Era un día normal, como cualquier
otro de finales de verano, caluroso y húmedo. A nadie le molestaba realmente,
era un día perfecto, perfecto para cualquiera que no tuviera actividades en
lugares cerrados sin el privilegio del aire acondicionado. Y él, era uno de
ellos.
Maldijo mentalmente el momento en
que el sistema de ventilación de la escuela se descompuso. No podía imaginar
peor momento que ese, sin embargo, la brisa fresca que entraba por la ventana
era como una caricia sobre su rostro, caricia que lo adormilaba. Si no fuera
porque el profesor de matemáticas era demasiado huraño, YunHo se dejaría llevar
por las manos de Morfeo. Pero no, ahí estaba, tratando de sacudirse el sopor
del sueño.
Tres toques en la puerta hicieron
que la mayoría de sus compañeros saltara sobre sus asientos y se espabilaran,
interesados sin duda en el cotilleo que se produciría por tal acción. Era bien
sabido por todos, tanto alumnos como profesores, que el maestro de matemáticas
tenía una peculiar forma de irritarse cuando era interrumpido en clase. Así
que, la persona al otro lado de la puerta o era en extremo valiente o un
suicida. YunHo apuntaba por lo segundo.
Pasaron unos minutos, donde solo
se podía apreciar las espaldas del huraño profesor, quien le gruñía a alguien,
sin duda la secretaria del director, ya que su voz altamente chillona lo
indicaba. ¿Qué sería tan importante para que se haya arriesgado a venir así? Su
atención, y sin duda la de todos, estaba puesta en la puerta.
Cuando el profesor se volteó, su
ceño fruncido no auguraba nada bueno, pero la puerta abierta aún, era
desconcertante. Pasaron algunos segundos mientras aguardaban alguna reacción y
entonces pasó.
Un chico entró por la puerta. Un
chico al que YunHo jamás había visto.
Por un momento todos dejaron incluso
de respirar, ni siquiera el susurro del viento entrando por las ventanas se
escuchó. El chico tenía el rostro más bonito que YunHo hubiera visto, de
delicadas facciones, ojos grandes y negros que resaltaban en toda esa porcelana
que tenía por piel. Su figura alta y esbelta se movía con soltura, sin embargo,
a pesar de su atractivo aspecto, había algo que te hacía querer retroceder dos
pasos antes de tenerlo frente a ti. Ese algo que instintivamente te decía ‘Peligro,
no acercarse’.
—Kim JaeJoong —dijo. Incluso su
voz era suave y agradable, pero tenía ese dejo de sutil amenaza.
YunHo no escuchó nada de lo que
el profesor decía, solo miraba al chico, mientras éste analizaba a todos en el
aula, como si quisiera detectar alguna amenaza. Por el gesto que les dedicó a
todos, YunHo supuso que los había encontrado como presas en lugar de cazadores.
¿Sería JaeJoong esa clase de chicos problemáticos? YunHo estaba harto de lidiar
con ellos, eran un verdadero dolor en el culo, cuando se sentían los más malos
de todo el lugar.
Suspiró fuertemente. Sí, quizá
este chico, JaeJoong, sería proclamado el próximo líder pandillero o algo así.
YunHo ya se veía envuelto en una maraña de puños y pies, por defender lo que
consideraba suyo. No es que YunHo fuera el líder de alguna banda, no, era
simple y sencillamente que odiaba cuando alguien abusaba de su fuerza contra
alguien más débil. Entonces, era ahí donde intervenía. “Héroe de Todos” así le
decían entre burlas sus amigos, que, a pesar de todo, no dudaban en meterse en
la refriega a la que YunHo se arrojara.
YunHo no se había dado cuenta que
en sus cavilaciones, JaeJoong se había acercado hasta él y le miraba fijamente.
Se sorprendió al verse envuelto en esa mirada oscura y profunda, vacía y quizá
un tanto atormentada, YunHo no lo podría saber con exactitud, pues JaeJoong
ladeó la cabeza en franca curiosidad antes de tomar asiento delante de él.
Fue entonces, que YunHo recorrió
con la vista a todo el salón de clases. Todos estaban atentos a la actitud de
ambos chicos. Notó también, que los más cercanos al sitio de JaeJoong, se
habían arrimado lo más que podían lejos de él, como si ellos también sintieran
esa aura de peligro. Suspiró de nuevo, pensando que era una exageración su
comportamiento, pero hasta no ver realmente cómo era la actitud de JaeJoong
para con todos, era mejor tener un ojo sobre él.
Para su completa sorpresa,
JaeJoong era el tipo de chico huraño y solitario, más solitario que nada. A dos
semanas de haber llegado, no se había metido con nadie y nadie se metía con él.
Incluyendo a los más revoltosos de la escuela. De hecho, no hablaba con nadie
de absolutamente nada.
Por eso, cuando YunHo lo encontró
en una plaza comercial, caminando sin rumbo como alma en pena, lo siguió.
JaeJoong paseaba mirando los escaparates de un lado a otro, sin decidirse
entrar a una tienda, parecía nervioso, fuera de sitio y sin embargo, no hacía
nada que ningún otro chico de su edad no hiciera, pero algo dentro de él seguía
gritando ‘peligro’.
Así que cuando JaeJoong cambió
abruptamente de dirección, y, junto con ello toda su actitud, pasando de
nervioso chico a cazador experimentado, YunHo sintió que algo andaba realmente
mal.
El JaeJoong que caminaba fuera de
sito tan solo unos minutos antes había desaparecido. Ahora caminaba firme, rápido,
con la espalda erguida, mirando por detrás de su hombro cada poco tiempo.
Llevaba las manos dentro de la chaqueta, grande para él, como si escondiera
algo. YunHo pensó que quizá había robado algo, pero eso no coincidía, pues
llevaba rato siguiéndolo y no había entrado a ninguna tienda. De pronto, miró
fijamente una, donde mostraban ropa para caballero, trajes en su mayoría.
YunHo quiso seguirlo, pero en ese
momento, se vio atrapado en una marea de animadas chicas que hablaban
emocionadas. Al parecer, un cantante a la alza daría una firma de autógrafos en
el sitio. A lo mejor por eso JaeJoong se encontraba ahí, pero, así como lo
pensó, así lo descartó.
No habían sido ni treinta
segundos cuando YunHo lo había perdido. Entró a la tienda de caballeros y lo
buscó. Nada. JaeJoong no se encontraba allí.
