CAPITULO DOS
Yunho corrió por la
calle desierta tan rápido como sus pies cansados se lo permitían. Sus pulmones
ardían, el paquete en su espalda se sentía pesado y una punzada desagradable se
había desarrollado en uno de sus costados, pero se desafió a no dejar de coger
aliento, puesto que ya se había pasado una hora y media de su toque de queda.
Mierda.
Mierda. Maldita sea.
Dio la vuelta en la esquina, sus zapatillas
de tenis hacían un ruido de chapoteo en el pavimento mojado. Cuando vio la luz
del porche encendida junto a la puerta de entrada de la casa, su estómago cayó.
Mierda, su tardanza había sido advertida. Una pequeña parte de él lo esperaba,
aunque con todo lo que había estado sucediendo, un desaparecido Yunho debería
haber sido la parte menos importante de la maldita lista de notificaciones.
Corrió hasta el porche y en el momento en el que sus pies habían alcanzado la
etapa final, la puerta principal se abrió para revelar a su mejor amigo, Minho.
—Ya era hora de que
llegaras aquí de una maldita vez. Lee
Sang está lo suficientemente cabreado como para echarte toda la mierda —dijo a
modo de saludo Minho, un cambiaformas tigre normalmente reservado, con el pelo
rubio y los ojos castaños, al que costaba mucho molestar hasta el punto que
parecía estar en ese momento. Maldita sea, Lee Sang debía estar realmente
molesto.
—Me encontré con
algunos problemas —exclamó Yunho tropezando a través de la puerta. Una vez
dentro, se dobló y puso las manos sobre sus rodillas mientras luchaba por
recuperar el aliento.
Su mentor, Lee Sang,
era un paranoico y lo primero que hizo cuando se mudaron a su nueva ubicación
fue instalar fuertes bloqueos y un sistema de alarma. Minho también activó esta
antes de pasar a darle a Yunho toda su atención.
—Eso es mucho decir
para ti. ¿Fuiste capaz al menos de completar tu misión?
—¿Tienes alguna duda?
—Yunho bufó sin darle importancia cuando cogió su mochila. Al abrirla, sacó las
diversas piezas de equipo médico que Minho había solicitado.
Minho sonrió y fue a
por el material. —¿Te las arreglaste para conseguirlo todo?
—Sí. —Yunho tragó saliva—. ¿Ayudará esto en
algo?
—No lo sé —admitió Minho, preocupado, su
labio inferior entre sus dientes—. Sólo lo estoy intentando eneste momento. No
soy médico, y eso es lo que Lee Sang necesita.
—Sabes que no estará de acuerdo con eso. No
puede ir a un hospital de humanos y no quiere tener nada que ver con los
cambiaformas médicos. —Yunho lanzó una mirada de preocupación a la puerta del
dormitorio cerrado cuando el dolor amenazó con desbordarlo.
Sabiendo que no podía posponerlo por más
tiempo, Yunho caminó por el pasillo y abrió la puerta. Su corazón cerrado
mientras miraba a Lee Sang. El hombre que había sido su mentor, su padre, su todo,
estaba ahora tendido en la cama... una sombra de sí mismo. Mientras que una vez
había tenido un largo y dorado cabello rubio y un cuerpo fuerte, ya pesaba
menos de cincuenta kilogramos y estaba casi calvo. Su vibrante piel se veía
ahora de una palidez como el papel gris y su respiración salía como un
traqueteo.
Al entrar en la habitación, Yunho trató duro
de no ahogarse con el olor maduro de la enfermedad cuando se acercó a la cama.
A medida que se acercaba, Lee Sang entreabrió sus párpados para revelar sus
pálidos ojos azules.
—Llegas tarde —acusó
con voz ronca.
Incluso teniendo en
cuenta la condición enfermiza de Lee Sang, toda una vida de dura disciplina
bajo la mano del hombre todavía hacía que un escalofrío de miedo bajara por la
columna de Yunho. Se puso de rodillas junto a la cama y bajó la cabeza en una
posición sumisa. —Lo siento, Lee Sang.—Se puso tenso a la espera de la ira que
sabía que vendría hacia él.
