Estábamos tan
felices, la vida nos sonreía, y nosotros, le sonreíamos a todos y en todos
lados, parecía que no hubiese nada que nos pudiera arrebatar esa felicidad,
nada, absolutamente nada… pero… que equivocado estaba.
“Habías preparado todo con total anticipación.
Siempre fuiste muy romántico y caballeroso, por eso, no me sorprendí al entrar
en aquel lugar, realmente un sueño a la vista de todos. Una pequeña casa a la
orilla del mar, en una zona bastante exclusiva, eso era lo que estabas buscando
un lugar solo para nosotros dos.
– Boo – me susurraste al oído mientras me
abrazabas por la espalda – ¿Te he dicho ya cuanto te amo? – sonreí ante tus
dulces palabras – Te amo mi JaeBoo.
– Te amo – respondí, dándome vuelta para
pasar mis manos por tu cuello y atrapar tus labios, tan suaves, tan dulces, tan
embriagantes, tan tuyos.
– Deberías darte una ducha. El viaje fue
extenuante hasta aquí – me dices jalándome suavemente por un brazo. – Prepararé
el baño para ti.
– ¿Por qué no mejor nos bañamos juntos? – te
sugerí con una sonrisa coqueta, un poco ladina que sé que te gusta tanto. Pase
mi lengua por mis labios mientras te miraba de forma insinuante.
– Boo… para – me dices cuando comienzo a
atacar tus labios de nueva cuenta – detén… – me suplicas, pero no estoy
dispuesto a hacerlo. Tu boca es adictiva. Tú eres mi droga.
Al final terminaste cediendo. Entre besos y
jadeos, me hiciste tuyo una vez más, dentro de esas estrechas paredes que
generaban una acústica, que aunque lo negaras, se escuchaba genial. Nuestros gemidos
amplificados de nivel. ¡Qué excitante es esto!
Cuando desperté estaba en la cama, cubierto
con una ligera sábana blanca. Supongo que no estaba entre tus planes hacer el
amor en el baño, pero eso es lo que más te gusta de mi, mi naturalidad.
Me removí con pereza, viendo a través de la
ventana que la noche nos había alcanzado. Me enfurruño conmigo mismo por no
aprovechar bien nuestro tiempo. Eres un hombre muy ocupado, tomaste un fin de
semana para pasarlo conmigo y yo, yo terminé durmiendo la mayor parte del
primer día por la vigorosa actividad.
Hallo una pequeña nota sobre la mesita de
noche. “Salí por la cena” reza. Sonrío porque a pesar de que trajimos despensa
para que pudiera saciar tu estómago y tus ganas con el sabor de mi comida, preferiste dejarme dormir e ir a
buscar algo, me prometo a mí mismo recompensarte mañana. Tomo una camisa de
suave seda, me pregunto, a tú tacto ¿Qué será más suave, mi piel o la seda? Con
esa idea bajo las escaleras, esperando que hayas regresado, pero la oscuridad de
la habitación me dice que no es así.
Mientras sigo caminando en busca del
apagador, una tenue luz ambarina se cuela por las ventanas. Sé que no eres tú,
pues la carretera está al otro lado. Curioso me acerco y no puedo evitar soltar
un gritito de admiración, llevando mis manos a mi nariz y boca.
Sobre la playa una serie de velas acomodadas
en diferentes posiciones, sin formar ninguna figura concreta son la fuente de
iluminación del lugar, como fondo el océano de un ligero color lila oscuro
hasta tornarse negro como la noche. Puedo escuchar las olas y sentir la brisa
del mar, todo es perfecto, pues incluso una mesa elegantemente adornada se
halla al centro de la decoración.
– ¿Sorprendido? – tu voz saca mi mirada de
la asombrosa vista que has preparado para mí. ‘Sí’ quiero decirte, pero las
palabras no me salen, solo atino a morder mi labio mientras bajo la mirada un
poco sonrojado por todo esto. – Ven – me susurras, tomando mi mano y
conduciéndome al centro.
La cena, espléndida, transcurre entre una y
otra cosa, entre charlas de amigos, bromas juguetonas y unos cuantos de amos
por parte de ambos. De un momento a otro mientras reía por algún mal chiste, te
quedaste callado, solo observándome; mi risa paro al instante, tu mirada era
confusa, entre indecisa y temerosa.
– ¿Q-qué sucede Yunho-ah? – inquiero. Jamás
había visto esa mirada en ti, y, por alguna razón, me siento ansioso, hasta vulnerable.
– Yo – carraspeaste – yo estaba pensando que
es hora de terminar este noviazgo – tú voz sonaba segura, al igual que tus
ojos. ¿Me estas tomando el pelo verdad? Trato de esbozar una sonrisa, pero mis
sentimientos me traicionan y las lágrimas comienzan a asomarse en mis ojos. –
¡No lo malinterpretes! – dices asustado, viendo mi reacción. – No supe cómo
expresarme – te levantas y corres a mi lado, estrechándome fuertemente entre
tus brazos, calmando al instante los espasmos que empezaban a surgir por mi
cuerpo. Sujetas mi mentón, de forma que tus ojos encuentran a los míos. – Yo
jamás me alejaría de ti – me dices. – Yo… – no había notado que estabas con una
rodilla en el suelo, uno de tus pulgares se encargaba de limpiar las lágrimas
que lograron escapar por tus anteriores palabras. – Yo quiero terminar este
paso para avanzar uno más en nuestra relación – tu voz nerviosa y tu mano
temblando, hace que mi corazón tamborilee. – No sé lo que me has hecho, me has
hechizado de tal manera que ahora se me hace imposible dejarte ir. Quizá es la
mirada en tus ojos o la forma en que bailas, tal vez la forma en la que cocinas
o el dulce aroma que tu piel desprende – mis ojos seguramente brillaban con la
esperanza de que continuaras, para escuchar lo que por tanto tiempo he querido
escuchar. – Jaejoong, ¿quisieras casarte
conmigo?”
