaminados a ser su guardia. El paisaje que sus ojos vieron era desolador. Todo había sido quemado hasta los cimientos, solo cenizas se encontraban en el lugar.  Los fuegos habían sido apagados, pero se notaba que eso era obra del fuego de un dragón. YunHo apretó las manos en un puño al sentirse impotente. No había podido prevenir esto, ahora, solo restaba auxiliar a los sobrevivientes.

***

ChangMin crispaba los ojos de ira. ¡¿Cómo era posible esto?! ¿Dónde había quedado el YunHo creyente de la justicia? ¿Aquel muchacho que parecía no interesarse por nada pero que cuidaba celosamente de los suyos? ¿No le había dicho de niños que guiaría a su pueblo por el camino de la rectitud? ¿No crearía un lugar donde los dragones de la tierra volverían a ver su raza florecer? No, al parecer de ese chico ya no quedaba nada.

—¡Señor! —un guardia entró tempestivamente. —¡Señor! La flota ha comenzado el ataque a Dak-Ho.

El rey se levantó de su asiento, respirando fuertemente, tratando de mantener a raya su forma de dragón.  Cuando por fin se hubo tranquilizado lo suficiente, exclamó con voz queda: —Jung YunHo, si quieres guerra, ¡guerra tendrás! —El soldado aguardaba por órdenes que no se hicieron esperar. —Llame a los nobles, defenderemos nuestra tierra con sangre y fuego.

***

Desde la fortaleza flotante, Ao Shun miraba con ojos preocupados el comienzo de una nueva guerra. ¿Cuántas sus ojos no habían visto ya? Muchas y a la vez ninguna. Casi siempre tuvieron una razón diferente a los motivos de ahora. La ambición y el poder no son buenas compañías.

Sus dragones habían regresado. Los informes decían que Jung quería el puerto de Shim, el centro de comercio más grande del reino. ¡Una locura! Pero, desgraciadamente así era. Sin embargo, sus tres jóvenes pupilos regresaron diciendo lo contrario. En Jung nadie creía en una inminente guerra, su rey era una persona pacífica y justa, que no concordaba con las acciones que se estaban llevando a cabo.

Ao Shun frunció el ceño, esto iba por muy mal camino. Si esos dos reyes no deseaban la guerra, pero había alguien empujándolos hacia ella, no dudaba de que defendieran con garras y dientes a su pueblo.

A lo lejos vio el fuego de dragón arrasando una gran parte de campo para que fuese visible tan lejos. El calor de las llamas debía estar consumiéndolo todo en enormes llamaradas. La columna de humo se elevó al cielo, hasta que fue visible en su propio nivel.

Había comenzado…

***

YunHo acababa de regresar. Ver uno de sus poblados desaparecer no le había sentado bien. ¿Quién diablos deseaba esto? ¿Por qué ChangMin no esperó hasta que él le hubiera dado una respuesta? Entonces, vagamente recordó las palabras de los heraldos, atacarían si la flota hacía un solo movimiento en contra de Dak-Ho.

MinHo.

MinHo no se había comunicado con él. Y ahora todo esto estaba yendo demasiado rápido.

Con premura abrió las enormes puertas de roble. Frente a él, estaban reunidos sus nobles y sus generales. En sus rostros cenizos podía ver el miedo, pero también veía la determinación a proteger sus tierras.

Todos allí sabían que les habían tendido una trampa, los quienes y los donde ahora ya no importaban. Lo que les concernía era evitar otra masacre a su pueblo. Los nobles ya tenían reunidos a sus guerreros. Algunos se dirigían hacia la capital, otros esperaban en sus provincias por órdenes.

—Partiremos hacia las fronteras. Debemos evitar a toda cosa las bajas civiles. Esos poblados prácticamente son humanos, su porción de sangre de dragón es mínima por lo que están en clara desventaja si alguno llega a sacar su forma animal.