—¿Al menos te las
arreglaste para completar tu misión? ¿Eliminaste a todos?
—Sí. Le di el equipo a
Minho. —Yunho casi se estremeció cuando sintió una mano sobre su cabeza. En
lugar del golpe que esperaba, llegó una suave palmada. En un primer momento lo
confundió, ya que Lee Sang nunca había sido del tipo afectuoso. Entonces Yunho
decidió no pensar sobre eso y se permitió relajarse en la caricia.
—Tú debes llegar a
tiempo. Cuando llegas tarde haces que me preocupe por ti —respondió Lee Sang,
su voz mucho más suave y calmada que antes.
Por un breve momento irracional, una parte amarga
de Yunho se preguntó si su tutor lo echaría de menos a él, o simplemente a las
habilidades únicas que tenía para ofrecer y la disposición para asumir
cualquier misión. Sus únicos ingresos provenían de personas privadas que
contrataban a Seungri, Minho o Yunho para realizar trabajos especiales. Todos
los puestos de trabajo, a menudo involucraban cosas como allanamiento de morada
o robo, y Lee Sang no podría reemplazarlo fácilmente. No es como si la persona
pudiera poner un anuncio clasificado que dijera: ‘Se necesita un
cambiaformas felino. Debe estar altamente capacitado en robo, ganzúas, armas de
fuego y falsificación. Por favor, incluya referencias’.
—¿Cuál será mi castigo? —Yunho rechinó,
deseoso de acabar de una vez.
—Creo que un par de horas en el puesto de
rodillas.
—Gracias —dijo Yunho,
dando la necesaria respuesta estándar. La misma que había estado usando desde
que era un niño.
Se puso de pie y dejó
a Lee Sang, inmediatamente se fue a la esquina de la sala principal. Allí había
una pequeña plataforma que tenía tres listones de madera a través de ella, de
un par de pulgadas de ancho, tenía un borde afilado que atravesaba la parte
superior. Yunho se arrodilló, su peso corporal hizo que la madera se clavara
inmediatamente en sus rodillas y pantorrillas.
Mientras la puerta se
abrió, Seungri entro con paso apresurado. Al parecer no era el único que se
había retrasado. Hizo lo mismo que él, entró a la habitación de Lee Sang,
estuvo unos minutos en ella y salió para situarse a su lado.
El dolor que se sentía
al principio era suave, con el paso del tiempo, se hacía insoportable. Aún así,
Yunho miró la cara de Seungri, por la cual una gota de sudor resbalaba. A pesar
de haber pasado por este castigo desde que eran niños, Seungri no poseía la resistencia
al dolor como Yunho lo hacía.
—Llegas tarde —dijo
Yunho con voz monótona.
—Sí. Me encontré con
un rastreador y me entretuvo un tiempo. No pude completar la misión —mantenía
aún los ojos cerrados, pero el tono de su voz le dijo a Yunho que ahí había
algo más.
Seungri abrió los ojos cuando sintió a Yunho aún más cerca
de él. Seungri observó a aquel chico con el pelo castaño y ojos grandes y
marrones, que tenía una apariencia casi inocente y tímida, sin embargo esta
solo era un escudo, ya que Seungri sabía que Yunho podía manejarse por su
cuenta en cualquier pelea. La verdad sea dicha, a Seungri le sería difícil
encontrar un hijo de puta mayor que Yunho. En más de una ocasión, Seungri había
visto al cambiaformas leopardo derribar fríamente a un oponente. Mientras que
Minho y él siempre habían dudado antes de matar, Yunho nunca se estremeció. Por
lo que Seungri podría decir, Yunho nunca miró hacia atrás arrepentido.
