¿Cuánto
tiempo había pasado ya desde que Yunho y Changmin partieron? Ni siquiera el mismo Jaejoong lo sabía, podían
haber sido días, meses, incluso años, pero el corazón del ya no tan pequeño Jae
seguía intacto, congelado en el momento en el que Yunho le dio la espalda a Jae
para buscar un futuro para los dos.
Ni
Jaejoong ni Junsu se habían movido de lugar, con la esperanza de verlos entrar
por esa puerta de cristal, o de topárselos por las calles que conducían a sus
respectivos hogares. En un principio fueron lo bastante fuertes para soportar
la lejanía, las cortas llamadas eran esperadas con ansias, se conformaban con
escuchar el susurro al otro lado de la línea, las entrecortadas respiraciones
al tratar de aguantarse las ganas de llorar o lo momentos en los que estas les
ganaban. Pero, con el paso del tiempo estas se empezaron a hacer más y más
espaciadas… hasta que un día ya no sonó ese teléfono, por más que lo esperaban
toda la noche, simplemente se negó a sonar con sus voces de nuevo.
– Jae
– susurró con su ronca Yunho – Jae – repetía. Como si el solo hecho de
mencionar su nombre lo transportara hasta su presencia. – Jaejoong – susurró
una vez más su nombre completo, trayendo a su mente ese inmaculado ser del cual
esta perdidamente enamorado, ese por el cual estaba a miles de kilómetros lejos
de su hogar, lejos de él… siempre que llamaba esta punzante melancolía se metía
dentro de su corazón enfriándolo al estar lejos de su Jae. Aspiraba fuertemente
mientras sacudía la cabeza, tomando fuerzas de no sabe dónde y alejando de esta
manera las ganas que tenía de mandar al demonio todo y regresar con él. Pero no
podía, no debía regresar a casa con las manos vacías, no condenaría a Jae a una
miserable vida. Cuando lo conoció se juró que jamás, jamás Jae sufriría de
nuevo, y, en la vida de la bella criatura, uno de sus principales dilemas era
el dinero. Solo su amor no bastaba para darle esa seguridad y confort que el chico
necesitaba.
– Yunho…
– la voz de Jae expresaba ese infinito amor que le tenía al mayor, ese que crecía
más y más, no importando la distancia o tiempo, alimentándose de los hermosos
momentos con Yunho, porque él, estaba lejos, tratando de forjarse un futuro
para ambos, por eso, cada que llamaba, trataba de que su voz transmitiera todos
esos sentimientos que tenía para él, para que su amor llegara hasta allá donde
se encontrara y lo trajera lo más rápido posible.
– Jae.
Con solo oír tu voz tengo la fuerza suficiente para seguir adelante.
– Yunho
te amo – Jae repetía en cada conversación esto, para que al moreno no se le olvidara
que lo amaba más que a nada y que regresara, esa era su manera de pedirlo, no
lo hacía de viva voz, pues sabía que obtendría una negativa y quizá una
molestia por parte de su novio, quien se esforzaba por ambos, aunque claro, eso
nunca fue necesario, consideraba Jaejoong.
– Jae
¿Prometes que me esperarás?
–
Te esperaré siempre.
–
Es duro… – la voz intentaba quebrársele – Jaejoong te amo.
Esa
había sido la última llamada, después de eso solo el silencio acompañaba a los
diseñadores por las noches, se dedicaban a mirarse el uno al otro cuando el
trabajo no les agobiaba. Pasaban días sin cenar pues solamente ellos no era lo
mismo, aún así Junsu recordaba que si alguien no cenaba con Jae este
simplemente no ingería alimento y siendo sinceros aunque Junsu tampoco quisiera
probarlo se preocupaba por su amigo, ya que él por lo menos comía algo, pero Jae
se descuidaba.
Los
primeros meses sin ellos fueron duros, a pesar de tener todas las noches
compañía no había ningún momento donde se relajaran disfrutando de la cena, de
ver de reojo las facciones de los otros, de mimarse o pelearse un poco, de reír
a carcajadas por algo durante la cena. No había más deliciosa compañía que la
de aquellos que ahora no se encontraban. Su lugar en la cena había sido
sustituido por HyoMin y Kyung Joon. La primera a veces, cuando los otros
estaban también se quedaba a cenar con ellos, por lo que su presencia era
normal, pero la de su primo les era ajena.
