FATED: CAPITULO 22

JaeJoong despertó de golpe horas después de llegar con los felinos. Escaneó el lugar en donde se encontraban sin notar nada extraño. Bueno sí. El lugar estaba inundado del más exquisito aroma masculino, una mezcla de madera, frescura de pino y rayos de sol, no podría explicarlo de otra manera.  Sin embargo, no fue el delicioso aroma, ni siquiera las recurrentes pesadillas que se han presentado cada noche después de su primera visión. No, fue la ausencia del calor que él siempre protegió.

Se incorporó sobre sus cuatro patas, el alba despuntaba por este, la pálida y tenue luz que emitía era insuficiente para distinguir más allá de sombras, contrario a su visión de lobo, en la que podía ver claramente.

Encontró a su cachorro a solo unos pasos, quedándose petrificado con la escena. Durante los dos años anteriores, JaeJoong siempre había soñado con lo que hubiera sido su futuro feliz, si YunHo no lo hubiera despreciado. Y, ahora, ahí estaba una de las visiones que más dolor y felicidad le causaban: UnHyea durmiendo plácidamente protegido por YunHo.

JaeJoong prácticamente dejó de respirar por algunos minutos, fue hasta que puntos brillantes aparecieron en su línea de visión que inhaló nuevamente. ¿Qué debería decir? YunHo no sabía quién era el cachorro, JaeJoong había dejado muy claro a UnHyea no regresar a su forma humana hasta que él se lo dijera. A JaeJoong no le cabía duda de que en el momento en que UnHyea se presentara en su forma humana, sería inmediatamente relacionado con YunHo. UnHyea prácticamente era un mini-YunHo. Incluso en su forma animal eran demasiado parecidos.

Mientras observaba la escena sin decidir si apartar a UnHyea de ahí o unirse a ellos, JaeJoong no dejó de notar que, a pesar de estar sumido en un profundo sueño, YunHo resguardaba a su pequeño como si fuera un tesoro, sin siquiera saber lo cercanos que eran el uno con el otro. También notó la expresión complaciente que UnHyea tenía, una que mostraba solo cuando JaeJoong vigilaba sus sueños cuando recién nacido.

Al final, cansado de pelear entre su instinto animal y la parte humana resentida, JaeJoong decidió que podía tumbarse junto a ellos solo un rato, despertaría antes que YunHo y nadie habría notado nada. Aunque su corazón doliera después, por ahora le iba a dar unos minutos de felicidad.

***

YunHo soñaba con un hermoso día de primavera, donde las flores desprendían los más dulces aromas mientras se mecían con la suave brisa. Un cachorro marrón se revolcaba sobre la verde hierba, aplastando a algunas flores, empapándose con ese aroma. Se le veía feliz, disfrutando del día, con la lengua de fuera, yendo de aquí para allá. YunHo incluso aguzó el oído al ver que el pequeño se había incorporado sobre sus cuatro patitas de forma alerta, y YunHo sonrió cuando descubrió lo que llamó la atención del pequeño. Una ardilla se paseaba de forma burlona sobre las ramas bajas de los abetos, haciendo ruidillos que sonaban ofensivos incluso a oídos de YunHo. Un pequeño gruñido salió del cachorro, YunHo no hubiera podido sentirse más orgulloso de él, el sonido a pesar de todo sonaba a una clara amenaza para la  socarrona ardilla, a la que le tomó un segundo darse cuenta que sería cazada. El cachorro salió disparado detrás de la ardilla. YunHo disfrutaba del juego tranquilo y posiblemente de la futura cena, cuando el aire a su alrededor se llenó del más delicioso aroma. El olor sobrepasaba por mucho al de las dulces flores, olía a fresas y a la primera lluvia de verano, era lo más increíble que YunHo hubiera olido jamás. No se cansaría nunca de ese olor.

Un hermoso lobo blanco se tendió a su lado, observando las pericias del cachorro marrón chocolate. Sus ojos se conectaron por un minuto y YunHo pudo distinguir en esos ojos negros amor y ternura, parecían brillar como las estrellas. La criatura frente a él era la más bella sobre toda la faz de la tierra, su gracia y elegancia sobrepasaban a cualquiera. YunHo no creía que tal imagen fuera real, tan dichoso, que cuando el lobo blanco comenzó a restregarse sobre él, el corazón de YunHo se detuvo un instante antes de palpitar con ávida alegría, para él mismo entregarse a esos juegos de frotarse el uno con el otro.

