Este Blog posee contenido yaoi. Sí no te gusta, no lo leas.

jueves, 27 de febrero de 2014

El lugar donde nace mi inspiración


Esto nada tiene que ver con todo el contenido del blog, pero quería compartirles esta imagen, que es la que justamente veo hoy. Cada año, los árboles de durazno y ciruelo se llenan de flores, cada año, las veo y admiro una y otra vez. No saben la alegría que siento cada vez que regreso a casa en esta temporada y puedo apreciarlos, no siempre alcanzo a llegar a tiempo, pero sin duda para mí, estas son de las cosas que uno no puede dejar pasar, cosas simples, pero a la vez maravillosas.

PD. Esta autora suya le encantan las flores :)

jueves, 13 de febrero de 2014

HOJAS DE OTOÑO: CAPITULO 8



Odio los 14 de febrero…

Odio a los corazones rojos por doquier…

Odio a los estúpidos que pasean con cara de idiotas en este día, porque no hay nada peor que ese día donde todo mundo se demuestra lo cursi que puede llegar a ser el amor…

Odio…

En realidad… no lo odio…

Siempre he creído que el amor debe demostrarse día a día y no solo en una fecha especial,  esa, donde las calenturientas hormonas de la sociedad pide a gritos incrementar el capital de los hoteles, restaurantes, cines y demás. Siempre lo he pensado así, más nunca me ha molestado ver a los demás expresarse su amor, porque aunque la parte raciocina de mi piense que es solo un día comercial, la otra parte, la emotiva, se sorprende de ver las cosas que son capaces de hacer por amor y se conmueve cada que ve grandes letreros dedicados a la persona amada, o el chico más rudo caminar con un ramo de flores, peluches y globos, o cosas así; por eso mi corazón espera pacientemente el día en que alguien haga estas tontas cosas por mí.

Irónicamente a pesar de todo esto, nunca he pasado un 14 de febrero con pareja. Por alguna razón desconocida del destino, si estaba con alguien al llegar a esta fecha se terminaba. Supongo que inconscientemente guardaba este día como una fecha exclusiva para alguien especial. De todas las relaciones que mantuve, las cuales no duraban más de 2 meses, y no es que hayan sido muchas realmente, de ninguno estuve enamorado, de nadie hasta que…

Sacudo mi cabeza para espabilar de mis ideas a esa persona que estaba a punto de aparecer en mis pensamientos, ese por el cual tengo insomnio, ese por el que mi corazón se siente afligido y hace que mis ojos se escosan cada vez que le veo… Al final terminé pensando en él, porque no hay minuto en el que no le piense… Yunho…

Quisiera  quedarme echado en mi cómoda cama, envuelto entre mis suaves sábanas, pero no, no puedo. ¿Tenía que caer justamente hoy? ¿Por qué no pudo ser mañana? ¿O ayer? Es como si el destino confabulara contra mí. En fin, nada puedo ya hacer. Hoy 14 de febrero, tengo clase con el más exigente de los profesores, a cuál se le ocurrió la grandiosa idea de hacer un mini examen cada semana, solo para comprobar el rendimiento de sus alumnos, yo lo llamaría torturar. Y adivinen, esa es justamente la clase que comparto con la linda parejita.

Un bufido lo bastante audible se escapa de mis labios, con pereza me doy vueltas sobre el colchón, ruedo hacia un lado, ruedo hacia el otro hasta que decido que no puedo postergarlo más y me levanto. Me doy una ducha, el agua tibia relaja mis músculos y de manera extraña me anima. Al salir enredo la toalla sobre mis caderas, escojo cuidadosamente mi ropa, siempre me ha gustado verme bien, y además nadie debe saber que…  no me encuentro en mi mejor etapa. Suspiro de nuevo y me miro en el espejo. Demasiado delgado, demasiado pálido, las ojeras bajo mis ojos no ayudan a mi aspecto. Me veo fatal… me siento peor.

Con parsimonia cojo el jean que he escogido para lucir el día de hoy, introduzco un pierna y luego la otra y ¡Auch! Retiro rápidamente mi extremidad. Puedo ver un punto rojo sobre mi muslo, un aguijón. ¡Algo me ha picado! Sacudo mi pantalón. ¡Ahí está el culpable! Un pequeño y negro animal rastrero se escondía en ellos. Un par de pinzas y una cola acabada en aguijón hacen que pegue tremendo grito.

—¡Aaahhhh! —lo veo caminar hacia mí, abriendo y cerrando sus pinzas, con la cola ligeramente enroscada, apuntando su aguijón contra  mí, en señal de amenaza. Nunca, nunca me han gustado los insectos, les tengo pavor. Tomo uno de mis zapatillas, me dispongo a aplastarlo cuando la puerta de mi habitación de abre intempestivamente.

—¡¿Qué pasa?! ¿Por qué gritas de esa manera? —Mi madre ha entrado, me ha salvado. Debajo de su zapatilla se encuentra aquel bicho que amenazaba mi vida. Sin articular palabra señalo el punto rojo en mi pierna y luego a su zapato. —¡Oh! — «¡Iuugh!»  Hago muecas de asco al ver a esa cosa aplastada. —Te ha picado un pequeño escorpión —lo dice tranquilamente. «Madre pude haber muerto»  le digo con la mirada. —No, no morirás por eso. Es insignificante.

Normalmente para los humanos el veneno de estos seres es relativamente inefectivo, solo algunas especies poseen un veneno muy potente para ser mortíferos. Y este no es mi caso. Como sea termino de arreglarme y al salir me impacto por la cantidad de corazones en el aire, pues  de la impresión olvide que día era hoy.
Al llegar Yoochun se encontraba en su sitio cercano a la ventana, me coloco a su lado. Solo nos miramos y sonreímos lánguidamente. Ni el profesor ni la linda parejita han llegado. Como si los llamara con la mente entran de la mano, riéndose de alguna cosa. Me duele…

Aprieto mis labios y miro hacia otro lado. Sé que dije que lo único que quiero es verle feliz, pero eso no evita que una parte dentro de mi pecho se sienta morir, dando mudos gritos al desgarrarse. Se colocan en sus lugares, frente a nosotros dos filas por delante. Espero pacientemente a que los demás alumnos ingresen y se ubiquen en su lugar para que me tapen aquella fatídica visión, pero al igual que siempre el destino se burla de nosotros.

«¡Media hora! ¿Cuánto más piensa tardar? ¿Ese profesor no piensa llegar? ¡Me he levantado solo por su maldita prueba y no se presenta a tiempo!». Mi rostro se deforma por desesperación. Estoy ahí sentado, apretando mis puños, mordiéndome los labios del coraje que siento, porque por si no fuera poco, los desalmados de mis compañeros se niegan a entrar al aula y la parejita se niega a salir, dándose mimos y arrumacos frente a nosotros. «¿Qué diablos?».  No, más bien la pregunta sería ¿Qué rayos estoy haciendo yo aún aquí? ¿Acaso soy un maldito masoquista que disfruta de ver a su amado con otro?

Lo soy…

No es que me guste verle con otro, no, definitivamente no, pero si tengo ese lado masoquista, pues si bien nadie ingresaba al aula, ellos no salían y nosotros tampoco hicimos el intento por movernos del lugar. Solo nos quedamos viéndoles sonreír. Y, es que mis ojos se niegan a apartarse de las facciones de Yunho… pero si miro un poco más allá de él, es entonces cuando el dolor llega. Sin quitar mi vista de enfrente, por el rabillo del ojo puedo ver que Yoochun hace exactamente lo mismo que yo, obsérvales.

—¡Dámelo! —Junsu expresa de manera divertida, mientras estira la mano. —Tú lo prometiste, así que ¡dámelo! —Una sonrisa se vislumbra en los dos amantes. «¿Alguna vez me miraste así?» Desvío mi vista, a mi mente vienen todos esos recuerdos que pasé al lado de Yunho, creyendo que él y yo teníamos ese algo especial. ¡Cuán equivocado estaba! —¡U-know! —de nuevo ese sobrenombre. Como el masoquista que soy mis ojos de nuevo a la feliz pareja.

Verlos reír me hace pensar en que quizá ellos sean felices, muy independientemente de lo que yo piense de Junsu. «Maldita zorra trepadora». No suelo expresarme de esa manera de la gente, pero no puedo olvidar sus duras palabras, todas siempre dichas fuera de mi presencia. No confío en él. Pero al final no soy yo quien está con Yunho sino Junsu.

