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jueves, 26 de septiembre de 2013

WEDDING DREES: CAPITULO 6




Se encontraba acurrucado en el marco de la puerta, llorando desconsoladamente su destino. El brazo le dolía considerablemente, pero no tanto como su corazón. El pensamiento de estar con alguien más que no fuese Yunho le aterraba de tal manera que quería correr y escapar de todo mundo. Lamentablemente eso tampoco se daría…

Kyung Joon no solo era un gran magnate, era toda una mente maestra, capaz de planear todo con el más mínimo detalle para evitar cualquier falla en sus planes. Una amenaza no muy sutil era lo que mantenía a Jaejoong en ese lugar.

Cuando el pelinegro perdió los estribos con los chicos diseñadores y se autoproclamo vencedor de ese juego que el mismo había creado, cuido todo detalle, desde el momento en que Yang salió por asuntos laborales, se encargo de que no regresara por un buen tiempo, dejando a su cargo varios proyectos, con los que el beneficio era mutuo, pero era mayor para Kyung Joon ya que mantenía alejada la presencia de Yang, quien si hubiese estado en el local habría no solo interferido en los planes, seguramente ni siquiera se hubiese podido acercar a Jaejoong, ya que el diseñador profesaba un cariño fraternal al chico.

Con el brazo morado por el agarre que mantuvo el pelinegro, y con los ánimos por los suelos, Jaejoong se dedicaba a dejar correr amargas lágrimas a través de sus mejillas. Nadie podría salvarlo ahora, nadie excepto Yunho…

“Yunho ¿Dónde estás?”

“Yunho, regresa… por favor, regresa…”

Durante el tiempo que estuvo llorando su desgracia, dos personas lo observaban, el mismo Kyung Joon y Yoochun, quien ideo todo el plan. De alguna manera las lágrimas del chico les hería en una parte del alma, el primero aún sabiendo que condenaría a Jaejoong a la infelicidad y que probablemente nunca su sonrisa se volviese a vislumbrar más que fingidamente, no podía y no quería dejar escapar al chico, tanto tiempo pensando en él, tantos planes consumados solo para estar cerca de él, y ahora que estaba a punto de tenerlo para siempre a su lado, aunque eso significase una prisión para el otro, no iba a dejarlo ir, no, simplemente eso no estaba dentro de sus planes, Jaejoong sería suyo, eso lo tenía muy claro.

Por otro lado Yoochun, quien detestaba al chico, sintió una parte de su corazón removerse, ese que el mismo diseñador creía muerto, al parecer sintió compasión del chico. Porque una vez que destrozó la vida de Jaejoong, con el tonto pretexto de enseñarle lo dura que es la vida y que no siempre se puede poner una sonrisa como el chico lo hacía, se encontró que al final de todo eso, ya no era tan divertido, de hecho un poco de culpa llegaba a él, pues aunque lo negara reciamente la vida había sido igual de cruel con Jaejoong que con él, la diferencia radicaba en el corazón del joven y el suyo que se amargó con el pasar de los años. No, no quería que el chico sufriera más por su culpa, pero a estas alturas poco podía hacer, más que buscar a Yunho.

Kyung Joon salió por la puerta principal, decidido a no abandonar su ambición de tener a Jaejoong solo para él, pero al notar el sufrimiento y el daño físico que le estaba causando, estrujaba su corazón, sin embargo no desistiría. Sin pensarlo más, dio media vuelta, quizá de una manera un tanto precipitada y brusca, se dirigió al estudio, tomó el manchado vestido de café y se lo llevó con él. Porque ¡oh si! Jaejoong vestiría aquello en lo que tanto trabajo y tantas excusas había puesto. Luciría bellísimo en ese vestido platinado, contrastando con su piel color crema, sus ojos cafés negros y sus rojos labios, esos que ansiaba probar desde el primer día que lo vio.

– Vamos – Junsu tiraba suavemente del brazo no mancillado de Jae. Tenía los ojos abnegados de lágrimas al igual que su amigo, pues al momento en que condenaron a Jae, este se puso a llorar junto con él, su impotencia le hacía cómplice de todo aquello. – Ven – decía de forma dulce. Poco a poco logró que Jae se levantara del suelo, más no que sus lágrimas dejasen de salir.

