Este Blog posee contenido yaoi. Sí no te gusta, no lo leas.

sábado, 31 de agosto de 2013

EL TOQUE DE UN ASESINO: CAPITULO UNO

CAPITULO UNO

Jaejoong miraba a través de los barrotes de su celda la alguna vez blanca habitación, Heechul de rodillas, la cabeza colgando hacia abajo, las manos esposadas a la espalda. La falta de felicidad en su expresión, hacía que Heechul pareciese mayor que lo que realmente era.

No había ventanas, por lo que no podía decir si era de día o de noche. El piso de cemento teñido era donde de las rodillas sucias de Heechul se apoyaban a través de sus jeans rotos. La iluminación muy fuerte, venía de una bombilla desnuda. Las paredes eran también de cemento, con celdas estratégicamente colocadas alrededor de ellas, por lo que Jaejoong aseguraba que debían de tenerlos bajo tierra.

El estómago de Jaejoong se revolvió cuando vio una gran cantidad de salpicaduras de sangre sobre la piedra gris.

—Heenim, ¿por qué no te giras y le das a la cámara una sonrisa? —una voz ordenó. El día de hoy “El Maestro” estaba especialmente jugetón, por lo que quería grabar los mejores momentos con sus esclavos.

Jaejoong sabía que ese hombre tenía una insana atracción por Heechul. Maldecía una y otra vez su estupidez.

Heechul estaba parado de delante de un telón de fondo que parecía que no era más que una hoja roja clavada en la pared, llevaba el pelo negro largo y suelto, comenzaba a cantar a todo pulmón una canción vagamente familiar, mientras bailaba, si lo que hacía se podía llamar baile. Parecía más un espectáculo de sexo en vivo con la ropa puesta. Había movimientos que sonrojarían hasta a un stripper.

Junsu sonreía desde el otro extremo del escenario. Llevaba una cámara vieja, que proporcionaba videos de mala calidad, pero a ellos eso poco les importaba, mientras tuvieran un primer video juntos.

Poco después,  Jaejoong subió al escenario, pero en lugar de unirse al canto, empezó a frotar y acariciar al artista de cabello oscuro, su mano se deslizaba encima de la ajustada camiseta del cantante, explorándolo. Donghae se había unido a ellos como un tercer bailarín y el espectáculo se ponía cada vez más para una clasificación para adultos.

En el momento justo, tanto Jaejoong como Donghae deslizaron sus manos por la parte delantera de los ceñidos pantalones vaqueros de Heechul, provocando gemidos por parte de su audiencia.

Yoochun los miraba ceñudo desde un punto cercano a ellos, mientras Junsu seguía grabando y riéndose estrepitosamente.

¿Cómo pudo haber sido tan estúpido como para publicar algo como esto en un sitio público?

El poco conocía de la sociedad de cambiaformas, solo sabía que era un cambiaformas pantera, y eso era porque Yoochun se lo había dicho cuando lo encontró. Mientras miraba a su amigo, el pánico y la rabia pulsaban a través de él. Por su estupidez ahora él y sus amigos vivían en medio del dolor.

Heechul movió la cabeza débilmente. —No soy Heenim. Mi nombre es Heechul.

Los dedos del Maestro pellizcaron las mejillas de Heechul cruelmente y lo obligaron a enfrentar a la cámara. Jaejoong contuvo su aliento cuando vio los ojos negros de Heechul, los labios partidos y la mandíbula hinchada. Lo peor de todo eso era la mirada aturdida y ausente de Heechul.

¿Estará drogado? se preguntó. A juzgar por la dilatación de sus pupilas y el tiempo de reacción tan lento, su mejor conjetura es que es algún tipo de opiáceo. No sabía porque se preguntaba eso, si la mayor parte del tiempo, cuando el amo quería divertirse, los drogaban con algo malditamente fuerte para afectar a de esa manera, ya que los sistemas  de los cambiaformas son muy resistentes a ese tipo de cosas.

El Maestro volvió a hablar. —No puedes ocultar lo que eres. A pesar de que tienes el pelo oscuro, eres el vivo retrato de Eric.

—¿Eric? —Heechul arrastró las palabras al hablar—. ¿Quién coño es ese?

