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sábado, 29 de marzo de 2014

HOJAS DE OTOÑO: CAPITULO 10



Hoy en día me pregunto ¿Qué diablos he hecho yo para merecer esto? ¿A qué deidad insulte tanto para sufrir tal agonía? ¡Rayos! ¡Maldición! ¡Demonios! Y así podría seguir lanzando mil y un blasfemias y aún así,  mi mala suerte me perseguirá hasta el fin de los tiempos. Ok. Eso fue exageración, pero realmente he llegado a pensar que necesito una limpia, ya saben, echar mano de esas zarandeadas con hierbas apestosas dentro de una habitación con bastante humo de incienso salido de un turíbulo que hace imposible el respirar, agregando al huevo que te pasan por todo el cuerpo, las patitas de conejo, el ojo de venado y alguno que otro hechizo para alejar “el mal de ojo”, “las malas vibras”, y hasta alguno que otro exnovio acosador.

Sí, lo he meditado seriamente, cambiare mi hermoso llavero de coronas y estrellitas doradas por una patita de conejo. Definitivamente los hados están en mi contra, gustan del sufrimiento de este pobre ser. Sé que estoy dramatizando las cosas, pero no es para menos. No conforme con que el “Delfin” sea la víbora de dos patas más venenosa que hasta ahora conozco, que me haya quitado a Yunho, bueno a él nunca lo tuve pero creía tenerlo, con que haya engatusado a mi mejor amigo, no le basta eso, en verdad quiere arruinar mi vida escolar.

Siempre me he caracterizado por tener un carácter agradable y una sonrisa que invita a todos a acercarse, jamás tuve problemas con nadie, y si los tuve, ya los olvide, pues no eran la gran cosa. Pero ahora es otra historia.

Lo he notado desde que inicio el semestre, pero la verdad he ignorado todo eso, mis propios problemas han mantenida ocupada mi mente, en lugar de fijarme seriamente en los demás. Como siempre Junsu es el que parece el bueno de la historia, habla dulce pero escupe mierda, nadie lo nota más que yo. Y ahora esto…

 ¿Por qué será que todos creen eso de mí?

Sí, sabía que las personas decían que Junsu era demasiado buena persona para tener de amigo a un sujeto tan déspota como yo, pero ¿por qué nadie se acerca a mí y pregunta si es verdad? Digo, sí tanto les gusta saber. ¡Yo ni siquiera quería esto! Las cosas no son como él las dice, no son como él las pinta, ni siquiera he tenido mi debut oficial en esto del sexo. Pero claro, cómo defenderme si él tiene todas las armas, y yo solo a mí, que aunque abra la boca, nadie me creería.

Cuando ajuste mi horario de clases con el de Yunho jamás pensé que esto pudiera ocurrir, solo pensaba en poder pasar más tiempo con él, que nos sentáramos juntos en clases, sonriéndonos de vez en cuando, platicar en susurros si esta era muy aburrida, hacer las tareas juntos, y que me explicara algunas cosas que no entendiera, cosas así. Yo solo quería estar a su lado, quería mirar sus ojos todo el tiempo y que me dedicara alguno que otro mimo, nada más, pero las cosas no siempre salen como las quieres, y todo eso que yo deseaba, es lo que tiene Junsu. Y yo, yo solo obtengo las malas miradas y los cuchicheos cuando paso.

¿Cómo fue que pasó? ¡Ah sí! Ya recuerdo donde comencé a notar lo que era obvio. Sabía que se corrían rumores acerca de nosotros, que yo era el malo de la historia, el mal amigo, el que se portaba como mosca muerta frente a Yunho, mientras que Junsu se preocupaba por nuestra amistad. Sí, de eso estaba consciente. Solo que, las cosas se fueron un poco más al extremo.

Ayer, mientras esperaba que la Ley de Newton se cumpliera, miraba distraídamente por la ventana, no tenía muchas ganas de atender a la clase, el profesor de arte moderna sabe de verdad como dormir a la gente.

—Bien chicos, con lo que llevamos del curso tienen las bases para comenzar un proyecto en equipo. Este proyecto será la mitad de su calificación, el cual será entregado a final de semestre. Se los estoy diciendo desde ahora pues así tendrán tiempo para ir armando las piezas que sean necesarias y que muchas obtendrán durante el curso. Será en parejas, así que…  —En cuanto dijo parejas yo tome la mano de Yoochun. —No señores —el profesor sonrió al ver como varios de los alumnos al igual que yo habían escogido a su pareja. —Recuerden que todos estos proyectos en grupo son para desarrollar su sentido de trabajo en equipo, pues por muy creativos que sean, siempre existirá gente con la que deban colaborar. Así que en base a la lista de asistencia  iré escogiendo uno del principio y uno del final ¿de acuerdo? — «Para qué nos pregunta si va a hacer lo que se le da la gana» pensé un poco exasperado.

Yo solo esperaba que no me tocara un flojo, bueno para nada como compañero, sería muy difícil trabajar en esa situación y no quería verme en la penosa necesidad de decirle al profesor que mí colega no ayudaba, ganándome así una perorata acerca de la ayuda a los demás y cosas así. Estaba atento para cuando mi nombre saliera.

—Kim Jaejoong —me miro y tragué nervioso. Acababa de caer en la cuenta que un compañero flojo no sería mi peor opción —con Jung —dejé de respirar por la impresión —Jung Yunho.

El color de mi rostro se perdió. ¿Por qué? Me pregunto aún ahora. Yo, de verdad quiero alejarme, quiero dejar de sentir esto que siento por él, quiero ser su amigo sin ningún sentimiento no correspondido de por medio, pero para todo eso, necesito un poco de espacio, me duele tenerlo cerca y saberlo de otro.

—¿Kim? —la voz del profesor me llamaba. —¿Se siente usted bien? —preguntó amablemente. «No, profesor, no me encuentro bien. ¿Existe la posibilidad de cambiar a mi compañero?»

—Sí, estoy bien —dije recuperándome. Miré a Yoochun, quien solo poso su mano sobre la mía en señal de apoyo.

—Bien —dijo para luego seguir con su repartición de compañeros. —Les quedan aproximadamente 15 minutos para ponerse de acuerdo con su compañero. El tema recuerden, es libre, solo debe encontrarse dentro del marco del temario para esta asignatura.

Con resignación me levanté de mi lugar y con pasos arrastrados llegué hasta donde él. No lo miraba a los ojos, temía que si lo hacía podía perderme en ellos.

—Jae —habló, su voz me atrajo como las abejas a la miel, haciendo que instintivamente mis ojos fueran a los suyos. Me miraba con ternura, con un ligero toque de preocupación, pero felices, su sonrisa también parecía recibirme con los brazos abiertos. Me quede ahí, admirándolo, ese tipo de gestos me enamoraban más de él. Lo siguiente que sucedió me tomó por sorpresa, a mí y a todo el salón.

Yunho me atrajo a su cuerpo con uno de sus fuertes brazos, rodeando mis hombros, me tensé al instante. Su otro brazo descasaba sobre mi cintura, apretujándome contra él. Mi cuerpo comenzó a vibrar por el toque, mis fosas nasales se inundaron de su varonil aroma, mientras su calmada respiración se escuchaba en mi oído, pues había recargado su barbilla en mi hombro.

—Jaejoong —me susurró. Mi corazón brincaba tan fuerte que podría jurar que Yunho lo sentía latir sobre mi pecho. Extrañaba sus brazos, añoraba estar cerca de él, mis manos se movieron sin mi permiso, y, correspondieron a su abrazo.

Con eso bastó.

Esa fue la escena de la que muchos son testigos, pero no sé en qué momento se tergiversaron las cosas hasta convertirse en un lío.