Aquella noche
fue de las más felices en mi vida. Yunho, los momentos más felices fueron
aquellos que pase a tú lado. ¿Por qué el destino fue tan cruel con nosotros? No
amábamos, no existía mejor palabra para describir a nuestra relación que Amor.
Tus ojos, mis ojos, tus manos, mis manos, todo encajaba perfectamente, cada
pequeña acción iba encaminada a mostrarnos ese
cariño que nos profesábamos. No le hacíamos mal a nadie, entonces ¿por
qué? Jamás dejaré de preguntármelo.
“Faltaban unos días para que la celebración
se llevara a cabo. Nuestro gozo era tanto que incluso los desconocidos, al
pasar por nuestro lado, sonreían deseándonos más felicidad de la que ya
teníamos.
Regresábamos de un largo viaje. Habíamos
estado visitando tanto a tus familiares como a los míos. No es que no los
fuésemos a ver el día de la boda, pero queríamos saludarlos antes, pues ese día
sería nuestro día, solos tu y yo. Nos presentábamos como la futura pareja que florecería,
y aprovechábamos la oportunidad de convivir con algunos parientes que hace
mucho no veíamos.
La sinuosa carretera se perfilaba estrecha y
amenazante, pero no me preocupaba ya que tú eres muy prudente al manejar,
aunque el asfalto mojado, la niebla y solo nosotros en el camino, me
inquietaba. Sujetaste mi mano sin dejar de mirar al frente, me conoces tan bien
que notaste que me encontraba intranquilo. Por una fracción de segundo me
miraste y sonreíste. La seguridad de tu sonrisa me hizo devolverte una igual.
En una curva pronunciada, unas luces
deslumbrando se acercaban peligrosamente a nosotros a una gran velocidad, el
sonido de llantas derrapando y un fuerte golpe, los vidrios reventando. Solo el
sonido de tu voz llamándome es lo que permanece.
– ¡Jaejoong! ¡Sujétate! – me dijiste antes
de que cerrara los ojos y sentir cómo vamos rodando, directamente hacia el
precipicio.
En el momento en que recobré la conciencia
estaba a unos metros del auto. Por el movimiento, mi cinturón de seguridad se rompió
arrojándome lejos de ti. Sentía como algo cálido me recorría la frente y
terminaba por nublar mis ojos. Con desesperación lo aparte con un brazo, mire
hacia todos lados, esperando encontrarte. Mallugado como estaba, me moví lo más
rápido que pude, buscándote. Tropecé
varias veces, quizá en una de esas fue donde me lastimé más, pero no me
importaba, lo único que deseaba era verte bien.
A lo lejos puede ver el otro auto, también desecho
pero con muchísimo menos daños que los que nosotros sufríamos. Otro vehículo
curioso se detuvo, tal vez fue él quien llamó a los primeros auxilios. No lo
sé.
Cuando por fin te hallé mi corazón se
detuvo. El verte de esa manera desgarró mi alma. Corrí hacia ti, estabas
atorado en la puerta del auto, con el cinturón enredado de mala manera sobre tu
cuello.
Sangre.
Mucha sangre. Los vidrios habían cortado tus
músculos, la lámina había despedazado tu pierna derecha, te encontrabas muy mal, pero vivo. Corrí
hacia ti, como pude te saque de ese sitio, a pesar de que gritabas, debía
alejarte de ahí, el olor a gasolina se mezclaba con el de la sangre, y unos
pequeños cortos eléctricos me indicaban que no era seguro que permanecieras ahí
hasta esperar al auxilio.
Me miraste. Por tus ojos color chocolate se
escurrían sendas lágrimas. ¿Por qué lloras amor? ¿Te duele? Duele mucho.
Sostuve tu cabeza entre mis brazos.
– Aguanta amor, aguanta. La ayuda viene en
camino – te dije sin dejar de mirarte, rezando por que así fuera.
– J-a-e-e – intentaste decirme algo, pero tu
boca escupió una alarmante cantidad de sangre.
– No, no digas nada – apresuré a decirte –
Pronto estarás bien – rogaba porque así fuera. Una fina lluvia comenzó a caer
sobre nosotros. A lo lejos el sonido característico de las ambulancias me daba
esperanza.
– JaeBoo – susurraste tan débil que apenas
fue un murmullo – Te-e amo – ahora yo lloraba tanto como tú.
– Te amo, te amo, te amo – te bese,
sintiendo el sabor metálico de la sangre colarse a través de mis labios – no,
me abandones, no me dejes… por favor… no me dejes…”
Por más que roge que no te fueras de mi lado, al final,
me dejaste… ¿Qué voy a hacer sin ti Yunho-ah?
