FATED: CAPITULO 2

JaeJoong estaba sentado en la pequeña mesa de la cocina, con un trapo bañado en esencias de hierbas curativas sobre su mancillada mejilla, una taza de té en sus manos, y frente a él, su madre, con una postura totalmente rígida, con sus cambiantes ojos.

Su madre parpadeó, y entre cada parpadeo, sus ojos iban de un azul intenso al negro acostumbrado. Jamás hacía eso frente a las demás personas, pero algunas veces se le escapaba frente a su hijo, aunque ahora era más evidente que nunca.

—JaeJoong, mi dulce JaeJoong —comenzó, mirándolo con todo el amor de una madre. —Siempre te dije que usaras ese relicario para tu protección, y no mentía —dijo mirando al colgante que JaeJoong usaba en el cuello. —Tu padre me dio ese collar cuando nos emparejamos. Como tú sabes, no pertenezco a esta manada, mi manada original, bueno ellos no eran muy comprensibles con seres como yo.

«¿Con seres como yo?»

—Soy un shifter lobo, pero también hay sangre mágica en mí. Soy un chamán, un ser dotado de la magia de la naturaleza.  Tenemos la facultad de curar, de comunicarnos con los espíritus y a veces presentamos habilidades visionarias y adivinatorias. Estamos muy ligados a la manada en la que vivimos y a nuestra pareja. —En sus ojos destelló el brillo de las lágrimas al recordar a su fallecido esposo, sin embargo, con un parpadeo, estas se fueron. —Dependemos mucho de nuestro compañero, ellos están destinados a protegernos, y junto a ellos, nuestros poderes se incrementan, pero sin ellos, gradualmente los perdemos. —Se miró las manos y suspiró. —Usualmente antes éramos respetados, incluso adorados por nuestras habilidades, sin embargo, el temor del humano dentro de los shifter se incrementó a tal grado que nacer como un chamán ya no es una bendición, sino una maldición.

»Mi manada anterior se enteró de mi condición, asesinó a mis padres, solo yo y mi hermano huimos, perdí a ChungHo en nuestra carrera —sus ojos se tornaron azules, mientras lágrimas escapaban ahora de sus ojos recorriendo sus mejillas. —Mi hermanito era mi responsabilidad y sin embargo, yo lo perdí. Jamás pude hallarlo de nuevo —suspiró con pesadez. —A pesar de todo, fue en esa carrera donde encontré a tu padre. El amor que nos teníamos podía enfrentar a todo un ejército de lobos. Era un excelente guerrero. Buscamos por mucho tiempo a ChungHo, pero no obtuvimos rastro alguno de él. Solo espero, si sobrevivió, no me guarde rencor y haya tenido una buena vida, una vida linda como la mía —miró a JaeJoong y le sonrió.

»Tú mi dulce niño has heredado toda esta capacidad. Cuando supe que estabas en camino, un rayo de luz de luna nos anunció tu llegada, por lo que también supe que nacerías con esta maldición. Al igual que mis padres hicieron conmigo cuando el momento se acercaba, tomamos las medidas necesarias. Como has de saber, al nacer un shifter, nace como cualquier bebé humano, pero a los pocos minutos se revela su forma animal. Temía que en ese momento algo de tu poder se revelara ante la comadrona y todo acabaría, pero no fue así. Ella era una mujer muy comprensiva, de aquellas que aún creían que nacer chamán era una bendición, tú no solo eres diferente por eso, el color de tu lobo también es algo inusual. Un lobo blanco, no es común para esta clase de lobos, en especial porque tu tono es solo uno, existen lobos blancos con diferentes tonalidades de gris claro en su pelaje, pero tú, mi dulce niño, tú eres totalmente blanco, ningún pelo gris se vislumbra en tu pelaje, otra cosa que revelaba lo que eres y se ponía en tu contra para vivir tranquilamente en una manada.

»La comadrona sugirió que jamás cambiaras frente a alguien, solo muy pocos saben de qué color es tu lobo. Tu olor es difuminado por las hierbas que hay en tu colgante, de esa manera nadie que no quieras sabrá cuál es tu verdadero aroma. Por eso siempre te insté a usarlas, tu aroma puede delatar que eres un chamán, por lo que es peligroso, pocos conocen o saben diferenciar el aroma de un chaman, pero todos notan ese algo diferente en ti, eso es sin duda porque pueden olfatear la magia dentro de ti.