—Tu hermano. —La mano pasó por las mejillas de Heechul y se trasladó a su pelo.

—No tengo un hermano. Soy sólo yo. —Heechul lanzó un grito sorprendido cuando la mano tiró bruscamente de su cabello.

—Eres tan estúpido que es casi lindo. Tienes un hermano y él es un poderoso gatito. Tanto es así, que la gente va a querer ser dueño de tu culo en el mejor de los casos. No puedo esperar a ver la locura que causarás en la subasta. Especialmente una vez que vean el espectáculo que estamos a punto de dar.

Por último, el Maestro se movió más cerca, de pie directamente delante de Heechul. Jaejoong no conocía a muchas razas de cambiaformas, pero no había ninguna duda, con el pelo oscuro, la piel grasosa y pastosa, el Maestro era un Cuervo.

Los hinchados ojos de Heechul se agrandaron cuando miró fijamente a la cámara y dejó escapar un pequeño gemido.

—Por favor, no hagas esto.

Lo que le valió otro tirón de pelo. El Cuervo le agarró con fuerza con una mano mientras usaba la otra para empezar a deshacer sus propios pantalones.

—Oh, eso es bueno. Haciéndote el tímido cuando todos sabemos que has chupado más que tu parte justa de pollas. Lo único que te pido es que hagas una pequeña demostración de lo talentosa que es esa dulce boca tuya. Es mi manera de enviar este vídeo a algunas de las partes que puedan estar interesadas en añadir un jaguar a sus colecciones.

—No quiero, por favor —suplicó Heechul, conteniendo su aliento.

Jaejoong nunca se había sentido tan impotente en su vida. Cerca de él, podía oír los sollozos suaves de Junsu. El risueño y tierno Junsu se encontraba al centro de esa gran habitación, exhibido como un gran trofeo en una pequeña jaula color oro.

—Sin embargo vas a hacerlo, ¿no es cierto? Porque si te niegas, ¿quién terminará dañado? —El cuervo amenazaba.

Heechul luchó intentado echarse hacia atrás en sus rodillas, una línea gruesa de sangre goteando de su boca. —Yoochun.

—Eso es correcto. Cada vez que me cabrees, me lo cobraré en Yoochun. Ahora, vas a chuparme la polla y si me muerdes o haces un trabajo que me cabree, le arrancaré a Yoochun poco a poco cada uno de los dientes con un par de pinzas oxidadas. Ahora vas a ser un buen chico.

Heechul asintió con la cabeza, sus movimientos espasmódicos. Su respiración comenzó a salir desigual, su ojos llorosos, pero nunca gritó.

Jaejoong deseo cerrar los ojos ante tal visión. Había sido así desde que los capturaron. Pero ahora estaban próximos a separarlos. La subasta sería en unos días y ellos serían vendidos como esclavos.

No es que hubiese sido su primera vez, ellos como cambiaformas callejeros habían tenido que hacer de todo para sobrevivir: prostitución, hurto, vagancia. Habría seguido así para ellos si no hubiese sido por Yoochun.

Su mirada se deslizo a la celda contigua, un joven hombre de cabellos negros y tez pálida se encontraba recostado sobre la pared, con el rostro lleno de sangre y la ropa desajustada por haber recibido una dura paliza.

Un ataque de vértigo lo golpeó, lo dominó durante un momento. Apoyó una mano en la pared de baldosas baratas para mantener el equilibrio. El brazalete de color plata brillante en su muñeca se destacaba contra el blanco sucio del lugar.

Miró la banda gruesa de metal cuando un escalofrío le recorrió la espina dorsal. La primera vez que había sido capturado, le habían dicho que le proporcionarían una descarga eléctrica si intentaba escapar. Por supuesto, siendo el rebelde que era, en la primera oportunidad que tuvo, intentó llegar hasta las puertas delanteras.

Sólo consiguió una descarga que lo golpeó en el culo y le dieron convulsiones, pero se las había arreglado para joder a sus carceleros. Un sentimiento de culpabilidad se asentó en su estómago al recordar el castigo por ello. Fue obligado a ver cómo golpeaban a Yoochun para asegurarse de que no diera más problemas. Luego, cuando acabaron con él, le tocó su turno. Aún llevaba una pequeña cicatriz en forma de media luna como recuerdo de ese incidente.

