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lunes, 16 de septiembre de 2013

EL TOQUE DE UN ASESINO: CAPITULO 10


CAPITULO DIEZ

 

Incluso después de que fue a casa, se duchó y se puso un traje de calle, Jaejoong no podía deshacerse de los efectos de su conversación con Minwoo. Después de pasearse por su pequeño apartamento durante una hora, finalmente se rindió y se metió en su coche.

 

En el pasado, conducir lo ayudaba a aclarar su mente. Había algo en el camino abierto y la música estridente a todo volumen en sus altavoces, que parecía calmarlo. Este día fue diferente, sin embargo, porque se quedó tan tenso como siempre. Las diversas conversaciones dando vueltas en su cabeza le provocaron una mueca de dolor por diferentes razones.

 

No fue hasta que llegó al borde de la pequeña ciudad de Gongju, que se dio cuenta que había estado conduciendo hacia su casa de la infancia. Incluso entonces no se detuvo a pensar en ello hasta que había entrado al parque de casas móviles y aparcó en la calzada frente al desgastado y ancho tráiler doble.

 

Jaejoong agarró el volante mientras estudiaba la vivienda para detectar cualquier signo de vida. Cuando todavía vivía allí, habían sido sus padres adoptivos, él y un máximo de cuatro otros niños a la vez. Mientras que Jaejoong era uno de los que permanecía allí de forma estable, vio cómo otros niños de crianza entraban y salían del lugar.

 

La puerta se abrió y Eun Seol, su madre adoptiva, puso su cabeza gris de lado. Cuando lo vio, su cara arrugada prematuramente estalló en una sonrisa de dientes con huecos. Lo saludó con la mano, la grasa en el antebrazo balanceándose como una bandera. Le devolvió el gesto antes de apagar el motor.

 

Ahora que lo había visto, no tenía más remedio que entrar. Mientras caminaba por el camino corto, los olores, demasiado familiares del parque, golpearon a su elevado sentido felino, el agua estancada acumulada en los numerosos baches, la putrefacción de la basura dispersa, el olor ácido del humo del cigarrillo, el moho de los numerosos remolques abandonados.

 

—¡Jaejoong! Ya era hora de que vinieras a casa de visita —declaró Eun Seol cuando abrió la puerta para él.

 

—No he tenido la oportunidad de escaparme antes —mintió cuando le permitió tirar de él en un abrazo suave y reconfortante. —¿Está aquí? —susurró Jaejoong todavía en su abrazo.

 

—¿Dónde más podría estar? —respondió ella, con voz mezclada con preocupación.

 

—¿Debo irme antes de que salga?

 

La fuerza de la costumbre le había hecho mirar a la puerta del dormitorio cerrada. Varios agujeros más decoraban la barata madera, del tamaño del puño de un hombre. Parecía que nada había cambiado desde que había vivido allí.

 

—Al diablo con él. Ahora que por fin te tengo aquí, que me aspen si te escurres otra vez —declaró con una rara muestra de valentía, que sabía que no iba a durar antes de que tuviera su misma naturaleza asustada y tímida.

 

Jaejoong se rió débilmente, antes de seguirla hasta la cocina obligatoriamente. Cuando se sentó en su antiguo lugar ante la mesa, Jaejoong se dio cuenta que la puerta de la habitación no había sido la única cosa que se había deteriorado.

 

Lo único que faltaba eran las grandes pilas de los juguetes, mochilas y ropa juvenil. Jaejoong sutilmente levantó la nariz y el olor del aire lo sorprendió al detectar sólo el olor de Eun Seol y su marido, Kyu Soo. —¿Qué pasó con todos tus hijos de crianza?

 

Su rostro se cayó mientras tomaba asiento frente a él, su enorme cuerpo cayendo pesadamente en la silla. —El estado dijo que no podíamos tenerlos más desde la detención de Kyu Soo.

 

Jaejoong relajó su rostro para que su disgusto no se viera a través de él. —¿Por qué se metió Kyu Soo en problemas?