Dijeron que el
conductor del otro auto se hallaba en estado de ebriedad, y que a pesar de
estar un poco grave sobreviviría. El peritaje indicaba que nuestro carro había
girado de tal manera que la mayor parte del golpe fue de tu lado, que eso
inhabilito la bolsa de aire, provocando que el volante apretara tu pecho,
rompiendo varias de tus costillas, las cuales perforaron tus pulmones. Eso y un
millón más de fracturas y contusiones que decían que tenías.
Al final solo
son palabrería que trata de explicar la situación… una donde tú ya no estabas
más…
En el funeral,
no solté ninguna lágrima. No me explicaba como habíamos llegado a tal
situación, esperaba que todo esto fuera una broma, una muy pesada, y que
aparecieras detrás de toda esa gente con un gran ramo de rosas, de esas que me
gustan mucho. Pero todos se acercaban, decían cosas que no entendía con una
cara de tristeza fingida. Ellos mentían ¿verdad? Aún espero que entres por esa
puerta con tu clásico andar elegante y tu sonrisa matadora.
Sin embargo, tú
no vendrás más… así te llame gritando, tú ya no estás a mi lado…
…
….
Changmin ha
estado acompañándome el día de hoy, ellos se turnan para cuidarme, al parecer
piensan que cometeré alguna imprudencia sí me quedo solo en casa. Escucho el
DING-DONG del timbre, no hago el mínimo esfuerzo por moverme, llevo escondido bajo
mis sábanas alrededor de un par de semanas, tal vez más, no sé, es difícil
contar el tiempo. Sin ti ya nada importa...
– Jae – oigo que
me hablan – Jae – me mueven ligeramente el hombro, pero no deseo nada, solo
quedarme aquí – Jae, alguien ha venido a verte – dicen. Mi corazón da un brinco
porque pienso que eres tú, que por fin has decidido dejar esta cruel broma y
ahora estás aquí para estrecharme entre tus brazos, lo sé, porque te conozco,
sé que no puedes estar mucho tiempo sin mí, así como yo sin ti.
– Hijo – me
dicen. Grande fue mi chasco al descubrir que no eras tú, sino una mujer mayor,
a la que reconozco como tu madre. Saludo por cortesía, sé que ella sufre tanto
como yo, y el solo hecho de recordarte hace que mis ojos se aguaden una vez
más. ¿Existe algún límite para las lágrimas?
Con cuidado ella
coloca una caja sobre la mesa, me dice palabras de consuelo, que sé que ni a
ella le sirven en este momento. Realmente es admirable, es tan fuerte aún en
esta situación, se parece tanto a ti, mejor dicho, tú eras tan parecido a ella.
…
….
Es muy tarde,
pero no puedo dormir, necesito de tu esencia para sentirme tranquilo. Los
chicos duermen acurrucados junto a mí, pero me he escabullido de ellos. Esa
caja que tu madre trajo esta tarde, me ha estado llamando silenciosamente, como
si quisiera que la abriera para descubrir sus secretos, tus secretos…
Llevo
observándola un par de horas, el frío de la madrugada me cala los huesos,
aunque no estoy seguro de si es el clima o es la falta de tu presencia.
Lentamente alargo mi brazo, temeroso de lo que pueda encontrar ahí, pero
anhelando algo que sea tuyo, es que logro destaparla. Dentro hallo tus
pertenencias, tus más valiosos tesoros. Recuerdo la postal de aquel lugar en
las montañas al que fuimos, fue el primer lugar que visitamos como pareja,
sonrío inconscientemente. Encuentro también un dulce en forma de osito, te lo
regalé hace mucho, mucho tiempo, siempre pensé que lo habías comido, pero al
parecer lo atesoraste. Entre fotos y varios de los regalos que te dí, encuentro
tu libreta de notas, solías escribir anécdotas para que después sirvieran como
anotaciones para alguna canción.
Mientras reviso
esa libreta, mis ojos se llenan de brillo, jamás dejaste que la viera, más que
lo que querías mostrarme de ella, sin embargo ahora me empapo con su contenido,
la mayoría habla de mí, de tú y yo juntos. Una leve sonrisa se asoma en mi
sombrío rostro, en definitiva, solo tú puedes hacerme feliz. Una hoja se escapa
del cuadernillo, cayendo suavemente al suelo, llamando mi atención.
Lo recuerdo.
“Estabas sentado en el alfeizar de la
ventana, el sol se colaba por el vitral, bañándote de un color dorado luminoso,
realmente parecías un dios. Sonrío ante tal comparación. Me acerco, cuidando de
no hacer ruido. Pareces muy abstraído entre tus pensamientos que ni siquiera
notas que estoy detrás de ti, sigues mirando a la ventana. Noto sobre tu regazo un cuadernillo
con una hoja suelta en blanco, no, no totalmente en blanco. Por curiosidad observo
por encima de tu hombro.
Te
amo
Amo
lo que muestras y lo que ocultas,
Amo
lo tienes en tu loca cabeza.
Tenía
tanto miedo de amar, pero cuando te ví
De
alguna manera mis dudas desaparecieron de repente.
– ¡Oh! ¡Boo! ¡Estás aquí! – dijiste
sorprendido, asustándome por hablarme tan de repente. Al percatarte que estaba
leyendo, de manera discreta lo escondiste de mi vista.
– Humm – hago un pequeño puchero al no ser
capaz de leer más.