Sin embargo,
si Lee Sang le hubiera dado la orden de darle una paliza a él o Minho, esto
habría golpeado a Yunho duramente. Aunque odiaba al resto del mundo, el
leopardo daría su vida por los miembros de su familia de menesterosos.
—Minho me ha dicho que te ha seguido el mismo rastreador
que ha estado en tu culo los últimos meses —le susurró Yunho.
—Sí —se estremeció Seungri mientras se
desplazaba ligeramente en las tablas.
—¿Quieres que lo mate? —Yunho hizo la
pregunta como si fuera algo casual, con tanta naturalidad como si le estuviera
preguntando qué necesitaba para recoger la ropa de la tintorería o algo como
eso.
—No —dijo Seungri bruscamente.
Ambos se estremecieron antes de disparar
miradas furtivas a la puerta cerrada del dormitorio. Si Lee Sang los encontraba
hablando durante el castigo, no habría infierno suficiente para pagarlo. Cuando
no pasó nada, los dos dejaron escapar un suspiro de alivio.
—¿Por qué no puedo
matarlo? Me parece que es la mejor manera de poner fin a tu problema —presionó
Yunho.
Seungri parpadeó con asombro. Yunho era del
tipo que hacía desear a las viejas pellizcarle sus mejillas y darle palmaditas
en la cabeza. Se acababa de demostrar que tener los lindos ojos de Bambie, a
veces escondía el peor significado. —No puedes ir por ahí lanzando a la gente
al mar cuando te cabrea. —A pesar de que Seungri explicó ese punto, sabía que
iba a pasar de largo sobre la cabeza de Yunho.
—¿Por qué?
Seungri suspiró. ¿Cómo exactamente explicas
lo que está bien y lo que está mal a un sociópata? —Simplemente no puedes. Eso
está mal.
Ahora fue Yunho el que parpadeó por la
confusión. —¿Te gusta el rastreador, no?
—No —Seungri negó
rápidamente, su corazón martilleando en su pecho.
Una extraña sonrisa rizó los labios de Yunho.
—Sí, te gusta. Para ti probablemente sea duro sólo pensar en él.
—Cállate.
Yunho se acercó más, su mano en la rodilla de
Seungri. —Dímelo todo sobre él. ¿Es caliente? ¿Tiene un gran cuerpo? ¿Cómo de
grande es su pene?
Seungri quitó la mano a Yunho con
determinación. —Puesto que no he visto su polla, ¿cómo voy a saberlo? Y, sí, es
caliente.
—Lo sabía. —Yunho soltó una risa que sonaba
malvada y demente al mismo tiempo.
—Sin embargo no importa, porque sigue siendo
el enemigo. —Seungri volvió su rostro hacia la pared, poniendo fin a la
conversación.
…
….
…..
Seungri entró por la puerta, y se detuvo para
tomar aliento una vez que llegó a la sala de estar. Doblado por la cintura,
miró el reloj. ¡Sí! Lo había hecho con cinco minutos de sobra. Poco a poco se dio cuenta de que tanto Minho
como Yunho estaban allí, se veían con idéntico horror en sus rostros cuando se
le quedaron mirando como si le hubieran crecido alas. —¿Qué? No llego tarde.
—Señaló a la defensiva al reloj.
—¿Qué demonios has estado haciendo? —preguntó
Minho antes de que negara con la cabeza y levantara las manos—. Espera, es
bastante obvio lo que tú has estado haciendo. Debería estar preguntando por qué
infiernos eres tan estúpido.
—No entiendo —evadió Seungri antes de mirar
hacia abajo a su ropa.
Joder, debería haberse tomado al menos un par
de minutos para limpiarse un poco. La camisa y los pantalones estaban manchados
de barro y hierba. Hojas y ramas perdidas estaban pegadas en su pistolera.
Gimió cuando se dio cuenta de que parecía ir con un letrero de neón que decía:
‘Me han follado’. Pegó una sonrisa falsa en su cara y decidió intentar
fanfarronear para salir de eso. —Me metí en una pelea, eso es todo. No se
preocupen, he completado la misión.