Tardó alrededor de cinco minutos
en volverlo a encontrar, al otro extremo de la plaza. ¿Cómo había llegado ahí
tan rápido? No lo sabía. Tampoco tuvo tiempo para alcanzarlo, ya que la horda
de chicas fanáticas inundaba el espacio entre él y JaeJoong.
Entonces, todo sucedió demasiado
rápido. Dos fuertes “bang” se escucharon. Los chillidos, la histeria, las
lágrimas, los pasos rápidos, más gritos…
Alguien había asesinado al
cantante.
YunHo no lo notó, pero hubo
también varios gritos que provinieron de un local para caballeros, pero de eso
él no supo nada.
***
JaeJoong acostumbraba a cambiar
el color de su cabello, de eso YunHo ya lo había notado, si bien el color rojo
que ahora llevaba lo hacía verse sensual, YunHo prefería su color natural, el
negro. Lo hacía verse más lindo, tierno, sin exudar esa aura peligrosa que
siempre traía. Pero claro, eso eran solo alucinaciones suyas.
Tres meses habían pasado desde su
llegada y lo más emocionante que JaeJoong había hecho era bostezar en clases.
YunHo había tratado de hablar con él después del incidente del centro
comercial, pero en cuanto abría la boca, alguien más se añadía a la
conversación no sostenida con JaeJoong.
Por eso, cuando lo vio caminar
cerca del parque, siempre solo, se acercó a él.
—No te vi en clases hoy —le dijo,
sobresaltando al chico. Por un momento los ojos de JaeJoong se estrecharon, tornándose agresivos, pero al ver
quién era, YunHo casi pudo jurar que vio alivio.
—No me sentía bien —respondió en
ese usual tono monótono suyo. El moreno pudo ver cómo JaeJoong trataba de
esconder su muñeca dentro de esa enorme chamarra suya. Lastimosamente no
demasiado rápido para que YunHo la tomara. Solo un quejido suave salió de sus
labios.
—Lo lamento —dijo, aflojando el
agarre, sin llegar a soltarlo. —Estás herido.
YunHo quiso patearse, era obvio
que JaeJoong estaba herido. El chico lo miraba con esos enormes e inexpresivos
ojos negros. Al final, JaeJoong asintió.
—Ven, curaré tu herida —propuso.
YunHo quería llevarlo a casa, pero JaeJoong se negó. Lo más que consiguió fue
una farmacia donde compró lo necesario para vendar la lesión. —¿Te duele?
—preguntó cuando la desinfectaba. Podía ver los ojos aguados de JaeJoong y eso,
por alguna extraña razón removió algo en su interior. Con mucho cuidado colocó
la venda, fijándose en la expresión del chico. Parecía demasiado perdido, como
si no estuviera acostumbrado a que alguien cuidara de él. Así que cuando
terminó y alborotó los rojos cabellos de JaeJoong, el chico se sonrojó,
haciéndole la competencia a su cabello.
A partir de ese momento algo
cambió. Si bien, JaeJoong seguía siendo taciturno durante clases, las veces que
llegaba a encontrarse con YunHo mostraba una hermosa sonrisa y una curiosidad
casi infantil con respecto a todo lo que a su alrededor sucedía.
—¿Por qué no hablas más durante
clases? Tu sonrisa es muy bonita. Estoy seguro que a muchos les gustará
—comentó un día en el parque. De alguna forma se había hecho costumbre entre
ambos pasear por ese lugar, para encontrarse al menos dos veces por semana. De
esas ocasiones, YunHo había aprendido poco de JaeJoong. Solo sabía que le
gustaban las aves, en especial los pequeños colibrís que revoloteaban por el
lugar.
JaeJoong bajó la mirada. Sus ojos
se ensombrecieron bajo la lobreguez de su pasado. El helado, que YunHo había
comprado para él, casi cayó al suelo antes de que JaeJoong respondiera. —No me
siento cómodo con la gente. No me gustan… son malas y lastiman.
El silencio que siguió a eso, le
hizo comprender a YunHo muchas más cosas. YunHo intuyó que quizá JaeJoong se
había criado en un lugar apartado, un monasterio o tal vez su familia lo había
educado en casa. Pero, de lo que estaba seguro, es que JaeJoong no pasó una
buena infancia.
Una avecilla tornasolada se posó
en uno de los dedos de JaeJoong. Era tan extraño que ambos se quedaron quietos.
La sonrisa de JaeJoong volvió a su rostro. Y, mientras ambos estaban ahí,
inmóviles, contemplando la belleza del pequeño animal, YunHo supo que JaeJoong
era igual al ave, pequeño, frágil, multicolor y siempre en movimiento. El
corazón de JaeJoong era como aquel colibrí posado en su mano.
***
La amistad fue algo que surgió
espontáneamente. Pero el amor que floreció por ella, era un sentimiento puro,
genuino y mágico.
Después de aquella tarde con el
colibrí. Los casuales encuentros por el parque se volvieron no tan casuales.
Ambos sabían que allí se encontraría el otro, así que sin ser necesario
decirlo, siempre acudían a la cita.
Las palabras amables pasaron a
sonrisas y las sonrisas a ligeros roces, que sonrojaban a los chicos más que
cualquier clase de sexología en la escuela. Los roces y sonrisas dieron paso al
primer beso.
Una mañana de invierno fue la
muda testigo del inicio de ese sentimiento llamado amor.
YunHo paseaba con JaeJoong de la
mano, a estas alturas, se había acostumbrado a tomar la mano del chico para ir
de un lado al otro. Como todas las tardes, se encontraban en el parque para
después ir a donde YunHo quisiera, o a donde la curiosidad de JaeJoong los
llevara.
Ese día, la curiosidad de JaeJoong los llevó al teleférico de la
ciudad. JaeJoong nunca había subido a uno, ni tampoco había contemplado la
cuidad desde lo alto, ni las luces nocturnas, pero eso último tendría que
esperar. Hoy, solamente YunHo podría mostrarle la ciudad en un perfecto
panorama invernal. Las constantes nevadas habían dejado caer una capa de blanca
nieve sobre la metrópoli.
Quizá no fuera muy emocionante
ver grises inmuebles cubiertos de nieve, ni tampoco los enormes anuncios fluorescentes,
ni los edificios de cristales a los que no se le pegaba ni un solo copo, pero,
ahí, donde el teleférico iniciaba, los suburbios de la ciudad, representaban
perfectamente una imagen postal.
—Parecen casitas de jengibre
cubiertas de azúcar glass —comentó un maravillado JaeJoong.