“Encontraremos una solución” Eso le había prometido a su amigo, y ahora éste estaba a punto de contraer nupcias con alguien que ni siquiera le agradaba. Ya no tenía tiempo para buscar una solución que no dañara a nadie, no, ahora solo existían dos posibilidades, una que Yunho y Min regresaran, lo cual era muy poco probable dados sus nulos intentos de comunicarse con ellos, o escapar, huir de todo este huracán sin importar nada más que ellos, cosa muy difícil, porque ellos le debían  mucho a Yang, quien sería el principal afectado, pues Kyung Joon se encargaría de destruir todo lo que ha construido el mayor. Y el hecho de huir, implicaba también abandonar sus sueños, pero ¿serían capaces de vivir en desconsuelo por continuar sus sueños y evitar destruir a la persona que les apoyo siempre o ser felices y arruinar todo lo que Yang construyo? No, esa es su respuesta, esa es la razón por la que se quedaban. Pues aunque Jae era el que se casaba, Junsu, de alguna manera iba incluido en el paquete, al haberse inmiscuido en el asunto, Kyung Joon decidió que este sería para siempre la “dama de compañía” de su Jae, y no es que tampoco hubiera dejado a su amigo en las manos de aquel sujeto.


« ҉ » « ҉  » « ҉ »


El primer día después del anuncio, el local que siempre fue la bulliciosa y alegre boutique de vestidos de novias, ahora se parecía más a una funeraria. No había clientas felices de estar viendo su vestido, no había damas alegres que soltaban alguno que otro chiste picante para sonrojar a la novia, ni diseñadores corriendo de un lado a otro con montones de telas blancas, o flores adornando los jarrones, ni siquiera la pedrería que lucían brillaba. Todo se encontraba en penumbras, como el corazón de Jae, apagándose poco a poco, resignándose a vivir con un hombre al que no amaba.

– Huye – Yoochun había llegado a su límite. El llanto de Jaejoong lo había conmovido profundamente, su culpa era grande, pues él había iniciado todo esto. Realmente pensaba que el chico no lo pasarían mal al lado de Kyung Joon, quien en un principio mostraba interés amoroso en él, pero que ahora solo era obsesión, y aún así no creía que hiciera mal. Después de todo Jaejoong tendría la estabilidad económica que solo el dinero da, un estatus social al que no cualquiera accede, además de la belleza natural que poseía y su esposo sería alguien bien parecido, incluso podría poner su propia boutique si quería seguir diseñando. Pero lo que Yoochun nunca entendió es que el dinero no te hace feliz, que hay cosas que el dinero no puede conseguir, que la felicidad no consiste en tener todo, que si eres bueno verás que ella llega a tu vida sin la necesidad de buscarla intensamente, así como el amor toca a tu puerta cuando menos lo esperas, así la felicidad viene, si sabes apreciar lo bueno que la vida te da.

Aunque nada servía ya intentar remediar su vida, Yoochun, entendía que había hecho más daño que el que le hubieran infringido en un pasado, porque una cosa es que la vida sea dura y te trate con la punta del pie, y la otra es que con todo eso hallas encontrado el amor y por culpa de terceros no seas capaz de seguirlo. Así sería la vida de Jaejoong, como un jilguero encerrado en una jaula pierde su canto, así mismo el chico perdería su sonrisa, porque por más de oro que fuera la celda, seguirá siendo eso, una prisión.

– ¿Qué? – alcanzó a decir en un susurro ahogado Jaejoong. Miraba al mayor incrédulo y dudoso de sus palabras, algo seguramente habría escondido entre ellas, porque nada bueno puede salir de él ¿o sí?

– Dije que huyeras – pronunció más serio y aún más convencido de que por primera vez ayudaría a alguien sin ningún motivo, pues por el contrario tenía mucho que perder.

– No puedo huir – la resignación en su voz era palpable.

– Si quieres, puedes.

– ¿A dónde iría? Me encontraría en un abrir y cerrar de ojos – y eso bien cierto era, la obsesión del pelinegro lo haría buscarlo hasta por debajo de las piedras.

– Aún así debes intentarlo. A menos claro que no te desagrade la idea de estar a su lado por lo que te resta de vida – siseo.

Jaejoong únicamente se dedicaba a mirarlo, sentado donde lo había encontrado el mayor, en su estudio, exactamente el lugar que solía ocupar Yunho en la mesa, como si de esa manera se conectara con él a través de los diferentes planos que existen; cavilando sobre las posibilidades que tenía. ¿Escapar o no hacerlo?