Con otra sonrisa Yunho extiende su brazo y las manos de Junsu no tardan en recorrerlo. Siento envidia, cómo quisiera ser yo quien le tocara. Sigo mirando a pesar de que me hiere. Veo a Junsu garabatear cosas en toda la extensión de sus músculos, para terminar en la mano. Sonríe satisfecho de su trabajo. Yunho levanta el brazo para admirar la obra de arte que su novio ha hecho en su mano.

“U-know eres sexy, encantador, divino y eres todo mío, únicamente mío… Su” esa frase bastante simple adornada con figuritas extrañas son lo que ha escrito. Los ojos del delfín se encuentran con los míos, sabe que he leído la frase. Una manera muy clara de marcar lo que es suyo. Una señal muy obvia de decirme “Aléjate zorra” pues ese es el calificativo que más le gusta usar conmigo. Sin embargo yo espero por la reacción de Yunho. A él no le gusta que las personas sean posesivas, le recuerda a su exnovia “la loca”.

Con los ojos muy abiertos de la impresión, o quizá decepción, veo como la hermosa sonrisa de Yunho se expande al ver su brazo garabateado. Sus rostros acercándose… debo mirar hacia otro lado… sus ojos encontrándose como si de un solo mundo para ellos dos se tratara… debo huir de aquí… sus labios unidos…

Al final no huí, ni siquiera desvié la mirada. Fui testigo de un apasionado beso. Al principio fue un casto contacto, cualquiera diría “¡Qué linda pareja!”, pero justo después se transformó en un torrente de pasión. Desde mi privilegiado lugar en primera fila del espectáculo, pude apreciar sus lenguas entrelazándose, danzando hasta que por fin el aire les falto.

—Alguien consígales un motel. —El susurro molesto de la persona  a mi lado me hace virar por primera vez la mirada. Yoochun resoplaba por la nariz tan fuerte que conociéndolo como lo hago, su sarcasmo fue solo para ocultar su dolor. A él también le hiere, le cala como el acero rojo a la piel. Lo tomo de la mano, buscando sus dedos para entrelazarlos, necesitamos ser fuertes, pero, al momento de mirar los negros ojos de Yoochun, puedo distinguir todo el sufrimiento que trata de sobrellevar y, me rindo.

La amargura que siento es tal, que él solo agregarle ver la angustia por la que mi mejor amigo también pasa, hace que todas mis fuerzas mengüen, para al final ceder a lo inevitable: lágrimas.

Mis acuosos ojos siguen mirando a Yoochun, pero ya no soy fuerte, ya no puedo ser fuerte por él y por mí, el dolor que oprime mi pecho es tan grande que si no me deshago de él explotaré. Sin pensarlo más, Yoochun me esconde bajo su brazo, así nadie me vera llorar…

«Yoochun, tú siempre tan cálido y admirable, aún en esta situación, me cuidas… lloraré, porque tú jamás lo harás, por eso deja que moje un poco tu playera, lloraré por ambos…»

No supe con exactitud cuánto tiempo paso, sé que no emití ningún sonido, ni siquiera un sollozo que delatara mi llanto, solo son mis lágrimas caer  empapando las ropas de mi amigo.

—¿Le pasa algo? —la voz de algún conocido pregunta a Yoochun. Al parecer mi mudo lamento atrajo desgraciadamente la mirada de los curiosos. «Que no me vea. Que no ve vea»  pienso, no, suplico para que Yunho no vuelva su mirada hacia mí, no se debe enterar, y tampoco quiero darle el gusto a Junsu de verme mal, porque eso sin duda le haría regocijar de alegría.

—Nada —la voz cortante de Yoochun es señal que la pareja nos mira. —Solo se ha mareado un poco.

—Deberías llevarle a la enfermería —esa voz curiosa solo agranda los hechos, ahora tendré más miradas que soportar.

—Lo haré en cuanto pueda moverse sin que el piso lo traicione —dice Yoochun fríamente, cosa que no es común, pero imagino que los curiosos se siguen acercando.

—Te ayudaré a llevarlo —conozco esa voz… sexy… agradable… Yunho.

—No hace falta. Lo haré yo en un momento. —Estoy poniendo en aprietos a Yoochun, pero no quiero levantar mi rostro, me encuentro muy bien escondido bajo su brazo. No quiero que nadie me vea. No quiero que ellos me vean.

—Vamos. —Junto con la voz de Yunho puedo sentir un cálido toque sobre mi cabello. Me estremezco pues me hace recordar que todo mi amor ahora solo es dolor.

—¡No lo toques! —Así como llego el tacto, así se fue. Apartado de manera brusca por un manotazo, dado el sonido que hizo, mas no es suficiente para levantarme y dar la cara.

—¡Tranquilízate! Él también es mi amigo —afirma. Un movimiento más y siento como los músculos de mi amigo se tensan.

—Te he dicho que no lo toques —susurró amenazantemente Yoochun, apretando los dientes, no es necesario mirar, lo conozco. «No dejes que me vea. No dejes que me toque… porque si no yo… duele…»

—¡¿Cuál es tu problema?! ¡Solo quiero ayudar! —por su tono de voz, puedo apreciar que Yunho se está alterando.

—Solo lárgate… —puedo sentir la ira en cada una de las palabras que Yoochun suelta. Esa rabia contenida por ver a su amor con el que creía que era el amor correspondido de su amigo ¡Qué ironía!

—Mira. No estás en tus cabales y Jae no se siente bien, así que yo le llevaré a la enfermería —insiste Yunho, pero puedo notar que su paciencia se está agotando.

—¿Acaso me estás diciendo loco? —Más rabia. Yoochun está buscando pelea.

—No, solo digo que estas demasiado furioso conmigo que no te das cuenta que tu amigo esta delicado. —Parece que la va a encontrar. Las fosas nasales de Yoochun resoplan como las de un toro rabioso.

—No estoy molesto contigo. No soy yo quien clava puñales por la espalda. —Una indirecta muy directa. —Yo sí sé cuidar de Jae —asevera.

—¿Qué estas intentando insinuar? —La voz de Yunho expresa cierto tono de ira y nostalgia entremezcladas.

—No estoy insinuando nada. Estoy diciéndote que Jae está bien conmigo. Yo no lo dañaría.

—¡¿Y crees que yo sí?! —espeta. Ha levantado demasiado la voz. Para ser una persona a la que no le gustan este tipo de escenas en público, lo hace demasiado bien. «¿Y crees que yo sí?» repito con sátira en mi mente. «Si, me siento herido».

—Tú dime. —Yoochun quien aún no se ha levantado de su sitio, me mantiene oculto, pero la tensión es palpable en el ambiente.

—Hijo de…

—¡Yah! ¡U-know! —grita. Si, otra voz conocida, antes agradable, ahora un poco detestable.

—Entrégame a Jaejoong —le exige a Yoochun con una cólera fría.

—¿No me has oído? L-á-r-g-a-t-e. —Un zangoloteó y la protección del brazo de Yoochun se aleja, sin embargo me aferro a esta con mis delgadas manos. Con mi rostro aún escondido, puedo sentir como las fibras de la tela de la playera de mi amigo, se estiran como si alguien les estuviera jalando. Levanto lentamente la cara, solo lo suficiente para ver cómo Yunho tiene a Yoochun sujeto por el cuello de su playera, ambos llenos de furia.

—Yoochun —susurro. Esto es mi culpa. Terminaran golpeándose el uno al otro. Necesito terminar esto, pero no quiero salir de mi escondite. —Yoochun —susurro de nuevo, un poco más audible. Solo lo suficientemente alto para que ambos me escuchen, no quiero hacerlo de nuevo. Si vuelvo a abrir mi boca los sonoros sollozos que con tanto ahínco estuve reteniendo serán liberados, y eso no debe pasar. Las respiraciones agitadas por el momento de tensión es lo único que aprecio, pero aún así, parece que mi llamado los descolocó. Con el rostro escondido en el brazo de mi amigo continúo hablando, armándome de valor. —Yunho…

—Jae —me responde. —Jae, vamos. Te llevaré a la enfermería. Te sentirás mejor allá —dice de forma suave, amable. «No Yunho, no me sentiré mejor allá. Donde sea que esté, el sentimiento es el mismo».

