“Ahí estas de nuevo mi amor, sonriendo, adoro tu
sonrisa… vuelves la cara, pero no me ves… si supieras cuanto añoro una mirada
tuya… ¡oh! Vienes con él de nuevo… ¿por qué? no le sonrías a él... no lo mires
a él… mírame te ruego… mírame aunque sea solo un instante… mírame para saber
que aún tengo un lugar en tu vida… mírame… ¡mírame!”
Seunghyun
se encontraba en un pasillo con un
ventanal que daba vista a otro pasillo exterior, afuera, la luz del sol era tan
intensa que las ventanas reflejaban como un espejo. Jiyong recorría su camino
por el pasillo exterior, mientras el otro le observaba desde el interior.
Seungri le venía contando una graciosa anécdota a Ji, hasta que el atorarse con
sus agujetas hizo su narración verdaderamente chusca con las expresiones que
tuvo que hacer para no caer. El rubio reía a carcajada abierta, sin saber que
era observado desde el otro lado.
El
corazón de Seunghyun se volvía cada vez más frío como su mirada, con el paso del
tiempo se había convencido de que Jiyong sería más feliz con alguien diferente
a él, pero eso no le evitaba mantener una pizca de esperanza que le dijera a su
razón que estaba equivocado. Persuadía a su corazón diciéndole que aquellos
hermosos días con Ji, no volverían, que sus manos jamás volverían a tocar su
suave piel, que sus besos ya no eran más suyos y que, por supuesto, nunca más
le volvería a hacer el amor.
“Mi Jiyong, tu sonrisa ha regresado… debo seguir
con mi camino… esto mi amor, esto es un adiós… ya no podré verte progresar… me
marcharé de tu vida allá a donde habita el olvido, pues si no es en tu corazón
no tengo otro hogar… te diré que intentaré buscar otro amor, pero dudo que
encuentre a alguien como tú, no, más bien no quiero a alguien que no seas tú…
que tonto fui al dejarte ir, pero cada vez que intento perder el miedo a ir por
ti, me tropiezo conmigo mismo y dejo escapar a quien me ha querido y me quedo
sin luz…”
Una vez
más había perdido la oportunidad de hablar con Jiyong, no le había seguido, ni
siquiera lo había intentado, su propio miedo a ser rechazado por creer que
alguien más ocupaba su lugar, le había detenido otra vez, por su camino solo se
encontraban las hojas caídas, secas como un “adiós”. Su destino era amar a
Jiyong, de eso estaba seguro, solo que ahora
tenía que despedirse de lo que tanto amaba, y no estaba seguro de cómo
continuaría viviendo sin él. Si, si bien había continuado, la luz de su vida se
iba extinguiendo, solo vivía de los recuerdos.
“Llovía muy fuerte, ya estaba bastante entrada la
noche y aún no regresabas. Me sentía inquieto, sabía que estabas afinando los
detalles para el último disco… me pediste que regresara antes ya que me
encontraba cansado por las diferentes filmaciones que tenía… regrese primero a
casa con la intención de descansar un poco y prepararte la cena, pero… no
llegas… la lluvia arecía, comienzan los truenos, sé que no te gustan… marco
desesperadamente tu número… – Seunghyun
– me llamas con voz temblorosa – tengo miedo – dices mientras un gran trueno
surca el cielo… Me dirijo hacía el
estudio, tengo que encontrarte… busco en una y otra y otra habitación hasta que
por fin te veo, tan pequeño y temeroso escondido bajo la mesa… te abracé
intentando alejar tus miedos, te lleve a casa… acuné tus sueños mientras tú te
acurrucabas seguro en mis brazos. No hay nada más placentero que verte dormir
en mis brazos”.
Seunghyun
recordaba una y otra vez momentos con Jiyong, pareciera que la esencia de este
le siguiera por todos lados y le atacará cuando se encontraba solo. Entendía
que no se encontraba más en su vida pero tras de sí había dejado trocitos de su
corazón y estos se impregnaban en cada rincón del alma de Seunghyun negándose a
desaparecer. Abrazado a la almohada recordaba el aroma de Ji, no lo había
notado antes, pero dormía abrazado a una suave y bella flor. Ahora sabía que
tendría que continuar su camino solo, no sabía si se perdería en esa inmensidad
llamada vida sin la luz que le había guiado hasta ahora, o si se encontraría a
sí mismo, lo único que tenía claro era la soledad que le cubría como manto. Se
dirigía a hacía su propio infierno buscando todo lo que no le dio…
En la
mente de Seunghyun los recuerdos estaban más vivos que nunca, se aferraban
fuertemente a su alma y le escocían el corazón, pronto tuvo que recurrir al
alcohol para intentar olvidar, pero el alcohol no aminoraba el dolor, lo
aumentaba, hacía el recuerdo más palpable. Se dormía extenuado aferrado a una
fotografía de Jiyong, con el corazón a punto de estallarle en el pecho, pero consciente
de que lo más valioso de su vida no yacía a su lado.