– No puedo hacerlo – susurró al fin. Después de pensarlo una y otra vez, sabía que Yang lo había apoyado demasiado, fue el único que le abrió las puertas de su vida, le brindo un abrigo donde estar, un lugar donde trabajar, un sueño por hacer, y no, él no iba a destrozar el mundo de alguien tan importante. Porque no solo se trataba de Yang, sino de Junsu y los demás que para él trabajaban, incluso Yoochun, todos ellos habían puesto sus esperanzas en ese lugar, y ni qué decir de las novias, esas bellas mujeres que llegaban y ponían en tus manos el traje que las vestiría para el día más importante de sus vidas. No, no podía hacer eso, no podía ser tan egoísta y arruinar a los demás por su propia felicidad.

– Sí decides escapar, yo iré contigo – Junsu había escuchado la conversación, pero mantenía su prudente distancia. Pensaba al igual que Jae que seguramente las palabras de Yoochun mantenían mensaje cifrado y por ende no iba a arriesgar a que su amigo huyera solo, ¡No, Señor! Si habían llegado tan lejos juntos, irían juntos de ahora en adelante, tomando la mano de su amigo en busca de aquellos que se fueron, buscando a aquel que se marcho sin decirle lo que sentía y solo un beso robado quedo. Y, sin embargo, por esta vez, por esta única ocasión, su corazón quería creer que la ayuda se ofrecía voluntariamente, quería creer en la buena voluntad de Yoochun.

– Si lo que te preocupa es este lugar, no debería – dijo Yoochun, sopesando los porque del no querer huir de Jaejoong, primero pensando en cobardía, pero después notó que el chico no tenía eso, sino un buen corazón. – No debe preocuparte. Este lugar es tan importante para mí como para ti. Este lugar me lo dio todo, aquí comenzó mi vida de alguna manera. No dejaré que nada malo ocurra con todo lo que Yang construyo – y en eso estaban seguros. Yang no solo había apoyado a Jae, también le había abierto las puertas de su mundo a Yoochun, a quien por primera vez también le tendieron la mano.

Y fue así como planearon la huida, a unos días de la indeseada boda, sin esperanzas de que Yunho regresara en ese tiempo límite, los dos chicos, ayudados por Yoochun, huirían. Junsu discretamente sacaba las pertenencias de Jae, mientras que éste se dedicaba a distraer a sus guardianes, pues Kyung Joon había puesto vigilancia a los chicos las 24 hrs del día para evitar cualquier desagradable incidente que pudiera ocurrir. Yoochun, revisaba parte por parte, letra por letra el convenio que Yang y el magnate firmaron para sus negocios, buscando en que afianzarse para que el pelinegro no destruyera el imperio de ese mundo de novias. Al final solo encontró una cláusula en la que se especificaba que si Yang no se encontraba presente el representante legal de todo era Yoochun, y por lo tanto podría hacer y deshacer los acuerdos hechos anteriormente por Yang. Leyendo esto último sintió un nudo en la garganta, Yang le estaba concediendo absolutamente todo el poder en caso de que no estuviera presente, la confianza depositada en el diseñador era muy grande, tanto que le hacía pensar que era alguien importante y a la vez que era un gran peso sobre su espalda. Por eso, ahora más que nunca, estaba seguro que debía ayudar a los chicos a escapar, pues por mucho que no lo quisiera, Yang no solo dejaba la boutique a su cargo, sino también dejaba a su cuidado a los chicos. Ellos al igual que él, tenían un importante lugar en el gran corazón del que consideraban su mentor y el mejor diseñador de vestidos de novia.

Era martes por la noche, el local se encontraba completamente vacío a excepción de los tres diseñadores y los dos guardias asignados a Jaejoong. Para escapar tenían que crear una gran conmoción para deshacerse de la guardia y después correr como alma que lleva el diablo hacia la estación más cercana del subterráneo. Y así lo hicieron.

Yoochun había creado el plan, una vez que estuvieran en el subterráneo, abordarían y bajarían hasta la última estación, esa que conducía a la estación de trenes. Les había conseguido dos boletos para una ciudad costera donde les recibiría uno de los pocos amigos con los que contaba y que además le debía un favor, les proporcionó suficiente dinero para sobrevivir por un buen tiempo.

Con todo el dolor del mundo, cuando Junsu y Jaejoong se encontraban listos para emprender la huída, Yoochun cuidadosamente se acercó a un gran bulto de telas, previamente ubicado frente al estudio de los jóvenes, y con  discreción prendió le prendió fuego.

