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lunes, 16 de septiembre de 2013

WEDDING DREES: CAPITULO 2




Una sonrisa… una mirada… un abrazo… solo eso bastó para desencadenar un solo sentimiento… amor…

El corazón le latía desaforadamente, llevó por inercia sus manos al pecho, colocándolas justo sobre su corazón, sintiendo que de esta manera no se le saldría del pecho si lo sujetaba de aquella forma. Y, es que no era para menos, descubrirte en los brazos de aquel que amas, y más aún poder mirar tu propio reflejo en sus profundos ojos, hacía que Jaejoong se perdiera en ese universo infinito que siempre añoro.

Durante unos segundos el mundo se cerró solamente a ellos dos, unos segundos en que parecía que el tiempo se hubiese detenido solo para ellos…

Badum-badum” era el ritmo al que bailaban sus corazones, con cada latido llamando se uno al otro, como si se hubieran buscado siempre y por fin ahora se encontraban…

Con parsimonia Yunho depositó a Jaejoong de vuelta sobre el banquillo en el que estaba antes de caer abruptamente al suelo. Cuidando de no rozarse y procurando con mucha más delicadeza que el delgado cuerpo que sostenía en brazos no fuese lastimado por los alfileres que el vestido traía, pues aún le estaban haciendo arreglos.

– Ya que estas aquí ¿podrías ayudarnos? – dijo Su, quien viendo la escena había decidido que ayudaría a su amigo a conquistar el corazón de aquel fuerte muchacho, sin contar con que eso ya había sucedido. – Realmente es de mucha ayuda que estés aquí. Jae y yo somos unos debiluchos, más Jae que yo.

– ¡Oye!

– Sí, bueno, el caso es que usualmente entre los dos trasportamos las telas, pero en esta ocasión no será así, porque mi amigo de ahí no se puede mover muy bien – dijo señalando a Jae en el banquillo.

Y, esa fue la excusa perfecta que usaron. Junsu quería retener el mayor tiempo posible a Yunho y Jaejoong juntos, y el mayor solo quería estar al lado de Jae.

– Claro ¿qué debo hacer? – preguntó Yunho una vez que sus manos, con todo el dolor de su corazón, dejaron de aferrarse a la estrecha cintura de Jaejoong, pensando en que si la tela era suave, estaba seguro que el tacto de la piel de Jae lo sería mucho más.

La amistad entre los cuatro fue creciendo; y digo cuatro, puesto que Min se presentaba casi todas las noches que los chicos diseñadores se quedaban trabajando hasta tarde con la excusa de corroborar que Jae hubiese comido, pero, la verdad, aunque sí le preocupara mucho su amigo, le hacían feliz los momentos en que podía pelear con el chico panda o verlo mientras él estaba sumamente concentrado en su trabajo.

Cuando la “Temporada de Bodas” terminaba, ellos aún trabajaban hasta tarde. La principal razón se debía a la gran cantidad de cosas que Jae aprendía de Junsu, y los otros dos se quedaban vigilando cada uno de los movimientos de los chicos. Entre este par nació una complicidad, un acuerdo mutuo de protección hacía los chiquillos, sin la necesidad de palabras entendieron quien era la persona importante para cada uno, aunque los aludidos ni siquiera lo notaran.

Durante más de dos meses, todas las noches Min llegaba con comida, traída exclusivamente del restaurante donde laboraba por la tarde. No le molestaba llevarlo, de hecho ni siquiera gastaba en ello, pues el dueño, siempre les ofrecía a sus empleados los platillos que no se terminaban en el día, no era de la idea de tirarlos, por lo que Min siempre salía con la comida suficiente para los cuatro.

– ¿Cómo puedes comer tanto y estar así de flaco? – preguntó Junsu, mientras miraba a Jaejoong engullirse algunos panecillos. Su cuidaba mucho su aspecto, por lo tanto sabía medir las proporciones en su comida para evitar engordar y que eso se viera reflejado en su ya de por sí grande trasero.

– Estoy en crecimiento – contestó una vez que pudo tragar lo que tenía.

– Di la verdad – el tono decidido y el rostro serio de Min, borró la sonrisa que Jae había tenido hasta ese momento. A pesar de ser amigos aún no había abierto su corazón totalmente, no había contado el por qué siempre Min se preocupaba por la cena.