– Ven – con un brazo me arrastras hasta tu
regazo, me estrechas entre tus brazos, depositas un beso en mis labios y
sonríes. Tan embelesado estoy contigo que ni siquiera noto tus negras
intenciones. Una sonrisa traviesa cruza por tus labios, pero es demasiado tarde
para mí escapar. Tus dedos apresan mis costillas, haciendo que me retuerza de
cosquillas.
– B-ba-bas-ta Yun-hoo – trato de decir entre
carcajadas, pero tú ríes casi tan fuerte como yo.
Después de un rato decides apiadarte de mi
pobre estomago, que ya me dolía de tanto reír. A pesar de haberme retorcido
sobre tu regazo, jamás me soltaste, por lo que aún me encuentro el pequeño espacio
entre tus brazos.
– Yunnie – digo con voz melosa, después de
haberme calmado un poco.
– Mmm – respondes, acomodando mi cabello por
detrás de mi oreja.
– Yunnie – digo de nuevo, me intriga el ver lo que me escondes – ¿Qué es eso que
escribías?
– Mi diario – respondes sin inmutarte. Te
miro acusadoramente dándote a entender que sé que no es cierto, pues tú no
llevas diario. – Ok – accedes al verte acorralado. – No es un diario en sí, es más
bien es un cuaderno de anotaciones.
– ¿Anotaciones? – pregunto aún más curioso.
– Si – asientes tocándome la punta de la
nariz. – Algunas son frases que escucho por ahí, comentarios sobre alguna
estrofa de una canción en específico, o sencillas anécdotas que no quisiera
olvidar.
– ¿Por qué esa hoja estaba suelta entonces?
– me miras detenidamente, como dudando que responder.
– Porque escribía una canción – dices algo
avergonzado. Nunca te has considerado como un buen escritor, escribes alguna
que otra estrofa que no te llega a complacer del todo, por eso siempre pides la
opinión de Yoochun o la mía.
– ¿Una canción?
– Si – desvías un poco la mirada y rascas tu
nuca, por tu comportamiento debo decir que sé que escondes algo más.
– ¿Qué clase de canción? Muéstramela –
exijo.
– No – dices de manera firme. Es la primera
vez que me niegas tan rotundamente algo, hace que mi corazón sienta un frío.
Hago un puchero por instinto y tus ojos se ablandan – Lo siento Boo – me
aprietas fuertemente – No puedo mostrártelo.
– ¿Por qué?
– Porque es especial. – ¿Especial? ¡Yo soy
especial! ¡Soy único! ¿Por qué escribes una canción que no quieres mostrarme?
Acaso… – No. No es lo que te estás imaginando – dices cortando el hilo de mis
pensamientos. – Esta canción es… es para ti – dices en un tímido susurro. Abro
los ojos en sorpresa, porque ahora mi corazón brinca de alegría. – Yo… yo
quiero plasmar todo lo que siento por ti en esta canción – te miro sin decir
nada, esperando a que continúes, con una ilusión aún más grande por escucharla. – Quiero que todo
el mundo entienda a través de su letra y melodía lo mucho que te amo.
Con aquellas simples palabras me haces
llorar, con cada pequeña acción que realizas haces que me enamore más del
hombre que eres. Yunho bendigo el día en que el destino te puso en mi camino y
más el momento en que decidiste fijarte en mí, siendo que millares mueren por
ti. Sentirme tan afortunado de tener tu amor es lo más maravilloso que me ha
pasado.
– Por eso quiero que esperes hasta que esté
completa – dices acercando tu nariz a la mía, sobándolas ligeramente – Quiero
que este sea nuestro regalo de bodas, que sea el primer vals que bailemos como
esposos, nuestra canción.
– Yunho te amo – digo para después unirnos
en un casto beso.
– También te amo Jaejoong.”
Por mis mejillas
nuevamente las lagrimas corren, el dolor en mi pecho hace que el aire comience
a faltarme tanto como tú me haces falta. Lloré y lloré hasta que la mañana
llego, hasta que mi desgarrada alma cedió al cansancio.
Desperté entre
las sábanas y almohadones de mi habitación, supongo que alguno de los chicos me
trajo hasta aquí. Sobre mi pecho, llevo firmemente sujeta una pequeña libreta,
tú libreta. Me levanto con una decisión. Después de mucho tiempo, por fin salgo
de mi habitación, me dirijo a la cocina, donde sé que están los demás.
Al llegar ahí,
sin hacer ruido, observo sus caras afligidas, llenas de desesperación e
impotencia por no poder hacer nada, más que estar a mi lado y esperar a que el
tiempo me de consuelo. Lo siento chicos, siento haberlos preocupado demasiado.
– Jae – dice
suavemente Yoochun al mirarme en la puerta. Los otros dos, alzan la vista,
abriendo los ojos grandemente al verme de pie. Yo solo trato de hacer una
mueca, en un vago intento de sonreír. Debo suponer que al final fue una sonrisa
por los brillantes ojos de Su, quien corre a colgarse de mi cuello.
Desgraciadamente para ambos, mi cuerpo no se ha alimentado correctamente, de
por sí era delgado, ahora lo estaba mucho más, lo que, consecuentemente nos
llevó a ambos al suelo.
– ¡Su! ¡Pato
inútil! – escucho que le recrimina Changmin mientras soy levantado por él. No
había notado lo mucho que Min había crecido, me alzó tan fácilmente como si de
una pluma se tratara.
