HOJAS DE OTOÑO: CAPITULO 13

―Yo también estoy herido...

Eso me descolocó totalmente. No sabía cuan enamorado pudiera estar de JunSu. Algo en mi se cuarteo, pero no dije nada, me limité a seguir mirando por la ventanilla. Las gotas de lluvia parecían verdaderamente interesantes.

―Jae ―me llamó.

―Humm.

―Jae, por favor, no seas así. Necesito un poco de apoyo moral.

«¿Apoyo moral? ¿Tú? ¿Él que casi mata a mi amigo?»

Lo miré feo. Agradecía que el semáforo estuviese en rojo, podía darme el lujo de asesinarlo con la mirada.

―No es como tú piensas.

«Ahora resulta que me lees la mente».

―¡Agggh! ¡Olvídalo! ―exclamó desesperado, al tiempo que pisaba el acelerador con potencia. ―¡Creí que tú de todas las personas me entenderías! ¡Pero eres igual a todos!

―¿Por qué habría de entenderte? ¡No soy adivino para saber qué es lo que piensas!

―¡Eres mi amigo!

—YooChun también es mi amigo. —YunHo guardó silencio. Siguió avanzando con gran velocidad. Quería deshacerse de mí, por no comprenderlo.

Llegamos rápidamente a nuestro destino, mi casa. Sin mirarlo o dar las gracias, baje del auto, azotando con fuerza la puerta. Corrí a la entrada, tratando de buscar mis llaves para evitar mojarme más de lo que estaba haciendo. Abrí la puerta y entré sin mirar atrás. Iba a cerrarla con el pie, pero algo me lo impidió, haciendo que esta se abriera totalmente.

Un empapado YunHo estaba ahí en el umbral. Mi moral me impedía dejarlo fuera. La lluvia arreció mientras trataba de abrir la puerta. Con un gesto de la cabeza lo invité a pasar. Subí las escaleras en busca de toallas, una para él y otra para mí. De paso algo de ropa seca.

Le lancé la toalla para que no terminara de empapar el piso. —Quítate eso —le indiqué su sudadera. Dándole otra. La más grande con la que contaba. No podría ofrecerle algo más, pues era evidente que nuestros tamaños no eran lo mismo. Además no estaba tan, tan mojado.

Me dirigí a la cocina para preparar un té, sintiendo que él me seguía. ¿Qué debería hacer o decir? No me encuentro en la posición donde deseo consolar el roto corazón de YunHo.

—Jae —me llama. Suspiro hondamente antes de mirarlo. —Siento mucho todo esto. No supe controlarme y… y yo…

—Tú estás herido —repetí sus palabras.

—Sí. —Aquello se clavó de manera profunda en mi corazón.

—Debes quererlo mucho —dije casi en un susurro, pero audible.

—Más que quererlo —lo miré, rogando que no me dijera que estaba enamorado de esa arpía —es mi orgullo herido. —«Pfff» respiré. ¿Orgullo herido? —Creía que tener una relación con JunSu sería tranquilo, el chico parecía quererme bastante y a mí me gusta sentirme cuidado por alguien.

Por un momento mi cabeza procesaba la información. Yo también lo quiero bastante, es más yo estoy enamorado de él, entonces, ¿por qué JunSu? ¿Le gusta ser mimado por alguien? Yo también lo hacía, y sin embargo, yo no era el novio.

—Tú eres mi amigo —dijo como adivinando mis pensamientos. —Tu amistad es de lo más valioso que tengo.

«Claro».

—Jae, es tan desesperante ver tus ojos sin realmente saber qué es lo que están diciendo.

—No dicen nada YunHo, solo te escucho.

YunHo se sentó, colocando los codos encima de la mesa, al tiempo que se sujetaba la cabeza con desesperación. Un golpe al orgullo debe ser demasiado para alguien como él.

Me senté frente a él, ofreciéndole té. Escuchándolo, después de todo eso era lo que buscaba ¿no? Alguien que lo escuchara. Comenzó contándome el cómo se había dado cuenta de JunSu. Yo fui la causa. Si yo no hubiera sido amigo de JunSu, él jamás lo habría notado, o quizá sí, pero el hecho de que fuera yo quien le hiciera notar que JunSu lo miraba con otros ojos fue más que suficiente. Eso y el que quisiera recuerdos que no fueran con los de su exnovia, la loca.