Repentinamente la imagen cambió. El verde pasto ardía con voraces llamas que consumían todo a su paso. La oscuridad contrastando contra el naranja vivaz del fuego. La desesperación inundando el aire. YunHo solo tuvo un segundo para estar sorprendido antes de buscar al cachorro y al lobo blanco.

El pequeño gemía agazapado entre el hueco de un gran árbol, en sus ojos claramente se reflejaba el miedo. YunHo corrió hacia él, pero antes de llegar fue detenido por una inmensa pared de fuego. Trató de buscar una nueva ruta hacia el pequeño, cuando los vio. Sombras arrastrando al bonito lobo blanco, llevándolo a la oscuridad, tiñendo su perlado pelaje en un oscuro color carmín. El lobo se aferraba con las garras y dientes a la tierra, pero de nada servía, era jalado con más fuerza.

Un aullido irrumpió el aire, el fuego por fin había alcanzado al pequeño, que corría en dirección del lobo blanco. Yunho fue testigo de cómo los dos eran capturados por las sombras, y por más que el lobo blanco peleara, el cachorro era llevado a la oscuridad. YunHo quería gritar, correr o hacer simplemente algo para  impedir que las sombras se tragaran a los dos, pero su cuerpo se mantenía estático…

A lo lejos, voces confusas imploraba ayuda. Ruegos que YunHo no podía entender, pero que se hacían más claros a la vez que más desesperante se hacía la idea de no poderse mover.

«Protégelos» decían.

«Él se los llevará…»

«Los quiere para él…»

***

YunHo despertó con el corazón palpitándole de miedo. Le tomó un par de minutos volver a calmarse. ¿Qué infiernos había sido eso? Precisamente eso, un infierno. Miró hacia abajo, el cachorro aún estaba echado entre sus patas delanteras, parecía entrar en un sueño intranquilo. YunHo sacó su larga lengua húmeda, comenzó a lamer al cachorro por el lomo, tranquilizando al pequeño de esa manera. Bien, a quien diablos se lo iba a negar, esa acción apaciguaba también su corazón. YunHo ni siquiera había notado el calor de otro cuerpo junto a él, por eso se sorprendió cuando un suspiro se escuchó demasiado cerca de él.

JaeJoong estaba tumbado a su costado. YunHo olvidó por completo su pesadilla, deseaba aullar de alegría, pero incluso en sueños, JaeJoong parecía decaído. Su inmaculado pelaje se notaba ralo y sin brillo. ¿Qué le sucedía a su pareja? ¿Quién los perseguía con tanto afán? YunHo no estaba seguro de que ir a la manada fuese lo mejor. No cuando estaban en plena guerra, aunque destrozara su corazón, YunHo prefería que JaeJoong y el cachorro se mantuvieran lejos del alcance de KyuBok.

Unos ojos castaños lo miraban desde el otro extremo de la habitación. El círculo de tiza resplandecía con la dorada luz del sol que se colaba por las ventanas.

Envuelto en una manta gris, un chico de cabellos castaños y rostro infantil lo miraba. YunHo no sabría decir si lo que reflejaba la mirada del chico era curiosidad, preocupación, molestia o compasión, ya que parecía tener una mezcla de todo eso y más.

—Lo has visto —dijo el chico. No fue una pregunta, fue una afirmación. —Eso es lo que JaeJoong ve cada noche es sus sueños desde aquel día —. YunHo quería preguntar qué día, pero el chico parecía todo un misterio y continuó hablando: —Eso es lo que sucederá si fallamos…

Calló repentinamente, como si jamás hubiera hablado. Fuera comenzaba el barullo de la mañana. Los felinos no eran conocidos por sus actitudes madrugadoras, así que Yunho juzgaba que serían alrededor de las nueve o diez de la mañana. Lentamente se incorporó,  a pesar de que quería disfrutar más del calor de sus nocturnos compañeros, YunHo sabía que había que dar prioridad a algunas cosas antes de partir.

***

JaeJoong se pateaba mentalmente las bolas por haberse quedado dormido. Originalmente su plan era solo echarse un rato dejándose llevar por sus fantasías, pero pronto, el calor, el aroma y la seguridad que sentía a lado de YunHo lo hizo dormir más profundo de lo que lo había hecho en meses. Cuando despertó por la falta de YunHo, rodó los ojos así mismo. ¿Qué si YunHo comenzaba a pensar que JaeJoong solo era un ofrecido? Después de todo solo habían compartido una noche y YunHo había dejado claro que no quería a JaeJoong, ahora que se vuelven a ver, JaeJoong tardó solo dos segundos antes de echarse a sus brazos. No. Eso no era lo que JaeJoong deseaba. No importaba de todas maneras lo que YunHo pensara de él, ahora tenían otras cosas por las que preocuparse primero.