Respiro profundamente. Cierro los ojos, mientras me concentro en mi respiración. Cuando abro los ojos, varios pares me están observando, muchos de ellos con curiosidad, pero la mayoría con reproche.

—No puedo creerlo —escucho murmurar.

—Sí, no sé cómo Junsu lo soporta —respondió otro.

—¿Será que me abra las piernas a mi?

—¡Iuughh! ¿Cómo puedes decir eso? Es una zorra.

—Tiene una linda cara, por no decir que una figura de envidia. Ya me imagino cómo será estrechar esa cinturita.

—¡Por favor! —decía voz con ironía.

—¡¿Qué?! Su cintura es más pequeña que la tuya.

—Pues quédate con la zorrita.

No quise seguir escuchando esa conversación, que comenzó con un murmullo y llego a una escena de pelea entre parejas.

«No soy una zorra» quise gritarles. Esas tipas ni siquiera me conocen. ¿Acaso han hablado si quiera una vez conmigo? ¡No! Entonces ¿por qué se expresan así de mí? Es más ¡Todavía soy virgen!

Se corrió el rumor que yo había rogado al profesor para que Yunho fuese mi compañero de trabajo, así pasaría mucho tiempo a su lado pues es un proyecto semestral, que aprovecharía cada instante para soltar mis artimañas y enredarme como una planta trepadora.

En el momento en que correspondí al abrazo de Yunho, de verdad lo quería, mi mente no estaba pensando solo era mi corazón el que actuaba, el que se sentía brincar de felicidad al estar aunque sea una vez más entre sus brazos, pero, las personas no lo vieron así.

—¡Arrozzz! —me grita alguien al pasar. Solía no saber qué significaba esa palabra dicha con ese modo. “Zorra”.

Yo solo quiero llegar rápido al aula, encontrar mi sitio al final del salón y olvidarme de todo esto. Debí ponerme los audífonos, pero no tendría caso, sus miradas son demasiado explícitas.

—Jae —una voz femenina se acercó a mí. No le respondo, sin embargo la miro. —Yo… yo siento mucho lo que dicen de ti —dijo. Aquello fue lo mejor del día.

—Creo que eras la única que piensa eso Yoona.

—Sí, tal vez, pero yo estuve ahí. Sé que fue elección del maestro, y que él se te abalanzó primero. De hecho desde que inició el semestre tengo la impresión de que lo evades, pero ya ves aún así se hace el chismerío.

—De casualidad ¿sabes cómo inició todo?

—No. Solo sé que Junsu está enterado del asunto, y dice que él no cree en tal cosa, que tú jamás lo traicionarías de ese modo.

—¿Eso crees? —Yoona me miro dudosa. —Yo solo espero que Yunho sea de verdad feliz, solo eso.

—¿Es cierto que te gusta? —preguntó. ¿Debería decirle?

—Sí —respondí al final con un suspiro, bajando la cabeza. —Me gusta desde la primera vez que lo vi. Desde que vi sus ojos marrones, su sonrisa, su voz, su lunar, yo… —callé, estaba hablando de más.

—A ti no te gusta Jaejoong, tú lo amas —aclaro Yoona. No me atrevía a confirmárselo con mis propias palabras.

—Yo solo deseo que él sea feliz, incluso sí no es conmigo, sí él es feliz, yo también lo seré —dije —por eso no intento alejarlo de Junsu. No soy esa clase de persona, si Yunho lo eligió, debe ser por alguna buena razón.

Después de todo, algo bueno debe de tener Junsu para haber cautivado a los dos hombres más importantes en este momento de mi vida, Yoochun y Yunho.

* * *

Las clases continúan normalmente, a excepción de los tiernos piropos que me lanzan cuando voy caminando. Ironía. Esta semana se me ha hecho eterna, y ni siquiera es viernes. Todos cuchichean a mis espaldas, sobre el gran espectáculo que daré el mañana en la fiesta, que si me emborracharé hasta perder el conocimiento, que si tomaré lo suficiente para armar una escena de celos, que sí me arrastraré sobre el caliente cuerpo de Yunho, que sí esto, que si lo otro. ¡Vaya! Me sorprenden, porque yo, de hecho, no pienso asistir.

—¡Gatito! — «Oh no». Ahí viene mi tormento. —¡Gatito, espera! — «¡Qué diantres tengo que esperar si me he quedado en mi lugar! ¿Crees acaso que caeré en el mismo truco dos veces?»  —¡Qué bueno que te veo! — «¡Me ves todos los malditos días!». Sonrío hipócritamente al igual que él. ¡Dios que bueno me estoy volviendo en esto! Y me odio por ello. —¿Verdad que vendrás mañana? Me han dicho que no irás. Pero tienes que asistir y callarle la boca a todos esos que hablan mal de ti. — «Ya sé por quien debo empezar». —No es justo que digan todas esas horribles cosas de ti, porque eso es completamente mentira, tú jamás —hizo un énfasis de superioridad en estas palabras —jamás me harías algo tan bajo, como meterte en mi relación con Yunho. — «Mira quién habla» —No faltes. Te estaré esperando, como prueba de que no intervendrás en mi noviazgo. —«¿Qué?» frunzo el ceño. Por el rabillo de los ojos veo que nuestra conversación ha pasado de ser privada a tener público, todos mirándome con ojos expectantes. Incluso puedo ver como una sonrisa ladina cruza por el rostro de varios de los presentes. Me descuide, dejé que Junsu me detuviera justo en una intersección de mayor afluencia de alumnos.  —¿Verdad que no intervendrás? —volvió a preguntarme al ver que no respondía. Me presiona, lo sé, pero ultimadamente ¿por qué debe de importarme lo que los demás digan de mí? «Al diablo».

—No intervendré, pero no estoy seguro de asistir, Su —contesto  con una voz muy suave pero audible, haciendo que sonara ligeramente lastimera para evadir todo. —Depende de cómo este mi salud, sabes que no he estado muy bien, y no quisiera tener una recaída  —trato de voltear las cartas a mi favor. —De hecho en este momento me siento un poco mareado  —ayudaba a mi actuación el que estuviera recargado totalmente sobre el barandal de las escaleras y mi demacrado semblante.  —¿Serías tan amable de llevarme a la enfermería? —«¡Aghh! ¡Odio esto!» Junsu pensó que simplemente agacharía la cabeza y aceptaría sus condiciones, pues ¡no! No estoy dispuesto a seguirle el juego.

—¡Oh! ¡Jae! ¿Te sientes mal? Ven te llevo a la enfermería y a de ahí a casa  —una voz saltarina habló detrás de Junsu.  Seung Heon se encontraba entre la bola de curiosos que esperaban por una pelea.  —Vamos  —lo miro y asiento, es mejor para ambos, así no seré intimidado durante el trayecto. Por esta vez salvé la situación, pero estoy seguro que encontrará la forma de darle vuelta a mis palabras. No le ha agradado que no ceda como antes, sus ojos me miran con ira. Si asisto a esa fiesta será mi perdición.

* * *

Dicho y hecho. Ahora no soy solo una zorra que trata de separar a la bonita pareja que forman Yunho y Junsu, sino que soy cualquier gata resbalosa que tiene controlado a Seung Heon para servirme. O eso fue lo que me dijo Yoona por la mañana. De algún modo los estudiantes presionan de manera “discreta” con sus comentarios a que asista a la fiesta.

Me senté en mi mismo lugar de siempre, había llegado temprano, esperaba que Yoochun llegara, ayer no lo vi, pero hable con él por teléfono, está enterado de la situación, pero no cree que Junsu haya esparcido el rumor. A veces quiero decirle la clase de alimaña que es conmigo, pero siempre que trato de tocar ese punto lo evade diciendo que no lo conozco lo suficiente para hablar así de él, no quiero pelear con él por ese tipo.