 

«Más importante aún, ¿cómo lo atraparon finalmente?» No fue una sorpresa que Kyu Soo estuviera involucrado en actividades ilegales, pero que finalmente fuera atrapado hizo que Jaejoong entrara en shock. El idiota siempre había sido astuto y lograba evitar la detección. Tal vez porque en conjunto, la mayoría de sus crímenes habían sido el hurto y el consumo ocasional que no era exactamente algo que atraía la atención.

 

—Dijeron que tocó a una de las chicas. —Eun Seol sacudió vehemente de la cabeza—. No es cierto, porque mi Kyu Soo nunca haría eso.

 

Ahhh... pero Jaejoong estaba seguro de que el hijo de puta lo haría. Mientras que el borracho hombre nunca había hecho movimientos sobre él, Jaejoong no había perdido todas las miradas lascivas que les lanzaba a las muchachas que vivían allí.  Así que sí, no hacía falta tener una gran imaginación para pensar que el gran Kyu Soo, finalmente cedió a sus impulsos.

 

Cuando Jaejoong se sentó en silencio en vez de saltar en defensa del hombre, Eun Seol cerró sus manos sobre la mesa. —Es inocente.

 

Uh-huh. Kyu Soo no había sido inocente en al menos cuarenta años, pero Jaejoong dejó que la observación no saliera de su boca. No porque tuviera ningún respeto por el tipo, sino porque se preocupaba por Eun Seol y no quería hacerle daño.

 

—Así que, ¿cómo es que no está en la cárcel ahora mismo? —preguntó en su lugar.

 

—Está en libertad bajo fianza. Kyu Soo Jr. puso su casa como garantía. —Como siempre, cuando hablaba del único hijo que tuvo con Kyu Soo, Eun Seol sonrió con orgullo.

 

La puerta del dormitorio se abrió, revelando al humano más repugnante con el que Jaejoong había tenido el placer de vivir. Un delgado y alto hombre con su camiseta blanca manchada y sucia, tirante por una barriga que Kyu Soo trataba de bajar con sus manos, sus uñas amarillas, manchadas de tabaco. Su cabello castaño estaba en puntas y parecía como si no se hubiera afeitado en varios días.

 

—Junior tiene una casa para poner en garantía porque a diferencia de ti, tiene un buen trabajo —declaró Kyu Soo en un tono áspero que ponía los nervios de Jaejoong en el borde—. Trabaja en la construcción.

 

—Sólo lo hicieron capataz —añadió Eun Seol, pero su cuerpo se puso rígido por la tensión mientras su mirada se lanzaba entre los dos hombres.

 

—Me alegro por él —dijo Jaejoong suavemente, sus dedos se encresparon contra la mesa fría y barata.

 

—Entonces, ¿qué estás haciendo en estos días? —preguntó Kyu Soo con una sonrisa sarcástica.

 

Sin duda, pensaba que todavía era un don nadie que tenía que tomar cualquier trabajo que llegara a sus manos. Puesto que Kyu Soo lo había echado en su decimoctavo cumpleaños, Jaejoong nunca se dio el lujo de ir a la universidad. No cuando tenía cuestiones más urgentes de las qué preocuparse, como encontrar un refugio y proveerse de alimentos. A decir verdad, hacía unos años Jaejoong había estado viviendo en las calles y hacía lo que fuera sólo para ganar algo de dinero.

 

Ya no era así sin embargo. En primer lugar Yoochun lo había encontrado y lo había llevado a su redil y ahora Jaejoong tenía una coalición que lo apoyaba. No era como si pudiera estallar diciendo: «Soy un cambiaformas Pantera y salgo en misiones de combate tan espeluznantes que te erizarían tu grasiento pelo». Diciendo algo así sólo haría sospechar a Kyu Soo que había estado sumergido en las drogas. Por supuesto que a Jaejoong no lo afectaban ya que la mayoría de los fármacos de uso humano no afectaba a los cambiaformas, a menos que se consumieran en dosis altas.