“Estas recostado en mis brazos, siempre te
acurrucas así… acaricias mi pecho, sabes que me gusta eso, con tu mano
garabateas sobre mi piel, erizándola con cada roce… te pegas más a mí, con tu
cuerpo me dices que te abrace fuertemente y que no te deje ir…”
Cómo
continuaba levantándose todos los días era un misterio aún para él, la soledad
lo estaba matando, se distraía con las múltiples ocupaciones de su agenda y, si
tenía suerte podría ver a Jiyong, aunque eso solo le causara más dolor, pues
cada uno había tomado un rumbo diferente. No podía permanecer más junto a él,
medito el abandonar el grupo e irse lejos con el pretexto de estudiar, pero no
se decidía a tomar una decisión tan drástica que lo separara definitivamente de
Jiyong. Sufría al verlo, pero también sabía que no soportaría una vida lejos de él,
así que decidió alejarse un tiempo solo el suficiente para recuperarse, si es
que podía hacerlo o bien para que Jiyong continuara con su vida.
Todo
estaba listo, había hablado con el director, le pidió un descanso argumentado
la excesiva carga de trabajo y un curso de actuación que quería tomar para
mejorar sus habilidades. YG se lo concedió, sabía que eran simples excusas para
no enfrentar la situación, pero el semblante de Seunghyun había cambiado
demasiado, se notaba pálido, ojeroso unas veces, otras con los ojos hinchados
por tantas lágrimas, había bajado mucho de peso y, en general no presentaba un
aspecto saludable, así que le dio las vacaciones que pedía rogando en su fuero
interno que le sirvieran a ambos. Pues no es que solo Top se encontrara mal,
simplemente era que al ser más sensible dejaba ver a través de sí afectando su
rendimiento y, sobretodo comportamiento; mientras que Jiyong era el orgulloso
GDragon que no mostraría a nadie lo mal que se encontraba, aunque era evidente
para aquellos que lo conocían que el chico estaba sufriendo a mares.
Era el
día antes de la partida de Seunghyun, este había ido a la empresa a finiquitar
los pendientes. Espera poder ver a Jiyong una última vez antes de marcharse, realmente
extrañaba al pequeño, sus menudos gestos, su dulce olor, el brillo de sus ojos,
la gracia que tenía al andar, sus labios… pero una vez que se le metía una idea
en la cabezota no había poder humano que le hiciera cambiar de opinión.
Afortunadamente para él, el cielo le concedió el deseo de verlo, y si hubiera
tenido el valor, de hablar con él.
Jiyong
caminaba con un aire distraído, no prestaba atención a las cosas, su cabeza
andaba en otro lugar ajeno a lo que sucedía a su alrededor, sus pensamientos
iban dirigidos a una sola persona, la persona que justamente se encontraba
frente a él en el pasillo, se detuvo de golpe. Sus miradas se cruzaron, si sus
orgullos no fueran tan grandes habrían dicho todas las palabras que por sus
ojos brotaban, pero al final, solo se miraron por un largo rato sin decir nada,
hasta que la mirada en el rostro de Seunghyun cambio.
– Adiós
Jiyong – dijo casi en un susurro y, sin más se dio la vuelta y emprendió su
camino. “Adiós mi gran amor, me tengo que
ir… ya no podré verte más, no podre seguir viéndote crecer… adiós, tendré que
encontrar un nuevo camino… pero sabes amor… nunca te olvidare… atesorare cada
momento que viví junto a ti y de ahora en adelante viviré solo de los recuerdos
de nuestro amor… te dejo marchar para que tengas un brillante futuro, pero…
pero mi amor si nos volvemos a ver, solo abrázame… después de todo sigo siendo
aquel niño que conociste en tu infancia, aquel niño con miedo a madurar… te
amo…”
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