Se encontraba
acurrucado en el marco de la puerta, llorando desconsoladamente su destino. El
brazo le dolía considerablemente, pero no tanto como su corazón. El pensamiento
de estar con alguien más que no fuese Yunho le aterraba de tal manera que
quería correr y escapar de todo mundo. Lamentablemente eso tampoco se daría…
Kyung Joon no
solo era un gran magnate, era toda una mente maestra, capaz de planear todo con
el más mínimo detalle para evitar cualquier falla en sus planes. Una amenaza no
muy sutil era lo que mantenía a Jaejoong en ese lugar.
Cuando el
pelinegro perdió los estribos con los chicos diseñadores y se autoproclamo
vencedor de ese juego que el mismo había creado, cuido todo detalle, desde el
momento en que Yang salió por asuntos laborales, se encargo de que no regresara
por un buen tiempo, dejando a su cargo varios proyectos, con los que el
beneficio era mutuo, pero era mayor para Kyung Joon ya que mantenía alejada la
presencia de Yang, quien si hubiese estado en el local habría no solo
interferido en los planes, seguramente ni siquiera se hubiese podido acercar a Jaejoong,
ya que el diseñador profesaba un cariño fraternal al chico.
Con el brazo
morado por el agarre que mantuvo el pelinegro, y con los ánimos por los suelos,
Jaejoong se dedicaba a dejar correr amargas lágrimas a través de sus mejillas.
Nadie podría salvarlo ahora, nadie excepto Yunho…
“Yunho ¿Dónde estás?”
“Yunho, regresa… por favor, regresa…”
Durante el
tiempo que estuvo llorando su desgracia, dos personas lo observaban, el mismo
Kyung Joon y Yoochun, quien ideo todo el plan. De alguna manera las lágrimas
del chico les hería en una parte del alma, el primero aún sabiendo que
condenaría a Jaejoong a la infelicidad y que probablemente nunca su sonrisa se
volviese a vislumbrar más que fingidamente, no podía y no quería dejar escapar
al chico, tanto tiempo pensando en él, tantos planes consumados solo para estar
cerca de él, y ahora que estaba a punto de tenerlo para siempre a su lado,
aunque eso significase una prisión para el otro, no iba a dejarlo ir, no,
simplemente eso no estaba dentro de sus planes, Jaejoong sería suyo, eso lo
tenía muy claro.
Por otro lado Yoochun,
quien detestaba al chico, sintió una parte de su corazón removerse, ese que el
mismo diseñador creía muerto, al parecer sintió compasión del chico. Porque una
vez que destrozó la vida de Jaejoong, con el tonto pretexto de enseñarle lo
dura que es la vida y que no siempre se puede poner una sonrisa como el chico
lo hacía, se encontró que al final de todo eso, ya no era tan divertido, de
hecho un poco de culpa llegaba a él, pues aunque lo negara reciamente la vida
había sido igual de cruel con Jaejoong que con él, la diferencia radicaba en el
corazón del joven y el suyo que se amargó con el pasar de los años. No, no
quería que el chico sufriera más por su culpa, pero a estas alturas poco podía
hacer, más que buscar a Yunho.
Kyung Joon salió
por la puerta principal, decidido a no abandonar su ambición de tener a Jaejoong
solo para él, pero al notar el sufrimiento y el daño físico que le estaba
causando, estrujaba su corazón, sin embargo no desistiría. Sin pensarlo más,
dio media vuelta, quizá de una manera un tanto precipitada y brusca, se dirigió
al estudio, tomó el manchado vestido de café y se lo llevó con él. Porque ¡oh
si! Jaejoong vestiría aquello en lo que tanto trabajo y tantas excusas había
puesto. Luciría bellísimo en ese vestido platinado, contrastando con su piel
color crema, sus ojos cafés negros y sus rojos labios, esos que ansiaba probar
desde el primer día que lo vio.