– ¡FUEGO! ¡FUEGO! – gritaba, en verdad desesperado, pues las llamaradas consumían rápidamente lo que se encontraba a su paso.

Los guardias que se encontraban en la parte baja del local subieron inmediatamente al oír los gritos, las llamas de color naranja bloqueaban la única puerta del estudio de los chicos, el humo que desprendían las telas era tan denso que les impedía ver más allá de sus narices. Su prioridad, Jaejoong se encontraba dentro y debían rescatarlo, no querían ni imaginar si algo le llegaba a pasar, el solo hecho de pensarlo les daba escalofríos.

– ¡Señorito! –  gritó uno de ellos, para corroborar que se encontrara dentro.

– ¡Llamen a los bomberos! –  gritaban desde dentro, mientras intentaban abrir las ventanas.

– ¡Abra las ventanas!

– ¡Les pusiste una barra para que no intentáramos salir por ellas! ¡Idiota! – Junsu gritó, y sin embargo era cierto. Los guardias preveían que algo así podría pasar por ello se aseguraron que a través de las ventanas no escaparían.

Dentro, cubriendo su boca y nariz con un paño, Junsu y Jaejoong buscaban la forma de salir. La barra lateral con la que habían sido atrancadas las ventanas, poseía un candado para que no las pudieran remover. La llave, dentro de uno de los bolsillos de los guardias. Eso no lo habían previsto, y sin embargo, las ventanas siempre estuvieron fuera de consideración en el plan de escape.

Con gran rapidez los chicos treparon por una de las mesas aledañas a una pared, justo la que estaba bajo el ducto de aire. Al ser delgados entrarían en el sin problema, Junsu había desatornillado la ventila mientras Jae entretenía a los guardias. Llevaban apenas unos cuantos pasos dentro de aquel estrecho pasaje, cuando una mano sostuvo por el tobillo a Jae, que era el que venía al final.

– ¡Pequeños demonios! – vociferó aquel que le sostenía – ¡SE ESCAPAN! – comenzó a gritar a su compañero. Desgraciadamente aquellos dos sujetos eran demasiado grandes, casi como un gorila, por lo que le resultaba imposible seguirlos, por ello se aferraba al tobillo de la bella criatura, no la dejaría escapar, pero no contaba con que fuera un tanto agresiva a la hora de luchar por su libertad. Y es que Jae había comenzado a patalear fuertemente para soltarse y así continuar con su huída; uno de esos golpes dio de frente en la cara de su captor, desubicándolo un poco, pero lo suficiente para que aflojara su agarre, con eso y un golpe más logró zafarse y continuar.

Al llegar al final del ducto, que daba a la azotea del lugar, descenderían por las escaleras de servicio hacia la calle detrás de la boutique, de ahí a la estación del subterráneo. Temían que los gorilas los encontraran antes de llegar siquiera a cruzar la avenida. Con cuidado abrieron la ventila, buscando señales de sus captores, caminando apresuradamente y con sigilo por si se encontraban cerca. Bajaron por la escalera lo más rápido que pudieron, pero a la mitad del recorrido fueron hallados. El sujeto hábilmente descendió varios tramos más rápido que ellos y les dio alcance al final de la escalinata.

A pocos pasos se encontraban de la libertad cuando el grandulón los tomo por las solapas del cuello de sus camisas. Trataban de liberarse, golpeando y rasguñando como podían, sin embargo, aquel sujeto era demasiado grande, demasiado fuerte para ellos, y aún así no podían ni querían rendirse.

Un golpe sordo hizo caer a aquel tipo que les sostenía. Detrás de él Yoochun, con un bate en la mano, sacado de quien sabe dónde, había salvado la situación.

– ¡¿Qué esperan?! ¡CORRAN!

Reaccionando a lo acontecido, pusieron en marcha sus delgadas piernas, corrieron deprisa hasta llegar al subterráneo, sabían que una vez dentro, les sería más difícil a los otros seguirlos. Volteando de vez en cuando, con miedo a ser atrapados, trataban de perderse entre ese mar de gente que abordaba y desabordaba el transporte. Una vez dentro, esperarían hasta la última estación para tomar el tren que los llevaría a un nuevo destino.
Respiraron más tranquilos, mirándose de vez en cuando para asegurarse que estaban bien, que no habían sufrido heridas a la hora de huir, y es que bien al trepar por el ducto de ventilación y escapar por las escaleras se habían hecho algunas raspaduras, eso contando el mallugadura que debían tener por el agarre del guardia.

