El
corazón le latía desaforadamente, llevó por inercia sus manos al pecho,
colocándolas justo sobre su corazón, sintiendo que de esta manera no se le
saldría del pecho si lo sujetaba de aquella forma. Y, es que no era para menos,
descubrirte en los brazos de aquel que amas, y más aún poder mirar tu propio
reflejo en sus profundos ojos, hacía que Jaejoong se perdiera en ese universo
infinito que siempre añoro.
Durante
unos segundos el mundo se cerró solamente a ellos dos, unos segundos en que
parecía que el tiempo se hubiese detenido solo para ellos…
“Badum-badum” era el ritmo al que
bailaban sus corazones, con cada latido llamando se uno al otro, como si se
hubieran buscado siempre y por fin ahora se encontraban…
Con
parsimonia Yunho depositó a Jaejoong de vuelta sobre el banquillo en el que
estaba antes de caer abruptamente al suelo. Cuidando de no rozarse y procurando
con mucha más delicadeza que el delgado cuerpo que sostenía en brazos no fuese
lastimado por los alfileres que el vestido traía, pues aún le estaban haciendo
arreglos.
–
Ya que estas aquí ¿podrías ayudarnos? – dijo Su, quien viendo la escena había
decidido que ayudaría a su amigo a conquistar el corazón de aquel fuerte
muchacho, sin contar con que eso ya había sucedido. – Realmente es de mucha
ayuda que estés aquí. Jae y yo somos unos debiluchos, más Jae que yo.
–
¡Oye!
–
Sí, bueno, el caso es que usualmente entre los dos trasportamos las telas, pero
en esta ocasión no será así, porque mi amigo de ahí no se puede mover muy bien
– dijo señalando a Jae en el banquillo.
Y,
esa fue la excusa perfecta que usaron. Junsu quería retener el mayor tiempo
posible a Yunho y Jaejoong juntos, y el mayor solo quería estar al lado de Jae.
–
Claro ¿qué debo hacer? – preguntó Yunho una vez que sus manos, con todo el
dolor de su corazón, dejaron de aferrarse a la estrecha cintura de Jaejoong,
pensando en que si la tela era suave, estaba seguro que el tacto de la piel de Jae
lo sería mucho más.
La
amistad entre los cuatro fue creciendo; y digo cuatro, puesto que Min se
presentaba casi todas las noches que los chicos diseñadores se quedaban
trabajando hasta tarde con la excusa de corroborar que Jae hubiese comido,
pero, la verdad, aunque sí le preocupara mucho su amigo, le hacían feliz los
momentos en que podía pelear con el chico panda o verlo mientras él estaba
sumamente concentrado en su trabajo.
Cuando
la “Temporada de Bodas” terminaba, ellos aún trabajaban hasta tarde. La
principal razón se debía a la gran cantidad de cosas que Jae aprendía de Junsu,
y los otros dos se quedaban vigilando cada uno de los movimientos de los chicos.
Entre este par nació una complicidad, un acuerdo mutuo de protección hacía los
chiquillos, sin la necesidad de palabras entendieron quien era la persona
importante para cada uno, aunque los aludidos ni siquiera lo notaran.
Durante
más de dos meses, todas las noches Min llegaba con comida, traída
exclusivamente del restaurante donde laboraba por la tarde. No le molestaba
llevarlo, de hecho ni siquiera gastaba en ello, pues el dueño, siempre les
ofrecía a sus empleados los platillos que no se terminaban en el día, no era de
la idea de tirarlos, por lo que Min siempre salía con la comida suficiente para
los cuatro.
–
¿Cómo puedes comer tanto y estar así de flaco? – preguntó Junsu, mientras
miraba a Jaejoong engullirse algunos panecillos. Su cuidaba mucho su aspecto,
por lo tanto sabía medir las proporciones en su comida para evitar engordar y
que eso se viera reflejado en su ya de por sí grande trasero.
–
Estoy en crecimiento – contestó una vez que pudo tragar lo que tenía.
–
Di la verdad – el tono decidido y el rostro serio de Min, borró la sonrisa que Jae
había tenido hasta ese momento. A pesar de ser amigos aún no había abierto su
corazón totalmente, no había contado el por qué siempre Min se preocupaba por
la cena.