—¡Mierda! —susurró Minho, mientras daba una
mirada de preocupación a la puerta cerrada del dormitorio de Lee Sang.
—Apestas a algo, y apuesto a que es a pantera
—agregó Yunho, sus labios fruncidos en disgusto. Seungri lanzó una mirada
desagradable a Yunho, él que había cometido un montón de pecados peores en su
corta vida.
—¿Eso viene del hombre que se folló a un
cambiaformas lagarto? —respondió Seungri.
La boca de Minho se separó en estado de shock
antes de mirar para ver cómo iba a reaccionar Yunho. Seungri cerró los puños,
mientras también esperaba. Aunque Yunho podía cuidarlos a Minho y a él, el
chico todavía tenía tendencias sociópatas que no garantizaban que no se pusiera
violento.
—Ya te lo dije una vez. Cuando sucedió eso,
estaba borracho y caliente —dijo Yunho con gesto frívolo.
—Además, Yunho nunca ha llegado a casa en tal
mal estado como tú ahora —añadió Minho.
—Lee Sang va a exigir tu culo de mierda
cuando te vea —vaticinó Yunho sombrío.
—Voy a darme una ducha y mantener el cuello
cubierto —dijo Seungri.
Minho negó con la cabeza. —¿No te acuerdas
cuando jodí con el bribón puma? Su olor se quedó en mí durante un mes. Intenté
todo lo posible para sacarme su olor, incluso con el jugo de tomate.
Yunho arrugó la nariz. —Eso sirve para el
olor de mofeta, no de gatos.
—¡Por supuesto! —Minho
rodó sus ojos—. Ahora lo sé.
¡Mierda! Ahí era donde
estaba Seungri y no en el buen sentido. Yunho estaba en lo cierto. Una vez que
Lee Sang olfateara el olor de otro hombre por todo su cuerpo, sería castigado
con severidad. Desesperado por mejorar las cosas, se abrió camino y examinó el
botiquín. Buscó en el interior algo... cualquier cosa... que pudiera ser
utilizada para cubrir el olor.
—Seungri —se hizo eco la voz de Lee Sang a
través de la casa.
Los tres se congelaron cuando se dieron
cuenta de que la actuación había terminado. Dejando escapar un pequeño gemido
de angustia, Seungri clavó a Minho contra la pared y comenzó a frotarse contra
él.
—¡Ah! ¿Qué estás haciendo? —Minho trató de
alejarlo.
—Estoy tratando de cubrir su olor con el tuyo
—explicó Seungri.
—Eso podría funcionar. Minho ha estado tan
atrapado en su último proyecto, que no creo que se haya bañado en días
—arrastró las palabras Yunho.
—Jódete —espetó Minho, y continuó luchando.
—Lo hemos intentado antes, pero no te gusta
cuando te nalgueo —dijo Yunho en un tono de voz monótono.
—Esa es una imagen
visual que nunca quise. —Seungri detuvo su ataque, dándole a Minho la
oportunidad de alejarse.
—Seungri —Lee Sang volvió a llamar, esta vez
con la picadura del enojo en su voz.
—Creo que es mejor que vaya. —Seungri
suspiró.
—¿Quieres que vaya contigo? —ofreció Yunho.
Seungri sacudió la
cabeza. Si Yunho iba, se ofrecería a tomar el castigo por él. Aunque el gesto
nunca fallaba en tocar a Seungri, eso siempre acababa enfadando más a Lee Sang.
—No. ¿Por qué no tomas a Minho y se esfuman?
—sugirió Seungri.
—También ha pasado la hora de nuestro toque
de queda —señaló Minho al cabo.
—Vayan al taller en el sótano.
Ese plan cayó cuando Lee Sang hizo su
siguiente pedido. —Quiero que los tres vengan aquí. ¡Ahora!