La puerta se abrió, mostrando a YunHo con solo una túnica gris alrededor de su cuerpo. JaeJoong agradecía estar en su forma de lobo, de esa forma no se notaría el sonrojo que ahora lo cubría. YunHo estaba ahí, con la luz matutina cayendo sobre su castaño cabello brindándole dorados reflejos. A pesar de traer cubierto el cuerpo, JaeJoong podía hacerse una buena idea de cómo los músculos de YunHo estarían debajo. Sacudió la cabeza para alejar la lujuria de sus pensamientos.

—Es hora de partir. Me gustaría ofrecerles el desayuno, pero me temo que es mejor irnos cuanto antes. Unos felinos nos escoltarán hasta el límite de su territorio, ahí, nos esperan algunos de mis centinelas.

YooChun se veía que quería objetar, pero una mirada de JunSu lo acalló. El plan de YunHo se escuchaba bien, así que estaban bien con eso.

Al pasar por el gran salón lleno de almohadones, los tres líderes felinos les esperaban. —Esperamos que lleguen bien a su destino.

JaeJoong dudaba, pero debía darles una advertencia lo suficientemente clara. Por la noche solo habían llegado a conclusiones sin una firme base. Los felinos sabían que debían estar atentos y que los lobos buscaban a su chamán.

En eso estaba cuando JunSu dijo todo por él. —Una gran guerra se aproxima. Existen shifter que están dispuestos a todo por el poder, por la dominación de todos las criaturas shifter, pero más que eso está dispuesto a exterminar a… —JunSu cortó sin saber cómo explicarlo. —A seres como nosotros en pro del poder —terminó. Por los ojos de los líderes felinos la comprensión pasó, dando lugar al horror.

Con esa advertencia, los felinos tendrían los ojos más abiertos. A las pequeñas comunidades asentadas a lo largo de su territorio se les ordenó instalarse en la mansión principal y sus alrededores. No volverían a ser tomados con la guardia baja.

Corrían en su forma animal. YunHo llevaba a UnHyea con él. Ni siquiera había preguntado si podía tomarlo, solo lo había hecho. Lo peor, UnHyea se veía feliz de ir sobre su lomo. YunHo era bastante malditamente grande que UnHyea iba sobre él, agarrándose del pelaje de su cuerpo con sus pequeñas fauces. Si en algún momento lo mordió fuerte, YunHo no hizo ningún movimiento que lo indicara. Si bien iban rápido, la velocidad no era tanta como para acalambrar sus músculos y hacerlos jadear por un poco de aire, o para tumbar a UnHyea del lomo del lobo.

En realidad, esta parte del viaje fue demasiado tranquila. Tanto que era aterrador pensar en lo que les aguardaría una vez que abandonaran territorio felino.

Afortunadamente, tal como YunHo lo había indicado, varios centinelas los aguardaban en los límites. JaeJoong se abstuvo de gruñir o rodar los ojos cuando los centinelas lobos lo miraron. Sus ojos se abrieron con estupefacción, que dio paso a la molestia e indignación. Por algunas horas, JaeJoong había olvidado el estigma que causaba un Lobo Blanco como él. Mientras vivió con Mok, resguardado por la barrera, JaeJoong había podido ser como cualquier lobo, cualquier chaman lobo para ser más exactos. Podía correr libremente en su forma animal si el velo que los juicios hacían a ojos de otros. A los felinos tampoco pareció importarles el color de su lobo, si estaban sorprendidos ninguno dijo nada. Entonces, de nuevo, ¿por qué solo los shifter de su raza se veían tan reacios a aceptar  el color de su pelaje?

Mostró un poco sus dientes. JaeJoong estaba tan malditamente cansado de esa actitud de tratarlo como peste. No toleraría más ese tipo de talante. Tenía todo el derecho a ser quien era. Sí, era un poco diferente, pero no era un maldito extraterrestre con pegajosos tentáculos para que lo miraran de esa forma.