—Si, Gatito. Te llevaremos y ahí descansaras un rato para sentirte mejor. —«¿Gatito? No me vuelvas a llamar así, siento que vomitare de solo escucharlo».

—Yunho… —ignoro a Junsu y noto como la mano de Yunho ha liberado a Yoochun.

—Vamos, ven —me dice en un tono muy suave, como si temiera lastimarme al hablar.  —Ven conmigo. —Unos dedos tratan de tomar mi mano, esa mano que está aún entrelazada con la de mi mejor amigo.

—Yoochun —llamo. La mano de Yunho desprende demasiado calor, su roce tan ardiente me asusta, por lo que instintivamente me aferro más a mi amigo.

—No quiere ir contigo —dice Yoochun más calmado. No necesito decirlo, no dejara que Yunho y Junsu me vean, no así, no cuando estoy devastado.

—¿Jae? —me cuestiona. «No, Yunho, no quiero ir contigo. Y mucho menos con Junsu».

—Chun sácame de aquí —digo al fin, no con un susurro, sino con mi voz clara y firme, pero ocultándome aún. Mi rostro delataría mi estado y no, eso no va a pasar, nadie se enterará.

—¿Jae? — «¿Qué Yunho? ¿Qué quieres?»

—Yunho, márchate…

Sin esperar a que dijera algo más, siento como soy levantado. Yoochun me sube en su espalda de tal manera que mi rostro ahora es cubierto por su ancha espalda. Estoy seguro que nadie pudo ver mi cara, y eso es bueno.

* * *

¿Había dicho ya que odio los 14 de febrero?

Las personas parecen estar riéndose en nuestra cara, restregándonos que ellos sí son correspondidos, uniendo sus labios como si no hubiera mañana. Quizá esta es la razón por la que creo que el día de San Valentín no es más que una excusa para gastar dinero, si alguien quiere demostrarte su afecto evidentemente con o sin dinero lo hará. Personalmente valoro mucho más aquello que no es monetario.

Definitivamente este es el peor 14 de febrero. Primero me hacen recordar que no soy correspondido, luego me pica un bicho y después me rompen el corazón en trocitos, más de lo que ya estaba, solo falta, que para rematar este estupendo día, me encuentre con un perro y me orine encima, ese sería el final perfecto.

Yoochun y yo estamos sentados en uno de los jardines laterales. Me he tranquilizado, por mis ojos ya no salen lágrimas, sin embargo aún siento que volverán a salir en cualquier momento. No sé cómo se las arreglo para que nadie me viera el rostro mientras me subía a su espalda, me llevó a la enfermería pues Yoona, aquella voz curiosa que se preocupó por mí y por su causa generó todo un alboroto, nos acompaño hasta la puerta. No estaba de más visitar a la sexy enfermera y mostrarle mis lindas piernas, una con un piquete de aguijón. Esa fue la excusa que use para ocultar mi dolor.

Inhalo y exhalo lentamente, mi rostro hacia el sol, mis manos en el pasto verde, el viento sopla ligeramente. Hoy es un buen día, no hace frío, la candidez del medio día instalado en el ambiente, y todos aquellos amantes dándose muestras de afecto. Definitivamente es un hermoso día. Sin embargo, el calor del sol hace que el punto rojo sobre mi muslo punce ligeramente, una punzada molesta pero soportable. No tanto así como la punzada que hay en mi pecho, con la que cada que respiro se incrusta más, como vidrios rompiéndose y clavándose en cada musculo de mi interior.

Respiro profundamente de nuevo, cerrando los ojos porque una vez más siento ese nudo en la garganta y gotas saladas recorren mis mejillas.

—Estaremos bien —me susurra Yoochun. Lo miro, pero él no me ve a mí, sino al cielo azul. —Estaremos bien —su mano apresa la mía, sin ser un agarre brusco pero lo suficientemente fuerte para no soltarte. No quiero soltarme. —Tú y yo, estaremos bien —repite de nuevo, muerde su labio inferior y cierra los ojos. Lentamente las lágrimas resbalan por su rostro. —Estaremos bien —dice de nuevo, su voz se ha quebrado, y entiendo, está repitiendo eso como si fuera un mantra, tratando de asegurarse que nosotros superaremos esto, y aún así, duele.


—Nosotros, estaremos bien —le aseguro, con lágrimas también, le abrazó y escondemos nuestros rostros en nuestros cuellos. —Nosotros estaremos bien.


**************************************************************
N/A: ¿Feliz Día de San Valentín?

viernes, 7 de febrero de 2014

TOMA MI MANO: CAPITULO 3



Cierra los ojos me ordenaba con su ronca voz, pero yo no quería hacerlo, quería mirarlo hasta que amaneciera. No quería dormir, pues temía que sí lo hacía el hermoso sueño se desvanecería. Vamos, ciérralos.

Te marcharás en cuanto me duerma.

Es muy probable.

No quiero dije testarudamente, solo con él podía comportarme de esa manera.

Tienes que hacerlo, debes dormir un poco sabía que él tenía razón. Había pasado el último fin de semana escondiéndome, cuidando que nadie me viera, ya que sí cometía el más mínimo error me encontrarían.

Tengo miedo el susurro de mi voz acompañaba mi lamento. De verdad temía. Esos chicos me habían estado cazando, sé que no estarían satisfechos hasta que lograran su objetivo. Ellos no me dejarán en paz temblé al recordarles. Sentí los músculos de YunHo tensarse. Generalmente no me gusta el contacto con los  hombres, quizá se deba a la forma en que los chicos aquí me han tratado, pero con él es diferente, desde sus profundos ojos chocolate, que me miran sinceramente, su varonil aroma y sus brazos que me envuelven en una calidez reconfortante. Me siento seguro a su lado.

¿Por qué fue esta vez? preguntó de manera hosca. Quise mirarle, pero al levantar la vista lo único que aprecié fue su cuello, su mandíbula, parte de su mejilla y su lunar. Sus ojos me evadían.

Querían terminar, lo que según ellos por tu culpa no pudieron solté. No me agradaba la idea de ser la presa, pero en este lugar siempre lo soy. YunHo… a mí… yo… humm… comenzaba a ponerme nervioso. Me miró, su nariz estaba muy cerca de mí, tanto que sentía su aliento sobre mi frente, enviando miles de pequeñas descargas por todo mi cuerpo. Sin evitarlo me sonroje y baje la mirada. Yo… jamás he hecho eso con nadie, no quiero ellos me roben la inocencia… dije aún sonrojado, consciente de que estaba confesándome virgen, y que, sí YunHo entendía bien mi indirecta, le pedía que me tomara.

Nadie te hará nada dijo de una manera fríamente calmada. Su mano tomó mi mentón elevándolo. Sus ojos se encontraron con los míos. No permitiré que alguien te haga daño. Lo juro su rostro se acercó y depositó un beso sobre mi frente, me arropó con la sábana y sus brazos. Duerme. No iré a ningún lado, ahora duerme tranquilo con esas palabras susurradas desde algún mechón de mi cabello, me envolvían en un dulce sueño. YunHo estaba ahí.”


—¡Aaahhh! —el grito de JaeJoong detuvo la perorata de Junsu, quien se volvió asustado al verlo tan pálido y con claras señas de dolor. JaeJoong se encontraba encorvado, sosteniendo con ambas manos su vientre. Podía sentir claramente cómo por sus piernas resbalaba gran cantidad de fluido.

—¡Oh! ¡Por Dios! ¿Qué sucede Jae?

—Ya… es… hora… —dijo difícilmente, mientras su pequeño amigo trataba de sostenerlo, pero seguía con una cara de confusión, sin saber qué hacer. —¡Ya va a nacer! —El menor abrió los ojos con espanto. Su mirada se dirigió a los pantalones de JaeJoong donde pudo ver una gran mancha de lo mojados que estaban.
Sin perder tiempo, arrastró a JaeJoong un poco más para llegar a la avenida principal. Aunque Junsu era menor, era de complexión ligeramente más robusta que JaeJoong, no tanto, pero sí lo suficiente para marcar una leve diferencia entre ambos, eso y el estado en el que JaeJoong se encontraba facilitaron el transporte. Abordaron un taxi, que los llevaría hasta el hospital.

