―No soy bueno
para ti —susurró en mi oído antes de soltarme. Eso ya lo había escuchado, una
frase que se está haciendo costumbre salir de su boca, pero no hay manera de
que pueda detener los sentimientos que ya tengo.
—Le gustas —dije
sin mirarlo antes de irme, seguro de que me escucho.
Continúe con mi
camino sin voltear la vista, me lastimaba enormemente el hecho de no ser yo quien corría a su encuentro. No quería
llorar, pero sentía una opresión horrible en el pecho, como si el aire me
faltara, como si una mano invisible apretara mi corazón y lo estrujara
fuertemente.
No fui
consciente de cómo llegue, todo a mi alrededor eran sombras que iban y venían
por su camino, algunas quizá me miraban con lástima y otras quizá ni siquiera
me notasen. Cuando llegué a casa, subí a mi habitación y me tiré boca abajo
sobre la cama, sollozando hasta quedarme dormido. Entre sueños, siento una
cálida caricia sobre mi cabello, me hace sentir tranquilo, seguro, aunque no
aparta el dolor de no ser correspondido, por lo menos consuela mi frío corazón.
—Jaejoong —me dice
esa suave y conocida voz. —Mi pequeño. ¿Qué es lo que te hace llorar en sueños?
—se pregunta a sí misma, mientras peina mi cabello con sus dedos.
—Mnn… —comienzo
a removerme intentando despertar completamente —nn… mamá —digo al verla,
mientras me restriego los ojos. Sé que ha visto mis lágrimas, no quiero
preocuparla. —Mamá creo que voy a
enfermar —miento, pero es lo mejor. Además mis síntomas claramente son de una
enfermedad, no física, pero igual
carcome mi cuerpo y… mi alma.
—¡Oh! No me
digas eso Jiji. —Si, mamá suele decirme así “Jiji” por JJ. —Te he dicho una y
mil veces que vayas más abrigado —estuve a punto de replicar cuando me vio y
torció la boca en un gesto de reprobación. —Si, ya sé que me vas a decir que el
clima no es tan frío y bla, bla, bla —sonreí porque esa era su forma de
expresarme su cariño. Salió de la habitación y regreso en un rato con una
infusión para reponerme, por lo menos un poco el ánimo.
« ¤
» « ¤ » « ¤ »
Desde el día
después de la competencia, no he salido de casa. Al final mi mentira resulto ser
verdad, enferme y no precisamente solo de amor. Yoochun estaba al tanto de mí,
aunque no fuera a verme por miedo a contagiarse. Yunho a veces me llama… y yo...
a veces decido contestar y otras no. Mas sin en cambio seguimos mensajeándonos,
pues de esa manera mi voz no me traicionara cuando hablemos y así puedo seguir
en contacto con él, porque sí, quiero seguir sabiendo de él, quiero seguir
siendo cercano a él, puesto que me falta como el oxigeno al respirar… ¿el amor
es siempre así de voluble? Porque estoy consciente de que estar cerca de él me
hace daño pues no corresponde a mis sentimientos, pero aún así yo quiero estar
con él… es este juego de querer y no querer.
Poco antes de
Navidad, mi estado de salud mejoro, así que aproveche ese día para salir de compras
con mi madre ya que hace mucho no lo hacíamos. Nos paseábamos por el centro
comercial, mientras íbamos de una tienda a otra mirado y probándome cuanta cosa
se le ocurriera que se me vería divina. Algunas ocasiones atina y me gustan
otras creo que solo lo hace para reírse a carcajada abierta, mientras yo hago
pucheros por seguirle la corriente y ponerme esas cosas, aunque la verdad, a mí
también me hace gracia. En eso estábamos cuando lo vi pasar con su hermana a
través de los vidrios de aquel local. Se veía tan atractivo que resultaba casi
imposible no mirarlo.
