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jueves, 26 de septiembre de 2013

EL TOQUE DE UN ASESINO: CAPITULO 14

CAPITULO CATORCE

Yunho era muy consciente de la multitud reunida alrededor de ellos y todas las expresiones de shock. Nada de eso importaba al mirar hacia abajo a Jaejoong.

Mientras que había tenido un montón de chicos de rodillas a sus pies antes, algunos chupándosela, otros para rogar por su vida, ninguno de ellos estuvo a punto de presentar la imagen que actualmente tenía Jaejoong. Desde el modo en que su pelo estaba pegado hacia un extremo por el jalón de Yunho, a sus labios hinchados por el beso y la cruda codicia en sus oscurecidos ojos, Jaejoong era el ejemplo perfecto de sexo y sumisión.

Su polla, que ya estaba semi-dura ante la primera visión de Jaejoong, se hinchó por completo a la vida, la excitación se disparó a través de su cuerpo. No sabía que le había llevado a Jaejoong a montar un show muy público, pero Yunho lo aprobaba.

Gruñendo bajo en su garganta, Yunho se agachó y lo agarró por la pechera de su camisa, tirando de la Pantera a sus pies. Una sonrisa cruzó los labios de Jaejoong con satisfacción antes de que Yunho capturara su boca en otro beso caliente. Estuvieron en ello por unos momentos antes de que Yunho se apartara y tomara la mano de Jaejoong. No escatimando la mirada del resto del grupo, Yunho lo condujo a una habitación de suministros cercana.

Soltando su mano, Yunho cerró con llave la puerta detrás de ellos antes de volver al otro hombre. La habitación era pequeña y olía a limpio, pero apenas se registraba cuando Jaejoong cayó de rodillas otra vez.

—Necesito tu polla —declaró Jaejoong, las palabras en un gemido más cerca cuando levantó la mano y bajó la cremallera de Yunho.

Jaejoong estaba tan excitado que las manos le temblaban tanto que Yunho se inclinó para ayudarlo, incluso yendo tan lejos como para sacar su propia polla fuera. Jaejoong entreabrió los labios en oferta y Yunho se aprovechó, alimentando con su polla la caliente y húmeda boca de la Pantera.

—Joder, sí. Eres tan condenadamente bueno en esto —susurró Yunho cuando Jaejoong comenzó a chupársela.

La Pantera levantó la vista por el borde de su flequillo oscuro, el aspecto de sumisión total y absoluto todavía estallaba en sus ojos negros. También tenía una pequeña chispa que le permitía saber a Yunho que Jaejoong disfrutaba de su presa. Así que Yunho se inclinó y pasó el pulgar a lo largo de uno de los pómulos arqueados de Jaejoong —Tú me agradas.

Aunque nunca dejó de chupar, Jaejoong hizo un ruido complaciente en torno a la polla de Yunho. Los sonidos enviaron vibraciones que se dispararon por su eje, arrancando un gemido de su garganta. Mientras que podría haber estado allí todo el día y dejar que Jaejoong adorara a su polla, Yunho sabía que sólo tenía unos momentos antes de que fueran interrumpidos. Sacó un pequeño paquete de lubricante del bolsillo de su pantalón antes de ordenarle: —Bájate los pantalones para que pueda ver tu dulce culo.

Jaejoong liberó la polla de Yunho y se puso más en sus rodillas, torpemente se sacudió los pantalones abiertos y los bajó. Sólo los bajó hasta la mitad del muslo, pero fue suficiente para lo que Yunho había planeado. Le entregó el lubricante antes de dar su siguiente orden —Chúpame de nuevo, pero prepara tu culo para mí al mismo tiempo.

—Jódeme —Jaejoong respiró, su aliento vivificante cuando tomó el paquete.

—Eso es exactamente lo que he pensado —Yunho se burló.

Jaejoong tomó el paquete y lo abrió con los dientes.

—Eso es, bebé, consigue estar bien lubricado y estirado —cantó Yunho mientras observaba a Jaejoong exprimir el líquido espeso sobre sus dedos—. Ahora méteme de nuevo en tu boca.

Jaejoong obedecido, su boca se abrió con avidez para chupar la polla de Yunho. Al mismo tiempo que llevaba una de sus manos hacia atrás y comenzó a jugar con su propio agujero. Yunho se sintió desgarrado entre las dos imágenes que eran igual de eróticas. En primer lugar, la forma en que los labios de Jaejoong estaban tan perfectamente extendidos alrededor de su miembro, y la otra los dedos de Jaejoong bombeando dentro y fuera de su culo.

—Así es, consigue estirarte para mí —se quejó Yunho cuando agarró con el puño el grueso pelo oscuro de Jaejoong.

Yunho le dio un fuerte gemido que sin duda llegó a través de la puerta cuando comenzó a darle golpes superficiales en la dulce boca de Jaejoong. Su polla le dolía por sumergirse completamente en el calor húmedo, pero Yunho sabía que si hacía eso terminaría antes de que pudiera estar en el culo de Jaejoong y eso no lo haría. Yunho lo quería todo y no iba a estar satisfecho con menos.

Cuando el empuje a medias se convirtió en demasiado, Yunho sacó su polla. Jaejoong dejó escapar un suspiro de decepción que hizo sonreír a Yunho. Amaba que su Pantera no tuviera problemas con dejar que sus necesidades se conocieran.

—Ponte de pie y de cara a la pared —ordenó Yunho, escupiendo en la palma de su mano y lubricando su polla.

Jaejoong se puso de pie, sus movimientos torpes, porque sus pantalones estaban alrededor de sus muslos. Se las arregló bien y pronto se enfrentó a la lisa y blanca pared de la bodega, el culo levantado en invitación. Yunho no pudo resistirse y pasó una mano por los perfectos globos sin problemas. Jaejoong miró sobre su hombro, sus ojos suplicando a Yunho.