Su cabello, en esta ocasión
rubio, escondido tras el gorro de lana del que solo sobresalían los mechones
suficientes para enmarcar su rostro, apuntaban directamente hacia afuera y
totalmente despeinados. Su piel de porcelana estaba sonrojada en los lugares
correctos, sus mejillas y su nariz, sin ser demasiado llamativo, pero dándole
bastante color a su rostro. Sus ojos negros brillantes por la felicidad
sonreían a la par que sus labios rojos. En conjunto, JaeJoong se veía adorable.
YunHo no pudo evitarlo, se
inclinó sobre el rostro de JaeJoong, cerrando los ojos solo un momento, pero se
detuvo a solo centímetros de sus labios. Abrió los ojos, pensando que quizá a
JaeJoong le hubiese molestado intentar dar aquel paso. Sin embargo, y para su
mayor sorpresa, JaeJoong tenía los ojos cerrados y la boquita ligeramente
fruncida, esperando, esperando por aquel beso. YunHo sonrió y lo besó.
Un beso suave, un beso dulce, un
beso lleno de sentimientos, un beso lleno de esperanzas…
Y a ese beso, le siguieron muchos
más.
***
JaeJoong guardaba muchos
secretos, demasiados para el bien la relación. Muchos de ellos imperdonables.
Tenía miedo, mucho miedo. A decir verdad, estaba aterrado. Pávido de que algún
día YunHo se enterara de todo y lo mirara como los demás lo hacían, como lo que
era, un pequeño monstruo.
—¿Cómo estás, JaeJoong? —preguntó
la suave, dulce y femenina voz.
—Bien —respondió, tratando de que
el miedo que sentía no se colara a través de su voz.
—¿Y la escuela?
—Bien.
La mujer sonrió. Una sonrisa
suave, pero que escondía horrores tras ella.
—Tienes trabajo que hacer —dijo,
suave, en el mismo modo en que había llevado la breve conversación.
—Si.
—¿Sabes? Ha habido un pedido, uno
extraordinariamente fascinante. —JaeJoong estaba acostumbrado a que ‘ella’ hablara sobre los “encargos” que
los clientes les hacían. Algunas ocasiones contaba los motivos, otras el dolor
de la pérdida, pero, la mayoría de las veces, y sin duda la que más disfrutaba,
era el procedimiento. La cara de la víctima cuando los miraba a los ojos,
siempre con esa muda pregunta ‘¿Por qué?’
No obstante, ‘ella’ realmente
disfrutaba cuando el sadismo se hacía presente. De hecho, ‘ella’ era la más cruel de todos. Su frágil aspecto no tenía nada
que ver con la demencia de su alma. —El cliente nos pide un trabajo… humm… un
tanto llamativo —dijo, lo que se traduciría como cruel y grotesco. Sin duda un
trabajo para ‘ella’. —Verás este cliente le tiene una saña cierto político. Al
parecer le quitó el puesto a Alcalde de la ciudad. Tú sabes que es un puesto
muy importante, la gente comienza a verlo como el próximo Presidente, como
mínimo Vicepresidente. Bien, pues nuestro cliente asegura que el puesto le fue
arrebatado de forma vil —sonrió. —Aunque si me lo preguntas creo que jamás
hubiera sido electo ni siquiera para secretario del Alcalde —soltó una
carcajada. —Como sea, el asunto es que él cree estar en su derecho de castigar
al Alcalde, no solo por quitarle el lugar, sino también, por sus todas sus
reformas. Mejoras por aquí, mejoras por allá. ¡Dios! El sujeto cree que de
verdad todos merecen una vida mejor —su sonrisa se ensanchó, volviéndose
cínica. —En fin, tendrá definitivamente un cambio en su vida.
Las alarmas dentro de la mente de
JaeJoong sonaron.
Su mente trajo al frente una
conversación de hacía meses. De las primeras que tuvieron cuando sus encuentros
con YunHo en el parque se hicieron constantes.
«—¿Eres hijo del Alcalde? —había preguntado sorprendido JaeJoong.
Asustado de que alguien con demasiado poder se hubiera acercado hasta él.
¿Sabría quien era en realidad JaeJoong? ¿Su amistad era una cubierta para
atraparlo?
—Oh, si. Pero no tienes porqué alejarte de mí como si fuera una plaga
—dijo sonriendo nerviosamente. JaeJoong ni siquiera había notado que se había
alejado hasta casi al final del banco que compartían. JaeJoong carraspeó
intentando componer su postura. —Me causa gracia tu reacción, por lo general se
lanzan a mí como si fuera alguna estrella de rock. Me alaban y hacen cumplidos
sin tener nada especial, porque quieren quedar bien conmigo. Es como si solo me
vieran como un objeto, no, me ven solo como algo que les puede ayudar a
escalar. Es… es molesto. No me miran a mí como persona, no conocen al verdadero
YunHo.
—Por eso estudias en una escuela oficial en lugar de una privada y no
asistes a los eventos sociales —apuntó JaeJoong.
—Si, en parte. Es más fácil mantener un perfil bajo en una escuela
oficial, donde el apellido Jung es más común. Además es idea de mi padre que me
relacione con la población en general y no solo con los hijos de los altos
mandos o de gran jerarquía. Dice que así estaré preparado para el futuro.
—¿Futuro?
YunHo sonrió. —Planeo seguir los pasos de mi padre. Creo firmemente que
podemos crear un país mejor, y por qué no, un mundo mejor también.
JaeJoong miraba a YunHo asombrado. Él nunca había pensando sobre su
futuro. ¿Cuál era su futuro? Solo sobrevivir…»
Se cuidó de mantener la cabeza
gacha y una impasible expresión. Por mucho que su corazón revoloteara, por muy
asustado que estuviera, no debía dejarle ver nada a ‘ella’. Esperó hasta que ‘ella’
reanudara la conversación. Casi temblando, en una mezcla de nerviosismo,
ansiedad y miedo. Por un momento creyó que eso sería todo, que no le hablaría
más acerca de esta misión. Estuvo tentando a abrir la boca y preguntar, aunque
eso lo delatara a él mismo.
—El cliente es un tipo de armas
tomar, ¿sabes? —dijo nuevamente, concentrada en sus asuntos no notó el alivio
en los hombros de JaeJoong. —Un tipo retorcido, pero con ideas bastante
creativas —esta vez lo miró, disfrutando del hecho de que el tremor que
recorrió el cuerpo de JaeJoong era producto de sus palabras. —No desea dañar
físicamente a su oponente, no. Lo que él desea es destruirlo por dentro.
