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sábado, 25 de enero de 2014

TOMA MI MANO: CAPITULO 2


«Me encuentro caminando por un pasillo oscuro, largo y frío. Reconozco esta sensación de soledad. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que me encuentro aquí? Humm, no sé, unos meses quizá. Muchos dicen que fue una suerte que este prestigioso internado me brindara una beca. Así fue como salí del orfanato para entrar a este sitio. No creo que este sitio sea mejor que el orfanato, de hecho creo que es peor… debo apresurarme si no quiero encontrar a nadie por el camino…

Son crueles, muy crueles… eso pensaba mientras me dirigía a mi dormitorio, aunque es el más alejado de todos, junto al armario de escobas, creo que para recordarme de donde vengo, aún así tiene sus ventajas, aquí no me hostigan…

Con rapidez saco mis húmedas ropas, no quiero resfriarme. Las coloco cerca del cesto de ropa sucia, tengo que ocuparme de lavarlas inmediatamente, de lo contrario las manchas quedarán impregnadas en la tela. ¿Cuántas veces van que hacen esto? ¿Qué es lo tan divertido de molestar a la gente? Ingreso al pequeño baño de mi aún más diminuta habitación, deseo quitarme este nauseabundo olor ¿Qué habrán utilizado esta vez para que apeste de esta manera? Coloco algunas esencias de flores que yo mismo he hecho sobre el agua.

Espero que se me quite rápido. Vomitare si no digo hablando conmigo mismo. No es de extrañarse que me agarren de juguete, desde que llegué a este sitio así ha sido siempre. Cuando estaba en el orfanato también era molestado, pero podía defenderme incluso si era a arañazos, pero aquí… no hago más que bajar la cabeza y apretar los puños.

Aunque no todos son tan malos, está Sunbae, no recuerdo su nombre, solo que es muy lindo y bueno. Al parecer es al único al que le agrado, bueno, no estoy tan seguro, le agrada que mantenga el jardín bien cuidado. Una vez me dijo que le gustaban mucho las flores, por eso le gustaba ese lugar. Cuando estoy cerca de él, los demás no me molestan, es muy respetado, ¿o admirado? Recuerdo claramente la vez que unos tipos destrozaron el rosal que con tanto empeño había sembrado. Me arrastraron por todo el rosal, las espinas se me enterraban al tiempo que mis lindas rosas se iban desmoronando pétalo a pétalo, aquel día estaba a punto de llorar cuando ellos llegaron. Y sí, digo ellos, porque Sunbae jamás está solo, tiene un humm ¿novio? Sí, debería decirlo así, un novio, muy guapo, masculino, totalmente opuesto a Sunbae que tiene un aspecto delicado. En fin, desde ese día quedó muy claro que en su presencia no se me debe hacer nada, porque yo cuido de su jardín. No me molesta eso, de hecho, estoy un poco preocupado, este es el último año que sunbae y su pareja estarán en el colegio, no falta mucho para ello, presiento que mi vida tomará un rumbo diferente cuando ellos se marchen.

Debo apresurarme. No he regado las plantas y seguro ellas me extrañan digo nuevamente al aire. En este colegio, solo hay dos lugares donde me siento seguro, uno es mi habitación y su pasillo aledaño y el otro es el jardín. Cuando sunbae no está cerca se valen de la situación, por eso aprovecharon para lanzarme esos pútridos líquidos viscosos, ni siquiera pude identificar que es. ¿Quejarme? ¿Debería quejarme acerca del maltrato que recibo por parte de mis compañeros? Ja, ja, ja sería lo más irónico que he escuchado. En esta escuela solo soy un cero a la izquierda. Me gustaría que alguien me mirara… que me mirara realmente, tal cual soy…

Con mi ropa de trabajo, me dirijo a la lavandería del colegio, porque sí, también soy al único al que no se le prestan los servicios de alguien. Todos en este lugar tienen un sirviente que les atiende y por supuesto, lava su ropa. En cambio yo, lo tengo que hacer todo por mí mismo. ¡Qué injusticia! Aunque… no puedo quejarme… tengo un techo donde dormir y tres comidas al día… a veces…

Mamá… te extraño mucho… pronuncio al aire, mientras me inclino sobre unas margaritas. Esas eran las flores preferidas de mi madre.

¡Aww! El mugriento extraña a su omma dijeron despectivamente detrás de mí. Ni siquiera los escuche llegar, esto es malo, muy malo. Aquí vamos de nuevo. Miro hacia uno y otro lado, buscando una salida. ¿Qué miras? Nadie te va a salvar dice ese matón, y sus gorilas compañeros se ríen maléficamente. Sunbae no está, ni su novio. Ellos ya no continuaran sus estudios aquí, se transfirieron al extranjero – aquello es una sorpresa. Suelo cuidar las plantas porque es mi trabajo y porque si este lugar esta lindo, sunbae no dejará que me toquen, pero si no está…

Trago duro, intentando acallar de mi mente todos aquellos malos pensamientos de lo que estos bárbaros pueden llegar a hacerme. Uno de ellos me empuja bruscamente, pero debido a que estaba de cuclillas el golpe no fue muy fuerte.

Eres tan lindo como él dijo a la vez que me tomaba del mentón si te miramos sin prejuicio… humm trato de zafarme, pero me mantiene bien agarrado. Me lastima. Se acerca un poco. No hules a la mierda de hace un rato me maldigo mentalmente por poner esencia de flores a la ducha que tome. Sí, viéndolo bien, nos divertiremos mucho contigo aquello hizo que mi cuerpo se estremeciera por completo.

Tengo miedo…

Me toma por el cuello obligándome a levantarme, solo para ser arrastrado a unos arbustos, unos que nos ocultan de la vista de todos. Con violencia soy devuelto al suelo, trato de reaccionar rápidamente para huir de ahí, pero unas manos me toman por las muñecas y las elevan por encima de mi cabeza, levando todo mi torso a tierra. Grito y pataleo los más que puedo, me remuevo fuertemente tratando de liberarme, pero un golpe sobre mi mejilla me nubla el sentido. Cuando mi mente se despeja uno de ellos está sobre mí, mientras el otro sostiene mis manos y otro muy cerca parece disfrutar del espectáculo.