Contra todo pronóstico de JaeJoong, YunHo emitió un gruñido bajo y amenazante. Los centinelas lobos cuadraron inmediatamente su cuerpo, retirando cualquier mirada que le hubieran dado a JaeJoong. Comenzaron a avanzar, los centinelas alrededor de ellos, pero todos cuidando de no dirigirle la mirada a JaeJoong.

Bien, ahora le estaban dando el trato de la fría indiferencia, como si ignoraran que JaeJoong venía con ellos. Pero a él, no podía darle más que igual. Ya trataría con su actitud después. Lo importante ahora, es la misión por delante.

Cuando llegaron a terrenos conocidos, JaeJoong se ponía cada vez más nervioso. Una cosa era alardear de lo que podía hacer con unos cuantos soldados y la otra enfrentarse a toda la manada. Claro, tenía a JunSu y YooChun, pero ellos eran casi tan indeseados como JaeJoong; solo esperaba que UnHyea se mantuviera siempre seguro.

Le extrañó tanto ver la enorme e intrincada cerca de púas que circundaba la aldea de la manada. YunHo y los felinos habían comentado algo acerca de una pelea por el territorio. Según JaeJoong recordaba hace mucho que no habían tenido un enfrentamiento como tal, vamos, ni siquiera una rencilla de manadas vecinas, entonces ¿qué fue lo que origino todo esto?

JaeJoong veía como la una vez hogareña y vivaz villa, se había convertido en algo muy diferente. Si bien, las estructuras estaban aún ahí, la expresión en las personas era lo que hacía la tremenda diferencia. Sus antes sonrientes rostros habían desaparecido dejando unos rostros pálidos y cenizos, sin el menor atisbo de sonrisa. Parecía como si vivieran en bajo el constante látigo del miedo.

Varios lobos aullaron cuando entraron por algo que parecía ser una puerta entre la cerca de púas. Los centinelas se dispersaron una vez dentro de la aldea. Sin embargo, YunHo siguió avanzando, a un trote lento.

Los chamanes miraban hacía todos lados mientras seguían a YunHo. No había mucha ciencia para saber hacia dónde se dirigían. Eran tres lobos sin manada, debían presentarse ante el Alfa para hacerle saber sus motivos.

Mientras que el lugar se veía tal cual JaeJoong lo recordaba, había varias estructuras que habían sido añadidas de última hora. Por ejemplo la cerca y el edificio blanco de una sola planta (que parecía ser un pequeño hospital) frente al kiosko. Tristemente, el camino hacia las huertas estaba bloqueado, y no había niños o adolescentes paseado por la plaza. Solo soldados que patrullaban dentro del perímetro.

Las cortinas se movían al pasar, indicándoles que eran observados por los residentes. No sabían si de forma curiosa u hostil. Nadie se quedaba lo suficiente para que apreciaran sus rostros. A excepción de aquellos pocos que deambulaban por el pueblo, quienes al verlos les lanzaban las mismas miradas de sorpresa e indignación a partes iguales.

Cuando llegaron a la casa del Alfa, JaeJoong no estuvo más feliz. Una vez que traspasaran el umbral, las cosas se pondrían realmente serias. ¿Qué si el Alfa no quería escucharlos? ¿Y si lo hacía, qué si no les creía? ¿Qué si el Alfa tuviera el mismo estigma que los demás y pidiera la piel de JaeJoong para ponerla de tapete? No es que tuvieran pruebas verídicas de que un Lobo Negro los ha estado atacando y que éste está planeando generar un reinado de terror. Tendrían suerte si el Alfa los escuchara, aunque a JaeJoong el Alfa Jung SangMin siempre le había parecido justo, ahora con la batalla a cuestas no sabía qué esperar.

***

YunHo había bajado al cachorro en cuanto traspasaron la cerca. Si bien la cerca no era un obstáculo para nada, ya que ellos eran shifters, les daba una cierta sensación de seguridad, puesto que alguno no lograban saltar la barricada completa. Además de que hacía mucho ruido si alguien se atoraba en ella alertando a todos los centinelas. Idea de ChangMin, ese chico era realmente inteligente cuando dejaba atrás todo ese sarcasmo.

De reojo veía como JaeJoong inhalaba los conocidos aromas de su pueblo natal, aunque ahora no tuviera nada parecido a ello. Podía ver como los demás lobos de la manada lo miraban, pero nadie tenía las suficientes agallas para decir algo, ya que YunHo iba con ellos. El cachorro por su parte caminaba curioso de todo, ajeno a la tensión que el pueblo tenía.

