FATED: CAPITULO 23

YunHo miró a su padre sin saber cómo responderle a JaeJoong. Durante las horas anteriores, había estado tan impresionado con volver a verlo y mantenerlo seguro que había mandado al fondo de su mente la cuestión de Kim MinAh. Su padre parecía tener el mismo dilema. ¿Cómo iban ellos a decirle que su madre estaba extraviada? ¿Qué posiblemente fuera rehén? O en el peor de los casos, que estuviera muerta.

—¿Cuánto tiempo hace? —preguntó la tímida voz de JunSu. JaeJoong parecía perdido.

—Un par de días —dijo el Alfa. La extrañeza en su voz era evidente, la sospecha en su mirada auguraba problemas.

—Debí venir antes. Debí venir antes. Pude haberlo evitado. Debí venir antes… —comenzó a repetir JaeJoong mientras se tomaba el cabello con las manos, en un claro gesto de desesperación. Porque, a pesar de saberlo, JaeJoong había rogado que no fuera cierto, o que fuese un sueño premonitorio. Lo había deseado con su corazón, aferrándose a esa pequeña esperanza de encontrarla aún en casa, juntando hierbas para hacer sus mil y un infusiones.

YunHo se preocupó entonces por el cachorro que comenzaba a asustarse por la actitud de JaeJoong. UnHyea se veía agitado.

—JaeJoong cálmate, lo estás asustando —le dijo YunHo.

—¿Cómo quieres que me… calme? —su tono iracundo bajo varios decibeles cuando fijó su mirada en el cachorro. Lo tomó entre sus brazos y comenzó a mecerlo. —Ya mi cielo, todo está bien. Mamá solo tuvo un mal momento. No te asustes, corazón —le susurraba al cachorro a la oreja. Si YunHo no fuera un shifter no habría entendido lo que JaeJoong recitaba, pero eso lo había dejado más confundido que al principio.

UnHyea gimoteaba y daba pequeños aullidos que indicaban que el pequeño estaba sollozando, al igual que el chico que lo sostenía. JaeJoong seguía rezando la letanía “Todo estará bien. Mamá no dejará que te hagan daño” mientras mecía al pequeño entre sus brazos. Al final, UnHyea se quedó dormido, pero JaeJoong no dejaba de mecerlo.

—Ella está viva, JaeJoong —le susurró con calma JunSu, colocando tímidamente una mano sobre su hombro, como temiendo que si al hablarle o tocarle, JaeJoong perdería los estribos de nuevo. JaeJoong lo miró un momento y luego asintió. —Lo sabes. No te culpes. La encontraremos.

***

Cuando "el gato se hubo salido de la bolsa", el Alfa decidió que era mejor hablar en lugar de descansar, de todas maneras, no creía que JaeJoong fuera a estar tranquilo después de lo que le dijeron.

UnHyea dormía en una de las habitaciones de arriba, más específicamente en la habitación de YunHo. Entre tanto ellos estaban sentados en la sala de estar, con todos los músculos tensos. La mirada del Alfa vagaba entre su hijo a JaeJoong, preguntándose por el accionar de su hijo de ahora en adelante. Era evidente que JaeJoong ocultaba muchas cosas, cosas demasiado importantes.

—Bien, pequeños lobos —dijo con su voz grave y familiar. —Hemos sido presentados, hemos disfrutado de una buena comida, pero no me han dicho el motivo por el que están aquí. Independientemente de lo que le pasó a tu madre, JaeJoong.

Los tres chicos se miraron un momento antes de dejar caer los hombros en señal de rendición, pero sin soltar palabra. —Solo estábamos de visita —respondió YooChun, aunque a todas miras era una mentira.

—Curiosa época para venir de vacaciones —señaló con tono de sospecha.

—No somos espías o algo así —respondió con tono apretado YooChun.

En realidad, el Alfa no creía que los chicos tuvieran algo que ver con la guerra entre manadas, solo quería saber sus reales motivos para regresar. Muy seguro estaba que JaeJoong hubiera evitado volver a casa. —No he dicho que lo fueran.

Solo un suspiro en forma de respuesta. Se mostraban reacios a confiar en él, algo que indignaba al Alfa.

—Imagino que pasaron por mucho antes de llegar aquí —dijo el Alfa. YunHo le había informado acerca de los perseguidores. —Pero, si no confían en mí no puedo ayudarlos.