—Madre, si las hierbas ocultan mi olor, ¿cómo me encontrará mi pareja?

—Tu aroma cambiará cuando seas adulto, lo que será la próxima luna llena. No eres como los machos de la manada, tu aroma es diferente un poco más dulce, pero tampoco llega a ser tan dulce como el de una hembra. Estarás seguro mientras la luna llena esté en el cielo, los olores mezclados de toda la manada serán el camuflaje para el tuyo. Solo será irresistible para tu compañero, solo a él revélale tu identidad.

—¿Y si no me quiere? ¿Y si me rechaza?

—¿Quién te rechazaría, mi amor? ¿Quién sería capaz de decirle que no a tan linda carita?

—Los chicos piensan que Go AhRa es lo más bonito de la manada. Algunos hasta la llaman princesa.

—Ciertamente es una niña hermosa, que se convertirá en una aún más hermosa mujer, sin embargo, tú serás el sol, para aquel que esté destinado a estar contigo.

—Destinado…

JaeJoong no dejaba de preguntarse quién sería aquel que el destino le habría de dar. Secretamente esperaba que fuera YunHo, pero su conciencia le decía que la pareja de YunHo era AhRa, nadie en la manada ponía duda de ello, y sin embargo, el corazón de JaeJoong latía con cada pulso que el de YunHo daba.

¿Sería capaz de amar tan profundamente a su compañero, tanto como amaba a YunHo? JaeJoong no lo creía posible, pero confiaría en ello, porque, después de todo, el destino lo eligió para él.

Con esas ideas en la cabeza y toda la nueva información se recostó sobre su mullida cama y se acurrucó soñando que YunHo era su pareja destinada, soñando con los fuertes brazos del moreno alrededor de su cintura, con sus labios depositando besos por todo su ser…

* * *

El día de luna cada vez estaba más cerca. En el aire ya se podían olfatear los aromas dulces que las hembras solteras desprendían y por el cual los machos jóvenes comenzaban a volverse locos.

«Tendrían que tener control» pensaba YunHo al ver a dos jóvenes babear literalmente cuando una chica un poco mayor paso a lado de ellos. Sí, esta también era su primer luna, pero sentía que debía tener un poco más de dignidad que andar babeando por las calles cada que pasaba una chica. Realmente era un poco deplorable el hecho de ver a los chicos casi masturbarse en plena vía pública.

Sacudiendo la cabeza YunHo siguió su camino, quería comprobar que tanto había cambiado el olor de AhRa. Imaginaba que debía ser exquisito, pero también comprobaría cuantos perros estaban alrededor.

Al llegar a unas casas de la de AhRa, pudo comprobar que el aroma de la hembra era dulce, olía como a vainilla con chocolate. YunHo arrugó un poco la nariz, si bien era un rico aroma, no estaba seguro de que a su lobo le hubiera gustado demasiado lo dulce que era. Tal vez solo necesitaba acostumbrarse a este nuevo aroma. Dio la vuelta sin siquiera comprobar a todos los chicos que estaba sentados fuera de la casa.

Caminó por la plazuela sin ningún motivo en especial, rodeo el pequeño kiosco que estaba lleno de amantes y siguió su camino, pensaba regresar a casa, hasta que un fresco aroma  a frutillas se coló por sus fosas nasales. Su lobo inmediatamente despertó entusiasmado. Levantó la nariz olfateando todo el lugar, pero solo podía obtener destellos del mismo.

Con los ojos recorrió el lugar buscando a la dueña de aquel fresco aroma, pero no había nadie salvo los amantes del kiosco. Olfateo en dirección a ellos, pero no eran los dueños del aroma que buscaba. Con la nariz levantada percibió que el exquisito aroma se dispersaba hacía el oeste y se acentuaba hacia el este, por lo que sus pies lo llevaron en esa dirección.

Camino hasta llegar a los huertos que la manada tenía. El sol se colaba por entre los árboles frutales, los cuales desprendían los dulces aromas de sus frutos, tan parecido al que había captado momentos antes.

Con un suspiro derrotado pensaba darse la vuelta e ir a casa directamente, comenzaba a creer que por fin su lobo había salido de su control y no quería pasar las penurias de estar los últimos dos días antes de la luna babeando por cualquier cosa.