– Lo siento, lo
siento – Su se disculpaba de manera graciosa, como siempre ha sido él, una risa
sale de mi rostro, lo que hace a Su intentar colgarse a mí de nuevo, pero sin
lograrlo ya que Min me ha cubierto con todo su cuerpo.
– Yo… – mi voz,
después de mucho de no ser usada más que para gritar de dolor, sale como un
ronco susurro, incluso me duele un poco la garganta. – Yo deseo hacer un viaje
– digo con dificultad.
Los tres me
miran incrédulos, para después mirarse entre ellos cómplicemente, tanteando
entre ellos las probabilidades de que fuera real y de que no lo usara para
dañarme en el camino.
– Quiero ir a
las montañas – digo, mi voz se va haciendo más audible. Ellos se miran una vez
más, no muy seguros de la idea ni de cómo decírmelo. Pero este es un viaje que
necesito hacer, por ti, por ellos, por mí.
– Jae – Yoochun
se acerca a mí dudoso, como temiendo que me dé un ataque con sus palabras –
¿Estás seguro? – coloca un brazo sobre mí, sé que me entiende, no por nada es
mi Soulmate.
– Sí – respondo,
sujetando con más fuerza ese cuadernillo que aún llevo entre mis brazos.
Con solo esa
palabra llena de fuerza y seguridad es que nos alistamos a emprender un viaje,
más bien, a pasar una temporada en las montañas, aquellas donde fuimos por
primera vez como pareja.
Al llegar a
aquel lugar el fresco aroma de los árboles inundó mis fosas nasales. El aire se
sentía ligeramente frío, siendo que estábamos en verano, la época perfecta para
apreciar la belleza natural que frente a nosotros se erigía.
De la parada del
autobús, teníamos que caminar un poco más hasta la posada donde nos
hospedaríamos por un tiempo. El sol matutino empapaba a las montañas, donde la
bruma se levantaba poco a poco. Tomé mi mochila, dándole la espalda a aquel
paisaje, seguro de encontrar uno mejor comencé a caminar cuesta arriba para
llegar al alberge y descansar un poco.
Dos amables
viejecillos nos dieron la bienvenida. Les recordaba, recordaba toda aquello con
detalle, pues ese era el mismo lugar donde tú y yo nos alojamos. Llámalo
masoquismo, pero me gustaba estar en partes donde tenía recuerdos contigo, pues
de esta manera te sentía a mi lado, más aún en este lugar.
“– Boo – me llamaste, estirabas tu mano para
que la tomara. El paisaje era como esos de una postal. Sonreí al tomar tu mano
– ¿No es hermoso?
– Lo es – dije. Me encontraba un poco
cansado, después de todo la altura era considerable y el llevar caminando
varias horas hacía que mi cuerpo bufara por falta de aire. Tenía el típico
dolor por debajo de la costilla, señal que estaba exhausto y que gozaba de una
pésima condición física. Tú en cambio estabas ahí, de pie, mirando
alternadamente al paisaje y a mí, tu tranquila respiración y sonrisa me daban a
entender que estabas tan fresco como una lechuga.
– ¿Sabes por qué escogí este lugar? – apretaste
mi mano un poco más sin llegar a lastimarme. Negué con la cabeza. La verdad era
que sí me cuestione un poco el por qué de este lugar, yo hubiese preferido la
playa, pero por alguna desconocida razón optaste por las montañas. – Sé que
querías ir a la costa a disfrutar del sol y del mar, pero ¿sabes Jae? Elegí
este lugar por estar más cerca del cielo.
Miraste hacia la bóveda azulada que se
cernía sobre nosotros, su color tan claro y puro, con las blancas nubes
algodonadas formando figuras tan cerca que las sentía al alcance de mi mano. Si
Yunho, es como un lugar cercano al paraíso.
– ¡AMO A JAEJOONG! – gritaste sin previo
aviso al cielo, haciéndome brincar en el acto. – Quiero que el cielo y todo el
planeta se entere que tú eres mi todo – sonreíste, me tomaste con ambas manos
por las mejillas y bésate mis labios.”
Sí esta es la zona
que creías más cercano al cielo, entonces es lo más cercano que estoy a ti. Por
eso elegí este lugar.
Llevamos varios
días aquí. Los primeros los pasamos acomodando nuestras cosas, ubicándonos en
el área y limpiando. No había tenido mucho tiempo para pensar, los chicos
insistían en que debería descansar, que mi cuerpo no se encontraba en
condiciones y no sé qué otras cosas, pero me negué a seguir siendo un vegetal
ambulante, por eso cada noche terminaba exhausto.
Cuando al fin
terminamos con las tareas, me dispuse a tomar el cuadernillo, un lápiz y un
pequeño chal que recubriera mis hombros por la tarde, sí bien, era medio día
quería pasar lo que restaba del día fuera, caminando, oliendo el perfume de las
flores, viendo las nubes rodar de un lado al otro, escuchar el canto de los
pájaros y el murmullo de los arroyos, y claro, por supuesto, pensar en ti.
– ¿A dónde vas?
– Min preguntó detrás de mí.
– Saldré a
caminar – me miro inseguro de dejarme ir solo, por un momento lo vi dispuesto a
acompañarme – Min – le dije – Esto es algo que tengo que hacer solo – arrugo un
poco su ceño, pero no dijo nada, aún así estaba esperando una explicación.