Me contó que lo eligió a él, porque se conocían poco, pero creía que la química era buena. Además de que descubrieron que tenían cosas en común, por ejemplo la natación y sus gustos musicales. Lo rápido que congeniaron físicamente, es decir, sexualmente. —No era virgen — dijo, pero igual disfrutó de su cuerpo bastante.

Imagino que eso fue lo que le atrajo de JunSu, la sensualidad que el chico tiene. De esa manera no tiene que lidiar con la modosidad de un virgen como yo.

Al final de todo, él hablaba mientras yo lo escuchaba sin realmente escuchar, quería prestarle atención pero muchas de las cosas que decía me dolían. Aunque el saber que realmente no estaba enamorado de JunSu me quitó un peso de encima y que su dolor básicamente se reducía a una cuestión de orgullo. Orgullo por el cual masacró a YooChun, no entiendo que carajos les pasa por la cabeza, las neuronas machistas de YunHo salieron a flote en el momento en que vio a mi amigo.

Mi amigo… aún no le hablo.

Miro mi teléfono, esperando ver algún mensaje de “estoy vivo” de YooChun. —¿Esperas una llamada?

—Un mensaje en realidad, quiero saber si YooChun llegó a casa.

No vi la reacción de su cara, pero por el tono que ocupó sonaba a molestia. —¿Acaso él es más importante que yo? No me estas escuchando. Creo que será mejor que me vaya.

¿A qué venía todo eso? Lo miré de manera confusa. —No te entiendo YunHo, realmente no te entiendo —dije, cuando él ya iba camino a la salida. Aunque esas palabras eran más para mí que para él.

YunHo era un ser extraño, confundiéndome cada dos por tres. Negué con la cabeza y me di la vuelta, regresando a mi lugar en la cocina, esperando oír el portazo que me indicara que él se había marchado.

—No tienes que entenderme, JaeJoong. Sólo tienes que quererme —me dijo mientras me abrazaba por detrás, con sus manos por mi cintura y su cabeza recargada en el espacio entre mi cuello y mis hombros.

«Yo no te quiero YunHo, yo te amo».

Su cuerpo se sentía cándido, sus manos grandes atrapando mi cintura, su respiración mandado un cosquilleo por todo mi cuerpo. Dejé que me abrazara un poco más, no quise devolver el abrazo, porque sé que yo no lo dejaría ir.

—Cometí un error al escoger a JunSu —dijo de repente. Sus palabras susurradas sobre mi piel hacían que sintiera cosas que no debería sentir. —Pero, tenía miedo… no estaba listo para enfrentar más sentimientos que los vánales.

Quise decir, que no entendía sus palabras encriptados, quise, pero no pude. Todos mis pensamientos se fueron al caño cuando YunHo depositó un suave beso en mi cuello. —Tenía miedo de todo lo que tú representas —susurró, para después soltarme y marcharse.

Yo estaba estático, tratando de procesar lo ocurrido. Ni siquiera comprendí lo que dijo. Con el corazón latiéndome a todo lo que da. Si bien, él y yo hemos compartido más interacción física que esa, el roce fue diferente, fue más íntimo.

El tono de mi teléfono me saco de mi ensoñación. Un mensaje. YooChun estaba en casa. Sacudiéndome de la cabeza a YunHo, tomé una chamarra y salí en busca de mi amigo.

***

Los padres de YooChun no estaban en casa. Cuando llegué fue él mismo YooChun quien me abrió la puerta. Se notaba mal. Estaba todo mallugado, pero eso no era lo que me preocupaba, eran esos ojos sin vida que traía. Jamás, desde que lo conozco había presentado tal aspecto.

La furia bulló en mí, quise volver sobre mis pasos y buscar a JunSu, tomarlo de los cortos cabellos y arrastrarlo aquí para que pidiera perdón por sus acciones. Por su culpa mi mejor amigo estaba así.

—Está bien, Jae. Todo está bien.

Me decía eso a mí, cuando debía ser yo quien le dijera eso a él. A ambos nos han roto el corazón, pero al menos YunHo no fue tan cruel como JunSu. Los ojos se me humedecieron en seguida.

Lo abracé, pero se quejó en seguida. —Lo siento.

—Fue para darle celos —dijo. —Fue para darle malditos celos —repitió. —Me besó porque quería que YunHo sintiera que lo estaba perdiendo, que lo valorara. ¡Quería darle celos, maldita sea!

—Y el tiro le salió por la culata —dije sin poder reprimir mi pensamiento.