Desmoronar su voluntad hasta hacerlo un remilgo de hombre. —Hizo una pausa,
saboreando sus palabras y quizá imaginando sus próximas acciones. JaeJoong
sostuvo la respiración. —Su familia. Su familia será el pago por su osadía.
La mente de JaeJoong corría a mil
por hora, sin embargo, se mantenía estático hasta que ‘ella’ le diera permiso de retirarse. Su cuerpo era recorrido por
un sudor frío. Ansiedad. Temor. Dolor. Emociones que se repetían sin cesar en
un circulo inacabable.
Al final ‘ella’ se retiró.
Le tomo solo un minuto rememorar
todo. Y solo un segundo su decisión. Una que cambiaría todo.
***
YunHo esperaba a JaeJoong en la
fuente del centro comercial. Le causaba una extraña sensación el hecho de que
lo hubiera citado allí y no en el parque, su parque como comúnmente había
empezado a llamarle, que estando en primavera había comenzado a florecer.
Su mirada vagaba por todo el
lugar sin detenerse realmente en nada. Miraba desde los escaparates hasta las
personas.
Sobre el segundo piso, un brillo
captó su atención. No podría asegurarlo pero era solo un punto rojo, como un
laser destellando. La mujer que sostenía el laser era pequeña y menuda, pero
vestía a la moda, como cualquier chica de su edad, quizá era un poco más madura
que las niñas de secundaria, pero desde su lugar no podía aseverarlo.
Un tumulto sucedió frente a él,
haciéndolo caer al mismo tiempo que la porcelana de la fuente estallaba, justo
por detrás de donde él estaba.
Asombrado miró hacia atrás donde
la fuente estaba, ahora solo había porcelana en pedazos y agua brotando por
todos lados. Con los ojos muy abiertos
miró hacia un lado y hacia otro, la gente estaba asustada y sorprendida en
partes iguales. Sin embargo, frente a él, JaeJoong lo miraba con esa expresión
fría y calculadora.
—YunHo, levántate. Date prisa, no
tenemos mucho tiempo —dijo. JaeJoong giró su rostro y miró hacia el segundo
piso. Hacia la mujer que ahora tenía una mueca de asco e ira pintada firmemente
en su rostro. Pudo ver que lo que él creyó un simple laser era una pistola.
—Corre o nos alcanzará —le apuró JaeJoong.
YunHo quería quedarse ahí, en el
suelo y gritarle a JaeJoong que necesitaba una explicación. Pero, la mujer del
segundo piso levanto el arma dispuesta a seguir disparando. Y así lo hizo…
Varios disparos silenciados
salieron de esa arma, afortunadamente ninguno dio en el blanco, pues JaeJoong
había jalado a YunHo lejos de la fuente, arrastrándolo lejos del disturbio.
YunHo, con la mente en blanco se
dejó guiar. Corrieron por lo que a él le parecieron horas hasta llegar cerca
del parque.
—YunHo —escuchó que le llamaba
JaeJoong. —YunHo —le seguía nombrando, pero él no se encontraba en condiciones
para responderle. —¡YunHo! —le gritó al tiempo que lo zarandeaba fuertemente,
haciendo que su mente regresara a su cuerpo. —¿Dónde está tu familia? —«¿Mi familia?» —Concéntrate, YunHo, o los
perderás a todos.
—¡¿Qué demonios está pasando?!
—gritó.
—Tu familia YunHo ¿dónde está tu
familia?
—¡¿Qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Qué
sucede?! —cuestionó alterado.
—Responde.
—¡NO! ¡Tú respóndeme! ¡¿Por
qué…?! —No termino de hablar pues JaeJoong le soltó un bofetón que calmó su
estado.
—Tu familia está en peligro —le
dijo en un tono súbitamente calmado.
YunHo lo miró sin poder creerlo,
sin saber que pensar, pero confiando en JaeJoong. JaeJoong sabía que pronto esa
confianza se transformaría en decepción y luego en odio, pero no le importaba,
no si con ello podía proteger a lo único que amaba.
—Mi madre y mi hermana están
fuera del país.
—Llévame con tu padre. —YunHo iba
a preguntar pero JaeJoong lo atajó de nuevo: —Será más fácil.
YunHo asintió. Llamó a su padre,
le contó lo sucedido y se citaron en un lugar seguro.
Ambos fueron al lugar donde el
padre de YunHo consideraba seguro. Un edifico habitacional común y corriente,
con muchas personas revoloteando a su alrededor. Un local de reparación de
aparatos eléctricos era la entrada.
La habitación estaba adecuada
para que alguien viviera cómodamente. Una cama en una esquina, un baño, una
pequeña sala, una mesa para cuatro personas y una minicocina eran todo el
mobiliario. Por curiosidad y nervios, JaeJoong se acercó hasta la cocina y
revisó a fondo su contenido. El refrigerador estaba lleno de bebidas, la
alacena tenía gran cantidad de cosas.
—¿Quieres algo de beber? —ofreció
a YunHo. Él negó con la cabeza sin siquiera mirarlo. JaeJoong sintió un peso en
el estómago. Tomó una botella de agua y tragó, intentando que el nudo de su
garganta se uniera al plomo en su abdomen. El dolor punzante a la altura de sus
costillas agradeció el trago de agua fresca.
Esperaron por alrededor de
treinta minutos, YunHo mantenía la misma pose desde que llegaron. Sentado en el
sillón, con los brazos recargados sobre sus rodillas y su cabeza colgando entre
ellos. JaeJoong se mordía el labio, aguardando, aguardando por lo que sería su
sentencia.
Cuando el señor Jung llegó, lo
hizo con dos guardias de seguridad. Dos sujetos que más bien parecían
mastodontes.
«¡Mierda!» pensó JaeJoong. Había considerado las posibilidades en
cuanto a lo que ‘su familia’ o ‘ella’ podrían hacer, por eso había
olvidado el alto mando que poseía el padre de YunHo.
—¿Qué ha sucedido? —preguntó
cuando hubo abrazado a su hijo.
YunHo volvió a relatarle los
eventos en el centro comercial. La fuente, la mujer, los disparo, JaeJoong.
—Tú madre y JiYool están bien.
Hable con ellas hace un rato. He puesto más guardias a su escolta, creo que
estarán bien en el extranjero hasta que esto se resuelva —dijo el señor Jung.
Su mirada se tornó dura al volverla hacia JaeJoong. —¿Quién eres tú, jovencito?
¿Y cómo sabes de todo esto?