—Pero, no podemos dejar la capital descubierta. Si llega un escuadrón por aire…

—De eso no debes preocuparte, si llegan volando los veremos pasar. No hay ruta más corta de Shim a Jung que a la que vamos.

La discusión continuó por un rato, decidiendo rutas, soldados, víveres. Ninguno ya esperaba poder aclarar el malentendido, pues, los espías que habían enviado, al igual que MinHo no se habían comunicado. YunHo sabía que habían sido capturados por aquel que les puso la trampa, y solo rogaba por hacer entrar en razón a ChangMin y evitar la guerra.

Entonces, sus esperanzas se vieron cortadas de tajo.

—¡Señor! —vociferó un oficial. —Han atacado a otro de nuestros poblados colindantes.

El revuelo que causo en la sala fue tal que muchos se levantaron indignados. Estaban atacando personas inocentes, que ni siquiera podían llamar a su forma de dragón. Mujeres, niños y ancianos vivían en esos pueblos que ahora ardían en llamas.

—Con este es el segundo —dijo el consejero. —Esto es una declaración de guerra.

Muy a su pesar, YunHo lo admitió. ChangMin no iba a esperar, no iba a haber modo de convencerlo de que era una trampa. No ahora que había decidido ir por la vía bélica.

—¡Preparen todo! ¡Marcharemos al amanecer! —ordenó YunHo.

***

En sus manos una paloma mensajera se retorcía con dolor. Ella sabía lo vulnerable del animal, así también conocía su docilidad, por eso se había dejado tomar con tanta confianza. Una sonrisa retorcida adornó su rostro cuando escuchó el crujido de los huesos de la pequeña ave. Eso le enseñaría a no ser tan confiada.

“Ha comenzado” rezaba el pequeño papel que la avecilla portaba. Su sonrisa se expandió más. Por fin iban a conocer de lo que ella era capaz.

***

Las luces frías del amanecer recibían a unos nerviosos soldados. Ninguno había estado en guerra, si acaso en pequeñas cacerías de bandidos y cosas así, que en nada se comparaban con la batalla que estaba por venir, sin embargo, se mantenían en pie, listos para ir a ella, a defender el honor de su tierra con sus garras.

Miraron como el Rey Jung se paseaba por delante de las filas, ataviado en un traje negro de cuero, con botas altas del mismo color. Casi podían ver las chispas saliendo de sus dedos. Su Rey, un dragón negro, de los más fuertes dragones de la tierra, jamás lo habían visto en su forma animal, pero las historias relataban acerca de la ferocidad de estos. Ellos seguirían a su noble rey a donde les llevase, incluso si era al mismísimo infierno, ellos irían con él.

—Estamos listos, señor —le avisaron. YunHo movió su cabeza en señal de asentimiento. Con un gran suspiro miró al cielo, cerró los ojos deseando poder convencer a ChangMin. Entonces, cuando los volvió a abrir, dio la orden de partir.

Las trompetas resonaron por todo el lugar. Las altas murallas que rodeaban la ciudad rezumbaron ante ello. La tensión en el aire era tal que se sentía como una pesada carga. YunHo subió sobre su caballo negro, le siguieron sus generales y soldados. Todos con la misma sombría expresión.

Nadie en la ciudad dormía. Todos sabían ahora la situación. Las damas se asomaban por las ventanas al verlos marchar, rogando a los cielos por su buen regreso, pero más que eso, implorando porque esta guerra no se llevara a cabo. Los niños veían a los veían partir, sus asustadas caras les hacía crecer en el pecho de los soldados la fiera llama de la protección. Entonces, más convencidos que al inicio, alzaban su rostro, dispuestos a morir por protegerles.

***

—¡Majestad! —uno de sus generales entró por la puerta sin ninguna etiqueta.

Sentado sobre su trono, ChangMin analizaba la situación. Su puerto estaba siendo atacado, pero el hecho de que la cuidad estuviera un poco más allá, salvaba las vidas inocentes. Además, tenían una defensa natural, los enormes acantilados impedían que la flota desembarcara junta. Si querían hacerlo sería de una a una, lo que les estaba costando demasiado trabajo. Dak-Ho era por el momento, impenetrable.