 

—He estado trabajando de seguridad para una empresa privada. —Una verdad a medias, ya que tenía más entrenamiento y armas a su disposición que cualquier policía del centro comercial.

 

—¿En serio? ¿Qué eres, un guardia de seguridad en algún bar de striptease gay para los que solías trabajar?

 

La condena en la pregunta de Kyu Soo era tan gruesa, que Jaejoong casi podía saborearla. —No, no he trabajado en ese lugar por un par de años. Mi empresa tiene contratos con los militares. —Una vez más otra verdad a medias ya que el dinero suficiente para que la coalición pudiera sobrevivir provenía del trabajo que hacían para el gobierno humano. Lo que Jaejoong tampoco podía añadir era que la coalición tomaba determinados trabajos porque, como cambiaformas, su mayor fuerza y velocidad harían que tuvieran éxito en las misiones en las que los seres humanos fracasarían.

 

—Estoy seguro —resopló Kyu Soo cuando se fue al mostrador y sacó un cigarrillo. Encendiéndolo, dejó escapar más insultos—. Oímos acerca de esa película que has hecho. Eso le rompió el corazón a Eun Seol.

 

Jaejoong tomó aire cuando una descarga pasó a través de su cuerpo. Sólo había hecho dos vídeos en toda su vida. Uno había sido subido por equivocación a YouTube y fue el que los había llevado a sus amigos y a él a ser capturados y hechos prisioneros durante un año. El segundo había sido años antes, cuando tenía dieciocho años y estaba recientemente en la calle, desesperado por cualquier tipo de ingresos. Algo le dijo a Jaejoong que Kyu Soo se refería al segundo, ya que sólo una película porno podría provocarle esa sonrisa desagradable.

 

—Fue sólo una vez y necesitaba el dinero —se defendió Jaejoong, hundiéndose su corazón.

 

¡Maldita sea! Esa había sido la única cosa de la que esperaba que ella nunca oyese hablar. Bailar por propinas era una cosa, pero vestir como un niño de la escuela y recibir una palmada en una película era otra muy distinta.

 

No es que no hubiera vivido esa fantasía antes, pero todas las veces había sido a puerta cerrada.

 

Kyu Soo inhaló hondo su cigarrillo mientras movía lentamente la cabeza. —¿Por qué exactamente has vuelto aquí, muchacho?

 

Jaejoong se estremeció ante la palabra: ‘muchacho’. Esa palabra mientras crecía significaba por lo general un golpe u otras palabras insultantes y degradantes. «¿Por qué eres tan malditamente estúpido, muchacho? ¿No puedes ser bueno en algo, muchacho? No es de extrañar que tus padres no te quieran, muchacho».

 

Todo vino demasiado repentinamente. La ira se apoderó de él cuando gruñó bajo en su garganta. Después de años de insultos y palabras de odio, Jaejoong no podía soportarlo más... no, mejor aún, se negaba a soportar más eso. Ya no era un muchacho desesperado por agradar a una figura paterna con la esperanza de conseguir algunos elogios y afecto. Era un cambiaformas adulto. En los últimos meses, Jaejoong había trabajado también muy duro para mejorar y no iba a postrarse ante un patético perdedor como Kyu Soo.

 

—Te equivocaste —dijo Jaejoong.

 

—¿Sobre qué?

 

—Ellos me querían.

 

—¿Quiénes? —Los labios de Kyu Soo se arrugaron con disgusto, como si no pudiera entender que alguien quisiera a Jaejoong.

 

—Mis padres, no me entregaron. Murieron en un incendio en su casa.

 

En verdad habían sido asesinados por cambiaformas Cuervos y sus cuerpos dejados para que se quemaran cuando las aves incendiaron la casa, pero Jaejoong no podía darle esos detalles. Además, todo lo que era pertinente para la conversación actual, todo lo que importaba, era que Kyu Soo supiera que los padres de Jaejoong amaban a su hijo. Nunca, nunca habían abandonado a su hijo y dejado que viviera con algún estúpido como Kyu Soo tampoco.

