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domingo, 22 de septiembre de 2013

SIEMPRE: CAPITULO 2


“Ahí estas de nuevo mi amor, sonriendo, adoro tu sonrisa… vuelves la cara, pero no me ves… si supieras cuanto añoro una mirada tuya… ¡oh! Vienes con él de nuevo… ¿por qué? no le sonrías a él... no lo mires a él… mírame te ruego… mírame aunque sea solo un instante… mírame para saber que aún tengo un lugar en tu vida… mírame… ¡mírame!”

Seunghyun  se encontraba en un pasillo con un ventanal que daba vista a otro pasillo exterior, afuera, la luz del sol era tan intensa que las ventanas reflejaban como un espejo. Jiyong recorría su camino por el pasillo exterior, mientras el otro le observaba desde el interior. Seungri le venía contando una graciosa anécdota a Ji, hasta que el atorarse con sus agujetas hizo su narración verdaderamente chusca con las expresiones que tuvo que hacer para no caer. El rubio reía a carcajada abierta, sin saber que era observado desde el otro lado.

El corazón de Seunghyun se volvía cada vez más frío como su mirada, con el paso del tiempo se había convencido de que Jiyong sería más feliz con alguien diferente a él, pero eso no le evitaba mantener una pizca de esperanza que le dijera a su razón que estaba equivocado. Persuadía a su corazón diciéndole que aquellos hermosos días con Ji, no volverían, que sus manos jamás volverían a tocar su suave piel, que sus besos ya no eran más suyos y que, por supuesto, nunca más le volvería a hacer el amor.

“Mi Jiyong, tu sonrisa ha regresado… debo seguir con mi camino… esto mi amor, esto es un adiós… ya no podré verte progresar… me marcharé de tu vida allá a donde habita el olvido, pues si no es en tu corazón no tengo otro hogar… te diré que intentaré buscar otro amor, pero dudo que encuentre a alguien como tú, no, más bien no quiero a alguien que no seas tú… que tonto fui al dejarte ir, pero cada vez que intento perder el miedo a ir por ti, me tropiezo conmigo mismo y dejo escapar a quien me ha querido y me quedo sin luz…”

Una vez más había perdido la oportunidad de hablar con Jiyong, no le había seguido, ni siquiera lo había intentado, su propio miedo a ser rechazado por creer que alguien más ocupaba su lugar, le había detenido otra vez, por su camino solo se encontraban las hojas caídas, secas como un “adiós”. Su destino era amar a Jiyong, de eso estaba seguro, solo  que ahora tenía que despedirse de lo que tanto amaba, y no estaba seguro de cómo continuaría viviendo sin él. Si, si bien había continuado, la luz de su vida se iba extinguiendo, solo vivía de los recuerdos.

“Llovía muy fuerte, ya estaba bastante entrada la noche y aún no regresabas. Me sentía inquieto, sabía que estabas afinando los detalles para el último disco… me pediste que regresara antes ya que me encontraba cansado por las diferentes filmaciones que tenía… regrese primero a casa con la intención de descansar un poco y prepararte la cena, pero… no llegas… la lluvia arecía, comienzan los truenos, sé que no te gustan… marco desesperadamente tu número…  – Seunghyun – me llamas con voz temblorosa – tengo miedo – dices mientras un gran trueno surca el  cielo… Me dirijo hacía el estudio, tengo que encontrarte… busco en una y otra y otra habitación hasta que por fin te veo, tan pequeño y temeroso escondido bajo la mesa… te abracé intentando alejar tus miedos, te lleve a casa… acuné tus sueños mientras tú te acurrucabas seguro en mis brazos. No hay nada más placentero que verte dormir en mis brazos”.

