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lunes, 28 de abril de 2014

FATED: CAPITULO 1




—¡Vamos golpéalo, YunHo! —gritaban animándolo.

—¡Tú puedes EunJi! —gritaban los del otro bando.

Todos en un corro de curiosos que animaban a ese par de chicos a darse golpes para probar su fuerza. En una manada, como lo era aquella de lobos, no era de extrañar que los cachorros desde muy pequeños trataran de probar su fuerza.

—¡Me rindo! —finalmente EunJi tiró la toalla. A pesar de ser dos años más grande que el mocoso con el que se enfrentaba, no cabía duda de que YunHo provenía de un  gran linaje de Alfas. Ni siquiera habían probado sus fauces lobunas y él ya se había subyugado ante la fuerza de YunHo.

YunHo sacudió sus ropas llenas de polvo y miró con suficiencia alrededor suyo, jamás había perdido una pelea, y ésta no sería la excepción. Muchos de sus amigos no estaban seguros de que enrollarse en una lucha con EunJi fuera buena idea, ya que el chico no solo era más grande que YunHo, sino que también poseía buenos genes.

EunJi sacudió su cabeza, sonriendo al comprobar la fuerza del quién sería el siguiente alfa. No le molestaba en lo más mínimo haber perdido la batalla, de hecho había disfrutado de ella, solo esperaba que con el paso de los años YunHo dejara de ser un idiota y se comportara a la altura.

Por su parte, los castaños ojos de YunHo buscaban fervientemente con la mirada a unos delicados ojos verdes. Desde que recordaba YunHo no veía el momento de llegar a su primera luna como adulto. Él estaba seguro como el infierno de que Go AhRa era su pareja predestinada, porque nadie pasaba toda su infancia enamorado de la misma niña, y es que, a los ojos de YunHo no existía en el mundo ser más bello que la dueña de los ojos verdes.

Con la mirada recorrió toda la plazuela donde había ocurrido el incidente, pero sus ojos jamás se toparon con los ojos verdes que tanto anhelaba, en su lugar, unos profundos ojos negros lo miraban desde detrás de un árbol. YunHo siempre encontraba, de alguna manera, incómoda la mirada de ese escuálido chiquillo. Algunas veces quería golpearlo por el solo hecho de atreverse a mirarlo, otras, solo quería rascarle detrás de las orejas cuando lo miraba con esos enormes ojos de cachorro. Sin embargo, lo único que hacía era ignorarlo. Por oídos de otros, había escuchado que, sí bien, el JaeJoong no era exactamente un guerrero, tampoco era alguien fácil de intimidar, de hecho, la pequeña mierda tenía un carácter de los mil demonios cuando trataban de meterse con él. YunHo creía que eso no concordaba con el aspecto del chico, ya que JaeJoong poseía una extraña belleza, un tanto femenina, su cabello negro como el ala de un cuervo contrastaba con su piel blanca como la nieve, y sus enormes ojos negros a juego con su cabello resaltaban en su rostro junto con sus rojos y abultados labios. ¡Quién diablos parecía la viva imagen de Blancanieves! Eso era simplemente aterrador.

Con un estremecimiento, YunHo siguió buscando a su tan anhelada chica, y al hallarla a un costado de la plazuela se dirigió hacia allá con su siempre fiel banda de amigos.

JaeJoong suspiró, un tanto triste, pero a la vez feliz porque YunHo le dedicó una mirada, y no una como las que usualmente le da, de esas que dicen “muere gusano”, no, fue diferente. No estaba seguro de que era, pero sabía que era diferente y una ligera sonrisa adornó su bonito rostro, una que no llegó a ser completamente una sonrisa al ver a donde se dirigía su amor platónico.

Y es que estaba seguro de eso, pero aún así, su pecho se llenaba de un dolor parecido a los piquetes de abejas cuando lo veía hablarle y sonreírle de esa manera a Go AhRa.

* * *

JaeJoong miraba al tipo frente a él, una verdadera montaña de hombre, pero ni aún así se iba a amedrentar, no le daría ese gusto. Maldecía internamente por ser demasiado flaco para ser un shifter lobo. Si bien no era un enano, eso no tenía nada en comparación con los músculos bien marcados de aquel sujeto y los veinte centímetros que le sacaba.

—¿Y bien, bonita? ¿Qué vas a hacer para recompensarme por haber tirado mi delicioso helado? —soltó con una voz áspera muy cerca de su rostro.

«¿Bonita?»

JaeJoong destrozaría al tipo por llamarlo de esa manera, pero hizo a un lado ese pensamiento cuando el aliento del tipo se coló por sus fosas nasales. Arrugó inmediatamente la nariz, podría ser flaco, pero eso no le impedía tener todos los demás sentidos de un lobo, eso incluía el olfato, y a ese sujeto le urgía una menta.

—Podrías simplemente dejar de invadir mi espacio personal —refutó con insolencia. —Realmente deberías moverte, no quisiera regresar a casa oliendo como a vaca muerta por culpa de tu maldito aliento.

Eso descontroló un poco al enorme sujeto, lo suficiente para que JaeJoong pudiera escaparse de su cerco. Sin embargo, el tipo no estaba dispuesto a dejarlo ir tan pronto.

—¿Te crees una reina o qué? —dijo, reteniéndolo de una muñeca. —Pagarás por mi maldito helado o te daré tal paliza que tu bonito rostro se deformará.

JaeJoong bufó fuertemente. Pero ¿qué diablos se creían todos esos tipos? ¿Por qué todos creía que era fácil intimidarlo? No sabía qué pasaba exactamente por la cabeza de muchos, sin embargo no había nada más erróneo que creer que por ser un tanto flaco, JaeJoong se dejaría mangonear por cualquier tipo con varios kilos de más.

JaeJoong abrió los ojos cuando vio la enorme mano del tipo alzarse hacia él. No le dio tiempo de reaccionar lo suficientemente rápido, por lo que la extendida palma golpeó con fuerza la mejilla izquierda de JaeJoong.

Por lo general, JaeJoong evadía los golpes, siempre era mejor llevar las batallas en el plano de las palabras, pero este sujeto le había golpeado sin dejar siquiera que JaeJoong expusiera todo lo que pensaba acerca de él.

Miró a aquel tipo con verdadero odio cuando se dio cuenta de que su mejilla quedaría marcada por un buen rato, con lo sensible de su piel seguro tendría los cuatro dedos bien marcados.

Odiaba a aquellos que, por su complexión se creían seres superiores. Y para demostrar que el tipo solo era un imbécil, y claro, para vengarse por el golpe, JaeJoong le propinó un puntapié con tal fuerza en la espinilla, que, de haber sido humano, seguro una fractura le hubiera dejado. Pero, siendo shifter, el enorme lobo solo aulló por el dolor, brincando en un pie mientras se sostenía el golpeado con ambas manos.

JaeJoong no esperaría a que el tipo se recompusiera. Si hubiese sido una pelea justa, quizá lo habría considerado, pero a quien iba a engañar, jamás se había metido en una pelea que él llamaría justa; la mayor parte de ellas era en defensa de su integridad, por lo que había aprendido uno o dos trucos si las palabras no eran suficientes, y uno de estos trucos decía que si le daba ventaja al enemigo entonces este lo capturaría y lo torturaría de muy diversas formas. Por lo que, lo tomó por los hombros, levantó la rodilla hasta sus partes nobles y golpeó con fuerza. Eso llevó al sujeto a tener un dolor aún más grande que el de su espinilla.