 

—Murieron para protegerme —continuó mientras miraba para encontrarse con la mirada de Kyu Soo. De acuerdo con Minwoo, el padre de Jaejoong había muerto luchando por salvar a su esposa e hijo de los pájaros que los atacaban. Se necesitaron cuatro Cuervos para finalmente derrotarlo, e incluso entonces su padre había conseguido acabar con otras tres aves en el proceso. —Mi padre era un hombre importante en nuestra comunidad. Era respetado y todavía hablan muy bien de él. —Jaejoong permitió que su mirada creciera, depredadora, hostil, maravillado de la forma en que hizo que Kyu Soo se retorciera—. Era el doble de hombre de lo que jamás llegarás a ser tú, pedazo de mierda.

 

Eun Seol abrió la boca. —Jaejoong, eso no es bueno.

 

—Lo siento, Eun Seol, no es por insultarlo. Siento que una mujer bonita como tú esté enroscada con él. Sólo espero que algún día te des cuenta que eres mucho mejor. —Jaejoong se levantó y fue hacia la puerta. Si no salía en este instante, iba a hacer algo imprudente, como dejar salir a su lado animal y cortar la garganta del hombre.

 

—¿Cómo te atreves a hablarme así, muchacho? ¿Después de la forma en que te acogí cuando nadie más lo hizo? —tronó Kyu Soo.

 

Jaejoong se detuvo con la mano en el pomo de la puerta. —Sólo me trajiste aquí por los cheques que recibías del gobierno. ¿O no te acuerdas cuando me dijiste eso mismo el día que me echaste?

 

Antes de que Kyu Soo pudiera tronar una respuesta a eso, Jaejoong abrió la puerta y se fue. No se detuvo a pensar, hasta que estuvo sentado de forma segura al volante de su coche. Apretando sus dedos alrededor del volante, tomó varias respiraciones profundas, todo su cuerpo temblaba.

 

¿Qué demonios había esperado al venir aquí? ¿Qué Kyu Soo le diera la bienvenida con los brazos abiertos? ¿Qué el hombre dijera que lo sentía por todos los años de abuso verbal? ¿Qué nunca debió haber echado a Jaejoong? ¿Qué lo amaba como si fuera su verdadero hijo?

 

Una risa amarga estalló de sus labios. Y, sin embargo, la gente como Minwoo se preguntaba por qué se negaba a tener ninguna relación permanente con los demás. Como si de buena gana Jaejoong pudiera poner a disposición su alma para que fuera destrozada de nuevo. Además, ¿quién en el infierno era Minwoo para hablar? Él y Dongwon le dieron una patada tan pronto como pudieron, también. Así que no es como si sus patas estuvieran limpias en todo este asunto.

 

Contuvo el aliento mientras sostenía las lágrimas. Llorar no le haría ningún bien, porque eso acabaría demostrándoles a todos lo cobarde que era. Todo el mundo, ya sean humanos o cambiaformas, ya lo llamaban puta, no tenía sentido sumar a eso que lo llamasen bebé llorón. Dio la vuelta con el coche y salió del parque. Había sido un tonto, incluso por venir aquí. Había estado esperando conseguir un cierre, en cambio, terminó abriendo algunas dolorosas heridas que pensaba que ya estaban curadas.

 

Para el momento en el que se detuvo en la plaza de aparcamiento en frente de su apartamento, no se sentía mejor. Por lo general, un largo viaje calmaba sus nervios, pero después del primer encuentro con Minwoo y luego con Kyu Soo, Jaejoong se sintió peor que nunca. Todavía no podía creer lo cerca que había estado de atacar a su padre adoptivo. Cerró los ojos, silenciosamente poniendo todos los nombres en el libro. Todas las razas civilizadas de cambiaformas se enorgullecían de ser capaces de separar sus emociones humanas de su lado animal. Ceder y ser salvaje era considerado un fracaso. Sin embargo, Jaejoong había tirado casi todo por lo que había estado trabajado tan duro por tan sólo una probada de la sangre de Kyu Soo.

