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viernes, 20 de septiembre de 2013

SIEMPRE: CAPITULO 1



“No puedo creer lo inverosímil de la situación, quien iba a pensar que ahora tú y yo estemos separados. No puedo y no quiero creerlo, pero amor, ha pasado tanto tiempo desde que me dedicaste una última mirada…”

Jiyong pasaba frente a Seunghyun evitando mirarlo a la cara. Se veía muy bien con ese pantalón negro ajustado y esa camisa que cubría su blanco cuello, había vuelto a cambiar de imagen, una más sofisticada, eso no le sorprendió ya que siempre le ha gustado ir a la vanguardia. Ahora su cabello era de un rubio cenizo, que acentuaba sus delicadas facciones y lo hacía verse aún más hermoso de lo que es. Aunque, no sabía si era su imaginación o lo veía inusualmente demacrado. Por un leve momento sus miradas se cruzaron, Seunghyun quiso hablar, pero no dijo nada al ver como Jiyong le rehuía la mirada de nuevo y continuaba con su camino.

Sintió una punzada en el pecho, pero no dijo nada, dejo que su amor simplemente se marchara. No entendía bien como habían llegado a esa situación, hasta hace unos meses todavía se juraban amor, pero luego una discusión tras otra comenzaron a empañar la relación hasta que un día estallo. El problema había comenzado como casi todos, por algo insulso, pero el orgullo no les permitía ceder, sabían que ambos estaban mal, pero ninguno hizo nada para evitar aquel desastre. Al final Jiyong tomó sus cosas y se marchó de casa, de ese lugar que compartían y que guardaba tantos recuerdos.

“Estaba tan enojado, tan fastidiado de toda esta situación que no sentí ningún remordimiento de lo que dije, hasta que… hasta que en la puerta volteaste a verme por última vez y saliste apresuradamente. No te detuve, solo te vi irte de mi vida… la soledad me invadió una vez que tú saliste por la puerta…”

Después de eso ninguno busco contacto, sus horarios estaban tan apretados que casi no se veían, solo de vez en cuando, como hoy, por los pasillos de la empresa. Las miradas inquietas y los susurros de los demás no se hacían esperar, pero nadie decía nada, conocían el fuerte carácter de Jiyong, y sabían que a Seunghyun no le gustaba que se metieran en su vida personal. No tenían razones para verse, no había ensayos, solo cada uno por su lado continuaba con su ajetreada agenda.

Top se encontraba en el estudio, intentaba escribir una canción, pero no había poder alguno que sacara de su mente a Jiyong, su pequeño y frágil cuerpo, su nariz, sus labios rosas, su deslumbrante sonrisa. Unas lágrimas recorrieron sus mejillas cayendo pesadamente sobre los borradores de las miles de canciones que intentaba sin éxito alguno escribir. Sus lágrimas se convertían en los versos que no escribía, versos que innegablemente sentían la ausencia de Jiyong.

De algún modo u otro había ido a su casa, había continuado con la rutina en que su vida se había transformado. Se despertaba, iba a trabajar, sonreía a las cámaras, regresaba a casa no sin antes decirle a todos “buen trabajo”, y, al final del día se acurrucaba en su cama, aquella que aún tenía impregnado el aroma de Jiyong.

“Hoy te vi de nuevo, sonreías. Tenías esa dulce sonrisa con la que tanto he soñado estos meses, esa que había desaparecido de tu hermosa cara durante algún tiempo… sin mentirte mi vida, debo decir que es la primera vez que sonríes después de nuestra separación. Pero, una dolor ofusca mi alma, le sonríes a alguien que no soy yo…”

Jiyong se había topado con el maknae después de que este regresara de su larga gira de promociones por Japón. Seungri siempre había sido amigable y divertido, definitivamente a Jiyong le hacía falta reír y el pequeño maknae era uno de los pocos, aparte de Seunghyun, que lograba hacerlo reír hasta carcajear con la más mínima ocurrencia que saliera de su boca. Desafortunadamente para Top, verlo sonreír de nuevo le ilumino el rostro, pero sentía que el aire se le escapaba al notar que sonreía para alguien más, alguien de quien quisiera o no siempre se había sentido intranquilo.

No es que no quisiera al maknae, era solo desconfianza, quizá más que eso, eran celos. Seungri siempre afirmaba que su mejor hyung era Jiyong, la relación entre ellos era buena, pero Seunghyun había descubierto algo que el líder no había notado. De vez en cuando al maknae se le escapaban miradas de anhelo hacia su más querido hyung, nunca había dicho nada claro, pero sabía que el pequeño sentía más que solamente admiración, cariño y respeto, estaba enamorado de Jiyong.