Ahí estaba. La pregunta que
separaría su vida de la de YunHo definitivamente. La pregunta que cambiaría por
completo los sentimientos de YunHo por él. JaeJoong tragó fuertemente. Miró
primero al Alcalde y después a sus dos guaruras. Con un movimiento de cabeza
del Alcalde, los dos hombres salieron de la habitación, dejando solo al señor
Jung, YunHo y él mismo.
—Mi nombre es Kim JaeJoong,
código clave: colibrí. Pertenezco a una asociación que se dedica a hacer el
trabajo sucio de otras personas. Personas que sean capaces de pagar el precio,
por supuesto. —Inspiró fuertemente y se atrevió a dar una mirada hacia los dos
hombres en la habitación. La expresión en el rostro del hombre mayor era, sin
duda alguna, dura y claramente repulsiva. Sin embargo, lo que más le dolió a
JaeJoong fue la mirada de YunHo. Una mezcla entre traición, incredulidad e ira.
—Alguien pagó para quitarlo del camino —continuó JaeJoong, bajando la mirada.
No se atrevía a ver a los ojos a ninguno de los dos. —El trabajo asignado era
especial. El cliente quería que fuera muy aparatoso.
—Si quería que fuera visto, ¿por
qué no atacaron mañana, en pleno informe de actividades? —interrumpió el
Alcalde.
JaeJoong negó con la cabeza. —No
quiere dañarlo a usted, al menos no físicamente.
—Es por eso que fue por mi
familia.
JaeJoong asintió. —Quiere quebrar
su voluntad. Al parecer usted le quitó lo que él más anhelaba. Y parece que no
le gusta el camino que está tomando la política con sus reformas. No lo sé
exactamente.
El señor Jung frunció el ceño
hasta el punto de parecer un ave de rapiña. —Quebrar mi voluntad —repitió.
JaeJoong se atrevió a dar una mirada a través de su flequillo. YunHo ya no lo
miraba. —¿Sabes quién pagó por esto?
—No. Lo único que sé es que él
deseaba el cargo que ahora usted ejerce.
—¿Quién te informó de esto?
¿Fuiste tú el elegido para hacer el trabajo? —Ante esta última pregunta YunHo
levanto la cabeza.
JaeJoong negó una vez más. —Solo
sé lo que ‘ella’ dijo. ‘Ella’ es la encargada de ejecutarlo. Le
gusta hablar antes y después de un trabajo. El cliente debe ser alguien igual
de demente que ‘ella’ para ser
reconocido como tal.
—¿Quién es ‘ella’?
—‘Ella’ es ‘ella’. No
conozco su nombre, ni su clave. Solo la conozco físicamente. Es la encargada de
los trabajos más sucios.
—¿Trabajos más sucios? —habló,
por fin, incrédulamente YunHo. —Todos los trabajos que ustedes hacen son
sucios. Esa mujer disparó a matar contra todo el mundo.
—No tiró a matar —le respondió
JaeJoong, como si fuera obvio. Los ojos de YunHo fulgieron de rabia. —‘Ella’ solo tiró para herir, no para
matar. ‘Ella’ nunca falla —le dijo. —Sus
trabajos más bien se caracterizan por ser crueles y asquerosos. Sangre y
vísceras es lo que le gusta —dijo, mientras un visible escalofrío le recorría
la columna al recordar algunos de sus memoriales trabajos. —Por lo general, el
trabajo es rápido y limpio, pero, en ocasiones, algunos clientes piden un trato
preferencial para sus botines. ‘Ella’
es la encargada de todo eso.
—Por eso crees que el cliente es
igual de retorcido —apunto el Alcalde.
—Más que eso. Él personalmente le
dio ideas, por eso ‘ella’ lo reconoció como un igual.
Ambos hombres se sumieron en sus
propios pensamientos. JaeJoong comenzaba a sentirse mareado en ese lugar. El
dolor sobre sus costillas era cada vez más intenso y sentía humedad e esa
parte. Quizá sudor por la carrera.
—¿Cuánto tiempo tienes trabajando
para esta… esta asociación? —preguntó después de un largo silencio el padre de
YunHo. —Te ves demasiado joven. Tal vez un año o dos a lo mucho.
JaeJoong ladeó la cabeza.
Comenzaba a sentir su mente nublada y, la humedad bajo su chaqueta estaba
siendo molesta. Aturdido, decidió contar todo. Finalmente ya se había revelado
contra ‘su familia’ así que un poco
más o un poco menos de información era igual.
—Ellos son mi familia —respondió.
—¡Pero si acabas de decir que no
sabes nada de esa mujer! —vociferó YunHo.
—Así me decían que les dijera. No
conozco a nadie más. Sé que ellos no son realmente ni mi padre, ni mi madre, ni
mis hermanos, ni nada consanguíneo, pero, son lo único que recuerdo desde que
tengo memoria —dijo suave. —Desde que tengo uso de razón, se me ha entrenado
físicamente. Siempre el mejor en deportes y extrañamente en armamento.
—¿No era extraño que un chiquillo
supiera demasiado sobre armas? ¿Los maestros no sospechaban de ti o tu familia?
JaeJoong lo miró. —Nunca había
asistido a una escuela hasta esta.
—¿Por qué ahora?
—Dijeron que necesitaba convivir
con chicos de mi edad para saber cómo
comportarme.
—Entonces ¿desde cuándo
comenzaste a hacer el trabajo sucio?
La mente de JaeJoong comenzaba un
vaivén entre la realidad y la inconsciencia. Había sido descuidado, ahora lo
notaba. ‘Ella’ estaría retorciéndose
de la risa por esto.
—A la edad de diez años yo ya
sabía manejar varios tipos de armas, desde pequeñas hasta metralletas que
apenas podía sostener. Por esos meses me dieron mi nombre clave. Dijeron que
era pequeño y bonito como un colibrí. —Hizo una pausa para tomar aire, tratando
de olvidar muchas de las cosas que en ese entonces veía y hacía. —Fue también,
por ese entonces cuando la conocí a ‘ella’.
Era el asesino más joven que tenían. Estaban orgullosos de ‘ella’. Yo… ella… —tragó fuerte. —Yo tenía once años cuando ‘ella’ decidió que estaba listo. Habían
puesto especial énfasis a mi
entrenamiento para que mis tiros siempre fueran al blanco. Pero, una vez que ‘ella’ se me fue asignada como mentora,
las cosas cambiaron. Pasamos de los blancos de papel a pequeños animales en
movimiento para que mirara como la vida se les iba por mis manos, para fuera
más fácil hacer mi trabajo. Disfrutaba de mostrarme técnicas de tortura… era
asqueroso lo que hacía. La mayoría de las veces terminaba devolviendo en el
piso. ‘Ella’ solo se reía y decía que
no era lo suficientemente fuerte para esto…
Su mente lo llevó a su primera
misión, lo horrible que había sido con ‘ella’
susurrándole cosas, “dándole ideas” de lo bonito que sería abrir al hombre en
medio de esa gran mesa con mantel blanco… JaeJoong sacudió su cabeza, no quería
recordar cómo había terminado aquel hombre, aquel primer hombre al que él le
había dado un tiro en la cabeza.