—Tranquilízate —dijo el Rey. El general, un hombre mayor, se llevó una mano al costado, producto de su falta de aire.

—¡Majestad! ¡El rey Jung está movilizando su tropa a la frontera!

ChangMin abrió los ojos grandemente. Ahora sí, ya no había vuelta atrás. —Ese idiota.

—¿Majestad?

—¿Cuándo ha salido de la ciudad?

—Los informantes dicen que por la mañana. Si siguen el camino que han tomado y a la velocidad que llevan, mañana al atardecer estarán en los límites.

—¡Rayos! —vociferó ChangMin, al tiempo que un enorme trueno caía sobre el castillo. El general tembló, jamás había visto el verdadero poder de su rey. —Prepara a los hombres, partiremos ya mismo.

—S-señor —comenzó tímidamente —aunque salgamos ahora mismo, no estaremos sino hasta pasado mañana al atardecer. Para ese momento, ya será tarde, habrán cruzado la frontera y…

—No será así. Jung hará descansar a sus hombres, por lo que no invadirá al llegar. Tendremos que movernos más rápido. Los interceptaremos en la frontera. El fuerte de Sang será lo primero que tomarán, allí les estaremos esperando.

—Pero, mi rey, no llegaremos, es demasiado apresurado.

—Consigue a los guerreros más fieros, los caballos más veloces. Una pequeña unidad partirá antes, llegará para emboscar y retenerlos el mayor tiempo posible, hasta que las tropas arriben.

—Si, su majestad.

El general partió, presuroso a cumplir sus órdenes. ChangMin se derrumbó sobre su trono. Masajeó su sien y frunció el ceño. ¿Qué demonios está haciendo YunHo? No, más preocupante aún era el hecho de que Shim estaba siendo atacada por dos flancos. La mitad de sus hombres estaba en Dak-Ho, y ahora, la otra mitad partiría al fuerte de Sang, dejando así el castillo desprotegido. Si enviaban un comando aéreo, los dragones tendrían vía libre para arrasar con todo desde la frontera hasta el puerto. Todo Shim ardería en llamas.

Otro trueno surcó el cielo.

No, él no lo permitiría. Antes arrasaría la tierra con fuego, sangre y truenos antes de permitirle a cualquiera profanar su reino. ChangMin mismo, comandaría el pequeño grupo que esperaría en Sang.

El lugar de la batalla ha sido elegido. El fuerte de Sang arderá por y para el reino. Así se aseguraría ChangMin.

***

Ao Shun miró la fuerza de aquel relámpago. Eso no era producto de la naturaleza, conocía bien el trueno de un dragón azul. Su corazón se comprimió, sus ojos estaban por presenciar una nueva guerra, una tan grande como la que arrasó con los campos.

La fortaleza aérea comenzó a vibrar. Lo sabía. La magia misma estaba llamándolos a cumplir su juramento. Su deber, impedir que la tierra sea devastada.

***

—¡Oh! Parece que el Rey Shim está molesto —dijo divertida a nadie en específico. —Esto le enseñará a no despreciarme.

—¿Mi Lady? —habló uno de sus sirvientes. Ella solo lo miró de reojo, pero él lo tomó como permiso para continuar. —Nuestros hombres han regresado, ninguno de ellos fue descubierto y tampoco hubo bajas. Las dos aldeas fueron incendiadas hasta las cenizas.

—¿Sobrevivientes? —preguntó. No quería dejar ningún cabo suelto.

—Solo unos pocos. Nos aseguramos de dejar ver el emblema de Shim.

—Bien. Retírate.

—Mi Lady, aún queda un asunto pendiente.

—¡Ah! Sí. Los espías —comentó con una sonrisa infantil. —Les otorgaremos un trato preferencial —susurró con dulzura. Se giró para encarar a su sirviente. —¡Ya sabes qué hacer!