No quiero, no quiero…

Las manos de ese sujeto se deslizan por debajo de mi camisa. Asco es lo que siento, me mira con malicia y lujuria. Con rapidez desabrocha su pantalón y el mío. De un tirón lo bajo, dejándome solo en ropa interior.

Tengo miedo… por favor, alguien ayúdeme…

¡Hey! ¿Qué creen que están haciendo? una voz ronca pregunta con fuerza. Mis ojos lo buscan desesperadamente.

¡Piérdete!

Por favor… ayúdame logro susurrar con ojos llenos de lagrimas y la mandíbula doliéndome demasiado. Por un momento veo la indecisión en esos ojos marrones.

¡Dije que te largues! ¡Imbécil! le dicen de nuevo.

Mi vista se dirigió de esos ojos marrones a mi acosador, que le miraba fieramente. Un golpe en su cara lo hizo retirarse de encima de mí. Lo demás no lo vi claramente, en el momento en que vi mi cuerpo y manos libres me arrastre un poco, alejándome de ellos. Hasta que unas manos volvieron a tocarme.

¡Déjame, no te me acerques! ¡No me hagas daño! gritaba desesperadamente mientras agarraba mi ropa tratando de cubrir mi cuerpo.

Tranquilo esa voz ronca hablo de nuevo. Tranquilo, no te hare daño susurro suavemente, tan grave que pareciese un ronroneo. Lentamente levante mi rostro, para encontrarme de nuevo con esos ojos marrones, profundos, y sin en cambio, cálidos, pues me miraban cándidamente.

Esa fue la primera vez que lo vi. La primera vez que me protegió. La primera vez que caí ante sus orbes chocolates…

YunHo… mi YunHo…»


JaeJoong despertó con grito matutino. El sueño que acababa de tener le pareció tan vívido que aún temblaba por lo que había pasado. Ese recuerdo jamás se le borraría, y, por muy horrible que fuera, esa fue la primera vez que YunHo apareció en su vida.


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—Bien JaeJoong, si el bebé está acomodado podremos saber si es niño o niña —decía el Dr. Yoo, quien le atendía desde el primer día. —¿Qué te gustaría a ti? ¿Una linda damita o un varoncito? —preguntaba animadamente mientras sacaba algunos materiales.

—Humm… yo… no lo sé —respondió tímidamente. —Con que esté sano es suficiente. — «Porque es de YunHo».

—Bueno, eso es cierto, aunque la mayoría de los padres tiende a tener cierta preferencia por algún género, por ejemplo las madres prefieren a las niñas para poder vestirlas como princesitas, mientras los padres optan por los niños pues podrían jugar al futbol con ellos. —El semblante de JaeJoong se oscureció por aquellas palabras, lo que hizo callar al Dr. Yoo  dándose cuenta del error. Era cierto, recordó en ese instante que el bebé dentro del vientre de ese chico no tendría un padre que jugara con él, que lo protegiera o celara como a la luz de sus ojos. —Lamento mucho mi comentario —se disculpó.

—No se preocupe. Estoy bien —dijo aún con el semblante triste y esbozando una sonrisa que le hacía verse aún más melancólico de lo que ya estaba.

—Continuemos Jae. Sube un poco tu camisa y cubre con esto tus partes íntimas —ordenó mientras le entregaba una toalla para tapar su intimidad. —Te pondré este gel —le mostro un liquido verde viscoso. —Lo sentirás un poco frio, ¿de acuerdo? —El chico asintió, y de inmediato un fluido fresco hacía contraste con su cálida piel. —Mira hacia esta pantalla. —Ahí donde le indicaba se reflejaba un fondo negro con una serie de luces blanquecinas sin forma. —Observa fijamente. Estamos en la placenta que recubre a tu bebé. ¡Oh! ¡Mira! ¡Está tocando sus piecitos!  A esta edad su sentido del tacto comienza a desarrollarse, es por eso que con sus manitas trata de apretar el cordón umbilical, tocar su cara o sus pies, como lo hace ahora, por eso sientes que se mueve más dentro de tu pancita —explicaba el médico, mientras unas pequeñas lagrimas de felicidad se escurrían por los ojos de JaeJoong. Esta no era su primera ecografía, pero al verlo en esa posición, jugando con sus manitas, sabiendo que le escucha, oyendo a su corazoncito latir, le ponía en tal estado de felicidad que era imposible contener sus lágrimas. —¿Y bien? ¿Deseas saber qué es?


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—¡Ah! ¡Jae! ¡¿Por qué no me dijiste que hoy tenías consulta?! —le preguntaba un tanto molesto Junsu. —¡Tú sabes que yo quería ir contigo!

—Estabas en clases. Es muy importante que termines tus estudios.

—Bien sabes que pude escaparme.

—¡Oh! Jovencito. Espero que no haga eso muy seguido o me veré en la penosa necesidad de ir a tu escuela —la Sra. Kim, sin querer había escuchado esa parte de la conversación.

—¡No! ¡Por favor no mamá! Sería una vergüenza pública —comentaba un muy exaltado Junsu. La sola idea de ver a su madre en medio del patio de su escuela gritando su nombre o lo peor, llamándolo por sus ridículos motes, haría que la popularidad que con tanto esmero creo se viniera a pique en un solo segundo.

—¡Yah! No te rías. Esto es serio —al fondo del lugar, JaeJoong reía a carcajada abierta por el pánico del menor. —Aún estoy molesto porque NO me llevaste. Yo también quería ver a Bichito —se quejaba nuevamente.

—Te traje una foto.

—¡¿De verdad?! —Jae asintió. —¡¿Dónde?!

—En mi bolso. Junto a unos papeles… —no termino de decir la frase, pues el chiquillo ya había salido corriendo en busca de una imagen de Bichito.

—¿Sabes ya que va a ser? —interrogó con calma la Sra. Kim.

—Niño —dijo sonriendo.

—¡Oh! ¿Has pensado ya en un nombre?

—¡Omma! ¡Mira! ¡Es Bichito! —chillaba alegremente, contagiando su alegría a los presentes, incluidos los clientes.

—Si, si. Ya lo había visto.

—¡¿Qué?!

—Demoraste en llegar, así que la vi primero.

—¡Yah! Yo hubiera sido el primero si Jae no me lo hubiera ocultado —dijo haciendo un puchero.

—Pero no te dijo. Ahora jovencito muéstrame tus calificaciones.