No sé si fue la
mirada fija que le dedique o si en verdad algo en el aparador de llamó la
atención, pero se acercó y al encontrar sus ojos con los míos, sonrió. Como
explicar ese sentimiento de emoción que me embargaba, sobre todo teniendo en
cuenta que no lo había vuelto a ver desde ese día en que me negó sus labios.
—Me alegro haber
acompañado a mi hermana de compras —dijo sonriendo cuando llegó junto a mí. —Es
bueno volver a verte —levantó la mano y con el dorso de su mano acarició mi
mejilla. Sabía que debía alejarme, no dejar que me tocara, ya que con esas
mínimas muestras de cariño la flama de mi esperanza se mantenía con vida, y…
dolía.
Con un poco de
delicadeza eche para atrás mi cuerpo, separándome de las cálidas caricias que
me proporcionaba. Por un segundo vi confusión en su mirada, pareciendo
cuestionarme «¿Por qué te has alejado?»
Una risilla nerviosa se escapó de mis labios a modo de respuesta.
—Solo fue una
semana la que no me viste —sonreí más calmado, tratando de recuperar un poco de
autoconfianza, ya que si vuelve a acariciarme o mirarme de esa manera, estoy
seguro que no podré controlar mis ansias por besarlo, por sentir ese cálido y
húmedo contacto.
—Si, pero me
hiciste falta —comentó como si no quiere la cosa. «A mí también me hiciste falta» quise decir, pero nuevamente una
sensación incómoda se instalo en mi interior. —Además no querías contestar mis
llamadas —dijo haciendo un simpático puchero. Es adorable, y manipulador, ha
conseguido lo que se propuso desde el principio: contacto físico. Me acerque
con una sonrisa y mirándole tiernamente. Levante mi mano hacia su mejilla, esa
que, si miras fijamente, encontrarás rastros de un moretón. Con mis dedos
acaricié el lugar donde solía estar ese golpe para después recorrer la piel de
su rostro, acunándolo al final.
—Estuve muy
enfermo —dije. No mentía, pero el hecho de tener en mi mente como un último
recuerdo suyo a Junsu llamándole U-know y correr felizmente a sus brazos, eso sin
contar con que rechazó mis labios aún sin su presencia, todo eso me hacía
sentir enfermo…
—Pude haber ido
a cuidar de ti —soltó con una mirada fija en mí. Me paralicé en ese instante.
¿Por qué? ¿Por qué simplemente no puede evitar ese tipo de comentarios? Me
duele que sea tan amable y atento, porque… me hago ilusiones… Quise cortar el
contacto, pero su mano aferrando la mía sobre su mejilla y esa mirada hipnótica
me lo impidieron.
—Te hubieras
enfermado —dije sin más, soltándome al fin. —Incluso Yoochun no quiso verme —solté
para aliviar la tensión que se formo cuando libere mi mano de la suya.
—Ese es Yoochun,
no yo. —Creí escuchar un atisbo de molestia. —Yo jamás me enfermo —expresó con
un deje de autosuficiencia. Una sonrisa de lado se vislumbro en mi rostro. Sí,
definitivamente cuando estamos juntos esas me salen muy seguido. —Ya que ahora
no estás haciendo nada deberías venir conmigo a tomar algo —dijo mientras me
tomaba la mano intentando sacarme de aquel local, dando por hecho que yo
dejaría lo que estuviera haciendo para seguirlo.
—Pero…
—¡Jiji! ¡Mira
esté! —mi madre apareció felizmente con dos ridículas camisas. Yunho soltó mi
mano rápidamente y se colocó a prudente distancia de mí. —¿Te ibas? —preguntó
al ver que estaba muy cerca de la puerta. Negué con la cabeza. Casi al instante
apareció la hermana de Yunho y ambos se marcharon, él con la promesa de que
llamaría más tarde, y con la amenaza de que más me valía contestar o si no iría
hasta mi casa. Debo decir que esa idea me tentaba. Lo vi irse con una expresión
ensoñadora, como de chica-adolescente-enamorada, pues al instante mi madre me
cuestionó: — ¿Quién es él? —como la situación se presento de una rápida manera,
no pude carburar correctamente, así que no realicé las presentaciones
pertinentes.