El hombre se inclinó y salió sigilosamente, seguido de la fría mirada de la más hermosa mujer que él hubiese conocido. Sin embargo, él era lo suficientemente sensato como para no caer por sus encantos, la conocía, la conocía bastante bien y sabía de lo que era capaz. Era mejor temerle.

Con paso tranquilo, bajo las largas escaleras que conducían a las mazmorras. Habían capturado a varios sujetos que intentaban desentrañar a la verdadera mente maestra de todo este asunto. Sabía que todos ellos pertenecían a Jung, a estas alturas, el rey Jung estaba claramente informado sobre esta trampa, sin embargo, ello no le impidió comenzar a movilizar a su tropa una vez que sus pueblos fueron atacados.

Él no entendía muy bien el porqué su señora deseaba la destrucción de todo, esos eran asuntos políticos los cuales desconocía. Él solo se preocuparía por obedecer, no quería terminar como aquellos desgraciados que ahora llenaban las celdas de las sucias mazmorras.


Miró por entre los barrotes. Ahí estaba aquel sujeto que tanto trabajo les había costado capturar. Era increíblemente bello para ser un soldado bastante entrenado. Brillaba incluso entre esa suciedad, al parecer ostentaba un alto rango, pues los otros espías capturados, le mostraban cierto respeto. Sí, debía ser alguien importante. MinHo, ese era su nombre.

******************************************************************
N/A: Perdonen a esta autora suya. No tengo excusa, de verdad lamento muchísimo el retraso, espero no le hayan perdido el hilo a esta historia.

lunes, 4 de mayo de 2015

CORAZÓN DE DRAGÓN: PARTE 5



El corazón de JaeJoong  rezumbaba de gozo. Sus palabras habían llegado a YunHo, y ahora lo tenía junto a él.

—Te he extrañado demasiado —murmuró JaeJoong.

—No más que yo a ti —replicó YunHo.

Después de un rato abrazados, disfrutando del calor del otro, YunHo se separó de JaeJoong para saludar a los otros dos chicos. Con un gran apretón de manos y un movimiento de cabeza, los saludos quedaron atrás para pasar a asuntos más importantes.

—Díganme, ¿qué les trae al reino de Jung? —cuestionó YunHo.

—Solo estamos de paso —aseguró YooChun.

YunHo no creyó una sola palabra, pero no quería discernir con ellos, no cuando JaeJoong estaba a su lado. Sin embargo, se le hacía muy extraño que los chicos se hubieran presentado justo cuando los problemas con el reino de Shim comenzaban, además de que también habían estado presentes para la coronación. Quizá el misterioso reino al que pertenecían era el que confabulaba en… no, mejor no pensar en esas cosas. Los ojos de JaeJoong no le mentirían, sus plateadas orbes revelaban cada sentimiento en él. Tampoco creía que el tierno e ingenuo JunSu fuera un conspirador, tal vez YooChun que tenía un poco de más carácter, pero en general solo parecían turistas.

—¡Oh! Mis amigos, deberían quedarse por un tiempo. Pronto comenzarán las Festividades de la Luz.

—¿No faltaba un mes para eso? —inquirió YooChun.

—Cierto, pero mientras están aquí les puedo mostrar las bellezas que mi reino les ofrece —YunHo sonrió.

Durante esa tarde, los jóvenes dragones olvidaron su misión, YunHo dejó de indagar en los suburbios y los otros chicos ni siquiera hicieron el intento por preguntar. Se dejaron llevar por ese ambiente de camaradería que había surgido en ellos durante la coronación de Shim.

—¿Y MinHo? —preguntaron los dragones del aire en la cena.

—Cumpliendo una misión —respondió YunHo con la voz un tanto tensa.

—Así que sí eras un miembro de la guardia real —curioseó JunSu. YunHo le sonrió. —Ah qué se le va a hacer, el deber es primero.