No
queriendo ser descorteces con el gran empresario lo trataban de manera educada,
pero el hecho de que se haya introducido en algo que para los diseñadores era
como ritual, se trataba de un sacrilegio. Aún así sonreían y se obligaban a
comer lo que el otro llevara, que siendo su costumbre, trataba de impresionar a
Jaejoong con grandes manjares cocinados por chef profesionales y con los más
exquisitos ingredientes para deleitar hasta al paladar más fino. Pero aún así
no lograba sacar una expresión de satisfacción por parte de los chicos.
–
Mmm ¡Está delicioso! – decía HyoMin, y era así, un excelente platillo.
–
Si esta rico – decía sin expresión ninguna Junsu.
–
Humm – contestaba Jae a modo de afirmación suponían, mientras volvía a llenar
su boca con aquel sabor que tan rico pero a la vez tan agrio le sabía. – Es
bueno – pronunció al fin, sabía que tenía clavada la mirada del otro esperando
por una respuesta, y lo era, era muy bueno, pero en esa mesa era muy agrio sin Yunho
y Changmin.
Los
meses que siguieron a la partida de los morenos fueron para Kyung Joon como la
gloria, envalentado como se sentía, después de haber logrado su objetivo al
alejar a Yunho, pasaba muchas horas, casi las mismas que su prima atendiendo
los detalles del vestido, asesorando de vez en cuando a esta cuando no le
agradaba algo, pero más que nada pretendiendo a Jaejoong, buscando su mirada a
través de la habitación, inhalando su dulce aroma frutal cuando pasaba por su
lado, conteniendo sus deseos para no tomar esa estrecha cintura entre sus
brazos y besar sus rojos labios, espiando cuando Jae se probaba algún vestido,
intentando ver más allá de la nívea piel de su cuello y brazos, sin lograr
nada. Y, el tiempo se le acababa.
El
vestido de su prima estaba casi listo, faltaban algunos arreglos, solo debían
ajustar los pailletes que llevaba una parte del velo de la novia y el
abullonado del vestido, por lo demás estaba terminado. Ahora Hyomin se dedicaba
a ver lo demás para la fiesta del siglo, dejando el vestido en manos de los chicos
y yendo de vez en cuando para confirmar
que su blanco vestido de novia siguiera ahí. De esa manera a Kyung Joon se le
faltaban las excusas para ir a la boutique.
–
¿Trato hecho? – dijo confiado en la respuesta.
–
Trato hecho – confirmó.
–
Enviaré a mis abogados mañana mismo. De esta manera serás capaz de ampliar tu
negocio del mundo de las bodas a las pasarelas más importantes en el mundo de
la moda.
Yang
Soo apretaba la mano del joven empresario, no sabiendo si había tomado la
decisión correcta. Para él su mundo solo eran las bodas y los vestidos que
usaban las bellas novias, pero pensando en sus jóvenes diseñadores, porque
incluso el mismo Yoochun no era mucho mayor que los otros, decidió ampliar su
negocio y dedicarse no solo a los vestidos de novia, sino incursionar en el
mundo de la moda. Todo esto ofrecido por Kyung Joon, quien con su respaldo como
magnate en esa área le abría las puertas de ese sector.
Y
así, fue como la famosa boutique de novias empezó a concentrar no solo a bellas
novias o damas de honor, sino a un
sinfín de muchachitas e inclusive caballeros que buscaban diseños novedosos y,
claro está, exclusivos para ellos; pues el lema del local no había cambiado
“Diseñar vestidos que vayan acorde a la personalidad y características de la
persona”. Y así se hacía.
Fueron
pocos los que se rehusaron a diseñar prendas normales, pues al igual que Yang
le tenían amor a las prendas de novia, no al diseñar la ropa, sino a lo que
representaba cada vestido. Entre ellos Yoochun, Junsu y Jaejoong. Por lo que
ahora eran los encargados de atender a todas aquellas clientas que esperaban
ansiosamente un hermoso vestido de novia.