—¡Aaagghhhh! —gritó JaeJoong. Las contracciones se hacían cada vez más seguidas y más fuertes. El conductor volteó a verlo entre embelesado y asustado.

—¡Deje de mirarlo y conduzca más rápido! —exigió Junsu. El menor se exasperaba en algunas ocasiones, sabía que JaeJoong llamaba la atención por su apariencia, pero en este momento era lo que menos necesitaban, que el conductor estuviese distraído observando a su amigo.

Al final llegaron más rápido de lo que el conductor hubiese deseado. Una camilla y un par de enfermeras ayudaron a trasladar a JaeJoong a la sala de partos, donde recibiría una rápida revisión para evaluar su estado, ya que Bichito quería ver el mundo antes del tiempo necesario. Afortunadamente el Dr. Yoo, su médico, estaba ahí por lo que se haría cargo.

—Bien JaeJoong, te vamos a poner esta mascarilla en la cara, quiero que por favor respires suavemente, no te pongas nervioso. Sí, sé que lo estas —añadió el doctor al ver la expresión de terror del chico. Joven, muy joven para ser omma, demasiado peso para ser madre soltera, y aún así tener esas enormes ganas de vivir que le brillaban a través de esos ojos negros. Eso era lo más atrayente de JaeJoong, sus enormes y sinceros ojos. —Tranquilo, chico. Todo va a salir bien, tú y tu bebé estarán bien —le acariciaba los cabellos, tranquilizando al muchacho. Eso era todo lo que JaeJoong necesitaba para calmarse, dejo que las enfermeras le colocaran la mascarilla, respiro profundo y miró hacía un costado, buscando a Junsu mientras era trasladado a otra sala.

Con sorpresa abrió los ojos. Juró que lo vio ahí, de pie frente a la moldura de la puerta al final del pasillo. Alto, con su porte galante, sus cabellos castaños se desparramaban por su cabeza dándole un aspecto rebelde y a la vez elegante. Sus cejas enmarcando sus orbes del color marrón, profundas, mirándolo…

—YunHo… —intentó decir a través de la mascarilla, alargó el brazo intentado tocarlo, pero él estaba demasiado lejos. Su visión fue ocultada por varias personas vestidas de blanco y azul. Pronto cayó en un sueño profundo, pero feliz de saberlo junto a él en un momento tan importante.


“No llevaba ya la cuenta de las veces que YunHo me había rescatado. Estaba más que agradecido con él, pero esto, esto ya es demasiado.

No debiste hacerlo sentencié. No había necesidad.

¡¿Qué no la había?! me miró incrédulo y enojado. Claro que la había. Baje la mirada hacia su rostro mallugado, tenía un hilillo de sangre brotando de sus labios. Esto tenía que acabar. ¿Hasta cuándo pensabas seguir siendo la presa?

No es como si lo hubiese podido elegir dije con ironía. Con una frazada envolví algunos hielos, usándola a modo de compresa, la coloqué por su mejilla.

Ellos son como perros de caza, olfateando en busca de su botín. —Sí, ellos eran perros de caza y yo el zorro con el que se divierten, persiguiéndolo, causándole terror antes de darle el golpe final. Los ojos me lagrimearon al pensar en lo que pudo haber pasado si YunHo se hubiese retrasado. Llevábamos unos cuantos meses así. Ellos cazando y yo huyendo, salvándome de las formas más imprevistas, y muchas otras socavando sus intentos al tener a YunHo de mi lado. Se ha convertido en la persona más importante en mi vida. Me ayuda, me cuida, me consuela, me hace feliz estar solo a su lado. Por eso verlo de esta manera por mi causa me destroza.

Sí ellos son los perros, tú eres el lobo feroz que los mantiene a raya dije. YunHo me miró por un momento antes de soltar una sonora carcajada que me hizo sonreír también, para al instante soltar un quejido de dolor.

Es verdad admitió con esto ya no te molestaran más.

¡Oh! Estoy seguro que se lo pensaran dos veces antes de acercarse asumí, con lo que logré otra risa de él.

...

Me había descuidado, últimamente me sentía muy seguro al lado de mi amigo, que baje todas mis defensas. Tuve la grandiosa idea de separarme más de lo debido de él. Aunado a esto, el litro de agua que había ingerido anteriormente por culpa de los nervios que siento cuando me mira de esa forma, hizo mella en mi organismo. Por eso me dirigí a los sanitarios solo.

Grave error.

No supe que estaba siendo acechado, hasta el momento en que entre al baño. Estaba descargando todo mi nerviosismo sobre uno de los mingitorios blancos. Me encontraba tan en mis asuntos que no me percaté cuando entraron. Solo el chirriar de la puerta me indicó que alguien estaba conmigo.

Tuve miedo, ellos tres ahí, mirándome como lobos hambrientos. La lujuria brotaba por sus ojos. No creía que existiera alguien tan capaz de hacer daño a tan corta edad, pero en este lugar aprendí que es en esta edad donde se desarrollan todo ese tipo de actitudes.

Y ahí estaba yo, solo, como un conejo temblando de miedo ante la serpiente que pretende devorarlo, con la cremallera debajo y la camisa un poco arriba, dejando al descubierto la piel de mi estomago.

Una sonrisa de medio lado cruzo por el rostro de aquel chico, el matón principal. Un escalofrío me recorrió desde la médula hasta la punta de los dedos.

¡Vaya! ¡Qué casualidad! dijo como quien no quiere la cosa. Te has escabullido mucho últimamente, pero veo que hoy no traes a acompañante había notado que YunHo los intimidaba un poco, pero no más, estando los tres, se sentían envalentonados.

El pánico me inundó de nuevo al ver como uno de ellos se colocaba en la puerta y otro se acercaba a mí. Por instinto me aparte lo más que pude, hasta dar con la pared del fondo. Me habían acorralado.

¡Vaya, vaya! expresó al notar mi cremallera abajo. Sabía que eras una maldita zorra. Solo me basto con eso para comenzar a temblar. Sus ojos se habían oscurecido más. Traté de escapar, pero me tomo por el brazo tan fuerte que comencé a chillar. ¡Cállate maldita zorra! destiló entre dientes. Me soltó un golpe tan fuerte en el estómago que me sacó todo el aire hasta casi perder la conciencia y tambalearme, pero ese sujeto me apretó entre la pared y su cuerpo. Con una mano sujetaba mis brazos por encima de mi cabeza y la otra se paseaba libremente por debajo de mi ropa ya descubierta.  Terror es lo que sentía en cada poro de mi piel. Esto era un dejavú. Con todo mi ser rogué que YunHo apareciera para salvarme. Gritaba, pero nadie venía en mi ayuda. Todos les temían a esos sujetos. De un tirón mi camisa de botones fue abierta, dándole más libertad a ese tipo, mientras los otros miraban atentos, relamiéndose los labios, aguardando por su turno.

Un golpe en la puerta hizo trastabillar al que estaba ahí parado. YunHo apareció tras ella. Mis ruegos habían sido escuchados. Vi el odio brillar en su mirada al descubrirme con los pantalones debajo de mis rodillas y mi camisa abierta. Sin darle tiempo, tomo al primer sujeto que tenía cerca, que era al que había hecho trastabillar, y le propino sendos golpes en la cara, que lo dejaron aturdido.

Como había dicho antes, a esos tres YunHo los intimidaba un poco, pero verlo de esa manera era atemorizante, aunque ellos eran tres y él estaba solo. El segundo se fue hacia él, pero la ira de YunHo fue más grande, que con solo una patada al estomago lo tiro. Su principal objetivo estaba frente a él. Ese sujeto que aún me sostenía y que paseaba sus manos por mi cuerpo.

Suéltalo exigió.

Humm no me apetece se colocó detrás de mí, manteniendo mis manos sujetas y su cuerpo pegado al mío. Podía sentir su excitación en mi espalda. Su mano descendió a mi vientre. Yo solo sentía asco de que aquel sujeto me tocara.