Más tarde, cuando ya llevaban varios tragos encima, los dragones del aire deseaban preguntar a YunHo por la flota asentada en el puerto de Shim. Creían que era más seguro y viable que el guardia les respondiera honestamente, pero un barullo en el pub les interrumpió antes de siquiera formular la pregunta.

—¡Les digo que yo los vi! —gritaba un hombre bastante ebrio.

—Sabes bien que solo son leyendas —replicaba otro.

—¡No! Lo juró por mis antepasados —el hombre ebrio comenzaba a molestarse verdaderamente.

—¡Bah! Tus antepasados son basura.

—¡¿Cómo te atreves?!

—Lo sabes, eran saqueadores y bandidos. Por tu cuerpo corre solo una gota de sangre de dragón y lo demás es bazofia humana. Lo más bajo de lo bajo, ni siquiera los humanos te reconocerían como uno.

Eso fue suficiente para que el primero se fuera a golpes sobre el segundo. Entonces la pelea grupal comenzó.

—¿Qué fue lo que sucedió? —preguntó YunHo a la voluptuosa mesera que les atendía como si no se llevara a cabo una pelea unas mesas más allá.

La mujer vio a los hombres riñendo con molestia, después sonrió ampliamente a YunHo, causando que JaeJoong frunciera el ceño. —Ese de ahí, el borracho, jura y perjura que ha visto a los Dragones del Aire descender. Dice que vio a un grupo grande bajar de los cielos y dirigirse hacia el reino de Shim. También dice que otro grupo, más pequeño, vino hacia acá.

—Eso es imposible —susurró JunSu asustado.

—Sí, eso mismo le decían, pero ya has visto como se pone. No crean nada de lo que ese hombre diga, es un borracho y ladrón de lo peor. Viene aquí de vez en cuando, pero no se queda por mucho tiempo en el reino. Creo que lo buscan en varios lugares por sus fechorías —dijo, añadiendo la última frase en un susurro.

—Los Dragones del Aire… —susurró YunHo para sí.

Los tres chicos se miraron inquietos. —Seguramente vio a cualquier dragón estirando las alas y solo quiere darse importancia —comentó YooChun con desfachatez, ocultando así lo preocupado que estaba.

—Si debió ser eso —reafirmó JaeJoong.

—Seguramente, pero… un avistamiento de Dragones del Aire indica un cambio… tiempos violentos se aproximan… —decía YunHo más para él que para los otros. —Disculpen, debo retirarme.

—¿Te volveré a ver? —preguntó JaeJoong tomándolo de la mano antes de que se retirara.

YunHo le acarició la mejilla antes de inclinarse y robar un beso de sus labios. —Ne te dejaría ir de nuevo —le aseguró. —Te buscaré mañana al atardecer.

Cuando YunHo se hubo perdido por la puerta, la batalla campal que se desarrollaba del otro lado del pub había finalizado, pero los dragones estaban desazonados.

—¿Será cierto lo que dijo YunHo? —JunSu miró asustado a los otros.

—A pesar de no habernos dicho nada, nos habló de mucho, de lo que deseamos saber —YooChun le respondió, visiblemente afectado por las pocas palabras de YunHo.

—Él solo dijo que tiempos violentos se acercan, no dijo que la flota del reino piensa invadir Dak-Ho —alegó JaeJoong. —Cualquiera pensaría eso si ven Dragones del Aire.

—No trates de encubrirlo, sabes muy bien, JaeJoong, que si se puso así es porque algo sabe. De lo contrario hubiera reaccionado como los demás, incrédulos.

—Aún así, nuestros reportes no coinciden con lo que está pasando. Lo que hemos escuchado del rey Jung es demasiado opuesto como para imputarle el sitiero del puerto de Shim.

—No, es verdad. Sin embargo, pienso que los hombres desesperados hacen cosas locas —YooChun insistía.

—¿Tanto así quiere el rey Jung el puerto de Dak-Ho?