Cada
uno tenía su propio estudio para poderse dedicar de lleno a ello, sin en
cambio, el estudio de Junsu y Jae
estaban unidos como si de una inmensa habitación se tratase, lo único que
diferenciaba uno del otro es el marco
que se cerraba al centro de la habitación, dándole un aspecto de un gran
ventanal, que permitía ir de una habitación a la otra. De esa manera los chicos
no se sentían solos y continuaban con su sagrada rutina de cenar juntos,
esperando a que el teléfono del estudio sonara y los comunicara con aquellos a
quienes sus corazones buscaban.
Con
esto Kyung Joon tenía la excusa perfecta para estar cerca de Jaejoong, pero a
pesar de todo, no conseguía sacar ni una mirada, ni una sonrisa que se
asemejara a las que le brindaba a Yunho, exasperándolo. Porque el corazón de Jaejoong
era y seguiría siendo de Yunho.
« ҉ » « ҉ » « ҉ »
Con
el paso de la empresa de ser exclusiva de novias a ser de moda, obligaba a sus
diseñadores a incursionarse en ese mundo si no para diseñar prendas, por lo
menos si para vestir adecuadamente. Por lo que
el aspecto físico de Jaejoong cambio drásticamente.
Los
pequeños arreglos que Ri hizo a la imagen de Jae cuando aun estaban los cuatro
juntos eran buenos y discretos, pero Kyung Joon quería presumirlo ante el mundo
entero, aunque no fuera suyo, cosa que él estaba seguro cambiaria.
–
Vamos ponte esto – le insistía. Había llegado con nuevas prendas, la mayoría de
ellas ajustadas y quizá un tanto
exuberantes, pero de muy buen gusto.
–
Ya has traído demasiadas – no era un reproche, pero Jaejoong no sabía qué hacer
con todo aquello ni como rechazar amablemente cada regalo que Kyung Joon le
daba. Solo lo aceptaba atentamente después de protestar durante un tiempo pues
para el otro no aceptaba un “No” por respuesta, y Jae le daba muchos.
Dentro
de su propio estudio, Jaejoong tenía un gran armario de ropa, zapatos y
accesorios, todos y cada uno de ellos regalo del socio de su jefe. Su cabello
rebelde ahora estaba aplacado e incluso había cambiado de color varias veces,
pasando por un castaño a un rubio, cada vez más claro, sus horribles gafas
fueron sustituidas por lentes de contacto que dejaban ver sus enormes ojos de
venado, o por gafas de moda que le dieran un aspecto sexy a su rostro.
– Veo
que ha traído más – decía Junsu al mirar a Jae acomodar el saco que había sido
el obsequio de esta ocasión. – Si me permites… – en ese momento Jae pensaba que
le daría un sermón por aceptar todos esos regalos, así que mentalmente se
preparaba para decirle que no hallaba la forma de decirle que dejara de hacerlo,
pues por más que lo había intentado las cosas no cambiaban. – Tomaré este –
dijo al fin Junsu, tomando una prenda del armario – y este… hummm y quizá
también este.
Jae
solo reía, siempre pasaba lo mismo, el pequeño Junsu se llevaba parte de las
prendas entregadas, ya que Jae gustaba
vestir sólo colores claros, por lo que tomaba la mínima parte de todo
aquello y de hecho la mayoría de lo que usaba era regalo de Yang, de Junsu o de
alguna de sus clientas agradecidas, porque solo ellos podían entender la pureza
que destilaba el corazón de Jaejoong.
Aunque
de vez en cuando vestía lo que Kyung Joon le pedía, especialmente aquellas
noches en que llevaba a los diseñadores a cenar o a alguna fiesta de modas. Sin
lugar a dudas, Jae se veía magnífico, capaz de competir con la más bella o el
más atractivo modelo; su delicada figura, ahora resaltada con las ajustadas
prendas, lo hacía ver como el joven más hermoso de la ciudad. Sin vacilación la
mayoría pensaba en atrapar a tan bella criatura; cada que alguno intentaba
entablar alguna relación más allá de una amistad, recibía siempre la misma
respuesta.