– Vamos – Junsu
tiraba suavemente del brazo no mancillado de Jae. Tenía los ojos abnegados de
lágrimas al igual que su amigo, pues al momento en que condenaron a Jae, este
se puso a llorar junto con él, su impotencia le hacía cómplice de todo aquello.
– Ven – decía de forma dulce. Poco a poco logró que Jae se levantara del suelo,
más no que sus lágrimas dejasen de salir.
“Encontraremos una solución” Eso le había
prometido a su amigo, y ahora éste estaba a punto de contraer nupcias con
alguien que ni siquiera le agradaba. Ya no tenía tiempo para buscar una
solución que no dañara a nadie, no, ahora solo existían dos posibilidades, una
que Yunho y Min regresaran, lo cual era muy poco probable dados sus nulos
intentos de comunicarse con ellos, o escapar, huir de todo este huracán sin
importar nada más que ellos, cosa muy difícil, porque ellos le debían mucho a Yang, quien sería el principal
afectado, pues Kyung Joon se encargaría de destruir todo lo que ha construido
el mayor. Y el hecho de huir, implicaba también abandonar sus sueños, pero ¿serían
capaces de vivir en desconsuelo por continuar sus sueños y evitar destruir a la
persona que les apoyo siempre o ser felices y arruinar todo lo que Yang
construyo? No, esa es su respuesta, esa es la razón por la que se quedaban. Pues
aunque Jae era el que se casaba, Junsu, de alguna manera iba incluido en el
paquete, al haberse inmiscuido en el asunto, Kyung Joon decidió que este sería
para siempre la “dama de compañía” de su Jae, y no es que tampoco hubiera
dejado a su amigo en las manos de aquel sujeto.
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El primer día
después del anuncio, el local que siempre fue la bulliciosa y alegre boutique
de vestidos de novias, ahora se parecía más a una funeraria. No había clientas
felices de estar viendo su vestido, no había damas alegres que soltaban alguno
que otro chiste picante para sonrojar a la novia, ni diseñadores corriendo de
un lado a otro con montones de telas blancas, o flores adornando los jarrones,
ni siquiera la pedrería que lucían brillaba. Todo se encontraba en penumbras,
como el corazón de Jae, apagándose poco a poco, resignándose a vivir con un
hombre al que no amaba.
– Huye – Yoochun
había llegado a su límite. El llanto de Jaejoong lo había conmovido
profundamente, su culpa era grande, pues él había iniciado todo esto. Realmente
pensaba que el chico no lo pasarían mal al lado de Kyung Joon, quien en un principio
mostraba interés amoroso en él, pero que ahora solo era obsesión, y aún así no
creía que hiciera mal. Después de todo Jaejoong tendría la estabilidad
económica que solo el dinero da, un estatus social al que no cualquiera accede,
además de la belleza natural que poseía y su esposo sería alguien bien
parecido, incluso podría poner su propia boutique si quería seguir diseñando.
Pero lo que Yoochun nunca entendió es que el dinero no te hace feliz, que hay
cosas que el dinero no puede conseguir, que la felicidad no consiste en tener
todo, que si eres bueno verás que ella llega a tu vida sin la necesidad de
buscarla intensamente, así como el amor toca a tu puerta cuando menos lo
esperas, así la felicidad viene, si sabes apreciar lo bueno que la vida te da.
Aunque nada
servía ya intentar remediar su vida, Yoochun, entendía que había hecho más daño
que el que le hubieran infringido en un pasado, porque una cosa es que la vida
sea dura y te trate con la punta del pie, y la otra es que con todo eso hallas
encontrado el amor y por culpa de terceros no seas capaz de seguirlo. Así sería
la vida de Jaejoong, como un jilguero encerrado en una jaula pierde su canto,
así mismo el chico perdería su sonrisa, porque por más de oro que fuera la celda,
seguirá siendo eso, una prisión.