YooChun negó con la cabeza. —No lo sé. Todo esto es muy confuso. Puede que incluso sea una conspiración.

Se quedaron sumidos en sus pensamientos. Algo grave se avecinaba y ellos estaban envueltos.

***

Cubierto de pies a cabeza, sus ojos seguían al ebrio hombre, el cual despotricaba contra todo lo que encontraba, tambaleándose de un lado al otro. YunHo solo aguardaba por un momento donde pudiera encontrarlo totalmente a solas.

El hombre, se derrumbó por fin en un callejón. Para suerte de YunHo, cercano a un escondite que él y MinHo tenían cuando hacían sus incursiones por el bajo mundo. Con facilidad arrastró el cuerpo del sujeto sin que nadie lo viera. Necesitaba hablar con él, pero no quería testigos.

Agua fría fue lo que despertó al hombre de golpe. —¡¿Qué?! ¡¿Qué?!

—Te encontré en medio del callejón —dijo YunHo desde las sombras.

—¡Ah! Pues gracias… creo —el hombre trataba de incorporarse, pero seguía demasiado perdido que no le era fácil.

—Te escuché en el bar hace un rato.

Las facciones del hombre cambiaron, de confusas a agresivas. —¡¿Qué?! ¡¿También te burlarás de mí?!

—En realidad estoy más interesado en que me cuentes a detalle la historia —respondió YunHo con voz calma.

El hombre gruñó, medio sentado, medio acostado, miraba a YunHo con desconfianza. Desconfianza incrementada al no poderle ver el rostro. Al final cedió. —Yo los vi. No miento. Eran un grupo de diez aproximadamente.

—¿Dónde exactamente los viste?

—En el cielo, descendiendo de las nubes.

—Me refiero, a ¿dónde estabas tú? ¿En qué lugar?

—¡Ahh! Estaba en los límites de este reino con el de Shim —contestó, logrando sentarse completamente. YunHo le alargó un vaso con agua y le instó a continuar. —Bien le deben haber dicho que soy un vagabundo, un ladrón buscado por varios reinos. Lo cierto es que soy un poco de eso y más, me defino a mí mismo como trotamundos, así que como debe imaginar, no tengo ningún oficio en el cual asentarme, pero sé hacer de todo un poco.

YunHo asintió, dándole a entender al hombre que comprendía su estilo de vida y que no lo juzgaba. El hombre bebió con parsimonia, miró al techo, tratando de ordenar sus ideas en su difusa mente por el alcohol.

—Ese día iba de camino hacia aquí. Quería comprobar por mis propios ojos lo que se habla en el reino de Shim. Estaba descansando sobre el camino, recostado en la hierba, mirando hacia el cielo. Fue entonces, cuando de una esponjosa nube salieron. Todos ellos desplegando sus alas, sin siquiera mirar abajo se fueron rumbo a Shim.

—¿Por qué piensas que eran Dragones del Aire?

—Te lo digo yo, estaba ahí, llevaba un tiempo observando las formas de las nubes y ellos aparecieron de la nada, justo detrás de una, eran un grupo de diez, imposible que no los notara antes. Además, la región en la que me encontraba difícilmente puede reunir a tantos sin que peleen como perros y gatos. Pero no solo eso, fueron los colores. Tú creerás que soy ignorante, pero no, sé bien que los Dragones del Aire son de colores diferentes a los nuestros, todos ellos eran de color bronce. Y no, no fue la luz del sol al atardecer que les proporcionó a sus escamas ese color, no. Ese, ese era su verdadero color. No obstante, lo que verdaderamente me convenció de que eran ellos fue el otro grupo que bajó de las nubes.