Miraba hacia la ventana viendo a las personas pasar cuando algo frío cayó sobre mi cabeza, escurriéndome por toda la cara, espalda y brazos.

—¡Ups! Lo siento, no te vi… zorra.

Me habían volteado un frappe encima. Ni siquiera estaba seguro de conocer a esas chicas, pero no tuve oportunidad de decir siquiera algo insultante, ya que ellas comenzaron a reír escandalosamente y desaparecieron por la puerta, en lo que yo asimilaba todo.

Coraje.

Es lo que sentía. ¿Por qué yo? ¿Qué les he hecho? Me levante de mi lugar y me dirigí a los sanitarios entre sonrisas burlonas de los demás. En el lavabo trataba de limpiar mis ropas y mi cabello que estaba completamente arruinado. Mi cara se encontraba mojada por echarme agua y por las lágrimas de impotencia que comenzaban a brotar. Levante mi camisa para poder tallarla un poco, cuando una mano me tomo por la cintura.

—Hola cosita linda  —susurró en mi oído una voz patosa al tiempo que un gran brazo me tomaba por la cintura. A través del espejo pude ver a un tipo grande, tanto como un oso, con una sonrisa lasciva. —No temas, no te haré nada que no conozcas, zorrita —temblé ante el hecho. Me veía y se lamia los labios. Inhalo el aroma de mi cuello.  —Nos volveremos a ver —aseveró para después morderme una oreja. Me soltó y salió deprisa por la puerta. Lloré, tenía miedo.

Yoochun entro apresurado al baño, me encontró temblando, recargado en una de las esquinas.

—Me dijeron que un tipo de aspecto dudoso estaba aquí y que tú habías venido  —lentamente pasó su brazo sobre mis hombros, dándome una sensación de seguridad, en ese momento, salté a su pecho, siendo acogido por él. Yoochun, mi Yoochun, que sería de mí sin tu amistad.

Cuando me hube calmado, lave mi rostro y fuimos a recoger mis cosas, ya que la clase había terminado. Yoona nos esperaba, con nuestras cosas. No pregunto nada, solo me miró con compasión.

—Se están pasando  —dijo. «Sí, se están pasando». —Esto es mucho para un simple chismerío.

Ninguno dijo nada, solo tome mis cuadernos y al estar limpiándolos por si alguno traía restos del frappe, descubrí otra cosa.

“Zorra” ¿Acaso no saben otra palabra?

“Déjalos en paz”

“No metas tus narices en su relación”

“¿Por qué no vas a abrirle las piernas a alguien más?”

Y así una lista de injurias rayoneadas por todas las hojas. Ese cuaderno no me serviría más. Cuando levante la mirada, Yoona miraba fijamente el cuaderno, afortunadamente Yoochun no lo vio, no pensaba enseñárselo. Ella lo miro primero a él y después a mí, indicado que deberíamos decirle. Yo solo negué con la cabeza. Yoochun ya hacía mucho por mí y más en el estado sentimental en que ambos nos encontrábamos.
Al parecer no tendré otra opción más que asistir a la dichosa fiesta. De una u otra manera será mi perdición, asista o no, no me salvaré de lo que Junsu tenga preparado para mí. Llevare mi caja de pañuelos, me quedaré con Seung Heon y con Yoona, Yoochun no irá, y es mejor así.

* * *

Tenía todo planeado, iría a casa a cambiarme para después asistir al evento que me terminaría por destrozar. Las clases estaban a punto de finalizar, esta era la última hora, cómo aguante todo el día, pues sencillo, no entre a ninguna, fui a casa por un cambio de ropa, y regresé solo a esta ultima ya que el profesor es muy exigente, en especial los viernes, pues la mayoría de sus alumnos suele volarse esta ultima hora, por eso, según él, ha tomado las medidas necesarias. Uno no sabe qué esperarse con profesores como este, por lo que es mejor no tentar la suerte e ir a clase.

Desgraciadamente para mí, esta clase la compartía con Yunho, bueno como casi todas, pero Junsu gustaba de internarse en la clase mientras esperaba a su novio. La materia transcurría aburrida, cuando unos golpes en la puerta nos sacaron de la modorra en la que estábamos sumidos.

—¡Oh! ¡Profesor Choi! ¿Kim Jaejoong está en clase? —dijo la secretaria del director con voz muy alterada. Sí algo caracterizaba a esa mujer, era el hecho de ser para nada discreta. De inmediato 20 pares de ojos me miraron. —¡Ah! ¡Jaejoong! ¡Ven rápido a la oficina del Director! ¡Tu madre ha tenido un accidente en su área de trabajo!

«¿Mamá?»  No lo pensé dos veces, tomé como pude mis cosas y salí desprendido hacía la oficina del director. Me indico el lugar donde se encontraba mi madre y quien había llamado.

Al llegar al hospital pregunto inmediatamente por ella, asustado camino casi corro en dirección de la habitación en la que se encontraba. Al abrir la puerta, mi madre me recibe con una hermosa sonrisa. Me acerco a ella y con los ojos la recorro de arriba abajo para verificar que se encuentre bien.

—¡Yah! Ji-Ji. Estoy perfectamente  —me dice, pero no lo creo, por algo está aquí. —No me ha pasado nada, no tienes porque andar todo agitado.

—Pero mamá…

—Nada. Lo único que sucedió es que me engrape el dedo  —me mostro su dedo índice con una pequeña gasa enredada en él. —Mi jefe padece de hematofobia. Trabajábamos sobre un proyecto y cometí el error de no mirar donde ponía la mano, engrapándome el dedo, lo que obviamente causo que saliera un poco de sangre, pero él se puso un poco agitado y se desmayó después. De hecho estamos aquí por él  —señaló a la cama de al lado, donde se encontraba un hombre de mediana edad recostado, totalmente dormido.

—Hicieron un gran alboroto —dije.

—¡Oh! Ji-Ji ¿qué tan malo puede ser?

—Me asuste mucho cuando me llamaron a la oficina del director —realmente estaba muy aterrado cuando la secretaria me dijo aquello.

—Ellos preguntaron a quien debían llamar en caso de emergencia. Y como estar en un hospital es una emergencia, lo hice —me explico del modo más sencillo. —Además ¿qué hay de malo en que una madre quiera un poco de los mimos de su hijo? —Solo reí levemente, meneando la cabeza de un lado al otro. —¿Qué dices si vamos de compras? —me sugirió, haciendo que mi sonrisa se expandiera.

A pesar del susto que me llevé, estaba totalmente agradecido con mi madre, ella no lo sabía, ni siquiera lo imaginaba, pero me acababa de salvar.


Quizá, y solo quizá, esta vez crea que las cosas pasan por alguna razón.

TOMA MI MANO: CAPITULO 6



“Duerme, duerme, sueña con ser… de tu mejor tesoro el guardián…”

De nuevo ese sueño, YunHo ahora sí que recordaba. Desde aquella tarde en el parque junto al pequeño niño, el sueño se había vuelto aún más recurrente, ahora distinguía claramente algunas frases de la canción de cuna que cantaba la dulce voz en sus sueños. No lograba ver a la persona dueña de la voz, pero entre una nube de visiones, podía notar los delgados brazos que lo rodeaban por detrás, sabiendo que esa persona era quien cantaba.

No entendía el porqué, pero ese sueño le causaba un profundo dolor, como un aguijonazo en el pecho, no es que no fuera hermoso, pero el hecho de no tener lo que en el sueño poseía, lo hacía sentirse, de alguna manera vacío.