—Si no pudiste ayudar a mi madre, dudo que puedas ayudarnos —respondió JaeJoong.

El Alfa dejó pasar la ofensa y el desafío en las palabras del joven lobo, después de todo, tenía razón. Kim MinAh había puesto su confianza en él y él le había fallado.

JaeJoong suspiró más fuerte aún, tratando de mantener toda su frustración en control. —Lo siento —dijo con la mirada perdida en el suelo. Por el rabillo del ojo, vio como YunHo hizo el amago de tomar al chico entre sus brazos para confortarlo, pero al final, apretó los puños y cruzó los brazos, como si de esa manera pudiera evitar tocarlo.

—No. Tienes toda la razón al culparme —los ojos de JaeJoong lo miraron. —Ella confió en mí, no, nosotros. Estuvo en primera fila ayudando a la manada, pero al final, se la llevaron.

Cuando hubo tenido la atención de los tres jóvenes lobos, el Alfa explicó cada palabra que MinAh le había revelado, su mayor secreto, sus temores, sus habilidades. Fue más allá de eso, relatándoles también el origen de esta nueva batalla entre manadas, la forma en que el nuevo líder se movía, la manera en que manejaba a sus súbditos, el terror que en ellos causa, sus extrañas habilidades y el inusual color de su lobo.

—¿KyuBok? —preguntó JaeJoong incrédulo. Recordaba al abusador chico que siempre lo molestaba, el tipo que era más músculo que cerebro. No podía ser verdad ¿o sí?

—Aunque no lo creas JaeJoong, los miembros de la manada del Norte que están bajo nuestra protección lo han descrito como tal. Además hemos enviado rastreadores para confirmarlo. Y sí, es ese muchachillo que solía molestar a los demás. —YunHo gruñó. —Lo que es más impresionante de todo esto, no es la forma en la que maneja a la manada o la guerra, es el terror que causa. No creí jamás que tuviéramos a un psicópata en nuestra manada.

—Nosotros también hemos sido cazados por un Lobo Negro. Algunos de nosotros incluso desde niños —dijo en voz baja YooChun. Decidió, al igual que Kim MinAh, poner su confianza en el Alfa, relatándole su historia, la de JunSu y JaeJoong con ese Lobo Negro, las advertencias de Mok y las visiones de JunSu. Ahora nadie pensaba que eran simples coincidencias. Los lobos de colores tan puros no eran comunes y menos uno negro.

Se hizo silencio por espacio de unos minutos, cada uno pensando en las revelaciones que se acababan de hacer, cuando la puerta se abrió intempestivamente, haciendo sobresaltar a JaeJoong, JunSu y YooChun, mientras que los dos Alfa se colocaron en señal de alerta.

Un muy desnudo hombre entraba por la puerta trasera. Su cabello castaño ligeramente rizado le daba un aire salvaje, que contrariaba a las suaves facciones recién salidas de la adolescencia. Su cuerpo tan alto como el de YunHo, aunque ligeramente más delgado, con músculos fuertemente comprimidos, bañados en una piel color vainilla dorada por el sol.

—El maldito solo nos está provocando —dijo adentrándose en la habitación. Claramente sin importarle su desnudez. JaeJoong se sonrojó hasta las orejas antes de desviar la mirada hacia el librero, como si estuviera muy interesado en los volúmenes que allí se encontraban. YunHo dio un ligero gruñido de advertencia, antes de colocarse frente a JaeJoong, ocultándolo de la vista del muchacho. —Wow. Tenemos visitas muy, pero muy deliciosas —dijo con una cínica sonrisa, mirando con sus ojos color avellana a YunHo, o más bien al chico detrás de YunHo.

—ChangMin. Ponte. Algo. De. Maldita. Ropa —señaló YunHo, con cada gramo de autocontrol que tenía para no sacar a su hermano de ahí y morderle una pata por insinuar que su JaeJoong era delicioso. La cosa no mejoró cuando miró hacia atrás, JaeJoong se abanicaba con las manos.

—¿Por qué? Es el estado natural de los shifter —expresó con falsa inocencia. —Además, parece que les agrado de esta forma —su ceja derecha levantada en una coqueta insinuación.

