Hoy en día me
pregunto ¿Qué diablos he hecho yo para merecer esto? ¿A qué deidad insulte
tanto para sufrir tal agonía? ¡Rayos! ¡Maldición! ¡Demonios! Y así podría seguir
lanzando mil y un blasfemias y aún así,
mi mala suerte me perseguirá hasta el fin de los tiempos. Ok. Eso fue
exageración, pero realmente he llegado a pensar que necesito una limpia, ya
saben, echar mano de esas zarandeadas con hierbas apestosas dentro de una
habitación con bastante humo de incienso salido de un turíbulo que hace
imposible el respirar, agregando al huevo que te pasan por todo el cuerpo, las
patitas de conejo, el ojo de venado y alguno que otro hechizo para alejar “el
mal de ojo”, “las malas vibras”, y hasta alguno que otro exnovio acosador.
Sí, lo he
meditado seriamente, cambiare mi hermoso llavero de coronas y estrellitas
doradas por una patita de conejo. Definitivamente los hados están en mi contra,
gustan del sufrimiento de este pobre ser. Sé que estoy dramatizando las cosas,
pero no es para menos. No conforme con que el “Delfin” sea la víbora de dos
patas más venenosa que hasta ahora conozco, que me haya quitado a Yunho, bueno
a él nunca lo tuve pero creía tenerlo, con que haya engatusado a mi mejor
amigo, no le basta eso, en verdad quiere arruinar mi vida escolar.
Siempre me he
caracterizado por tener un carácter agradable y una sonrisa que invita a todos
a acercarse, jamás tuve problemas con nadie, y si los tuve, ya los olvide, pues
no eran la gran cosa. Pero ahora es otra historia.
Lo he notado
desde que inicio el semestre, pero la verdad he ignorado todo eso, mis propios
problemas han mantenida ocupada mi mente, en lugar de fijarme seriamente en los
demás. Como siempre Junsu es el que parece el bueno de la historia, habla dulce
pero escupe mierda, nadie lo nota más que yo. Y ahora esto…
¿Por qué será que todos creen eso de mí?
Sí, sabía que
las personas decían que Junsu era demasiado buena persona para tener de amigo a
un sujeto tan déspota como yo, pero ¿por qué nadie se acerca a mí y pregunta si
es verdad? Digo, sí tanto les gusta saber. ¡Yo ni siquiera quería esto! Las
cosas no son como él las dice, no son como él las pinta, ni siquiera he tenido
mi debut oficial en esto del sexo. Pero claro, cómo defenderme si él tiene
todas las armas, y yo solo a mí, que aunque abra la boca, nadie me creería.
Cuando ajuste mi
horario de clases con el de Yunho jamás pensé que esto pudiera ocurrir, solo
pensaba en poder pasar más tiempo con él, que nos sentáramos juntos en clases,
sonriéndonos de vez en cuando, platicar en susurros si esta era muy aburrida,
hacer las tareas juntos, y que me explicara algunas cosas que no entendiera,
cosas así. Yo solo quería estar a su lado, quería mirar sus ojos todo el tiempo
y que me dedicara alguno que otro mimo, nada más, pero las cosas no siempre
salen como las quieres, y todo eso que yo deseaba, es lo que tiene Junsu. Y yo,
yo solo obtengo las malas miradas y los cuchicheos cuando paso.
¿Cómo fue que
pasó? ¡Ah sí! Ya recuerdo donde comencé a notar lo que era obvio. Sabía que se
corrían rumores acerca de nosotros, que yo era el malo de la historia, el mal
amigo, el que se portaba como mosca muerta frente a Yunho, mientras que Junsu
se preocupaba por nuestra amistad. Sí, de eso estaba consciente. Solo que, las
cosas se fueron un poco más al extremo.
Ayer, mientras
esperaba que la Ley de Newton se cumpliera, miraba distraídamente por la
ventana, no tenía muchas ganas de atender a la clase, el profesor de arte
moderna sabe de verdad como dormir a la gente.
—Bien chicos,
con lo que llevamos del curso tienen las bases para comenzar un proyecto en
equipo. Este proyecto será la mitad de su calificación, el cual será entregado
a final de semestre. Se los estoy diciendo desde ahora pues así tendrán tiempo
para ir armando las piezas que sean necesarias y que muchas obtendrán durante
el curso. Será en parejas, así que… —En
cuanto dijo parejas yo tome la mano de Yoochun. —No señores —el profesor sonrió
al ver como varios de los alumnos al igual que yo habían escogido a su pareja.