Cuando el tipo se dejo caer en el suelo por el dolor, JaeJoong se sentó a horcajadas sobre él y zambutió el cono de helado, tirado a un costado de ellos, sobre la boca del hombre montaña.

—Ahí tienes el maldito helado que tanto pedías —dijo mientras se levantaba y huía de la escena.

JaeJoong iba refunfuñando camino a casa, ese tipo lo pensaría dos veces antes de meterse con él de nuevo. Bueno, eso es lo que un tipo normal de la manada haría, pero no ese sujeto. JaeJoong no sabía que era exactamente lo que empecinaba a aquel tipo a tratar de intimidarlo. Muchos otros habían dado marcha atrás en cuanto veían a la pequeña fierecilla que era.

¿Cómo había llegado a meterse en ese problema? Entonces JaeJoong recordó los fuertes músculos de YunHo, el bronceado de su piel, las gotas de sudor que resbalaban por ella, la sonrisa de satisfacción que tenía después de aquella pelea. Porque sí, si bien habían pasado ya varios años desde que supo que jamás sería correspondido, eso no le impedía seguir soñando con ese hombre. Y más ahora que su primera luna llena como adulto se estaba acercando.

Metió las manos a sus bolsillos y se encogió de hombros al mirar al hombre de sus sueños con AhRa. Platicaban amenamente frente al kiosco que adornaba el pequeño parque en el que se había llevado a cabo la trifulca.

JaeJoong había llegado ahí como siempre, siguiendo discretamente a YunHo y su pandilla. Al parecer alguien había tratado de ligar con AhRa, por lo que YunHo había venido a poner fin al asunto. Observaba como siempre, de lejos como YunHo propinaba golpe tras golpe, defendiendo lo que creía suyo. En su mente JaeJoong fantaseaba con que YunHo algún día peleara por él, y en sus fantasías fue que ocurrió el accidente. No había tenido intención de molestar a nadie, pero las cosas nunca estaban a su favor, por lo que ese tipo trató de meterse con él.

—Pfff —suspiró. Ni hablar, tendría que encontrar una buena excusa para justificar la marca en su mejilla.

De alguna manera los ojos cafés de YunHo se posaron en él, como si lo hubiera llamado con la mente. Levantó una ceja y siguió platicando con AhRa. JaeJoong sintió sus mejillas hervir como cada que YunHo lo miraba, pero rápidamente recordó su lugar, se colocó la capucha de su sudadera y volvió a meter las manos en sus bolsillos para regresar  a casa.

* * *

—¡Paga! —gritaron a sus espaldas. YunHo gruñó al reconocer la voz que le hablaba. —La pequeña mierda lo ha hecho de nuevo, le dio un buen puntapié que casi le rompe el peroné a KyuBok —comentaba el chico animosamente.

—ChangMin, ¿no ves que estás interrumpiendo? —dijo YunHo, pues justo ahora estaba proponiéndole unas buenas cosas a AhRa para el día de luna.

ChangMin miró primero a uno y luego al otro, entonces decidió que no, que ahí no había nada más interesante que relatar lo que el pequeño lobo había hecho. —Debiste haberlo visto YunHo, le dio un golpe tan fuerte en los bajos que hasta yo sentí dolor.

—Creí que habías dicho que dio un puntapié en el peroné.

—Sí, así fue, pero eso solo logró enojar a KyoBok, eso y el hecho de que le dijo la verdad acerca de su aliento, por lo que KyoBok lo golpeó. Ahora ¡paga! —comentó de manera rápida ChangMin.

YunHo gruñó de nuevo, pero eso no intimidó al alto muchacho que se encontraba con la mano extendida esperando por el pago de una tonta apuesta.

Ahora YunHo sabía de dónde había obtenido la marca rojiza que había divisado en la mejilla JaeJoong. No es que se sintiera especialmente preocupado por él, solo pasaba, lo que YunHo llamaría, simple curiosidad por el chiquillo.

Por lo general JaeJoong evitaba los problemas, pero ellos iban a él de una u otra forma. La estructura ósea y la fragilidad que JaeJoong aparentaba, atraía los problemas como los imanes al metal. Era fácil meterse con alguien como él, o eso pensaba la mayoría, sin embargo, JaeJoong había sobrellevado bien el asunto de la intimidación. Un lobo escuálido como él no resistía mucho en la manada si no tenía un compañero que lo defendiera.

JaeJoong vivía solo con su madre, su padre había fallecido cuando eran pequeños, por lo que los chicos se metían con él constantemente. Aunque pronto aprendieron a tenerle respeto a la pequeña fiera. Más no por eso, iban a dejar de molestarle. Es más YunHo casi siempre apostaba para ver quién realmente tenía los suficientes pantalones para intimidarlo, por lo que muchos aceptaban el reto.

Aunque KyuBok era una historia totalmente diferente, al tipo realmente le fascinaría retorcer el delicado cuello del pequeño lobo.

YunHo gruñó de nuevo, KyuBok no le agradaba ni en lo más mínimo. Ese tipo solo esperaba una oportunidad para hacerse del lugar del alfa. Lástima para él que el padre de YunHo fuera aún un muy fuerte contrincante para cualquiera, y sentía aún más lástima por el tipo ya que siempre había rehuido a una pelea callejera con YunHo. Lo único que hacía era intimidar a los lobos pequeños, eso incluía a JaeJoong, aunque este último no era precisamente material para intimidar.

Con una mueca YunHo sacó de su cartera algunos billetes, los colocó en la palma extendida de ChangMin y con un ligero zape esperó borrar la sonrisa de suficiencia que el cachorro tenía. No lo logró. ChangMin era aún joven, era todo un buscapleitos, pero no dejaba de ser el hermanito menor del YunHo, el segundo en la lista del los hijos del alfa, aunque a ChangMin nunca le había interesado realmente, para eso estaba YunHo.

—Eres tan amable —dijo ChangMin, probablemente imaginando lo que compraría para comer con ese dinero. —Aunque estoy un poco preocupado —comentó de manera más seria. ChangMin podría ser un dolor en el culo cuando quería, pero era el cachorro más inteligente que YunHo conocía. —Ese idiota bien pudo haberle roto la mandíbula a mi fuente de ingresos —dijo rascándose la barbilla. La mayor parte del dinero para cumplir sus caprichos venía de ganar apuestas, donde casi siempre JaeJoong era el protagonista.

—Eso le ocurre por tratar de morder la cola de alguien más grande.

—Precisamente por eso. KyuBok molesta de más a JaeJoong. Estoy llegando a pensar que es su forma cavernícola de demostrar que le gusta el pequeño lobo.

YunHo reprimió un gruñido justo a tiempo, ni siquiera el mismo estaba seguro de porqué su lobo quería desbaratar al hombre ante el simple pensamiento de aquello. Imaginaba que era porque su primera luna como adulto se acercaba así que no tenía control total sobre él.

—Eso quedará sentado cuando lo tome en la próxima luna llena —comentó AhRa, quien se había mantenido al margen de la conversación.

—Eso no pasará —aseguró YunHo rápidamente. Tanto AhRa como ChangMin lo miraron inquisitivamente, por lo que se encogió de hombros y añadió: —JaeJoong es solo un cachorro, no creo que tenga la edad para jugar con los mayores.