YunHo inició su día con sus múltiples actividades laborales, lo normal, con una agenda muy apretada, desayunos con clientes, comidas con inversionistas y claro, de vez en cuando, cenas con su prometida. Todo eso hacía que olvidara ese hueco que sentía en el pecho, pero al llegar a casa, recostarse en su cama, sentía que algo le faltaba, por eso, el sueño le hacía feliz y a la vez triste, porque en él se sentía completo.

—ChangMin —decía a través del interlocutor. —Necesito que vengas a mi oficina. Trae contigo los documentos del último proyecto.

—Si.

“Toc-toc” el suave sonido sobre su puerta le anunció la llegada de su gerente. La puerta se abrió sin siquiera esperar respuesta, un castaño alto de un cuerpo bien trabajado y una sonrisa algo irónica, entró con un montón de papeles en la mano y apañándoselas como podía, con una taza de café en la otra.

—¿Quieres? —inquirió el castaño cuando notó a su jefe observar detenidamente su café.

—No, gracias —contestó sin darle importancia. —Bien, ahora sí, veamos —recibió de manos del otro aquella pila de papeles y comenzó a leerlos. —¿Todo esto está en orden?

—Si, solo necesitamos tu firma para comenzar oficialmente con el proyecto. Las hojas amarillas son las copias de algunas casas de materiales que insisten en trabajar con nosotros —decía señalando otro montoncito, separado del primero.

—Humm.

—Te ves agotado —señaló al darse cuenta de las ligeras ojeras bajo sus ojos.

—No he dormido bien.

—Tanto trabajo te está afectando.

—No creo que sea eso —comentó, levantando la mirada del papeleo que revisaba. —Min… —el hombre frente a él era su mejor amigo, sabía que podía confiar en él, pero no sabía cómo explicar lo que le mantenía despierto durante las noches. —¿Alguna vez has sentido que te falta algo? —ChangMin lo miro sin comprender.

—¿Algo?

—Sí, bueno. No exactamente algo material, ni un capricho, solo algo que no sabes que es.

—¿Algo que no sabes qué es? —ChangMin comenzaba a dudar seriamente de la salud mental de su jefe, porque no puedes decir que te falta algo si no sabes que es, o ¿sí?

—No me mires así —le aclaró. —Es que a veces siento que mi vida es demasiado monótona. —Y así era, pero esos sueños que ha tenido, solo lo hacen desear ese algo que quizá alguna vez tuvo.

—Tal vez te haga falta descansar, relajarte. Has estado trabajando muy duro para demostrarle a todos que a pesar de tu edad, estas totalmente capacitado para dirigir esta empresa.

—Eso es gracias a tu ayuda. Eres más joven que yo pero ostentas una de las mentes más inteligentes que conozco. La verdad hubiera sucumbido a la presión desde hace ya mucho.

—¿Este es el momento en el que nos adulamos el uno al otro? —Ambos comenzaron a reír estrepitosamente. —Deberías ir a ver a BoA. Ha estado preguntando por ti. —Miro inquisitivamente al moreno, pero no obtuvo ningún comentario. —¿Han tenido alguna discusión?

—No —dijo cansadamente. —No, la verdad es que no tengo ganas de verla —admitió. ChangMin no dijo nada, espero a que el otro continuara. —No es que no la quiera, pero estos últimos días… no sé, me he sentido extraño.

—Ella es una buena mujer.

—Lo sé, pero aún así mi corazón se niega a amarla.

—Quizá esa sea la razón por la que estas raro. Solo tienes miedo de amarla —dijo convencido ChangMin. YunHo lo miró, pero no quiso llevarle la contraria, no iba a admitir que su corazón latió por alguien que no conocía, alguien que solo en sus sueños se presentaba, alguien a quien añoraba sin saber por qué.

—Tal vez. Voy a llamarla. La invitaré a salir hoy.

—Llévale flores —añadió el chico alto.

—Flores… —repitió YunHo. Su mente atrajo al pequeño Hee Jin, lo feliz que la sonrisa de ese niño lo hacía y  que tal vez lo vería en la florería, y quizá, por qué no, pon fin podría conocer a su madre.

—Sí, flores. Ya sabes esas cosas de colores con mucho aroma que a las mujeres les encanta.

—Sé que son las flores. Gracias —decía sarcásticamente.

—Bueno, es que conociéndote, pensé que en tu extraño mundo solo habitan las constructoras, los grandes edificios y tu madre. —Espero a alguna mordaz respuesta que nunca llegó. El moreno solo me limito a mirar en un punto fijo la pila de documentos. Sí, así era exactamente como lo había dicho, en su vida no había nada más que eso, y quizá unas cuantas personas más, como ChangMin, pero de ahí en fuera, no tenía nada, era un cuerpo sin alma. —Oye —continúo el morocho al ver el estando en el que se había sumergido su amigo. —No te deprimas —dijo colocándole una mano en el hombro. —Todo lo que necesitas lo tienes justo frente a tus ojos, tienes una madre amorosa, amigos que te quieren y una novia que te adora. Solo date la oportunidad de amarla, seguro estoy que eso es lo que te falta.

Sonrió al hombre que tenía enfrente, y decidió que debería darse la oportunidad de amar a esa buena mujer. Olvido por completo a la hermosa voz que lo arrullaba en sueños y decidió también, que eran solo eso, sueños. Llamo a su novia y la invitó a salir.

Muy entrada la tarde, salió de su oficina, por poco olvidaba su cita, afortunadamente, tanto ChangMin como su secretaria le recordaron amablemente y lo botaron de ahí. Sin olvidar el detalle de las flores, se detuvo de nuevo en esa florería cercana al centro.

—¡Hey! —dijo a modo de saludo al chico de sonrisa chillona y gran trasero.

—¡Hey! —respondió en tono feliz y con una sonrisa que no llegó a sus ojos. Obviamente aún recodaba el evento en el parque de diversiones. —Dígame en que le puedo ayudar.

—Pues quisiera un gran ramo de flores rosas —contestó si ningún interés. Si bien, al llegar al lugar estaba pensando en algunas flores para su prometida, al poner un pie en ese lugar, lo olvido totalmente. Pareciera como si el mismo aroma de las flores lo envolviera en un mundo diferente al suyo, uno muy parecido al que en sus sueños se presentaba.

—¿Alguna en particular?

—No, no, ninguna en especial.

Casi ni siquiera hilaba la conversación, se encontró así mismo buscando por todo el lugar, ¿qué? ni siquiera él podía responderlo, solo sabía que ese algo estaba ahí y que debía hallarlo.

Un chillido alegre y algo estrellándose contra su pierna lo sobresaltó y a la vez lo conmovió de maneras distintas. Bajó su vista y ahí a la altura de sus rodillas se encontraba un pequeño niño de ojos marrones y piel blanca.

—¡Yah! ¡Bichito! —riñó levemente el chico. —No debes lanzarte así a la gente desconocida. —El niño aún sin soltar la pierna del mayor, miró al otro haciendo un puchero. —No, ni aunque hagas pucheritos ¿Qué pasa si es un roba-niños? ¿Qué tal que es tan debilucho al que le puedes romper la pierna? Peor aún ¿qué si fuera un extraterrestre disfrazado solo para llevarte a su nave y experimentar contigo, para después conquistar el mundo?

Aquello ya le parecía a YunHo muy descabellado. Estaba bien que reprimiera al niño con la primer pregunta, sí, era preocupante que un pequeñín se lanzara en brazos de cualquiera, pues había personas peligrosas, pero de ahí a que fuese un debilucho era un insulto y más que lo considerara un alíen, eso sí que estaba fuera de discusión. Iba a replicar cuando una suave voz irrumpió.

—¡Su! —a pesar de que levanto la voz en señal de molestia, para YunHo aún se escuchaba como las campanas de viento. —¡Te he dicho miles de veces que dejes de decirle esas cosas! Bichito ha tenido pesadillas por culpa de esa tonta película tuya.