»Allí estaba yo sentado, confundido por lo que acababa de ver. No tenía ni una gota del alcohol en las venas, no es bueno viajar en ese estado. Así que tallaba mis ojos en busca de rastro, miraba hacia donde se perdieron de vista y de nuevo a la misteriosa nube de la que salieron. Entonces, después de bastante rato esperando por algo, se asomaron tres dragones. Tres. Esta vez sí, la luz de la tarde les daba, pero no había ninguna duda de que uno de ellos era de color plateado. Lo noté cuando bateaba las alas y hacía giro para irse. Ese sí que es un color inusual… pero nadie me cree.

—Dijiste que venías aquí a comprobar algo. ¿Qué se habla en Shim?

—¡Oh! Ese es un asunto serio, muy serio. Hay barcos asediando el puerto de Dak-Ho, barcos con el estandarte de Jung —dijo grave.

—¿Tú los has visto?

—¿Los barcos o los estandartes? —YunHo ladeó la cabeza. —Sí, ambos. Estaba en Dak-Ho el día que la flota llegó, estuvieron ahí, rodeando sin hacer nada, pero después de dos días, con todo el mundo tenso, desplegaron los emblemas de Jung. Si me lo pregunta, no creo que sean el emblema real. De lejos parece serlo, pero no me termina de convencer de todo. Además es muy raro todo ese asunto, primero se quedan ahí sin hacer nada y luego sacan las banderas para intimidar. No, señor, allí hay gato encerrado. Por eso vine hasta aquí, para comprobar con mis propios ojos el inicio de una nueva guerra. Pero, al llegar aquí, no halló nada, solo los preparativos para las fiestas. Sé que el rey sabe de la situación porque vi pasar a los heraldos, pero creo que no es él quien tiene sitiado el puerto.

—¿Qué más sabes sobre eso?

—No mucho, aquí todo el pueblo alaba al rey Jung, desde la nobleza hasta los plebeyos, es un buen rey, benevolente incluso con los de mi clase. No digo que el rey Shim sea malo, no, pero lo que está podrido en ese reino es la nobleza, el consejo que rodea al rey lo ata de manos. Eso sí está bien, pero requeté bien podrido. No se me haría nada raro que para quitar al rey Shim del camino se inventen cualquier cosa, incluso esta guerra.

—La nobleza y el consejo de Shim.

—Así es, ellos no tienen ni una pizca de decencia. Son mala leche, hierba maldita.

***
ChangMin no podía creerlo. O más bien se negaba a creerlo. Los heraldos habían regresado al castillo, habían dicho que Jung negaba plenamente que la flota fuese de él. Pero, sus informes indicaban que pertenecían  a uno de sus aliados. ¿Qué ganaba con negarlo? Por un momento, ChangMin pensó que quizá estuvieran actuando por su propia cuenta utilizando su nombre, pero, él mismo había visto a MinHo, el guardia real y amigo íntimo de YunHo, rey de Jung, merodear por Dak-Ho, del puerto a las embarcaciones. 

Esto era una declaración de guerra, sí, y pese a todo, ChangMin se negaba a entrar en actividades bélicas, deseaba resolver esto por medio de las negociaciones. No deseaba exponer a su pueblo, ni a la tierra en sí a una nueva gran guerra.

***

—No está dando mucho resultado el esperar más tiempo —hablaba la mujer.

—Tiene razón mi Lady —afirmó el hombre mayor. —Quizá debamos darles un empujoncito.

La mujer sonrió malévolamente antes de llamar a sus hombres. —Ya lo oyeron. Hagan un buen trabajo que me enorgullezca.

—Sí, mi señora.

***

YunHo tenía la cabeza con mil y un pensamientos, sin embargo, JaeJoong siempre estaba presente. Con un suspiro y una mirada discreta hacia su atuendo, que realmente no importaba porque iba cubierto con su capa, tocó a la puerta del lugar donde JaeJoong se hospedaba.

JaeJoong lo recibió con una gran sonrisa, una que a YunHo le alegró infinitamente el día. Tanto tiempo había esperado por volver a verlo y por fin estaba frente a él. Finalmente, empero, no dejaba de ser un mal momento, no con la tensión bélica en el ambiente.