—Humm si no mal recuerdo, JaeJoong es unos días más grande que tú. Se unirá a las ligas mayores en la próxima luna, justo como ustedes —ChangMin agregó como breviario cultural aquel dato.

YunHo sintió un golpe invisible en las tripas ante el hecho de que el pequeño hombre se uniría con los demás a la carrera de cada luna llena, esperaba por su bien que el chico encontrara pronto a su pareja, de lo contrario muchos tratarían de sobrepasarse. Su lobo arañaba dentro de él ante este hecho, pero nada podía hacer, debía ser su instinto de alfa que lo obligaba a prestar protección a los más necesitados.

* * *

JaeJoong entró despacio por la puerta trasera, tratando de no hacer ruido, cuidando cada paso que daba sobre la crujiente madera.

—Te escucho, así que ven aquí —su madre llamó desde algún lugar de la casa.

JaeJoong no quería preocuparla, por eso había entrado a hurtadillas, el golpe en su mejilla no desapareció, por el contrario, se volvió de un color verdusco. Aún le dolía la mandíbula, el desgraciado tenía demasiado músculo para su poco cerebro.

Con nada de ganas, JaeJoong se acercó a la sala de estar donde su madre se encontraba. Le partía el alma cada vez que veía dolor en los ojos de su madre, la mayor parte de las veces era cuando JaeJoong regresaba a casa con algunos arañazos o golpes. Cuando niño sucedían más a menudo, pero pronto empezó a defenderse.

—¡Oh, mi amor! —exclamó su madre al verlo. —¿Quién te ha hecho esto? —susurró al tiempo en que se acercaba a él y suavemente acariciaba la mejilla golpeada.

JaeJoong se mantenía guardando silencio, que caso tendría decirle que el estúpido de KyuBok trató de intimidarlo, de nuevo, solo que esta vez su mano conectó directamente con su mejilla.

Mientras su madre ponía infusiones sobre su mejilla, le quitó el relicario que siempre traía en el cuello. —Lo siento tanto mi niño, siento tanto que tengas que pasar por esto —le decía. Siempre le decía eso, pero JaeJoong nunca entendía por qué, aunque creía que su madre se culpaba por el hecho de tener a un hijo escuálido, sin embargo, el cariño que su madre le tenía no concordaba con eso.

—Mamá… —la llamó. Ella le sonrió mientras rellenaba el interior del pequeño relicario con algunas hierbas, para después volverlo a colocar en el cuello de su hijo. Desde que JaeJoong recordaba ha usado ese relicario, su madre siempre dijo que era para su protección hasta que encontrara a su pareja predestinada. —Mamá… —su madre se ocupaba en servirse a ambos un té. —Mamá ¿por qué debo usar esto? —preguntó de nuevo, como cada que su madre cambiaba las hierbas dentro de él.

Su madre se detuvo unos instantes antes de sonreír y dar su acostumbrada respuesta: —Es para tu protección. Lo dejarás de usar cuando encuentres a tu pareja.

—¿Eso es todo, mamá? —cuestionó. JaeJoong sabía que había algo más ahí, pero nunca había querido presionar, aún cuando la mirada de culpa de su madre se instalaba cada que veía que la manada no aceptaba del todo a JaeJoong. ¿Sería acaso porque no tenía padre? Pero eso no era así, JaeJoong sabía que su padre había sido un gran guerrero y que había perdido la vida defendiendo a la manada. Entonces ¿por qué siempre sintió que no encajaba en ese lugar?

Su madre suspiró, colocó una taza delante de él y una frente a ella antes de tomar asiento. Nerviosamente llevó la taza a sus labios y bebió. JaeJoong aguardaba pacientemente a que su madre se relajara, de alguna manera sentía que su madre estaba a punto de liberar una bomba.

Cuando ella abrió los ojos, los normalmente ojos negros como los de él, cambiaron de color momentáneamente volviéndose azulados. JaeJoong se impactó un poco pero no dijo nada, no era la primera vez que sucedía.


—Siempre supe que este momento tendría que llegar, pero fui tan necia que lo postergué hasta este día. Creo que ha llegado el  momento de revelarte todo, mi dulce JaeJoong. 


FATED





Autor: Misuzu Black

Couple: YUNJAE

Extensión: SERIAL

Resumen:

JaeJoong siempre ha estado enamorado de YunHo, pero sabe bien que quizá él no sea su pareja destinada. Siendo un shifter lobo, JaeJoong aguarda por el momento en el que su primera luna llena como adulto marqué un cambio significativo para él, trayéndole el amor del chico.

YunHo solo cree sentir curiosidad por JaeJoong, simple preocupación por sus sentidos de lobo Alfa. Está totalmente seguro que el destino le dio como pareja a la chica más bonita de la manada, y sin embargo, cuando su primer celo ocurre, el más exquisito aroma lo enloquece, y no es precisamente el de la chica de la que ha estado enamorado eternamente.

Cuando JaeJoong y YunHo se involucran descubren muchas cosas sobre sí mismo, como el hecho de que JaeJoong no es cualquier shifter lobo. Pero el miedo de YunHo lo echará de su lado.

¿Podrá JaeJoong continuar su camino sin su verdadera pareja? ¿YunHo aceptará que JaeJoong es el compañero que el destino le otorgó o seguirá el curso que como futuro alfa se le tiene programado?


Dedicado a SeoHyeon Jeong por apoyarme siempre (y por darme la idea del FF)


Lista de Capítulos:
CAPITULO 1
CAPITULO 2
CAPITULO 3
CAPITULO 4
CAPITULO 5
CAPITULO 6
CAPITULO 7
CAPITULO 8
CAPITULO 9
CAPITULO 10
CAPITULO 11
CAPITULO 12
CAPITULO 13
CAPITULO 14
CAPITULO 15
CAPITULO 16
CAPITULO 17
CAPITULO 18
CAPITULO 19
CAPITULO 20
CAPITULO 21
CAPITULO 22
CAPITULO 23
CAPITULO 24
CAPITULO 25
CAPITULO 26
CAPITULO 27
CAPITULO 28
CAPITULO 29 FINAL
CAPITULO EXTRA
EPÍLOGO


Créditos de la portada a Miurka Naomy Najaeri
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N/A: Me gustaría ponerle una imagen a mis fics, pero la verdad soy muy mala para ello. Me preguntaba si habría alguien que pudiera asesorarme o ayudarme con la imagen. Lo agradecería infinitamente :)




TOMA MI MANO: CAPITULO 10


YunHo no pudo salir corriendo como él habría querido. Cuando vió a JaeJoong marcharse con toda la dignidad que tenía y colgados de sus brazos dos niños, sintió que algo muy dentro de su ser se resquebrajaba, cómo si le hubiera fallado a las dos personas más importantes de su vida.

BoA a su lado esperaba por una explicación, mientras los demás veían con espanto a la forma en la que JaeJoong se había comportado. Unos decían «Pero que mala educación» o el típico «¿Cómo se atreve?» con sus voces llenas de falsedad. La verdad era que a todas aquellas mujeres les había encantado el espectáculo, solo iban allí para cuchichear y después de hoy tendrían mucho de que hablar.

―YunHo, sé que no he sido la mejor novia, pero ¿engañarme con él? ¿con un chico? ―comenzaba su prometida con ojos llorosos, convirtiéndose en el nuevo blanco de los cuchicheos.