–
Mi corazón ya tiene dueño.
“Yunho…”
Cuando
sus pensamientos volaban hacia el moreno su pecho se llenaba de calidez, pero
sus ojos mostraban la tristeza que sentía al no tenerlo cerca. Era verdad que
le estaba yendo bien, su carrera como diseñador estaba floreciendo gratamente,
lo que rendía frutos económicamente y a su vez mejoraba el trato que la vieja
tía que tenía en casa, porque sí, a pesar de todo, Jaejoong no había tenido el
valor para abandonarla y por ello seguía soportando las penurias que esta le
hacía pasar. Pero, nada de ello era comparable con el vacío de la ausencia de Yunho.
El no tener contacto era devastador, simplemente no podían más que imaginarse
las peores cosas que les pudieron haber pasado y un segundo después negándolo
rotundamente, rogando a los cielos que ellos se encontraran bien.
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Habían
pasado alrededor de 3 años, quizá más quizá menos, Jaejoong no lo podía contar
exactamente, el solo miraba el cambio de las estaciones, pues fiel a su promesa
seguía esperando por Yunho. El anillo en el dedo anular de su mano izquierda se
lo recordaba todos los días.
Ese
sencillo anillo era la promesa física de aquel amor que se tenían, aquel que
Kyung Joon había tratado de sustituir con objetos más caros, más grandes, con
hermosas piedras preciosas, con prendas de moda, con lujosas cenas y eventos; pero
jamás consiguió sacar ese anillo de su mano, así como a Yunho de su corazón.
Después
de esos tres años de espera, Kyung Joon se había cansado de cortejarlo, pero no
por eso se había rendido. Hasta ese momento había intentado conquistar el
corazón de Jae “por las buenas”, dejando de lado el hecho de que había sacado
al alto moreno del camino, pero en la mente y corazón de Jae seguía presente,
tanto como si nunca se hubiera ido. Todo esto llevaba a la desesperación de
Kyung Joon, quien, a pesar de haber hecho una buena mancuerna de negocios con
Yang, sabía que lo único que le atraía de ese lugar era esa hermosa criatura.
–
Si no se puede de manera amable, te ataré a mí aunque me odies… A cualquier
precio tú serás mío Kim Jaejoong.
Aquellas
palabras fueron las que desataron el caos en el mundo de la moda, en la
boutique y más en especial en la vida de Jaejoong.
Sucedió
un día en que Yang se encontraba lejos, en un viaje de negocios que tardaría
bastante. Había dejado a cargo a Yoochun quien muy ocupado como se encontraba
no había molestado más a Jaejoong, podría decirse que hasta sintió un poco de
pena cuando Yunho partió, pero no por ello su antipatía por el chico
desapareció.
Yoochun
había notado las intenciones de Kyung Joon, y bueno, a decir verdad ¿Quién no
las había notado? Bien sabido era que el magnate pretendía a la más bella
criatura, por lo que solo aquellos con el status o el autoestima suficiente se
acercaban a Jaejoong con intenciones de cortejo, y estos eran mucho debemos
decir.
Yoochun
no era tonto, sabía que tener a Kyung Joon de enemigo no era para nada bueno,
así que por ello dejo de intimidar a Jaejoong, aunque a veces dejaba ver su
lado ácido cuando el otro no se encontraba presente. Pero su situación
peligraba afanosamente. Junsu y Jae habían avanzado a pasos agigantados, sus
diseños, su estilo e incluso su carisma los convertía en los favoritos, y ahora
reduciendo el ambiente a solo ellos tres, su lugar como el segundo mejor, solo
después de Yang, se veía amenazado por estos chicos. Sabía que debía jugar
todas sus cartas, que tenía que proteger el lugar en el que estaba y al que con
tanto esfuerzo, trabajo, sudor y lágrimas había conseguido. Sacaría las garras
para defender lo que consideraba suyo.