– ¿Qué? –
alcanzó a decir en un susurro ahogado Jaejoong. Miraba al mayor incrédulo y
dudoso de sus palabras, algo seguramente habría escondido entre ellas, porque
nada bueno puede salir de él ¿o sí?
– Dije que
huyeras – pronunció más serio y aún más convencido de que por primera vez
ayudaría a alguien sin ningún motivo, pues por el contrario tenía mucho que
perder.
– No puedo huir
– la resignación en su voz era palpable.
– Si quieres,
puedes.
– ¿A dónde iría?
Me encontraría en un abrir y cerrar de ojos – y eso bien cierto era, la
obsesión del pelinegro lo haría buscarlo hasta por debajo de las piedras.
– Aún así debes
intentarlo. A menos claro que no te desagrade la idea de estar a su lado por lo
que te resta de vida – siseo.
Jaejoong
únicamente se dedicaba a mirarlo, sentado donde lo había encontrado el mayor,
en su estudio, exactamente el lugar que solía ocupar Yunho en la mesa, como si
de esa manera se conectara con él a través de los diferentes planos que
existen; cavilando sobre las posibilidades que tenía. ¿Escapar o no hacerlo?
– No puedo
hacerlo – susurró al fin. Después de pensarlo una y otra vez, sabía que Yang lo
había apoyado demasiado, fue el único que le abrió las puertas de su vida, le
brindo un abrigo donde estar, un lugar donde trabajar, un sueño por hacer, y
no, él no iba a destrozar el mundo de alguien tan importante. Porque no solo se
trataba de Yang, sino de Junsu y los demás que para él trabajaban, incluso Yoochun,
todos ellos habían puesto sus esperanzas en ese lugar, y ni qué decir de las
novias, esas bellas mujeres que llegaban y ponían en tus manos el traje que las
vestiría para el día más importante de sus vidas. No, no podía hacer eso, no podía
ser tan egoísta y arruinar a los demás por su propia felicidad.
– Sí decides
escapar, yo iré contigo – Junsu había escuchado la conversación, pero mantenía
su prudente distancia. Pensaba al igual que Jae que seguramente las palabras de
Yoochun mantenían mensaje cifrado y por ende no iba a arriesgar a que su amigo
huyera solo, ¡No, Señor! Si habían llegado tan lejos juntos, irían juntos de
ahora en adelante, tomando la mano de su amigo en busca de aquellos que se
fueron, buscando a aquel que se marcho sin decirle lo que sentía y solo un beso
robado quedo. Y, sin embargo, por esta vez, por esta única ocasión, su corazón
quería creer que la ayuda se ofrecía voluntariamente, quería creer en la buena
voluntad de Yoochun.
– Si lo que te
preocupa es este lugar, no debería – dijo Yoochun, sopesando los porque del no
querer huir de Jaejoong, primero pensando en cobardía, pero después notó que el
chico no tenía eso, sino un buen corazón. – No debe preocuparte. Este lugar es
tan importante para mí como para ti. Este lugar me lo dio todo, aquí comenzó mi
vida de alguna manera. No dejaré que nada malo ocurra con todo lo que Yang
construyo – y en eso estaban seguros. Yang no solo había apoyado a Jae, también
le había abierto las puertas de su mundo a Yoochun, a quien por primera vez
también le tendieron la mano.
Y fue así como
planearon la huida, a unos días de la indeseada boda, sin esperanzas de que Yunho
regresara en ese tiempo límite, los dos chicos, ayudados por Yoochun, huirían.