Había dado solo un paso cuando una voz suave comenzó a cantar. YunHo se quedó estático, su lobo también parecía muy entretenido en escuchar, casi podía sentir como meneaba la cola como cualquier perro casero al tiempo que sus orejas se levantaban para escuchar mejor. La canción era una de tantas que sonaban en las radios locales, una de esas boybands que enloquecían a las chicas, que, de hecho YunHo creía estúpida, pero inexplicablemente en aquella voz se escuchaba linda.

La curiosidad lo mataba, su lobo le exigía salir de su escondite y conocer a esa persona. YunHo tomó un suspiro y se encamino hacia la voz. Lo que descubrió lo hizo abrir los ojos grandemente.

JaeJoong estaba recargado en uno de los árboles, muy cerca de las fresas que se esparcían por el blando suelo fértil. Entonando una canción, su cuello se exponía blanco y frágil, su cabello negro caía hacia atrás liso y sedoso, sacando destellos cada que JaeJoong se movía un poco. Sus ojos cerrados exponían sus largas y negras pestañas, mientras que sus abultados labios se veían aún más rojos de lo normal, como si los hubiese usado demasiado.

El lobo de YunHo gruñó nuevamente ante el pensamiento de que alguien hubiera besado a JaeJoong hasta dejar sus labios rojos.

El sonido hizo que JaeJoong abriera los ojos demasiado rápido, acabando así con la hermosa imagen que YunHo tenía. El chico se incorporó un poco temeroso de lo que pudiera pasar y eso solo hizo que el lobo de YunHo gruñera más, asustando a JaeJoong.

—¿Qué estás haciendo aquí? —exigió YunHo. Bien sabía que era un área libre, donde toda la manada se podía pasear, pero no encontró mejor pregunta que hacer, aunque su tono sonó mucho más hosco de lo que pretendía.

JaeJoong miró hacía uno y otro lado antes de responder. —S-solo vine aquí a pensar.

Sus ojos se movieron rápidamente hacia todos lados, como buscando algo, lo que le indicó a YunHo que obviamente el chico le estaba mintiendo. Estaba esperando a alguien. Lo que lo hizo enfadar aún más.

—Mientes —soltó en un gruñido. Dioses, su lobo estaba tomando el control de él y pronto vería el cuello del chico entre sus fauces si no lograba calmarse. YunHo le adjudicaba esto a su primera luna como adulto, pero algo en él le decía que era la forma en la que JaeJoong se comportaba. No le gustaba la idea de que el chico viera a alguien, no le gustaba la idea de que el chico le mintiera. Olfateo de nuevo esperando encontrar algún otro aroma delator, pero solo la frescura del bosque y la dulzura de las fresas se colaba en su nariz. —Fresas —dijo, mirando los labios de JaeJoong. —Te has comido las fresas —expresó sin ningún tono.

JaeJoong lo miró con culpa. Todos en la manada sabían que YunHo había sembrado fresas especialmente para compartirlas con Go AhRa en su primera noche de luna, y ahora JaeJoong se había comido la mitad de ellas. Bueno eso era una mentira, solo se había comido un cuarto de ellas, las otras fue el pequeño animalito que descubrió el huerto.

Un recorrido de miedo estremeció a JaeJoong. La mirada en YunHo era demasiado oscura como para descifrarla. Normalmente no se dejaba intimidar, pero la simple presencia de YunHo era imponente.

YunHo lo tomó del brazo tan rápido que JaeJoong soltó un gritito de sorpresa. Ahora entendía por qué era quién era. Otro estremecimiento lo recorrió cuando YunHo comenzó a olfatearle el cuello, esta vez no fue de miedo, el placer se disparó por su cuerpo en ondas, erizando su piel a su paso. Con todo su ser reprimió el gemido que estuvo a punto de escaparse de sus labios cuando YunHo hundió la nariz en la parte posterior de su oreja y sus labios rozaron suavemente su piel.

—Esas fresas eran mías —aclaró. YunHo estaba deleitándose con el delicado aroma a fresas que el cuerpo de JaeJoong desprendía. Imaginaba que era por la cantidad de frutillas que se había comido el chico, y la frescura de su piel la asociaba con el huerto y río cercano. —Las sembré especialmente para AhRa.  