YunHo gruñó de nuevo. —Ponte eso —intervino el Alfa, lanzándole unos pantalones antes de que su tonto hijo mayor destrozara a su cínico hijo menor. —Tenemos visitas —con la cabeza le indicó que había más que JaeJoong.

Un grito ahogado salió del pequeño lobo con rostro infantil. Sus ojos castaños abriéndose más a cada segundo que su mirada recorría el cuerpo de su hijo. ChangMin se colocó la prenda mientras estudiaba al los otros dos chicos, su sonrisa haciéndose cada vez más grandes cuando pequeños suspiros salían de la boca del pequeño lobo.

—Hola —dijo con un tono grave y seductor al chico de cabello castaño, quien no dejaba de mirarlo con la boca abierta, sus regordetes labios intentando pronunciar palabra. Inmediatamente el otro chico de cabello negro se colocó frente a él a modo protector. Realmente a ChangMin no le importaba mucho, los dos chicos frente a él eran una verdadera obra de arte ante sus ojos. —Hola a ti también —dijo, utilizando el mismo tono. Su mano se alargó para tocar la mejilla del chico.

—JunSu, YooChun, este es el idiota de mi hermano, ChangMin —expresó YunHo. Sin embargo, ninguno de los tres parecía prestarle la más mínima atención. Se miraban como si estuvieran solo ellos tres. La mano de ChangMin seguía congelada en el aire, sin tocar a YooChun, pero mirándolo con sorpresa.

—¿Qué decías cuando entraste? —el Alfa cortó el momento.

Se escuchó un gruñido antes de que ChangMin se diera la vuelta, moviéndose lentamente antes de colocarse frente a YooChun y JunSu. ¡Oh, Diablos! Esto no podía ser cierto. —Dije que el maldito Lobo Negro nos está provocando.

***

JunSu captaba a media la conversación, sus ojos no dejaban de pasearse por el desnudo torso de ChangMin. Su cuerpo tenía la justa cantidad de músculos, no demasiado abultados, bastante duros a juzgar desde su lugar. Sonrió cuando vio que YooChun hacía su mejor intento por mantener su mente en el lugar, desgraciadamente su cuerpo lo traicionaba, ya que cada poco tiempo comprobaba a ChangMin por el rabillo del ojo. ¿Quién iba a pensar que en tiempos tan oscuros encontrarían a la otra parte de su alma? JunSu solo rezaba para que ChangMin no los rechazara por ser chicos como YunHo había hecho con JaeJoong.

—Bien. Entonces eso haremos —finalizó el Alfa. JunSu comenzó a entrar en pánico cuando se dio cuenta que se había perdido todo el plan, si es que habían dicho uno. Pero, la mirada del Alfa se suavizo al verlos. —Dije que enviaría unos centinelas a la antigua casa de JaeJoong, algo de ropa a su tamaño les vendría bien antes de comenzar la reunión con mis comandantes. Por lo que puedo ver, ustedes tienen mucho de qué hablar.

En ese momento, una refinada mujer entró en el salón, haciendo que todos enmudecieran al verla. El aire en el lugar se tornó demasiado tenso. —Hay un cachorro en tu habitación, hijo —dijo a YunHo. —Está haciendo demasiado ruido para que pueda tomar mi siesta.

A JaeJoong no le tomó más de dos segundos levantarse e ir hacia donde su hijo se encontraba. YunHo salió detrás de él, pero la fuerte mano con uñas de color rojo intenso lo detuvo en el umbral.

—¿Dónde crees que vas tú? —su tono era bajo y amenazante.  YunHo la miró con desafío antes de soltarse. —¿Quién es él cachorro? —preguntó. —¿Y estos perros callejeros? —desprecio en cada una de sus palabras al ver a JunSu y YooChun.

ChangMin gruñó. JunSu tomó la mano de YooChun, por alguna desconocida razón, la mujer le daba miedo. Inconscientemente tomó el borde de los pantalones de ChangMin, ya que este se encontraba frente a ellos y la mujer.

—¿No me responden?

—Somos JunSu y YooChun —dijo YooChun. Su voz podría sonar plana y confiada, pero solo JunSu sabía cómo realmente se sentía, nervios ante la que sin duda era la Loba Alfa. Ella solo arqueó una ceja en modo despectivo. —El cachorro le pertenece a JaeJoong.