En
un principio a Junsu le parecía sobreprotector y tedioso el hecho de que Changmin
llegara todas las noches con la cena, no lo entendía, pero al igual que Jae lo
agradecía, ya que de esa manera evitaba cocinar cuando él regresara a su hogar,
jamás imaginaría la verdadera razón por la que el amigo de Jae siempre llegaba
con comida.
– Min
– susurró Jae, mientras le miraba como diciendo “este no es el momento para hablar de eso”, pero de la misma forma
recibía el reproche en los ojos de su amigo “¿Cuándo?
¿Cuándo será el momento?” – pfff – Jae soltó un enorme suspiro. Decidió
abrirse para aquellas dos personas, Ri quien le enseñaba y Yunho quien lo
cuidaba, le habían demostrado que podía confiarles sus secretos. – Humm… yo… no
me gusta comer solo, si estoy solo no suelo alimentarme bien.
– Yo
diría que no te alimentas.
– Min,
no lo digas así. Se escucha muy feo.
– No
estoy entendiendo. Explícate – exigió Yunho. Los sentimientos que comenzaron
con una sonrisa fueron creciendo cada vez más al ver como Jaejoong se
sobreponía una y otra vez a todos los males que agraviaban al chico. Su
instinto de protección se desarrolló rápidamente para con Jae, por lo tanto
durante el día a parte de hacer sus respectivas labores, se la pasaba cuidando
al chico. No es de extrañar que se preguntara el por qué de muchas cosas, pero
esperaba pacientemente el día en que el chico contara sus problemas, que lo
mirara a los ojos y se apoyara en su hombro.
–
Siempre he soñado con volver a tener una familia – comento en un susurro
audible – Desde la muerte de mis padres he estado solo, cuando me mude aquí
solo Min y el señor Yang me tendieron la mano. La mayoría de las personas al
verme dan media vuelta y se van. Mi tía es lo más cercano a familia que tengo,
pero jamás me dará el cariño que necesito – dijo con un deje de tristeza en su
voz “cariño y protección”.
– Ella
es cruel, te lo he dicho – dijo Min.
–
Es lo único que tengo…
–
¡Nos tienes a nosotros! ¡¿Cuándo te darás cuenta de ello?!
–
Se que los tengo, pero ella me dio un lugar donde dormir y, ya está demasiado
vieja no la puedo abandonar.
Esa
noche Yunho se enteró por Min de la deplorable vida que Jaejoong llevaba en
casa. No solo los diseñadores le trataban como basura, sino que en su casa, una
vez cerrada la puerta la vida no era muy diferente que en la Boutique. Entre el
trabajo y las labores que hacía en el hogar a veces Jae terminaba demasiado
cansado, y en esa fría cocina, con el corazón solitario, prefería dormir a
comer. Esa noche Yunho se prometió a sí mismo estar ahí para Jaejoong, para
cuidarlo, para protegerlo, para… amarlo.
«҉» «҉ » «҉»
Con
el pasar de los días muchos de los distinguidos diseñadores habían notado la
constante mejoría que Junsu tenía, con la ayuda de Jae, su esmero y creatividad
les había valido un reconocimiento de Yang, y de esta manera una sala exclusiva
para él y Jae, donde los dos pudieran dar rienda suelta a sus más bellos
diseños adornados con flores o plumas, azahares o cristales. Pero aún así,
seguía estando por debajo de los demás, de eso siempre Yoochun, el segundo
mejor después de Yang, se encargaba de recordárselo cada que podía.
Yoochun,
era una persona voluble, interesada y hasta a veces detestable cuando quería
algo. Solía presentar ese semblante alegre y amable para todos, pero su mirada,
si no le agradabas, llegaba a ser bastante fría e intimidadora. Y, claro, no
solo debían cuidarse de su mirada, solía ser una persona a veces un tanto
agresiva. El lugar en el que estaba lo defendía no solo con sus diseños, entre
sus oscuros secretos, se encontraban el sabotaje e incluso hasta el hurto de bocetos,
sin que nadie pudiera comprobar o siquiera imaginar que era él el responsable.
No toda su vida había sido así, pero, desgraciadamente la vida no es agradable
para todos, y para él, la vida lo había tratado de forma cruel, aprendiendo de
ella que lo que se tiene debes defenderlo con tus garras, y lo que quieres
debes obtenerlo de la misma manera.