Cuando decidí que quería venir a este lugar ellos solo me siguieron, no
preguntaron ni hablaron, solo esperaban que les dijera el por qué de las cosas
cuando yo estuviera listo para hablar. Detrás de Min, Chun y Su miraban atentos
a la conversación. Les diría, se los debía. – Este lugar es especial, tanto en
mi corazón como lo fue una vez en el de Yunho – apretuje en mi pecho su
libreta. – Él me dijo que le gustaba este lugar por ser cercano al cielo. Sí él
lo creía yo también lo creo…
– Jae, esto solo
te hace daño – oí decir consoladoramente a Yoochun.
– Esto – dije
mostrándoles la libreta entre mis manos – Esto son las anotaciones de Yunho. Y
esto – saque dentro del cuadernillo una hoja suelta para mostrárselas – es una
canción, nuestra canción – me miraron confundidos. – Yunho estaba escribiendo
esta canción para mí, como regalo de bodas, como primer vals – explique – Él
quería que todos sintieran su amor por mí. Yo… yo voy a terminar esa canción.
Sé que no será lo mismo, pero mi amor por él es tan grande como el que él
sentía por mí. Sé que puedo… yo…
Ninguno dijo
nada, han pasado varios días desde aquello, a veces camino por veredas que mi
mente recuerda a tu lado, otras solo recorría nuevos caminos, desfrutando del
paisaje. Algunas ocasiones los muchachos me acompañan, unas caminan a mi lado,
otras mantienen una distancia prudente. Es conforme el ánimo que me encuentre.
Aunque agradezco infinitamente su compañía, prefiero caminar solo. Sentarme y
leer una y otra vez las cortas líneas plasmadas en esa hoja.
Te amo
No fue fácil para mí,
encontrar las palabras para una melodía,
Me conoces en realidad, sabes que tan mal
puedo rimar.
Tenía tanto miedo de amar, pero cuando te vi
de alguna manera mis dudas desaparecieron
de repente.
Releía los
versos que habías escrito, podía apreciar en la hoja, el bosquejo que era, una
y otra vez habías garabateado y borrado,
tanto que la superficie estaba desgastada. Pero yo, no quería escribir en algún
otro lado, quería continuar plasmando lo que teníamos en esa misma hoja.
Al principio
comenzaba a sentirme un poco frustrado por no saber que palabras utilizar,
estaba seguro de que me amabas, pero tú eras gentil y caballeroso, nada que ver
con mi alocada mente. Éramos el complemento el uno del otro, como el yin y el
yang, tan diferentes y a la vez tan parecidos. Pasamos por muchos momentos
juntos, tomados de la mano, me mostraste un mundo completamente diferente.
Al conocerte mi vida cambio,
volteaste mi mundo con un solo mirar.
Cuando miro las estrellas,
siento que a su lado tú brillas más.
El estar a tú
lado era completamente mágico, era como el retumbar de los fuegos artificiales.
Así eras tú a mis ojos, dentro de un mundo oscuro, donde a veces las estrellas
se reflejaban con poca intensidad, tu presencia es como esas flores llenas de
luz, sonido y color. Con solo verte, con solo pensarte, mi sonrisa aparece
naturalmente, mi corazón vibra, cada tamborileo parece decir “Yun-ho, Yun-ho”
en un rintintín constante.
Miro al cielo y
respiro profundo ese aire puro. Siento la brisa acariciar mis cabellos,
mientras la hierba se balancea armoniosamente. Una paz inunda completamente mi
ser, una que hace mucho no me visitaba.
– JaeBoo… – un
susurro en mi oído hace que mi corazón se paralice, volteo hacia un lado y
hacia el otro. Me levanto del lugar donde estoy y recorro con la mirada mis
alrededores. Nadie, no hay nadie en este paraje más que yo. Por un momento pude
jurar que…
Sacudo mi
cabeza, mientras el nudo en mi garganta se va formando, cada vez más tenso.
Cierro los ojos y las lágrimas se escurren de nuevo, no puedo evitar pensar que
eras tú…
Me pregunto si las cosas saldrán bien,
pero te miro
y en mi corazón no existen dudas.
Sabes que estaré contigo hasta el final.
Con solo ver tus ojos me conmociono,
cada palabra tuya resuena en mis oídos,
como las olas en el mar.
Recuerdo que
cuando te conocí te pavoneabas por ahí como el gran macho que decías ser, y
aunque lo eras, me causaba gracia el ver tu actuar. Yo era muy conocido por ser
un “príncipe de hielo”, o eso decía la gente, la verdad era que ninguno se
tomaba la molestia de acercarse un poco a mí y descubrir el por qué de mi
gélida personalidad, la cual al final solo era una fachada para ocultar mi
tímido y frágil corazón, pues en este mundo casi criminal te defiendes o te devoran,
siempre lo vi así, hasta que te conocí.
Me mostraste lo
que mi alma no podía ver, me enseñaste lo que es la amistad, la sensación de un
roce, la calidez de unos brazos, el valor de una promesa, de una u otra forma
todo tu ser ejercía una fuerza gravitacional sobre mí, le revelaste a mis labios la forma en la que
un beso se da, pero más que eso, le enseñaste a mi vacio corazón lo que es el
amor…
Hay momentos en los que no sé si es real,
no sé si lo que yo siento es normal.
Nunca imaginé ser tan feliz.
Cuando el sol se va, y sientes vacío en tu
corazón,
toma mi mano, anda no tengas miedo,
Yo te amo, te he esperado por tantos años.