—No, quiero que me lo digas —dijo Yunho mientras le daba al culo de Jaejoong un firme golpe. Calor al instante floreció sobre la carne tierna, una coloración agradable tiñó de rojo la piel pálida.

—¿Qué diga qué? —preguntó Jaejoong, una sonrisa traviesa se dibujaba en su cara.

Cuando Yunho le dio dos azotes más duros en respuesta, Jaejoong echó atrás la cabeza con un silbido de placer.

—No me hagas preguntarte de nuevo —advirtió, su mano bajaba para el tercer golpe.

Esta vez, Jaejoong empujó el culo de nuevo para encontrarse con el golpe a mitad de camino. Su polla sobresalía por delante de él, dejando un rastro húmedo de líquido pre-seminal en la pared. Yunho llegó a su alrededor y la agarró en un puño. Así, cuando sintió a Jaejoong llegar al borde, Yunho bruscamente apartó la mano.

—Maldito seas —Jaejoong casi gruñó, pero Yunho podía ver la expresión de la pasión que seguía ardiendo en los ojos de la Pantera.

Dando al culo de Jaejoong otra bofetada, Yunho ordenó: —Dilo.

Jaejoong dio un pequeño sonido de excitación antes de mendigar. —Jódeme. Por favor, Yunho, jódeme, duro.

—Bien, Pantera —elogió Yunho.

Puso una mano en el centro de la espalda de Jaejoong mientras usaba la otra para agarrar su propia polla. Alineándola con el culo extendido de Jaejoong, Yunho lo penetró con un duro empuje.

Ambos gritaron con pasión, tal vez alertando a todos al otro lado de la puerta de lo que estaba pasando en la habitación. Como si ellos no pudieran imaginarlo después del acto de sumisión que había montado ante toda la coalición Jaejoong.

—Te das cuenta de que después de ese truco que hiciste, todo el mundo va a saber a ciencia cierta que tú me perteneces —dijo Yunho al empezar a joder a Jaejoong con duras y castigadoras estocadas.

—Quiero que lo sepan —jadeó Jaejoong, sus palabras marcadas por la polla de Yunho sumergiéndose dentro y fuera de él.

—¿Por qué?

—Porque yo te amo —gritó Jaejoong casi al mismo tiempo que se corría, su esperma pintando la pared frente a él.

«Yo te amo». Tres pequeñas palabras que nunca había soñado Yunho con oír, pero sin embargo, sonaban tan correctas saliendo de la boca de Jaejoong. De alguna manera, aún con su jodida y retorcida forma de ser, Yunho se las había arreglado para tener a alguien que se preocupara por él. No porque los hubieran criados juntos, o por un cierto sentido de obligación, sino por libre elección. Yunho se sintió humillado. Se sintió eufórico. Se sintió finalmente libre para que Jaejoong supiera que él sentía lo mismo, también.

Agarrando a Jaejoong por el hombro, Yunho empujó en él unas cuantas veces más antes de que finalmente tuviera el coraje de confesar: —Te amo también.

Jaejoong miró sobre su hombro y resultó ser la ruina de Yunho. La expresión de pura felicidad y tranquilidad en el rostro del hombre se disparó derecho a su polla. Rugiendo el nombre de Jaejoong, un intenso orgasmo sacudió a Yunho. Continuó empujando en Jaejoong todo el tiempo, sin parar hasta que la última oleada de placer había caído de su cuerpo. Incluso después de que Yunho sacara su polla, simplemente dejó que su rostro cayera y descansara en la nuca de Jaejoong.

En ese momento Yunho se dio cuenta de que estaba finalmente completo. Que un pedazo de sí mismo que nunca sabía que había estado desaparecido estaba lleno. Cómo que todo lo que había ocurrido fue en contra de todo lo que Yunho sabía acerca de sí mismo y los Leopardos, pero no había forma de negarlo. Había caído por completo y totalmente enamorado de su Pantera y nada alguna vez iba a cambiar eso.

Al pulsar un beso en la empapada sudorosa piel de Jaejoong, Yunho dijo: —Quería decir eso, también, bebé. A pesar de que no debería ser posible, te amo.

Jaejoong hizo un sonido de felicidad. —Y yo lo decía en serio, también. Te amo... a todos ustedes. Eso incluye al Leopardo y su estado de ánimo irritable de vez en cuando.

Yunho se echó a reír, sólo Jaejoong llamaría a su instinto homicida un estado de ánimo irritable. —¿Esto significa que puedo empezar a dejar la cabeza de mis presas en tu puerta?

Nuestra puerta. Porque si por mí fuera, te mudarías a vivir conmigo al final del día —señaló Jaejoong antes de añadir—: preferiría no encontrar ninguna parte de ningún cuerpo frente a mi puerta. Si quieres tomar sus armas y llevarlas a casa para mí, eso es otra historia. Siempre estoy en busca de una nueva arma.

—Voy a tratar de recordar eso —dijo Yunho con una sonrisa. Levantándose, le dio al culo ya enrojecido de Jaejoong otro golpe—. Vístete. Tengo la sensación de que tenemos algunas personas esperando para hablar con nosotros.

Mientras caminaban, Jaejoong sentía un rubor llegar a su rostro cuando varias sonrisas conocedoras fueron arrojadas en su camino. Antes, cuando se había arrodillado frente a Yunho, había sentido como que era lo correcto. Ahora, sin embargo, bajo el escrutinio de todas las miradas, Jaejoong se preguntaba si tal vez había sido un poco precipitado en su decisión.

«No era la primera vez que eso le había pasado».