El dueño de la voz no se encontraba visible al ojo de YunHo, pero este lo sabía muy cerca, casi tanto que pudiera tocarlo. Solo era cuestión de asomarse por detrás de ese arreglo floral y podría verle.

—¡Oye! Yo solo trato de ayudarte a educarlo. No es normal que se lance así a los clientes —se defendía el otro. Una sacudida en su pantalón le recordó que ahí aún tenía al pequeño. Lo levantó y chilló de nuevo alegremente.

—¿Te gusta? —preguntó ante lo evidente.

—Omma me levantaba antes, pero, ahoda ya no lo hace. Dice que peso mucho. Su-Su-ah es un debilucho así que no cuenta —respondía alegremente.

—¡Hey! No soy debilucho. No hables de mí como si no estuviera pequeño demonio.

—Su —dijo la suave voz fríamente en tono de advertencia.

—El Ososozo me puede cadgad sin poblemas. Tú solo me levantas y te quejas como ñiña ‘¡Ayd mi espalda! ¡Ayd esto! ¡Ayd lo otro!’ —remedaba el pequeño, ahora cómodamente acomodado en los fuertes brazos de YunHo.

Una risa cantarina resonó en el lugar, al tiempo que un enfurruñado Junsu hacía muecas de disgusto pero que pronto se transformaron en carcajadas, acompañando a la otra risa, a la que también se unieron las carcajadas chillonas del pequeño. En ese momento YunHo sintió, por primera vez despierto, que estaba completo, que su alma estaba dentro de su cuerpo, que eso era lo que le faltaba.

—A ver. —Bichito bajó de su cómodo lugar y JaeJoong salió detrás del gran arreglo mirando a su hijo, se inclinó y le recogió uno de sus mechones azabache y lo llevó detrás de su oreja. —Primero no es ososozo, con solo un ‘oso’ basta.

—Ososo, omma, podque es un oso muy gande.

JaeJoong solo sonrió. —Segundo, es cargar ¿cómo?

—Cargar

—Problemas

—Poblemas. Problemas. — JaeJoong asintió.

—Tercero, el señor no se llama Ososozo, tiene un nombre Bichito, si no lo sabes pregúntaselo.

—Su-Su-ah me dijo que lo llamada así.

—¿Ese Su-Su-ah que se queja como niña? —miró a Junsu cada vez más seguro de que ese muchacho era una mala influencia para su pequeño. Se levantó y por primera vez vio al hombre que sujetaba a su hijo, aquel al que no había tenido oportunidad de agradecer, pero que, por boca de su Bichito, sabía lo había tratado muy bien y ahora se había convertido en una imagen de seguridad, que difícilmente JaeJoong borraría. —Discúlpenos señor...

Sus ojos por primera vez se fijaron en los ojos marrones de YunHo, su cuerpo se paralizó, su corazón dio un brinco tan grande al ver el tan anhelado rostro frente a él, que olvido como respirar. Su mente trajo de un solo golpe todos sus recuerdos, esos que mantenía resguardados en algún cajón de su mente para poder continuar sin la mitad de su alma. Y de pronto, todo se volvió negro...

—YunHo... —alcanzó a susurrar antes de perder el conocimiento y precipitarse sobre el suelo.

* * *

A pesar de las circunstancias, jamás llegó a creer que su corazón latiera vibrantemente por el delgado cuerpo que sus brazos sostenían. Apenas fue capaz de evitar que se estrellara directamente contra el piso, sin dañar al niño a sus pies, logró evitar que la madre del chiquillo sufriera algo más que un desmayo.

Sabía que estaba mal, que quizá fuera un enfermo, pero no podía evitar pensar que ese delgado y cálido cuerpo se sentía muy bien presionando contra el suyo, que jamás había visto belleza como aquella, combinando la delicadeza de su suave piel blanca con la fuerza de ser padre soltero, eso le había dicho Bichito, que él no tenía padre.

—¡Jae! —Junsu gritó desesperado por no saber qué hacer, generalmente era JaeJoong quien mantenía la calma en tales situaciones y quien tenía una solución a la mano. Siempre pensó que su amigo era muy fuerte, que enfrentaba la vida con entereza, pero no fue sino hasta hace unas semanas que se dio cuenta que JaeJoong solo había guardado su dolor, que la vida le había enseñado a ser fuerte a la mala y que no había dado tregua, por lo que ni siquiera había llorado a la mitad de su corazón.

—Omma —gimoteaba Hee Jin. El sollozo del pequeño sacó del trance hipnótico en que se había adentrado YunHo. Respiró, solo para encontrarse con la agradable fragancia de frutillas y flores que JaeJoong desprendía. Sacudió su cabeza pensando en qué diablos le pasaba, aquella situación no era de broma y él solamente se podía admirar de la persona que sostenía. Con otro sollozo del pequeño, finalmente reaccionó.

—Tranquilo Bichito, no llores —dijo intentando calmar al pequeño. —Tu omma estará bien, seguramente solo está cansado. —Se giró para ver ahora al pálido muchacho detrás del mostrador. —Llama a una ambulancia —ordenó. Luego, con cuidado de no perderse en sus sueños de nuevo, YunHo levantó a JaeJoong, mientras Junsu le indicaba un sillón en el cuál colocarlo.


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—Ya Bichito, no me paso nada – le decía JaeJoong a su hijo. Se encontraba sentado en la camilla de la ambulancia, con un paramédico revisándole los signos vitales, mientras los transportaban al hospital.

JaeJoong había reaccionado con un poco de alcohol que el paramédico le había dado a inhalar, lo llevaban al hospital a pesar de que él se sentía en perfectas condiciones, pero no podía explicar a nadie que la causa de su desmayo fue el shock de creer haber visto a YunHo.

Cuando había visto a Junsu decirle a su pequeño cosas inadecuadas, aún sabiendo que este tenía pesadillas por ello, salió en defensa de su hijo, pero lo que encontró ahí fue lo que lo llevó a ese estado de confusión, por lo tanto su mente sufrió un colapso, no creyó que sus alucinaciones lo llevarían tan lejos. Hacía poco que había imaginado escuchar a YunHo y verle a lo lejos, después de todos estos años, sabía que aún lo amaba, pero también sabía que ya no se encontraba a su lado, al menos no físicamente.

Mientras miraba los ojos marrones de su pequeño Hee Jin, decidió que esto no debía volver a pasar, que si bien, YunHo sería su único amor, aún era joven y ahora con su economía estable y con una nueva familia, que sin la necesidad de los lazos de sangre lo acogió como un verdadero hijo, debía cerrar ese hermoso capítulo de su vida y continuar adelante. Que de YunHo tenía el más bello recuerdo del amor y que éste estaba grabado en los profundos ojos de su hijo, por él no debía dejarse vencer, por él sería todo y mucho más.

El médico le dijo lo que ya sabía, su cuerpo había colapsado por la falta de oxígeno en su sistema, debido a una gran impresión. Y cómo no tenerla cuando casi juraba que había visto de nuevo aquellos ojos que antaño lo miraban con amor, aquellos en los que podía perderse. Su mente le había creado una ilusión bastante grande, porque no solo le llegó a ver en ese hombre, sino que su voz y su aroma eran el mismo, incluso el lunar sobre su labio. ¡Qué Ironía! Se pregunto no por primera vez si ¿tanto extrañaba a YunHo para alucinarlo de tal manera? Sí, lo extrañaba en demasía, pero era la primera vez que le sucedía aquello.


Tomó a su pequeño en sus brazos y salió del hospital agradeciendo a todos, aferro entre sus delgados miembros a ese ser que le brindaba la máxima calma a su vida, aquel que era su verdadera alegría.


viernes, 28 de marzo de 2014

AVISO

HOLA A TOD@S!