—¿Qué? —para todos fue evidente que el pequeño se puso sumamente nervioso. —¿Por qué cambias tan abruptamente de tema? —Uno, dos pasas atrás, dispuesto a emprender la huída.

—Kim Junsu, será mejor que vengas aquí en este instante —le dijo entrecerrando los ojos, al ver como su hijo iba retrocediendo cada vez más, al punto de salir por la puerta y echarse a correr. —¡Ay! ¡Dios! ¿Qué he hecho yo para merecer a un hijo como ese? —se hacía la dolida, pues a pesar de todo, Junsu era un buen muchacho, a veces muy distraído y para su mala fortuna, demasiado coqueto.

«Un nombre para ti, Bichito» la mente de JaeJoong se encontraba en otro lado, pensando seriamente en que nombre podría darle a su pequeño. Hasta que la Sra. Kim lo comentó, Jae no había pensado en uno, desde que supo que lo tendría le nombro así, Bichito, aunque ese no es propiamente un nombre, pero así lo llamó YunHo. «Te pondré un nombre hermoso, Bichito».


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Los siguientes meses de gestación, fueron un poco más complicados, JaeJoong se cansaba rápidamente debido a su voluminosa barriga, por eso la Sra. Kim le había puesto una cómoda mecedora para que descansara, aunque siempre terminaba dormido, y al final, terminaba disculpándose por no hacer esto o aquello. Pero no podía hacer nada para evitarlo y tampoco nadie le culpaba por ello, todos entendían su situación. Un chico embarazado, que será madre soltera, pues el padre de su bebé había fallecido sin saberlo. Cuando lo veían dormir con las manos apoyadas en su barriguita, no podían evitar sentir cierta pena por lo trágico que se torno su vida.


 «Esta clase es igual a todas. Me siento solo a un lado de la ventana, bueno, yo diría que más bien me excluyen ya que en el banco frente  a mí, el de detrás y el de lado no hay nadie. Como si tuviera lepra y los pudiera contagiar.

El siguiente trabajo será por parejas, así que hagan el favor de encontrar un compañero escucho que dice el profesor. Genial, me encantan los trabajos en equipo, son igual a los individuales, nadie se me acerca, soy la peste. ¿Ya todos tienen pareja? Ni siquiera intento levantar la voz para decir que yo no tengo, no es que la vaya a conseguir.

No profesor, yo no tengo una voz grave en el fondo. No volteo pero aún así se me hace raro que alguien no tenga compañero, si este grupo está calculado perfectamente para eso.

Bien, busquemos un lugar para ti. ¿Alguien quiere formar un grupo de tres?

Aquel chico esta solo afirmo. No estará hablando de mí ¿cierto? Aquí nadie me toma en cuenta más que para ser la burla de todos. Un silencio recorre el aula, imagino que ya encontró un compañero, mi vista sigue clavada en la ventana, es más interesante ver las abejas posarse en las flores que esta clase. ¿Me puedo sentar aquí? esa misma voz se escuchó tan cerca que inevitablemente voltee. Sí, efectivamente estaba a un lado mío, mirándome, hablándome, sin esperar respuesta se sentó en la banca. Seré tu compañero aseveró. Por la sorpresa solo abrí los ojos con desmesura, nadie gustaba de trabajar conmigo. Si bien, algunos, en especial los ñoños eran, no exactamente amables, pero tampoco agresivos, digamos corteses, para mí eso aquí es amabilidad. Por eso casi caigo de mi asiento cuando reconocí a aquel chico de ojos marrones, aquel que me salvó ayer por la tarde, aquel que se marchó sin que le pudiera dar las gracias. Sus ojos siguen mirándome, esbozando una sonrisa. Sus blancos dientes mostrándose a través de esos finos labios adornados con un lunar, me dejaron sin habla. Su intensa mirada no desaparecía, y pronto comencé a sentir cómo el color subía a mis mejillas. ¿Cuál es tu nombre?

J-Jae-Joong dije muy bajito y con la cabeza gacha. Me daba pena mirarlo cuando sabía que mi cara tenía el mismo color del tomate.

JaeJoong. Es un lindo nombre, para lindo chico dijo. Por un momento pensé que me daría un paro respiratorio. ¡¿En verdad considera que soy lindo?! Soy YunHo.

YunHo… mi YunHo…»


—Jae, despierta. Ya es hora de cerrar. ¿Cuánto más piensas dormir? —La voz risueña de Junsu le sacudía de ese mundo de recuerdos. —No digo que esté mal que descanses un poco, pero lo tuyo ya es holgazanería —le decía en un tono burlón. —¿Verdad Bichito que tu omma es un flojo? —canturreaba acariciando la pancita de Jae, mientras la criatura dentro se movía felizmente, como cada vez que Junsu le hablaba.

—¡Auch! —Aunque su bebé se brincara de felicidad, eso no evitaba que de vez en cuando Jae sintiera dolor cuando se agitaba de forma brusca. —Bichito, por favor —suplicaba. Había ocasiones en las que todos sus músculos se tensaban y era en esas donde le dolía muchísimo. —Bichito, no te muevas así, a omma le duele —le decía a su pancita, y, como si hubiese entendido, el bebé regresaba a una posición tanto cómoda para él como para Jae.

—Pareces un balón —comento Junsu, riéndose discretamente, pues es que en estos últimos meses de gestación, el vientre de Jae era muy grande. Con esto se ganó una mirada de advertencia por parte del mayor. —Si Bichito, no te muevas tanto —desvió la conversación, evitando así una reprimenda por parte del otro, que sin duda seguía susceptible por todo esto. —Ya, ya, lo siento —dijo rápidamente al ver los ojos llorosos de su amigo. —No quise decir eso, bueno sí —aquello no estaba yendo como quería el menor. —Pero no lo dije con mala intención —le paso un brazo por los hombros. —Tú te ves muy tierno así.

—¿De verdad? ¿No me estas mintiendo?

—No Jae, en verdad te ves muy lindo.

Eso era cierto. Por lo general las mujeres embarazadas destilan un cierto tipo de belleza diferente, un brillo en los ojos donde se anuncia su maternidad, lo que les hace ver aún más bellas de lo que ya son, por el simple hecho de tener el don de engendrar vida. Y, en el caso de JaeJoong, quien era un chico lindo, delicado y tierno, su expresión se veía expandida, tanto que la mayor parte de los hombres que pasaban por la florería quedaban prendados de tan hermoso ser, pero jamás intentarían nada por su estado. Solo muy pocos sabían lo que había sucedido con el padre del bebé.