Jaejoong se dio cuenta de que probablemente debería resignarse al hecho de que siempre se metería en problemas por su impulsiva manera de ser. Miró a Yunho, que estaba cerca de él. Tal vez era bueno que tuviera a su fuerte, y propio Leopardo alrededor para sacarlo de los apuros ahora.

Cuando Jaejoong vio a Yoochun de pie junto a Junsu, la culpa lo rebanó al recordar la forma en la que básicamente había ido sobre su amigo como un kamikaze. Jaejoong abrió la boca para pedir disculpas.

Yoochun levantó la mano. —No, soy el que debería estar diciendo todos los ‘lo siento’. Nunca debí haber dicho esas cosas sobre Yunho. Es obvio que significan mucho el uno para el otro.

Junsu soltó un bufido. —Sí, es muy obvio. Gritaron tan fuerte, que creo que la manada de lobos en el otro lado de la ciudad los oyó hacerlo.

Jaejoong se habría sonrojado si no hubiera sido por Yunho agarrándole la mano. La medida fue casual. Jaejoong había visto a otros compañeros hacerlo en innumerables ocasiones, pero era la primera vez para él. Antes de Yunho, los chicos sólo lo usaban para joder y luego se iban lejos sin mirar atrás.

—Yunho, sé que has conocido antes a Yoochun. La otra boca es Junsu —dijo Jaejoong.

—Ah, así que este es el Águila del que todo el mundo está hablando —Yunho dijo mientras estudiaba a Junsu—. Una conexión en el mercado negro me ofreció dos millones de dólares si podía arreglármelas para alejarte de Eric.

Junsu se retorcía bajo la mirada de sondeo de Yunho. —¿Qué les dijiste?

—No le dije nada. Lo maté por ser una amenaza para la coalición.

—Oh. —Junsu abrió la boca formando una gran O—. Gracias pues... me imagino.

—Si hubiera sabido que eras tan importante para Jaejoong, me habría asegurado de que el hijo de puta hubiera sufrido primero —agregó Yunho.

Jaejoong casi se echa a reír.

Una mirada de horror y confusión pasó por encima del rostro de niño bonito de Junsu. —¿Eso es muy... amable de tu parte?

Junsu tiró a Yoochun una mirada, claramente buscando algún indicio de cuál debería ser la reacción apropiada. Yoochun sólo le devolvió la sonrisa, parecía disfrutar mucho con la incomodidad de Junsu para ofrecer cualquier ayuda.

—Entonces, ¿cuándo empiezan las lecciones de vuelo? —preguntó Jaejoong, con la esperanza de cambiar el tema.

—Creo que en este momento —dijo Junsu con tristeza mientras señalaba a un cambiaformas alto, el halcón de pelo negro que se acercaba hacia ellos.

—Oh, ese es Kyung. Es el hermano menor del líder de los Halcones. —Yoochun dio un silbido—. Están enviando las grandes armas para entrenarte.

—¡Sí! —respondió débilmente Junsu sin una onza de entusiasmo.

Por una vez todas las habituales bromas juguetonas y coquetas se habían ido mientras miraba a Kyung. Una mirada de puro miedo pasó por sus rasgos suaves al tragar fuerte.

—Mierda, está teniendo más miedo de Kyung que de mí —observó Yunho graciosamente.

—Tal vez es porque tú simplemente me destriparías si te cabreo. Kyung quiere hacerme volar realmente. —Junsu finalmente rompió su mirada del halcón y les disparó una mirada seria—. Saben cómo odio las alturas.

—¿Lo cual es una de las mejores ironías que he encontrado? —dijo Yoochun.

—Junsu, llegas tarde —dijo Kyung cuando estuvo a poca distancia para hablar.

—La cosa es, señor... —Junsu se fue apagando.

—¿Qué? —Kyung ladró.

—Parece que puede llover. ¿Así que tal vez debamos posponer la lección para otro día? No quiero que se moje ni nada —Junsu observó.

—Escucha esto bien, Águila. La lección empieza en cinco minutos y me importa un carajo si estás listo o no. Si tengo que hacerlo, te llevaré a la azotea y te lanzaré al vacío. Estoy dispuesto a apostar que hallaría la manera de que volaras muy rápido de esa manera. Ahora, pon tu culo en marcha antes de que te tire encima de mi hombro, y te lleve a rastras.

—Sí, señor —susurró Junsu antes de que se precipitara tras Kyung.

El resto de ellos se quedaron en silencio aturdidos antes de que Yoochun dijera: —No creo que realmente tire a Junsu desde el techo, ¿verdad?

—No, no se atrevería. ¿Qué pasa si Junsu no vuela y cae a su muerte en su lugar? —razonó Jaejoong.

—Entonces sabría que no era un buen Águila —agregó Yunho. Ambos, Yoochun y Jaejoong, le dispararon una hablas-en-serio mirada, Yunho sólo se encogió de hombros. Se inclinó y le dio un beso a Jaejoong. —Me tengo que ir. Por fin tengo una pista sólida de donde está esa maldita Cobra y no voy a dejar que escape de mí esta vez.

—Buena suerte con el asesinato —Jaejoong molestó con una voz suave. Después de que se hubiera ido, dejó escapar un suspiro de felicidad—. ¿No es el mejor?

Yoochun le lanzó una mirada simplista. —Si eso es lo que funciona para ti, supongo. Llámame loco, pero me gusta que mis chicos sean menos violentos. Pero bueno, si eso es lo único, me alegro por los dos.

Jaejoong trabajó en la sede durante el resto del día, no volvió a su apartamento hasta que era bien entrada la noche. Cuando se detuvo, sintió una punzada extraña de decepción de ver que Yunho no había llegado a casa todavía.