El porche de su casa se vislumbraba, no es que el pueblo fuera muy grande. Lo primero que haría, sería conseguir ropa para los lobos. Por mucho que fueran shifters acostumbrados a la desnudez, nadie vería la cremosa piel de JaeJoong. Además que pronto tendrían que tocar un tema sumamente delicado, por lo que era mejor andar vestidos.

Lo segundo que haría sería alimentarlos. No habían probado bocado desde el tentempié que los felinos les habían proporcionado. A juzgar por la forma en la que el cachorro lo devoró, necesitaban un buen plato caliente.

Al llegar, YunHo cambió inmediatamente, se colocó sus pantalones que siempre estaba en la entrada y los guió hacia la estancia. Olfateó el aire en busca de cualquier rastro anormal.

—Si buscas a ChangMin está de guardia —anunció una gran voz que bajaba por las escaleras.

El Alfa se quedó congelado al ver a los tres lobos y al cachorro en la sala de estar. Examinó uno por uno, deteniéndose especialmente en JaeJoong, cuyo pelaje blanco contrastaba con el resto de la habitación adornada en ricos tonos marrones. Sin embargo, el Alfa miró con especial atención al cachorro que trataba de meterse entre las patas del lobo blanco. Una mirada de ternura brilló en sus ojos antes de continuar su descenso.

—YunHo, proporcionales algo de ropa. Humm… una buena comida también les caería bien.

YunHo sonrió gratamente, su padre no había dicho ni mirado a JaeJoong como si fuera el augurio de la muerte. Subió a su habitación y tomó algunas prendas. Pantalones de chándal y camisetas.

Encontró a los lobos donde los había dejado. Se giró al mismo momento que su padre para darles algo de privacidad. Aunque por dentro rugía que él sí tenía permiso para ver la nívea piel de JaeJoong y no esos otros dos lobos escuálidos. Cuando volvió, los tres estaban en su forma humana. El lobo dentro de YunHo deseaba arrastrar a su pareja escalones arriba y reclamarlo como lo que era, su pareja. JaeJoong se veía más caliente que el infierno con la ropa de YunHo puesta.

—Vengan, antes de hablar, comamos —dijo el Alfa. Seguía mirando al cachorro con expresión curiosa y tierna. Una vez más, el pequeño se había quedado en su forma animal.

Comieron en relativo silencio, con el Alfa instando a que probaran sus guisos, comportándose de extraña forma paternal con los tres chicos, pero su mirada siempre estaba en el cachorro, sonriéndole y tratando de acariciarlo, por mucho que el pequeño gruñera o tratara de ocultarse detrás de las piernas de JaeJoong o en su regazo.

Cuando la comida hubo terminado, siguieron sentados alrededor de la mesa. Los tres chicos comenzaron a mirarse de manera nerviosa, sin saber realmente qué decir. Por su parte, el Alfa parecía encantado con el rejego cachorro que le mostraba los dientes cada que el hombre quería acariciar su lomo.

—Es un placer volver a verte, JaeJoong —dijo el Alfa, poniendo en tensión a todos. Sin embargo, el Alfa se veía relajado, aún trataba de acariciar al cachorro.

—Ehh… yo… nosotros… —balbuceaba JaeJoong.

—Son bienvenidos a la manada, pero debes saber que nos encontramos en guerra con la manada del norte.

—Eso hemos escuchado —intervino YooChun. El Alfa lo miró sin saber si su tono había sido impertinente o no, al final, lo dejó pasar.

—Creo que no los conozco a ustedes.

—Son YooChun y JunSu —presentó JaeJoong, señalando a cada uno. —Son mis compañeros —YunHo gruñó ante el honorífico que JaeJoong les estaba dando. Nadie más que él era pareja de JaeJoong que —de mi pequeña manada, por así decirlo. —Eso pareció calmar al lobo de YunHo. El Alfa miraba significativamente al cachorro. —Él es UnHyea —dijo con un tono cortante JaeJoong, tampoco ofreció mayor información sobre el pequeño.

—Bien —dijo el Alfa mirando a JaeJoong. —Quizá deban descansar. Podemos hacer las formalidades más tarde. —YunHo, muéstrales sus habitaciones.

—Si le parece bien, me gustaría mejor instalarnos en mi antigua casa. Podría ver a mi madre también —dijo JaeJoong.

YunHo y su padre se miraron por unos segundos, la expresión en su rostro se ensombreció, y JaeJoong lo supo. No, más bien lo confirmó. Su madre ya no estaba más.