—Recuerden que todos estos proyectos en grupo son para desarrollar su sentido
de trabajo en equipo, pues por muy creativos que sean, siempre existirá gente
con la que deban colaborar. Así que en base a la lista de asistencia iré escogiendo uno del principio y uno del
final ¿de acuerdo? — «Para qué nos
pregunta si va a hacer lo que se le da la gana» pensé un poco exasperado.
Yo solo esperaba
que no me tocara un flojo, bueno para nada como compañero, sería muy difícil
trabajar en esa situación y no quería verme en la penosa necesidad de decirle
al profesor que mí colega no ayudaba, ganándome así una perorata acerca de la
ayuda a los demás y cosas así. Estaba atento para cuando mi nombre saliera.
—Kim Jaejoong —me
miro y tragué nervioso. Acababa de caer en la cuenta que un compañero flojo no
sería mi peor opción —con Jung —dejé de respirar por la impresión —Jung Yunho.
El color de mi
rostro se perdió. ¿Por qué? Me pregunto aún ahora. Yo, de verdad quiero
alejarme, quiero dejar de sentir esto que siento por él, quiero ser su amigo
sin ningún sentimiento no correspondido de por medio, pero para todo eso,
necesito un poco de espacio, me duele tenerlo cerca y saberlo de otro.
—¿Kim? —la voz
del profesor me llamaba. —¿Se siente usted bien? —preguntó amablemente. «No, profesor, no me encuentro bien. ¿Existe
la posibilidad de cambiar a mi compañero?»
—Sí, estoy bien
—dije recuperándome. Miré a Yoochun, quien solo poso su mano sobre la mía en
señal de apoyo.
—Bien —dijo para
luego seguir con su repartición de compañeros. —Les quedan aproximadamente 15
minutos para ponerse de acuerdo con su compañero. El tema recuerden, es libre,
solo debe encontrarse dentro del marco del temario para esta asignatura.
Con resignación
me levanté de mi lugar y con pasos arrastrados llegué hasta donde él. No lo
miraba a los ojos, temía que si lo hacía podía perderme en ellos.
—Jae —habló, su
voz me atrajo como las abejas a la miel, haciendo que instintivamente mis ojos
fueran a los suyos. Me miraba con ternura, con un ligero toque de preocupación,
pero felices, su sonrisa también parecía recibirme con los brazos abiertos. Me
quede ahí, admirándolo, ese tipo de gestos me enamoraban más de él. Lo
siguiente que sucedió me tomó por sorpresa, a mí y a todo el salón.
Yunho me atrajo
a su cuerpo con uno de sus fuertes brazos, rodeando mis hombros, me tensé al
instante. Su otro brazo descasaba sobre mi cintura, apretujándome contra él. Mi
cuerpo comenzó a vibrar por el toque, mis fosas nasales se inundaron de su
varonil aroma, mientras su calmada respiración se escuchaba en mi oído, pues
había recargado su barbilla en mi hombro.
—Jaejoong —me
susurró. Mi corazón brincaba tan fuerte que podría jurar que Yunho lo sentía
latir sobre mi pecho. Extrañaba sus brazos, añoraba estar cerca de él, mis
manos se movieron sin mi permiso, y, correspondieron a su abrazo.
Con eso bastó.
Esa fue la
escena de la que muchos son testigos, pero no sé en qué momento se
tergiversaron las cosas hasta convertirse en un lío.
Respiro
profundamente. Cierro los ojos, mientras me concentro en mi respiración. Cuando
abro los ojos, varios pares me están observando, muchos de ellos con curiosidad,
pero la mayoría con reproche.
—No puedo
creerlo —escucho murmurar.
—Sí, no sé cómo
Junsu lo soporta —respondió otro.
—¿Será que me
abra las piernas a mi?
—¡Iuughh! ¿Cómo
puedes decir eso? Es una zorra.
—Tiene una linda
cara, por no decir que una figura de envidia. Ya me imagino cómo será estrechar
esa cinturita.
—¡Por favor! —decía
voz con ironía.
—¡¿Qué?! Su
cintura es más pequeña que la tuya.
—Pues quédate
con la zorrita.
No quise seguir
escuchando esa conversación, que comenzó con un murmullo y llego a una escena
de pelea entre parejas.
«No soy una zorra» quise gritarles. Esas
tipas ni siquiera me conocen. ¿Acaso han hablado si quiera una vez conmigo?
¡No! Entonces ¿por qué se expresan así de mí? Es más ¡Todavía soy virgen!
Se corrió el
rumor que yo había rogado al profesor para que Yunho fuese mi compañero de
trabajo, así pasaría mucho tiempo a su lado pues es un proyecto semestral, que
aprovecharía cada instante para soltar mis artimañas y enredarme como una
planta trepadora.