Yoochun
quizá odiaba a Jaejoong porque se veía a sí mismo mucho tiempo atrás, inocente,
confiando en la bondad de la gente. Pero se ensañaba con él, porque a pesar de
que la vida lo golpeaba duro, Jaejoong siempre traía una sonrisa, y no una
sonrisa fingida, una verdadera sonrisa, y eso, eso lo exasperaba.
Desafortunadamente
para Yoochun, de un tiempo hacia acá, le costaba trabajo acercarse a Jae, ya
sea para dañarlo físicamente o para burlarse de él. Yunho siempre se encontraba
cerca, o aparecía por casualidad tropezando con él, golpeándolo ligeramente con
las telas después de haber agredido a Jaejoong, y, siendo sinceros, la
presencia de ese joven intimidaba al diseñador, quien al ver frustrado su plan
se alejaba.
– Pequeña
y molesta basura – dijo despectivamente – ¡fíjate por donde caminas! –
expresando con cada célula de su piel el desprecio que Yoochun por Jae sentía,
al tiempo que empujaba a Jae.
–
¡Ouch! – aquello había dolido. Lo había empujado contra un mueble de madera
pegado a la pared, clavándose una de sus esquinas en el centro de su espina
dorsal, causándole gran dolor, aglomerando lágrimas en sus ojos. Generando en
su agresor gran satisfacción, pues últimamente no había podido “liberar su
estrés” como él decía, con el chico; pero ahora al ver aquel gesto de dolor una
sonrisa de autosuficiencia se instaló en su rostro, y si más se fue de ahí con
paso altivo.
Dolía,
no solo le dolía el golpe, golpe que sabía le generaría un gran moretón y quizá
le impidiera inclinarse por algún tiempo. No, ese día también le dolía el
corazón.
Jaejoong
siempre había cumplido la promesa que le hizo a su madre mucho tiempo atrás:
ser fuerte y ser feliz. La primer parte la lograba día a día; no era fácil ser
siempre el gusano feo de todos los lugares, eso si te veían, porque la
indiferencia es lo que más dolor le causaba, el ser invisible ante los demás.
Lo segundo lo intentaba fervientemente, no era una persona complicada, así que
las cosas más simples y sencillas le alegraban: comer con Min, aprender de Su, una
mirada de Yunho, una sonrisa de Yunho, Yunho… eso era lo que le ayudaba a
sobreponerse todos los días.
Lamentablemente
hoy no era uno de esos días, no había visto a Yunho, Junsu se encontraba fuera
y no regresaría hasta llegada la noche, y Min se encontraba en su trabajo. Hoy
sus eslabones a la felicidad no se encontraban a su lado, hoy que era el día en
que toda su felicidad menguaba, porque un día como hoy, la vida le había arrebatado
a sus padres.
Una
vez que las lágrimas por el dolor físico salieron, las lágrimas por la herida
en su alma se hicieron visibles, no pudiendo ni intentando negarlas, Jaejoong
salió apresuradamente del local, buscando un refugio para llorar solo su tristeza.
Yunho,
que se encontraba subiéndolas escaleras que conducían de la bodega a la sala
principal, con un montón de telas en las manos, observó la veloz figura de Jaejoong
pasar frente a él, cubriéndose con el dorso de la mano la boca y parte de la nariz,
con los ojos abnegados en lágrimas, y salir corriendo por la puerta de cristal
donde varias clientas lo observaron con desdén.
No
lo pensó demasiado, colocó las telas que llevaba sobre aquel mueble en el que
se había golpeado Jae, y salió corriendo detrás de él. No sin antes fulminar
con la mirada a aquellas mujeres que le dirigían miradas coquetas y risillas
nerviosas, pero que a Jae le miraron como inmundicia. Si supieran, si todas
aquellas personas que han mirado a Jaejoong de esa manera supieran lo bello que
es, el gran corazón que tiene, entonces sabrían que no están a la altura de tan
hermosa criatura.
Corrió
detrás de él, pero cuando Jae se adentró en el parque que estaba casi enfrente
de la boutique, lo perdió de vista pues en ese momento muchas personas se
agruparon por el lugar donde Jae había entrado. Miro hacia la izquierda y a la
derecha, caminó hacia uno y otro lado recorriendo casi en su totalidad el
parque, comenzando a desesperarse por no encontrarlo, cuando lo ubicó, un poco
más allá de donde estaba, escondido entre unos arbustos, acurrucado en el
suelo, recargando su chico cuerpo en un gran árbol, escondiendo su rostro entre
sus rodillas, mientras con sus manos aferraba fuertemente sus piernas para
atraerlas más a él, temblando de vez en cuando debido a los sollozos.