―BoA. Guarda silencio ―dijo con un tono seco. Ella sabía que YunHo despreciaba ese tipo de escenas de celos estúpidos. BoA abrió los ojos indignada, dispuesta a replicar, pero él no le daría oportunidad. ―Él es la madre del niño, sí. Que los invité a tomar un helado, sí, también. Pero de ahí a que él y yo tengamos algo es muy diferente. Tú sabes cómo me gustan los niños y dado que tú no quieres tener uno hasta dentro de muchos años, no te asombres que le haga mimos a otros chiquillos. Además, se me hizo un buen acto de caridad traer al pequeño a este lugar “taan anunciado”. No sé por qué te molestas, si cuando quiero comer dulces dices que te pones gorda, y el chico, como te dije, solo venia acompañando a su hijo.

Sin decir más se dio la vuelta y se marchó. Cada palabra de supuesta indiferencia le había dolido y ahora su corazón corría desesperado en busca de aquellas dos personitas, sabiendo que había hecho mal al no defenderos y al llevarlos a ese lugar.

Buscando sin hallar regresó a la florería, pero no les encontró en allí. Subiendo a su auto, de nuevo, dio varias vueltas por la manzana, esperando encontrarlos. No quería ir directamente  a su casa, ya que no creía que estuvieran ahí, sin embargo, si no los encontraba, iría ahí para disculparse, comprobar que estuvieran bien y devolver el gastado bolso de JaeJoong, que había dejado olvidado en el lugar.

Después de dar dos vueltas por la misma zona, un parque donde había niños le llamó la atención. Estacionó su auto cerca, decidido a ver que estuvieran ahí.

Efectivamente, nada más acercarse a la reja, los chillidos alegres de Bichito llegaron a sus oídos, además de otro no conocido. A través de la reja, pudo ver a los chiquillos correr, gritar alegremente, subirse a las resbaladillas y llenarse de tierra mientras jugaban. Al ver así al pequeño, su corazón se llenó de alegría. No entendía el por que, pero ese niño ya estaba muy dentro de su ser.

Con la vista siguió buscando a la madre del pequeño, pero un frío viento le heló el corazón al hallarlo. JaeJoong estaba a solo unos pasos más de Bichito, bajo la sombra de un gran árbol, sosteniendo la mano de un hombre, mientras le daba cariñitos en la espalda.

YunHo sintió como serpiente despertaba dentro de él. No le agradaba nada ver a JaeJoong confortando a aquel sujeto, porque sí, incluso desde donde estaba, podía apreciar la angustia que carcomía a aquel hombre, pero eso no mitigaba los celos que sentía.

«¿Celos?»

YunHo inmediatamente negó con la cabeza. «Solo es preocupación» se dijo. Asintió a su propia conclusión, pero aún así, aún así, al verlos, no podía dejar de sentir esa incómoda sensación de tener una bestia llena de furia dentro de él.

Quizá se debía a que JaeJoong se portaba amable, incluso hasta cariñoso, no había sombra alguna de tensión sobre sus hombros o incomodidad como la que tenía minutos antes cuando estaba con YunHo. Apretó sus puños, sus ojos se negaban a dejar de ver a JaeJoong con aquel sujeto.

Por su mente pasaban miles de estrategias para interrumpir cualquiera que fuera la conversación que se estaba sucintando debajo de aquel árbol, sin embargo, el llanto de uno de los pequeños se le adelantó.

El niño que jugaba con Bichito había caído y ahora lloraba. El hombre se acercó rápidamente comenzado a susurrar palabras de tranquilidad, al tiempo que revisaba al pequeño.

―Ven acá ―dijo. ―Papá va a cantarte una canción para que ya no te duela ―le comentó al pequeño que lo miraba con ojos llorosos.

Cuando aquel hombre comenzó a cantar con una dulce voz, su vista giró automáticamente a JaeJoong y Bichito, ambos muy cerca de la escena. La mirada de Bichito era de total embelesamiento al escucharlo cantar, era como si le contaran un gran cuento pero cantando sobre cosas de amor y valor. Lo que realmente preocupó a YunHo, fue la cálida mirada que JaeJoong le dedico al hombre cantando, una que solo le había visto darle a Bichito.

Sin saber que hacer, y sintiéndose totalmente apartado de aquella escena, YunHo soltó la reja en dirección de su auto, alejándose de ellos.

« ¤ » « ¤ » « ¤ »

JaeJoong apretaba cálidamente el hombro de YooChun cuando le contaba la historia, lo duro que había sido sobrellevar la muerte de su hermana y tratar de criar a Bonhwa, lo mal que la pasaba pues esa mujer los perseguía por la ciudad, acechando en cada trabajo que YooChun encontraba, para así lograr que él y el pequeño lo pasaran mal.

YooChun había pensado mucho en mudarse de la ciudad, pero siempre, por alguna circunstancia, no podía dejarla, al principio porque Bonhwa era demasiado enfermizo, después por no tener un lugar fijo al que llegar, ni siquiera un trabajo, y por último y más importante, solo ganaban lo justo para sobrevivir.

Había llevado a Bonhwa al trabajo pues el niño deseaba fervientemente un helado, y en el local, a los trabajadores se les hacían descuentos e incluso algunos eran gratis. Pensaba que Bonhwa sería feliz si además de comer helados, jugara con los demás niños. Estaba claro que había sido un gran error.

JaeJoong podía ver la desesperación de YooChun pintada claramente en su rostro, afirmando que, sin ese trabajo no podría pagar la renta. Y, entre más hablaba, más seguro estaba JaeJoong de que él había sido puesto en el camino de YooChun como la señora Kim y la señora Go.

Le tomó de la mano, dándole un suave apretón, mientras que con la otra, le daba suaves cariñitos en la espalda. Le sonreía desde el corazón, porque él entendía perfectamente cómo YooChun se sentía.

Los ojos oscuros de YooChun lo miraron, lo miraron llenos de temor, pero a la vez llenos de algo que JaeJoong no podría definir, algo entre esperanza y confusión.

De repente, el llanto de uno de los niños, cortó cualquier palabra de confort que JaeJoong hubiera querido decir. Bonhwa había caído y, al escucharlo, YooChun había volado a su dirección. Mientras lo revisaba para ver los daños, le susurraba palabras de cariño, entonces JaeJoong pensó que si YunHo hubiese vivido, seguramente tendría un comportamiento similar al que YooChun tenía.

Bichito por su parte, no sabía que hacer y estuvo a punto de llorar por empatía, cuando JaeJoong se colocó a su lado, y ambos, miraban el pequeño raspón que Bonhwa se habia hecho, determinando que no era más que eso, pero, aún así, lo que sorprendió tanto a madre como a hijo, fue la interacción de Bonhwa con su padre, y de repente, Bichito también quiso tener un padre como él, olvidando por un momento a YunHo.

Cuando YooChun terminó de cantar, JaeJoong decidió invitarlos a cenar en casa, después de todo, el moreno no regresaría al trabajo pues literalmente había salido corriendo, y lo más seguro es que mañana por la mañana tuviera su sobre con su finiquito y las hipócritas palabras de agradecimiento.

Así que los cuatro decidieron pasar una buena tarde en compañía de la señora Go, quien al verlos llegar se sorprendió, ya que difícilmente JaeJoong hacía amigos y menos aún los llevaba a casa. De hecho, esta era la primera vez que un amigo de JaeJoong, que no fuera Junsu, pisaba la casa. YunHo había sido un caso aparte, ya que él había llegado de manera diferente.