En un principio a Junsu le parecía sobreprotector y tedioso el hecho de que Changmin llegara todas las noches con la cena, no lo entendía, pero al igual que Jae lo agradecía, ya que de esa manera evitaba cocinar cuando él regresara a su hogar, jamás imaginaría la verdadera razón por la que el amigo de Jae siempre llegaba con comida.

– Min – susurró Jae, mientras le miraba como diciendo “este no es el momento para hablar de eso”, pero de la misma forma recibía el reproche en los ojos de su amigo “¿Cuándo? ¿Cuándo será el momento?” – pfff – Jae soltó un enorme suspiro. Decidió abrirse para aquellas dos personas, Ri quien le enseñaba y Yunho quien lo cuidaba, le habían demostrado que podía confiarles sus secretos. – Humm… yo… no me gusta comer solo, si estoy solo no suelo alimentarme bien.

– Yo diría que no te alimentas.

– Min, no lo digas así. Se escucha muy feo.

– No estoy entendiendo. Explícate – exigió Yunho. Los sentimientos que comenzaron con una sonrisa fueron creciendo cada vez más al ver como Jaejoong se sobreponía una y otra vez a todos los males que agraviaban al chico. Su instinto de protección se desarrolló rápidamente para con Jae, por lo tanto durante el día a parte de hacer sus respectivas labores, se la pasaba cuidando al chico. No es de extrañar que se preguntara el por qué de muchas cosas, pero esperaba pacientemente el día en que el chico contara sus problemas, que lo mirara a los ojos y se apoyara en su hombro.

– Siempre he soñado con volver a tener una familia – comento en un susurro audible – Desde la muerte de mis padres he estado solo, cuando me mude aquí solo Min y el señor Yang me tendieron la mano. La mayoría de las personas al verme dan media vuelta y se van. Mi tía es lo más cercano a familia que tengo, pero jamás me dará el cariño que necesito – dijo con un deje de tristeza en su voz “cariño y protección”.

– Ella es cruel, te lo he dicho – dijo Min.

– Es lo único que tengo…

– ¡Nos tienes a nosotros! ¡¿Cuándo te darás cuenta de ello?!

– Se que los tengo, pero ella me dio un lugar donde dormir y, ya está demasiado vieja no la puedo abandonar.

Esa noche Yunho se enteró por Min de la deplorable vida que Jaejoong llevaba en casa. No solo los diseñadores le trataban como basura, sino que en su casa, una vez cerrada la puerta la vida no era muy diferente que en la Boutique. Entre el trabajo y las labores que hacía en el hogar a veces Jae terminaba demasiado cansado, y en esa fría cocina, con el corazón solitario, prefería dormir a comer. Esa noche Yunho se prometió a sí mismo estar ahí para Jaejoong, para cuidarlo, para protegerlo, para… amarlo.


«҉» «҉ » «҉»


Con el pasar de los días muchos de los distinguidos diseñadores habían notado la constante mejoría que Junsu tenía, con la ayuda de Jae, su esmero y creatividad les había valido un reconocimiento de Yang, y de esta manera una sala exclusiva para él y Jae, donde los dos pudieran dar rienda suelta a sus más bellos diseños adornados con flores o plumas, azahares o cristales. Pero aún así, seguía estando por debajo de los demás, de eso siempre Yoochun, el segundo mejor después de Yang, se encargaba de recordárselo cada que podía.

Yoochun, era una persona voluble, interesada y hasta a veces detestable cuando quería algo. Solía presentar ese semblante alegre y amable para todos, pero su mirada, si no le agradabas, llegaba a ser bastante fría e intimidadora. Y, claro, no solo debían cuidarse de su mirada, solía ser una persona a veces un tanto agresiva. El lugar en el que estaba lo defendía no solo con sus diseños, entre sus oscuros secretos, se encontraban el sabotaje e incluso hasta el hurto de bocetos, sin que nadie pudiera comprobar o siquiera imaginar que era él el responsable. No toda su vida había sido así, pero, desgraciadamente la vida no es agradable para todos, y para él, la vida lo había tratado de forma cruel, aprendiendo de ella que lo que se tiene debes defenderlo con tus garras, y lo que quieres debes obtenerlo de la misma manera.