Después de eso todo pasó muy rápido. YunHo se abalanzó contra ese sujeto, el cual me aventó contra uno de los urinarios. Cuando logré incorporarme uno de sus compinches sujetaba por la espalda a YunHo mientras el otro lo usaba como saco de boxeo. Por fortuna nuestra el primer tipo al que mi amigo golpeó seguía en el piso, pero con todo y la golpiza que le estaban poniendo a YunHo, este aún lograba pegar acertados golpes a su oponente. Debía hacer algo para ayudarle. Así que me levanté, acomodé lo más rápido que pude mi ropa, e hice lo único que se me ocurrió. Colgarme por detrás del cuello del gorila que lo sujetaba. Con fuerza jale sus cabellos, lo arañe y mordí. En algún momento chilló, supuse que le había pinchado un ojo, pero eso fue suficiente para aflojar su agarre y lograr que YunHo se soltara, quien no lo pensó dos veces y se lanzó sobre el otro, dejándome segundos a merced del otro, que me sostuvo por el cuello y me elevó unos centímetros fuera del suelo. Cuando el aire comenzaba a faltarme, el tipo chilló nuevamente, dejándome caer al piso. YunHo le estaba golpeando.

Aquella pelea estaba perdida. Estaba claro quién era el mejor. Con suavidad toque el hombro de YunHo para que se detuviera. Le miré la cara viendo los daños, voltee a mi alrededor y observé que los otros dos sujetos se encontraban en una condición deplorable. Le tomé la mano y lo saque de ese lugar. No quería que tuviera problemas por mi culpa. Sí teníamos suerte, llegaríamos a mi habitación sin toparnos con nadie. Aquellos sujetos no me preocupaban, si alguien los encontraba dirían que pelearon hasta dejarse inconscientes ellos mismos, pues seguro estaba que no delatarían a YunHo, no lo harían porque su orgullo se los impediría. Tres contra uno y aún así les dieron una paliza.

... 

No tenías porque meterte en una pelea dije nuevamente. Colocaba la compresa una vez más sobre su rostro. Habíamos llegado seguros hasta mi habitación, la más alejada de todo, pero que a la vez funcionaba como refugio.

Tenía que hacerlo dijo sin mirarme. Me dio mucha rabia verte ahí. Nunca me ha gustado que te traten mal ¿por qué lo soportas?

No es que quiera hacerlo. Sabes que no tengo a donde ir. No tengo a nadie.

Me tienes a mí.

Mi rostro estaba muy cerca del suyo, tanto que con esas últimas palabras pude sentir su cálido aliento. Sus escrutiñadores ojos miraban mi cara en busca de algún daño. Y de nuevo ahí estaba esa sensación en mi estomago, como un montón de aleteos cada vez que mi amigo me miraba y el latido escandaloso que emitía mi corazón. Un sonrojo. De sus ojos pase a sus labios. Esos delgados labios adornados con ese lunar que me atraían tanto. Deseaba con ansias poder probarlos.

Sin poder contenerme le robo un beso. Uní sus labios con los míos, fue solo un roce de unos segundos, no como he visto a los chicos comerse los unos a los otros. Este fue mágico. No solo por ser mi primer beso, sino por besar a quien beso. Reacciono. Miro sus ojos marrones con un poco de miedo, pues si bien el siempre me ha defendido, jamás se ha sobrepasado conmigo, ni ha dado intenciones de algo más.

E-eso fue en agradecimiento digo nerviosamente. Quiero alejarme de él. Así que me levante con la excusa de cambiar la compresa. Pero no llegue siquiera a ponerme de todo en pie cuando el brazo de YunHo tira de mi mano para llevarme nuevamente a su altura, cayendo directamente entre sus brazos.

Me miraba a los ojos como pidiéndome permiso y después a mis labios. Si pudiera decir algo, sería: bésame. Aunque mi boca se niega hablar, creo mis ojos lo hacen pues YunHo se acerca a mí, cierro los ojos y siento sus labios húmedos sobre los míos, ya que se los ha lamido justo un segundo antes de besarme. Con suavidad chupa mi labio inferior. ¡Dios! ¡Esto es la gloria! Espero que no note mi inexperiencia.

Ahumm un gemido se escapa de mi boca cuando YunHo me da una placentera mordida. Con eso aprovecha para adentrarse en mi cavidad bucal. Siento como una de sus manos presiona mi nuca, atrayéndome más a él, mientras la otra aferra mi cintura a sus caderas. Ahhh otro suspiro se escapa. Esto no está bien. Mi cuerpo adolescente está respondiendo a los besos de YunHo. Algo dentro de mis pantalones comienza a crecer. Me da vergüenza.

Trato de separarme, pero YunHo no me lo permite, por el contrario, deja mi boca y desplaza sus labios por mi mandíbula hacia mi cuello, esparciendo pequeños besos y lamidas que solo me hacen querer más. Todo ese deseo se va acumulando en un punto debajo de mi vientre. No quiero que lo note, por eso una vez más trato de alejarme, fallando en el intento, cuando YunHo al sentir mi retirada me aferra aún más a su cuerpo con la mano que tiene en mi cintura.

Lo noto... No solo yo siento deseo.

Me desvanezco de placer entre sus brazos y besos. Con dulces mordidas va desprendiéndome de lo que queda de mi camisa. Sus manos me recorren la espalda. No siento asco como antes, solo una delicia cada vez que se deslizan por mi piel.

Solos los dos, en mi oscura habitación, con sus manos recorriéndome el cuerpo, no pienso, solo me dejo llevar por la burbujeante emoción que produce YunHo en mí. Yo sobre su regazo, con una pierna a cada lado de sus caderas. Sé a dónde nos va a llevar esto. Yo lo deseo.

JaeJoong susurró con voz ronca déjame hacerte el amor.

No tenía que pedirlo ¿acaso no se da cuenta que lo que siento por él hace mucho que dejó de ser amistad? Solamente asiento con la cabeza, aún embargado por el placer de estar con el hombre que amo, de entregarle a él mi corazón y mi cuerpo…”


Aquella fue la primera vez que hicieron el amor. Con ese recuerdo se despierto después de una larga siesta o eso cree. Se sentía un poco adolorido y aturdido. Abrió los ojos con presteza, encontrándose nuevamente en una blanca habitación. «Oh-Oh». Otro dejavú. No le gustaba despertar entre aquellas blancas paredes, con el olor a medicamentos por todos lados. Trató de incorporarse para al segundo dejarse tumbar por el terrible pinchazo de dolor que sintió en su bajo vientre. Por instinto llevo las manos ahí, tocándolo plano. Estuvo a un segundo de entrar en pánico al no notar su pequeña pancita, pero las imágenes de Junsu y él discutiendo por el nombre y la gran cantidad de líquido desperdigándose por sus piernas le hizo entrar en sintonía. Bichito.

Anteriormente había hablado con él médico acera de la forma de anestesia, sería local, pues según él era mejor que la madre estuviera consiente mientras la operación se llevaba a cabo, pero, también le había explicado que a muchas madres primerizas la anestesia local no les surtía efecto, pues se encontraban demasiado nerviosas para que su organismo asimilara el medicamento, por lo que algunas terminaban traumadas o gritando de dolor y por la cantidad de sangre que veían. Se supone que les ponen una manta sobre el pecho para evitar que vean eso, pero desgraciadamente la mayoría mira hacia el techo, donde se encuentra una plancha metálica que funciona solo en casos de emergencia, que al estar al centro de la sala de operaciones, solo hace que se refleje como si fuera un macabro espejo, el cuerpo y los doctores trabajando sobre él. Esa era la razón por la que le pedía al futuro padre entrar con la madre, no solo para vivir el momento, sino también para distraerla de la siniestra escena. JaeJoong sabedor de este asunto, acepto la anestesia local, pues si bien nadie entraría con él, estaba seguro de ser lo suficientemente valiente para mirar cómo le abrían la panza, después de todo se trataba del nacimiento de su Bichito, y no pensaba perdérselo por nada. Desgraciadamente para él, los nervios de una madre primeriza le ganaron, por lo que la anestesia local no surtió efecto, llevando así al médico a aplicar anestesia total.

—¡Ah! —quiso levantarse pero tenía la sensación de que sí se movía se le saldrían los intestinos. Iba a gritar que no encontraba el botón para llamar a las enfermeras, cuando por la puerta entraron dos señoras que rondaban los cincuentas haciendo mucha bulla. Un bulto envuelto entre sabanas se encontraba en brazos de una de ellas. Los ojos de JaeJoong brillaron en ese momento. Detrás de ellas un chico pelinegro entraba refunfuñando mirando a las señoras y al pequeño bulto que transportaban.