En el momento en
que correspondí al abrazo de Yunho, de verdad lo quería, mi mente no estaba
pensando solo era mi corazón el que actuaba, el que se sentía brincar de
felicidad al estar aunque sea una vez más entre sus brazos, pero, las personas
no lo vieron así.
—¡Arrozzz! —me
grita alguien al pasar. Solía no saber qué significaba esa palabra dicha con
ese modo. “Zorra”.
Yo solo quiero
llegar rápido al aula, encontrar mi sitio al final del salón y olvidarme de
todo esto. Debí ponerme los audífonos, pero no tendría caso, sus miradas son
demasiado explícitas.
—Jae —una voz
femenina se acercó a mí. No le respondo, sin embargo la miro. —Yo… yo siento
mucho lo que dicen de ti —dijo. Aquello fue lo mejor del día.
—Creo que eras
la única que piensa eso Yoona.
—Sí, tal vez,
pero yo estuve ahí. Sé que fue elección del maestro, y que él se te abalanzó
primero. De hecho desde que inició el semestre tengo la impresión de que lo
evades, pero ya ves aún así se hace el chismerío.
—De casualidad
¿sabes cómo inició todo?
—No. Solo sé que
Junsu está enterado del asunto, y dice que él no cree en tal cosa, que tú jamás
lo traicionarías de ese modo.
—¿Eso crees? —Yoona
me miro dudosa. —Yo solo espero que Yunho sea de verdad feliz, solo eso.
—¿Es cierto que
te gusta? —preguntó. ¿Debería decirle?
—Sí —respondí al
final con un suspiro, bajando la cabeza. —Me gusta desde la primera vez que lo
vi. Desde que vi sus ojos marrones, su sonrisa, su voz, su lunar, yo… —callé,
estaba hablando de más.
—A ti no te
gusta Jaejoong, tú lo amas —aclaro Yoona. No me atrevía a confirmárselo con mis
propias palabras.
—Yo solo deseo
que él sea feliz, incluso sí no es conmigo, sí él es feliz, yo también lo seré —dije
—por eso no intento alejarlo de Junsu. No soy esa clase de persona, si Yunho lo
eligió, debe ser por alguna buena razón.
Después de todo,
algo bueno debe de tener Junsu para haber cautivado a los dos hombres más
importantes en este momento de mi vida, Yoochun y Yunho.
* * *
Las clases
continúan normalmente, a excepción de los tiernos piropos que me lanzan cuando
voy caminando. Ironía. Esta semana se me ha hecho eterna, y ni siquiera es
viernes. Todos cuchichean a mis espaldas, sobre el gran espectáculo que daré el
mañana en la fiesta, que si me emborracharé hasta perder el conocimiento, que
si tomaré lo suficiente para armar una escena de celos, que sí me arrastraré
sobre el caliente cuerpo de Yunho, que sí esto, que si lo otro. ¡Vaya! Me
sorprenden, porque yo, de hecho, no pienso asistir.
—¡Gatito! — «Oh no». Ahí viene mi tormento. —¡Gatito,
espera! — «¡Qué diantres tengo que
esperar si me he quedado en mi lugar! ¿Crees acaso que caeré en el mismo truco
dos veces?» —¡Qué bueno que te veo!
— «¡Me ves todos los malditos días!».
Sonrío hipócritamente al igual que él. ¡Dios que bueno me estoy volviendo en
esto! Y me odio por ello. —¿Verdad que vendrás mañana? Me han dicho que no
irás. Pero tienes que asistir y callarle la boca a todos esos que hablan mal de
ti. — «Ya sé por quien debo empezar».
—No es justo que digan todas esas horribles cosas de ti, porque eso es completamente
mentira, tú jamás —hizo un énfasis de superioridad en estas palabras —jamás me
harías algo tan bajo, como meterte en mi relación con Yunho. — «Mira quién habla» —No faltes. Te
estaré esperando, como prueba de que no intervendrás en mi noviazgo. —«¿Qué?» frunzo el ceño. Por el rabillo de
los ojos veo que nuestra conversación ha pasado de ser privada a tener público,
todos mirándome con ojos expectantes. Incluso puedo ver como una sonrisa ladina
cruza por el rostro de varios de los presentes. Me descuide, dejé que Junsu me
detuviera justo en una intersección de mayor afluencia de alumnos. —¿Verdad que no intervendrás? —volvió a
preguntarme al ver que no respondía. Me presiona, lo sé, pero ultimadamente ¿por
qué debe de importarme lo que los demás digan de mí? «Al diablo».