YooChun rodó los ojos, pero no dijo nada. Dejó que lo consolara en un cálido abrazo al que siempre hemos estado acostumbrados. Yo acariciaba sus cabellos y pronto él se relajó, pero pude notar sus silenciosas lágrimas.

Odio a JunSu. Lo odio tanto como YooChun lo ama.

¿Por qué todo tiene que ser tan retorcido? ¿Por qué no tenemos una linda historia juntos? ¿Por qué no pudo YunHo no fijarse en JunSu? ¿Por qué YooChun se tenía que enamorar de aquel desalmado? ¿Por qué?

Sí, es retorcido, YooChun amando a JunSu, JunSu enamorado de YunHo, yo enamorado de YunHo y el mejor amigo de YooChun. Y YunHo… bueno él es complicado.

Cuando YooChun estuvo más tranquilo, me levanté a buscar unas compresas frías. Sabía que le habían puesto muchas en la enfermería, pero no estaba de más ponerle unas cuantas en casa. Así evitaría la hinchazón, ya bastante tenía con el horrible color morado verdoso que traería por un rato.

—Jae —me llamó. Lo había arropado en su cama. —No te vayas, no me dejes dormir solo hoy.

—No pensaba irme, solo iba a ir por unas mantas. No creo que dormir contigo sea prudente, podría golpearte más.

YooChun rió. Sonreí porque al menos aún era capaz de hacerlo reír. —Sí, duermes muy feo. A veces creo que te crees ninja en sus sueños —ríe más fuerte y yo lo miro enfurruñado. —Ven, necesito tu calor para poder conciliar el sueño.

Cualquiera podría pensar diferente de nuestra amistad, pero no nosotros. Nos considerábamos a sí mismos hermanos, más que eso, como mellizos, si a uno le dolía, al otro también. Entonces, dejándome llevar por sus palabras, me acomodé a un lado de él y pasé uno de mis brazos por sus hombros. YooChun se acomodó cerca de mi cuello y se quedó dormido.

A pesar de mi curiosidad, me abstuve de preguntarle por su conversación con JunSu. No era bueno traerlo a colación, además él me lo dirá cuando se sienta seguro.

Poco a poco fui cayendo en la inconsciencia, donde las imágenes de YunHo y JunSu atormentaban a la pobre alma de mi amigo, y de paso la mía. Me sentía como un animal herido tras las rejas, herido, sin poder defenderme, pero con toda esa furia dentro. JunSu del brazo de YunHo reían, mientras yo trataba de mantenerme en pie para evitar que dañaran más a YooChun, pero al final, el terminaba cubriéndome con su cuerpo.

Desperté asustado, un trueno me sacó de esa horrible pesadilla tan parecida a mi realidad. YooChun dormía a mi lado, con el ceño fruncido, murmurando cosas y con un aspecto deplorable. Suspiré y lo atraje hacia mí. Soy un inútil, no puedo ayudarle, solo puedo brindarle un poco de mi calor, ese que siempre nos reconforta.

***

Los días transcurrían de un modo extraño, no podía afirmar que era bueno, pero tampoco era malo. YooChun no asistió al día siguiente después de la paliza, los feos cardenales que le habían quedado hacía que pareciera a Cuasimodo, así que, cuando el pronunció que no iría, no insistí, de hecho estaba más que de acuerdo que no fuera, que descansara, pero el quedarse solo llevaba un gran problema: pensar, pensar en JunSu y eso era lo que menos quería que hiciera. Lamentablemente me vi obligado a abandonar su casa cuando el mismo me corrió amenazándome para traer buenos apuntes.

YunHo solo se me acercaba a saludarme, acariciaba mi rostro y se marchaba con una triste sonrisa. JunSu, bueno él se veía mal. No pensé que fuese a tener compasión por esa persona, pero parecía alma en pena, realmente me conmovía la manera en la que miraba a YunHo, mientras este lo ignoraba. Hasta yo era capaz de escuchar sus mudos ruegos, pero no me correspondía decidir nada.

Cuando YooChun se presentó de nuevo a clases, todo mundo estaba en alerta, pensaban que la pelea se armaría en cualquier momento, y de hecho aún lo siguen pensando, ya que cada que se topan por los pasillos un tenso ambiente se torna alrededor de ellos, como si sus miradas sacaran chispas. Pero, al parecer han decidido ser un poco más civilizados y enfrentarse de manera diferente, ahora compiten por todo en clases.

Suspiro, a este paso me voy a acabar el aire. El taller de danza es lo que menos quiero visitar, y, sin embargo aquí estamos, los cuatro. ¡Dios! Es tan estresante.