A tu lado el
tiempo transcurría rápido y lento a la vez, no sabría explicarlo, mis ojos
trataban de retener todo el mundo que tú me mostrabas, los cálidos colores
otoñales, los dulces aromas navideños, los escandalosos sonidos primaverales y
la suave brizna veraniega. ¿Cuánto tiempo pasé a tu lado? ¿Mucho o poco? Cual sea que fuere, ahora siento que no fue
nada. Que no tuve suficiente tiempo para demostrarte lo mucho que eras para mí.
Que jamás hubiese soltado tu mano, que te hubiera, no, que te adoraré por el
resto de mis días.
– Yunho-ah ¿aún
recuerdas tu promesa? – dije al viento. – Prometiste estar a mi lado siempre…
– Siempre a tu
lado… Jaejoong… – el susurro del viento me respondió.
Amo lo que muestras y lo que ocultas,
amo lo tienes en tu loca cabeza.
Amo todo lo que tú representas.
Tomaré tu mano eternamente
Querido
no tengas miedo, pues yo te amo
Y
te amaré por mil años más.
– Yunho-ah –
susurro al viento. Estaba sentado sobre aquella ladera donde me siento más
cercano a ti, aquella donde escucho que el viento murmulla mi nombre como el
sonido de tu suave voz. – Yunho, llevo aquí un tiempo. He terminado de escribir
la canción, pero sabes, aún no encuentro las notas perfectas, por más que busco
no las hallo. Dime, amor, mi amor…
Todos los días
iba a ese lugar, me sentaba a esperar que el rumor del viento trajera tu bella
voz de nuevo a mis oídos, no me importaba que solo fuera mi imaginación y mis
enormes deseos por volver a verte, no, todo eso era irrelevante. Según los
chicos el estar ahí me había dado consuelo, dicen que mi aspecto esta mejor, y
la verdad Yunho, es que aquí te siento a mi lado, no quisiera marcharme, pero
como todos dicen, debo continuar mi vida, vivir por mí y por ti. Yunho, no
prometo que me enamoraré de nuevo, pero intentaré ser lo más feliz que pueda,
pues solo tú eres mi verdadera felicidad.
– Yunho te amo…
En ese momento,
todo sonido cesó, el canto de las aves, el rumor del viento entre los árboles,
el correr burbujeante de los arroyos cercanos, nada, todo en absoluta calma,
tan silencioso que parecía abrumador, aplastante a mis oídos, pero extrañamente
no sentí miedo. Era como si mi alma estuviera esperando por algo.
Hasta que
ocurrió…
Suaves notas
traídas por la brisa, comenzaron a resonar en mis tímpanos, tan dulces y pacíficas,
que generaban en mí cálidas ondas de confort, como la sensación de estar entre
tus brazos. La melodía parecía provenir de todas partes y a la vez solo dentro
de mí. Cerré los ojos, sin buscar explicación lógica, pues mi corazón sabía que
ese eras tú. Me deje envolver por la música, por un momento pude jurar que
aspiré tu aroma de nuevo, sin embargo, permanecí con los párpados cerrados,
temiendo que si los abría todo ese encanto se esfumaría, y no estaba seguro de
poder seguir sin terminar de escuchar lo bella de la armonía. Esta sonó una y
otra vez en mis oídos hasta que se quedo grabada en mi memoria, y, aunque solo hubiese
sonado una vez, igual se quedaría plantada en mi cabeza como un código
genético, pero ella se escucho hasta que mi corazón se sintió en paz.
– ¿Tu lo has
hecho, verdad Yunho? – sonrió al cielo, cuando por fin la música dejo de sonar
y abrí los ojos. Sin pensarlo dos veces, tomo la hoja en la que he estado
escribiendo, esa que era también tu borrador, y comienzo a apuntar cada nota
que en cabeza aún resuena. – Esto es lo que le faltaba a la canción – digo.
Levanto la
mirada y por el rabillo del ojo observo que hay alguien junto a mí. Me sonríe,
jamás había visto más hermoso sonrisa. Le correspondo. No tengo miedo pues sé
quién es. Su mano se acerca a mí y desacomoda mis cabellos suavemente. Todo mi
cuerpo se estremece al reconocer ese cálido toque.
– Yunho, mi
Yunho…
…
….
Sin faltar cada
día, después de aquella tarde, volvía al mismo prado donde lo vi, pero su
imagen no reapareció frente a mí, sin embargo, a pesar de tener la canción finalizada
sentía que no estaría completa hasta que la tocase para ti. En ese lugar todo
era tranquilo, extrañamente lleno de paz, sin las necesidades mundanas del
mundo “civilizado”. En ese pedazo de cielo, me encontraba sereno, aunque esto
no duraría para siempre, debía volver a la ciudad y retomar mi vida, una a la
que le temía más que a nada. No me sentía frustrado, ni triste, el vacio que
anidaba en mi corazón no se sentía tan pesado como al principio, pero aún
calaba. Sonreía más a menudo, comía sin saltarme ninguna comida, porque te lo
prometí, viviría. Pero, eso no quita el hecho de que me hagas falta. Te
extraño, te añoro demasiado.