Podría vivir con la cicatriz. Fue tener que ver a Yoochun herido, lleno de profundos cortes, lo que más lo hería. Él significaba el mundo para ellos. Había sido Yoochun quien los había sacado de las calles y les había dado un lugar para vivir, ellos solían prostituirse por algunas monedas para poder comer. Los había llevado a su hogar y los cuidaba, procuraba que no les faltara ropa y alimento. Yoochun había sido el único y verdadero amigo que habían conocido. Su única familia. Por encima de todo, él había sido el primero que les había dicho lo que eran: cambiaformas.

A pesar de ser de distintas razas, Yoochun era su alfa en su pequeña manada callejera, por lo que los cuervos habían encontrado la forma más fácil de doblegarlos al dañar seriamente a Yoochun.

—Jaejoong, acércate a mí —llamó el Maestro. Jaejoong se erizó al escucharlo. No había notado que el hombre se había acercado a su celda. —¿Quieres que vaya allí y te saque? —el Maestro exigió, con la voz dura llena de una ira que conocían muy bien.

—Ya voy, Señor —Jaejoong respondió, porque no, no quería el Maestro viniera a por él. La primera y única vez que lo había hecho, no había sido para un momento de diversión.

El Maestro como siempre, iba vestido de la cabeza a los pies de cuero negro, lo que coincidía con su pelo igual de oscuro y sus ojos. El aspirante a vampiro hacía que su piel se viera pálida y cetrina. Cuando le hizo señas con un dedo torcido, Jaejoong se sintió un poco mareado mientras miraba la larga y rizada uña. Algo que se parecía sospechosamente a la sangre, estaba entre sus uñas.

Cuando Jaejoong continuó de pie, los ojos del Maestro brillaron con ira. —¿Dónde se supone que debes estar?

—Lo siento —murmuró antes dejarse caer de rodillas para golpear el frío suelo. Era la posición que el hombre siempre le había exigido que tomara. El Maestro se acercó y apretó la cara de Jaejoong contra sus muslos. Jaejoong despreciaba la sensación de la piel caliente contra su mejilla y los sonidos de la respiración áspera del Maestro.  Ese olor dulzón que rodeaba al hombre se hizo más fuerte, haciendo que le dieran náuseas. Apretó los labios para contenerlas y cerró los ojos, imaginándose a sí mismo en otro lugar. Cualquier otro lugar sería mejor, con tal de que no estar en esa habitación. Se estremeció y tuvo que reprimir su lucha y su reacción a huir cuando sintió pasar los largos dedos por su pelo.

—Puedo sentir que el tiempo de su primer cambio está cerca y no quiero que sufran un trauma cuando no han sido preparados para ello.

Jaejoong intentó no resoplar de incredulidad. Era más probable que el Maestro no quisiera tener que lidiar con un par de gatitos gigantes queriendo tomar venganza. Les habían dicho cuál es su forma animal él una pantera, Heechul un jaguar, Donghae un halcón, Yoochun un lobo y Junsu un águila.

Mientras que Jaejoong no sabía mucho acerca de esa raza en particular de los gatos, sabía que cualquier felino venía con un bonito conjunto de garras y dientes. En ese momento, Jaejoong hubiera dado su testículo izquierdo por tener algo fuerte con lo que atacar. A él le encantaría ser capaz de hacerle pagar aunque fuera un poco de las heridas que había recibido.

El Maestro suspiró. —Es realmente decepcionante que no sepan nada acerca de nuestro mundo.

A pesar de que sabía que lo más inteligente que hacer sería rebajarse un poco más, Jaejoong soltó: —Si somos una decepción, entonces ¿por qué nos mantienes?

—Ya te lo he dicho. Estoy usando a Heechul para hacer salir a Eric.

Eso siempre los había confundido.

—Ni siquiera nos conocemos, así que, ¿por qué crees que va a tratar de rescatarme? — preguntó Heechul desde su sitio.

—Eso no le importará. Eric tiene una debilidad y es su amor por su familia, de los cuales tú eres uno de los miembros. — Señaló, regresando al lado de Heechul—. Yo sé que, sin lugar a dudas, una vez que sepa dónde te encuentras, nada le impedirá venir. También va a causar estragos en todo lo que se interponga en su camino.