 

«Ahora sé cómo se debe sentir Yunho. Cuando mata, ¿tiene algún tipo de vergüenza o arrepentimiento después? Incluso si sus objetivos son culpables, ¿todavía el odio de su mitad animal lo gobierna aunque sólo sea por unos momentos? Si es así, Yunho debe albergar más daño en su interior de lo que sospechaba».

 

Se bajó del coche y cerró la puerta antes de frotar sus sienes doloridas. El estrés del día, se añadía al hecho de que no había comido ni bebido nada desde el desayuno, y eso lo había dejado con un dolor de cabeza monstruoso. Sólo quería entrar, comer algo y luego dormir por unas cuantas horas.

 

Era de noche cuando entró, no se molestó en encender las luces. Su visión de cambiaformas le permitía ver lo suficiente como para moverse y la iluminación no haría sino agravar su dolor de cabeza. Se quitó los tenis maltratados antes de entrar en la pequeña cocina. Aunque la cocina le gustaba, fue hacia el congelador para sacar una pizza. No era exactamente una cocina gourmet, pero serviría. Cerró la puerta, toda su concentración se centró en la caja que contenía la comida congelada.

 

—Era hora de que llegaras a casa.

 

Jaejoong dejó escapar un grito al saltar varios metros en el aire y examinar las tinieblas. Su corazón latiendo con fuerza, dejó caer su comida antes de que buscara en la parte posterior de su cintura el arma que siempre mantenía cerca.

 

—Preferiría que no me dispararas. Ya he tenido un mal día.

 

Esta vez, Jaejoong reconoció la voz. En vez de calmarlo, ese conocimiento hizo que su pulso se acelerara aún más. —¿Yunho?

 

Yunho se movió entre las sombras más profundas en el centro de la cocina. —¿Estabas esperando a alguien más?

 

—No esperaba a nadie.

 

—Hmmmm... Supongo que eso explica por qué tenías tanto miedo cuando me presenté —observó Yunho de esa manera extraña y analítica que tenía. Era casi como si estuviera rebuscando en las emociones de Jaejoong de la misma forma que un médico sostiene una radiografía a la luz para examinarla. Finalmente Jaejoong pudo entender cómo la gente normal reaccionaba cuando había alguien que te importaba en la puerta de entrada.

 

—¿Cómo entraste aquí? —exigió Jaejoong mientras miraba alrededor de la habitación, como si pudiera encontrar la respuesta por ahí en alguna parte.

 

—Rompí el bloqueo. —Yunho le dedicó una sonrisa para mostrar lo orgulloso de sí mismo que estaba por ese logro.

 

—¿Irrumpiste aquí?

 

Sabía que debía sentirse ofendido o violado. Seguro que no debía sentirse excitado, pero no podía tratar de decirle eso a su miembro, que ya había empezado a crecer en el momento en que vio a Yunho. Maldita sea, hablando acerca de tener la tentación lanzada justo en la cara. Jaejoong trató de recordar por qué dormir con Yunho sería una mala, mala idea. Al mismo tiempo, sin embargo, todo lo que podía pensar era en lo bien que Yunho se veía, todavía vestido con su traje oscuro y una capa. La forma seductora de su fragancia oscura de Leopardo llamaba a Jaejoong como una droga.

 

—Por supuesto que interrumpí aquí. No es que alguna vez me dieras una llave o algo así. —Yunho se encogió de hombros como si eso lo explicara todo.

 

—¿Conviertes eso en un hábito para entrar en los apartamentos de la gente? —exigió Jaejoong mientras se humedecía los labios. Su mirada fija en la boca de Yunho al recordar lo calientes y exigentes que sus besos habían sido.