“Mamá… perdóname… no debo
llorar, pero hoy… hoy me siento solo”
Ese
era el pensamiento que Jaejoong tenía agazapado en aquel pedazo de tierra donde
nadie lo veía, o así lo creía él, hasta que se vio rodeado por unos brazos que
desprendían toda la calidez y protección que necesitaba, y, se aferró a ellos.
No
supo cuanto tiempo estuvo así, pero envuelto en esa calidez se tranquilizó.
Lentamente elevó la mirada para ver al dueño de esos cándidos brazos,
encontrándose así con unos amables ojos castaños.
– ¿Por
qué? – la pregunta que siempre quiso hacer – ¿Por qué nadie me mira? ¿Acaso soy
invisible para el mundo? – la voz se le quebró y de nuevo comenzaron las
lágrimas. Llevaba tanto tiempo siendo fuerte, pero todos tenemos un límite. Min
siempre había estado al lado de él, pero a Jae no le gustaba preocuparlo, con
lo difícil que a veces su amigo la pasaba, había dejado de llorar frente a él,
más bien se había prometido así mismo no llorar más, pero algunas ocasiones las
lágrimas acudían a él sin poder controlarlas, sintiéndose totalmente solo e
indefenso – ¿Es tan malo pedir solo un
poco de amor? – preguntó mirando fijamente aquellos ojos negros, tratando de
encontrar una respuesta… tratando de ver amor en ellos.
–
A tu lado tienes personas que te quieren – contestó con su voz ronca y
tranquila – Min, Su, el señor Yang te aprecian – continuó, sosteniendo la mirada
de esos enormes ojos negros, tratando de no perderse en ellos, sintiendo como
le dolía el corazón al verlo de aquella manera, jurándose así mismo envolverlo
siempre en un cálido abrazo cada que él lo necesitara. – Y, yo… yo te quiero Jae…
Con
esas simples palabras el corazón de Jae brincó, oyendo lo que desde hace mucho
sus oídos habían dejado de escuchar. No es que sus amigos no lo quisieran, pero
escucharlo de los labios de Yunho era otro asunto. Sentía que volaba en su
nube, no le importaba que esas palabras fueran pronunciadas de amigo a amigo,
porque de pronto todo recobró su brillo y su llanto cesó.
“No Jae, yo no solo te quiero, yo te amo”
esas palabras se quedaron atoradas dentro de la garganta de Yunho, mientras el
rostro de Jae se recostaba en su pecho y su propio rostro descansó sobre la
cabeza del chico.
Estuvieron
así, abrazados hasta que el frío de la tarde se hizo presente, pero
extrañamente ninguno de los dos sentía las gélidas ráfagas del aire. Pero ambos
sabían que era hora de marcharse, aunque ninguno tuviera intención de
separarse.
–
Vamos. Es hora de partir. Comienza a hacer frío y no quiero que enfermes – le
decía Yunho con amor.
Lentamente
se separaron y levantaron del lugar, dejando a Jae una sensación de añoranza por
ese cálido cuerpo. Pero, esa sensación se marcho tan de prisa cuando el mayor
tomo con su mano derecha la izquierda de Jae, y comenzaron a caminar,
dirigiéndose al local. Después de todo se habían saltado una jornada laboral y
a alguien debían rendir cuentas. Afortunadamente para ellos nadie noto su
ausencia, en primera porque Jae no existía en su mundo y Yunho simplemente
pensaron que estaría ocupado con algún encargo.
«҉» «҉ » «҉»
Por
las noches, después de despedirse de sus amigos, Yunho tomaba la mano de Jae y
lo llevaba hasta la puerta de su casa, siempre en un trayecto silencioso más no
incómodo, por el contrario, disfrutando de la persona que tomaba su mano
aferrándose a esa felicidad que le brindaba la compañía del otro.
–
¡Ohh! ¡Lo tengo! – gritaba felizmente Junsu. Estaban trabajando sobre un diseño
exclusivo, bueno todos eran exclusivos, pero este era importante para los chicos,
ya que la novia era un personaje excéntrico, caprichoso y además los había
pedido específicamente a ellos para que diseñaran su hermoso vestido.