—¿Por qué lo odian tanto?

—Estoy cansado de que el mundo de los cambiaformas lo mire como si fuera un dios, mientras que al mismo tiempo me ven como la escoria de la sociedad. Sólo por una vez, me gustaría verlo perder en algo.

En el último año, habían desarrollado una extraña devoción por el hermano de Heechul al que nunca habían visto. Sin otra esperanza, se habían aferrado a la idea de tener a alguien ahí fuera  que pudiera ayudarles, alguien a quien pudiera importarles. Eso era una estupidez, ya que sabían que si alguna vez estuviera cara a cara con el hombre, Eric no querría tener nada que ver con ellos. El Maestro tenía razón en una cosa: al final del día, no eran más que unos prostitutos callejeros de veinte wons.

El Cuervo levantó la colcha de la estrecha cama. Desde su sitio, Jaejoong observaba como Heechul comenzó a temblar de nuevo cuando echó una mirada cautelosa al delgado colchón que había llegado a odiar.

—Puedo oler tu miedo. —El Maestro daba una suave caricia sobre su hombro—. No te preocupes. Sólo quiero que te metas debajo de las mantas y te calientes. Me voy y no voy a disfrutar de ti. —Heechul hizo lo que se le ordenó. Se metió bajo las mantas y se acurrucó sobre uno de sus costados. —Creo que te voy a mantener —El Maestro le susurró mientras pasaba la parte posterior de sus nudillos a lo largo de la mandíbula de Heechul—. Eres demasiado hermoso como para dejarte ir.

Heechul se puso tenso al oír las palabras. Preferiría estar muerto que pasar el resto de su vida con el Maestro. Dado que no se atrevió a decir esas palabras en voz alta, en cambio, cerró los ojos y fingió dormir.

—Eric, ven por mí. No quiero estar más aquí —Jaejoong le escuchó decir mientras las lágrimas comenzaban a caer empapando la almohada—. Te necesito, Eric. Estoy muy asustado.

….
…..

Jaejoong solo sabía que era de día porque la actividad en su prisión se hacía más ajetreada durante algunas horas. Sin embargo, hoy estaban especialmente inquietos. Bien sabía que la subasta no sería hasta en un par de días, pero al ver a sus carceleros murmurarse lo ponía por de más nervioso.

—Mis lindos muchachos. —Saludó el Maestro. Llevaba como siempre su conjunto negro y esa sonrisa macabra que habían temido desde el primer momento en que lo vieron. —Hoy tendremos unas visitas muy amenas, algunas personas se han interesado en nuestro video —dijo mirando a Heechul —por lo que desean conocer a algunos otros de ustedes. Por su puesto, tu no mi lindo Junsu, tú serás expuesto el día de la subasta.

Junsu, era un cambiaformas águila, los cuales eran considerados invaluables, pues su raza estaba al borde de la extinción. Y, un joven águila de la edad de Junsu, sin duda significaba una suma exorbitante de dinero en el mercado negro.

Hacía una hora, uno de los lobos carceleros había llegado y les habían deslizado un grueso collar de cuero alrededor del cuello a Jaejoong y Heechul. Entonces el collar lo conectó a una correa y los hicieron gatear sobre sus manos y rodillas hasta otro edificio. Habían tomado un túnel subterráneo que estaba mojado, y era frío y cubierto de algunas de las peores mierdas que había olido nunca. Dado que habían pasado años como unas ratas callejeras, eso era decir demasiado.

Ellos ni siquiera habían recorrido la mitad del túnel antes de que sus manos y rodillas se rasparan, el terreno accidentado les cortaba la carne. Jaejoong, al sentir la capa caliente de sangre cubriendo sus pantalones de chándal, se preguntó vagamente si los cambiaformas podrían infectarse por estafilococos o el tétanos. Sería una suerte si fuera alcanzado por alguna mala infección. En su forma actual, ya tenía suficientes problemas con el dolor constante de las heridas viejas y nuevas.