—¿Cómo te asignaban los trabajos?
—Ellos solo venían a mí y decían
lo que quería el cliente.
—¿Trabajabas solo o en equipo?
—Mayormente solo. Algunas veces
con ‘ella’.
—¿Sabes cuantos miembros tiene
esta asociación? —JaeJoong negó. —¿Sus dirigentes?
—Conocía a otro chico, un poco
mayor que yo, casi de la edad de ella, pero un día falló en una misión y no
regresó. No sé quien sea el dirigente. Se comunicaban con nosotros a través de
dos hombres lo suficientemente mayores para hacer ningún trabajo.
—¿Podrías hacernos una
descripción?
JaeJoong asintió. A cada minuto
que pasaba, sentía que su cuerpo dejaba de responderle.
—Bien, quizá podamos atraparlos a
todos, y…
—‘Ella’ no se detendrá hasta ver su objetivo cumplido —susurró. —Yo
intervine en esto, ahora lo ha tomado como una afrenta personal…
—La detendremos antes de que se
acerque a mi familia —anunció firmemente el hombre mayor. Pero él realmente no
entendía.
—Vendrán más. Debe dar con el
cliente… y ella… ella vendrá con o sin misión, porque ahora eres su objetivo —le
dijo en un susurro ahogado a YunHo antes de caer en la inconsciencia.
—¡Rayos! —exclamó YunHo cuando
vio a JaeJoong desvanecerse.
Olvidó todo lo que el chico había
dicho y se acercó a él con la misma preocupación que se tiene cuando la persona
amada sufre. Abrió la chaqueta que traía, una que él mismo le había regalado,
una a su talla de un color café más oscuro. Y ahí, del lado derecho, una enorme
mancha de sangre pintaba su camiseta.
YunHo estaba seguro que JaeJoong
lo había cubierto con su cuerpo en el segundo disparo. Solo que no se había
detenido a analizar las cosas, hasta ahora.
Con suavidad, lo llevó hasta la
cama.
—Quédense aquí. Es un lugar
seguro —ordenó su padre antes de salir, prometiendo ayuda médica para el chico.
***
JaeJoong despertó sintiéndose muy
confuso. Abrió y cerró los ojos rápidamente. Demasiada luz. Aunque, estaba
seguro que no era la luz del sol, quizá fuera de noche. Tentativamente abrió de
nuevo los ojos. Parpadeó. Paredes blancas perfectamente pintadas, incluso
algunos adornos. Se sobresaltó. Aquella no era su usual fría y gris habitación.
—Tranquilo. No te muevas. Se
abrirá tu herida de nuevo —escuchó una cálida y conocida voz. YunHo. Se
tranquilizó y volvió a recostarse.
Entonces, recordó los sucesos
acontecidos anteriormente y se sobresaltó de nuevo. La tranquilidad se tornó
desesperación al saber que YunHo quizá lo odiaba ahora.
—¿Cuánto tiempo he estado
inconsciente? —preguntó, sintiendo su boca seca. YunHo le acercó un vaso de
agua con una pajita, que JaeJoong bebió ávidamente.
—Alrededor de tres días.
Asustado, JaeJoong lo miró por
primera vez. No supo descifrar la mirada que YunHo le daba.
—Debemos irnos —dijo, rogando
porque YunHo aún confiara en él.
—Este lugar es seguro.
No, YunHo no entendía. No había
lugar seguro, ellos los encontraría tarde o temprano. Lo mejor era mantenerse
en movimiento. Tres días, tres días habían pasado, JaeJoong sabía que solo se
estaban tomando su tiempo antes de salir a cazarlos.
—YunHo…
—Padre está moviendo todas sus
influencias para que esto acabe lo antes posible —anunció YunHo sin mirarlo. —Por
el momento es mejor estar escondidos. En cuanto acabe todo esto, iniciará un juico,
tendrás que declarar. Ahora eres un testigo protegido.
JaeJoong quiso soltar una
carcajada. ¿Testigo protegido? El no había hecho todo lo que hizo solo por su
propio bienestar. De hecho, JaeJoong jamás había hecho algo porque él realmente
lo quisiera, siempre eran órdenes, y ahora que, por primera vez tomaba una decisión…
ahora todo estaba perdido.
Algo en su rostro debió haberse
mostrado, ya que YunHo añadió: —Mira, JaeJoong. Agradezco mucho que me hayas
salvado, a mí y a mi familia. Que hayas traicionado todo lo que conoces por mi
bienestar, pero, es difícil. Es difícil aceptar que no eres la persona que yo
creí conocer. Además… eres un asesino.
Las palabras dolieron como
puñales, incrustándose en cada uno de sus huesos. JaeJoong apretó las manos en
un puño, con la sábana como mudo testigo de su agonía. Sus ojos picando como
hierros ardientes para dejar correr las lágrimas que afanosamente trataba de
contener. YunHo lo odiaba. Sabía que así sería cuando se enterara, pero
infiernos si no dolía.
Las horas pasaron en completo
silencio. YunHo porque le costaba asimilar lo que era JaeJoong en realidad,
sobre todo porque lo que hacía iba en contra de sus principios. Por su parte
JaeJoong se había sumido en su propia tristeza, nada que hablar, nada que oír. Por
momentos pensaba que todo este dolor se hubiera evitado si él no se hubiera
acercad a YunHo, pero, incluso pensando eso, su corazón dolía. No, a pesar de
todo, no se arrepentía de haberse enamorado de YunHo, aunque él no lo quisiera
más.
—¿Por qué, JaeJoong? —dijo
finalmente YunHo.