—Ahh… un amigo
—Ahh, un amigo
¿eh? —dijo desconfiadamente al tiempo que me daba una escrutadora mirada
arqueando las cejas.
—Sí, un amigo —eso
no pude evitar decirlo con un susurro casi ahogado. Porque yo quería ser algo
más…
Mamá no comentó
nada más, solo se dedico a hacerme probar una y otra vez trajes cada vez más
ridículos, y de vez en cuando una foto si me descuidaba. Eso me hacía feliz.
Hace tiempo que no pasaba un buen rato con ella, se debía más que nada a sus
horarios de trabajo y a mis extensas horas de práctica en la Academia de Artes.
En casa solo estamos ella y yo. Cuando ocurrió el divorcio de mis padres yo era
muy pequeño, mi padre poco a poco se fue distanciando hasta que un día no
volvimos a saber de él, y a mí no me hizo falta. Por esta razón madre trabajó
muy duro para darme una buena educación. «La
única herencia que recibirás de mí, será el estudio» suele decir a menudo.
Yunho cumplió
con su promesa. Por la tarde el teléfono de casa sonó. En el identificador de
llamadas apareció un número desconocido, pero que seguramente se trataría de
algún cliente de mamá así que solo respondí con la intención de tomar el recado
y dirigirme de nuevo a mi habitación, esperando el ansiado momento en que mi
celular sonase y la voz de Yunho me atrapara.
—Si. Buenas
Tardes —me salía lo secretario en momentos como ese. Bueno a ser sinceros, mamá
me ocupaba de secretario casi siempre, así que ya es una rutina contestar de
esa manera.
—… —Silencio del otro lado de la línea hizo que
arrugara el entrecejo.
—Si. Buenas
Tardes —repetí de forma más clara, creyendo que la otra persona no me había
escuchado o entendido, a veces hablo demasiado rápido.
—¿Jae? —una conocida
voz sexy y varonil me respondió. Por un momento creí quedarme sin habla. Era
verdad que estaba esperando su llamada pero no directamente una a casa. —¿Jae?
Soy Yunho.
—Sí, perdón. Me
sorprendiste un poco, creía que llamarías a mi celular.
—Sí, bueno… esa
era mi intención, pero mi celular está
de momento fuera de funcionamiento.
—Deberías
comprar uno nuevo —dije pensando que en realidad lo que no tenía era crédito o
batería. Le tiraba más a lo primero.
—Estoy ahorrando
para uno, pero no cualquiera. No me gusta tener lo que todo mundo trae.
—No te gusta la
moda ¿eso me quieres decir?
—Humm… más que
no me guste es que soy muy especial con lo que considero mío, y no me gusta
verle cosas iguales a las demás personas.
—¡Que pesado! —dije
por no decir “creído” o cualquier calificativo que le describiera.
—Si, lo sé. Pero
que quieres es uno de mis defectos —comentó con una especie de risa que escuchaba
a través del auricular. —Pero ¿Tú así me quieres no?
Aquello me
descolocó totalmente, agradecía enormemente que no lo hubiera dicho frente a
frente por que seguramente se reiría de la cara de baboso con la que me he
quedado: ojos y boca totalmente abiertos.
—S-sí, c-claro y-yo
te quiero… —dije al final después de un rato, soltando al principio nervioso
las palabras, pero mi confesión casi en un susurro. Qué fácil era decirle “Te
quiero” o “te amo” a Yoochun, pero con Yunho, no solo son palabras, son un
sentimiento. Y no es que no quiera a mi mejor amigo, pero es otra forma de
querer. Una carcajada al otro lado me
hizo regresar a mi triste realidad.