—¿Y bien?

—¿Bien qué? —JaeJoong era acompañado a casa todos los días por Junsu. Caminaban las pocas cuadras a su casa con lentitud. Eso era de ayuda. Debía caminar siempre para que sus piernas no se hincharan y para ayudar en el parto.

—¡El nombre Jae! ¡El nombre! —diciendo lo que es obvio. —Bichito necesita un nombre, no puede llamarse Bichito —dijo sonriendo. —He pensando en algunos si aún no te has decidido y…

—Tengo uno en mente —interrumpió. Ciertamente tenía varios nombres por la cabeza, pero quería que el nombre que le pusiera a su bebé tuviera un significado más allá de lo normal, que no solo expresara la fuerza y los buenos deseos que los padres tienen para con sus hijos a la hora de darles un nombre, no, que expresara todo lo que significaba para JaeJoong. —Hee Jin.

—¿Hee Jin? —encaró con una ceja en alto, ligeramente disgustado. —Pero ese es un nombre de niña, y Bichito no es niña.

—No, no es de niña.

—Tampoco de niño.

—Se llamará Hee Jin.

—¡Es de niña!

—¡Que no!

—Suena demasiado femenino.

—Tal vez, quizá, humm, solo un poco.

—¡Ese es un nombre asexual!

—Dale con la misma cantaleta.

—Por qué no Minho ó Kwan, quizá Seunghyun…

—¡Que no!

—¡Ya sé! HyunDae ¡Es bueno!

—¡Ah! —una para nada ligera punzada en su cadera lo hizo detenerse.

—Si hyung, ese nombre es perfecto…

—¡Ah! —el dolor se hacía más intenso y se expandía por todo su vientre, mandándole oleadas de contracciones en su interior.

—Y no lo digo porque sea el nombre de mi jugador favorito, no, no vayas a creer eso…

—¡Su! —gritó. Junsu quien seguía caminando y hablando, no había notado nada, pero al escuchar a su amigo decir desesperadamente su nombre, volteó, dándose cuenta que este se había quedado rezagado, levemente inclinado, sujetando su prominente vientre, manteniendo una mueca de sufrimiento en su rostro.

—¡Oh! ¡Por Dios! ¿Qué sucede Jae?


—Ya… es… hora… —dijo difícilmente, mientras su pequeño amigo trataba de sostenerlo, pero seguía con una cara de confusión, sin saber qué hacer. —¡Ya va a nacer!


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HeeJin: Alegría verdadera :)

CAUTIVO: PARTE TRES




Sí antes de probar los labios del otro, estar sin él era un martirio, ahora era peor que una tortura. YunHo se paseaba de un lado al otro de la sombra, aguardando por el momento en el que JaeJoong llegara. Y sus ojos marrones brillaban al verlo acercarse.

Si por alguna casualidad demoraba más de lo normal, YunHo se adentraba a la luz, su necesidad por el ángel le llevaba a cometer imprudencias con tal de verlo. Una ocasión había ido más allá de las ruinas, hallándolo a medio camino y así, juntos regresar a lo que ambos ahora consideraban su lugar especial.

Junsu había notado el extraño comportamiento de su amigo, pero no había tenido la oportunidad de estar con él más a  menudo, ya que uno de los arcanos le había encomendado una nueva misión, por lo que creía que JaeJoong pasaba largos tiempos solo, cantando a las aves o buscando pelea con los querubines. Aunque si lo pensaba bien, la mayoría de las riñas las iniciaba él pues creía que los querubines eran muy alzados.

Cuando Junsu veía a JaeJoong caminar tan distraído, cantando melodías más suaves a las que acostumbraba, como nanas, pero de alguna forma diferente a ellas, o lo encontraba mirando el cielo, sonriendo como tonto, se preguntaba ¿qué era lo que pasaba con su amigo? No le molestaba en lo más  mínimo su actitud ensoñadora, esa actitud le recordaba a la suya propia, y verlo tan feliz, aunque no supiera porque, le hacía feliz también.

Lo que ninguno sabía era que la luz y la oscuridad no pueden estar juntas, pues ambos son opuestos, y juntos, solo provocan daños, sombras que no son ni de un lado ni del otro.

YunHo es un demonio de sangre pura, JaeJoong un ángel, y el destino no los tiene contemplados juntos...

* * *

JaeJoong llegó a las ruinas, lo más rápido que pudo, sin embargo, notaba que algo no estaba bien, le dolía la espalda, sentía que sus alas pesaban un poco más de lo normal. No es que normalmente las alas de los ángeles pesen, simplemente que las suyas se han ido haciendo pesadas poco a poco.

Inhaló y exhaló, tratando de regular su respiración. Si bien era un ángel, raramente utilizaban sus alas si no era para ir a alguna misión, solo los querubines hacían lo que querían, pero JaeJoong jamás desobedecía las órdenes. Bueno a excepción de mantener una relación prohibida con un demonio.

YunHo salió de su escondrijo detrás de un muro, notaba como su bello ángel intentaba respirar normalmente. Sus mejillas estaban sonrosadas por el esfuerzo, sabía que ellos no usaban sus alas, y el hecho de que hubiese llegado corriendo hacia él, lo hacía feliz. Estar con JaeJoong lo hacía inmensamente feliz, incluso había notado que la frialdad en su cuerpo se estaba yendo, conforme más tiempo pasaba con su ángel, menos demonio se sentía.

―Te esperaba ―le sonrió.

JaeJoong se sonrojó al verse descubierto con casi la lengua de fuera, pero también se sonrojaba cada que YunHo lo miraba. Entonces notó algo diferente en su amor. Las usualmente puntiagudas orejas de YunHo estaban siendo cada vez menos afiladas, sus marcados colmillos visualmente reducidos, por lo que en general, se podría decir que YunHo estaba adquiriendo una expresión más suave y menos salvaje.

Aunque, lo mirara por donde lo mirara, a JaeJoong simplemente le parecía demasiado atrayente. Ese era su YunHo y él le pertenecía a YunHo.

Recostados sobre la fina hierba pasaban las horas hablando, entre besos y abrazos de cómo era el lugar donde cada uno venía. YunHo por lo general evitaba el tema, pero no podía dejar de contarle algunas cosas chuscas que sucedían en la oscuridad, más allá de las sombras.