Por motivos de fuerza mayor he decidido quitar todas las adaptaciones de este blog, y solo me quedaré con los fic de los cuales soy autora :)

Si alguien está interesado en terminar de leer alguna de estas adaptaciones puede dejarme su correo.

Espero comprendan esta situación.


miércoles, 19 de marzo de 2014

HOJAS DE OTOÑO: CAPITULO 9


—Nosotros, estaremos bien —le aseguro, con lágrimas también, le abrazó y escondemos nuestros rostros en nuestros cuellos. —Nosotros estaremos bien.

Con esas simples palabras, su mano sobre la mía, miramos al cielo, como haciéndole una promesa, aspiré fuertemente. Estar enamorado es un asco. Aún más si es 14 de Febrero.

Estuvimos un ahí, sin hablar, alternando nuestra mirada del cielo azul a las personas que pasaban por ahí. No hacía falta decir más, después de todo él y yo somos así, poco a poco mi corazón se fue calmando, el vacio no se iba, pero al menos esa sensación de soledad sí, porque mi amigo estaba a mi lado, porque estaba consciente de que el sufría tanto como yo, lo sé, Yoochun jamás llora y sin embargo hoy, varias lágrimas escaparon de sus ojos, señal del daño que Junsu le causo.

«Lo detesto».

¿Cómo puede haber alguien capaz de rechazar a Yoochun? Un sentimiento parecido a la ira se incrementa en mi interior. Mi madre siempre ha dicho que uno no debe odiar a nadie, por más que sea mala persona, odiar no nos hará ningún bien a nosotros, por el contrario corrompería nuestra propia esencia, pero, en ocasiones como esta es inevitable.

El pensar en el “hubiera” también pasa por mi cabeza. No considero a Junsu una mala persona, bueno sí un poco, quizá mucho, pero algo bueno debe de tener para que atrapara el corazón de Yoochun. Imagino que sí Junsu no se sintiera atraído por Yunho, seguramente Yoochun sería su pareja ahora. Mi amigo dice que no son quien para juzgar, pero ¿cómo rayos quiere que no lo haga, cuando se que perfectamente que le dio “alas”? Es decir, sí siempre aspiró a una amistad con Yoochun, entonces ¿por qué rayos lo alentó para después dejarlo caer al precipicio de sus sentimientos?

Ciertamente Yoochun tiene toda la razón, quien soy yo para juzgar, después de todo me encuentro en la misma situación…

Divagando como me encontraba, con Yoochun a mi lado también en su propio mundo, me siento observado, quizá se les hace extraño la forma en la que simplemente estamos tomados de la mano, sin decir nada y mirando hacia las nubes que forman figuras, pero nadie sabe que esa es nuestra forma de darnos ánimos a nosotros mismos. Cualquiera diría que somos una pareja, la visión da esa idea, pero, si te acercas más verás que no es así. Podrás mirar el rastro de esas lágrimas en el rostro de Yoochun, esas que ahora se han controlado, pero aún así, una o dos se escurren sin su permiso. Sí miras bien, entonces podrás observar que si estamos en esta posición es porque de esta manera es más fácil evitar que lágrimas se escurran por tu cara, que así es más fácil ocultar ese semblante triste, pues si mantienes la mirada en alto, obligas a tu cuello a elevarse y así, el nudo en tu garganta se aligera un poco, o por lo menos, controlas esas estúpidas ganas de llorar y gritar por el dolor que te está carcomiendo por dentro. Así lo veo yo.

Esa mirada es realmente insistente, llevo sintiéndola un rato, si fuera en otra ocasión, sin duda habría volteado en seguida, pero hoy no, no ahora que sé que puedo llorar en el momento en que quite mi vista del cielo.

—¡Yunho! —escucho un grito de llamada. Reconozco la voz y por lo tanto al que llaman sin la necesidad de mirarlos. —¡Yunho! —al parecer no atiende a lo que pide. —¡Marchémonos! —sigue gritando, no quiero verlos.

«Que se marchen».

—¡Yunho! ¡Te estoy hablando!

—Solo quiero ver que esté bien.

—¡¿Por qué?! ¡¿Por qué te interesa tanto?! —Ha comenzado a alzar la voz, están muy cerca. Este jardín está adornado con demasiados arbustos, justo detrás de nosotros se encuentra uno, supongo que no hemos sido descubiertos, pero si siguen caminando en esta dirección, será inevitable que nos encontremos.

—Es mi amigo.

—Es una excusa patética. ¿Por qué todo lo relacionado con Jaejoong siempre está sobre mí? Si tanto quieres a tu amigo ¡lárgate con él!

—Su, no digas eso. Es… es solo que no se veía bien.

—Yoochun tampoco se veía bien y no por eso ando corriendo detrás de él.

—Es diferente.

—No, no lo es.

—Lo es, porque tú siempre supiste de mis intenciones y sin importarte eso te metiste en mi cama.

—¡¿Yo?! ¡Eres un maldito imbécil! ¡Fuiste tú quien me llevo de vacaciones con tu familia! ¡Fuiste tú el que me sedujo! ¡Él que dijo que se quedaría a mi lado! ¡Dijiste que no era sexo! ¡Que nosotros hacíamos el amor! —a este punto la voz de Junsu se quebró. —Yo… yo me entregué a ti por amor —dijo con voz llorosa. No había necesidad de voltear, su voz era bastante expresiva. A mi lado Yoochun se tenso desde el primer momento en que lo escucho, pero ahora su mano bajo la mía forma un puño apretado.

Por un momento todo quedó en silencio, no había ni un solo murmullo, ni siquiera el sonido de la brisa, nada, como si esperaran por la respuesta de Yunho, y, mi corazón partido en pedazos también.

—Vamos —le dijo con calma, con esa voz grave que relaja, con ese timbre que hipnotiza, por un momento deseé que me hablara a mí en vez de a su novio, pero el sonido de pasos alejándose me dijo que no era así.

Ni Yoochun ni yo dijimos nada al respecto de la conversación, en definitiva los dos teníamos cosas que pensar, quizá más él que yo. Yo, simplemente no quería especular en nada más, no quería abrir en mi cabeza el sinfín de preguntas que surgirían de lo escuchado, solo una que no dejaría de dar vueltas en mi mente… «¿Por qué?»

—¡Hey! ¡Amigo! —Alguien se acercó a nosotros. —Parce que tu novio está un poco triste —comentó a Yoochun, refiriéndose a mí.

—¿Ah?

—He estado observándolos desde aquella esquina —señalo un lugar contrario a nosotros, de ahí de donde sentía esa intensa mirada antes de que ellos aparecieran. —Y pude ver que tu novio no se encuentra muy bien —me sonrió mostrándome una hilera de dientes blancos y perfectos, realmente una sonrisa muy agradable —así que me preguntaba…

—Lo siento —dijo abruptamente mi amigo. Su interlocutor lo miraba confundido. —Jae, —me señalo —Jae no es mi novio.

Como si eso lo hiciera más feliz, aquel tipo ensanchó su sonrisa. De haber sido otra ocasión, seguramente habría sido curiosidad lo que me llamara la atención de este sujeto, sus orejas, cubiertas estratégicamente con matas de cabello lacio y negro, sus ojos vivaces emitían un brillo atractivo a la vista. Su nariz ligeramente partida por la mitad, le daba un aire gracioso. Pero sin duda lo que se llevaba todo el mérito, era esa contagiosa sonrisa con hoyuelos, la cual tímidamente me hizo sonreír, olvidándome por un instante de mi sufrimiento.