—Ya ves, te lo
dije. Yo soy perfectamente querible, adorable. Lo que todo buen sujeto debe de
ser —soltó mientras seguía riendo y yo, me quedaba con las ganas de decirle «Yo de verdad te quiero», pero solo me
mordí la lengua y callé, mientras él seguía con su monólogo narcisista. —Jae
quiero verte —dijo de pronto.
—Si aja, y luego.
—El cambio tan abrupto en la conversación me hizo creer que estaba alucinando
con lo que quería escuchar, así que omití esa parte y seguí como si no hubiese
pasado ¿Por qué en realidad no paso o sí?
—Jae, no me
estas escuchando.
—Sí, Yunho, te
estoy escuchando. Es imposible no escuchar tu letanía a cerca de lo divino que
eres.
—¿Así que
piensas que soy divino?
—Y-yo, y-yo no
dije eso. —Que torpe, torpe soy ¿Cómo pude soltar mis propios pensamientos así?
«Sí Yunho, creo que eres divino, para ser
más exactos creo que eres la cosa más sexy que conozco». Claro aquello no
lo podía decir, así que negué nerviosamente como pude, solo ganándome otra
carcajada del otro lado de la línea.
—¡Ya! Deberías admitirlo.
¡Di que soy divino! —«Oh,oh»
obviamente no diría eso, sería como confesarme de nuevo en menos de una llamada.
—Di que soy divino.
— … —
—Anda ¡Di que
soy divino!
—No, de ninguna
manera diré eso.
—Si no dices que
soy divino ahora, te atosigaré tanto que me lo dirás frente a toda la escuela.
Ahora dilo.
—Te recuerdo que
las vacaciones acaban de comenzar —pensando que con eso me libraría de aquello.
—No importa, soy
un ser muy paciente que sabrá esperar. Además siempre existen otro tipo de
lugares públicos —decía tan tranquilamente que me estaba entrando pánico por
creerlo capaz.
—¿Me estas amenazando?
—Porque si es así, será mejor que tema por mi propia integridad mental. Ya me
vi gritándole a mitad de los pasillos admitiendo que es divino, con todo mundo
viendo mi rostro totalmente rojo. ¡Oh no!
—No es una
amenaza, tómalo más bien como una advertencia. Será mejor que me hagas caso.
—… —Mi mente
trataba de procesar la mejor solución para no decirle lo condenadamente sexy
que lo creía y a la vez no pasar por la penosa declaración de amor en los
pasillos de la escuela o peor aún, en alguna plaza.
—Estoy esperando.
—¡Esta bien! Ah-h…
humm… e-e-ersdivno.
—¿Qué? No lo
escuche claramente.
—Ersdivno —volví
a repetir, juntando las palabras y diciéndolas lo más rápido que podía.
—A ver Jae. Eso
no cuenta por lo que notablemente no te dejaré en paz hasta que lo digas en
público.
—¡Nooo! —grité
desesperado. No quiero vivir una humillación/confesión pública. —E-eh… —respira
uno, dos, tres. —Eres divino.
Pude escuchar
una risa de complacencia, mientras que yo sentía cómo el calor se alojaba en mi
rostro. De no ser porque claramente es invierno, diría que mi temperatura
corporal es de verano. Calor, calor. Lo único bueno de todo este asunto, es que
él no puede verme.
—Entonces ¿Qué
dices Jae?
—¿Ah? —creo que
me perdí en algún momento entre su risa y mi calor.
—Quiero verte
Jae —dijo en un tono más serio, quizá hasta seductor, utilizando esa voz sexy y
profunda. —Salgamos a algún lado —efectivamente esta vez no me lo estaba
imaginando. Me quería ver…
« ¤
» « ¤ » « ¤ »
Tal como habíamos
quedado, me dirigía hacía el parque uno cercano mi casa. Convenientemente por
las mañanas viene a correr a este sitio y como yo soy muy perezoso para
levantarme temprano jamás le había visto, así que de no ser por él no me habría
enterado que viene casi todos los días por aquí.