Y, entonces, ambos se imaginaban cómo sería un mundo donde la luz y la oscuridad convivieran sin inconveniente, pues bien sabía JaeJoong que no sobreviviría en la oscuridad, y YunHo, bueno, ya estaba viendo los cambios en él. Aunque no estaba seguro si esos cambios eran para bien o para mal.

―Te noto cansado ―YunHo le dijo.

―Quizá un poco ―admitió.

―¿Te han hecho trabajar mucho? ―preguntó, a pesar de que ambos sabían que trabajar no era exactamente lo que JaeJoong hacía, solo en contadas ocasiones en las que ayudaba a los otros con sus tareas.

―Mhumm ―no afirmó ni negó nada.

Tomando eso como una afirmación, YunHo lo atrajo al calor entre sus brazos, esperando que su dulce ángel conciliara el sueño y su cuerpo descansara. Acarició los cabellos azabaches de JaeJoong, mientras el ángel cerraba los ojos poco a poco, sintiendo su cuerpo más cansado de lo que hubiera estado antes.

Las alas de JaeJoong eran suaves, blancas y esponjosas, YunHo las acariciaba como todo el frágil cuerpo de su amado, que con cada día se veía más deleznable. YunHo frunció el ceño ante tal pensamiento. Las suaves plumas cosquilleaban entre las palmas de sus manos, y la sensación era demasiado agradable. Las plumas se hacían cada vez más suaves y más finas conforme se acercaban al nacimiento en el omóplato de JaeJoong.

De pronto JaeJoong comenzó a zumbar, o eso le pareció a YunHo, pero pronto se dio cuenta que lo que en realidad pasaba era que su ángel estaba ronroneando ante la felicidad de que alguien acariciaba sus plumas de tal manera. Y, YunHo reverenciaba el cuerpo de su amado como a la luz misma.

Los ojos de JaeJoong se abrieron de golpe, YunHo pudo mirar el fuego arder dentro de ellos. Se hubiera asustado al reconocer un sentimiento carnal, de no ser porque él mismo lo sentía con la misma o mayor intensidad que su ángel.

Y así, poco a poco, YunHo llevó por el camino del placer a JaeJoong, quien conoció por primera vez las sensaciones del amor carnal...

* * *

Se dice que toda acción tiene una reacción. Si bien todos notaban que algo le pasaba a JaeJoong, nadie estaba seguro de qué.

Los rumores se esparcieron, diciendo que a JaeJoong un demonio lo había tentado y que le había robado el alma. Lo cual no estaba lejos de ser verdad, pero Junsu debía comprobarlo con sus propios ojos.

Cuando su hubo desocupado de sus tareas, se apresuró donde JaeJoong siempre estaba. Solo él y JaeJoong solían ir tan lejos, pero se sorprendió hasta casi el punto de gritar cuando vio que su amigo no estaba solo. Con él un imponente demonio se encontraba.

Su primer impulso fue gritar, pues creía que el demonio atacaría a JaeJoong, pero jamás imaginó ver la sonrisa tonta de su amigo dirigirse hacia a aquel sujeto. Y lo más sorpréndete no fue eso, sino la forma tan amistosa en la que el demonio trataba a JaeJoong, hasta que la unión de sus labios le probó a Junsu que era verdad, que un demonio había robado el alma de JaeJoong.

―¡JaeJoong! ―gritó, entrando en el campo de visión de ambos.

JaeJoong tembló. Había sido descubierto, y sin duda habría un castigo por infringir las reglas. Lo soportaría todo, todo, pero jamás que lo separaran de YunHo, y eso era lo que sin duda harían. Eso sin contar con lo que le harían a YunHo, imaginarlo en una cárcel de luz, con llagas brotando de su piel morena y sufriendo por las lesiones, oprimía el corazón de JaeJoong.

YunHo sabía que esto pasaría algún día, pero deseaba con todas sus fuerzas que no hubiese sido así, aún quería compartir muchas cosas con JaeJoong, y no permitiría  que le separaran de él sin dar pelea. Mucho menos que le hicieran algo a su dulce amor.

Con un férreo abrazo YunHo sostuvo a JaeJoong, para después poco a poco colocarlo detrás de él, cubriéndolo de esa manera con su cuerpo.

A Junsu le extrañó que el demonio tratara de proteger a su amigo, pero eso era lo que estaba pasando.

―Junsu ―la voz temblorosa de JaeJoong sonó detrás de aquel hombre. Solo los ojos negros de su amigo se veían a través de él, y le dolió en el alma al ver en los ojos de su amigo el miedo y la confusión.

―Jae... ¿tú...?

―Perdóname. Yo... ―los ojos negros de JaeJoong lo traspasaban, y entonces Junsu supo que lo que su amigo tenía antes de que este lo pronunciara. ―Yo lo amo.

Junsu no podía decir que no lo notaba, porque incluso sin haberlo conocido, la forma en la que ellos se miraban le decía que eso que tenían era lo que pocos conocían, lo que muchos anhelaban y que, sin embargo, para ellos, estaba prohibido: amar. Y más aún, amar a un demonio.

Junsu no tuvo el valor, ni el corazón para romper la felicidad en la que su amigo se veía envuelto cada que los brazos del demonio lo sostenían. Tampoco podía evitar sonreír cuando los veía sonreír, y por un segundo Junsu sintió una punzada de envidia al querer un amor similar.

Sin embargo, las cosas no se pueden retrasar más de lo que se puede, y el momento llegó.

Si bien Junsu no los delató, incluso los solapó por un tiempo más al acompañar a JaeJoong hasta las ruinas y de regreso, el final estaba cerca. Junsu lo notaba a cada paso que daban. JaeJoong estaba debilitándose. Así como su demonio estaba cambiando, a JaeJoong se le estaba yendo la vida poco a poco.

Llegó el momento en el que a JaeJoong le pesaban tanto las alas que tenía que apoyarse en Junsu para poder llegar hasta donde YunHo, quien lo miraba con mucha preocupación e impotencia al ver a su amor esfumándose poco a poco.

YunHo había escuchado acerca de la muerte de los ángeles, más bien ellos no morían, solo desaparecían y regresaban a su lugar de origen, la luz. Al igual que los demonios regresaban a la oscuridad cuando su fin llegaba.