—¿Así que no es tu novio? —dijo más para sí mismo. —Pero han estado tomados de las manos todo el tiempo —cierto, imagino que lleva un buen rato observándonos. —Aunque ambos con el semblante muy triste, por eso pensé que habían tenido una discusión de parejas, y que aun no hallaban solución por eso estaban tristes —seguía sacando conclusiones.

—Ni Jae es mi novio, ni tenemos una discusión de pareja. Y, si estamos tristes es nuestro problema.

—No hay necesidad de ser ariscos, yo solo trato de conversar —sonrió de nuevo. —Soy Baek Seung Heon —dijo animadamente mientras nos tendía una mano, una que Yoochun miró de mala gana pero que al final acepto. —Soy estudiante de Artes.

—Eso es lógico, esta es una escuela de Artes —respondió Yoochun con ironía, al parecer desquitando un poco de su ira con el chico.

—Sí, bueno —se llevó una mano a la cabeza y hablo con un poco de pena —elegí mal mis palabras, soy estudiante de arte gráfico, vulgarmente conocido como pintura.  

—¿Y? —por alguna razón el usualmente amable Yoochun se estaba irritando con facilidad con esta persona.

—Bueno yo, yo… —me miró y se sonrojo violentamente.

—¿Tu qué?

—Yo… —me miraba de nuevo, el color encendido en sus mejillas se había expandido hasta sus orejas —yo… nada…

Se marcho tan de pronto como llegó, sin decir nada, irrumpiendo en el transcurso de nuestros pensamientos. Tal vez esa fue la razón por la que Yoochun se impacientaba con él.

* * *

Otro día más transcurrió. El horroroso día de San Valentín pasó dejando su huella, por el lugar se encontraban rastros de aquellos materiales usados en las grandes pancartas de amor, o chicas llorando en una esquina después de haber sido oficialmente rechazadas en ese día.

«Por favor, tomen sus pañuelos y ¡lárguense a otro lado! Yo también estoy sufriendo y lo mío sí es real, no como sus falsas lágrimas de gotero».

No son las únicas que sufren, pero sin embargo ellas son las que tienen consuelo, seguro esa es la táctica: “consigo pareja porque consigo pareja”. Se le declaran al chico en cuestión, si son aceptadas ¡bien!, pero sí son rechazadas, lloran como magdalenas en cada esquina, intentando ablandar el corazón de algún buen transeúnte, hasta que obvio consiguen la atención de alguien y lo demás es historia. Por esa razón es difícil que una chica que se declara en esta fecha y es botada, ande sola después. Me sorprende la fragilidad de su amor…

¿Amor? No, lo de ellas no es amor, solo es un pasatiempo. ¿Acaso sabrán ellas la forma en la que late tu corazón con el solo hecho de escuchar su voz? ¿Acaso ellas pueden distinguirlo desde lejos, aún si hay miles de personas en el lugar? ¿Podrán ellas percatarse de ese aroma que desprende la piel de su amado, sin ser necesariamente el perfume que usan? ¿Pueden ellas perderse con una sola mirada o una sola sonrisa? ¿Sabrán ellas como tu corazón va dando saltitos si escucha de la boca amada pronunciar tu nombre? No, no lo saben, porque lo suyo no era amor…

Caminaba distraídamente pensando en eso, mientras miraba hacia uno y otro lado chicas sollozar y siendo consoladas, por el ahora galán en turno. Me dirigía a clase, afortunadamente, hoy no tengo clases con la parejita, solo con Yunho, y aunque me duele verlo, no puedo negar que una parte de mi vibra cada que robo alguna de sus miradas. Sí, es masoquismo.

—¡Ouch! —Tan distraídamente estaba que choqué contra algo o alguien, enviando a esta persona al suelo.

—¡Oh! Lo siento, lo siento, de verdad lo siento mucho —me disculpaba rápidamente. Suelo ser torpe al caminar y más si ando en mi mundo. Me inclinaba una y otra vez, al tiempo que decía eso.

—No te preocupes Jae, no paso nada. —«¿Jae?» Alce la mirada hacia mi interlocutor, realmente no sabía quién era, ni porqué sabía mi nombre.

—¿Nos conocemos? —Me acuclille para ayudarle a recoger sus cosas, las cuales eran muchas, un sinfín de pequeños tubos de pintura y pinceles.

—¡Ah! Vamos a clases juntos —se apresuró a decir.

—¿Sí? —Realmente no lo ubico, pero sonrisa se me hace conocida.

—Quizá no me recuerdes porque siempre estás en la luna —me dijo con confianza. Parpadee varias veces, debemos coincidir en varias para haber notado que no son mis mejores días.

—Toma es el último —le entrego un tubo de pintura lila.  Le sonrío. Se sonroja y trata de sonreírme. Su sonrisa con hoyuelos la he visto. —Eres el chico de ayer —le afirmo, con estas simples palabras el color que cubría sus mejillas y orejas ha pintado todo su rostro. Es tierno.

—Yo... yo… me recuerdas —tartamudeó, no se sí fue pregunta o afirmación, así que doy una sonrisa, de esas de las que siempre estuve orgulloso, de esas que últimamente no han salido.

—Disculpa si no te recuerdo, soy muy olvidadizo —le digo, miro mi reloj de mano notando que estoy a tiempo para llegar a clase.

—Aún es temprano. El profesor llega tarde —me dice. —Yo… yo… tomo esa clase contigo… y otras más —termina susurrando con la cabeza gacha. La forma en la que se comporta hace que otra sonrisa nazca de mí.

—¿De verdad? Entonces apresurémonos, no me quiero sentar adelante —le sonrío de nuevo, viendo como se cohíbe y sonroja.

Alternando sus sonrojos con mis sonrisas y una plática común llegamos  al aula. Miré alrededor buscando a Yoochun, pero mis ojos se toparon con unos castaños profundos que me paralizaron, al igual que mi sonrisa.

—¿Estás bien? —escucho que pregunta a mi lado.

«No, no lo estoy» quiero decirle, pero ni siquiera logro apartar mi vista de esos orbes marrón, que me miran de manera extraña, una la cual no logro definir. Quiero huir, huir como ayer, pues temo que mi llanto me gane la partida de nuevo, no soy tan fuerte, y Yoochun no está aquí ahora.

—Ven, creo que necesitas un té —me dice el chico de los hoyuelos, al tiempo que toma mi mano, tan suave, pero tan firme que me saca de ese hechizo que me mantiene inmóvil. Lo miro y me sonríe indulgentemente. Lo único que hago es señalarle mi lugar, después de todo no quiero perderlo, por ese motivo llegue un poco antes. Comprende mi señal y coloca mis cosas, repartiéndolas equitativamente en dos asientos, uno para mí y el otro para Yoochun, mientras él ubica sus cosas al otro lado mío.

—¿Jae? —de nuevo esa voz pronunciando mi nombre. A pesar de que no quiero volver mi rostro, mi propio cuerpo me traiciona. —Ayer estuve buscándote —dijo cada vez más cerca de mí. ¿Cómo explicar esta mezcla de emociones que surgían dentro de mí?, por un lado estaba exuberante de alegría, porque le seguía importando a Yunho, pero el otro gritaba de dolor al no saberlo mío.

—Estaba con Yoochun —dije apaciblemente.

—¿Te encuentras mejor? —Sus ojos preocupados me miraban, su mano acaricio mi cabello como asegurándose de mi estado de salud. —No te encontrabas bien, fui a buscarte después de clases a la enfermería. Toma —me entrego unas hojas. —Me tomé la molestia de sacar una copia de mis apuntes, aunque no tengo muy buena letra —dijo sonriendo ligeramente.