Junsu discretamente sacaba las pertenencias de Jae, mientras que éste se
dedicaba a distraer a sus guardianes, pues Kyung Joon había puesto vigilancia a
los chicos las 24 hrs del día para evitar cualquier desagradable incidente que
pudiera ocurrir. Yoochun, revisaba parte por parte, letra por letra el convenio
que Yang y el magnate firmaron para sus negocios, buscando en que afianzarse
para que el pelinegro no destruyera el imperio de ese mundo de novias. Al final
solo encontró una cláusula en la que se especificaba que si Yang no se
encontraba presente el representante legal de todo era Yoochun, y por lo tanto
podría hacer y deshacer los acuerdos hechos anteriormente por Yang. Leyendo
esto último sintió un nudo en la garganta, Yang le estaba concediendo
absolutamente todo el poder en caso de que no estuviera presente, la confianza
depositada en el diseñador era muy grande, tanto que le hacía pensar que era
alguien importante y a la vez que era un gran peso sobre su espalda. Por eso,
ahora más que nunca, estaba seguro que debía ayudar a los chicos a escapar,
pues por mucho que no lo quisiera, Yang no solo dejaba la boutique a su cargo,
sino también dejaba a su cuidado a los chicos. Ellos al igual que él, tenían un
importante lugar en el gran corazón del que consideraban su mentor y el mejor
diseñador de vestidos de novia.
Era martes por
la noche, el local se encontraba completamente vacío a excepción de los tres
diseñadores y los dos guardias asignados a Jaejoong. Para escapar tenían que
crear una gran conmoción para deshacerse de la guardia y después correr como
alma que lleva el diablo hacia la estación más cercana del subterráneo. Y así
lo hicieron.
Yoochun había
creado el plan, una vez que estuvieran en el subterráneo, abordarían y bajarían
hasta la última estación, esa que conducía a la estación de trenes. Les había
conseguido dos boletos para una ciudad costera donde les recibiría uno de los
pocos amigos con los que contaba y que además le debía un favor, les
proporcionó suficiente dinero para sobrevivir por un buen tiempo.
Con todo el
dolor del mundo, cuando Junsu y Jaejoong se encontraban listos para emprender
la huída, Yoochun cuidadosamente se acercó a un gran bulto de telas,
previamente ubicado frente al estudio de los jóvenes, y con discreción prendió le prendió fuego.
– ¡FUEGO!
¡FUEGO! – gritaba, en verdad desesperado, pues las llamaradas consumían
rápidamente lo que se encontraba a su paso.
Los guardias que
se encontraban en la parte baja del local subieron inmediatamente al oír los
gritos, las llamas de color naranja bloqueaban la única puerta del estudio de
los chicos, el humo que desprendían las telas era tan denso que les impedía ver
más allá de sus narices. Su prioridad, Jaejoong se encontraba dentro y debían
rescatarlo, no querían ni imaginar si algo le llegaba a pasar, el solo hecho de
pensarlo les daba escalofríos.
– ¡Señorito!
– gritó uno de ellos, para corroborar
que se encontrara dentro.
– ¡Llamen a los
bomberos! – gritaban desde dentro,
mientras intentaban abrir las ventanas.
– ¡Abra las
ventanas!
– ¡Les pusiste
una barra para que no intentáramos salir por ellas! ¡Idiota! – Junsu gritó, y
sin embargo era cierto. Los guardias preveían que algo así podría pasar por
ello se aseguraron que a través de las ventanas no escaparían.
Dentro,
cubriendo su boca y nariz con un paño, Junsu y Jaejoong buscaban la forma de
salir. La barra lateral con la que habían sido atrancadas las ventanas, poseía
un candado para que no las pudieran remover. La llave, dentro de uno de los
bolsillos de los guardias. Eso no lo habían previsto, y sin embargo, las
ventanas siempre estuvieron fuera de consideración en el plan de escape.
Con gran rapidez
los chicos treparon por una de las mesas aledañas a una pared, justo la que
estaba bajo el ducto de aire. Al ser delgados entrarían en el sin problema,
Junsu había desatornillado la ventila mientras Jae entretenía a los guardias.
Llevaban apenas unos cuantos pasos dentro de aquel estrecho pasaje, cuando una
mano sostuvo por el tobillo a Jae, que era el que venía al final.