Yoochun quizá odiaba a Jaejoong porque se veía a sí mismo mucho tiempo atrás, inocente, confiando en la bondad de la gente. Pero se ensañaba con él, porque a pesar de que la vida lo golpeaba duro, Jaejoong siempre traía una sonrisa, y no una sonrisa fingida, una verdadera sonrisa, y eso, eso lo exasperaba.

Desafortunadamente para Yoochun, de un tiempo hacia acá, le costaba trabajo acercarse a Jae, ya sea para dañarlo físicamente o para burlarse de él. Yunho siempre se encontraba cerca, o aparecía por casualidad tropezando con él, golpeándolo ligeramente con las telas después de haber agredido a Jaejoong, y, siendo sinceros, la presencia de ese joven intimidaba al diseñador, quien al ver frustrado su plan se alejaba.

– Pequeña y molesta basura – dijo despectivamente – ¡fíjate por donde caminas! – expresando con cada célula de su piel el desprecio que Yoochun por Jae sentía, al tiempo que empujaba a Jae.

– ¡Ouch! – aquello había dolido. Lo había empujado contra un mueble de madera pegado a la pared, clavándose una de sus esquinas en el centro de su espina dorsal, causándole gran dolor, aglomerando lágrimas en sus ojos. Generando en su agresor gran satisfacción, pues últimamente no había podido “liberar su estrés” como él decía, con el chico; pero ahora al ver aquel gesto de dolor una sonrisa de autosuficiencia se instaló en su rostro, y si más se fue de ahí con paso altivo.

Dolía, no solo le dolía el golpe, golpe que sabía le generaría un gran moretón y quizá le impidiera inclinarse por algún tiempo. No, ese día también le dolía el corazón.

Jaejoong siempre había cumplido la promesa que le hizo a su madre mucho tiempo atrás: ser fuerte y ser feliz. La primer parte la lograba día a día; no era fácil ser siempre el gusano feo de todos los lugares, eso si te veían, porque la indiferencia es lo que más dolor le causaba, el ser invisible ante los demás. Lo segundo lo intentaba fervientemente, no era una persona complicada, así que las cosas más simples y sencillas le alegraban: comer con Min, aprender de Su, una mirada de Yunho, una sonrisa de Yunho, Yunho… eso era lo que le ayudaba a sobreponerse todos los días.

Lamentablemente hoy no era uno de esos días, no había visto a Yunho, Junsu se encontraba fuera y no regresaría hasta llegada la noche, y Min se encontraba en su trabajo. Hoy sus eslabones a la felicidad no se encontraban a su lado, hoy que era el día en que toda su felicidad menguaba, porque un día como hoy, la vida le había arrebatado a sus padres.

Una vez que las lágrimas por el dolor físico salieron, las lágrimas por la herida en su alma se hicieron visibles, no pudiendo ni intentando negarlas, Jaejoong salió apresuradamente del local, buscando un refugio para llorar solo su tristeza.

Yunho, que se encontraba subiéndolas escaleras que conducían de la bodega a la sala principal, con un montón de telas en las manos, observó la veloz figura de Jaejoong pasar frente a él, cubriéndose con el dorso de la mano la boca y parte de la nariz, con los ojos abnegados en lágrimas, y salir corriendo por la puerta de cristal donde varias clientas lo observaron con desdén.

No lo pensó demasiado, colocó las telas que llevaba sobre aquel mueble en el que se había golpeado Jae, y salió corriendo detrás de él. No sin antes fulminar con la mirada a aquellas mujeres que le dirigían miradas coquetas y risillas nerviosas, pero que a Jae le miraron como inmundicia. Si supieran, si todas aquellas personas que han mirado a Jaejoong de esa manera supieran lo bello que es, el gran corazón que tiene, entonces sabrían que no están a la altura de tan hermosa criatura.

Corrió detrás de él, pero cuando Jae se adentró en el parque que estaba casi enfrente de la boutique, lo perdió de vista pues en ese momento muchas personas se agruparon por el lugar donde Jae había entrado. Miro hacia la izquierda y a la derecha, caminó hacia uno y otro lado recorriendo casi en su totalidad el parque, comenzando a desesperarse por no encontrarlo, cuando lo ubicó, un poco más allá de donde estaba, escondido entre unos arbustos, acurrucado en el suelo, recargando su chico cuerpo en un gran árbol, escondiendo su rostro entre sus rodillas, mientras con sus manos aferraba fuertemente sus piernas para atraerlas más a él, temblando de vez en cuando debido a los sollozos.

