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martes, 24 de junio de 2014

FATED: CAPITULO 12



—Yo jamás supe que era un chamán hasta unos días antes de mi primer celo. —JaeJoong creyó justo una historia por otra. Además el pequeño lobo y su compañero se habían arriesgado a sacarlo de la manada de osos sin siquiera conocerlo. —Siempre estuve oculto bajo estas hierbas —cogió el relicario que colgaba del cuello y lo abrió para que JunSu viera dentro de él. —Mi madre siempre fue muy versada en el arte de la curación a través de hierbas, imagino que tenía más poderes que jamás conoceré ya que están cayendo en picada debido a la muerte de mi padre. Ella siempre estuvo preocupada porque alguien nos descubriera. No creo que nuestra manada fuera muy tolerante con nuestro estatus. Además —JaeJoong se sentía nervioso, pero era hora de confesar porque no podía llamar a su forma animal e huir— mi lobo es de un color un tanto… especial.

—¿Especial?

JaeJoong llamó a su forma animal, mostrando toda la majestuosidad de su blanco pelaje. JunSu soltó un silbido al verlo, sus ojos se abrieron como platos y su boca caía hasta casi su pecho. JaeJoong hubiera encontrado la imagen divertida si no hubiese estado tan preocupado sobre las reacciones del pequeño lobo.

—Oh… eso… realmente no esperaba eso —dijo JunSu cuando JaeJoong volvió a su forma humana. Su voz sonaba un poco insegura, y, cuando le pasó una túnica que él traía puesta para cubrir la desnudez de JaeJoong, pudo ver el miedo y la duda en sus ojos. JaeJoong rogaba a los cielos no haber cometido un error al mostrarse.

—Yo… —comenzó JunSu de nuevo, pero JaeJoong veía como evitaba  mirarlo a los ojos. —Eso… hum…

—Guarden silencio —susurró YooChun. Ninguno se había dado cuenta de el pelinegro había despertado y se mantenía en vigía.

El silencio lleno el pequeño espacio en el que se encontraban, solo cortado por el sonido del latir de sus corazones. JaeJoong estaba casi seguro que habían olvidado respirar.

El crujido de una rama cercana los hizo amontonarse cerca de YooChun. JaeJoong estaba tan cerca de ellos que podía sentir a JunSu temblando desde el otro costado de YooChun.

YooChun mantenía las manos fijas en el suelo, la mirada atenta y había desfundado los colmillos, dispuesto a cambiar si fuera necesario.

Las suaves pisadas le indicaron a JaeJoong que lo que estaba cerca era un experto cazador. JunSu comenzó a respirar de forma más rápida, al igual que su corazón latía a mil por segundo. JaeJoong tuvo la imperiosa necesidad de tranquilizar al lobo, por lo que le sostuvo la mano. Con el contacto, no solo JunSu se calmó un poco, sino él mismo también.

Las suaves pisadas se detuvieron, en lo que JaeJoong consideró el lado derecho del tronco bajo el cual estaban. El sonido del olisqueo se hizo fuerte, podían escuchar como aspiraban hasta casi el punto de tratar de jalarlos con una sola inhalación.

Después de lo que pareció una hora, el cazador se dio por vencido y dejó de olfatear el árbol. No se sintieron más tranquilos cuando unas enormes patas negras aparecieron frente al hueco por el que habían entrado.

JaeJoong jamás había visto un color tan negro como aquel pelaje. Las garras que surgían de las fuertes patas se veían capaces de destrozar el árbol sin ningún problema. JaeJoong estaba seguro que era un lobo, pero nunca había visto un lobo tan negro como aquel. Era un contraste total de su blanco pelaje.

Cuando el cazador se alejó, los tres chicos dieron un suspiro de alivio. JaeJoong agradeció mentalmente a los dioses por haber otorgado poderes de defensa a YooChun.

—Debemos llegar al muro de protección —apuntó YooChun. JaeJoong asintió sin saber qué era eso. JunSu parecía perdido, aún temblaba ligeramente. —Tranquilo, dulce corazón, todo está bien —dijo a JunSu mientras lo cerraba en un férreo abrazo.

—Es él Chun. Estoy seguro —susurró.

Ninguno dijo nada, pero JaeJoong tenía una pequeña idea de a quién se refería JunSu, ahora que le había relatado su historia.

—¿Por qué no dijiste que eras un lobo blanco? —cuestionó YooChun con un tono de acusación. JaeJoong bajó los ojos, no era culpa suya haber nacido así, ahora no sería bienvenido en el lugar del gran árbol. Un lobo blanco era mal agüero, solo atraía problemas.