Entonces se dio cuenta de que le daría tiempo para hacer una cena especial y eso aligeró su estado de ánimo. Amaba cocinar, pero no tenía la oportunidad de hacerlo a menudo. No sólo era estúpido desperdiciar todo ese tiempo sólo para él, sino que sus obligaciones por lo general lo mantenían demasiado ocupado. Pero dado que este era su primer día oficial como una pareja acoplada, tenían una razón para celebrarlo y Jaejoong estaba decidido a hacerlo perfecto.

Entró en la casa, dejando las luces apagadas, como de costumbre. Después de sacarse sus zapatos, se dirigió a la cocina. Estaba tan absorto en sus felices pensamientos, que no se dio cuenta hasta que fue demasiado tarde de que había un oscuro y almizclado hedor que no pertenecía a su apartamento.

Jaejoong dejó escapar un gruñido sordo, cuando agarró su arma, pero se movió demasiado lento. Una mano salió disparada y lo agarró con los dedos, las uñas cavando dolorosamente en su carne, de inmediato hizo que saliera sangre. Jaejoong reprimió un grito de dolor mientras luchaba.

A pesar de sus intentos, el arma se deslizó de su mano y cayó al suelo.

—¿Quién demonios eres tú? —exigió Jaejoong, orgulloso de que su voz no temblara con el temor que golpeaba a través de su cuerpo.

Se encontró a sí mismo dado la vuelta y clavado en la pared. La mano que había estado clavando sus dedos ahora encontraba su camino a su garganta. Jaejoong dejó escapar un sonido de gorgoteo cuando lo levantó sobre sus pies y apretó la empuñadura en su tráquea. Se obligó a concentrarse en su atacante. Incluso en la oscuridad, pudo distinguir los rasgos afilados, de ira de un hombre alto y rubio. Con pómulos altos y abovedados y labios carnosos, podría haber sido bastante hermoso si no fuera por la lengua bífida que salió como una flecha. Jaejoong se estremeció cuando la lengua hizo un camino perezoso en su mejilla.

—Sabroso —tarareó el atacante—. Ahora sé por qué el Leopardo está tan dentro de ti.

—Tú —exclamó Jaejoong con la súbita comprensión.

Su corazón golpeó más aún cuando se dio cuenta de que su atacante era el Cobra que Yunho había estado siguiendo. De alguna manera el hijo de puta había encontrado dónde vivía Jaejoong y ahora la Serpiente iba a tomar su rencor en contra de Yunho sobre Jaejoong y su garganta.

El agarre de la garganta se hizo aún más fuerte. Jaejoong quiso zafarse inútilmente, manchas oscuras se pusieron a bailar delante de sus ojos. El tiempo parecía arrastrarse eternamente cuando poco a poco se fue sofocando. Una ola de oscuridad comenzó a vencerlo.

—El Leopardo tiene buen gusto. Creo que voy a llevarte a casa conmigo.

¡No! ¡Eso no! Jaejoong prefería morir antes que ser prisionero de nuevo. No se veía como si fuera a tener algo que decir al respecto. Cuando cayó a la deriva, su último pensamiento coherente fue: «Yunho, por favor, encuéntrame antes de que sea demasiado tarde».



WEDDING DREES: CAPITULO 6




Se encontraba acurrucado en el marco de la puerta, llorando desconsoladamente su destino. El brazo le dolía considerablemente, pero no tanto como su corazón. El pensamiento de estar con alguien más que no fuese Yunho le aterraba de tal manera que quería correr y escapar de todo mundo. Lamentablemente eso tampoco se daría…

Kyung Joon no solo era un gran magnate, era toda una mente maestra, capaz de planear todo con el más mínimo detalle para evitar cualquier falla en sus planes. Una amenaza no muy sutil era lo que mantenía a Jaejoong en ese lugar.

Cuando el pelinegro perdió los estribos con los chicos diseñadores y se autoproclamo vencedor de ese juego que el mismo había creado, cuido todo detalle, desde el momento en que Yang salió por asuntos laborales, se encargo de que no regresara por un buen tiempo, dejando a su cargo varios proyectos, con los que el beneficio era mutuo, pero era mayor para Kyung Joon ya que mantenía alejada la presencia de Yang, quien si hubiese estado en el local habría no solo interferido en los planes, seguramente ni siquiera se hubiese podido acercar a Jaejoong, ya que el diseñador profesaba un cariño fraternal al chico.

Con el brazo morado por el agarre que mantuvo el pelinegro, y con los ánimos por los suelos, Jaejoong se dedicaba a dejar correr amargas lágrimas a través de sus mejillas. Nadie podría salvarlo ahora, nadie excepto Yunho…

“Yunho ¿Dónde estás?”

“Yunho, regresa… por favor, regresa…”

Durante el tiempo que estuvo llorando su desgracia, dos personas lo observaban, el mismo Kyung Joon y Yoochun, quien ideo todo el plan. De alguna manera las lágrimas del chico les hería en una parte del alma, el primero aún sabiendo que condenaría a Jaejoong a la infelicidad y que probablemente nunca su sonrisa se volviese a vislumbrar más que fingidamente, no podía y no quería dejar escapar al chico, tanto tiempo pensando en él, tantos planes consumados solo para estar cerca de él, y ahora que estaba a punto de tenerlo para siempre a su lado, aunque eso significase una prisión para el otro, no iba a dejarlo ir, no, simplemente eso no estaba dentro de sus planes, Jaejoong sería suyo, eso lo tenía muy claro.