«¿Por qué? ¿Por qué eres amable conmigo? Me duele más tu amabilidad que si me trataras con la punta del pie. Me duele porque de estos pequeños detalles son de los que me enamoré…»

—G-gracias —baje mi mirada, el nudo en mi garganta fue mayor que mi felicidad, los ojos pronto se me aguadarían.

—Me alegro que estés bien. ¿Qué sucedió ayer?

—Yo-o… yo… —«No soporte verte con él y me derrumbé».

—Tuvo un pequeño incidente con un insecto —sin necesidad de voltear, se que Yoochun está a mi lado. Parece que el cielo lo envía siempre a mi rescate. «¿Qué sería yo sin ti mi amigo?»

—¿Qué quieres decir?

—Jae tiene una fobia con los insectos. Ayer fue agredido por un gran y ponzoñante insecto —dijo con una doble intención, pues si bien un pequeño escorpión me había picado, sabíamos que no se refería al animal.

—Sí tienes algo que decir, dilo bien. No andes con medias palabras —de nuevo el ambiente entre ellos dos se ponía tenso.

—No estoy tratando de decir nada. Lo estoy afirmando —utilizó un tono altisonante y engreído para aseverar las cosas. Por un momento casi jure que la ira acumulada en los ojos de Yunho sería la que soltara el primer golpe.

—Ciertamente no te veías muy bien —alguien irrumpió su batalla. Lo miramos por un segundo, yo había olvidado que estaba ese chico a mi lado y los otros dos lo miraban con cara de ¿quién rayos eres? —¡Oh! Soy…

—Ya sé quién eres —le cortó Yoochun. —¿Qué haces aquí? —no se refería al aula, sino a estar en medio de una pelea que no le correspondía.

—¡Ah! Bueno… —comenzó no muy seguro, cuando Yoochun se lo propone suele ser muy amenazador. Imagino que tener a ambos, sí ambos pues Yunho también le miraba con cara de pocos amigos, debe ser mucha de presión para el chico. Le sonreí en un intento de calmar los humos. —Yo estaba con Jae —dijo firmemente al tiempo que se volvía a sonrojar hasta las orejas, sin embargo no se amedrento con las miradas de los otros y continuó. —Desde hace días lo vengo observado en clases, pero ayer fue que decidí que sea mi musa. —«Ok» eso hasta a mí me sorprendió. Se volteó a mirarme y se inclinó ligeramente para tomar mi mentón.

—No te tomes demasiadas confianzas —esta vez y para asombro de los tres, fue Yunho quien impidió que me tocara. —Esto no es asunto tuyo —le dijo de da manera fría, al igual que sus ojos.

—Tampoco tuyo. Tú cuida lo que tienes. De Jae me encargo yo. —Estoy llegando a pensar que yo solo soy la excusa para que la pelea entre estos dos estalle.

—Jae, es…

—Jae es hermoso —de nuevo interrumpió el otro, logrando que me sonrojara. —Aunque tu  semblante es un poco triste —inconscientemente tome la mano a lado mío y la apreté, entrelazando los dedos. —Vamos, te prometí un té para calmar tus nervios —me dijo.

Me tomo del brazo y me arrastró con él fuera del aula, mientras caminábamos a la salida, voltee mi rostro para encontrarme con una expresión desconocida de Yunho, una que me expresaba un poco de dolor e impotencia, una que de manera brusca fue cambiada por la ira, dándose media vuelta para dirigirse a su asiento.

—Creo que solo te invite a Jae, pero si ya estás aquí… bueno no hay más que hacer… —le dijo ese chico a Yoochun, el cual había sido arrastrado por mí, porque en ningún momento solté su mano.

—Gracias —le respondió Yoochun de forma sarcástica, no es que el chico haya sido muy amable con él, pero él tampoco ha sido amable con el chico.

—Agradecemos el té, pero es hora de regresar a clases —le dije. —No me levanté temprano para nada —afirmé con una sonrisa. Con ellos a mí alrededor me sentía más tranquilo. Sin esperar respuesta, me di vuelta emprendiendo el camino al aula, con una mano sujetando aún a Yoochun y la otra el té que ese chico había comprado para mí.

«Baek Seung Heon» ese es su nombre. Aquel que afirmo frente a los demás que era su musa, aquel que me pareció tierna la forma de sonrojarse, de alguna manera me recuerda a mí, pero lo mejor de este chico, es que lo hizo frente a Yunho, me halago de tal manera que si no supiera que Yunho tiene pareja diría que sintió celos.

* * *

¿Alguna vez han pensado acerca del destino? Como de esas veces en las que más quieres evitar a alguien y más veces te lo encuentras. Así mismo me está sucediendo.

—¡Gatito! —escucho a lo lejos. Puedo sentir la hipocresía en cada sílaba. —¡Gatito! ¡Espera! —quisiera huir pero siempre toma ventaja de los pasillos transitados. La gente comienza a especular que soy un mal amigo, que Junsu me busca mucho y yo lo trato con desprecio, que no merezco su amistad, que seguro estoy celoso por que anda con Yunho y demás. Sí, estoy celoso, sí, soy malo, y no quiero ni tratarlo bien ¿por qué debo hacerlo?

«Uno, dos, tres… respira. Uno, dos, tres… tranquilízate»  me repito. Respiro hondo una vez más y me preparo para recibir a mi “amigo”.

—Junsu —susurro entre dientes, tratando de no saltarle a la yugular por esa insulsa sonrisa que me muestra.

—¡Gatito! —Me sonríe más, pero solo su boca lo hace, sus ojos son fríos y calculadores —¡Qué bueno que te encuentro! —«¿Qué tiene de bueno?»  —Verás Boa está organizando una fiesta por mi noviazgo —suelta una risotada. Sé que lo hace a propósito, así que trato de controlarme. No  le voy a dar el gusto de verme caer. —Bueno no, en realidad es por su cumpleaños, pero ella es tan amiga mía y tu amigo mío, que ya vez, los amigos de tus amigos son mis amigos —lo miro con impaciencia. ¿Qué diantres trata de decir? —Lo que quiero decir es que te espero el viernes en la fiesta —palmea mi brazo suavemente.  —No vayas a faltar —me abraza. —Habrá un gran espectáculo que no puedes perderte —me susurró al oído.

Ante la gente, ha atestiguado una vez más lo buen amigo que es Junsu, y claro no quiero ni presentarme en ese lugar, seguro me arrepentiré toda la vida. Como dicen, sobre amenaza no hay engaño. Solo sonrío sin tratar de arrugarle la nariz.

—Será el evento del mes —le digo con la misma hipocresía que él a mí. Recuérdenme vomitar después.

—Así será —¿Por qué sigue sonriendo? —Mejor lleva tu caja de pañuelos y una bolsa de pan para que nadie vea tu estúpido rostro al llorar. No quiero que des más pena de lo que ya das —lo dijo tan bajo que nadie lo escuchó. «¡Maldito!» quiero gritarle. «¡Ahhh!» hace que hierva mi sangre del coraje.

—¡Oh! ¿Asistirás a la fiesta? —un curioso se acercó, uno que resulto ser Seung Heon. —Boa me ha invitado, pero no tenía muchas ganas de ir, pero si tu vas iré, definitivamente iré —Junsu lo mira de manera incauta, se divierte con lo que acaba de descubrir.

—No sé, no aseguro nada —le respondo y sin más me marcho, a sabiendas que nuevamente quede como el engreído de la historia.

Solo espero, realmente espero, que la Ley de Newton se cumpla, “Con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria; o sea, las acciones mutuas de dos cuerpos siempre son iguales y dirigidas en sentido opuesto”.


“A toda acción, corresponde una reacción. ¿Cuál será mi reacción cuando vaya a esa fiesta? ¿Cuál será si no voy? Por la forma en la que fui invitado, nada bueno puede salir de eso”.