—Yo-yo… lo siento… yo…

Un ruidillo sacó a YunHo de su trance, dándose cuenta de la comprometida posición en la que se encontraban. Él acorralando al chico, olfateando su cuello, mientras JaeJoong lo tenía tomado de la camisa. Cualquiera pensaría mal de eso.

Giró su atención al ruidillo y allí descubrió al cómplice del hurto. Un felpudo animalito se comía rápidamente las fresas. Sus orejas se movían pero parecía acostumbrado a la presencia del shifter, su colita se movía a la par de sus orejas.

YunHo arrugó la nariz y gruñó un poco. El pequeño culpable ni siquiera se inmutó, por lo que YunHo avanzó hasta tomarlo de las orejas.

—¡Noo! —gritó JaeJoong. Al parecer el felpudito era amigo de la pequeña mierda.

—Entre tú y éste se comieron mis preciadas fresas. ¿Sabes cuánto tiempo tardé en sembrarlas? Y ni hablar de sus cuidados.

—No las cuidaste demasiado, yo venía aquí para limpiarle la hierba mala —murmuró rápidamente JaeJoong, aunque guardó silencio al ver la furiosa mirada del moreno.

—¿Qué? —cuestionó, pero JaeJoong sabía con qué oponentes era mejor ser sumiso. ‘Calladito te vez más bonito’. —Ya que tú y tu felpudo amigo se comieron mi presente para AhRa, ahora él —zangoloteó al asustado animal —será una buena cena para el día de hoy, o quizá mañana —gruñó.

JaeJoong gimoteó. Sus ojos se llenaron de lágrimas que no derramó, pero si le rogó a YunHo por la vida del animalito que se había convertido en un amigo para él.

—Te enviaré una de sus patitas, ya sabes, para eso de la buena suerte —dijo mientras se despedía.

YunHo escapó lo más rápido de ahí con el felpudo animal en sus manos, no tendría el corazón para hacerlo la cena, además los enormes ojos negros de JaeJoong rogándole por la vida del animal le dejaban pocas ganas de hacerlo. Se rascó la cabeza, frustrado. ¿Qué demonios le estaba pasando? Su lobo estaba perdiendo los estribos. Primero el sentido de posesión que estaba teniendo por JaeJoong, luego lo olfateaba como si fuera la cosa más deliciosa en el mundo y por último verse indefenso ante sus enormes ojos.

Miró al animal. —Tú tienes la culpa —dijo, pero dejó de tomarlo por las orejas para acunarlo en sus brazos. No le haría daño, no si era importante para JaeJoong. Su lobo gruñía ante el solo hecho de ver sufrir a JaeJoong.

«Y dale de nuevo con eso».

YunHo definitivamente había llegado a la conclusión de que a su lobo se le habían cruzado los cables, ya volvería a ser el mismo cuando los efectos de la luna pasaran.

* * *

JaeJoong se sorbió los mocos para que no cayeran sobre toda su cara. Ya tenía un pésimo aspecto por todas las lágrimas derramadas. No solo era que YunHo se fuera a comer a su amiguito, no, era el hecho de que por primera vez YunHo tuvo un contacto más íntimo con él para después intimidarlo. Él nunca creyó que YunHo fuera cruel, solo un poco estúpido, pero quien a esa edad no lo era. La mayoría pensaría lo mismo de JaeJoong si lo vieran llorar por un conejo que se comía la mitad del huerto.

Miró hacia el cielo, donde el sol comenzaba a bajar, tiñendo las hojas de los árboles de colores anaranjados. Mañana sería luna llena, su primera carrera con la mandada y no podría correr al lado de ellos porque era un lobo blanco, pero, si la suerte le sonreía, su pareja estaría ahí. Una parte de él rogaba que YunHo fuera su pareja, pero la parte consiente pensaba que eso solo eran las ilusiones de un niño estúpido.

JaeJoong siempre ha tenido un amor unilateral, YunHo jamás le ha dado ni la hora, entonces porque su cuerpo reaccionó al toque de YunHo y su corazón se sintió desesperanzado cuando él se alejó.

Con un suspiro JaeJoong se levantó de aquel lugar, rogando porque YunHo no le enviara a su conejito en partes, y pidiendo a los dioses fuerza para continuar. De acuerdo a su madre mañana comenzaría un gran cambio para él, y por su propio bien tenía que encontrar a su pareja lo más rápido posible. La magia dormida dentro de él haría pronto su aparición y sin alguien que le protegiera estaba perdido.