“No puedo creer lo inverosímil de la situación,
quien iba a pensar que ahora tú y yo estemos separados. No puedo y no quiero
creerlo, pero amor, ha pasado tanto tiempo desde que me dedicaste una última
mirada…”
Jiyong
pasaba frente a Seunghyun evitando mirarlo a la cara. Se veía muy bien con ese
pantalón negro ajustado y esa camisa que cubría su blanco cuello, había vuelto
a cambiar de imagen, una más sofisticada, eso no le sorprendió ya que siempre
le ha gustado ir a la vanguardia. Ahora su cabello era de un rubio cenizo, que
acentuaba sus delicadas facciones y lo hacía verse aún más hermoso de lo que
es. Aunque, no sabía si era su imaginación o lo veía inusualmente demacrado.
Por un leve momento sus miradas se cruzaron, Seunghyun quiso hablar, pero no
dijo nada al ver como Jiyong le rehuía la mirada de nuevo y continuaba con su
camino.
Sintió
una punzada en el pecho, pero no dijo nada, dejo que su amor simplemente se
marchara. No entendía bien como habían llegado a esa situación, hasta hace unos
meses todavía se juraban amor, pero luego una discusión tras otra comenzaron a
empañar la relación hasta que un día estallo. El problema había comenzado como
casi todos, por algo insulso, pero el orgullo no les permitía ceder, sabían que
ambos estaban mal, pero ninguno hizo nada para evitar aquel desastre. Al final
Jiyong tomó sus cosas y se marchó de casa, de ese lugar que compartían y que
guardaba tantos recuerdos.
“Estaba tan enojado, tan fastidiado de toda esta
situación que no sentí ningún remordimiento de lo que dije, hasta que… hasta
que en la puerta volteaste a verme por última vez y saliste apresuradamente. No
te detuve, solo te vi irte de mi vida… la soledad me invadió una vez que tú
saliste por la puerta…”
Después
de eso ninguno busco contacto, sus horarios estaban tan apretados que casi no
se veían, solo de vez en cuando, como hoy, por los pasillos de la empresa. Las
miradas inquietas y los susurros de los demás no se hacían esperar, pero nadie
decía nada, conocían el fuerte carácter de Jiyong, y sabían que a Seunghyun no
le gustaba que se metieran en su vida personal. No tenían razones para verse,
no había ensayos, solo cada uno por su lado continuaba con su ajetreada agenda.
Top se
encontraba en el estudio, intentaba escribir una canción, pero no había poder
alguno que sacara de su mente a Jiyong, su pequeño y frágil cuerpo, su nariz,
sus labios rosas, su deslumbrante sonrisa. Unas lágrimas recorrieron sus
mejillas cayendo pesadamente sobre los borradores de las miles de canciones que
intentaba sin éxito alguno escribir. Sus lágrimas se convertían en los versos
que no escribía, versos que innegablemente sentían la ausencia de Jiyong.
De algún
modo u otro había ido a su casa, había continuado con la rutina en que su vida
se había transformado. Se despertaba, iba a trabajar, sonreía a las cámaras,
regresaba a casa no sin antes decirle a todos “buen trabajo”, y, al final del
día se acurrucaba en su cama, aquella que aún tenía impregnado el aroma de
Jiyong.
“Hoy te vi de nuevo, sonreías. Tenías esa dulce
sonrisa con la que tanto he soñado estos meses, esa que había desaparecido de
tu hermosa cara durante algún tiempo… sin mentirte mi vida, debo decir que es
la primera vez que sonríes después de nuestra separación. Pero, una dolor
ofusca mi alma, le sonríes a alguien que no soy yo…”
Jiyong se
había topado con el maknae después de que este regresara de su larga gira de
promociones por Japón. Seungri siempre había sido amigable y divertido, definitivamente
a Jiyong le hacía falta reír y el pequeño maknae era uno de los pocos, aparte
de Seunghyun, que lograba hacerlo reír hasta carcajear con la más mínima
ocurrencia que saliera de su boca. Desafortunadamente para Top, verlo sonreír
de nuevo le ilumino el rostro, pero sentía que el aire se le escapaba al notar
que sonreía para alguien más, alguien de quien quisiera o no siempre se había
sentido intranquilo.
No es que
no quisiera al maknae, era solo desconfianza, quizá más que eso, eran celos.
Seungri siempre afirmaba que su mejor hyung era Jiyong, la relación entre ellos
era buena, pero Seunghyun había descubierto algo que el líder no había notado.
De vez en cuando al maknae se le escapaban miradas de anhelo hacia su más
querido hyung, nunca había dicho nada claro, pero sabía que el pequeño sentía
más que solamente admiración, cariño y respeto, estaba enamorado de Jiyong.