Un sonido inapropiado para una dama salió de su boca. —¿Y donde lo consiguió? ¿Cree que porque consiguió a un cachorro que se parece a mi YunHo, cuando crezca será el sustituto de mi hijo? Se nota que…

—¡Ya basta! —YunHo rugió. Los cristales de las ventanas retumbaron ante el sonido. JunSu se acercó más a YooChun, y a su vez más a ChangMin.

—¿Por qué? Tú ya lo rechazaste, no veo porque deba guardarme mis comentarios —dijo. JunSu podía ver cómo a YunHo le costaba trabajo mantenerse en calma, aunque sus garras y dientes se estaban extendiendo. —En cuanto a ustedes —JunSu tragó saliva— se ve que son de la misma calaña que “ese”. Una mirada y ya están detrás de mi pequeño Chang…

Lo siguiente que iba a decir fue acallado por la grande mano de ChangMin en la boca de la loba. Si bien no había fuerza aplicada en el agarre, JunSu podía apreciar cómo de tensos estaban los músculos del chico.

—No ofendas a mis parejas —dijo con ira controlada. Los ojos de la loba se abrieron por sorpresa antes de pasar al odio.

—¿Parejas? ¡¿Son hombres?! ¡¿Cómo piensas que continuaran el linaje?! ¡¿Acaso no piensas tener cachorros?! ¡Esto es una abominación! ¡Es anormal! ¡Es… culpa de ustedes, malditos!

ChangMin gruñó, se acercó más a la loba, acorralándola en la pared. —No me importa. Nada de lo que estás diciendo me importa. Ellos son míos —gruñó. Su tono era bajo, letal y tenía una actitud posesiva que envió un escalofrío de deseo por la columna vertebral de JunSu. —Di una solo palabra más en su contra y me olvidaré de quien eres, madre.

ChangMin tomó la mano de ambos y los jaló escaleras arriba. Tanto JunSu como YooChun estaban impresionados. Por la cabeza de YooChun, pasó, aunque sea por solo un segundo, el hecho de que al ser hermano de YunHo podía rechazarlos por no ser mujeres, o algo así. Sin embargo, quedó más que claro que ChangMin los quería, y ellos se sentían completos a su lado. Sonriendo irían donde el chico los llevara.

***

JaeJoong se quedó de piedra al escuchar a ChangMin. Había comprobado a UnHyea, pero su bebé estaba durmiendo profundamente, por lo que había regresado a la sala al escuchar los gritos, quedándose a mitad de camino en las escaleras. Siempre había pensado que ChangMin era demasiado franco, a veces hasta grosero, pero con un buen corazón. Sonrió cuando miró a sus amigos pasar, uno en cada mano de ChangMin. El chico estaba echando humos, pero ni eso opacaba la gran sonrisa de JunSu, ni el brillo de felicidad que alumbraba los ojos de YooChun.

ChangMin había dicho que no le interesaba nada más, que ellos eran suyos. ¿Por qué YunHo no pudo hacer eso? Se mordió el labio para no gritar de dolor, furia y desolación. Toda una maraña de sentimientos atorados en su garganta queriendo brotar al mismo tiempo.

Sus ojos se encontraron con los de YunHo.

JaeJoong juraba que fue amor, devoción y arrepentimiento lo que reflejaban los ojos marrones, pero no podría estar seguro, o quizá, simplemente su ser rogaba que así fuera. YunHo no le dio tiempo para analizarlo. Sus fuertes brazos rodearon a JaeJoong en un instante.

—JaeJoong —susurró. Había soñado noche tras noche con él llamándolo por su nombre, pero ahora que estaba envuelto en él, lo único que JaeJoong quería era correr en dirección contraria. Podía sentir a YunHo apretarlo fuertemente como si supiera de sus intensiones.

Repentinamente todas esas ganas de huir se desvanecieron. El aroma de YunHo era abrumador, su cabeza comenzaba a marearse, entonces, todas esas palabras que rompieron su corazón volvieron a su cabeza.

«¿Sentir qué, JaeJoong?» Negando la atracción.

«Lo que tú y yo vivimos fue solo una hermosa experiencia que recordaré por mucho tiempo. No serás tan fácil de superar. Búscame para la siguiente luna llena.» Sus palabras llenas de cinismo apuñalando el corazón y las esperanzas de JaeJoong como dagas.