Este
trabajo era sumamente importante, no solo porque era una clienta exigente,
había sido la primera en reconocerlos oficialmente como Jae-Su la nueva
sensación en el mundo de las novias. Por lo que no podían defraudar la confianza
que ella les había brindado y además de ser su carta al éxito seguro, pues ella
era hija de uno de los dueños de las empresas más importantes de la ciudad.
Originalmente ella fue buscando a Yang o Yoochun, ambos reconocidos por su
excelencia en sus diseños, pero quedó prendada al ver uno de los diseños de los
chiquillos en una linda novia, un vestido sencillo, de suave caída, blanco
marfilado con suaves adornos de paillettes y festones, con un escote tipo
halter y por detrás un moño del cual se desprendía una larga cola igualmente
adornada. Pero lo que realmente la enamoro del diseño fue que quien lo modelaba
no era la novia dueña del vestido, era uno de los diseñadores, mientras la
novia admiraba el vestido y el tocado con un blanco velo que sostenía el otro
joven diseñador. Decidió que fueran ellos quien con sus manos crearan el más
hermoso vestido para su boda pues en sus ojos podía ver el amor a lo que
hacían.
–
¿Ah sí? ¿Qué es?
– Que
te parece un corsé tipo corazón con una serie de holanes en la falda del vestido
– decía rápidamente, aunque Jae había captado un poco la idea, hasta no verla
plasmada en un boceto no sabría si era lo que había imaginado.
–
Humm, no sé. Ella no se ve de las personas que le gusten los holanes.
–
Pero ella es un poco extravagante, seguro le gustará toda una serie de holanes,
uno tras otro para hacer la falda… bueno si, quizá no sea buena idea.
Seguramente me dirá que parece piñata con tantos holanes.
Y
así de nuevo se fue la idea, se sentían presionados, por lo tanto los diseños
no eran de su total agrado o simplemente eran descartados por no ir con la
personalidad de la novia.
–
¿Qué hacen? – Min entro por la puerta trasera, preguntando a Yunho quien miraba
a prudente distancia a los jóvenes diseñadores sentados uno frente al otro,
suspirando de vez en cuando o soltando frases como “Y si...” iluminando su
rostro, para luego negar efusivamente “No,
no, no” volviéndose a sumir en sus pensamientos.
–
Al parecer han perdido la inspiración – contestaba el mayor. Llevaba ya
bastante rato observándolos. La boutique se encontraba cerrada pero los
chiquillos llevaban en ese estado todo el día – No logran ponerse de acuerdo. Según
escuché, la novia tiene una personalidad compleja.
–
Ohh ya veo – dijo, e igual que Yunho se dedico a observarlos hasta que sus
estómagos se declararon en huelga. Entonces irrumpieron la serie de suspiros
alternados que soltaban los chicos para hacerlos cenar como siempre con ellos,
despejando sus mentes de aquel dilema en el que se encontraban.
–
Tienes algo aquí – Yunho le decía a Jae, mientras señalaba la comisura de sus
propios labios. La cena transcurría ahora sin suspiros de parte de los
diseñadores, cuando Yunho y Min entraron en su campo visual, olvidaron
completamente que no encontraban un diseño para la nueva novia. La presencia de
los otros les tranquilizaba, por lo que, con un ambiente relajado cenaban para
después regresar al hilo de sus asuntos con más ánimos.
–
¡Oh! – Jae se sorprendió, e intentó
limpiar, pero lo hizo del lado contrario, no podía evitar sentirse ligeramente
nervioso cuando el morocho estaba con él, y más ahora que estaba sentado a su
lado, no ahora que había señalado sus labios, esos con los que soñaba
constantemente.
–
Ven, déjame – dijo tranquilamente con una sonrisa en los labios y tomó con una
de sus manos el mentón de Jae, limpiándole con el pulgar la comisura de la boca
ese granito de arroz que había osado posarse en la boca de Jaejoong, sin
poderlo o quererlo evitar, Yunho recorrió los suaves labios del chico, deseando
probarlos, sintiendo celos de ese grano de arroz…
Los
ojos de Jaejoong iban de la boca a los ojos de Yunho, sintiendo un delicioso
estremecimiento cuando el más grande delineó su labio inferior, abriendo
ligeramente la boca de forma inconsciente, cerrando los ojos al momento del
roce, soltando un suspiro ahogado…
– ¡Cof-cof-coff!