“Mamá… perdóname… no debo llorar, pero hoy… hoy me siento solo”

Ese era el pensamiento que Jaejoong tenía agazapado en aquel pedazo de tierra donde nadie lo veía, o así lo creía él, hasta que se vio rodeado por unos brazos que desprendían toda la calidez y protección que necesitaba, y, se aferró a ellos.

No supo cuanto tiempo estuvo así, pero envuelto en esa calidez se tranquilizó. Lentamente elevó la mirada para ver al dueño de esos cándidos brazos, encontrándose así con unos amables ojos castaños.

– ¿Por qué? – la pregunta que siempre quiso hacer – ¿Por qué nadie me mira? ¿Acaso soy invisible para el mundo? – la voz se le quebró y de nuevo comenzaron las lágrimas. Llevaba tanto tiempo siendo fuerte, pero todos tenemos un límite. Min siempre había estado al lado de él, pero a Jae no le gustaba preocuparlo, con lo difícil que a veces su amigo la pasaba, había dejado de llorar frente a él, más bien se había prometido así mismo no llorar más, pero algunas ocasiones las lágrimas acudían a él sin poder controlarlas, sintiéndose totalmente solo e indefenso –  ¿Es tan malo pedir solo un poco de amor? – preguntó mirando fijamente aquellos ojos negros, tratando de encontrar una respuesta… tratando de ver amor en ellos.

– A tu lado tienes personas que te quieren – contestó con su voz ronca y tranquila – Min, Su, el señor Yang te aprecian – continuó, sosteniendo la mirada de esos enormes ojos negros, tratando de no perderse en ellos, sintiendo como le dolía el corazón al verlo de aquella manera, jurándose así mismo envolverlo siempre en un cálido abrazo cada que él lo necesitara. – Y, yo… yo te quiero Jae…

Con esas simples palabras el corazón de Jae brincó, oyendo lo que desde hace mucho sus oídos habían dejado de escuchar. No es que sus amigos no lo quisieran, pero escucharlo de los labios de Yunho era otro asunto. Sentía que volaba en su nube, no le importaba que esas palabras fueran pronunciadas de amigo a amigo, porque de pronto todo recobró su brillo y su llanto cesó.

No Jae, yo no solo te quiero, yo te amo” esas palabras se quedaron atoradas dentro de la garganta de Yunho, mientras el rostro de Jae se recostaba en su pecho y su propio rostro descansó sobre la cabeza del chico.

Estuvieron así, abrazados hasta que el frío de la tarde se hizo presente, pero extrañamente ninguno de los dos sentía las gélidas ráfagas del aire. Pero ambos sabían que era hora de marcharse, aunque ninguno tuviera intención de separarse.

– Vamos. Es hora de partir. Comienza a hacer frío y no quiero que enfermes – le decía Yunho con amor.

Lentamente se separaron y levantaron del lugar, dejando a Jae una sensación de añoranza por ese cálido cuerpo. Pero, esa sensación se marcho tan de prisa cuando el mayor tomo con su mano derecha la izquierda de Jae, y comenzaron a caminar, dirigiéndose al local. Después de todo se habían saltado una jornada laboral y a alguien debían rendir cuentas. Afortunadamente para ellos nadie noto su ausencia, en primera porque Jae no existía en su mundo y Yunho simplemente pensaron que estaría ocupado con algún encargo.


«҉» «҉ » «҉»


Por las noches, después de despedirse de sus amigos, Yunho tomaba la mano de Jae y lo llevaba hasta la puerta de su casa, siempre en un trayecto silencioso más no incómodo, por el contrario, disfrutando de la persona que tomaba su mano aferrándose a esa felicidad que le brindaba la compañía del otro.

– ¡Ohh! ¡Lo tengo! – gritaba felizmente Junsu. Estaban trabajando sobre un diseño exclusivo, bueno todos eran exclusivos, pero este era importante para los chicos, ya que la novia era un personaje excéntrico, caprichoso y además los había pedido específicamente a ellos para que diseñaran su hermoso vestido.