Seungri tomo por el brazo a Jiyong, mientras una serpiente ardiendo recorría las entrañas de  Seunghyun al verlos irse. El rubio giro para recoger las notas que llevaba con él, al hacerlo sus ojos se toparon con los de su expareja y su sonrisa se desvaneció en el aire. Un fugaz destello de dolor paso por su cara, dio media vuelta lo más rápido que pudo y se marcho con el mankae. Top solo apretó los puños y siguió con lo que estaba haciendo, decidió que debían continuar, cada quien por su camino. Así como él había entrado en la vida de Jiyong, así sin hacer ruido, así saldría de la misma.

Recostado en su cama, esa que le guardaba sus mejores recuerdos y que le había visto llorar por las noches hasta quedarse dormido, ahora ahí ahogaba de nuevo sus penas, mordía una almohada mientras los pensamientos se agrupaban en su mente.

“Regresábamos a casa después de una larga gira, en la que no habíamos tenido mucho tiempo para estar juntos… con tus pequeñas manos me empujabas por la espalda para apurarme a entrar, para no perder un solo instante en hacer el amor…

De manera desesperada pedías mis besos… no te hice esperar, te necesitaba tanto como tú a mí. Me deshice de todo aquello que nos estorbaba, pronto la ropa que tan bien se te veía estaba ahora en el suelo… definitivamente me gusta más este tú, me gustas al natural…

Mi boca atrapaba a la tuya haciéndote gemir con cada toque, bese tu cuello mientras tú acariciabas mi espalda… te senté sobre mi regazo, podías notar claramente como mi despierto miembro rozaba con tu trasero… los gemidos de tu boca me volvían loco…. aceraste más tus caderas… mmm… un leve gruñido salió de mi garganta al sentir nuestros miembros rozar… comenzabas a moverte de manera exquisita sobre mí, haciendo que tanto tu como yo gimiéramos de placer con tan solo sentirnos… no lo resistí más… con una de mis manos tomé tu excitado miembro y comencé a masturbarlo… una ola de sonidos indecentes cubrió la habitación… llevé dos de mis dedos a tu boca… los lamiste con presura y sin pudor… eres realmente sexy cuando haces ese tipo de cosas, haces me prenda más… saque mis dedos y los lleve hasta tu pequeña entrada, metí uno por uno, abriendo camino para lo que vendría… levante tus caderas y con suavidad me introduje dentro de ti…  ahhhh…. tan cálido dentro…. mmm… a pesar de todas las veces que lo hemos hecho sigues siendo estrecho… gritos de placer salían de tu boca… estaba seguro que mañana resentirías la garganta, pero no me importaba, solo yo soy capaz de hacerte gemir de placer… aumente el ritmo de las embestidas, hasta que por fin una dio certera en el punto… ahhh gritaste aún más fuerte, mientras que con tus pequeñas manos  te aferrabas a mi espalda para no caer… sabía que estabas próximo a llegar al climax… lo podía ver… tu piel se sonroja y eriza, siento como me clavas las uñas…  tus músculos se tensan y… contraes tu entrada… te embisto dos veces más… ahhh… derramo mi esencia dentro de ti mientras tú la derramas sobre nuestros estómagos… caes rendido… suspiras… – te amo – me dices… te beso… yo también te amo… me levanto contigo en brazos, se que estas a punto de caer dormido, te llevo hasta la cama y nos cubro con una manta… – Te amo – te digo…”

Al despertar Seunghyun sentía un vacio en su interior, había soñado con su Jiyong, y ahora sentía el hueco que este había dejado al irse. Lo había sentido tan real, pero no, era momento de continuar, ahora Ji tenía la oportunidad de ser feliz con alguien más… “pero me cuesta tanto olvidarte mi amor, me cuesta tanto decirte adiós…”  Sabía que lo tenía que dejar ir, eran polos opuestos, Ji siempre tan radiante como la luz del día y él siempre frio y reservado como la noche; pero Seungri era, y aunque le doliera admitirlo, como una mañana de primavera, hiperactivo, bullicioso, alegre; incluso hasta él sentía que le contagiaba parte de su alegría con todo el alboroto que armaba.

Se levantó aún sintiendo el hueco en el pecho que le producía la falta de Jiyong. Entendió que las pequeñas manos no le apresurarían nunca más, que se pasaría la vida añorando sus besos, su calor, sus caricias.  Pero solo se conformaría con una mirada, solo una mirada bastaría para alegrar su mundo, le daría luz y sentido a esta oscuridad en la que se encontraba.

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