El parque en sí
mismo es más una pequeña reserva ecológica que parque, por el lado derecho
tiene una larga pista donde puedes correr libremente. Frente a ella, al lado
izquierdo están los juegos: columpios, resbaladillas, barras, pasamanos, sube y
baja, de todo ese tipo de cosas, en donde no solo los chiquillos pueden
divertirse. Por todo alrededor del parque se encuentra un pasillo que la rodea,
y con caminos intermedios para que te adentres en ella, llegando a las
múltiples palapas que ofrece para descansar, o bien celebrar pequeñas
reuniones. Si sigues caminando por el lado donde se encuentran los columpios
encontraras una mini-reconstrucción de cómo sería un desierto. Me gusta ahí. Es
relajante, tranquilo.
Ahí me espera Yunho…
Sentado sobre un
tronco que sirve de banco mira tranquilamente el cielo. Al verme aproximándome,
sonríe. Me gusta tanto que haga aquello, con cada mirada, con cada sonrisa
mueve mi mundo de forma tal que solo para esos momentos existo. Pero en cuanto
desvía la mirada, mi realidad me golpea de frente.
—Viniste —dijo
mientras se levantaba adelantándose unos pasos para recibirme.
—Siento la
demora.
—No importa,
ahora estas aquí —dijo con un tono cálido que me hizo sentir un calorcito
agradable naciente de mi pecho que recorre mi cuerpo. Hace frío, pero aún no el
suficiente para que comience a nevar. Sus manos llevan guantes negros,
contrastantes con la blanca sudadera que trae.
—Te enfermarás.
Vienes muy primaveral —le comenté. Dándole a entender que si ropa se veía
bastante ligera para que el frío no se colase a través de ella.
—Si tengo frío
me abrazaré a ti. Tú te ves muy calientito —dijo sonriéndome al tiempo que me
atrapaba entre sus brazos.
Me gusta… me
gusta sentirme entre tus brazos… me llenan de calidez… seguridad… podría hasta
decir que me siento querido…
Lentamente me
separo de él y le sonrío. Deseo tanto poder besar sus labios, que cada caricia
que me da sea con el mismo amor que yo le tengo a él…
«Deseo tanto que me ames Yunho».
Hablando de
cosas triviales, de chismes en la escuela, de si Fulanito ya andaba con
Fulanita, que si el maestro tal era esto o aquello, caminamos por todo el
parque, primero tomamos el camino periférico, pero después de un rato llegamos
de nuevo al inicio, a mí se me hizo corto, pues con él el tiempo pasa muy
rápido.
«¡Maldito
parque, juraba que eras más grande!», no pudiendo reprimir una ligera
queja, queja que no paso desapercibida para él, así que me condujo por los
pasillos interiores, encontrándonos sobre el camino algunas ardillas que se
paseaban descaradamente frente a nosotros, pues, acostumbradas al contacto
humano, esperaban a obtener una galleta o algo que las alimentara. No lo
resistí, me acerqué despacio, procurando no asustarla y le regale una galleta.
Podía notar la mirada de mi acompañante sobre mi espalda, no voltee a mirarlo,
quizá su mirada reflejaba curiosidad, inclusive hasta ternura, o eso quiero
creer, no lo comprobé ya que estaba más interesado en el pequeño y curioso
roedor que tenia frente a mí.
Una vez que
obtuvo lo que quiso, la ardilla se fue tan rápido como pudo, cargando felizmente
su galleta hasta su madriguera. La seguí con la mirada y me acerque un poco a
ese árbol en el cuál desapareció. Un impulso por querer treparme nació en mí.
Nunca fui bueno en esas cosas, pero este parecía un gran, gran árbol y además
una de sus ramas no estaba tan alta, por lo que se notaba amable para trepar.
—Ni lo pienses —escuche
detrás de mí.
—¿Por qué no? —dije,
volteando a ver a mi interlocutor, que solo me dedico una mirada divertida.
—Pues porque no
te ves muy hábil —dijo como si la respuesta fuera más que obvia.