Ellos intercambiaron una mirada de
resignación abatida antes de presentarse en silencio en la habitación de Lee
Sang. A pesar de que Seungri se quedó atrás a propósito, la mirada de su
mentor, con los ojos inyectados de sangre, se concentró inmediatamente en él.
—Mueve el culo hasta aquí.
Les tres bocanadas de
tomó aire para estabilizarse antes de seguir adelante y arrodillarse junto a la
cama. Lee Sang luchó por sentarse, luego, lentamente, miró a Seungri de arriba
a abajo, los labios apretados con disgusto, haciendo que las tripas de Seungri
se apretaran con temor. Lee Sang dejó escapar un silbido bajo y le dio un golpe
a Seungri que le giró la cara del revés.
—Puta —gruñó Lee Sang—. ¿Crees que puedes
venir aquí, oliendo a ese felino? ¿Qué iba a mantenerme al margen y dejar que
estuvieras en celo con ese animal?
—No —susurró Seungri.
—¿Qué?
—No —respondió
Seungri, esta vez más fuerte.
Lee Sang cogió un puñado del pelo de Seungri
y tiró de él. Seungri reprimió un grito de dolor mientras su cabeza se sacudía
brutalmente a un lado.
—¿Valió la pena?
«¡Sí!» Quería
gritar Seungri, pero sabía que decirlo en voz alta sólo haría que lo que
viniera fuera mucho peor, y que Lee Sang podría decidir lanzar su furia sobre
Minho o Yunho. Seungri se obligó a decir: —No, no la valió.
—¿Por qué me pones a prueba con esto?
—preguntó Lee Sang, con voz cada vez más suave y casi comprensiva. —¿Quién te
salvó cuando Eric te quiso matar como el animal que es?
Lee Sang les había mentido, mantuvo un férreo
control sobre ellos porque los estaba
utilizando para hacer dinero rápido. Para ser sus pequeños títeres
sobrenaturales. El hecho de que no les permitiera hablar con otros
cambiaformas, tenía que ser porque estaba aterrorizado de que averiguaran la
verdad, que Lee Sang no los había acogido por la bondad de su corazón, si no
que los había secuestrado.
Entonces Lee Sang lanzó su furia sobre Minho
y Yunho. —En cuanto a ustedes dos, deberían haberme contado que Seungri estaba
siendo demasiado cercano al gato.
—No lo sabían —estalló Seungri—. Es todo
culpa mía. Por favor, no los culpes.
—No, tiene razón. Me había dado cuenta —cortó
Yunho, tal como Seungri sabía que lo haría—. Si alguien debe ser castigado, soy
yo. Así que lo tomaré por los tres.
—Cállate —susurró Seungri, que muy a menudo
tenía que trabajar duro para proteger a Yunho de sí mismo contra la ira de Lee
Sang.
—No puedes tomar otra sesión en la parrilla
de rodillas —embistió Minho agregando su dos centavos.
—Oh, pero lo hará y
mucho más —cortó Lee Sang— Seungri va a pasar toda la noche allí y quiero que
se sienten junto a él y vean cada segundo de ello. Bueno. —Lee Sang se apoyó
sobre la almohada, para después hacer un gesto desdeñoso con la mano—. Minho y tú
poden irse ahora. Tengo que hablar con Yunho a solas.
Se pusieron de pie y caminaron hacia la
puerta. Yunho sabía que sus compañeros
solo habían salido de la habitación, pero que estaban ubicados detrás de la
puerta, esforzándose en escuchar la conversación del dormitorio.
—El rastreador se está convirtiendo en un
problema y no me gusta eso —dijo Lee Sang.
—¿Qué quieres que
haga? —preguntó Yunho en su habitual, recortado, tono de voz.
—Voy a enviarte con Seungri mañana. Le
diremos que es un trabajo, pero lo que realmente vamos a hacer es utilizarlo
como cebo para atraer al felino. Cuando siga a Seungri, quiero que lo mates.
Una bala en el cráneo, así nunca nos molestará a nosotros ni a Seungri otra
vez.