Casi podían oler el aroma a libertad cuando llegaron a la estación de trenes. Junsu había guardado previamente posesiones de ambos en un locker del lugar. Una vez con sus cosas, esperaban pacientemente los minutos para abordar. Jaejoong pensaba en Yunho, en que sí la suerte estaba de su lado pronto lo encontraría, no por nada habían escogido aquella ciudad costera, esa había sido una de las ubicaciones de su novio, si bien ya no se encontraba ahí, esperaba obtener información que los condujera a su paradero.

Pensando en eso, no notaron las miradas que varias personas les dedicaban, acercándose poco a poco, como si no quisieran asustarles. Sentados tranquilamente como estaban, bajaron la guardia. Una mano sobre el hombro de Jaejoong los sacó de su ensimismamiento.

– ¿Qué tenemos aquí? – pronunció una voz conocida – Vaya mi chico canario quería escapar – siseó.

Al escuchar esas palabras, ambos chicos se quedaron de hielo, no queriendo levantar la mirada para comprobar aquello y sin embargo terminaron haciéndolo. Los fríos ojos de Kyung Joon miraban de manera fría a Jaejoong, quien en sus negros ojos se veía reflejado el pánico por ser descubierto.

– No intenten escapar – dijo, mirando como Junsu buscaba una salida con sus ojos sin hallarla. Se encontraban rodeados de sujetos con negras gabardinas, del mismo tamaño que los gorilas que eran sus guardias. – Su amigo Yoochun, fue muy amable al proporcionarnos cierta información – comentó, y el mundo se les vino abajo, se sintieron traicionados y heridos, no pudiendo creer que habían confiado en él, sabiendo que no era nada bueno eso. – Una verdadera lástima que no haya cooperado en este asunto, me hubiera gustado que fuese el padrino – continuó. Aquello marcó una duda en lo chicos.

– ¿Qué le has hecho? – preguntó Jaejoong.

– ¡Oh Querido! Nada, solo una pequeña advertencia de lo que se llevará su vuelve a traicionarme – dijo con furia contenida. Eso asustó a los diseñadores, si bien no eran muy amigos del mayor, este se había arriesgado por ellos. – Ahora vamos – le ofreció una mano a Jae, esperando que la tomara, pero este no quería ir, así que azuzándolo un poco, zarandeó levemente a Junsu, logrando que este soltara un chico gemido de dolor. Al ver que el pelinegro sería capaz de dañar a su amigo, solo se levantó de su sitio, sin tomarle la mano le miró y bajo la cabeza en señal de sumisión. Ahora todo estaba perdido…


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El ansiado día había llegado, de nada le sirvió llorar a Jae, día y noche, había sido encerrado en una grande habitación con muchos almohadones, que seguramente hubiera resultado muy cómodo de no ser porque esa era su prisión. No se encontraba solo, Junsu se había aferrado a él, por lo que se encontraban juntos en la habitación. Jae se sentía muy mal al haber condenado a su amigo junto con él.

– No te preocupes – le consolaba – Nada de esto es tu culpa, yo estoy aquí porque quiero estar a tu lado – le sonreía tristemente, porque por más que quiso, no pudo evitar el infeliz destino que le esperaba a Jae.

– Huye Su, abandóname – suplicaba. Pero el otro solo se limitaba a sonreír y a negar con la cabeza.

– Siento mucho toda esta situación, es mi culpa… – al fondo, Yoochun con muchas mallugaduras producto de la pequeña advertencia de Kyung Joon, se culpaba de la desgracia de los tres, porque sí fue su idea, fueron sus malos pensamientos para con Jaejoong lo que los llevó a este punto.

– Ya no importa. Lo pasado, pasado.

– Además te encuentras en esas condiciones por ayudarnos, al final después de todo, te redimiste. Gracias – le decía con el corazón Jae.

– Sin duda todos tienen razón – Yoochun miraba a Jae, y este le devolvía la mirada con confusión en ella. – Si, todos tienen razón – afirmó de nuevo – Eres la criatura más bella que he visto – aquello realmente lo halago, aunque en la situación en la que se encontraban no era la mejor.

Jaejoong portaba el hermoso vestido platinado en el que tanto trabajo, aquel que salió de su imaginación al verse con Yunho, y que ahora se había convertido en su verdugo, llevándole al camino de la eterna infelicidad. Ese vestido que nació de los recuerdos con su verdadero amor, es hoy su traje mortuorio.