–
Parece que estas un poco… humm… como debería decirlo… amenazador – susurro en
un tono cómplice. Había escuchado a Kyung Joon declarar que Jae sería de una u
otra forma suyo, lo que para Yoochun era convenientemente bueno, pues si
lograba su objetivo, seguramente lo primero que haría sería llevarse a Jaejoong
lejos de ahí donde el recuerdo de Yunho no los alcance.
–
¿Qué pretendes? – siseó Kyung Joon, mirando fieramente a Yoochun, quien no se
inmuto por lo hosco de su tono.
–
Nada – dijo de forma ingenua. Yoochun sabía que el otro no tenía forma de saber
sus objetivos, que tampoco sabía de las injurias causadas por él a Jae
anteriormente. Oculto como estaba decidió mover un poco los hilos a su favor. –
Nada no pretendo nada… pero si me pidieras un consejo, seguramente… – dejó al
aire su idea, sabiéndose consiente de la curiosidad del magnate.
–
¿Qué aconsejarías? – preguntó al final, dejando de lado su rudeza. Atendiendo a
todo aquel que pudiera darle ideas para conquistar a Jae. No sabía si sería
buena idea, pero escucharía al diseñador y si el plan era descabellado o
estúpido, simplemente lo desecharía.
–
Matrimonio.
–
¡Es lo más estúpido que he escuchado! ¡Si no quiere ni siquiera tomar mi mano
¿crees acaso que querrá casarse conmigo?!
–
Oblígalo, presiónalo hasta tal punto que no pueda negarse.
–
¡¿Por quién me tomas?!
–
Fuiste tú quien dijo que de una u otra forma él sería tuyo.
La
mirada directa de Yoochun se encontró con la furiosa de Kyung Joon, pero
después de pensárselo un poco, analizando las posibilidades ¿qué podía perder?
En realidad no había ganado nada, de alguna manera sabía que Jaejoong solo era
amable con él como lo era con todos, que si admitía sus regalos era porque él
no los aceptaba de regreso, que si lo complacía con algo, seguramente era
porque era el socio de su jefe, pero no estaba ni cerca de tener una amistad
con él, pues Kyung Joon jamás había pretendido su amistad.
–
¿Qué propones?
Una
sonrisa de lado fue la respuesta que recibió. Yoochun sabía que llevaba las de
ganar. Se acerco al pelinegro y lo llevó a su estudio, cuidando que nadie viera
u escuchara algo de lo que ahí se hablaba.
–
Y tú ¿qué ganarás con esto?
– ¿Ganar? – dijo Yoochun como si no entendiera
la pregunta. – ¿Yo? Nada. Yo no gano nada, más que el simple hecho de ver a Jae
con alguien. Ha estado tan solo desde que… – se detuvo no sabiendo si era bueno
mencionar su nombre, como si no le fuera posible hablar del otro, fingiendo que
se preocupaba por el chico – Bueno ya sabes.
Por
consejo de Yoochun, Kyung Joon se presentó un día a la casa de Jaejoong. Nunca
antes había pisado el lugar, jamás Jaejoong le permitió entrar siquiera
acercarse, si acaso unas cuantas veces en las que se negaba a que tomara un
taxi en aquellas noches de eventos lujosos o cenas. No sabía la clase de arpía
que vivía bajo el mismo techo que la dulce criatura, pero esta misma sería el
detonante para el enjaular a Jae. Siendo un gran heredero, el dinero le
sobraba, por lo que la viejecilla no se negaría a vender la libertad de su
sobrino.
De
esta manera comenzó la cuenta regresiva. Ahora era a Yunho quien se le acababa
el tiempo, porque el amor que Jae y Yunho se tenía duraría mil años, pero ahora
los diversos factores comenzarían a jugar sus cartas.
« ҉ » « ҉ » « ҉ »
–
¡¿Qué?! – su expresión perpleja no dejaba a duda su gran asombro por la
propuesta.
–
Así como lo oyes – decía la anciana voz con calma.
–
¡Pero eso no puede ser!
–
¡Oh! Claro que se puede y ¡lo he hecho!
–
¿Por qué? ¿por qué me haces esto?
–
Porque estas en la edad. Además ¡mírate! Seguro muchas darán una gran dote por
ti.