—Me iré tan pronto amanezca —dijo tratando de controlar su voz. No sabía donde iría, no podía regresar a casa y ahora ir con ellos tampoco era una opción.

—Perdona, no lo quise decir de esa manera. Es solo que estoy muy sorprendido.

—¿No me van a echar de su lado?

—¡Diablos, no! —respondió JunSu, volviendo de su trance.

—Como dije, solo estamos sorprendidos. No es común un lobo de tu color. Lo ideal sería que estuvieras con tu pareja… —YooChun guardó silencio al sentir las oleadas de dolor que de JaeJoong salían. —Nosotros te protegeremos —le dijo mientras tomaba su mano y le daba una cálida sonrisa. JaeJoong miró a JunSu y en su rostro pudo ver la afirmación hacia las palabras de su pareja.

Ninguno preguntó el porqué su pareja no estaba junto a él. Los dos dieron por sentado que era la razón por la que JaeJoong iba a su lugar. Sintieron compasión por el chico, si bien no se podían reclamar, al menos se tenían el uno al otro. Ellos no imaginaban el dolor que pasarían si fueran separados.

Al llegar el amanecer, YooChun salió del hueco en su forma animal, con las orejas moviéndose hacia todos lados en busca de sonidos extraños, con la nariz levantada olfateando el aire. Ahora más que nunca debían llegar al muro de protección que el Maestro había colocado alrededor de su hogar. YooChun deseaba ser más hábil, así hubiera puesto un círculo protector andante alrededor de JaeJoong. Al no hallar rastro del cazador, les hizo una indicación con la cabeza.

JunSu salió con su pelaje castaño claro reluciendo a cada movimiento. YooChun siempre babeaba cada vez que lo veía. Era hermoso, pero ahora no era momento de admirarlo. Correrían hasta el muro, sería duro para los pequeños lobos pero era su mejor opción.

Detrás de JunSu, una bola de ropa salió. Si un lobo se pudiera carcajear, eso sería el ruidito que YooChun soltó al ver a su nuevo amigo. JaeJoong francamente se veía como un perro-hijo que los humanos suelen tener, totalmente vestidos de lindos trajecitos, pero que en un lobo, a pesar de ser pequeño, se veían ridículos. Habían puesto a JaeJoong una de las camisas, la adecuaron para que el lobo se moviera cómodamente en ellas. Era la mejor idea que se les había ocurrido al tratar de ocultar el color de su pelaje.

JaeJoong dio un bajo gruñido, advirtiendo a YooChun que clavaría sus colmillos en su pata si seguía rodando por el suelo burlándose de él. Él aún insistía que barro era la mejor opción, pero al no estar cerca de un estanque la idea fue desechada.

Unos minutos después, los tres lobos corrían a través del bosque, lo más rápido que sus patas les llevaran, deteniéndose cada tanto para olfatear el aire y escuchar si había algo más a parte de ellos.

***

YunHo había echado a correr por la tarde de ayer, mientras dormía, su lobo había tomado el control. El cambio dolió como una perra, sintió sus huesos crujir mientras se realizaba, pero una vez en sus cuatro patas, sus movimientos se volvieron más fluidos.

¿Hacia dónde corría? Ni él lo sabía, solo se estaba dejando guiar por el instinto. Por momentos creía detectar el dulce olor de JaeJoong, entonces, era cuando más rápido corría.

Sentía ese llamado hacia el pequeño lobo, no importando donde estuviera. YunHo ni siquiera pensaba, solo dejó que su lobo le guiara, después de todo, el humano también ansiaba verlo.

Al caer la noche dejó de sentir a JaeJoong de un tiro, como si hubiera desaparecido. El lobo de YunHo gimoteó ante la idea de que algo malo le hubiera pasado al bonito lobo blanco, sin embargo, no sabía a qué dirección correr, estaba desorientado ahora que no lo sentía.

Siguió andando sobre la dirección que llevaba, lo conducían a tierras fuera de la manada, mucho más allá de donde se había aventurado en una sola carrera. Cuando el cansancio hizo mella en él, se tumbó bajo un árbol, escondido detrás de unos arbustos, ahora en tierra ajena, debía ser precavido.