Seunghyun recordaba una y otra vez momentos con Jiyong, pareciera que la esencia de este le siguiera por todos lados y le atacará cuando se encontraba solo. Entendía que no se encontraba más en su vida pero tras de sí había dejado trocitos de su corazón y estos se impregnaban en cada rincón del alma de Seunghyun negándose a desaparecer. Abrazado a la almohada recordaba el aroma de Ji, no lo había notado antes, pero dormía abrazado a una suave y bella flor. Ahora sabía que tendría que continuar su camino solo, no sabía si se perdería en esa inmensidad llamada vida sin la luz que le había guiado hasta ahora, o si se encontraría a sí mismo, lo único que tenía claro era la soledad que le cubría como manto. Se dirigía a hacía su propio infierno buscando todo lo que no le dio…

En la mente de Seunghyun los recuerdos estaban más vivos que nunca, se aferraban fuertemente a su alma y le escocían el corazón, pronto tuvo que recurrir al alcohol para intentar olvidar, pero el alcohol no aminoraba el dolor, lo aumentaba, hacía el recuerdo más palpable. Se dormía extenuado aferrado a una fotografía de Jiyong, con el corazón a punto de estallarle en el pecho, pero consciente de que lo más valioso de su vida no yacía a su lado.

“Estas recostado en mis brazos, siempre te acurrucas así… acaricias mi pecho, sabes que me gusta eso, con tu mano garabateas sobre mi piel, erizándola con cada roce… te pegas más a mí, con tu cuerpo me dices que te abrace fuertemente y que no te deje ir…”

Cómo continuaba levantándose todos los días era un misterio aún para él, la soledad lo estaba matando, se distraía con las múltiples ocupaciones de su agenda y, si tenía suerte podría ver a Jiyong, aunque eso solo le causara más dolor, pues cada uno había tomado un rumbo diferente. No podía permanecer más junto a él, medito el abandonar el grupo e irse lejos con el pretexto de estudiar, pero no se decidía a tomar una decisión tan drástica que lo separara definitivamente de Jiyong. Sufría al verlo, pero también  sabía que no soportaría una vida lejos de él, así que decidió alejarse un tiempo solo el suficiente para recuperarse, si es que podía hacerlo o bien para que Jiyong continuara con su vida.

Todo estaba listo, había hablado con el director, le pidió un descanso argumentado la excesiva carga de trabajo y un curso de actuación que quería tomar para mejorar sus habilidades. YG se lo concedió, sabía que eran simples excusas para no enfrentar la situación, pero el semblante de Seunghyun había cambiado demasiado, se notaba pálido, ojeroso unas veces, otras con los ojos hinchados por tantas lágrimas, había bajado mucho de peso y, en general no presentaba un aspecto saludable, así que le dio las vacaciones que pedía rogando en su fuero interno que le sirvieran a ambos. Pues no es que solo Top se encontrara mal, simplemente era que al ser más sensible dejaba ver a través de sí afectando su rendimiento y, sobretodo comportamiento; mientras que Jiyong era el orgulloso GDragon que no mostraría a nadie lo mal que se encontraba, aunque era evidente para aquellos que lo conocían que el chico estaba sufriendo a mares.

Era el día antes de la partida de Seunghyun, este había ido a la empresa a finiquitar los pendientes. Espera poder ver a Jiyong una  última vez antes de marcharse, realmente extrañaba al pequeño, sus menudos gestos, su dulce olor, el brillo de sus ojos, la gracia que tenía al andar, sus labios… pero una vez que se le metía una idea en la cabezota no había poder humano que le hiciera cambiar de opinión. Afortunadamente para él, el cielo le concedió el deseo de verlo, y si hubiera tenido el valor, de hablar con él.

Jiyong caminaba con un aire distraído, no prestaba atención a las cosas, su cabeza andaba en otro lugar ajeno a lo que sucedía a su alrededor, sus pensamientos iban dirigidos a una sola persona, la persona que justamente se encontraba frente a él en el pasillo, se detuvo de golpe. Sus miradas se cruzaron, si sus orgullos no fueran tan grandes habrían dicho todas las palabras que por sus ojos brotaban, pero al final, solo se miraron por un largo rato sin decir nada, hasta que la mirada en el rostro de Seunghyun cambio.

– Adiós Jiyong – dijo casi en un susurro y, sin más se dio la vuelta y emprendió su camino. “Adiós mi gran amor, me tengo que ir… ya no podré verte más, no podre seguir viéndote crecer… adiós, tendré que encontrar un nuevo camino… pero sabes amor… nunca te olvidare… atesorare cada momento que viví junto a ti y de ahora en adelante viviré solo de los recuerdos de nuestro amor… te dejo marchar para que tengas un brillante futuro, pero… pero mi amor si nos volvemos a ver, solo abrázame… después de todo sigo siendo aquel niño que conociste en tu infancia, aquel niño con miedo a madurar… te amo…”

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