Por otro lado Yoochun, quien detestaba al chico, sintió una parte de su corazón removerse, ese que el mismo diseñador creía muerto, al parecer sintió compasión del chico. Porque una vez que destrozó la vida de Jaejoong, con el tonto pretexto de enseñarle lo dura que es la vida y que no siempre se puede poner una sonrisa como el chico lo hacía, se encontró que al final de todo eso, ya no era tan divertido, de hecho un poco de culpa llegaba a él, pues aunque lo negara reciamente la vida había sido igual de cruel con Jaejoong que con él, la diferencia radicaba en el corazón del joven y el suyo que se amargó con el pasar de los años. No, no quería que el chico sufriera más por su culpa, pero a estas alturas poco podía hacer, más que buscar a Yunho.

Kyung Joon salió por la puerta principal, decidido a no abandonar su ambición de tener a Jaejoong solo para él, pero al notar el sufrimiento y el daño físico que le estaba causando, estrujaba su corazón, sin embargo no desistiría. Sin pensarlo más, dio media vuelta, quizá de una manera un tanto precipitada y brusca, se dirigió al estudio, tomó el manchado vestido de café y se lo llevó con él. Porque ¡oh si! Jaejoong vestiría aquello en lo que tanto trabajo y tantas excusas había puesto. Luciría bellísimo en ese vestido platinado, contrastando con su piel color crema, sus ojos cafés negros y sus rojos labios, esos que ansiaba probar desde el primer día que lo vio.

– Vamos – Junsu tiraba suavemente del brazo no mancillado de Jae. Tenía los ojos abnegados de lágrimas al igual que su amigo, pues al momento en que condenaron a Jae, este se puso a llorar junto con él, su impotencia le hacía cómplice de todo aquello. – Ven – decía de forma dulce. Poco a poco logró que Jae se levantara del suelo, más no que sus lágrimas dejasen de salir.

“Encontraremos una solución” Eso le había prometido a su amigo, y ahora éste estaba a punto de contraer nupcias con alguien que ni siquiera le agradaba. Ya no tenía tiempo para buscar una solución que no dañara a nadie, no, ahora solo existían dos posibilidades, una que Yunho y Min regresaran, lo cual era muy poco probable dados sus nulos intentos de comunicarse con ellos, o escapar, huir de todo este huracán sin importar nada más que ellos, cosa muy difícil, porque ellos le debían  mucho a Yang, quien sería el principal afectado, pues Kyung Joon se encargaría de destruir todo lo que ha construido el mayor. Y el hecho de huir, implicaba también abandonar sus sueños, pero ¿serían capaces de vivir en desconsuelo por continuar sus sueños y evitar destruir a la persona que les apoyo siempre o ser felices y arruinar todo lo que Yang construyo? No, esa es su respuesta, esa es la razón por la que se quedaban. Pues aunque Jae era el que se casaba, Junsu, de alguna manera iba incluido en el paquete, al haberse inmiscuido en el asunto, Kyung Joon decidió que este sería para siempre la “dama de compañía” de su Jae, y no es que tampoco hubiera dejado a su amigo en las manos de aquel sujeto.


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El primer día después del anuncio, el local que siempre fue la bulliciosa y alegre boutique de vestidos de novias, ahora se parecía más a una funeraria. No había clientas felices de estar viendo su vestido, no había damas alegres que soltaban alguno que otro chiste picante para sonrojar a la novia, ni diseñadores corriendo de un lado a otro con montones de telas blancas, o flores adornando los jarrones, ni siquiera la pedrería que lucían brillaba. Todo se encontraba en penumbras, como el corazón de Jae, apagándose poco a poco, resignándose a vivir con un hombre al que no amaba.

– Huye – Yoochun había llegado a su límite. El llanto de Jaejoong lo había conmovido profundamente, su culpa era grande, pues él había iniciado todo esto. Realmente pensaba que el chico no lo pasarían mal al lado de Kyung Joon, quien en un principio mostraba interés amoroso en él, pero que ahora solo era obsesión, y aún así no creía que hiciera mal. Después de todo Jaejoong tendría la estabilidad económica que solo el dinero da, un estatus social al que no cualquiera accede, además de la belleza natural que poseía y su esposo sería alguien bien parecido, incluso podría poner su propia boutique si quería seguir diseñando. Pero lo que Yoochun nunca entendió es que el dinero no te hace feliz, que hay cosas que el dinero no puede conseguir, que la felicidad no consiste en tener todo, que si eres bueno verás que ella llega a tu vida sin la necesidad de buscarla intensamente, así como el amor toca a tu puerta cuando menos lo esperas, así la felicidad viene, si sabes apreciar lo bueno que la vida te da.

Aunque nada servía ya intentar remediar su vida, Yoochun, entendía que había hecho más daño que el que le hubieran infringido en un pasado, porque una cosa es que la vida sea dura y te trate con la punta del pie, y la otra es que con todo eso hallas encontrado el amor y por culpa de terceros no seas capaz de seguirlo. Así sería la vida de Jaejoong, como un jilguero encerrado en una jaula pierde su canto, así mismo el chico perdería su sonrisa, porque por más de oro que fuera la celda, seguirá siendo eso, una prisión.

– ¿Qué? – alcanzó a decir en un susurro ahogado Jaejoong. Miraba al mayor incrédulo y dudoso de sus palabras, algo seguramente habría escondido entre ellas, porque nada bueno puede salir de él ¿o sí?

– Dije que huyeras – pronunció más serio y aún más convencido de que por primera vez ayudaría a alguien sin ningún motivo, pues por el contrario tenía mucho que perder.

– No puedo huir – la resignación en su voz era palpable.

– Si quieres, puedes.

– ¿A dónde iría? Me encontraría en un abrir y cerrar de ojos – y eso bien cierto era, la obsesión del pelinegro lo haría buscarlo hasta por debajo de las piedras.