«No me dejes YunHo...» La súplica. El ruego para que su pareja no lo abandonara a su suerte.

«¡YunHo, no me abandones!» Un grito desesperado por hacerle entrar en razón al hombre que lo había marcado suyo para después despreciarlo.

Pero, al final, nada de eso había servido. Las crueles palabras de YunHo perforaban la mente de JaeJoong como si acabasen de ser dichas. Recordó también las noches que pasó llorando por él, anhelando que volviera a buscarlo, que volviera por él.

Sendas lágrimas comenzaron a caer, mojando el pecho de YunHo. El dolor que tanto había retenido hacia doler su garganta. Quería golpear a YunHo por haberlo dejado a su suerte… por haberlos abandonado…

Sus manos en un puño tratando dando certeros golpes en el masculino pecho, tratando de alejarse de él, deseando darle tan solo un poco del dolor que él sufrió.

Golpe.

Dándole tan solo un poco de la angustia que sintió cuando sintió el rechazo y lo que con él ocasionaba… soledad.

Golpe.

Tristeza al no poder compartir la felicidad que por un momento como ese se debía tener… un cachorro.

Golpe.

Haber abandonado todo y a todos lo que quería para adentrarse en un mundo desconocido, sin la certeza de saber si estaría bien con su pequeño regalo.

Golpe.

Por enviarlo solo a pelear por su vida y la de su pequeño en un mundo donde eran cazados por estúpidos estigmas.

Golpe.

Por no estar a su lado cuando la nueva vida surgía dentro de él… por no calmar sus temores.

Golpe.

Por la forma en la que tenía que morder sus labios antes de dar una falsa sonrisa cada que su pequeño le preguntaba por su padre.

Golpe. Golpe. Golpe.

JaeJoong sollozaba fuertemente. Su garganta dolía por el nudo que se acumulaba en ella, haciéndose cada vez más grande. Sin embargo, YunHo no lo soltaba. Cada golpe, YunHo lo aceptaba, apretándolo más a su pecho. JaeJoong solo deseaba que lo dejara ir.

Sus garras se extendieron al igual que sus colmillos. Arañó la espalda de YunHo, pero él seguía sin soltarlo. Desesperadamente trataba de alejarse. Quería y a la vez no hacerle daño. Ladeó la cabeza un poco, abrió la boca y hundió sus colmillos en unos de los fuertes bíceps de YunHo.

La roja y picante sangre comenzó a aplacar su furia… cerró los ojos, demasiado cansado, demasiado aturdido…

***

YunHo había gritado de dolor cuando las garras de JaeJoong se enterraron en la carne de su espalda, dejándola escindida, ardía como el infierno, pero se merecía esto y más. Cada golpe que JaeJoong le dio lo recibió sin más, su pareja temblaba en sus brazos a cada puñetazo que daba. Su rostro se contraía de dolor a cada minuto que pasaba. Sin poderlo contener, las lágrimas también recorrían su rostro.

Lloraba por el dolor que le había causado a su pareja. Si tan solo no hubiera sido tan estúpido. YunHo podía sentir el sufrimiento de JaeJoong en oleadas, cada golpe adentrándose como puñales en su pecho, pero no por el dolor físico, sino por la angustia con la que JaeJoong daba cada golpe. YunHo solo podía aferrarse más fuerte al delicado cuerpo que peleaba con afán para alejarse. No lo permitiría. YunHo ya había perdido mucho por su estupidez. Se aferraría a JaeJoong con todo lo que tuviera, hasta que él decidiera perdonarlo o acabar con su vida, lo que fuera su decisión. Porque YunHo estaba seguro que si JaeJoong no lo perdonaba, entonces él mismo se entregaría a los brazos de la muerte, pues no tenía sentido vivir una vida sin JaeJoong, desgarrándose a cada segundo por no poderlo sostener.

Sus colmillos se alargaron por el dolor en su espalda, pero no era nada comparado con el dolor en su pecho. Un fuerte gruñido se escapó de su garganta cuando JaeJoong mordió su brazo. El olor de su sangre inundando la habitación, escurriéndose el líquido por sus músculos hasta adentrarse un poco en la boca de JaeJoong.

Extrañamente, su pareja comenzó a calmarse, para después perder el conocimiento en sus brazos.