Este trabajo era sumamente importante, no solo porque era una clienta exigente, había sido la primera en reconocerlos oficialmente como Jae-Su la nueva sensación en el mundo de las novias. Por lo que no podían defraudar la confianza que ella les había brindado y además de ser su carta al éxito seguro, pues ella era hija de uno de los dueños de las empresas más importantes de la ciudad. Originalmente ella fue buscando a Yang o Yoochun, ambos reconocidos por su excelencia en sus diseños, pero quedó prendada al ver uno de los diseños de los chiquillos en una linda novia, un vestido sencillo, de suave caída, blanco marfilado con suaves adornos de paillettes y festones, con un escote tipo halter y por detrás un moño del cual se desprendía una larga cola igualmente adornada. Pero lo que realmente la enamoro del diseño fue que quien lo modelaba no era la novia dueña del vestido, era uno de los diseñadores, mientras la novia admiraba el vestido y el tocado con un blanco velo que sostenía el otro joven diseñador. Decidió que fueran ellos quien con sus manos crearan el más hermoso vestido para su boda pues en sus ojos podía ver el amor a lo que hacían.

– ¿Ah sí? ¿Qué es?

– Que te parece un corsé tipo corazón con una serie de holanes en la falda del vestido – decía rápidamente, aunque Jae había captado un poco la idea, hasta no verla plasmada en un boceto no sabría si era lo que había imaginado.

– Humm, no sé. Ella no se ve de las personas que le gusten los holanes.

– Pero ella es un poco extravagante, seguro le gustará toda una serie de holanes, uno tras otro para hacer la falda… bueno si, quizá no sea buena idea. Seguramente me dirá que parece piñata con tantos holanes.

Y así de nuevo se fue la idea, se sentían presionados, por lo tanto los diseños no eran de su total agrado o simplemente eran descartados por no ir con la personalidad de la novia.

– ¿Qué hacen? – Min entro por la puerta trasera, preguntando a Yunho quien miraba a prudente distancia a los jóvenes diseñadores sentados uno frente al otro, suspirando de vez en cuando o soltando frases como “Y si...”  iluminando su rostro, para luego negar efusivamente “No, no, no” volviéndose a sumir en sus pensamientos.

– Al parecer han perdido la inspiración – contestaba el mayor. Llevaba ya bastante rato observándolos. La boutique se encontraba cerrada pero los chiquillos llevaban en ese estado todo el día – No logran ponerse de acuerdo. Según escuché, la novia tiene una personalidad compleja.

– Ohh ya veo – dijo, e igual que Yunho se dedico a observarlos hasta que sus estómagos se declararon en huelga. Entonces irrumpieron la serie de suspiros alternados que soltaban los chicos para hacerlos cenar como siempre con ellos, despejando sus mentes de aquel dilema en el que se encontraban.

– Tienes algo aquí – Yunho le decía a Jae, mientras señalaba la comisura de sus propios labios. La cena transcurría ahora sin suspiros de parte de los diseñadores, cuando Yunho y Min entraron en su campo visual, olvidaron completamente que no encontraban un diseño para la nueva novia. La presencia de los otros les tranquilizaba, por lo que, con un ambiente relajado cenaban para después regresar al hilo de sus asuntos con más ánimos.

– ¡Oh! –  Jae se sorprendió, e intentó limpiar, pero lo hizo del lado contrario, no podía evitar sentirse ligeramente nervioso cuando el morocho estaba con él, y más ahora que estaba sentado a su lado, no ahora que había señalado sus labios, esos con los que soñaba constantemente.

– Ven, déjame – dijo tranquilamente con una sonrisa en los labios y tomó con una de sus manos el mentón de Jae, limpiándole con el pulgar la comisura de la boca ese granito de arroz que había osado posarse en la boca de Jaejoong, sin poderlo o quererlo evitar, Yunho recorrió los suaves labios del chico, deseando probarlos, sintiendo celos de ese grano de arroz…

Los ojos de Jaejoong iban de la boca a los ojos de Yunho, sintiendo un delicioso estremecimiento cuando el más grande delineó su labio inferior, abriendo ligeramente la boca de forma inconsciente, cerrando los ojos al momento del roce, soltando un suspiro ahogado…

– ¡Cof-cof-coff! – Junsu se atragantó al ver lo cerca que estaban Yunho y Jaejoong. Sabía que entre ellos había un algo que no tenía nombre pero que estaba ahí presente, pero verlos a punto de darse un beso, lo tomo totalmente por sorpresa, claro que mientras recibía las nada cariñosas palmaditas en la espalda por parte de Min, se regañaba mentalmente así mismo por ser tan imprudente y romper el momento mágico de sus amigos, pues se habían separado de golpe, por eso no se quejaba si a Min se le pasaba un poco la mano en cada palmadita.