 

—Sólo si estoy pensando en matarlos —dijo Yunho cuando dio unos pasos más cerca.

 

Esas palabras debían aterrorizar a Jaejoong, pero sin embargo enviaron un tiro de deseo hacia su polla. En el fondo, sabía que Yunho nunca le haría daño pero también que el hombre era muy peligroso. El conocimiento de que Jaejoong podía domesticar al Leopardo cuando nadie más podía, le dio una emoción embriagadora. Yunho se movió para cerrar el espacio que quedaba entre ellos. Levantando una mano, ahuecó la cara de Jaejoong en ella. El movimiento fue tan suave, tan cuidadoso, tan poco como Yunho, que hinchó la garganta de Jaejoong por la emoción.

 

—Estás triste. ¿Por qué? —preguntó Yunho.

 

Entonces Jaejoong lo vio... el breve destello de emoción que sólo había entrevisto un par de veces antes en los ojos de Yunho. De alguna manera sabía que era el único que alguna vez llegó a verlo. Lo hacía sentir tan cerca de Yunho. Como si estuvieran unidos de alguna manera y al diablo con el resto de las palabras, porque nada más importaba.

 

Jaejoong dejó escapar un suspiro suave y tembloroso. Si sólo fuera cierto. Yunho probablemente sólo lo veía como una manera de descargarse. Para Jaejoong el pensar que alguien pudiera tener sentimientos profundos por la zorra de la coalición era una fantasía ridícula. Sin duda, la única razón por la que Yunho actuó de forma posesiva antes fue porque simplemente no le gustaba compartir. Una vez que estuviera harto, echaría a Jaejoong a la acera, al igual que todos los demás.

 

—No sé si es una buena idea que estés aquí —se obligó a decir.

 

—¿Por qué? —Yunho inclinó la cabeza hacia un lado.

 

—Porque tengo un monstruoso dolor de cabeza.

 

—¿Sabes cuál dicen es la mejor cura para eso?

 

—No sé, ¿una docena de aspirinas y dormir unas pocas horas?

 

Los ojos de Yunho brillaron con lo que pudo haber sido diversión. —No, un buen orgasmo.

 

A pesar de sí mismo, Jaejoong se rió. —Estás mintiendo.

 

—No, de verdad, lo leí en alguna parte. —Yunho pensó por un momento—. Creo que fue en Cosmo.

 

—¿Lees Cosmo? —preguntó Jaejoong, su voz aguda con incredulidad.

 

—Estaba en un juego una noche y me aburrí y esa era la única cosa que había para leer en el coche. Creo que Dara debe haber utilizado el vehículo antes que yo.

 

—Uh-huh —asintió Jaejoong, no estando seguro de si comprar la explicación o no—. Incluso si no me doliera la cabeza, todavía no puedes hacer esto. No con tus lesiones.

 

Yunho se levantó la camisa, mostrando los más apretados abdominales que Jaejoong hubiera visto alguna vez, y sólo un indicio de una herida en el costado. —Una vez que Minho me dio el antídoto, fui capaz de cambiar. Ahora estoy casi mejor. Sin embargo, si insistes en que besarnos es mejor, no voy a discutir.

 

Mientras miraba a toda la carne expuesta, la boca de Jaejoong babeaba con anticipación, hasta que recordó la conversación con Minwoo. Dando a su cabeza un movimiento para eliminar la neblina de quiero-sexo persistente allí, Jaejoong dijo: —No, realmente no debemos hacer esto de nuevo. Tienes que irte.

 

—No voy a ir a ninguna parte hasta que me digas por qué estás tan triste —respondió Yunho, la palma de su mano acariciando la mejilla de Jaejoong otra vez.

 

Ante ese gesto de ternura, toda la ira, el dolor y el miedo de los últimos días se estrellaron contra Jaejoong. Tomó una bocanada de aire temblando mientras desvió la mirada para evitar la mirada de complicidad de Yunho. El Leopardo no se opuso, sólo esperó pacientemente, con el pulgar barriendo una lágrima de la mejilla de Jaejoong. No fue sino hasta después que Jaejoong se dio cuenta que había empezado a llorar. Genial, justo lo que necesitaba, mostrarse débil. Tal vez Yunho le hiciera un favor y lo matara, después de todo.