Aquello ofendió
al niño que llevo dentro. Solté un ligero bufido dándole a entender un “espera
y verás”. Remangué mi chamarra y miré mi objetivo: la rama de ese árbol.
—¡Hey! —Me hizo
girarme una vez más a verlo. —No te vayas a caer —dijo en un tono burlón, lo
que incentivó más mi deseo por trepar. Y, todo pasó antes de que volteara hacia
mi objetivo.
—¡AHHHHH! —algo
pequeño, peludo y con garritas había saltado sobre uno de mi hombro derecho,
sacándome del susto, hasta el alma… por decirlo así.
La pequeña
ardilla pasó por mi espalda hasta dar con su objetivo: mi empaque de galletas,
y después simplemente se marcho arrastrándolo con ella. Estaba tan asustado que
ni siquiera me di cuenta de cómo fue que llegue a los brazos de Yunho, hasta que
unas palmaditas en la espalda me hicieron consciente de mi lugar en este
espacio. Con un brazo aferraba mi cintura no muy fuerte, pero si un amarre
seguro y con la otra alternaba sus palmaditas con suaves caricias, obligándome
a recargar mi cabeza en su hombro, escondiendo mi rostro entre su cuello.
—Ya, ya —decía
mientras trataba de tranquilizarme.
Aquella era una
bizarra situación: ¡YO asustado de una rata! Si, ya no era una linda ardilla,
no ahora era una rata. Pero siendo así, estaba feliz. El aroma de Yunho… la
calidez de su cuerpo… su voz… su respiración acompasada… los tum-tum de su
corazón… No hay mejor lugar en el mundo que estar ahí, entre esos brazos… lo
quiero tanto…
Cuando me
tranquilicé, las carcajadas de Yunho no se hicieron esperar, arruinando todo el
romántico momento que había creado tan solo unos segundos antes. Y, la verdad
no lo culpaba, así que pronto comencé a reír con él.
El tiempo
transcurrió demasiado pronto para mi gusto, el atardecer se hizo presente, y
con él un aire gélido que soplaba de vez en vez. Esperaba por el momento en que
Yunho me estrechara nuevamente entre sus brazos con la excusa de tener frío,
pero eso no paso. Una hoja cayó sobre su cabello. Levante mi mano para
retirarla. Sé que pude simplemente haberle dicho que tenía una hoja en la
cabeza, pero no, solo era un pretexto para poder acercarme a él y acariciar su
rostro. Bien sé que mis sentimientos son unilaterales, que quizá tiene un
sentimiento cálido hacia mí, pero no me quiere de la manera en que yo lo
quiero. Y, aún así, quiero estar con él…
Mis dedos se
deslizaron por su rostro, solo rozando con las yemas de mis dedos. Con
parsimonia retire la hoja de su cabello… sus ojos se encontraron con los míos…
marrones, profundos y cálidos… le sonrío, no debo caer bajo el embrujo de
ellos… mis manos se toman la libertad de darle una suave caricia a su rostro…
se estremece…
—Estas frío —me
dice, pero no rehúye a mi toque. Le sonrío más abiertamente mientras regreso mi
mano a donde debe de estar, a mis costados.
Le tomó quizá un
segundo decidirse, se sacó el guante de la mano izquierda y me lo ofreció. No
lo tomé, bien puedo mantener mis manos tibias si las tengo dentro de mi
chamarra. Al ver esto opto por ponérmelo él mismo. Y luego, sin decir más tomó
mi mano derecha y emprendimos el camino. Juntos, tomados de las manos.
—Siempre tienes
las manos frías —afirmó. Yo solo me podía sentir en mi nube porque él me
llevaba de la mano, y desde ahí se generaba un calorcito que abrigaba todo mi
ser.
—Mamá dice que
las personas con manos frías tienen un cálido corazón.
—Sin duda es
cierto. Tú tienes el corazón más cándido que conozco —dijo deteniéndose para
mirarme a los ojos, logrando así que los colores subieran a mi rostro.