Cuando JaeJoong se hubo calmado, YunHo fue más consciente de su entorno. Había acorralado a JaeJoong entre la pared y él para no rodar escaleras abajo. Puede que no hubiesen sido muchas, pero YunHo no iba a arriesgar a su pareja. Sus padres observándolo desde la sala de estar con la mirada estupefacta. YunHo pudo notar que en algún momento su madre había querido interferir, pero la mano de su padre estaba firmemente colocada sobre su hombro derecho. El Alfa lo veía con compasión.

Haciendo caso omiso de ellos, YunHo levantó a JaeJoong en sus brazos y lo llevó a su habitación. Tuvo cuidado de no despertar al pequeño UnHyea al colocar a JaeJoong a su lado. Fue al baño, se desnudó y cambió. El cambio ardió en su piel como agua hirviendo, pero era la forma más rápida para sanar las heridas de su espalda. Solo le tomó unos instantes antes de regresar a su forma humana. Con un paño húmedo fue donde JaeJoong y comenzó a limpiarle la sangre seca que se acumulaba en su boca y manos. Si JaeJoong hubiera querido realmente hacerle una herida de muerte, YunHo no habría tenido oportunidad. Pero sabía a ciencia cierta que JaeJoong solo quería que sufriera un poco de lo que él lo hizo. YunHo jamás le diría que cada noche después de que JaeJoong se marchó fueron una lenta tortura, esperando por lo que sabía no vendría. No le contaría la infinidad de veces que arrancaba a correr hasta que sus cansados músculos protestaban por el cansancio llevándolo a la inconsciencia, soñando con su bonito lobo blanco.

YunHo tomó una ducha antes de acostarse junto a JaeJoong. Pasó su brazo alrededor del chico y lo atrajo hacia sí. Habían pasado dos largos años desde que había tenido a su pareja entre sus brazos. Era la sensación más gratificante que jamás hubiera sentido. Suspiró cuando el aroma a frutas y lluvia de verano característico de JaeJoong se coló por sus fosas nasales. YunHo haría cualquier cosa por su pareja.

JaeJoong comenzó a removerse entre sus brazos después de un rato. Abrió los ojos y trató de huir dándose la vuelta, quedando de espaldas a YunHo. —Solo un poco más, JaeJoong. Déjame sostenerte así un poco más —YunHo rogó.

Y JaeJoong lo permitió.

YunHo sonrió feliz antes de pegar su pecho a la espalda de JaeJoong y hundir su cabeza en el espacio entre su cuello y su hombro.

Debieron quedarse dormidos, pues YunHo despertó cuando el cachorro se incorporó en sus cuatro patitas. Sus ojos marrón chocolate recorriendo su entorno. Ahora que YunHo lo veía, no solo se le hacía familiar, lo sentía suyo. Era misma sensación que había tenido por la noche anterior. Mientras el cachorro analizaba todo sin bajarse de la cama, YunHo lo analizaba a él. Sonreía cada vez que el pequeño ladeaba la cabeza. Cuando por fin se fijó en ellos, YunHo empezó a pensar que quizá sostener a JaeJoong de la manera en la que lo estaba haciendo no fuera buena idea, parecía que JaeJoong jugaba un papel muy importante en la vida del cachorro. El pequeño se acercó y lo olfateó. Sus ojitos brillaron de felicidad antes de acurrucarse en medio de ambos.

JaeJoong despertó al sentirlo sobre él, sonrió de la manera más tierna y UnHyea zumbaba de gusto. Estuvieron así un rato, disfrutando de la comodidad de estar cerca. UnHyea lamía la cara de YunHo cada tanto, a veces mordisqueándole juguetonamente los dedos antes de volver a lamerlo, para después volver a hacer lo mismo con JaeJoong.

Los ojos negros de JaeJoong lo miraron con un brillo que no había visto en años. YunHo se preguntó si JaeJoong podría perdonarlo. Deseaba tanto que lo que ahora compartían durara toda su vida.

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N/A: Hola a todos!!! Lamento mucho si hasta este punto la historia se está haciendo un poco aburrida, a veces las ideas brotan, pero no hallo palabras para enlazarlas. Con este capítulo damos comienzo al arco final de la historia. Muchas Gracias por sus comentarios!!!