–
Solo el dinero te importa, pero que ¿pasara si es un hombre? ¿Si la dote la
tengo que entregar yo? O mejor dicho tú.
–
¡Ah! Por eso no hay problema – dijo animadamente – Aclaré extensamente que si
ese era el caso no habría dote, que todo estaría a cargo de tu futuro prospecto
– claro, lo había pensado minuciosamente. No daría dote a la familia de alguien
y por supuesto con la dote de la supuesta novia no sería suficiente, así que
esperaba que el ganador fuera un gran empresario, para ser más exactos Kyung
Joon.
La
Boutique se encontraba repleta de hombre y mujeres, vestidos de lo más
atrayente posible. Se habían presentado a la primera hora de la mañana después
de aquella discusión con su tía. Durante el día muchos hicieron fila, esperando
por ser recibidos por Jaejoong, esperando poder contemplar su bello rostro, su
nívea piel y sus rojizos labios. Aguardando por el momento en que sus ojos azabache
los miraran o por el suspiro de su voz.
Todas
esas personas no eran simples personajes, ni siquiera comunes. Todos ellos eran
grandes empresarios, exitosos herederos, artistas o modelos famosos. Todos y
cada uno de ellos cumplía con un simple requisito: ser jodidamente ricos. Esa
era la única condición que se había puesto.
Jaejoong
se atormentaba dentro de su estudio. No quería ver a nadie. ¿Por qué no
entendían que su corazón era única y exclusivamente para Yunho? ¿Cómo había
llegado a tal situación? Simple. La vieja tía, arpía, de Jae había anunciado
públicamente que su sobrino estaba en la edad de casarse, que era necesario que
Jae tuviese una pareja acorde con él, por lo que el dinero debía sobrarle. Y,
siendo Jae, como lo ahora era, el soltero más codiciado, la lista de personajes
dispuestos a dar mucho por su mano en matrimonio se encontraba en ese momento
fuera de la Boutique esperando para entablar una conversación con la más bella
criatura.
–
¿Qué debo hacer? – preguntaba con desesperación. Había recibido miles de
invitaciones y aún le esperaban más, por más que se negara, su tía había puesto
ante la sociedad su mano en matrimonio.
–
Niégate – decía Junsu.
Sabían
que no podría negarse mucho tiempo, pasadas unas semanas, los prospectos
comenzaron a exigir que eligiera, si no podía elegir uno solo, que hiciera una
selección de los mejores, lo cual era aún peor, ya que si no elegía se
encargarían de destrozar a la empresa que Yang con tanto esfuerzo y amor había
creado para los sueños de las novias.
–
Tengo una idea – la cabeza de Junsu por fin había hallado una solución discreta
para todo ese embrollo. – Un vestido de novia.
La
mente de Jae era un mar de confusión ¿cómo un vestido podría salvarle de
aquella situación? ¿Cómo podría mantener su promesa a Yunho sin tener que
perjudicar a una de las personas que más lo había apoyado en su vida?
–
Diseña tu propio vestido de novia.
7 comentarios:
Hay no -.-
esa pinche anciana debe morir
D un infart o arrollad, jaejoong es un pendejo la verdad -8- se deja manipular ya tan grande x su anciana tia q la mande aldemonio
ahora si que esta en problemas yunho si no da señales de vida le van ha quitar ha jae y se lo darán ha otro en matrimonio y todo por demorar en regresar
maldita vieja chiflada, en que época nació , tendrá 500 años
Maldita beuja que lo unico que le interesa es el dinero!!! Si fuera Jae la dejaba abandonada para que dejara de ser tan arpia.
Yunho por dios donde estas!!!! Regresa pronto a reglamar lo que es tuyo!!!
Regresa Yunho ante que se lleven a tu adorado Jaejoong, la arpía de tu tía junto a ese otro cab.... (Esposo de la cabra), quieren quitártelo, regresa ya!
Yunhoooooooo¡donde carajos estassssss!
Esa vieja loca saco a remate a tu novio....que alguien lo auxilie.
Por favor Yunho vuelve...Jae no va a poder solito menos mal que esta Junsu.....vieja malvada😢
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