Me muevo de un lado al otro, siguiendo el compás que nos marcan, no puedo decir que soy el mejor, ni el peor. Me dedico a seguir los pasos de YooChun, quien no le quita la mirada a JunSu, quien a su vez mira los pasos de YunHo, que de repente nos da una mirada a los tres.

No mentiría, si la maestra incluso tiene los nervios de punta ante el comportamiento de ellos tres. Y digo ellos tres, pues yo solo me limito a observar y a escuchar. No soy protagonista de aquella historia.

—¿Puedo hablar contigo? —la profunda voz de YunHo me habla por detrás, sobresaltándome. Miro un segundo a YooChun, quien me sonríe y se va.

Últimamente, YunHo se acerca a mí después de clases, en presencia de YooChun, mostrándose educado, quien lo saluda con la misma mueca de fría educación. Parece que han llegado a un mutuo acuerdo de compartirme, lo que me hace sentir raro.

YunHo me ha traído a una heladería. No es que no me gusten los helados, solo que creo que el clima no es muy favorecedor en este momento. Mediados de marzo es lo que mi madre definiría como un clima loco, hace calor y al segundo frío, sin contar con los fuertes vientos.

—Ven, aquí hacen un chocolate caliente muy rico —me sonríe. Me siento tranquilo a su lado, empero de todo lo que ha pasado, él sigue teniendo las mismas atenciones para conmigo, por lo que aún me es fácil sonrojarme cuando me mira de esa manera como atravesándome el alma. —¿Te he dicho lo lindo que te ves cuando te sonrojas? —Bajo la cabeza, tratando de ocultar mi rostro con los mechones sueltos de mi cabello. —No, Jae, mírame. Solo mírame a mí.

No tuve tiempo de analizar sus palabras, ya que su rostro estaba demasiado cerca del mío, su aliento rozaba con el mío. Su mano en mi barbilla me impedía alejarme o moverme, no es como si pudiera hacerlo, pero ahí estaba él. Sus ojos se alternaron de mis ojos a mi boca, y yo sentí el típico cosquilleo en el estómago. ¡Me va a besar! ¡Me va a besar!

Se acercaba cada vez más, pero no me beso, bueno si, sus labios se posaron en mi mejilla muy cerca de la comisura de mis labios, pero sin llegar a tocarlos. Sentía que las piernas me temblaban, este tipo de roces, me recordaban a aquel beso en la cocina. No eran roces sexuales, sino íntimos como si besara mi alma.

La conversación fue inusualmente insulsa, pero bastante estimulante, el estrés de los últimos días desapareció con solo una de sus sonrisas. Me sentía cómodo a su lado, y él parecía sentirse igual al lado mío. En momentos como este olvidaba todo aquello que había pasado, pero al regresar a casa, caía de golpe todo. Sin embargo, justo ahora, me alegra ver la sincera sonrisa de YunHo, sin un solo rastro de amargura.

***

No sé como de dejé convencer, pero aquí estoy. Meneo la cabeza en negación con mis manos en sobre mis caderas, puedo ver a la multitud enardecida, sonriéndonos y silbándonos para que demos vueltas sobre el escenario en lo que comienza la siguiente canción.

¡Ah! Si, ya recuerdo cómo llegué a este lugar.

Las semanas que siguieron después de la pelea entre YunHo y YooChun me estresaron. Sé que ninguno de ellos deseaba hacerme sentir mal, pero el ambiente era tan tenso que podía cortar una hoja. Ambos me trataban tan bien que olvidaba lo que pasaba, sin embargo, había algo que no me pasaba desapercibido y ese era una mirada castaña.

¿Cómo describirla? Bueno debería decir que al principio, cuando recién lo conocí, su mirada era un tanto cálida, o quizá yo lo veía así, después, no sé cuando me dio la puñalada, lo que  me lleva a la conclusión de que soy un asco leyendo a las personas. Posteriormente cuando JunSu fue pareja de YunHo, su mirada era más que clara para mí. Cuando besó a YooChun, su mirada era totalmente de furia, a continuación voló a la confusión para instalarse en la melancolía. Sin embargo, cada que me ve, su mirada es indescriptible, y, de alguna forma me aterra.

Justo en este momento, cuando me mira de esa manera desde su mesa, y yo en el escenario, no soy muy capaz de apartar la mirada. No sé si es en señal de desafío, o por el simple hecho de dejar fluir todo ese rencor que en mí se ha acumulado hacia él, que elijo lo que creo la canción perfecta.