—No intervendré,
pero no estoy seguro de asistir, Su —contesto con una voz muy suave pero audible, haciendo
que sonara ligeramente lastimera para evadir todo. —Depende de cómo este mi
salud, sabes que no he estado muy bien, y no quisiera tener una recaída —trato de voltear las cartas a mi favor. —De
hecho en este momento me siento un poco mareado
—ayudaba a mi actuación el que estuviera recargado totalmente sobre el
barandal de las escaleras y mi demacrado semblante. —¿Serías tan amable de llevarme a la
enfermería? —«¡Aghh! ¡Odio esto!» Junsu
pensó que simplemente agacharía la cabeza y aceptaría sus condiciones, pues
¡no! No estoy dispuesto a seguirle el juego.
—¡Oh! ¡Jae! ¿Te
sientes mal? Ven te llevo a la enfermería y a de ahí a casa —una voz saltarina habló detrás de Junsu. Seung Heon se encontraba entre la bola de
curiosos que esperaban por una pelea.
—Vamos —lo miro y asiento, es
mejor para ambos, así no seré intimidado durante el trayecto. Por esta vez
salvé la situación, pero estoy seguro que encontrará la forma de darle vuelta a
mis palabras. No le ha agradado que no ceda como antes, sus ojos me miran con
ira. Si asisto a esa fiesta será mi perdición.
* * *
Dicho y hecho.
Ahora no soy solo una zorra que trata de separar a la bonita pareja que forman Yunho
y Junsu, sino que soy cualquier gata resbalosa que tiene controlado a Seung
Heon para servirme. O eso fue lo que me dijo Yoona por la mañana. De algún modo
los estudiantes presionan de manera “discreta” con sus comentarios a que asista
a la fiesta.
Me senté en mi
mismo lugar de siempre, había llegado temprano, esperaba que Yoochun llegara,
ayer no lo vi, pero hable con él por teléfono, está enterado de la situación,
pero no cree que Junsu haya esparcido el rumor. A veces quiero decirle la clase
de alimaña que es conmigo, pero siempre que trato de tocar ese punto lo evade
diciendo que no lo conozco lo suficiente para hablar así de él, no quiero
pelear con él por ese tipo.
Miraba hacia la
ventana viendo a las personas pasar cuando algo frío cayó sobre mi cabeza,
escurriéndome por toda la cara, espalda y brazos.
—¡Ups! Lo
siento, no te vi… zorra.
Me habían
volteado un frappe encima. Ni siquiera estaba seguro de conocer a esas chicas,
pero no tuve oportunidad de decir siquiera algo insultante, ya que ellas
comenzaron a reír escandalosamente y desaparecieron por la puerta, en lo que yo
asimilaba todo.
Coraje.
Es lo que
sentía. ¿Por qué yo? ¿Qué les he hecho? Me levante de mi lugar y me dirigí a
los sanitarios entre sonrisas burlonas de los demás. En el lavabo trataba de
limpiar mis ropas y mi cabello que estaba completamente arruinado. Mi cara se
encontraba mojada por echarme agua y por las lágrimas de impotencia que
comenzaban a brotar. Levante mi camisa para poder tallarla un poco, cuando una
mano me tomo por la cintura.
—Hola cosita
linda —susurró en mi oído una voz patosa
al tiempo que un gran brazo me tomaba por la cintura. A través del espejo pude
ver a un tipo grande, tanto como un oso, con una sonrisa lasciva. —No temas, no
te haré nada que no conozcas, zorrita —temblé ante el hecho. Me veía y se lamia
los labios. Inhalo el aroma de mi cuello.
—Nos volveremos a ver —aseveró para después morderme una oreja. Me soltó
y salió deprisa por la puerta. Lloré, tenía miedo.
Yoochun entro
apresurado al baño, me encontró temblando, recargado en una de las esquinas.
—Me dijeron que
un tipo de aspecto dudoso estaba aquí y que tú habías venido —lentamente pasó su brazo sobre mis hombros,
dándome una sensación de seguridad, en ese momento, salté a su pecho, siendo
acogido por él. Yoochun, mi Yoochun, que sería de mí sin tu amistad.
Cuando me hube
calmado, lave mi rostro y fuimos a recoger mis cosas, ya que la clase había
terminado. Yoona nos esperaba, con nuestras cosas. No pregunto nada, solo me
miró con compasión.
—Se están
pasando —dijo. «Sí, se están pasando». —Esto es mucho para un simple chismerío.
Ninguno dijo
nada, solo tome mis cuadernos y al estar limpiándolos por si alguno traía
restos del frappe, descubrí otra cosa.