—¿Por qué trabajaba en esto? ¿Por
qué nunca lo dejé? ¿Por qué te salve? —YunHo asintió a todas ellas. —Estaba en
esto porque es lo único que sé hacer. No supe que no era normal hasta que
comencé a ver a los niños de mi edad. Siempre pensé que estaba bien que yo
jugara con armas en lugar de cochecitos. Solo fue hasta que conocí a esa mujer
que me di cuenta de la enorme diferencia entre los demás y yo. Siendo yo tan
pequeño, dejarlo no era una opción. Solo y sin un lugar al que ir, tenía todo
en contra. —YunHo hizo un sonidito incrédulo. —Si te digo que el castigo por fallar
la misión era lo bastante doloroso para querer repetir el error, dejarías de
ser tan incrédulo. El dolor que ahora siento en mis costillas es nada comparado
con aquel… a partir de ese momento decidí dejar de ser la presa. Me inculcaron
muy bien el miedo, miedo a lo que podría pasarme si huyera. Anécdotas de alguno
que otro incauto que pensó lo mismo. ¿Por qué ahora? Por ti. Por la misma razón
por la que te salve, es la misma por la que arriesgo toda mi vida. Porque te
amo. No importa si no me crees, no importa si piensas que un asesino es incapaz
de sentir amor, tampoco importa si no me quieres más. Por ti y todos esos
sentimientos que me enseñaste en el trascurso de nuestro tiempo juntos, por ti y
por mi amor a ti es por lo que hago esto.
YunHo se quedo callado,
sorprendido de que en realidad su JaeJoong si estuviera dentro de ese cuerpo
que ahora también era el de un asesino. Porque JaeJoong no conocía de nada
hasta que YunHo llegó a su vida, y ahora su vida quizá no tuviera un mañana, y
aún así, aún así lo arriesgó todo por él.
—JaeJoong… —se interrumpió cuando
escuchó un barullo al otro lado de la puerta. A lo mejor era algún cliente
rezongando. Se acercó a la puerta para escuchar mejor, pero solo el ruido de la
televisión sonaba. Se dio la vuelta, esbozó una pequeña sonrisa para
tranquilizar a JaeJoong, pero descubrió que el chico ya estaba de pie,
colocándose los zapatos. —¿Qué haces? —el doctor claramente había dicho reposo
absoluto, pero evidentemente a JaeJoong le importaba un comino. Sin embargo,
JaeJoong solo se llevó un dedo a los labios, pidiendo silencio ante el sermón
que YunHo le iba a dar.
YunHo no lo escuchaba, pero
JaeJoong sabía perfectamente que había alguien detrás de la puerta. Analizando
si debería entrar por la puerta principal o no, o cuantos sujetos se
encontraban detrás de ella. El suave sonido de unos pasos le indicó a JaeJoong
que su invitado había decidido ir por otra puerta o esperar a que salieran.
—Vamos —apuró a YunHo en un
susurro. YunHo frunció el ceño confundido, pero JaeJoong sabía que no tenían
tiempo para quedarse a charlar. Lo tomó de la muñeca y tiró de él hacia la
ventana, donde estaban las escaleras de emergencia. Debía escabullirse antes de
que su cazador les encontrara.
YunHo quería protestar, pero algo
en su instinto le dijo que confiara en JaeJoong, así que lo siguió como la
primera vez. Salieron por la ventana sin hacer demasiado ruido. JaeJoong hizo
varias muecas de dolor al pasar por ella, pero ni un solo quejido salió de su
boca. YunHo esperaba huir hacia la calle, pero contrariamente a eso, JaeJoong
lo llevó hacia el piso superior. Allí
aguardaron.
Un hombre de alrededor de treinta
años se detuvo frente al lugar por el que ellos salieron. Examinó un rato la
ventana y después entró. Al tiempo, JaeJoong lo jaló para que se colaran con un
grupo de vecinos que se dirigía a la calle principal.
Una vez fuera, JaeJoong lo apuró.
No se detuvo, no se giró. Caminó rápido y seguro hasta una plaza cercana.
—Mierda —susurró. YunHo supo que
estaban en problemas.
JaeJoong robó discretamente un
gorro, que puso inmediatamente a YunHo, al igual que un par de lentes que ni
siquiera supo de dónde salieron. Entonces se detuvo. Al centro de la explanada,
rodeado por una marea de personas que iban y venían, despreocupadas de lo que
allí pudiera pasar.
—Mierda, mierda, ¡mierda! —susurraba
bajo JaeJoong, mirando de un lado a otro. Entonces, utilizando su juventud, se
colaron junto a un círculo de chicos que bailaban apiñados unos junto a otros.
En otra ocasión a YunHo le hubiera encantado verlos, quizá unírseles, pero
ahora se sentía tan fuera de lugar. Ellos puros y él con una diana en la
espalda. —YunHo —le llamó JaeJoong. Y YunHo quiso no mirarlo. Sabía lo que
vendría. Algo en el tono de su voz lo decía y no quería escucharlo. —YunHo yo
los distraeré para que tú puedas ir a la estación de policía más cercana y…
—No —¡No! Su mente se negaba a dejarle
toda la responsabilidad de su seguridad a JaeJoong. No, él ya se había
arriesgado demasiado, su cabeza tendría un precio más alto que la suya propia.
Las suaves manos de JaeJoong le
tomaron el rostro. —Mírame, YunHo. —Y YunHo lo hizo. El hermoso rostro de
JaeJoong estaba muy cerca de él, sus enormes ojos manando ese sentimiento que
él no quería reconocer, pero que ahí estaba, claramente se reflejaba en esos
ojos, ojos puros a pesar de sus manchadas manos. Amor, solo amor era lo que
expresaban. —Yo te protegeré —le dijo antes de acercar sus labios a un último
beso. Un beso como el primero, suave, dulce y con muchos sentimientos y
esperanzas, pero sin ninguna promesa. —Te protegeré siempre, mi amor.
Entonces, dejó a YunHo rodeado de
todos los chicos que bailaban a su alrededor, ajenos al hueco en el pecho que
se le estaba haciendo. JaeJoong giró su rostro una vez más a él, le dedicó una
sonrisa y sus labios delinearon la frase ‘Te
amo’, antes de lanzarse contra el cazador más próximo a ellos.
Lo que sucedió solo fue una serie
de imágenes sin sentido. Gritos, chillidos de pánico, gente corriendo en todas
direcciones, y, de alguna manera, YunHo siguió a envuelto en la marea de gente.
Esa fue la última vez que lo vio.
***
Años han pasado y ahora YunHo viste
con su toga universitaria, esperando por recibir su título en Leyes, mirando
hacia el azul del cielo, pensando, siempre pensando en un par de ojos negros.
«JaeJoong, voy a cumplir mi sueño, por ti, por mí, trataré de crear un
mundo mejor»
Si bien, su padre, ahora
Vicepresidente, llevaba el asunto de la desmantelación de la Asociación de asesinos
en la que se crió JaeJoong muy en serio, las cosas estaban lejos de terminarse.