Su corte “A” se ceñía perfectamente a la estrecha cintura de Jaejoong, su piel crema, resaltaba del platinado vestido, dándole un aspecto deseable, a excepción de aquel moretón que aún tenía en un brazo. El velo de suave tul, adornado con pailletes y finos festones cubría su rostro hasta su pecho, y por detrás este mismo llegaba más debajo de sus caderas. Sus manos sostenían un chico ramo de flores blancas y en su dedo anular izquierdo llevaba el anillo que Yunho le había dado como único adorno.

Al entrar en el salón donde se llevaría a cabo la boda, un pasillo coronado con hermosos arreglos florales y luces blancas. Cualquiera diría que sería la boda más hermosa que se haya visto, porque la novia era la criatura más perfecta que se pudiera haber encontrar. Y sin embargo, ahí estaba Jaejoong, derramando silenciosas lágrimas bajo el velo, su mano sostenía por Junsu y Yoochun, quienes lo acompañarían hasta el final de aquel fatídico pasillo en el cuál se encontraba un hombre, un hombre al que no amaba, un hombre que no era su Yunho.

Ni si quiera a la hora de que el novio descubrió el rostro de Jaejoong, este dejaba de derramar lágrimas, el brillo en sus ojos ya no era visible y su sonrisa mucho menos, como si nunca hubiese existido, y aún así seguía siendo hermoso a los ojos de los demás. Por fin el objeto de deseo de Kyung Joon sería suyo, completamente suyo, aunque sea solo en cuerpo.

– Sr. Park Kyung Joon ¿acepta por esposo al Sr. Kim Jaejoong, para amarlo y respetarlo por el resto de sus días?

– Sí, acepto – Y cómo no hacerlo si había hecho de todo por él.

– Sr. Kim Jaejoong ¿acepta por esposo al Sr. Park Kyung Joon, para amarlo y respetarlo por el resto de sus días?

– … – un silencio evidente se adueñó del lugar.

“No, no acepto”

“No quiero

Sendas lágrimas brotaron de sus ojos, incapaz de huir de escapar de ese lugar.

“Yunho”

“¡Yunho!”

Le llamaba con la mente, estaba aterrado.

– ¿Sr. Kim?

– ¡Acepta! – se apresuró a decir el pelinegro, pues bien sabía que Jaejoong jamás diría que accedía a aquello. – Continúe – apresuró al juez.

– ¡NOOOO!  – grito Junsu, no pudiendo aguantar el dolor de ver a su amigo condenándose, rugió las palabras que en la garganta de Jae se atoraban. Por un segundo se miraron, la idea de correr paso por sus cabezas, y Jaejoong retrocedió. Pero más tardo en dar un paso que en qué Kyung Joon lo tomara de los brazos, impidiéndole la huida.

– ¿A dónde crees que vas? – le espetó – ¡Continúe! – le exigió de nueva cuenta al juez, quien le miraba sin saber qué hacer.

– Ah… mmm… coff-coff – carraspeó el juez, dispuesto a proseguir con la ceremonia, ya que la mirada del magnate era de temer. – Humm… Yo, por el poder que me concede la ley, los declaro…

– ¡ALTO AHÍ! – una voz gruesa gritó desde el fondo del salón.

Dos varoniles figuras se encontraban de pie al final del pasillo, mirando con furia hacia la multitud frente a ellos.


“Yunho…”


6 comentarios:

Paradise YunJae fanfics dijo...

Hajahaha telenovela...

Misuzu Black dijo...

Sí creo que estaba viendo el final de la novela cuando lo escribí XD

yunho kim dijo...

pues valla ya era hora de que aparezca después de tanto tiempo sin saber de el y jae sufriendo por su ausencia por fin vino a su rescate a reclamar lo que le pertenece y yunho tarde pero yego por el dulce jae

Poleht ^o^ dijo...

Hasta que aparecio Yunho!!!! Ya hera hora
;__; pobre de Jae cuan aliviado se ha de sentir....
Maldito loco de Kyun ojala la pague bien caro

Laura Campos García dijo...

Que dramática boda, y después esa entrada tan, tan,...
Allí detuvieron esa absurda boda y quien más que el Chaplin coló... Perdón Yunho y Changmin, jajajaja

RositaFresitaChan dijo...

Final de infarto

Ya era hora yunhooooo
Un poco mas y llega al bautiso del hijo de jae.