YunHo podía ver el gran esfuerzo que JaeJoong hacía con tal de verlo, y sufría tanto con él, como Junsu por ellos.

Pero, Junsu no estaba dispuesto a dejar ir a JaeJoong, sabía que el demonio tenía todo que ver con el desvanecimiento de su amigo, pero debía estar seguro de que hacer pues creía que el alejarlo simplemente no resolvería el dilema. Además de que seguro JaeJoong se iba detrás de él.

Así que con el alma pendiendo de un hilo, Junsu fue donde uno de los arcanos en busca de consejo.

―Gran Arcano ―saludó muy formalmente a uno de los más sabios ángeles del lugar. Aquel, solo asintió con la cabeza, dándole a entender su saludo y que continuara con su extraña visita. Junsu no sabía bien por donde abordar el tema, pronto sus ojos se posaron en la inmensa cantidad de libros alrededor de ellos, y así la respuesta vino a su mente. ―Señor, tengo curiosidad por algo que he visto... leído ―se corrigió.

―Los jóvenes ángeles siempre son curiosos ―respondió con una voz profunda y familiar.

Junsu lo miró sin entender, pero después de un rato continuó: ―Gran Arcano, he leído acerca de ese sentimiento llamado amor.

―El amor es un término casi tan infinito como la luz. No trates de entenderlo Junsu. El amor no se entiende, se siente, desde lo profundo de tu pecho.

Junsu asintió. Conocía el amor al cual el arcano se estaba refiriendo, pero ese no era lo que él quería realmente preguntar. ―Como los ángeles que somos, ¿nos podemos enamorar? ―preguntó sabiendo la respuesta.

El arcano lo miró, ninguna señal que reflejara algún tipo de molestia o duda, nada. ―Somos criaturas al servicio de la Luz. El único amor que debemos sentir es el amor por las demás criaturas.

―Y si... ¿y si uno de nosotros se enamorara?

―Junsu ―le llamó suavemente. ―Si un ángel se enamorara, lo sería de una criatura egoísta, pues ha buscado el amor de un ángel para él solo.

«Egoísta». Repitió en su mente Junsu. La Sombra que acompañaba a JaeJoong bien podría entrar en esa categoría.

―¿El ángel sufriría las consecuencias por amar a un solo ser?

El arcano miró significativamente a Junsu antes de responder.―Eso depende de la criatura que logre capturar su corazón, pero sí, al final siempre hay una consecuencia.

Junsu frunció el ceño, no le gustaba para nada aquello. No creía que el amor fuera malo, y tampoco que la Sombra que con tanto empeño cuidaba de su amigo fuera tan malo, pero el arcano estaba en lo cierto, desde que JaeJoong conoció a la Sombra, cambió, y ahora poco a poco se desvanecía.

―Te contaré una historia Junsu ―habló el arcano, sabiendo bien el porqué Junsu estaba ahí, pues para él nada estaba oculto a sus ojos. ―Hace mucho tiempo, un joven ángel como tú vino con las mismas preguntas. Se había enamorado de una criatura inferior, una de las que tenemos a nuestro cuidado, y por ella hizo muchas cosas, hasta renunciar a sus alas. Jamás volvió a surcar este hermoso cielo que ves. No podría decirte que fue infeliz, pero tampoco fue feliz totalmente. Somos seres  de luz, y en la luz es donde estamos completos.

―Se enamoró de una criatura a la que estamos destinados a cuidar ―repitió más para sí mismo. ―Pero... pero... ¿qué sucedería si no es una criatura que vive bajo la luz?

Los ojos del arcano se abrieron solo un poco, pero no hubo más señal de asombro. ―Si es una criatura de la oscuridad la que robó el corazón de un ángel, este está destinado a morir a manos de la misma oscuridad por la que se dejó poseer. ―Junsu asustado se llevó las manos a su boca para acallar el grito que salía de su interior. ―Debes entender Junsu que la luz y la oscuridad no son, ni están destinadas a estar juntas. La lucha entre ellas mermará la vida del ángel. Es por eso que JaeJoong está enfermando cada vez más. ―Los ojos de Junsu se abrieron mucho más al saberse descubierto. ―El demonio no posee malas intenciones, de lo contrario al entrar en contacto con la luz hubiese quemado su carne, sin embargo, si hay consecuencias también.

Junsu pensó en el aspecto menos mortífero que tenía la pareja de JaeJoong y la fragilidad de su amigo. Entonces lo comprendió. La lucha entre la luz y la oscuridad se libraba dentro de cada uno de ellos. Y en ambos la luz iba ganando la batalla. Desgraciadamente,  para que la luz ganara dentro del demonio, JaeJoong estaba cediendo la suya propia, acortándole la vida.

«Lo que es de la luz, a la luz regresará...»

Junsu apretó los puños en señal de frustración. ―¿Cómo lo podemos evitar?

El arcano lo miró con curiosidad, tanteando la posibilidad de no responder a la pregunta. ―Lo que ha de ser, será.

Esa no era una respuesta, por lo que Junsu presionó. ―¿Si ellos dejan de verse JaeJoong mejorará?

―No lo hará. Lo único que hará quedarse a JaeJoong bajo la luz es que deje de ceder su vida por otra, pero eso tampoco sucederá.

Junsu no comprendía, o no quería comprender las palabras del Arcano, se negaba a pensar que tendría que ver a JaeJoong fundirse en un rayo de luz.

―¿No hay de verdad ninguna solución? ―preguntó con el corazón desesperado.

―La única está  más allá de nuestra naturaleza...

Esas fueron las últimas palabras que escuchó Junsu, pero que sin embargo, calaron dentro de él. ¿Qué habría querido decir con eso? ¿En verdad JaeJoong lo dejaría? ¿No había nada que hacer? Nada...

«¡No!»

Junsu no lo permitiría, jamás permitiría que alguien o algo dañara a JaeJoong. Debía alejar a ese demonio de su amigo. Debía, por lo menos lo intentaría...

«La única solución está más allá de nuestra naturaleza...»

* * *

Acurrucado en sus brazos, YunHo observaba el hermoso rostro de JaeJoong, que ahora dormía tranquilo, pero se le notaba más y más frágil a cada día que pasaba. No habían abandonado las ruinas desde hacía tiempo, ninguno de los dos necesitaba de alimentos, pues JaeJoong vivía de la luz y YunHo de las sombras, elemento al que curiosamente no necesitaba ahora.