– Aún así debes intentarlo. A menos claro que no te desagrade la idea de estar a su lado por lo que te resta de vida – siseo.

Jaejoong únicamente se dedicaba a mirarlo, sentado donde lo había encontrado el mayor, en su estudio, exactamente el lugar que solía ocupar Yunho en la mesa, como si de esa manera se conectara con él a través de los diferentes planos que existen; cavilando sobre las posibilidades que tenía. ¿Escapar o no hacerlo?

– No puedo hacerlo – susurró al fin. Después de pensarlo una y otra vez, sabía que Yang lo había apoyado demasiado, fue el único que le abrió las puertas de su vida, le brindo un abrigo donde estar, un lugar donde trabajar, un sueño por hacer, y no, él no iba a destrozar el mundo de alguien tan importante. Porque no solo se trataba de Yang, sino de Junsu y los demás que para él trabajaban, incluso Yoochun, todos ellos habían puesto sus esperanzas en ese lugar, y ni qué decir de las novias, esas bellas mujeres que llegaban y ponían en tus manos el traje que las vestiría para el día más importante de sus vidas. No, no podía hacer eso, no podía ser tan egoísta y arruinar a los demás por su propia felicidad.

– Sí decides escapar, yo iré contigo – Junsu había escuchado la conversación, pero mantenía su prudente distancia. Pensaba al igual que Jae que seguramente las palabras de Yoochun mantenían mensaje cifrado y por ende no iba a arriesgar a que su amigo huyera solo, ¡No, Señor! Si habían llegado tan lejos juntos, irían juntos de ahora en adelante, tomando la mano de su amigo en busca de aquellos que se fueron, buscando a aquel que se marcho sin decirle lo que sentía y solo un beso robado quedo. Y, sin embargo, por esta vez, por esta única ocasión, su corazón quería creer que la ayuda se ofrecía voluntariamente, quería creer en la buena voluntad de Yoochun.

– Si lo que te preocupa es este lugar, no debería – dijo Yoochun, sopesando los porque del no querer huir de Jaejoong, primero pensando en cobardía, pero después notó que el chico no tenía eso, sino un buen corazón. – No debe preocuparte. Este lugar es tan importante para mí como para ti. Este lugar me lo dio todo, aquí comenzó mi vida de alguna manera. No dejaré que nada malo ocurra con todo lo que Yang construyo – y en eso estaban seguros. Yang no solo había apoyado a Jae, también le había abierto las puertas de su mundo a Yoochun, a quien por primera vez también le tendieron la mano.

Y fue así como planearon la huida, a unos días de la indeseada boda, sin esperanzas de que Yunho regresara en ese tiempo límite, los dos chicos, ayudados por Yoochun, huirían. Junsu discretamente sacaba las pertenencias de Jae, mientras que éste se dedicaba a distraer a sus guardianes, pues Kyung Joon había puesto vigilancia a los chicos las 24 hrs del día para evitar cualquier desagradable incidente que pudiera ocurrir. Yoochun, revisaba parte por parte, letra por letra el convenio que Yang y el magnate firmaron para sus negocios, buscando en que afianzarse para que el pelinegro no destruyera el imperio de ese mundo de novias. Al final solo encontró una cláusula en la que se especificaba que si Yang no se encontraba presente el representante legal de todo era Yoochun, y por lo tanto podría hacer y deshacer los acuerdos hechos anteriormente por Yang. Leyendo esto último sintió un nudo en la garganta, Yang le estaba concediendo absolutamente todo el poder en caso de que no estuviera presente, la confianza depositada en el diseñador era muy grande, tanto que le hacía pensar que era alguien importante y a la vez que era un gran peso sobre su espalda. Por eso, ahora más que nunca, estaba seguro que debía ayudar a los chicos a escapar, pues por mucho que no lo quisiera, Yang no solo dejaba la boutique a su cargo, sino también dejaba a su cuidado a los chicos. Ellos al igual que él, tenían un importante lugar en el gran corazón del que consideraban su mentor y el mejor diseñador de vestidos de novia.

Era martes por la noche, el local se encontraba completamente vacío a excepción de los tres diseñadores y los dos guardias asignados a Jaejoong. Para escapar tenían que crear una gran conmoción para deshacerse de la guardia y después correr como alma que lleva el diablo hacia la estación más cercana del subterráneo. Y así lo hicieron.

Yoochun había creado el plan, una vez que estuvieran en el subterráneo, abordarían y bajarían hasta la última estación, esa que conducía a la estación de trenes. Les había conseguido dos boletos para una ciudad costera donde les recibiría uno de los pocos amigos con los que contaba y que además le debía un favor, les proporcionó suficiente dinero para sobrevivir por un buen tiempo.

Con todo el dolor del mundo, cuando Junsu y Jaejoong se encontraban listos para emprender la huída, Yoochun cuidadosamente se acercó a un gran bulto de telas, previamente ubicado frente al estudio de los jóvenes, y con  discreción prendió le prendió fuego.

– ¡FUEGO! ¡FUEGO! – gritaba, en verdad desesperado, pues las llamaradas consumían rápidamente lo que se encontraba a su paso.

Los guardias que se encontraban en la parte baja del local subieron inmediatamente al oír los gritos, las llamas de color naranja bloqueaban la única puerta del estudio de los chicos, el humo que desprendían las telas era tan denso que les impedía ver más allá de sus narices. Su prioridad, Jaejoong se encontraba dentro y debían rescatarlo, no querían ni imaginar si algo le llegaba a pasar, el solo hecho de pensarlo les daba escalofríos.

– ¡Señorito! –  gritó uno de ellos, para corroborar que se encontrara dentro.

– ¡Llamen a los bomberos! –  gritaban desde dentro, mientras intentaban abrir las ventanas.