 

—Me olvidé de quién soy en realidad y un par de personas tuvieron la amabilidad de ponerme de nuevo en mi lugar —confesó Jaejoong con voz entrecortada—. Es todo culpa mía. Debería haber sabido mejor que no hay esperanza de que pueda cambiar. Un uniforme en realidad no puede ocultar al idiota que está debajo de él.

 

—Jaejoong, te veo mejor que nadie, te respeto y me gustas mucho. —Yunho se inclinó y rozó sus labios, antes de añadir—: Dime los nombres de los idiotas que te molestaron y los mataré por ti.

 

Jaejoong empezó a reírse hasta que se dio cuenta de que Yunho iba en serio. Mientras una parte de él se horrorizó, una sensación de calor se agrupó en su estómago al pensar que a Yunho tenía que importarle por lo menos un poco, si estaba dispuesto a cometer un homicidio para defender sus sentimientos.

 

—No es necesario. —Ahora Jaejoong se levantó por un breve beso—. El hecho de saber que estás dispuesto a hacer eso, me hace sentir mucho mejor.

 

Ambos guardaron silencio por un momento, sus labios sólo a un aliento de distancia. Yunho siguió acariciando con su dedo pulgar la cara de Jaejoong. Cada pasada enviaba una nueva ola de escalofríos a la espina dorsal de Jaejoong. Quería mucho más. Ansiaba sentir el cuerpo fuerte de Yunho cubriéndolo. Precisamente que el Leopardo lo derribara y lo jodiera con tanta fuerza que Jaejoong olvidara el pasado por un tiempo.

 

—¿Por qué has venido aquí esta noche? —preguntó Jaejoong.

 

—No lo sé. —Yunho brevemente arrugó su frente con confusión—. Por alguna razón, no puedo olvidarme de ti y lo que hicimos.

 

—Debes estar loco o algo así porque no hay nada extraordinario en mí. —Tan pronto como Jaejoong terminó de decir eso, quiso patearse—. Lo siento. No era mi intención insinuar que eras un loco o cualquier otra cosa.

 

Yunho se encogió de hombros, la cara más ilegible que nunca. —Eso está bien, sé lo que soy.

 

Y si esas palabras no hacían que Jaejoong quisiera empezar a llorar otra vez, no sabía qué lo haría. Estudió a Yunho por unos momentos antes de llegar y enganchar los dedos en la cinturilla de los pantalones del Leopardo. —Vamos. ¿Qué tal si vamos a mi habitación y descansamos el resto de la noche? ¿Podemos fingir que yo no soy una puta y tú no eres un loco?

 

La más dulce sonrisa se dibujó en el rostro de Yunho, el gesto hizo que el interior de Jaejoong se convirtiera en gelatina.

 

—Eso suena como a una gran idea —Yunho acordó cuando permitió que lo guiara a la habitación.

 

3 comentarios:

Yuko13 dijo...

el uno para el otro, si nadie los acepta ellos pueden formar su propia familia, su propio mundo.....

Unknown dijo...

lo que necesitaban era conocerse y ya esta owwww los dos se complementan que lendoooossss

MaJu dijo...

Hola! Habia guardado este fic hasta este capitulo en mi celular, ya que no tengo tiempo para entrar a la pc y no queria dejar de comentarte. Hasta ahora me encanta. Insisto en que gracias a ti y a otra autora las historias sobre cambia formas que antes las encontraba insipidas me han comenzado a gustar. Como dicen arriba, Yunho y JJ en esta historia pueden formar su propia familia y su propio mundo, los dos se sienten igual de perdidos y sin un lugar al cual pertenecer. Era hora de que se conozcan y no esten solos.