– Junsu se atragantó al ver lo cerca que estaban Yunho y Jaejoong. Sabía que
entre ellos había un algo que no tenía nombre pero que estaba ahí presente,
pero verlos a punto de darse un beso, lo tomo totalmente por sorpresa, claro
que mientras recibía las nada cariñosas palmaditas en la espalda por parte de Min,
se regañaba mentalmente así mismo por ser tan imprudente y romper el momento
mágico de sus amigos, pues se habían separado de golpe, por eso no se quejaba
si a Min se le pasaba un poco la mano en cada palmadita.
Ese
día no avanzaron nada, decidieron irse después de la cena, no tenía caso seguir
ahí si no había un boceto sobre el cual empezar a trabajar, pues seguían sin
llegar a un acuerdo. Decidieron que mejor lo consultarían con la almohada, de
esa manera, seguramente sus ideas estarían más frescas por la mañana y no
tardarían con comenzar su gran desafío.
Yunho
acompañaba a Jaejoong a casa, tomándolo de la mano como se había hecho
costumbre desde aquel día en el parque, caminaban lento, como si quisieran
alargar el camino lo más que pudieran, deteniéndose a veces en los escaparates
que las tiendas tenían, solo curioseando pues a esa hora ninguna se encontraba
abierta.
La
torpeza de Jaejoong se hizo presente de nuevo, de alguna forma logró que los
cordeles de sus deportivos se enredaran con sus piernas. Inevitablemente
hubiera caído de bruces al suelo pero Yunho se encontraba junto a él.
El
delgado cuerpo de Jae se estrelló contra el fuerte pecho de Yunho, quien
automáticamente lo tomo por la cintura para evitar que se hiciera daño.
“Badum-badum” sus latidos hacían sincronía, reconociéndose…
Un
sonrojado Jaejoong levanto lentamente la cabeza para toparse con la profunda
mirada de Yunho. Mientras era sostenido entre sus fuertes brazos podía sentir
el aliento del más alto en su frente, provocándole un agradable cosquilleo que
se extendía por todo su cuerpo. Con una de sus manos, el pelinegro retiró los
lentes de Jaejoong, observando la pureza de sus ojos, perdiéndose en ese
reflejo suyo a través de los ojos negros, a la par que su otro brazo lo mantenía
firmemente sujeto, brindándole la protección que el otro buscaba.
Jaejoong
levantó la cabeza un poco más… sin ninguna intención más que perderse en el
cálido hálito que el mayor expulsaba… la distancia entre ellos se reducía poco
a poco… y el roce se dio…
Los
labios de Yunho friccionaron delicadamente los suaves de Jaejoong. Ambos al
momento del contacto cerraron los ojos, transportándose a un mundo donde solo
existen ellos dos…
Fue
un beso cándido y dulce, que demostraba el amor que sentían el uno por el otro…
abrieron los ojos despacio, como si tuvieran miedo de que fuese todo un sueño y
la otra persona desapareciera en su mente. Grata fue su sorpresa al saber que
había sido real, que sus corazones latían de manera conjunta y, de nuevo se
unieron en un casto beso.
Con
esta simple acción se dio el inicio de una hermosa relación. Por fin Jaejoong
tenía lo que siempre había buscado, el cariño y protección de alguien, pero
sobretodo, lo más importante tenía el amor de Yunho.
8 comentarios:
owwwwww que beshos JJ tan delicado >< y YH tan fuerte AGSVGDVDGAD..
Porfin lo beso
Aww q monada tan tierna ese par juntos
Y junsu a punto de morir ahogado xD
por fin sean besado mmmmmmmmm que lindos
tan lindo, el primer beshito
Que bello. Jay y su primer beso ^_^
Espero que las cosas sigan bie entre ellos, y que el MinSu tambien llegue a algo pronto.
Yoochun es un maldito
Que hermoso capitulo, su primer beso del YunJae, que tiernos. Ojalá pronto les llegue la inspiración para ese vestido.
Ayyyyyyyy...¡diosito santoooooooo!
Lo beso, lo beso, lo besoooooooooo
Nuestro hermoso neko merece ser feliz....
Gracias por el capitulo.
Omo~~~~~~~
Que hermoso!!! Su primer beso casto! Aigo!!!
Yoochun es un babo aqui....solo que deje de lastimar a Jae >-<
Me encanta *corre a leer el sig*
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