Mientras agonizaba, se preguntaba a dónde lo llevaban, pero mantuvo sus preguntas para sí mismo. Tenía la mandíbula y las costillas todavía doloridas de una paliza que le habían dado la noche anterior, cuando se metió en problemas por alterar a uno de los guardias. Oye, ¿quién sabía que el hijo de puta tomaría venganza por haberle lanzando la bandeja de plástico con la comida? Bueno, tal vez Jaejoong sabía que lo haría, pero casi había valido la pena por ver la mirada de sorpresa en la cara del idiota, cuando lo bañó con la leche agria y la sopa de guisantes fría.

Su mano se deslizó en algo viscoso y se resbaló hacia adelante, patinando con la cara sobre la superficie bruta. Murmuró una maldición cuando el olor que lo golpeó fue aún peor. Nunca habría pensado que era posible, pero se encontró deseando estar en su pequeña celda. Gritó cuando el lobo dio un fuerte tirón de la correa.

—Muévete. Están esperando por ti y la última cosa que queremos es molestarlos.

—Lo siento —dijo Jaejoong cuando empezó a gatear de nuevo.

Finalmente llegaron al final del túnel y el lobo los llevó a una habitación grande. Una rápida mirada le dijo que estaban en una tienda cerrada donde se habían vendido todo tipo de cosas. Si bien no había productos en las estanterías polvorientas, sí había señales del tiempo, los carros de compras rotos e incluso una caja registradora con mucho polvo. Otros varios cautivos estaban allí, todos tenían collares atados como ellos.

Antes de darse cuenta, estúpidamente espetó: —¿Dónde estamos?

El puño en su cara fue duro y rápido, el golpe lo noqueó a un lado. Contuvo el aliento al sentir la sangre que brotaba de sus labios recién cortados. Antes de que pudiera ponerse en forma de ovillo como protección, sintió otro golpe en su estómago, esta vez de un pie. Trató de gritar, pero todo lo que le salió fue un gemido agudo.

—Oh, no creo que Adan te agradezca que eches a perder su mercancía de esa manera —una voz estruendosa soltó.

El asalto se detuvo de inmediato, el guardia dio un paso atrás. —Sólo lo mantenía en la línea, Daesung. Ya sabes, estos felinos necesitan mano dura.

—Hay una línea fina entre mano dura y dañar la mercancía, y tú acabas de pasarla —la voz retumbó sin problemas.

Jaejoong utilizó la distracción para trepar de nuevo a sus rodillas, manteniendo la cabeza baja, mirando hacia arriba desde debajo de sus pestañas a su salvador, un hombre alto que estaba a unos metros de distancia. Todo lo que llevaba, desde los mocasines de cuero a su chaqueta a medida, gritaban dinero. Él sostenía una correa en la mano y al final de la misma había otro hombre.

A diferencia de ellos, el esclavo no estaba de rodillas, y también parecía ser tratado mucho mejor. Desde su posición de rodillas, Jaejoong consideraba que era un poco más bajo, pero los dos tenían la misma constitución delgada.

Daesung se volvió a su esclavo. —Encanto, ¿por qué no vas a arrodillarte al lado de los otros gatitos mientras que papá tiene una agradable conversación de hombres?

El esclavo obedeció. Tan pronto como se estableció en el suelo junto a ellos, Jaejoong continuó haciendo comparaciones, él estaba muy sucio, mientras que este hombre estaba limpio. Jaejoong sabía que probablemente apestaba, mientras que este tipo tenía un olor denso, casi tropical sobre él.

Avergonzado, miró a un lado y casi se pierde en el suave toque de su mano. Aturdido, giró la cabeza hacia atrás y miró hacia abajo. El nuevo esclavo estaba usando su dedo meñique para darle una caricia reconfortante, mientras hacía lo  mismo con Heechul. Casi completamente deshecho por el primer contacto suave en casi un año, levantó la mirada para buscar el rostro del hombre.

Los ojos del esclavo estaban mojados de lágrimas, y tan estúpido como parecía, Jaejoong podría haber jurado que eran por ellos.

Todo irá bien —el esclavo les murmuró.

Por primera vez, Jaejoong realmente lo creyó. Entonces algo que Daesung había dicho les llegó y estuvieron a punto de llorar de alivio. Había dicho que el esclavo era un felino. ¿No estaría conectado con Eric, el hermano de Heechul? La esperanza de ambos se mostró en su cara, porque el otro le dio una ligera inclinación de cabeza. El alivio se apoderó de sus cuerpos maltratados cuando Heechul contuvo un sollozo de alivio.