Al salir el sol, continuó su camino, esta vez con mayor ahínco ya que de nuevo la presencia de JaeJoong lo llamaba. YunHo casi podía olfatear al chico, su dulce aroma guiando el camino. Llevaba alrededor de medio día corriendo cuando de nuevo la presencia de JaeJoong se esfumó. YunHo corrió desesperado, pero después de unas horas, se sabía totalmente perdido.

¿A dónde podría haber ido? YunHo no sabía nada acerca de dónde el pequeño lobo pudo haber ido. Sabía que Kim MinAh era su único familiar, y no tenía amigos más que unos pocos en la manada.

El lobo de YunHo lloriqueaba al no sentir a JaeJoong. Hoy era luna llena, el celo había comenzado. YunHo se sentía demasiado caliente, no solo por el extenuante ejercicio, sin embargo, no quería a nadie más en su cama más que al pequeño y sexy lobo blanco.

YunHo se detuvo en seco cuando el fuerte olor a shifter se coló por sus fosas nasales. Se estaba adentrando en territorio de otra manada, que, por el olor, YunHo diría que era alguna clase de felino.

Hasta ahora YunHo no había tenido contacto con otras manadas, como el cachorro que era se había comportado como tal. Jamás había tenido curiosidad por los asuntos políticos de su padre hasta que llegara a su mayoría de edad. Eso había sido el mes pasado, pero estaba tan centrado en JaeJoong que había olvidado sus deberes para con la manada.

YunHo sería el próximo Alfa, pronto tendría que inmiscuirse en los asuntos de la manada. Siempre había sido un bravucón sin responsabilidad alguna, lo que claro, estaba por cambiar.

YunHo echó las orejas para atrás, desenfundó los dientes mientras se agazapaba, listo para saltar al ataque. Las suaves pisadas le indicaron que ya no estaba más solo. Podía escuchar diferentes tipos de gruñidos, por lo que calculaba que al menos eran tres felinos los que lo estaban rodeando.

Estrechó la vista para poder ver a su enemigo. Sería un poco más sencillo saber a qué tipo de felino se estaba enfrentando.

Dos enormes panteras surgieron detrás de unos árboles, colocándose frente a él de forma intimidante. YunHo evaluó rápidamente a sus contrincantes, fuertes y ágiles músculos, filosos dientes y garras, pero eso no era nada contra lo que YunHo no podría luchar.

Con un gruñido felino, las panteras se lanzaron sobre él. YunHo se movía lo más rápido que podía, esquivando garras y colmillos por doquier. Lanzando sus propios colmillos hacia adelante cada que podía. Aulló con fuerza cuando un conjunto de dientes se cerró sobre una de sus patas traseras.

Gruñó y se sacudió con fuerza al enorme gato, que fue a estrellarse contra un árbol. Con uno fuera de combate, YunHo se enfocó en su otro enemigo, saltó sobre él, logrando ponerlo sobre su espalda. Estaba a punto de arrancarle el cuello cuando algo se estrelló contra su costado, consiguiendo que soltara su agarre.

Mirando alrededor, el tercer gato había aparecido, no era tan grande como los otros dos, pero su conjunto de garras y colmillos se veían tan aterradores como los otros. YunHo llevaba las de perder, tres gatos y una pata herida, no ayudaban en sus probabilidades.

Para sorpresa de YunHo el tercer felino invocó a su cambio, con un ligero destello, tuvo frente a él a una hermosa y muy desnuda mujer. YunHo hubiera podido babear ante semejante  monumento, pero por alguna razón ella no le atraía, ni ella ni nadie.

Los ojos verde-ámbar de la chica se centraron en YunHo. Las panteras detrás de la chica gruñían amenazadoramente.

—¿Quién eres y por qué estás invadiendo mi territorio? —preguntó con voz de mando.

Bien, YunHo se había adentrado sin permiso, por lo que era normal que atacaran a los extraños, pero él era inexperto, y en lugar de inclinar un poco la cabeza en señal de rendición se había lanzado contra ellos. Invocando su cambio, se paró lo más erguido que pudo sin parecer amenazante pero tampoco como víctima. YunHo pudo ver como los ojos de la chica lo recorrían de arriba abajo y un destello de lujuria apareció en ellos. Lástima para ella, él solo tenía ojos para  alguien.

—Soy Jung YunHo. Provengo de la manada de lobos al Este de aquí. No era mi intención entrar en su territorio sin su permiso.

—Si no lo era, ¿qué rayos hacías?

—Seguía a alguien —dijo. Ahora que las palabras salían de su boca se escuchaban un tanto estúpidas.