Los ojos de JaeJoong se abrieron, grandes e inmensamente negros, lo miraban con tanto amor, que YunHo sabía que haría cualquier cosa por él, y, se sentía impotente al desconocer la causa que aquejaba la vida de su ángel.

Depositó un suave beso en la frente, acariciarle las alas siempre relajaba a JaeJoong, y mientras una lágrima se deslizaba por su mejilla al ver como la vida de su amante se esfumaba, YunHo, sobaba sus grandes alas blancas, mientras que JaeJoong se volvía a sumir en un profundo sueño.

―Debo hablar contigo ―le dijo una voz a sus espaldas. YunHo giró solo un poco al comprobar que era Junsu, el ángel torpe, quien ahora en sus ojos se veía reflejado el dolor.

Dejaron a un JaeJoong dormido bajo la sombra de un árbol, mientras ellos iban un poco más allá, cerca de la poza sin fondo.

YunHo miraba la espalda de Junsu con inquietud, sabía que lo que le dijera no era bueno, por lo que esperó hasta que el otro hablara.

―Lo que es a la luz, a la luz regresará ―susurró como un mantra Junsu, pero aún así YunHo alcanzó a escucharle. Apretó los puños pues eso solo significaba una cosa, pronto, su amor se fundiría en motitas de luz. ―Debes irte ―le dijo con firmeza. ―Márchate ―ordenó.

YunHo inhaló profundo. ―¿Es esa la solución?

―No lo sé…

―No lo haré. Me necesita tanto, como yo a él.

―¡Criatura egoísta! ―exclamó, dándose la vuelta para por fin mirarlo de frente. Junsu lloraba. ―¡Prefieres verlo morir en lugar de conformarte con verlo de lejos!

―Sí esa fuera la solución con gusto me iría. Jamás preferiré verlo morir, yo lo amo…

―¡No! ―sollozó Junsu aún con más fuerza. ―¡Tú no lo amas! ¡Si lo amaras nunca te habrías acercado!

―Cuando me acerque no sabía ni siquiera que esto que siento es amor, yo…

Un leve grito lo interrumpió. JaeJoong se quejaba. Desde donde estaban JaeJoong se veía retorcerse. YunHo corrió a su lado, mientras aferraba el cuerpo de su amante para tranquilizarlo. Las alas de JaeJoong se extendieron rígidas para después contraerse en un estado al que YunHo supuso no era normal por el grito que tanto Junsu como JaeJoong profirieron, el primero por asombro, el segundo de dolor.

JaeJoong abrió los ojos al sentirse envuelto en los cálidos brazos de su amante, y las lágrimas de sus ojos no podían dejar de brotar. Dolía, dolía en demasía. Nunca antes había experimentado dolor, pero pronto las punzadas en todo su cuerpo se hacían cada vez más fuertes.

Sus alas, de nuevo se extendieron y contrajeron una vez más, esta vez, mandando a JaeJoong a la inconsciencia por el dolor. YunHo lloraba impotente sin saber qué hacer, más que tratar de tranquilizarlo, sobarle las alas y consolarle con dulces besos. No podía hacer más.

Junsu tiraba de sus cabellos por la desesperación de saber que pronto perdería a su amigo, lloraba y apretaba con fuerza sus puños. ¿Qué debía hacer? No podía perder al único amigo que tenía. No podía…

YunHo levantó en brazos a JaeJoong, acercándolo a la poza, imaginando que un poco de agua le vendría bien. Con suavidad lo recostó sobre la mullida hierba, y con cariño acomodó sus cabellos, mientras él mismo tomaba agua de la fuente y se la pasaba a JaeJoong con un beso.

Junsu los miraba, abnegado en su propio sufrimiento, en la agonía de ver un amor que no debía ser, en el desconsuelo del propio YunHo, en el dolor de JaeJoong…

Se acercó a ellos, llorando, por ellos, por él mismo…

YunHo se levantó, JaeJoong aun recostado en la hierba más tranquilo…

«No puedo perderlo».

YunHo mirando fijamente a Junsu, a quien se le veía una extraña actitud. Lloraba, pero sus ojos estaban llenos de decisión.

«No importa si me condeno».

Junsu levantó los brazos poco a poco hasta llegar al cuello de YunHo, sintiendo la gargantilla de aros de plata que suele portar.

YunHo sin saber qué hacer, retrocede dos pasos, adentrándose solo un poco en la profunda fosa de agua, perdiendo su gargantilla en aquel acto.

«No importa si me odia…»

Las pequeñas manos de Junsu se cerraron en el cuello de YunHo. Primero sin fuerza, sin convicción, después con presión…

«No importa si me desprecia después… Yo ¡no lo puedo perder!»

Las manos de Junsu apretaron con gran fuerza el cuello de YunHo hasta que este se estaba quedando sin aire. Por la impresión del momento YunHo no hizo nada, pero ahora al ver que Junsu de verdad estaba tratando de aniquilarlo, su primer instinto fue tratar de salvarse.

Pero, las lágrimas de Junsu seguían cayendo por su rostro, y entonces, él también lo entendió.

«Esta es la única manera de salvarte… mi amor…»

Sus ojos marrones se fijaron en los castaños de Junsu, y sabía que así debía ser. Entonces si hubo alguna oposición de su parte ya no la habría más. Después, dejó que su mirada vagara hasta el cuerpo flácido de JaeJoong, que estaba brillando poco a poco.

«Mi JaeJoong… mi dulce ángel…»

YunHo dejó que Junsu le quitara de sus pulmones todo el aire, que lo arrastrara hasta donde el pozo es más profundo y, cerrando los ojos se dejó caer en la profundidad de la cuál nada regresaba, hundiéndose en el azul casi negro de las aguas de la fosa.

«Adiós, mi amor…»

Y, así fue como Junsu acabó con la vida de un demonio, del demonio que le había robado el corazón a su amigo. En cuanto vio a YunHo hundirse comenzó a reír, pues era feliz porque sabía que ahora todo estaría bien, pues JaeJoong viviría.

Extendió sus alas mientras carcajeaba de felicidad, no notando que estas no eran blancas, sino de un profundo color negro, como el cabello de JaeJoong, y voló por los aires, dando volteretas mientras profería grititos de felicidad.