Los labios del felino se curvaron en una sonrisa suave antes de decir: —Pronto. Estate preparado.

Antes de que le pudiera comunicar cualquier otra cosa, Daesung y el guardia volvieron.

—¿Estás seguro de que no me dejas comprar esta muestra hoy? —Daesung le preguntó, mientras señalaba a Heechul.

El guardia negó con la cabeza. —Yo tengo órdenes estrictas de no dejar ir a nadie hasta mañana.

—Es una pena —Daesung chasqueó la lengua—. Sería una maravillosa adición a mi colección.

El lobo inclinó la cabeza, respectivamente. —Lo siento, pero no puedo.

Daesung lanzó un profundo suspiro, pero asintió por fin. —Muy bien. Vamos, botón de oro —dijo mientras tiraba de la correa.

Mientras observaban al otro felino alejarse, Jaejoong y Heechul tuvieron que dejar de arremeter hacia adelante y pedir a gritos ser llevados también. La mera idea de la separación de su única fuente de esperanza, los dejó al borde de las lágrimas. Lo único que los ayudó a mantener la calma fueron las palabras que había dicho el felino: «Pronto. Estate preparado».

Jaejoong dijo las palabras repetidas veces en su cabeza mientras rezaba en silencio porque Eric llegara a tiempo para salvarlos.

….
…..

Jaejoong miró al techo de su celda y trató de calmar sus nervios. Desde el encuentro en la casa de subastas, había estado tan excitado que ni siquiera podía dormir. Sabía que en las próximas horas, su destino, fuera bueno o malo, finalmente se decidiría.

Le habría encantado poder hacer algo para sacar el exceso de energía que tenía. Pero la última paliza le había hecho casi imposible respirar, mucho menos caminar.

En la celda de al lado, la respiración de Heechul se había hecho húmeda, como un traqueteo, como una especie de aspiradora húmeda. Aunque él no era médico, sabía que probablemente no era una buena cosa.

Un estrépito de disparos resonaron desde algún lugar del edificio.

Heechul se sentó con una sacudida, silbando cuando el movimiento le causó un dolor que se disparó a través de su cuerpo.

Otra ráfaga de disparos, esta vez una explosión en pleno auge, lo siguió.

—Eric —susurró Heechul. Jaejoong respiró cuando su corazón se aceleró por la anticipación. ¿Él había venido? Gritos apagados sonaban desde el exterior de su puerta, seguido de algo que sonaba sospechosamente parecido a un rugido de gato.

¡Sí! ¡Era Eric! Heechul se forzó a salir de la cama y se tambaleó los pocos pasos hasta su puerta. Tomando los barrotes de su celda comenzaron a gritar.

—¡Aquí! ¡Sáquenos!

Por el momento, sonó como si todo el infierno se hubiera desatado en el exterior, las explosiones y los disparos llegaban a un ritmo constante.

—Por favor Eric.

Los gritos causaron estragos en los pulmones de Heechul y empezó a toser, el sabor amargo de la sangre le llenó la boca. Cuando había empezado a perder la esperanza, una voz apagada dijo a través de la puerta principal.

—Háganse a un lado, voy a entrar.

Se arrastraron fuera del camino hacia la derecha, pegándose a las paredes de su celda, antes de que alguien echara abajo la puerta.

Parpadeando, vio la pistola a través del humo. Jaejoong miró al que tenía que ser uno de los hombres más grandes que jamás hubiera visto. Con el pelo corto oscuro y ojos castaños, habría dado miedo de no haber sido por la expresión de preocupación en su rostro.

—¿Eric? —Heechul tosió.

—No, mi nombre es Siwon. Pero puedo llevarte con tu hermano.

El gran hombre se dirigió a la celda de Heechul, la abrió fácilmente y sus fuertes brazos lo levantaron. Por fin dejarían aquella horrible habitación. Heechul dejó escapar un gemido de dolor y enterró su rostro en el pecho de Siwon.

Detrás de Siwon diversos hombres entraron, armados con pistolas y portando un uniforme negro. Ellos se encargaron de sacarlos.