—¡Oh! ¡Jae, hijo! ¡Qué bueno que has despertado! —decía animadamente la Sra. Go. —¡Mira a quien he traído conmigo! —señalando las mantas entre sus brazos.

—¡Deberías verlo! ¡Es divino! —comentaba la Sra. Kim mientras levantaba la sabana y hacía muecas extrañas, propias de las tías de edad hacia los sobrinitos.

JaeJoong estiro los brazos, no podía esperar ni un segundo más el estar lejos de su pequeño. Había soñado muchas veces con poder sostenerlo entre sus brazos. Ahora más que nunca le contaría cuentos de hadas, le cantaría nanas para dormir, podría escuchar sus risas, sentir su calor y ver sus ojos. ¿De qué color serían? ¿Negros como los de él o castaños como los de YunHo? ¿Se parecería a YunHo? Esperaba que sí.

El tiempo se le hizo eterno, sentía que la Sra. Go caminaba cada vez más despacio, que daba un paso y se detenía por años. Él solo quería poder sentir a su pequeño, verlo a los ojos y decirle una vez más que lo amaba.

Cuando por fin llegó junto a él, le entregó con una gran sonrisa al pequeño. ¿Cómo explicar el sentimiento que le embargaba en ese momento? Su felicidad era tanta que las lágrimas se le desbordaban, mientras la sonrisa no desaparecía de su rostro al ver y sentir ese diminuto cuerpo. Frágil y cálido, sonrosado y blando, destilando un suave aroma dulzón. Sus brazos se amoldaban perfectamente a él, aunque tenía miedo de sostenerlo demasiado fuerte y hacerle daño. Temblaba, su felicidad mezclada con los nervios de tenerlo en sus brazos por primera vez le hacía temblar como la hoja al viento. Era él, su Bichito. Después de una larga espera por fin podía verlo. Como había dicho la Sra. Kim, era definitivamente el bebé más hermoso. Y no porque fuera suyo, sino que realmente era la cosa más linda que sus ojos habían observado. El cabello azabache que le brotaba sobre la cabeza era suave y sedoso, esparciéndose sin forma alguna, con mechones de pelo parado por ahí y otros planchados por allá.

Pero todo esto, todo el mundo paso a segundo plano, cuando él bebé abrió los ojos. Se mostraban castaños, profundos, tan llenos de pureza. «Iguales a los de YunHo». Cuando sus ojos se encontraron fue un reconocimiento total, como si el pequeño supiera que él era su madre. Lo miró fijamente, y el primer gesto apareció sobre su hermoso rostro. Una sonrisa.

A lo lejos pudo escuchar los “Aww” que emitían ambas señoras y los halagos que le brindaban al pequeñín. Pero para él su mundo giro únicamente sobre su bebé, como una fuerza gravitacional atrayéndolo. Lo sostuvo con un solo de sus delgados brazos, con el otro le acarició su tersa mejilla. Algo inesperado paso. Bichito con sus minúsculas manos apresó uno de los dedos de JaeJoong.

Jamás se había sentido tan fuerte y lleno de voluntad para continuar, para vivir, para querer, para amar y proteger a lo más importante que ahora tenía, su bebé. Bichito le seguía sonriendo, emitiendo algunos agradables soniditos. JaeJoong lloró, depositó un beso en su frente, como YunHo solía hacerlo, en señal de amor y protección.


—Hee Jin —le habló. Ese sería su nombre, porque para JaeJoong eso era lo que su bebé significaba, porque eso era lo que le deseaba, alegría verdadera. —Hee Jin, mi pequeño bebé… mi Bichito.


sábado, 1 de febrero de 2014

HOJAS DE OTOÑO: CAPITULO 7


—¿Ah sí? ¿Y quién dijo tal cosa? —me encontraba al teléfono con Yunho. Inesperadamente me jugó una muy mala broma.

—Yo solo dije que sería la última vez que nos viéramos, pero no me dejaste aclarar que sería en el año. Tú sacaste conclusiones apresuradas.

—Eres cruel. Estrujaste mi corazón de pollo.

“risas” —Esa fue la razón de su dramática despedida. Él y su familia irían de vacaciones  su casa de verano, ubicada en otra ciudad, donde dicen la primavera es eterna, por lo que el frío clima no les afectaría o por lo menos no tanto como aquí, que han comenzado las heladas. No sé muy bien si vivió algún tiempo ahí, pero imagino que le trae buenos recuerdos de su niñez, ya que la menciona con cariño. Y bueno, yo feliz porque a pesar de que no lo veo físicamente, me siento cerca de él. Sus llamadas son constantes una o dos veces por día, eso me hace muy feliz… siento que él y yo estamos conectados…

El tiempo realmente es frío, me gusta así, sentir el vaho de mi cuerpo, el sabor de una buena taza de chocolate caliente, el fervor de las fiestas decembrinas, todo en esta época del año parece cobrar matices cálidos en el alma de las personas, sonrisas y abrazos. Lo mejor en estos días, es la compañía, en mi caso mi mamá, Yoochun va a casa seguido, con la excusa de visitar a su mejor amigo, pero yo se la verdad, solo va porque mamá está en casa, lo que se traduce como “la comida de mi mamá”, pero este año es diferente a los demás, hay un algo que lo hace aún más especial, la presencia de una persona en mi vida…

Yunho…

Aún puedo sentir el cálido beso que depósito en mi frente cuando regreso, yo me había quedado estático en la puerta de mi casa, sin entrar, sin moverme, tratando de asimilar la situación, sintiendo que por momentos perdía el aire en los pulmones, con el frío azotando mis mejillas. Así como subió a su auto con una sonrisa, con esa misma regreso, imagino que no paso mucho tiempo en su ir y venir, a decir verdad creo que solo le dio vuelta a la esquina, aunque no puedo estar seguro ya que mi concepto del tiempo se perdió en cuanto dijo que se iba. Cuando me di cuenta, él estaba frente a mí, sonriéndome, no tardo ni un segundo en envolverme entre sus brazos, y yo soltar mi único sollozo entre ellos.

—No Jae, no llores —dijo mientras me levantaba ligeramente el mentón. Sus ojos buscando los míos. —No llores, nos volveremos a ver.

—S—si… pe-e-r-o… — “¿Cuando?” Cuando nos volveríamos a ver, eso pasaba por mi cabeza, mientras hacia un puchero entre mi lloriqueo.

—Seguramente cuando regresemos a clases —sonrió. Yo solamente detuve mis lamentos y lo mire con la duda en mis ojos. —Hoy es el último día que te veré en este año, así que por favor no llores, quiero tener una bonita imagen tuya.

La confusión en mi cabeza se hacía más grande. ¿Qué no me había dicho que se iba a mudar a otra ciudad? ¿Qué se iría en unas horas y no lo vería más?

—No Jae, no es eso —dijo como leyéndome el pensamiento. —No me mudaré solo iremos por las vacaciones de invierno. Pero si me voy en unas horas, de hecho —miro su reloj por arriba de mi cabeza —de hecho ya es un poco tarde. Así que porque no pones una linda cara para mi, así me llevare un lindo recuerdo tuyo hasta que nos volvamos a ver.

¿Un lindo recuerdo? Lo único que pasaba por mi cabeza era robarle un beso, esos labios que me llamaban como diciéndome “bésanos”. Con uno de sus pulgares retiro las pocas lagrimas que salieron, mientras me miraba y yo, yo veía detenidamente sus labios, tratando de contenerme y no saltar sobre ellos.

Sin previo aviso acercó su rostro muchísimo más de lo que ya estábamos. Un sonrojo se posicionó en mi rostro, sintiendo su respiración sobre mis labios y, cerré los ojos, esperando, deseando sus labios sobre los míos.

Y, por fin, el suave tacto se dio, solamente que él beso mi frente y no mis labios como yo deseaba. Pero aun así, me hizo muy feliz. Fue de esos besos que transmiten sentimientos, de esos que te expresan sentimientos. Eso es lo que sentí, la calidez del corazón de Yunho.


* * *


Las fiestas decembrinas pasaron en un abrir y cerrar de ojos, aún teníamos tiempo libre en lo que el siguiente semestre escolar comenzaba, eso sería a mediados de enero, así que me dedicaría a la vagancia de no ser porque Yoochun está necio en que debemos entrenar.