—Por aquí no ha pasado nadie. Solo tu aroma es el único extraño para nosotros.

YunHo soltó un suspiro, ¿cómo le explicaría que el mismo no seguía un rastro, sino una llamada? —Estoy consciente de que no hay otro aroma, sin embargo sé que este es el camino.

—¿Tratas de engañarnos para adentrarte en nuestro territorio? —preguntó con desconfianza. —¿Acaso los lobos planean dominar nuestras tierras?

«¡Oh-oh!» Esto estaba yendo realmente mal. Si no encontraba la forma de explicarse podía llevar a una guerra entre manadas. Y eso no era nada bueno, el mal de hombre combinado con la furia animal desataba enormes ríos de sangre.

—¡No! Es solo que yo no sé cómo explicarlo —soltó desesperado. —Es como si me llamara, como si invocara a mi alma. Mi lobo se vuelve loco y me ha guiado hasta aquí.

Los ojos de la chica cambiaron de desconfianza a curiosidad. El ladeo de la cabeza de los felinos detrás y su meneo de cola, le mostraban a YunHo la franca curiosidad de los gatos.

—Él se fue hace unos días. Ahora mi lobo aruña por encontrarlo. Llevo casi veinticuatro horas corriendo, lo he sentido hasta aquí, pero ahora se ha esfumado. —YunHo miró con anhelo más allá de los árboles, cómo si pudiera ver a JaeJoong detrás de ellos. Los felinos miraron en la misma dirección.

—¿Por qué habrías dejado ir a tu pareja? —dijo una voz masculina. La pantera de la derecha, ahora en su piel humana lo veía claramente confundido.

«¿Pareja?» YunHo no recordaba haber marcado a JaeJoong. Lo mordió si, de eso estaba seguro, había sentido la dulce sangre en su paladar, pero eso no había sido más que un sueño ¿no?

—JaeJoong no es mi pareja —dijo dudando.

—Si no lo es, ¿cómo es que sientes el llamado? —la otra pantera había hablado. Ahora tenía frente a él a una chica y dos chicos a cada lado.

La confusión en YunHo debió haber sido palpable en su rostro ya que la chica comenzó a reír. —Muy bien, Jung YunHo de la manada de lobos del Este. Eres cordialmente invitado a nuestra aldea. Soy JiYoung, y ellos mis parejas, JiHan e InHa. Se ve que necesitas charlar, y personalmente me gusta hablar con un té y galletas.

Con eso dicho, los tres invocaron a su forma animal. Movían la cola de un lado al otro, esperando a que YunHo los siguiera.

Al llegar al lugar que ellos llamaban aldea, YunHo abrió la boca asombrado. Había imaginado el sitio como su propio pueblo, pero esto era más como una enorme mansión, con muchos gatos tirados sobre la hierba.

Varios pares de ojos lo miraban fijamente. YunHo sentía escalofríos al ver la verde mirada de algunos gatos.
La chica-gato los condujo a una amplia habitación, donde solo había un mullido sillón y una mesita de café, pero infinidad de almohadones regados por el piso. Unos cuantos gatos estaban en ellos.

—Fuera todos, vayan a afilar las garras en un árbol —dijo JiYoung. Los felinos en la habitación ladearon la cabeza curiosos. YunHo había invocado su forma humana cuando entraron en la sala.

Varios felinos invocaron a sus muy desnudas humanidades, acercándose con ese sexy andar felino, unos cuantos ronroneando ante el fuerte cuerpo de YunHo.

—¡Shuuu! ¡shuuu! —exclamó la chica mientras agitaba las manos corriendo a los felinos de la habitación. —Lo siento, son gatas en celo —dijo con media sonrisa.

YunHo dio las gracias a los cielos cuando se le fue entregada una túnica, que le quedó un poco pequeña, pero al menos no tendría que hablar de sus asuntos amorosos desnudo. Eso sería muy incómodo.

—Ahora, ¡cuéntanoslo todos! —exclamó feliz JiYoung.

¿Por donde debía empezar? YunHo no sabía cuando era exactamente que se habían torcido las cosas. Así que contó desde el principio, de cómo siempre había estado enamorado de la misma chica hasta cómo JaeJoong se le había metido entre la piel, y sus responsabilidades para con su manada.

—Pero lo mordiste —insistió InHa. YunHo no estaba seguro, pero entre más lo pensaba, más claro podía recordar el dulce sabor de la sangre de JaeJoong.

—Lo hice, pero él no tenía ninguna marca.