Los condujeron por pasillos, donde todavía tenían una buena vista de la carnicería que lo rodeaba. Los cuerpos estaban esparcidos en todas direcciones y la sangre parecía estar en todas partes. Había numerosos soldados, corrían, liberando a los demás cautivos.

Jaejoong tuvo un poco de consuelo en el hecho de que parecía que la batalla había terminado y su equipo había ganado por una vez.

—Aquí viene Eric —Siwon clamó por delante de ellos, con Heechul aún en sus brazos.

Jaejoong soltó un grito ahogado de shock cuando cuatro grandes jaguares llegaron trotando. Al mismo tiempo que se acercaban, se transformaron en cuatro hombres. Uno de ellos era más pequeño que los otros y Jaejoong lo reconoció como el hombre del día de la subasta.

—Ha estado preguntando por ti —Siwon le dijo al hombre más grande.

Eric se adelantó y tomó a Heechul de Siwon. Tan pronto como los ojos de Jaejoong se posaron en el semblante preocupado del hombre al sostener a su amigo en sus brazos, Jaejoong se sintió seguro por primera vez desde que podía recordar.

—Lo sabía—susurró Heechul. El dolor en los pulmones era cada vez peor, pero no le importaba. Lo único que importaba era que se iba a casa.

—¿Qué fue eso? —Eric preguntó cuando acercó a Heechul con cautela contra su pecho.

—Sabía que vendrías por nosotros. —Heechul tomó una respiración antes de que el traqueteo lo enviara a la oscuridad.

Cuatro días. Ese era el tiempo que Heechul había estado sin despertar. Habían dejado de llamarlo Heenim cuando Yoochun les dijo lo mucho que despreciaba su nombre de nacimiento.

No es que eso molestara a Eric, que estaba sentado al lado de Heechul. Lo único que importaba es que abriera los malditos ojos. Eric se agachó para acariciar el cabello de Heechul. Algo extraño ocurrió, él soltó una pequeña risa—. El pelo no es teñido.

—¿Eso es una gran cosa?

—Sí, eso significa que probablemente va a ser un jaguar negro, como Kangin.

Jaejoong, que ocupaba la cama al extremo de la enfermería, no entendía de donde venía esa conversación. Desde que él había conocido a Heechul, este siempre había tenido el cabello negro como él. No fue hasta ese momento que noto que los que decían ser los hermanos de Heechul eran muy distintos a él. Todos con el cabello castaño moteado, ligeramente bronceados a excepción del más pequeño que tenía la piel tan clara como Heechul, y aún a pesar de estas diferencias, sabía que todos eran familia.

—Yo pensaba que eran muy raros.

—Es extremadamente raro, pero no creo que deba ser una sorpresa. Heechul ya ha demostrado que es uno de su clase.

—Bueno, mira quién decidió despertar finalmente.

La esperanza se apoderó de todos mientras miraban. Cuando vio a Heechul parpadeando, Eric casi dejó escapar un sollozo de alegría.

—Maldita sea, muchacho. Nos has tenido asustados durante un tiempo.

—Lo siento —dijo Heechul con voz áspera, su voz apenas un susurro.

—No lo sientas, estamos felices de tenerte despierto.

—¿Yoochun y el resto de mis amigos también salieron?

—Sí, están todos bien, en esta habitación, recuperándose. Ninguno de ellos estaba tan mal como tú.

Viendo despertar a Heechul y sonriéndole desde el otro lado, Jaejoong cayó en un sueño profundo, donde estaba seguro que al despertar comenzaría una nueva vida.

Para poder reintegrarse a la sociedad cambiaformas, Jaejoong y sus compañeros fueron enviados a diversas casas de acogida. Donghae al ser un halcón fue acogido por los de su especie, Junsu, al ser la única águila conocida fue trasladado a una ubicación secreta, teniendo como mentores a un par de halcones. Yoochun fue acogido por el compañero del líder de la coalición felina, Hyesung, que también es un cambiaformas lobo. Mientras que de Heechul se encargaba su familia de jaguares, Jaejoong fue enviado con una pareja de cambiaformas pantera, que era su misma especie y que además poseían una gran casa cercana a la base. 

1 comentario:

Paradise YunJae fanfics dijo...

Todos se separaron por caminos distintos y fueron salvados.