“Zorra” ¿Acaso
no saben otra palabra?
“Déjalos en paz”
“No metas tus
narices en su relación”
“¿Por qué no vas
a abrirle las piernas a alguien más?”
Y así una lista
de injurias rayoneadas por todas las hojas. Ese cuaderno no me serviría más.
Cuando levante la mirada, Yoona miraba fijamente el cuaderno, afortunadamente Yoochun
no lo vio, no pensaba enseñárselo. Ella lo miro primero a él y después a mí,
indicado que deberíamos decirle. Yo solo negué con la cabeza. Yoochun ya hacía
mucho por mí y más en el estado sentimental en que ambos nos encontrábamos.
Al parecer no
tendré otra opción más que asistir a la dichosa fiesta. De una u otra manera
será mi perdición, asista o no, no me salvaré de lo que Junsu tenga preparado
para mí. Llevare mi caja de pañuelos, me quedaré con Seung Heon y con Yoona, Yoochun
no irá, y es mejor así.
* * *
Tenía todo
planeado, iría a casa a cambiarme para después asistir al evento que me
terminaría por destrozar. Las clases estaban a punto de finalizar, esta era la
última hora, cómo aguante todo el día, pues sencillo, no entre a ninguna, fui a
casa por un cambio de ropa, y regresé solo a esta ultima ya que el profesor es
muy exigente, en especial los viernes, pues la mayoría de sus alumnos suele
volarse esta ultima hora, por eso, según él, ha tomado las medidas necesarias.
Uno no sabe qué esperarse con profesores como este, por lo que es mejor no
tentar la suerte e ir a clase.
Desgraciadamente
para mí, esta clase la compartía con Yunho, bueno como casi todas, pero Junsu
gustaba de internarse en la clase mientras esperaba a su novio. La materia
transcurría aburrida, cuando unos golpes en la puerta nos sacaron de la modorra
en la que estábamos sumidos.
—¡Oh! ¡Profesor
Choi! ¿Kim Jaejoong está en clase? —dijo la secretaria del director con voz muy
alterada. Sí algo caracterizaba a esa mujer, era el hecho de ser para nada
discreta. De inmediato 20 pares de ojos me miraron. —¡Ah! ¡Jaejoong! ¡Ven
rápido a la oficina del Director! ¡Tu madre ha tenido un accidente en su área
de trabajo!
«¿Mamá?» No lo pensé dos veces, tomé como pude mis
cosas y salí desprendido hacía la oficina del director. Me indico el lugar
donde se encontraba mi madre y quien había llamado.
Al llegar al
hospital pregunto inmediatamente por ella, asustado camino casi corro en
dirección de la habitación en la que se encontraba. Al abrir la puerta, mi
madre me recibe con una hermosa sonrisa. Me acerco a ella y con los ojos la
recorro de arriba abajo para verificar que se encuentre bien.
—¡Yah! Ji-Ji.
Estoy perfectamente —me dice, pero no lo
creo, por algo está aquí. —No me ha pasado nada, no tienes porque andar todo
agitado.
—Pero mamá…
—Nada. Lo único
que sucedió es que me engrape el dedo —me
mostro su dedo índice con una pequeña gasa enredada en él. —Mi jefe padece de
hematofobia. Trabajábamos sobre un proyecto y cometí el error de no mirar donde
ponía la mano, engrapándome el dedo, lo que obviamente causo que saliera un
poco de sangre, pero él se puso un poco agitado y se desmayó después. De hecho
estamos aquí por él —señaló a la cama de
al lado, donde se encontraba un hombre de mediana edad recostado, totalmente
dormido.
—Hicieron un
gran alboroto —dije.
—¡Oh! Ji-Ji ¿qué
tan malo puede ser?
—Me asuste mucho
cuando me llamaron a la oficina del director —realmente estaba muy aterrado
cuando la secretaria me dijo aquello.
—Ellos
preguntaron a quien debían llamar en caso de emergencia. Y como estar en un
hospital es una emergencia, lo hice —me explico del modo más sencillo. —Además
¿qué hay de malo en que una madre quiera un poco de los mimos de su hijo? —Solo
reí levemente, meneando la cabeza de un lado al otro. —¿Qué dices si vamos de
compras? —me sugirió, haciendo que mi sonrisa se expandiera.
A pesar del
susto que me llevé, estaba totalmente agradecido con mi madre, ella no lo
sabía, ni siquiera lo imaginaba, pero me acababa de salvar.
Quizá, y solo
quizá, esta vez crea que las cosas pasan por alguna razón.