—¡Levántate! —un grito y un gran peso cayeron sobre mí.

—¡Agghhh! —gemí entre susto y dolor.

—¡Anda! Se hace tarde —abrí ligeramente un ojo, viendo que el cielo se encontraba un poco nublado a través de las cortinas de mi habitación, decidiendo de esta manera que no me movería de mi preciada cama —¡Yaaaaa! ¡Arriba! —dijo jalándome las cobijas que cubrían mi cuerpo.

—¡Aaahhh! —con pereza mire el reloj de mi mesita de noche —¡Es de madrugada! ¡Déjame dormir!

—No es de madrugada, no seas flojo son las 9 de la mañana, no hay forma que sea de madrugada.

—Quiero dormir.

—¡Ya! ¡Levántate! Es que acaso ¿quieres seguir así?

Mire a mí alrededor, mi habitación ordenada, mis libros, mi ropa, mis zapatos, mis discos… mi cama. No fue una difícil decisión. —¡Sí! ¡Sí quiero! —tomé las cobijas acurrucándome de nuevo.

—¡Ahhhh! ¡No! ¡No señor! No nos vamos a quedar de brazos cruzados.

Me rindo, no hay manera. Después de la competencia, a pesar de ser sola y puramente demostrativa, fuimos calificados, demostrando que a pesar de nuestro desempeño aún distábamos mucho de ser de los mejores. Para ser más exactos quedamos ubicados en el décimo lugar de los veinte grupos que se presentaron. Cualquiera diría “No está mal para ser la primera vez que se presentan” o estamos justo a la mitad, ni mal ni bien, tenemos bastante por trabajar pero lo haremos bien conforme avancemos en clases. No, pero aquí mi amigo esta aferrado a la idea de mejorar notablemente regresando, y yo, yo solo quiero seguir durmiendo.

—Ahhhhhhhhhhhhhhh. —Un largo suspiro. —Pues qué más da ¡Vamos!

Me resigno a seguirle la corriente en esto, se que está bien el hecho de que practiquemos, pero algo me dice que no es solo por el hecho de practicar, Yoochun está ocultando algo a través del baile.

—Su no está —me dice al fin. Después de varios días de práctica, solo él y yo nos encontramos en una habitación lo suficientemente especiosa para realizar nuestra rutina.

—Hum. Lo he notado. Debe estar ocupado —digo, no ha venido en toda la semana, es más que obvio que no está.

—Me refiero a que no está en la ciudad.

—Ah. Hum. Supongo que está disfrutando de sus vacaciones. —No se me hacía extraño, después de todo estábamos en las vacaciones de invierno y el cambio de semestre, la mayoría disfruta de su tiempo libre, como Yunho que esta con su familia.

—No se ha comunicado conmigo —su voz denotaba tristeza.

—Quizá no ha tenido tiempo —trato de animarlo.

—No… —bajó la mirada a sus manos, tenía un aura de desolación a su alrededor. —No… —lo que trata de decir le es difícil. Hablando de Junsu, las emociones de Yoochun se agitan, pasa de la felicidad a la tristeza, pero tanto él como yo sabemos que Junsu no tiene intenciones de corresponderle, aún así Yoochun está atento de él, sin perder la esperanza. Espero sinceramente que Yoochun sea correspondido, no habrá ser más feliz que aquel que Yoochun ame. —No ha querido hablar conmigo.

—Te dije que seguro ha de estar ocupado y por eso no te ha llamado. —La extraña amistad entre ellos seguramente es parecida a la que tengo con Yunho, no, Yunho y yo tenemos una conexión especial, no puedo asegurar si existe esa clase de conexión entre Yoochun y Junsu, pero lo que sí sé es que mi amigo le profesa un amor sincero al delfín.

—No ha querido responder mis llamadas, y… cuando lo hace… se porta distante…

¿Distante? ¿Cómo puede portarse distante con Yoochun? Yoochun quien le ha tendido la mano, quien lo cuida como lo más hermoso que hay, Yoochun que lo protege de todas esas injurias que a veces los compañeros le hacen, porque de alguna manera Junsu no se hace querer por todos. Yoochun quien tiene un corazón cálido latiendo por Junsu. No lo entiendo.

—En esta semana  no había querido contestar mis llamadas, pero por lo poco que dijo se que esta fuera de la ciudad con un amigo y su familia. —Me miro a los ojos. —Es como si no quisiera saber de mí y… duele.

Cuando Yoochun dijo eso mi corazón se oprimo. «Me gustaría tanto evitarte ese dolor amigo mío, pero no hay nada que pueda hacer más que sostenerte entre mis brazos justo como lo hago ahora».

—Su indiferencia me duele…

Se separó lentamente de mí, me miró e hizo in amago de sonrisa. Le sonreí, tome su mano y entrelacé nuestros dedos, como siempre, dándonos de esa forma apoyo. «Yo estoy aquí Yoochun» aunque realmente me gustaría sacudir a Junsu hasta hacerlo entender que nadie lo querrá más que Yoochun, pero como dicen, en el corazón no se manda.

De esta manera me obligué a levantarme temprano en estos sagrados días de descanso, practicar todos los días durante muchas horas, para así amortiguar la indiferencia de Junsu hacia Yoochun. Por las noches, recibir las llamadas de Yunho me hacía feliz.


* * *


—Jae, yo… yo tengo algo que decirte —Yunho dijo un día.

—Pronto regresarás y nos volveremos a ver,  ¿no estás feliz? —le interrumpí. De alguna manera el tono en el que comento “tengo algo que decirte” me sonó al típico “tenemos que hablar” de las parejas cuando su relación ya no funciona. Pero mi caso es muy diferente, sin darme cuenta había pasado cerca de un mes y las clases iniciarían en la última semana de enero, a solo un par de días, y con ello el regreso de Yunho.

—Jae, tu y yo tenemos algo especial… —su voz ronca se dejo escuchar al otro lado de la línea. Aquellas simples palabras hicieron brincar a mi corazón de alegría. «Claro que tenemos algo especial».  Él también lo ha notado, sonrió aunque él no pueda verme. —Jae, tú y yo tenemos algo especial —repite, y mi corazón sigue brincado con cada palabra. —Jae, eres de las pocas personas con que me siento tan cómodo, te has vuelto una persona indispensable en mi vida… eres un gran amigo…

«Amigo…»

Esa palabra de alguna manera hiere…

—Y como eres un gran amigo te diré esto, porque es lo mínimo que mereces.

¿En qué momento mi sonrisa se congeló? ¿Mi conexión especial es solo amistad? No, no, no. Amistad es lo que hay entre Yoochun y yo. «Yunho ¿acaso no te das cuenta que tu y yo somos algo más que amigos?»

—Jae, yo… yo conocí a alguien en este mes que estuvimos separados…

— … —Nada, no pude articular palabra alguna, ni siquiera un sonido de sorpresa ¿fui yo quien se ilusiono? ¿Fui yo quien confundió el cariño de Yunho?

—Bueno ya lo conocía, solo le deje entrar en mi vida y…

«¿Qué?»

A partir de ese momento deje de escuchar lo que Yunho me decía. ¿Cómo que alguien más? Creí que él y yo teníamos ese algo que une a las parejas, la química, flechazo, chispa como quieran llamarlo, entonces ¿Qué fue lo que pasó?

—Sé que crees que tu y yo tenemos química, pero yo de verdad no quiero arruinar la hermosa amistad que tengo contigo, y en estos días estando separados, sé es lo mejor, además Junsu…

—¿Junsu? —¡¿¿Junsu?!! ¡Oh por dios!

—Sí, Junsu. Él y yo somos compatibles, tenemos muchas cosas en común y…

Bla, bla, bla no escuche lo demás. Ni siquiera me intereso, solo deje el auricular caer de mis manos. Me faltaba el aire. Llegué a la ventana y traté de abrirla, me temblaban las manos. Una ráfaga de aire frío se coló por mi habitación, golpeándome directamente en la cara, tan fuerte como mi realidad.