* * *

JaeJoong abrió los ojos de golpe. Junsu aún estaba en el agua. Vio las alas blancas de su amigo tornarse oscuras hasta volverse totalmente negras. Buscó a YunHo con la mirada, su corazón latiéndole dolorosamente, con esa sensación de que algo estaba mal.

Las alas negras de Junsu se extendieron y voló, aún riendo. JaeJoong se incorporó poco a poco, viendo que su cuerpo no estaba tan fuerte como antes, pero no sentía el dolor desgarrador de solo hacía unos instantes.

Comenzó a hiperventilar. Desesperadamente buscaba con la mirada a YunHo.

A dos pasos de él, encontró su gargantilla de tres aros de plata, justo en la dirección donde Junsu estaba, justo hacia la fosa de agua.

Lo supo…

Su corazón se estrelló del dolor que sintió al haber perdido a su gran amor. Porque JaeJoong siempre había sabido que era lo que pasaría si seguía al lado de YunHo.

Desde hacía mucho tiempo había aceptado su destino de volver a la luz, pues sabía que esa era una consecuencia de su desacato por amar a un demonio de sangre pura. Porque si, JaeJoong sabía qué era YunHo, y aún así no le temió, aún así lo amó con todo su ser, esperando que el fruto de su amor por YunHo fuera sacarlo para siempre de la oscuridad. Y ahora, ahora no podría hacer nada, pues ahí estaba él, con el corazón destrozado por la muerte de su amante.

Miró hacia arriba, donde Junsu daba vueltas. Sus alas negras extendiéndose en todo su esplendor como las alas de un cuervo. Y lo odio. Lo odió por haberle rebatado al amor de su vida, lo odió por no dejarle otro camino más que este.

Cuando Junsu vio que JaeJoong se ponía en pie, se precipitó hacia él, dispuesto a ayudar, sabría que su amigo estaría un poco rejego a él, pero algún día entendería que lo había hecho por su bien.

JaeJoong volteó solo un segundo, encontrando su mirada con la de Junsu. Sus ojos negros denotaban dolor, un amarguísimo dolor. Y, entonces, las alas blancas de JaeJoong se extendieron y arrojó a la profundidad de las aguas.

Solo un leve chasquido se escuchó cuando JaeJoong se adentró en ellas para jamás volver a salir.

Porque, si en esta vida eterna que les daba la luz y la oscuridad no pudieron estar juntos, sus almas se buscarían una y otra vez, hasta que se encontraran, y así vivir lo que se les fue negado a compartir juntos…

Un destino…

Un amor…

* * *

Desde que tiene uso de razón, YunHo siempre ha soñado con aquel hermoso ángel de cabellos negros y piel blanca como la nieve, ojos de un negro casi azul y profundos como los mares, con una boca roja como las fresas.

YunHo siempre lo ha amado, siempre lo ha buscado. Y, lo que más anhela en este mundo es encontrarse con ese par de ojos negros.

―¿Estás divagando de nuevo? ―le preguntó su buen amigo ChangMin.

―No, solo pensaba ―respondió, guiñándole un ojo a las chicas que por su lado pasaban.

―A eso, mi querido amigo, se le llama divagar. Por otro lado, creo que deberías ser algo más formal con las chicas ―comentó mientras salían de clases. ―No es que sea malo que te enredes con unas y con otras, pero a lo mejor si tuvieras una novia fija no pensarías tanto en aquellos sueños.

YunHo le había confesado hace varios años, que soñaba con un hermoso ángel y que él deseaba más que nada verlo aunque sea solo una vez.

―No ―respondió firmemente. ―Yo no puedo amar a nadie, porque mi corazón ya tiene dueño.

―Claro, uno que no es real porque solo vive en tus sueños.

―Es real, lo sé.

―¿Y cómo sabes tú que aparecerá?

―No lo sé. Yo solo lo siento aquí ―dijo tocándose el pecho.

ChangMin levantó una ceja, pero no dijo más. No creía que ese sueño fuera real, pero los sentimientos de su amigo por aquel ser sí lo eran.

―¡Hey! ―una conocida voz les saludaba. Yoochun, otro buen amigo de ellos se acercaba con paso tranquilo. Llevaba por los hombros a un delgado chico, que bien podría pasar por chica, pues su cabello negro era lacio, ligeramente largo y ocultaba el rostro del muchacho que se veía demasiado tímido al ser arrastrado por su amigo. ―Encontré un lindo gatito ―comentó, refiriéndose al muchacho que venía con él. ―Es nuevo en la escuela y no quise dejar que se perdiera por ahí.

ChanMin comenzó a reír. YunHo quien hasta el momento no había reparado en el chico, lo miró con curiosidad.

Su corazón dio un brinco al ver al frágil muchachito, y después se detuvo al ver el rostro del chico, que, por fin había levantado la cara, topándose directamente con unos ojos negros casi azules.

―JaeJoong ―susurró.

JaeJoong se perdió en los ojos marrones que lo miraban, ojos con los que había soñado tantas noches, ojos de los que sabía estaba enamorado, ojos que ahora le miraban con amor…

Y, al escuchar su nombre susurrado por aquellos labios adornados con un lunar, JaeJoong tembló. Su alma sintiendo el reconocimiento de la otra a la que siempre ha buscado.

―YunHo ―dijo, al tiempo que se lanzaba hacia sus cálidos y conocidos brazos. Pues si bien, esta era la primera vez que se veían, ellos ya se conocían en sueños.

No hubo más, se miraron solo un momento antes de que sus bocas se buscaran ansiosamente, sin importar todo lo demás, pues por fin esas dos almas se habían reencontrado en un mundo donde la luz y la oscuridad es capaz de convivir sin la necesidad de ocultar quienes son.

En este mundo donde no hay blanco o negro, hay doscientos cincuenta y seis tonos de grises entre uno y otro. Por lo que aquí, ellos serán felices, viviendo lo que una vez no pudieron, pero amándose siempre y en todo lugar. Porque aquí ya no serían prisioneros de su condición, solo serían cautivos de su amor.


FIN



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N/A: A todos muchas gracias por seguir este miniserial. Originalmente estaba planeado para ser solo un shot, luego, dos y al final fueron tres partes. Disfruté escribiendo mi propia versión del MV de "Prisioner" de Fuwa Sho. *_* Espero les haya gustado. Nos estaremos leyendo! :)