– ¡Pequeños
demonios! – vociferó aquel que le sostenía – ¡SE ESCAPAN! – comenzó a gritar a
su compañero. Desgraciadamente aquellos dos sujetos eran demasiado grandes,
casi como un gorila, por lo que le resultaba imposible seguirlos, por ello se
aferraba al tobillo de la bella criatura, no la dejaría escapar, pero no
contaba con que fuera un tanto agresiva a la hora de luchar por su libertad. Y
es que Jae había comenzado a patalear fuertemente para soltarse y así continuar
con su huída; uno de esos golpes dio de frente en la cara de su captor,
desubicándolo un poco, pero lo suficiente para que aflojara su agarre, con eso
y un golpe más logró zafarse y continuar.
Al llegar al
final del ducto, que daba a la azotea del lugar, descenderían por las escaleras
de servicio hacia la calle detrás de la boutique, de ahí a la estación del
subterráneo. Temían que los gorilas los encontraran antes de llegar siquiera a
cruzar la avenida. Con cuidado abrieron la ventila, buscando señales de sus
captores, caminando apresuradamente y con sigilo por si se encontraban cerca. Bajaron
por la escalera lo más rápido que pudieron, pero a la mitad del recorrido
fueron hallados. El sujeto hábilmente descendió varios tramos más rápido que
ellos y les dio alcance al final de la escalinata.
A pocos pasos se
encontraban de la libertad cuando el grandulón los tomo por las solapas del
cuello de sus camisas. Trataban de liberarse, golpeando y rasguñando como
podían, sin embargo, aquel sujeto era demasiado grande, demasiado fuerte para
ellos, y aún así no podían ni querían rendirse.
Un golpe sordo
hizo caer a aquel tipo que les sostenía. Detrás de él Yoochun, con un bate en
la mano, sacado de quien sabe dónde, había salvado la situación.
– ¡¿Qué
esperan?! ¡CORRAN!
Reaccionando a
lo acontecido, pusieron en marcha sus delgadas piernas, corrieron deprisa hasta
llegar al subterráneo, sabían que una vez dentro, les sería más difícil a los
otros seguirlos. Volteando de vez en cuando, con miedo a ser atrapados,
trataban de perderse entre ese mar de gente que abordaba y desabordaba el
transporte. Una vez dentro, esperarían hasta la última estación para tomar el
tren que los llevaría a un nuevo destino.
Respiraron más
tranquilos, mirándose de vez en cuando para asegurarse que estaban bien, que no
habían sufrido heridas a la hora de huir, y es que bien al trepar por el ducto
de ventilación y escapar por las escaleras se habían hecho algunas raspaduras,
eso contando el mallugadura que debían tener por el agarre del guardia.
Casi podían oler
el aroma a libertad cuando llegaron a la estación de trenes. Junsu había
guardado previamente posesiones de ambos en un locker del lugar. Una vez con
sus cosas, esperaban pacientemente los minutos para abordar. Jaejoong pensaba
en Yunho, en que sí la suerte estaba de su lado pronto lo encontraría, no por
nada habían escogido aquella ciudad costera, esa había sido una de las
ubicaciones de su novio, si bien ya no se encontraba ahí, esperaba obtener
información que los condujera a su paradero.
Pensando en eso,
no notaron las miradas que varias personas les dedicaban, acercándose poco a
poco, como si no quisieran asustarles. Sentados tranquilamente como estaban,
bajaron la guardia. Una mano sobre el hombro de Jaejoong los sacó de su
ensimismamiento.
– ¿Qué tenemos
aquí? – pronunció una voz conocida – Vaya mi chico canario quería escapar –
siseó.
Al escuchar esas
palabras, ambos chicos se quedaron de hielo, no queriendo levantar la mirada
para comprobar aquello y sin embargo terminaron haciéndolo. Los fríos ojos de
Kyung Joon miraban de manera fría a Jaejoong, quien en sus negros ojos se veía
reflejado el pánico por ser descubierto.