– ¡Abra las ventanas!

– ¡Les pusiste una barra para que no intentáramos salir por ellas! ¡Idiota! – Junsu gritó, y sin embargo era cierto. Los guardias preveían que algo así podría pasar por ello se aseguraron que a través de las ventanas no escaparían.

Dentro, cubriendo su boca y nariz con un paño, Junsu y Jaejoong buscaban la forma de salir. La barra lateral con la que habían sido atrancadas las ventanas, poseía un candado para que no las pudieran remover. La llave, dentro de uno de los bolsillos de los guardias. Eso no lo habían previsto, y sin embargo, las ventanas siempre estuvieron fuera de consideración en el plan de escape.

Con gran rapidez los chicos treparon por una de las mesas aledañas a una pared, justo la que estaba bajo el ducto de aire. Al ser delgados entrarían en el sin problema, Junsu había desatornillado la ventila mientras Jae entretenía a los guardias. Llevaban apenas unos cuantos pasos dentro de aquel estrecho pasaje, cuando una mano sostuvo por el tobillo a Jae, que era el que venía al final.

– ¡Pequeños demonios! – vociferó aquel que le sostenía – ¡SE ESCAPAN! – comenzó a gritar a su compañero. Desgraciadamente aquellos dos sujetos eran demasiado grandes, casi como un gorila, por lo que le resultaba imposible seguirlos, por ello se aferraba al tobillo de la bella criatura, no la dejaría escapar, pero no contaba con que fuera un tanto agresiva a la hora de luchar por su libertad. Y es que Jae había comenzado a patalear fuertemente para soltarse y así continuar con su huída; uno de esos golpes dio de frente en la cara de su captor, desubicándolo un poco, pero lo suficiente para que aflojara su agarre, con eso y un golpe más logró zafarse y continuar.

Al llegar al final del ducto, que daba a la azotea del lugar, descenderían por las escaleras de servicio hacia la calle detrás de la boutique, de ahí a la estación del subterráneo. Temían que los gorilas los encontraran antes de llegar siquiera a cruzar la avenida. Con cuidado abrieron la ventila, buscando señales de sus captores, caminando apresuradamente y con sigilo por si se encontraban cerca. Bajaron por la escalera lo más rápido que pudieron, pero a la mitad del recorrido fueron hallados. El sujeto hábilmente descendió varios tramos más rápido que ellos y les dio alcance al final de la escalinata.

A pocos pasos se encontraban de la libertad cuando el grandulón los tomo por las solapas del cuello de sus camisas. Trataban de liberarse, golpeando y rasguñando como podían, sin embargo, aquel sujeto era demasiado grande, demasiado fuerte para ellos, y aún así no podían ni querían rendirse.

Un golpe sordo hizo caer a aquel tipo que les sostenía. Detrás de él Yoochun, con un bate en la mano, sacado de quien sabe dónde, había salvado la situación.

– ¡¿Qué esperan?! ¡CORRAN!

Reaccionando a lo acontecido, pusieron en marcha sus delgadas piernas, corrieron deprisa hasta llegar al subterráneo, sabían que una vez dentro, les sería más difícil a los otros seguirlos. Volteando de vez en cuando, con miedo a ser atrapados, trataban de perderse entre ese mar de gente que abordaba y desabordaba el transporte. Una vez dentro, esperarían hasta la última estación para tomar el tren que los llevaría a un nuevo destino.
Respiraron más tranquilos, mirándose de vez en cuando para asegurarse que estaban bien, que no habían sufrido heridas a la hora de huir, y es que bien al trepar por el ducto de ventilación y escapar por las escaleras se habían hecho algunas raspaduras, eso contando el mallugadura que debían tener por el agarre del guardia.

Casi podían oler el aroma a libertad cuando llegaron a la estación de trenes. Junsu había guardado previamente posesiones de ambos en un locker del lugar. Una vez con sus cosas, esperaban pacientemente los minutos para abordar. Jaejoong pensaba en Yunho, en que sí la suerte estaba de su lado pronto lo encontraría, no por nada habían escogido aquella ciudad costera, esa había sido una de las ubicaciones de su novio, si bien ya no se encontraba ahí, esperaba obtener información que los condujera a su paradero.

Pensando en eso, no notaron las miradas que varias personas les dedicaban, acercándose poco a poco, como si no quisieran asustarles. Sentados tranquilamente como estaban, bajaron la guardia. Una mano sobre el hombro de Jaejoong los sacó de su ensimismamiento.

– ¿Qué tenemos aquí? – pronunció una voz conocida – Vaya mi chico canario quería escapar – siseó.

Al escuchar esas palabras, ambos chicos se quedaron de hielo, no queriendo levantar la mirada para comprobar aquello y sin embargo terminaron haciéndolo. Los fríos ojos de Kyung Joon miraban de manera fría a Jaejoong, quien en sus negros ojos se veía reflejado el pánico por ser descubierto.

– No intenten escapar – dijo, mirando como Junsu buscaba una salida con sus ojos sin hallarla. Se encontraban rodeados de sujetos con negras gabardinas, del mismo tamaño que los gorilas que eran sus guardias. – Su amigo Yoochun, fue muy amable al proporcionarnos cierta información – comentó, y el mundo se les vino abajo, se sintieron traicionados y heridos, no pudiendo creer que habían confiado en él, sabiendo que no era nada bueno eso. – Una verdadera lástima que no haya cooperado en este asunto, me hubiera gustado que fuese el padrino – continuó. Aquello marcó una duda en lo chicos.

– ¿Qué le has hecho? – preguntó Jaejoong.