Buscando entre
los salones de la posada, halle una vieja sala de música polvorienta que solo
contenía instrumentos tradicionales, ninguno de los cuales sabía tocar. La
curiosidad me llevó a sostener las cuerdas de una vieja cítara. Doce cuerdas de
seda tendidas sobre doce puentes móviles aguardaban para ser tocadas, para
dejar su melodía inundar el ambiente. Imaginé que su tacto sería cortante, pero
era suave, incluso la resonancia que hizo la cuerda vibró por el lugar,
produciendo un sonido claro y delicado, dándole vida de nuevo. Sonreí ante eso,
el rumor producido por la nota me recordó a algunos que en mi mente dejaste
ver.
Lo tenía, ese
era el sonido que trataría de emular para ti, pues en ese lugar no contaba con
un las notas de un suave piano para ayudarme. Desgraciadamente el destino
parecía ir en contra de mí una vez más. Al ser una vieja sala, también le
habían dado algún otro uso, ya que todos los instrumentos se encontraban
apilados unos sobre otros en los laterales de la habitación. Por lo que al
jalar la cítara de doce cuerdas, me percaté que ésta se encontraba debajo de
una monumental estructura. Un set de dieciséis campanas de bronce de diferente
grosor, montadas en dos hileras sobre
una estructura de sólida madera decorada, atrapaba a la vieja cítara.
Torcí la boca en
señal de desaprobación, aquella cosa pesaba demasiado, no bastaba con que las
campanas fueran de gruesas a más delgadas, pero debía de temer a las grandes,
se veían bastante amenazantes, ni tampoco la pesada madera decorada,
seguramente roble, colocaba sus patas sobre unos pilares de acero en forma de
león, los cuales se veían aún más pesados que la estructura misma; pero ni eso,
lo que me preocupaba era que sobre la madera decorada, sobresalían unas
puntiagudas ornamentaciones, debido a su altura y a la capa de mugre que las
recubría no podía asegurar si eran de madera o metal. ¿Qué clase de persona
adorna de esa manera un instrumento? Aunque eso no me impediría sacar el laúd
de ese lugar. Tocaría para Yunho, cantaría nuestra canción para él.
…
….
Al final les
pedí a los chicos que cantaran para nosotros. Imagino que debe gustarles mucho
ya que Su no deja de llorar, su voz se escucha entre-cortada por las veces que
se le rompe a causa del llanto. Changmin tiene una voz privilegiada, a pesar de
que hoy se le escucha un poco ronca, muerde sus labios a cada tanto, tan fuerte
que siento que se hará sangrar en cualquier momento. Yoochun, él no canta, solo
se dedica a tocar las suaves notas en un piano, por sus mejillas corren sendas
lágrimas que van a parar a sus manos que se mecen suaves sobre las teclas, para
dejar sonar la hermosa melodía que tú y yo compusimos.
– Yunho, es
hermosa – tú sonríes y tomas mi mano, apretándola un poco. Te devuelvo la
sonrisa, y miramos al frente de nuevo.
A un costado de
nuestros amigos, se encuentra una fotografía en un gran marco, en ella estamos
los dos, abrazados, sonriendo felices. Mientras ellos cantan aquella canción
que le mostrará al mundo nuestro amor, nuestro eterno amor.
– Yunho-ah, te
amo…
12 comentarios:
ToT
TTTTTTTTTT te juro que me puse a llorar con este shot, es hermoso, si, pero bastante triste...
Pobre JJ, seguir adelante si la persona que ama, aunque la canción siempre será un recuerdo del amor que Yunho le tuvo...
Gracias por compartir ;^;
Es hermoso lo lei en lalatvxq me gusto mucho fue muy lindo y malditamente triste por lo q les paso u.u
muy muy hermosa pero fue muy triste que yunho muriera y como jae se deprime y se estaba dejando morir de amor por yunho pero sus amigos siempre fieles a el nunca lo dejaron solo si no hubiera sido por el amor y apoyo de ellos tal vez jae se hubiera ido a reunir con yunho por lo depresivo que se encontraba
;;_;; estoy llorando a raudales!!!
Tan hermoso y tan triste....
hace mucho que no lloraba tanto y solo leí dos historias, creo que lo dejare por ahora por que la verdad ya no puedo llorar mas no se por que siento tanta nostalgia, gracias es simplemente hermoso, leeré las demás historias en otra ocasión
Escribes muy bien, tantas emociones en una historia y todo tiene tanta armonía. Gracias por compartir estas bellas historias con nosotras!
Es muy hermosa esta historia, pero muy trite qu me hace llorar. Gracias
T0T creo que ya llevaba un bueno tiempo sin leer un fic que me haga llorar .... dios eso fue hermoso. Perfecto !!! Y muy triste u.u ok tengo que calmarme TT0TT mi pobre <\3
gracias por compartir escribes hermoso u.u
Hiciste que llorara....no pude contenerme las lágrimas. ...aun cuando no estoy sola en la habitación.. .pero no pude aguantar.. ..tan triste y hermoso.. ..yo seguramente no seria escritora por que no podria matar a nadie.. ..menos a Yunnie.. .eres muy talentosa.. .
Me imaginaba con una exactitud los lugares que casi los olia y sentía. ....
La Libreta de Yunho.. ..recuerdo que una vez hablo de ella.. ..me pregunto di aun la tendrá.. .cuantos secretos guardara....
Bien creo ya me estoy recuperando u.u Muchísimas gracias. ..estuvo divino ....
Me encantó la estructura cronológica de la historia... La historia en sí misma, muy hermosa pero a la vez triste, llena de nostalgia...
;O; tan bonito pero tan triste al mismo tiempo...
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