Yunho había escogido a alguien más, y yo, yo le amaba…

Duele…

No pude llorar, no derramé ni una sola lágrima en el trascurso de la noche, solamente me quede ahí sentado frente a la ventana, porque esa maldita sensación de asfixia no me dejaba. No sé cuánto tiempo pase en esa posición, hasta que las luces de mi habitación se encendieron, junto con las de toda la casa. Ni siquiera había notado que todo estaba a oscuras. Con la luz llegó mi madre, quien no dijo nada, solo tomo una cobija y me arropó, no cerró la ventana y eso se lo agradecí enormemente, no podría soportar estar dentro, sin aire.

Al día siguiente me encontraba en la calidez de mi cama, bien arropado y con la ventana cerrada, supongo obra de mi madre. Pero estar ahí dentro también me daba la sensación de protección. Al poco tiempo unos pasos y la puerta de mi habitación abierta violentamente.

—¿Por qué no te has levantado? Hoy es el último día que ensayaremos. Ya quiero regresar a clases, y así poder ver a Su.

Aquello congeló mi corazón, Yoochun aún no sabía nada. Yo no podría, no quería, pero debía…

—¿Qué harías si te enteras que Junsu está saliendo con alguien? —pregunte casi en un susurro debajo de mis cobijas.

—¿Ah? —Aquello le desconcertó. —Pues no sé, supongo que lo tendría que asimilar ¿no crees? Digo, espero que eso no pase pronto, más bien espero que me corresponda, ruego por que lo haga.

OK. Eso dolió. No podía no decirle nada y dejar que fuera ingenuamente a encontrarse con… con… con esa sanguijuela…

—Junsu y Yunho están saliendo —solté fríamente. Por más que buscara la forma más sutil de decirle eso, al final no evitaría el daño causado, por eso no me complique y lo dije de esa manera.

—¿Es broma? Deja de jugar.

Descubrí mi rostro y lo miré fijamente. «No Yoochun, no es broma». No me gusta ser el conductor de malas noticias. Y de pronto la realidad me golpeó de nuevo.

Yunho y Junsu juntos… Yunho no es para mí…

Y entonces, las lágrimas brotaron….

¿Por qué? Esa pregunta no salía de mi cabeza ¿Por qué él? No paraba de preguntarme aquello ¿Por qué de todas las personas tenía que ser justamente Junsu? ¿Por qué rompernos el corazón a la par?

Ese día no practicamos, nos quedamos en cama, bueno yo en mi cama y Yoochun en la silla frente a la ventana, sin decir nada, tratando de asimilar todo este asunto. Llorando lo que debamos llorar para que el lunes nos presentemos como si nada hubiera pasado. Fingiendo que no hay herida… ni dolor…


* * *


¡Maldita sea!

Maldigo la hora en la que me emocioné y ajuste mi horario con el de Yunho. ¡Demonios! Pienso a cada paso que doy. Cada vez estoy más cerca. ¿De verdad tengo que entrar a ese salón? Finalmente me detengo, dudando en si debo o no entrar. Suspiro fuertemente intentando agarrar valor. Aspiro una vez más y no avanzo, me quedo ahí. Una mano en mi hombro, reconozco su tacto: Yoochun.

Me mira como si en mí fuera a encontrar el valor para entrar al aula. Tampoco quiere hacerlo. ¿La razón? Muy sencilla, esa es una de las clases que compartimos con Yunho y para desgracia de ambos con Junsu. ¡Los cuatro juntos! ¡Qué sofocante es ahí dentro!

Aspiro con fuerza, exhalo. Tomo la mano derecha de Yoochun, entrelazo mis dedos, sabiendo que es señal de fortaleza para ambos. Mira directamente a mis ojos y yo solo asiento ligeramente con la cabeza. Y así ambos ingresamos a lo que será nuestra tortura.

En este semestre las materias van de la siguiente manera Yunho, Yoochun y yo compartimos casi todas las clases, pero, desgraciadamente para nosotros, esta es la única que compartimos los cuatro. Es horrible. Verlos por separado es difícil, pero verlos juntos, haciéndose cariñitos es un martirio.

—Vamos —me dice al tiempo que ingresamos y nos colocamos en nuestros respectivos lugares al final del aula a un lado de la ventana. Nunca me ha gustado sentarme delante, me siento observado y desde aquí tengo la perspectiva de todo el salón. Eso incluye a la parejita que se sienta justo dos filas delante de nosotros.

Esta primer semana de clases realmente ha sido dura, no quiero mirar hacia ningún lado. Yoochun esta tan callado como yo, no sé qué decirle, ni siquiera sé como animarme a mí mismo. Caminamos siempre juntos, nos tomamos de la mano cada vez que los vemos por los pasillos, mirando hacia otro lado, a cualquier lado que no sea a ellos.

—Gatito ¿puedo hablar contigo? —mojigatamente me hablo Junsu.

Ese día me había apresurado a salir. Compartía esa clase con Yunho y a pesar de que él hacía intentos por hablarme, yo solo contestaba con monosílabos. Afortunadamente el profesor era muy estricto y no permitía cualquier tipo de cuchicheo en su clase. Yo había estado evadiendo a Yunho desde el día que me dijo por teléfono que salía con Junsu. Y ahora, tenía a Junsu frente a mí, pidiendo de forma puritana hablar conmigo. «¡Ja! ¡Como si yo quisiera hablar contigo!»

—Sí, claro —le digo de forma dulce e hipócritamente le sonrió. La gente nos observa. He notado sus cuchicheos acerca de nosotros, no quiero armar un escándalo y sé que Junsu lo ha hecho de esta forma para yo le haga un desaire y la gente piense mal de mí, o bien para simplemente hacerme pasar un mal rato. No contaba con mi respuesta, lo vi en sus ojos, esperaba que le hiciera un desplante y no que le respondiera de forma tan tranquila.

—Dime —le sonrió de nuevo, aunque yo sé que mi sonrisa es forzada, él no lo sabe. Nos hemos alejado una prudente distancia de los demás, para tener un poco de privacidad al hablar.

—Yo, yo lo siento mucho —dice mientras baja la cabeza y se agarra la cara con las manos. Hay un algo en tono neutro que me hace creer que no está del todo arrepentido. —Yo no sabía que tú pensabas en U-know como alguien especial. — «Mientes» le quiero gritar. «Me restriegas en la cara el sobrenombre que le has puesto y te atreves a decirme que no sabías de mis sentimientos por él ¡A otro perro con ese cuento!»

—Si, no te preocupes, no importa —le digo con el mismo tono neutro que él está usando, no quiero darle el gusto de verme mal ni hacerle una escena.

—Pero yo de verdad no sabía —continuó. ¿Por qué no entiende que no me interesa? Ni siquiera le creo. —Créeme, te has portado muy bien conmigo y no quisiera que mal entendieras este asunto. Me importa mucho tu amistad, tanto que si tú me lo pides lo dejare. Dejaré a Yunho si me lo pides.

«¿Lo dejarás? ¿Dejarías a Yunho si yo te lo pidiera?». La tentación era muy grande, por un momento le quise decir “Déjalo, no eres para él” pero eso solo sería muy egoísta de mi parte, pues si Yunho lo escogió fue por algo, y si Junsu me estaba ofreciendo esto, seguramente algo se traía en manos. No confío en él… tal vez sea por prejuicio. Muy dentro de mi sé que no es mala persona, de lo contrario Yoochun no se hubiera enamorado de él, a menos claro que lo haya hechizado.

—No, no te preocupes por mí —le digo al fin, esta vez sinceramente trato de sonreír, pensando en la felicidad de Yunho. —No tienes que hacer nada, si él está contigo es por algo.

—Pero tú… me ha dicho que estás muy distante con él y eso le duele. Y, y… yo no quiero perder tu amistad tampoco.

—Solo necesito tiempo para asimilar las cosas —le digo tranquilamente. —Lo que si no se me hace justo, es la forma en la que trataste a Yoochun. —Ahí sí, el resentimiento en mi voz es latente. Junsu da un paso hacia atrás al hablar de esto. —Yoochun te ha apoyado mucho y sé que sabes de sus sentimientos por ti, no se merece el trato que le diste.


Sin dejarlo hablar me doy la vuelta y me voy. Me topo de frente con Yunho quien ha manteniendo su distancia, esperando por su novio. Nuestras miradas se topan y yo solo asiento ligeramente en forma de saludo y me retiro buscando a mi mejor amigo, porque ambos nos necesitamos ahora.