Ese día no avanzaron nada, decidieron irse después de la cena, no tenía caso seguir ahí si no había un boceto sobre el cual empezar a trabajar, pues seguían sin llegar a un acuerdo. Decidieron que mejor lo consultarían con la almohada, de esa manera, seguramente sus ideas estarían más frescas por la mañana y no tardarían con comenzar su gran desafío.

Yunho acompañaba a Jaejoong a casa, tomándolo de la mano como se había hecho costumbre desde aquel día en el parque, caminaban lento, como si quisieran alargar el camino lo más que pudieran, deteniéndose a veces en los escaparates que las tiendas tenían, solo curioseando pues a esa hora ninguna se encontraba abierta.

La torpeza de Jaejoong se hizo presente de nuevo, de alguna forma logró que los cordeles de sus deportivos se enredaran con sus piernas. Inevitablemente hubiera caído de bruces al suelo pero Yunho se encontraba junto a él.

El delgado cuerpo de Jae se estrelló contra el fuerte pecho de Yunho, quien automáticamente lo tomo por la cintura para evitar que se hiciera daño.

“Badum-badum” sus latidos hacían sincronía, reconociéndose…

Un sonrojado Jaejoong levanto lentamente la cabeza para toparse con la profunda mirada de Yunho. Mientras era sostenido entre sus fuertes brazos podía sentir el aliento del más alto en su frente, provocándole un agradable cosquilleo que se extendía por todo su cuerpo. Con una de sus manos, el pelinegro retiró los lentes de Jaejoong, observando la pureza de sus ojos, perdiéndose en ese reflejo suyo a través de los ojos negros,  a la par que su otro brazo lo mantenía firmemente sujeto, brindándole la protección que el otro buscaba.

Jaejoong levantó la cabeza un poco más… sin ninguna intención más que perderse en el cálido hálito que el mayor expulsaba… la distancia entre ellos se reducía poco a poco… y el roce se dio…

Los labios de Yunho friccionaron delicadamente los suaves de Jaejoong. Ambos al momento del contacto cerraron los ojos, transportándose a un mundo donde solo existen ellos dos…

Fue un beso cándido y dulce, que demostraba el amor que sentían el uno por el otro… abrieron los ojos despacio, como si tuvieran miedo de que fuese todo un sueño y la otra persona desapareciera en su mente. Grata fue su sorpresa al saber que había sido real, que sus corazones latían de manera conjunta y, de nuevo se unieron en un casto beso.

Con esta simple acción se dio el inicio de una hermosa relación. Por fin Jaejoong tenía lo que siempre había buscado, el cariño y protección de alguien, pero sobretodo, lo más importante tenía el amor de Yunho.

8 comentarios:

Unknown dijo...

owwwwww que beshos JJ tan delicado >< y YH tan fuerte AGSVGDVDGAD..

Paradise YunJae fanfics dijo...

Porfin lo beso
Aww q monada tan tierna ese par juntos
Y junsu a punto de morir ahogado xD

yunho kim dijo...

por fin sean besado mmmmmmmmm que lindos

YunJae Vincit Omnia dijo...

tan lindo, el primer beshito

Poleht ^o^ dijo...

Que bello. Jay y su primer beso ^_^
Espero que las cosas sigan bie entre ellos, y que el MinSu tambien llegue a algo pronto.
Yoochun es un maldito

Laura Campos García dijo...

Que hermoso capitulo, su primer beso del YunJae, que tiernos. Ojalá pronto les llegue la inspiración para ese vestido.

RositaFresitaChan dijo...

Ayyyyyyyy...¡diosito santoooooooo!

Lo beso, lo beso, lo besoooooooooo
Nuestro hermoso neko merece ser feliz....

Gracias por el capitulo.

moran dijo...

Omo~~~~~~~
Que hermoso!!! Su primer beso casto! Aigo!!!
Yoochun es un babo aqui....solo que deje de lastimar a Jae >-<
Me encanta *corre a leer el sig*