– ¡Oh Querido! Nada, solo una pequeña advertencia de lo que se llevará su vuelve a traicionarme – dijo con furia contenida. Eso asustó a los diseñadores, si bien no eran muy amigos del mayor, este se había arriesgado por ellos. – Ahora vamos – le ofreció una mano a Jae, esperando que la tomara, pero este no quería ir, así que azuzándolo un poco, zarandeó levemente a Junsu, logrando que este soltara un chico gemido de dolor. Al ver que el pelinegro sería capaz de dañar a su amigo, solo se levantó de su sitio, sin tomarle la mano le miró y bajo la cabeza en señal de sumisión. Ahora todo estaba perdido…


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El ansiado día había llegado, de nada le sirvió llorar a Jae, día y noche, había sido encerrado en una grande habitación con muchos almohadones, que seguramente hubiera resultado muy cómodo de no ser porque esa era su prisión. No se encontraba solo, Junsu se había aferrado a él, por lo que se encontraban juntos en la habitación. Jae se sentía muy mal al haber condenado a su amigo junto con él.

– No te preocupes – le consolaba – Nada de esto es tu culpa, yo estoy aquí porque quiero estar a tu lado – le sonreía tristemente, porque por más que quiso, no pudo evitar el infeliz destino que le esperaba a Jae.

– Huye Su, abandóname – suplicaba. Pero el otro solo se limitaba a sonreír y a negar con la cabeza.

– Siento mucho toda esta situación, es mi culpa… – al fondo, Yoochun con muchas mallugaduras producto de la pequeña advertencia de Kyung Joon, se culpaba de la desgracia de los tres, porque sí fue su idea, fueron sus malos pensamientos para con Jaejoong lo que los llevó a este punto.

– Ya no importa. Lo pasado, pasado.

– Además te encuentras en esas condiciones por ayudarnos, al final después de todo, te redimiste. Gracias – le decía con el corazón Jae.

– Sin duda todos tienen razón – Yoochun miraba a Jae, y este le devolvía la mirada con confusión en ella. – Si, todos tienen razón – afirmó de nuevo – Eres la criatura más bella que he visto – aquello realmente lo halago, aunque en la situación en la que se encontraban no era la mejor.

Jaejoong portaba el hermoso vestido platinado en el que tanto trabajo, aquel que salió de su imaginación al verse con Yunho, y que ahora se había convertido en su verdugo, llevándole al camino de la eterna infelicidad. Ese vestido que nació de los recuerdos con su verdadero amor, es hoy su traje mortuorio.

Su corte “A” se ceñía perfectamente a la estrecha cintura de Jaejoong, su piel crema, resaltaba del platinado vestido, dándole un aspecto deseable, a excepción de aquel moretón que aún tenía en un brazo. El velo de suave tul, adornado con pailletes y finos festones cubría su rostro hasta su pecho, y por detrás este mismo llegaba más debajo de sus caderas. Sus manos sostenían un chico ramo de flores blancas y en su dedo anular izquierdo llevaba el anillo que Yunho le había dado como único adorno.

Al entrar en el salón donde se llevaría a cabo la boda, un pasillo coronado con hermosos arreglos florales y luces blancas. Cualquiera diría que sería la boda más hermosa que se haya visto, porque la novia era la criatura más perfecta que se pudiera haber encontrar. Y sin embargo, ahí estaba Jaejoong, derramando silenciosas lágrimas bajo el velo, su mano sostenía por Junsu y Yoochun, quienes lo acompañarían hasta el final de aquel fatídico pasillo en el cuál se encontraba un hombre, un hombre al que no amaba, un hombre que no era su Yunho.

Ni si quiera a la hora de que el novio descubrió el rostro de Jaejoong, este dejaba de derramar lágrimas, el brillo en sus ojos ya no era visible y su sonrisa mucho menos, como si nunca hubiese existido, y aún así seguía siendo hermoso a los ojos de los demás. Por fin el objeto de deseo de Kyung Joon sería suyo, completamente suyo, aunque sea solo en cuerpo.

– Sr. Park Kyung Joon ¿acepta por esposo al Sr. Kim Jaejoong, para amarlo y respetarlo por el resto de sus días?

– Sí, acepto – Y cómo no hacerlo si había hecho de todo por él.

– Sr. Kim Jaejoong ¿acepta por esposo al Sr. Park Kyung Joon, para amarlo y respetarlo por el resto de sus días?

– … – un silencio evidente se adueñó del lugar.

“No, no acepto”

“No quiero

Sendas lágrimas brotaron de sus ojos, incapaz de huir de escapar de ese lugar.

“Yunho”

“¡Yunho!”

Le llamaba con la mente, estaba aterrado.

– ¿Sr. Kim?

– ¡Acepta! – se apresuró a decir el pelinegro, pues bien sabía que Jaejoong jamás diría que accedía a aquello. – Continúe – apresuró al juez.

– ¡NOOOO!  – grito Junsu, no pudiendo aguantar el dolor de ver a su amigo condenándose, rugió las palabras que en la garganta de Jae se atoraban. Por un segundo se miraron, la idea de correr paso por sus cabezas, y Jaejoong retrocedió. Pero más tardo en dar un paso que en qué Kyung Joon lo tomara de los brazos, impidiéndole la huida.

– ¿A dónde crees que vas? – le espetó – ¡Continúe! – le exigió de nueva cuenta al juez, quien le miraba sin saber qué hacer.

– Ah… mmm… coff-coff – carraspeó el juez, dispuesto a proseguir con la ceremonia, ya que la mirada del magnate era de temer. – Humm… Yo, por el poder que me concede la ley, los declaro…

– ¡ALTO AHÍ! – una voz gruesa gritó desde el fondo del salón.

Dos varoniles figuras se encontraban de pie al final del pasillo, mirando con furia hacia la multitud frente a ellos.


“Yunho…”