Seungri
tomo por el brazo a Jiyong, mientras una serpiente ardiendo recorría las
entrañas de Seunghyun al verlos irse. El
rubio giro para recoger las notas que llevaba con él, al hacerlo sus ojos se
toparon con los de su expareja y su sonrisa se desvaneció en el aire. Un fugaz
destello de dolor paso por su cara, dio media vuelta lo más rápido que pudo y
se marcho con el mankae. Top solo apretó los puños y siguió con lo que estaba
haciendo, decidió que debían continuar, cada quien por su camino. Así como él
había entrado en la vida de Jiyong, así sin hacer ruido, así saldría de la
misma.
Recostado
en su cama, esa que le guardaba sus mejores recuerdos y que le había visto
llorar por las noches hasta quedarse dormido, ahora ahí ahogaba de nuevo sus
penas, mordía una almohada mientras los pensamientos se agrupaban en su mente.
“Regresábamos a casa después de una larga gira,
en la que no habíamos tenido mucho tiempo para estar juntos… con tus pequeñas
manos me empujabas por la espalda para apurarme a entrar, para no perder un
solo instante en hacer el amor…
De manera desesperada pedías mis besos… no te
hice esperar, te necesitaba tanto como tú a mí. Me deshice de todo aquello que
nos estorbaba, pronto la ropa que tan bien se te veía estaba ahora en el suelo…
definitivamente me gusta más este tú, me gustas al natural…
Mi boca atrapaba a la tuya haciéndote gemir con
cada toque, bese tu cuello mientras tú acariciabas mi espalda… te senté sobre
mi regazo, podías notar claramente como mi despierto miembro rozaba con tu
trasero… los gemidos de tu boca me volvían loco…. aceraste más tus caderas…
mmm… un leve gruñido salió de mi garganta al sentir nuestros miembros rozar…
comenzabas a moverte de manera exquisita sobre mí, haciendo que tanto tu como
yo gimiéramos de placer con tan solo sentirnos… no lo resistí más… con una de
mis manos tomé tu excitado miembro y comencé a masturbarlo… una ola de sonidos
indecentes cubrió la habitación… llevé dos de mis dedos a tu boca… los lamiste
con presura y sin pudor… eres realmente sexy cuando haces ese tipo de cosas,
haces me prenda más… saque mis dedos y los lleve hasta tu pequeña entrada, metí
uno por uno, abriendo camino para lo que vendría… levante tus caderas y con
suavidad me introduje dentro de ti…
ahhhh…. tan cálido dentro…. mmm… a pesar de todas las veces que lo hemos
hecho sigues siendo estrecho… gritos de placer salían de tu boca… estaba seguro
que mañana resentirías la garganta, pero no me importaba, solo yo soy capaz de
hacerte gemir de placer… aumente el ritmo de las embestidas, hasta que por fin
una dio certera en el punto… ahhh gritaste aún más fuerte, mientras que con tus
pequeñas manos te aferrabas a mi espalda
para no caer… sabía que estabas próximo a llegar al climax… lo podía ver… tu
piel se sonroja y eriza, siento como me clavas las uñas… tus músculos se tensan y… contraes tu
entrada… te embisto dos veces más… ahhh… derramo mi esencia dentro de ti
mientras tú la derramas sobre nuestros estómagos… caes rendido… suspiras… – te
amo – me dices… te beso… yo también te amo… me levanto contigo en brazos, se
que estas a punto de caer dormido, te llevo hasta la cama y nos cubro con una
manta… – Te amo – te digo…”
Al
despertar Seunghyun sentía un vacio en su interior, había soñado con su Jiyong,
y ahora sentía el hueco que este había dejado al irse. Lo había sentido tan real,
pero no, era momento de continuar, ahora Ji tenía la oportunidad de ser feliz
con alguien más… “pero me cuesta tanto
olvidarte mi amor, me cuesta tanto decirte adiós…” Sabía que lo tenía que dejar ir, eran
polos opuestos, Ji siempre tan radiante como la luz del día y él siempre frio y
reservado como la noche; pero Seungri era, y aunque le doliera admitirlo, como
una mañana de primavera, hiperactivo, bullicioso, alegre; incluso hasta él
sentía que le contagiaba parte de su alegría con todo el alboroto que armaba.
Se
levantó aún sintiendo el hueco en el pecho que le producía la falta de Jiyong. Entendió
que las pequeñas manos no le apresurarían nunca más, que se pasaría la vida
añorando sus besos, su calor, sus caricias. Pero solo se conformaría con una mirada, solo
una mirada bastaría para alegrar su mundo, le daría luz y sentido a esta
oscuridad en la que se encontraba.
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