Caminaron alrededor de la plaza, como todas las parejas jóvenes acostumbraban hacer por las tardes, se sentaron alrededor de la fuente, rieron y bebieron jugos dulces que ahí vendían.  Bailaron al son de un grupo que tocaba al aire libre. Eran felices, cualquiera que los viera diría que había amor destilando de cada uno de ellos. Las parejas a su alrededor les hacían coro, unas bailaban como ellos, otras los miraban sonrientes, aplaudiendo su amor.

Al caer la noche, YunHo y JaeJoong se sentaron de nuevo en la fuente, admirando las estrellas que desde allí se veían. YunHo mostrándole las constelaciones y narrándole historias de su pueblo, JaeJoong sonriendo y poniendo atención a las historias, asombrándose con cada épica aventura.

—Y tú, YunHo ¿alguna vez has tenido una legendaria aventura?

YunHo rió fuerte. —Heroica quizá no, pero de que son legendarias ni quien lo dude.

Hablaron de muchas cosas y a la vez de ninguna que atañera a sus reinos. Sabían que no era un tema que se pudiera tocar, además deseaban disfrutarse y no hablar sobre política, confabulaciones, deberes o cualquier otra cosa. Este era un momento de ellos y solo para ellos.

—¿Qué tipo de dragón eres? —preguntó curioso JaeJoong. —Sé que eres uno porque tu herencia de sangre y olor me lo indica. Lo que no sé es de qué tipo.

YunHo lo miró a los ojos, muy serio, se debatía entre decirle o no, no era tan fácil reconocerlo, pero tampoco era cosa del otro mundo. Entonces, notó que JaeJoong también escondía el mismo tipo de secreto. —Quizá de la misma raza que tú, ya que tampoco puedo distinguirte con claridad. Pareces ser un dragón rojo, pero a veces también pareces azul.

JaeJoong abrió mucho los ojos, se mordió el labio nervioso y se sonrojó al ser descubierto en su hechizo. A YunHo se le hizo curiosa su reacción, pero no le dio importancia, no cuando toda la expresión de JaeJoong denotaba ingenuidad y un deje de sensualidad que lo volvía loco. Así que tomó sus labios, olvidándose de la conversación y de los colores de sus respectivas escamas.

Deseaba reafirmar su amor por él, no solo el alma, también en su cuerpo, le deseaba completamente. Así fue como llegaron al lugar donde JaeJoong se hospedaba, un hostal barato pero bastante limpio y decente. Entre besos y caricias, se entregaron al amor.

YunHo jamás se cansaría de besar los labios de JaeJoong, de deleitarse con sus sabor, de mordisquear la suave y blanca piel, de poseerlo, pero, al final, ambos cedieron al sueño.

***

TOC-TOC

Un molesto ruido perturbaba su sueño.

TOC-TOC

Distinguió que tocaban a la puerta.

TOC-TOC

El ruido era cada vez más fuerte.

—Es demasiado temprano, váyanse —ordenó.

TOC-TOC

—No quiero ver a nadie.

—¿Por qué hacen tanto escándalo? —susurró el delicado y cálido cuerpo que sus brazos envolvían. YunHo notó que JaeJoong había despertado y que la luz solar alumbraba fuertemente la habitación.

—No lo sé. Iré a ver.

Con pesadez se levantó, se colocó los pantalones y se aseguró de que JaeJoong se cubría completamente. No deseaba que nadie más viera la tersa piel de su amado.

Entre-abrió la puerta y divisó a un par de soldados. Aquello no le gustó nada. No eran buenas noticias si lo habían buscado y sacado de la cama de su amante.

—Señor —saludaron con una mini reverencia. —El consejero y algunos de los miembros de la nobleza que residen en la ciudad requieren de su presencia.

YunHo frunció el ceño. —¿Qué ha pasado?


—Han atacado a uno de nuestros poblados. Los que se encuentran en los límites con el territorio Shim.