La señora Go, realmente sentía curiosidad por este nuevo chico, quien venía de la mano de un pequeño de la edad de Bichito, se preguntaba por la madre del pequeño, pero al saber que ella ya no estaba más solo se disculpó por su intromisión. Por otro lado, YooChun era un tipo realmente carismático, que se daba a querer con esa sonrisa tan dulce suya y la forma en la que trataba a su pequeño hijo. Definitivamente a los ojos de la señora Go, YooChun era lo que JaeJoong necesitaba, un compañero y un excelente padre.

―Y dime YooChun, ¿vives muy lejos de aquí?

―Pues no realmente, vivo a unos cuarenta minutos de este lugar, pero creo que pronto tendré que mudarme. Buscar algo no demasiado costoso ―dijo suspirando, ya que ahora, tampoco tenía trabajo, pero omitió decir esa parte a la buena señora.

―Bueno pues puedes considerar a este edificio ―replicó la señora Go.

Los ojos de YooChun se abrieron, si bien el edificio no era el mejor, estaba totalmente descartado de sus planes, ya que el lugar estaba a solo unas cuadras de la zona céntrica por lo que sin duda sería más de lo que él podía pagar.

Al ver su expresión la señora Go se apresuró a decir: ―Sé que está un poco destartalado, pero es un buen lugar.

―No, no es eso señora, pero…

―Tampoco es demasiado costoso, si es lo que te preocupa. Está céntrico, pero siempre he mantenido un bajo perfil con respecto a la renta, ya que la mayoría de mis inquilinos son recién llegados a la ciudad o bien son estudiantes, por lo que el edificio se cae poco a poco ―esto último lo dijo más para sí misma.

Sin muchos preámbulos, YooChun se mudó al lugar, ya que estaba bien ubicado y además era mucho mejor del lugar en el que vivían, eso sin contar con que era más barato. Pensaba que le veían la cara con la renta del lugar anterior, pero bueno, ya nada podía hacer, solo buscar un nuevo empleo.

Convenientemente para la señora Go, mientras YooChun iba de un lado para el otro en busca de trabajo, ayudaba a la casera a mantener en orden el lugar, que si había que cambiar una lámpara, que si había que podar el césped, que si esto, que si lo otro. Además la compañía del chico con su hijo le hacía bastante bien a JaeJoong y Bichito. El lugar nunca había estado más vivo con esos dos corriendo de un lado al otro, ayudando a las señoras de mayor edad, aunque realmente no fueran de mucha ayuda, canturreando canciones que YooChun cantaba, haciendo miles de curiosas preguntas a los jóvenes estudiantes que les regalaban o bien un dulce o una cariñosa sacudida de cabellos.

Para YooChun, el encontrarse con JaeJoong, definitivamente fue, lo que muchos llamarían un golpe de suerte, o un golpe a su suerte, ya que ésta dio un giro de 180 grados, pues se topo con personas las cuales su móvil no era el dinero, solo le faltaba encontrar un buen trabajo, por ahora se dedicaba a hacer pequeñas empresas para los diferentes locales cercanos.

Y, para él, la suerte cambió.

Junsu, a pesar de ser todo un chico, a veces era un poco torpe y escuálido, por lo que no siempre podía con los grandes bultos en los que llegaban las flores, y ni hablar de los enormes arreglos que él mismo hacía, pero era un poco más fuerte que JaeJoong, así que entre ambos se las apañaban bien, aparte de tener a un chico trabajando medio tiempo para ayudarles con las cosas pesadas. Sin embargo, el chico decidió que era hora de continuar, pues se graduaría pronto y le habían ofrecido una pasantía en un buen lugar, así que lo dejaron marchar deseándole lo mejor.

Colocaron un letrero en la florería para indicar que se solicitaba personal. JaeJoong habría estado encantado de decirle a YooChun lo del trabajo, pero este parecía un poco reacio a que JaeJoong lo ayudara más de lo que había hecho, aunque para el pelinegro, la realidad era que no había hecho nada mas que presentarle a la señora Go y ayudarlo en la mudanza.

Finalmente no fue necesario decirle, ya que el mismo día que se colocó el letrero su nuevo amigo atravesó las puertas de cristal preguntando por el empleo.

A JaeJoong le causo curiosidad la forma tan rígida que adoptó YooChun al presentarse, pues se había topado directamente con Junsu, que lo miraba de forma extraña. La señora Kim, fue la que decidió cortar con ese raro aire que envolvió a los dos hombres. Todo esto, mientras JaeJoong observaba desde la parte trasera de la tienda intentando contener una risilla.

Para JaeJoong lo que pasó fue claro, YooChun había quedado prendado de Junsu, mientras el otro se sentía un tanto incómodo por su presencia, pero no podría asegurarlo, ya que para cuando eso sucedía, Junsu le daba la espada a JaeJoong.

Afortunadamente, JaeJoong tendría tiempo de sobra para analizarlo, ya que YooChun comenzaría a trabajar al día siguiente, quien se sorprendió al saber que era la florería en la que trabajaba JaeJoong, pero ello le hacía un tanto más feliz.

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Varios días habían pasado desde el incidente en la heladería, y a YunHo realmente le daban pocas ganas de regresar al lugar y menos aún de ver a su prometida. Sabía que debía devolver el bolso, pero no estaba demasiado seguro de cómo sería recibido.

Después de marcharse del aquel parque con la hermosa escena de una familia, YunHo había quedado un poco perdido, confundido por sus sentimientos de que ese era su lugar y no el de aquel hombre desconocido. Pero tampoco tenía el valor de dar la cara pues sabía que les había fallado a Bichito y a JaeJoong. ¡Infiernos! Ellos incluso podrían pensar que YunHo los llevó a ese lugar para que les hicieran pasar un mal rato. ¡Y vaya que lo lograron!

Pero, al menos de todo esto, YunHo sacó una cosa. El nombre del padre de Bichito: YunHo, igual que el suyo. Solo que ese YunHo llevaba varios años de fallecido y que jamás se enteró de que JaeJoong estaba en cinta, pues de haber sido él, habría evitado por todo lo posible el dejar que la muerte lo alejara de sus seres más queridos.

TOC-TOC

No necesitaba decirlo, pero sabía quien estaba al otro lado de la puerta. ―Adelante.

ChangMin entró como siempre con una pila de papeles, además de el teléfono inalámbrico de su oficina, y con una clara mueca de fastidio en su rostro. ―Ten ―dijo bruscamente, colocando los papeles en una precaria posición. ―Y ten ―gruñó, lanzándole el teléfono. ―Deberías contestarle, estoy a punto de volverme loco.

YunHo tampoco necesitaba saber quien era, por la cara que traía su primo, sabía quien estaba al otro lado de la línea: BoA.

Había estado molesto con ella desde el incidente. No solo había armado un escándalo sin conocer las verdaderas acciones que YunHo tenía, bueno quizá sí era ese instinto que las mujeres tenían, pero no por ello YunHo le iba a permitir que insultara a JaeJoong y Bichito. Además de que para él fue verdaderamente molesto tener que lidiar con sus hirientes comentarios durante la cena.

Estaba harto de esa situación, por lo que simplemente optó por hacer lo mismo que en la Heladería, dejarla hablando sola. Aquello solo pareció encender la furia de la mujer pues comenzó a despotricar en pleno restaurante, del cual ambos eran muy distinguidos clientes. Sin embargo, no volteó atrás y al salir pidió un taxi para ella.