Había demasiado lodo dentro de eso, con muchos personajes de gran poder embadurnados
en ese mismo fango, lo que llevaba el caso más lento y más peligroso.
Varios asesinos habían sido
capturados, algunos muertos, pero muchos seguían libres, entre ellos esa mujer.
Del mismo modo, YunHo sabía que JaeJoong se encontraba con vida, no solo por el
hecho de no haber encontrado un cadáver, sino porque su corazón así se lo
decía.
YunHo tenía la esperanza de que
algún día, cuando todo terminara, volvería a ver a JaeJoong y le diría las
palabras que no pudo decirle ese día en la plaza, que él también lo amaba.
Sus ojos castaños siguieron a una
avecilla tornasolada, pequeña y eternamente en movimiento, como si al detenerse
el mundo a su alrededor se desvaneciera. La siguió hasta que está se ocultó
detrás del escenario. YunHo se concentró en el templete frente a él, donde
directores y maestros estaban ahí para despedirlos, cada uno con su
interminable discurso y buenos deseos. Sin embargo, sus ojos fueron atraídos
por un par de brillantes obres escondidas detrás del telón. Y el corazón de
YunHo brincó. Fue solo un instante, pero para YunHo fue una puerta abierta a la
esperanza, porque sabía que esos ojos negros que lo miraban con amor, le
pertenecían a JaeJoong, que su promesa se mantenía en pie, siempre en las
sombras, siempre cuidándolo.
—Yo también, te amo, JaeJoong.
Así, ambos esperarían por el día
en que los dos pudieran caminar bajo la luz del sol sin esa sensación de
peligro, porque YunHo crearía un mundo seguro para JaeJoong, un mundo donde su
pequeño colibrí pudiera volar sin preocuparse por ser la presa o el cazador.
FIN.
19 comentarios:
Primeraaaaa!
Primeraaaaa!
Mizu-chan continúa Love is blue Dx Me muero por la continuación
Bueno este OneShot fue hermoso *--* me gustó el sacrificio de Jaejoong por YunHo t.t
lo ame!! es un tanto triste que a pesar de todo jae deba permanecer entre las sombras pero es un sacrificio q el acepto y que refleja su amor por yunho para cuidarlo siempre Q.Q sdada gracias x compartir ! espero con ansias tu actus!1 :3
Yunho fue la luz de esperanza para Jae. Fue triste la infancia de Jaejoong...... Solo vivia para obedecer y de esa manera sobrevivir pero sin vivir LOL (no se entendio) pero de pronto aparece Yunho y le muestra un mundo distinto y se enamoran...... Ojala Yunho logre forman un mundo seguro para Jae, asi como lo tiene pensado, uno donde puedan ser felices, donde no haya peligro, y lo unico que deben hacer es amarse. Jae siempre protegiendo a Yunho...... Buaaaaa me hizo chillar. Todo lo que hace el amor. Ojala un dia de estos le des un pequeño epilogo (?) y porfis nos digas que Yunjae viviran juntos y felices, sin temor a ser presas o cazadores. LO AME MIZUSU!..... Y estoy tan feliz de que pienses retomar tus escritos y en lo que trabajas en ellos, nos regales one shots semanales ...... Espero que sean los martes jijijijiji.... Gracias, lo ame muchisimo enserio :) <3
Que hermoso, pero que hermoso.... Como que merece una continuación jajaja ok no. Me mata cuando pones a un Yunho protector y eternamente enamorado y aun Jae capaz de dar todo por el ser amado incluso la vida.... Gracias por la historia.
me encanto un poco triste por lo que les toco vivir a yunho y jae pero jae no conocía otra forma de vivir pero no es malo y si espero que en un futuro se encuentren de nuevo y puedan ser felices Gracias por compartirlo
graciassssss
yo tambien tenia ganas de leer un fic con esa tematica...
esperare con ansias la actualizacion de tu otro fic
me encantó este oneshot, fue tan misterioso...
Jae un asesino, no lo imaginaba y Yunho a pesar de saberlo ,lo amó igual a través del tiempo.
qué bueno que no dejes tus demás historias, son tan hermosas, siempre espero que retomes la de "toma mi mano" es una historia que no olvido y quisiera algún día saber cómo termina.
muchas gracias por continuar escribiendo,lo haces tan bellamente que me quedo embobada leyendo y leyendo y hasta que no leí el último párrafo,no dejo mi lugar en mi silla ... tus historias son apasionantes y tienen vida propia. te atrapan.
un abrazo y mil gracias por tu trabajo
Pobre Jae, pero el no conoció otra vida, ni otras enseñanzas, pero el amor a su Yunho lo cambio para bien, y aunque a ahora están separados pero procurando el bien del uno para el otro hasta que no haya peligros para ese amor que de seguro vivirán en plenitud.
Gracias estuvo muy hermoso.
Apenas vengo a dejar mi comentario, mil disculpas!!!
Me apena la vida que a Jae le tocó vivir y que haya sido lo único que conociera hasta ese entonces,
fue una fortuna que conociera a Yunho y así su vida diera un giro radical sineod feliz aunque sea por breves momentos e incluso si el final me encogió el corazón por su separación, quiero creer que es algo temporal y hay esperanzas de que no solo puedan observarse a la distancia, sino que pronto estén juntitos ;-;
Mil gracias por compartir.
-se va con un nudo en la garganta-
La verdad me dio mucho pena la vida que llevaba el no conoció otro sentimiento hasta que el amor llego pero cruel fue el destino u.u pero el escogió proteger su amor y al parecer no descansará hasta q el este fuera de peligro porque siempre lo estará protegiendo en las sombras T-T abuu mi quere un capo extra pero me encantó el shot
Gracias ;)
Genial! No se como sacas ideas tan buenas.. ..estuvo fantástico.. .
Quien iba a decirlo.. un hermoso joven como Jaejoong un asesino a sueldo.. ...claro una historie detrás pero aun así. ...
Me gusto mucho y el final me agrado.. .dejado en un incierto.. ..todo depende de lo bien que trabaje Yunho...y la habilidad de Jae para escabullirse. ..
Muy buen shot ....Thanks.
Ho guenial me encanto este shot
;O; excelente shot
me da penita la vida que le toco vivr a Jaejoong pero al menos en medio de todo ese desastre conocio y se enamoro de YunHo...que si bien no estan juntos , se aman y tarde o temprano podran unir sus caminos y seran felices ;O;
Su amor es verdadero y en un futuro podran vivirlo plenamente. Me gusto mucho *.*
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