– No intenten
escapar – dijo, mirando como Junsu buscaba una salida con sus ojos sin
hallarla. Se encontraban rodeados de sujetos con negras gabardinas, del mismo
tamaño que los gorilas que eran sus guardias. – Su amigo Yoochun, fue muy
amable al proporcionarnos cierta información – comentó, y el mundo se les vino
abajo, se sintieron traicionados y heridos, no pudiendo creer que habían
confiado en él, sabiendo que no era nada bueno eso. – Una verdadera lástima que
no haya cooperado en este asunto, me hubiera gustado que fuese el padrino –
continuó. Aquello marcó una duda en lo chicos.
– ¿Qué le has
hecho? – preguntó Jaejoong.
– ¡Oh Querido!
Nada, solo una pequeña advertencia de lo que se llevará su vuelve a
traicionarme – dijo con furia contenida. Eso asustó a los diseñadores, si bien
no eran muy amigos del mayor, este se había arriesgado por ellos. – Ahora vamos
– le ofreció una mano a Jae, esperando que la tomara, pero este no quería ir,
así que azuzándolo un poco, zarandeó levemente a Junsu, logrando que este
soltara un chico gemido de dolor. Al ver que el pelinegro sería capaz de dañar
a su amigo, solo se levantó de su sitio, sin tomarle la mano le miró y bajo la
cabeza en señal de sumisión. Ahora todo estaba perdido…
« ҉ » « ҉ » « ҉ »
El ansiado día
había llegado, de nada le sirvió llorar a Jae, día y noche, había sido
encerrado en una grande habitación con muchos almohadones, que seguramente
hubiera resultado muy cómodo de no ser porque esa era su prisión. No se
encontraba solo, Junsu se había aferrado a él, por lo que se encontraban juntos
en la habitación. Jae se sentía muy mal al haber condenado a su amigo junto con
él.
– No te
preocupes – le consolaba – Nada de esto es tu culpa, yo estoy aquí porque
quiero estar a tu lado – le sonreía tristemente, porque por más que quiso, no
pudo evitar el infeliz destino que le esperaba a Jae.
– Huye Su,
abandóname – suplicaba. Pero el otro solo se limitaba a sonreír y a negar con
la cabeza.
– Siento mucho
toda esta situación, es mi culpa… – al fondo, Yoochun con muchas mallugaduras
producto de la pequeña advertencia de Kyung Joon, se culpaba de la desgracia de
los tres, porque sí fue su idea, fueron sus malos pensamientos para con Jaejoong
lo que los llevó a este punto.
– Ya no importa.
Lo pasado, pasado.
– Además te
encuentras en esas condiciones por ayudarnos, al final después de todo, te
redimiste. Gracias – le decía con el corazón Jae.
– Sin duda todos
tienen razón – Yoochun miraba a Jae, y este le devolvía la mirada con confusión
en ella. – Si, todos tienen razón – afirmó de nuevo – Eres la criatura más
bella que he visto – aquello realmente lo halago, aunque en la situación en la
que se encontraban no era la mejor.
Jaejoong portaba
el hermoso vestido platinado en el que tanto trabajo, aquel que salió de su
imaginación al verse con Yunho, y que ahora se había convertido en su verdugo,
llevándole al camino de la eterna infelicidad. Ese vestido que nació de los
recuerdos con su verdadero amor, es hoy su traje mortuorio.
Su corte “A” se
ceñía perfectamente a la estrecha cintura de Jaejoong, su piel crema, resaltaba
del platinado vestido, dándole un aspecto deseable, a excepción de aquel
moretón que aún tenía en un brazo. El velo de suave tul, adornado con pailletes
y finos festones cubría su rostro hasta su pecho, y por detrás este mismo
llegaba más debajo de sus caderas. Sus manos sostenían un chico ramo de flores
blancas y en su dedo anular izquierdo llevaba el anillo que Yunho le había dado
como único adorno.