Desde ese día no ha contestado sus llamadas. Al principio porque estaban llenas de furia y reproches, celos injustificados, bueno al menos sin pruebas claras pues a YunHo tampoco le quedaba muy claro que le pasaba con JaeJoong. Después no contestó las llamadas por la misma razón de no tener en claro que significaba para él el chico y su bebé.

YunHo quería creer que todo era por su instinto paterno, y Bichito lo despertaba muy bien, pero en el fondo sabía que no solo era eso, sabía que había algo más que lo ataba al delicado cuerpo de JaeJoong, eso sin olvidar lo bien que se sentía tenerlo entre sus brazos, o lo dulce de su perfume, o quizá eran lo rojo de sus labios o su piel blanca que se veía tan suave al tacto o…

YunHo no estaba seguro de nada, solo sabía que le carcomía el alma no poder verlos, abrazarlos, protegerlos…

Frustrado se revolvió los cabellos, mientras el teléfono de su primo sonaba. Uno, dos, tres tonos y pronto mandaría la llamada a buzón. Uno, dos, tres más y YunHo decidió contestar. Era mejor enfrentarse ahora a todo.

Pero ni él mismo estaba preparado para recibir la llamada de esa persona.

―¡Vaya! Hasta que te dignas a contestar ―habló por el otro lado de la línea la voz de una irónica mujer. La respiración de YunHo se paralizó un momento, antes de recuperarse.

―Madre ―le reconoció. Si bien amaba a su madre, ella era demasiado estricta, demasiado rígida en cuanto algunas cosas. YunHo no dudaba que todo lo que ella hacía era por su bien, pero a veces no podía dejar de pensar que era muy fría.

―Bien. Me parece perfecto que seas tú el que contesta. ¿Has desconectado el teléfono de tu oficina, cierto?

Sí, era cierto. Había ordenado a su bella secretaria no pasarle ninguna llamada, pero para asegurarse de que por tantos ruegos e insistencias BoA lograra colar la llamada, él mismo lo había desconectado.

―¡Oh! Lo debí haber desconectado involuntariamente. A veces me enredo con el cable ―mintió, utilizando la voz más inocente que pudo, esperando convencerla.

―Bueno. YunHo creo que necesitamos hablar ―dijo ella, zanjando el tema del teléfono.

―Madre, siempre hablamos ―contestó con voz cansina, sabiendo que el limitarse a decir “Madre, buenos días” o “buenas noches” y algunos asuntos sin importancia, no era hablar exactamente.

―Esto es serio YunHo ―argumentó. ―Tu prometida estuvo aquí ―anunció con una voz gélida, tanto que el moreno sintió que le helaba la sangre. Maldecía a BoA por ir de chillona con su madre. ―Creo que hay algunas cosas que se están yendo fuera de control.

―Madre, no sé que te haya dicho, pero sabes que no estoy dispuesto a tolerar escándalos por cosas sin sentido.

―Cosas sin sentido ―repitió ella, su voz sonando como advertencia. YunHo tragó duro, pero no se amedrentó. Intuía lo que BoA pudo haberle contado a su madre.

―Sí, cosas sin sentido.

―Bien, siendo así. Espero verte para la cena. Sé puntual. Tu prometida y sus padres vendrán a fijar la fecha del compromiso ―le dijo cortando las alas que YunHo pudiera tener.

Para YunHo aquello no fue inesperado, sabía que la fecha se aproximaba, pero el hecho de hacerlo realmente formal frente a toda la sociedad, lo aterró. Por un instante, el rostro  sonriente de JaeJoong apareció frente a sus ojos.

«JaeJoong…»


Sin esperar, su corazón dio un tumbo, obligándolo a levantarse de su sitio e ir donde el joven de cabellos negros como la media noche.

martes, 22 de abril de 2014

HOJAS DE OTOÑO: CAPITULO 11


¿Has oído hablar del Karma? También conocido por el “todo cae por su propio peso”. Así sucedió.

Una semana de asedio fue suficiente para mi salud mental, había llegado al punto en que me hubiese ido a las palabras, golpes, arañazos o cualquier otra cosa con tal de cerrarles la boca a todos esos que hablaban de mí, ya ni siquiera a mis espaldas.

La verdad es que una parte de mi estaba agradecida por no asistir al dichoso evento, pero la otra se encontraba sumamente preocupada por las medidas, que de seguro, Junsu tomaría. Quizá deba llevar un chaleco antibalas, o un  traje de astronauta para el lunes. Quizá… lo mejor sea no ir…

No, no, no. Asistiré a clases, no importa que, me he esmerado mucho para entrar a la Escuela de Artes como para que solo lo deje pasar por un mal rato. Estoy seguro que se aburrirán con el tiempo… espero.

Después de salir del hospital, mamá y yo cenamos en un viejo restaurante familiar, y digo viejo porque según mi madre estaba ahí desde que ella era estudiante. La comida es agradable y las personas son amables. Me gusta. De alguna manera es cálido y reconfortante, como el abrazo de Yoochun.

No pienso demasiado en las cosas por las que estoy pasando. Lo único que me preocupa es mi frágil cuerpo, sí, estoy demasiado delgado. Jamás le hice caso a mamá cuando hablaba de mi aspecto físico, muy escuálido decía. Ahora lamento no haberme inscrito en clases de defensa personal, karate, akido, taekwando o cosas así, de esa manera no temblaría cuando me encontrase solo, con la sola idea de que aquel tipo me encontrara de nuevo.

Miro el reloj, demasiado tarde, pero seguro de que la fiesta estará en pleno apogeo, no es que me interese ir, solo que ya en la seguridad de mi cama, las cosas nuevamente vuelven a mi cabeza.

—Mañana le preguntaré Yoona —digo, pensando en que sí le llamo, me contará santo y seña de lo que pasó en la fiesta. Sé que Yoochun no asistió así que no me preocupo por él. Le había enviado un mensaje diciendo que mi madre estaba bien y que no se preocupara por nosotros.

Antes de cerrar los ojos, mi mente trae de nuevo el recuerdo de Yunho, su aroma, su voz, sus ojos marrones, sus brazos cálidos rodeándome… ¿tan malo es tener un amor no correspondido? ¿Hubiese sido Junsu el que sufriría si las cosas fueran diferentes? A lo mejor sí, pero no creo que hubiese tenido su alma tan mancillada como yo tengo la mía, porque a pesar de que no son heridas físicas, aún así duele.

DING-DONG

El sonido del timbre mas la luz colándose por mi ventana hace que comience a despertar. Murmullos abajo y pisadas fuertes, no sé qué pasa, pero me siento demasiado cansado como para levantarme. Los pasos se acercan y la puerta de mi habitación es abierta abruptamente, giro un poco para poder ver, pero antes de hacerlo un gran cuerpo cae sobre mí, tenso, pesado y a la vez ligero. Lo conozco.

Yoochun.

Por instinto lo abrazo sin tratar de sacármelo de encima, a pesar de que me dificulta un poco respirar, lo mantengo pegado a mi pecho.

—¿Porqué? —me dice sin levantar el rostro, escondido entre las cobijas. «¿Porqué qué?» quiero decirle, pero tengo una idea de lo que se pueda tratar. Así que solo lo sigo abrazando —¿Porqué? —vuelve a decir.

Nos mantuvimos en esa posición y en silencio. No había nada que decir. Trataba de consolarlo, pero ¿Qué se puede decir en situaciones como esta? Con mi brazo derecho aferraba su espalda y con mi mano derecha acariciaba sus cabellos.