Desafortunadamente
para mí, ir tomados de las manos solo duró hasta que entramos en su auto, y no
pude más que sentir un escalofrío al no tener ese cálido toque. Cuando
estuvimos frente a la puerta de mi casa y justamente antes de que entrara, tomo
mi rostro entre sus manos… con todo mi cuerpo mandando vibraciones al reconocer
el calor de sus manos… cerré los ojos esperando, rogando que besara mis labios,
pero, solo depositó un suave beso en mi frente.
—Jae, quizá esta
sea la última vez que nos veamos —mi mente se quedó en blanco. —Iré con mi
familia a otra ciudad —aún no reaccionaba.
—¿C-cu-cuando t-te
vas? —pregunté temerosamente.
—En unas horas —baje
la mirada, los ojos me escocían. Yunho se iba y no lo volvería a ver. De nuevo
me sentí rodeado entre sus brazos. —Prometo que estaremos en contacto.
Beso de nuevo mi
frente y acerco sus labios a los míos, pero el beso lo colocó en mi mejilla. Me
sonrió, subió en su auto y se fue.
10 comentarios:
Por qué Yunho actúa así con JaeJoong?, por qué decirle hasta al último momento que se iba, eso es crueeel! TT, pobre Jae, debió ser un golpe duro, de por si Yunho parece resistirse a sus sentimientos y ahora se irá lejos... asdsjffjdof, no sé que pasará entre ellos, esto se quedó súper interesante, mil gracias por compartir, te leo en el siguiente capítulo!
muy muy interesante por que no regalarle un beso en sus labios si el sabe que jae lo anhela si de todas formas ya se va y lo deja así de confuso por la repentina noticia es malo al decir esto en el ultimo momento antes de dejarlo
noooo YUnho se va , no me gustas como ilusiona a mi bello Jae, ahora q pasara, conti porfa
no me gusta ese Yunho, dándole tantas falsas esperanzas a Jae, y ahora se va el muy desdichado..... gracias por esta actualización.
Eiiiiiiiishhh!! Yunho te odio(?) Pobre de Jaejoong~~ tenerlo a la deriva con esas actitudes que solo lo confunden... no es nada bonito!! Ya me imagino lo mal que se va a poner JJ por que Yunho se va... espero que Junsu no se ponga pesado con él restregandole en la cara su "relación cercana" con Yunho u.u si no, voy a terminar odiando al delfín trasero de pato u.ú
no me gusta el juego que hace Yunho ,él sabe bien que Jae muere por sus huesos y el decirle hasta último momento que se iba a otra ciudad lo ví cruel de su parte. Jae sufre y se ilusiona por las falsas esperanzas que le da Yunho.
debería de aclararse de una vez por qué es así y por qué manda esos mensajes tan ambiguos.
gracias por la actualización.
Que malo lo ilusiona y luego lo destruye es tan bajo eso u u
Ojala q jaejoong tenga o encuentre a algien y trate de conquistarlo ya q yunho Se largara. Que sea cualqiera menos changmin, odio el minjae e.e
Ame el capitulo
Estoy odiando el comportamiento de Yunho no se porque actúa de eaa manera esta jugando con los sentimientos de Jaejoong y cada vez que lo ilusiona lo lastima también u.u eso es muy cruel y ahora se va :/
Yunho malo, nada más lo ilusiona, lo sube hasta las nubes y al último lo baja sin consideración diciéndole que es la última vez que se ven, que cruel...
Gracias
Es una broma cruel de Yunho ¿¡verdad!? Como que se va.. .por que.. ..Oh Yunho tiene tantos secretos.. ..si es obvio que ama a Jae...que hace.. .por que no pelea por el.. ..a que le teme.. ..si me dices que esta enfermo de algo terminal voy a llorar.. ..
De verdad me encanta.. ..esta tan bueno.. ..mil gracias.. ..ahora llorare con Jae.. .
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