Al entrar en el
salón donde se llevaría a cabo la boda, un pasillo coronado con hermosos
arreglos florales y luces blancas. Cualquiera diría que sería la boda más
hermosa que se haya visto, porque la novia era la criatura más perfecta que se
pudiera haber encontrar. Y sin embargo, ahí estaba Jaejoong, derramando
silenciosas lágrimas bajo el velo, su mano sostenía por Junsu y Yoochun,
quienes lo acompañarían hasta el final de aquel fatídico pasillo en el cuál se
encontraba un hombre, un hombre al que no amaba, un hombre que no era su Yunho.
Ni si quiera a
la hora de que el novio descubrió el rostro de Jaejoong, este dejaba de
derramar lágrimas, el brillo en sus ojos ya no era visible y su sonrisa mucho
menos, como si nunca hubiese existido, y aún así seguía siendo hermoso a los
ojos de los demás. Por fin el objeto de deseo de Kyung Joon sería suyo,
completamente suyo, aunque sea solo en cuerpo.
– Sr. Park Kyung
Joon ¿acepta por esposo al Sr. Kim Jaejoong, para amarlo y respetarlo por el
resto de sus días?
– Sí, acepto – Y
cómo no hacerlo si había hecho de todo por él.
– Sr. Kim Jaejoong
¿acepta por esposo al Sr. Park Kyung Joon, para amarlo y respetarlo por el
resto de sus días?
– … – un
silencio evidente se adueñó del lugar.
“No, no acepto”
“No quiero”
Sendas lágrimas
brotaron de sus ojos, incapaz de huir de escapar de ese lugar.
“Yunho”
“¡Yunho!”
Le llamaba con
la mente, estaba aterrado.
– ¿Sr. Kim?
– ¡Acepta! – se
apresuró a decir el pelinegro, pues bien sabía que Jaejoong jamás diría que
accedía a aquello. – Continúe – apresuró al juez.
– ¡NOOOO! – grito Junsu, no pudiendo aguantar el dolor
de ver a su amigo condenándose, rugió las palabras que en la garganta de Jae se
atoraban. Por un segundo se miraron, la idea de correr paso por sus cabezas, y Jaejoong
retrocedió. Pero más tardo en dar un paso que en qué Kyung Joon lo tomara de
los brazos, impidiéndole la huida.
– ¿A dónde crees
que vas? – le espetó – ¡Continúe! – le exigió de nueva cuenta al juez, quien le
miraba sin saber qué hacer.
– Ah… mmm…
coff-coff – carraspeó el juez, dispuesto a proseguir con la ceremonia, ya que
la mirada del magnate era de temer. – Humm… Yo, por el poder que me concede la
ley, los declaro…
– ¡ALTO AHÍ! –
una voz gruesa gritó desde el fondo del salón.
Dos varoniles
figuras se encontraban de pie al final del pasillo, mirando con furia hacia la
multitud frente a ellos.
“Yunho…”
6 comentarios:
Hajahaha telenovela...
Sí creo que estaba viendo el final de la novela cuando lo escribí XD
pues valla ya era hora de que aparezca después de tanto tiempo sin saber de el y jae sufriendo por su ausencia por fin vino a su rescate a reclamar lo que le pertenece y yunho tarde pero yego por el dulce jae
Hasta que aparecio Yunho!!!! Ya hera hora
;__; pobre de Jae cuan aliviado se ha de sentir....
Maldito loco de Kyun ojala la pague bien caro
Que dramática boda, y después esa entrada tan, tan,...
Allí detuvieron esa absurda boda y quien más que el Chaplin coló... Perdón Yunho y Changmin, jajajaja
Final de infarto
Ya era hora yunhooooo
Un poco mas y llega al bautiso del hijo de jae.
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