Es viernes, YooChun fue con su familia a no sé donde, lo dijo pero los cocteles que me tomé me impiden recordarlo. Se despidió muy temprano de mí, así que andaba vagabundeando solitariamente por los pasillos de la escuela, cuando Yoona me interceptó.

Yoona habla demasiado, es un poco pegajosa, pero me agrada, me convenció de venir a un bar, cuando estaba negándome, porque yo en realidad buscaba sin buscar a YunHo; ella atacó con un  pucherito alegándome el que nunca quiera salir con ella. Al final cedí, después de todo no había visto a YunHo en todo el día y YooChun no estaba, así que no estaba mal convivir con las demás personas.

Me arrastró hasta un canta-bar. Después de un par de cocteles, la banda dejó de tocar, animando al público a subir al escenario para echarse sus pininos,  lo que es igual a hacer el ridículo a gran escala, a menos claro, que sepas cantar.

Las primeras fueron unas rubias oxigenadas que cantaban canciones de las GG de forma muy chillona, incluso trataron de bailar. Yoona y Sunny reían a carcajada abierta. En eso estábamos cuando una mirada me taladraba la parte posterior de la nuca. Al girar, no me sorprendí que a unos metros de nosotros, sentado en una mesa estuviera JunSu, con Boa y ChangMin. Los dos primeros mirándome de forma extraña, mientras ChangMin se limitaba a sonreírme amigablemente. Me agrada, él me agrada. Le regreso la misma sonrisa antes de alborotar a mis compañeras de mesa.

—¡Vamos! Si las rubias oxigenadas no tuvieron vergüenza de berrear, nosotros no podemos hacerlo tan mal.

Yoona ríe pero está de acuerdo conmigo. Sunny está un poco recelosa, pero al final termina convenciéndose cuando ya le es imposible seguirlas escuchando. El público las abuchea, otros les silban, por lo que las rubias bajan del escenario.

Es una suerte que los tres vayamos en la misma clase de baile y que Sunny tenga una linda voz. Yoona y yo nos dedicamos a hacerle coritos mientras nos movemos sincronizadamente. Al final, nos aplauden, lo que eleva nuestro ego.

La mirada de JunSu me molesta, de alguna manera quiero regresarle todo el daño que ha hecho, pero sé que ese tipo de cosas no está en mí. Yonna se ha dado cuenta, por lo que me anima a dejarme llevar. Eso, más los cócteles, más todos los sentimientos acumulados, hacen que sonría de manera maliciosa.

Cuando Yoona me ve escoger la canción y tomar el micrófono, le oigo susurrar a Sunny —Esto va a ser todo un show.

Sonriéndoles espero que la música comience. —No conozco a nadie que mienta como tú, que con tanta disciplina precisión y sinceridad. Te ganaste tu lugar con ingeniosa ingenuidad, no entiendo cómo eres capaz de sentirte peligrosa siendo tan vulgar.

Escucho los vítores, las risas y los murmullos porque, todos en este lugar saben a quién va dedicada la canción. Y si no lo saben, pronto se correrá el chisme de que esa canción es para la mesa tres, donde esta JunSu con una cara muy pálida, Boa con el rostro impenetrable y ChangMin tratando de no reír escandalosamente.

Viéndolos sonrío aún más y continúo: —Si no puedes recordar, que no debes olvidar una mano amiga, tendida todo el tiempo no has parado a pensar, estabas advertida puta desagradecida. La obsesión te precipita y la caída siempre es lo peor. 

Los silbidos continúan a la par de los aplausos, las carcajadas y vítores, pero yo no escucho nada de eso, me centro completamente en la mesa tres, en especial en esos ojos avellana que me miran como si quisieran matarme.

«¿Verdad que no es divertido burlarse de las personas? ¿Verdad que no es lo mismo estar al otro lado de vaso cuando eras tú quien siempre se burlaba de los demás? ¿Dime, JunSu, qué se siente ahora que no eres tú quien lleva la trama?»

—Malas noticias,  hay que cargarse al mensajero, la manzana está podrida. Creíste a la serpiente, mala suerte. No hiciste caso, es lo que querías. Junto a la fuente el cántaro quebrado el veredicto está claro… —concluyo muy feliz.

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N/A: Perdonen a esta autora que no actualiza seguido. Canción: Puta Desagradecida de Enrique Bumbury