No había notado, pero un ligero aroma a alcohol me llego, tampoco pregunte por eso, solo me limité a abrazarlo. «Si pudiera hacer algo para protegerte», pensé, pero en asuntos de amor no se aprende de cabeza ajena y mucho menos de la mía.

Se soltó de mi agarre y se metió debajo de mis cobijas, para acurrucarse de nuevo conmigo. Pasé mis brazos de nuevo por su cuerpo. Se sentía menos tenso a comparación de cómo llego, más tranquilo, quizá ahora me cuente que es lo que pasó.

—¿Porqué no me enamoré de alguien como tú? —me dijo casi con un susurro. Su voz dolida me hería también.

—Porque no elegimos a quien amar, solo lo sentimos —digo. «Si, hubiera sido todo más fácil si Yoochun y yo nos hubiésemos enamorado», y, sin embargo, no fue así.

Al final no me dijo nada, nos quedamos dormidos, abrazados, aferrándonos el uno al otro, como si de ello dependiera nuestra cordura. Y, de algún modo, así lo es.

* * *

El fin de semana paso muy rápido, ni siquiera le llamé a Yoona para que me contara, o advirtiera en todo caso, lo que pudiese encontrarme hoy. Me levanto, sin muchas ganas de asistir. Me mentalizo para escuchar insultos, ser tolerante, y no estar solo ni por error y cosas así.

Suelto un suspiro. Estoy en la entrada a la Escuela. «Tranquilo, todo estará bien» me digo. Con esa idea me adentro a lo que pienso será mi sala de torturas.

Para mi tranquilidad nada sucede. Las miradas se levantan cuando paso, pero al momento de cruzarse con la mía, bajan, como si estuvieran apenados por algo. No hay susurros lastimosos, ni palabras malintencionadas, incluso veo alguno que otro esbozo de sonrisa.

Frunzo el ceño cada vez más angustiado, cada que doy un paso más cerca del aula, este tipo de comportamiento se va acentuando.

«¿Qué diablos?» Pienso. Por mi mente viajan las mil y un posibilidades de lo que pudo pasar. ¿Sería Junsu tan perra como para echarme otra jugarreta por no asistir a la dichosa fiesta? Respuesta, sí, definitivamente.

La pasividad con la que se presentan las cosas es algo que me hiela los huesos, no sé qué clase de artimaña utilizará ahora. Por más que lo jure, no me creerá, pero yo no planeé las cosas, Yunho y yo fuimos asignados al mismo equipo sin ningún truco. ¿Podrá alguien creerme?

Mi presencia en el aula hace girar a todos, si antes me era incómodo que todos me miraran aunque sea de reojo para soltar alguno que otro improperio,  esto es estremecedor. Las miradas fijas en cada uno de mis movimientos me ponen nervioso, pero nadie dice nada. Al llegar a mi sitio de nuevo los cuchicheos comienzan.

“Creo que no fue así”.

“Hemos juzgado mal”.

“Pobre”.

“Sí, yo lo vi. No me dejaré engañar de nuevo”.

Comentarios de ese tipo comenzaron a llenar mis oídos, a pesar de ser simples susurros, pude darme cuenta que ese aire de hostilidad se había ido. No estaba seguro de lo que pasaba, pero agradecía que este lapsus de paz, aunque una parte de mi decía que no duraría demasiado y que me preparara.

—Jaejoong —llamaron. Abrí los ojos. Frente a mí, dos chicas, a las que reconocí como las derrama-frappeés. —Hemos decido darte una oportunidad para la versión de los hechos. — «¿pero qué diantres?» La ira poco a poco me fue inundando. Sí, había pedido que alguien escuchara mi versión, pero la actitud de estas señoritas era de lo más hipócrita posible.

—¿Para qué? ¿Acaso importa ahora? —la ironía en mi voz fue bastante clara.

—Es solo que, tal vez nos manipularon.

—¿Intentan disculparse? No creen que es demasiado tarde.

—¡Oh! No te equivoques querido. Sigues sin agradarnos. Seguimos creyendo que eres solo una mosquita muerta. El tiempo nos dará la razón algún día. De momento nuestros asuntos nos conciernen a algo más.

Las mire atónito. A pesar de que muchos nos miraban y las duras palabras que expresaban, su voz era suave y baja, por lo que solo los más cercanos pudiesen escuchar algo.

—Ya se los he dicho. Yo no manipule al profesor para que me colocara junto a Yunho. No lo estoy acosando. El hecho de que él y yo llevemos casi todas las materias juntos, se debe a que… —me cayó, porque lo que sigue me dolerá —se debe a que éramos amigos.

—¿Eran? —parecían confundidas.

—Nosotros nos conocimos durante el semestre pasado. De hecho yo se lo presenté a Junsu. —Y me arrepiento a cada momento que pasa. —Durante las vacaciones nos pusimos de acuerdo para acoplar nuestras materias. Yo no supe que salía con Junsu hasta una semana antes de ingresar. Y desde ahí me he mantenido al margen. 

Ahora ya no me importa si me creen o no, ya he relatado mi versión de los hechos lo bastante alto para que los curiosos también lo escuchasen, y lo que les haya dicho Junsu ya no me interesa.

—Supongo que pudo ser así —dijo una.

—No hay necesidad de seguir hablando, ya se encargaran de él —le contestó la otra, mientras yo no tenía de idea de lo que estaban hablando. Rogaba porque no fuera yo, ya bastante tenía con el bullying que me hacían. —Te diré algo mosquita —utilizó un tono aún más dulce para dirigirse a mí. «Tan linda la desgraciada». —Será mejor que cuides a tu amigo, no querrás verlo con uno ojo morado.

Entrecierro tanto los ojos que seguramente ahora tengo una uniceja.

—¿No lo sabes?

—¿Debo saber algo? —preguntó con un todo indiferente, pero por dentro comienzo a sentir esa expectación que raya en el miedo.

—Quizá ahora si puedas conquistar al macho de Yunho. Ahora que la perrita de Ju nsu le puso el cuerno…

—En su propia cara —terminó la otra.

«¡¿Qué?!» A ver, más despacio. ¿Junsu engaño a Yunho? «Naaahh, seguro es una artimaña». Aunque si ellos dos ya no están juntos… como sea, eso no es mi problema. No soy un ofrecido que va a ir con Yunho a consolarlo. Sé que todos esperan eso, lo puedo ver en sus ojos. Y, sin embargo, yo no tengo deseos de ir a su lado, me duele que esté herido, pero me duelen aún más mis heridas.  

Un alboroto se comienza a armar afuera. La mayoría de los alumnos salen apresuradamente para ver qué sucede. Me quedo en mi sitio, mirando hacia la ventana, no me interesa saber.

—¡Vete! —escucho. Sería imposible no hacerlo cuando lo gritaron. —¡Entiende que no quiero verte! —Algo en mi mente comienza a reaccionar.

—Pe-ero…

—¡Largo! —vocifera de nuevo. Esa voz es de Yunho.

Miro sorprendido hacia la puerta, los alumnos aglomerados ahí me impiden ver el espectáculo que se está armando. Un segundo después, confirmo lo que ya sabía.

Yunho entra fúrico, empujando a dos o tres que se quejaron débilmente, pero no le dijeron nada. Y quien lo haría si se veía de temer.