Todo el aire salió de
los pulmones de Seungri cuando un gran temor se estrelló contra él. Mientras que
Yunho podía ser como un hermano para Minho y él, para todos los demás, era un
asesino. Si Yunho iba tras Taeyang, uno o los dos terminarían muertos.
Cualquiera de estas opciones sería devastadora para Seungri.
Una vez que Yunho bajo al sótano, Seungri se
levantó de la parrilla de rodillas.
—¿Qué estás haciendo? —exigió Minho cuando se
puso de pie.
—Has oído la orden que le dio a Yunho. Tengo
que encontrar a Taeyang y advertirle. —Seungri comenzó a moverse por la
habitación, recogiendo diferentes armas.
Minho se acercó y dio
un tirón en su brazo. —Si haces eso no podrás volver. Te das cuenta, ¿verdad?
—De todos modos, los dos sabemos que yo no
habría durado mucho más tiempo aquí. —Se encogió de hombros—. Lee Sang y yo nos
hemos estado golpeándonos las cabezas demasiado a menudo últimamente. Era sólo
cuestión de semanas antes de que se cansara de mí y me echara de una patada a
la calle.
—¿Así que, vas a
despegar y dejarnos atrás para buscar a una caliente pantera? —exigió
airadamente Minho.
—Sabes que no es así. Los quiero a Yunho y a
ti como a hermanos. Durante el tiempo que puedo recordar, hemos sido solo
nosotros tres. No quiero perderos a ninguno de los dos.
—Entonces, ¿por qué haces esto?
—Porque... —Seungri se apagó antes de tragar duro
para armarse de valor y agregar —: Porque no quiero perder a ninguno.
Minho puso una mano en su estómago. —Oh, Dios
mío, realmente te has enamorado de ese tipo. ¿No?
—Sí —admitió Seungri, impactándose a sí mismo
probablemente tanto como a Minho.
Un pesado silencio se apoderó de ellos antes
de que Minho finalmente asintiera. —Bien, pero no vas a ir solo. Yo también
voy.
—¿Estás seguro? El
hecho de que esté renunciando a todo no significa que tú también tengas que
hacerlo.
—Nunca he estado más seguro de nada —declaró
Minho cuando reunió su mirada con la de Seungri.
Con el teléfono de
Taeyang consiguieron concretar una reunión con el rastreador, aunque este
desconfiaba abiertamente de ellos. Seungri estaba tan desesperado por
salvarguardar la vida de ese hombre que ni siquiera le importaba el frio trato
que recibía.
—Has estado tratando de matarme desde hace
meses y todavía respiro, por lo que tendrás que perdonarme si no me pone
nervioso tu amenaza.
—Esta vez no soy yo quien va a por ti, sino
mi amigo Yunho.
—Por lo tanto, son más.
—Sí, tres de nosotros trabajamos para Lee
Sang. Yunho, Minho y yo.
—¿Qué tipo de
cambiaformas es Yunho? —Siempre ayudaba conocer todo lo que se pudiera sobre
sus enemigos, y por como sonaba todo, este Yunho estaba a punto de conocerlo.
—Supuestamente es un leopardo, aunque no
podremos saberlo con seguridad hasta que no tenga su primer cambio.
—¿Un leopardo?
Los leopardos eran los felinos más crueles e
inestables. Ellos estaban tan mal, que ni siquiera podían vivir con los otros
leopardos. Las luchas internas y muchas agresiones entre las familias los
llevaron hasta el punto de la extinción.
—Necesitamos encontrarnos, para poder
protegerte.
—Tenemos que tener mala conexión, porque no
puedo haberte oído decir que ‘tú’ vas a protegerme a ‘mí’.
—Sé cómo se mueve y
piensa Yunho. Lo ayudaba a entrenarse —insistió Seungri.
—Está bien. —Deliberadamente, no le dijo que
Siwon iba con él. Si Taeyang había aprendido algo, es que no podía fiarse de
Seungri. Así que no se sintió mal por la emboscada.
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