Nuestros ojos se encuentran. Puedo notar en su mirada algo de dolor, pero la aparta rápidamente. No se me acerca, ni dice nada, así que tampoco lo hago. Solo miro su espalda, intentado descifrar lo que le pudo haber sucedido.

El silencio es sepulcral cuando mi amigo hace acto de presencia. Le echa una rápida mirada a Yunho, quien sigue mirando fijamente hacia el frente, y se coloca a un lado mío. No dice nada tampoco, pero sé que algo anda mal.

Escasos segundos fueron los que pasaron cuando el abrupto sonido de la banca arrastrándose hizo girar mi atención.

La furiosa mirada de Yunho parecía que estaba a punto de lanzar rayos laser a mi amigo, quien le sostenía la mirada en un gesto plenamente retador. Este comportamiento lo he visto mucho últimamente, Yoochun parece pólvora, que, con una poca chispa, prende. Pero esta vez es al revés, Yunho es quien quiere arrancarle la cabeza a Yoochun.

Los segundos transcurren lento, como si el más mínimo movimiento pudiera alertar a las fieras que dentro de ellos habitan. La relativa paz con la que transcurren puede ser cortada con una sola respiración ajada.

—¡Yunho! —Para bien, o para mal, Junsu, en la puerta del aula lo llamaba. Su rostro se veía desmejorado, desesperado y a la vez suplicante. Los tres lo miramos. Yunho con molestia, fastidio y quizá algo de dolor, Yoochun con anhelo y reproche, yo con curiosidad y rencor. «¡Vaya! ¡Qué bonito cuadro!» pensó con ironía alguna parte de mi cerebro. —Por... por favor —su voz trémula me hizo consciente de un Junsu que no conozco, aunque igual todo puede ser solo una fachada.

—No quiero verte —le dijo apretando los dientes. Sus ojos y sus palabras reflejaban la ira que tenía. Noté como Junsu temblaba, no sé si por dolor, miedo o impotencia, quizá era una mezcla de los tres y algo más, tal vez, arrepentimiento.

De tanto mirarlo, su vista se giró hacia mí, cambiando por completo, una ola de rabia se desprendía de ella, como si yo fuera la culpa de todas sus desgracias. «Oh no» eso no era bueno, las represarías serán temibles.
A pesar de todo, Junsu dejo de mirarme y concentró toda su atención en Yunho.

—Por favor… solo deja que te explique… —rogó una vez más.

—¿Qué quieres explicarme?

—Yo…

—Solo lárgate —lo interrumpió. Al ver que el chico no se movía, fue el propio Yunho quien tomo sus cosas y salió del lugar, con Junsu apresurado detrás de él.

A mi lado Yoochun parecía querer ir tras ellos, su mano en puño apretaba fuertemente hasta que los nudillos se le pusieron blancos, su rostro, una mezcla de dolor e ira. «¿De qué rayos me perdí?»

Como de costumbre, tome el puño que formaba su mano, logrando tranquilizarlo poco a poco, pero no lo suficiente. Lo conozco, se que dentro de su cabeza está preocupado, se que en cuanto me de vuelta saldrá corriendo detrás de ellos para asegurarse de que Junsu está bien, aún si eso le cuesta un corazón sangrante.

—Ve —le digo, mientras recargo mi cabeza sobre su hombro. Gira su mirada hacia mí, confusa por mis palabras. —Ve —le repito. —No tiene caso que te quedes aquí cuando tu mente y corazón quieren estar allá… solo… solo… —«Solo no te metas en sus asuntos» quise decir, pero quién era yo para decir eso si yo mismo quería hacerlo. —Mejor vamos —admití.
….

Buscamos por un rato, cuando a lo lejos vislumbramos una penosa escena: Junsu en un mar de lágrimas, suplicaba a Yunho que no lo dejara, que él lo amaba aunque no le creyese, que había sido un error, que había ingerido más alcohol del que podía controlar y, que en su afán por llamar su atención se enredo con lo primero que paso.

Esas últimas palabras confirmaron los rumores, Junsu le había puesto el cuerno a Yunho en su propia nariz. De reojo vi como Yoochun mordía su labio, mientras su rostro se desfiguraba con la frialdad con las que Junsu hablaba de su acompañante de aquella noche y la forma en la que se avasallaba rogando el perdón de un hombre, que según él, no lo amaba.

Yo solo podía ver el dolor en ambos, me refiero a Yoochun y a Yunho. Junsu, la verdad, no me importaba, sí, suena cruel, pero es la verdad, él no merece mi compasión, o eso pensaba…

Yunho se sentía humillado, herido y colérico. Cuando Junsu trato de tocarlo, este se alejó inmediatamente y de forma brusca, causando que el otro aterrizara directamente al pasto. Yoochun quiso saltarle a Yunho por maltratar a Junsu, pero sostuve su mano y moví la cabeza de un lado al otro en forma negativa: No te metas
Ese es un asunto de dos, no tres ni de cuatro.

Para cuando volvimos nuestra atención a la pareja, Yunho ya se estaba alejando, Junsu sollozaba abrazando sus rodillas. Sí, sentí una pizca de pena por él, al verlo en tan lamentable estado.

Mientras Yoochun corría a su lado, yo tenía la vista fija en la espalda de Yunho. Ese hombre que había perdido gran parte de su orgullo al verse traicionado por su pareja frente a lo que supongo la gran mayoría, y que ahora enfrentaba las burlas de los más audaces, los cuales levantaban las manos para ponerse cuernos en la cabeza, imitando a un toro o venado.

—¡Es tu culpa! —gritó atrayendo mi atención. Yoochun trataba de acercarse a Junsu, suavemente estiraba el brazo para alcanzarlo y levantarlo del suelo. —¡Es tu culpa! —gimoteaba. Los ojos llorosos de Yoochun me indicaban que estaba herido, las palabras de Junsu lo lastimaban en demasía y el mismo dolor del chico le calaba hondo, podía verlo, mi amigo no solo sufría su propia pena, sino también la de Junsu. Fue en ese momento en que me di cuenta de la magnitud de los sentimientos de Yoochun. —Sí yo… sí yo… si no hubiese escuchado… si tan solo lo te hubieras aparecido, nada de esto hubiera pasado…

Esas palabras terminaron por matar el corazón de Yoochun, casi podría jurar que lo escuche romperse, y, sin embargo, él solo respiró fuertemente y continuó con su tarea de levantar a Junsu.

—Di-i-i-le a Yu-un-ho-o… —sollozaba ya de pie —dile… di-i-le que-e y-y-o lo a-mo… —Se detuvo y lo miró con sus llorosos ojos, pidiéndole cosas que seguramente solo romperían más a la persona que lo sostenía. —Yo-o no-o qui-se en-ga-a-ñaar-lo —lo decía de tal forma que no me quedaba duda, Junsu había cometido un error del que se estaba arrepintiendo. Y aunque una parte de mí se sentía extremadamente feliz que sería capaz de bailar y decir «Te mereces eso y más por perra», mi conciencia apelaba más a mi buena voluntad, sintiendo cierta empatía por aquel miserable ser.

—No, tu no querías hacerlo… —los ojos de Yoochun lo miraban con dolor, mientras que mi ceño se fruncía. —Yo le diré que tú lo amas y que lo nuestro solo fue un error.


Aquello no sé a quién le dolió más, sí a mí o a él que estaba negando todos sus sentimientos por aquel miserable, que nada se merecía. Sí, Yoochun era con quien Junsu había estado, aquel con el que engaño a Yunho.