Si hubiese tenido aunque sea una mancha roja en el cuello, YunHo la hubiera visto, no creía posible que algo de su hermoso lobo blanco se le hubiese pasado desapercibido.

—No es por ofender Yunho, pero, eres un idiota —expresó JiHan. YunHo gruñó un poco ante el hecho de sentirse insultado. —Tengo muchos más años que tú. Algunas marcas de apareamiento desaparecen unos minutos antes de volver con más fuerza. Y, por lo que entiendo tú huiste a penas despertar, por lo que bien podrías no haberlo notado.

¿Sería eso cierto? ¿Había sido tan estúpido al no quedarse? Sí, él era el más grande idiota. Entonces, fue cuando el peso de sus acciones cayó sobre él. Había rechazado a su pareja.

Debió entrar en un estado de comatoso, ya que sintió como los felinos trataron de consolarle. —Puedes quedarte aquí el tiempo que te sea necesario.

 YunHo agradeció mientras mordía su labio fuertemente hasta hacerlo sangrar. Los ojos le picaban pero no dejaría que nadie viera su vulnerabilidad. Los felinos le dieron su espacio, dejándole solo en la habitación para que pudiera llorar su dolor.

¿Qué haría ahora sin su pareja? ¿Dónde estaría JaeJoong? ¿Estaría bien? ¿Volvería alguna vez? ¿Le perdonaría?

Sin ánimos de nada, invocó a su forma animal y corrió a través del bosque. No podía quedarse alrededor de las manadas, y menos cuando estas estaban celebrando la festividad de la luna.

Lamería sus heridas en un solitario lugar.


Los felinos agacharon las orejas al escuchar los lastimeros aullidos que un lobo solitario daba en la lejanía.

sábado, 21 de junio de 2014

FATED: CAPITULO 11



—Si no hay nadie, entonces ¿por qué está él aquí? —preguntó el pequeño castaño, señalando con el dedo a JaeJoong.

«Pequeño soplón» bufó interiormente el lobo blanco.

Ahora que todos tenían noción de su presencia, JaeJoong dio un paso hacia la sala, donde se estaba llevando a cabo la reunión, ninguno de los cómodos muebles estaba siendo utilizado, ya que todos los presentes se encontraban de pie.

—Él es mi pareja —respondió YongSook antes de que JaeJoong dijera nada, atrayéndolo con un gran brazo que se posó sobre sus hombros. La fuerza aplicada le indicaba que no debía decir palabra alguna. —Nos enlazaremos mañana cuando la luna esté en su cenit.

El castaño solo alzó la ceja incrédulo. JaeJoong meneo ligeramente la cabeza en señal de negación. El chico lo captó rápidamente por lo que de dedicó una fugaz sonrisa, como tratando de tranquilizar al pobre lobo que no deseaba enlazarse.

—Él no es tú pareja. Es un lobo. Las especies raramente se mezclan, a menos que exista una razón muy especial a los ojos de los dioses. Y puedo decir que el chico no es tu pareja.

—¿Estás diciendo que no soy especial? ¿Qué no soy capaz de mantener al lobo bajo mi control?

—¡Oh, no! Yo no dije no fueras capaz de mantenerlo bajo tu domino, solo aclaro que él no es tu pareja. —A JaeJoong no se le fue el hecho de que el castaño evadió la pregunta de si el oso era o no especial.

—Yo lo quiero y se enlazará conmigo —refutaba testarudamente YongSook.

—No te enlazarás con él.

—¡Claro que lo haré! ¿Quieres verlo?

—Pero él no es tu pareja. ¿Qué sucedería si tu pareja destinada aparece?

—Estoy cansado de esperar. Así que tomaré al pequeño lobo como mi pareja. Le guste a quien le guste. —JaeJoong se sentía especial al ver que el oso estaba decidido a mantenerlo a pesar de que no eran pareja. Si tan solo YunHo hubiera hecho lo mismo. Una punzada le atravesó el pecho al pensar en YunHo.

—Te he dicho que no puedes, ¿acaso eres sordo? —el pequeño castaño comenzaba a desesperarse al ver la tozudez del oso. El pelinegro lo tomó de los hombros, y el castaño inmediatamente enterró su cara en el cuello del otro, relajándose visiblemente. Para JaeJoong aquello fue evidente, esos chicos eran una pareja. —Te lo diré una vez más. Él —señaló a JaeJoong— no puede ser tu pareja. No puedes reclamarlo como tal.

—Claro que puedo…

—No, no puedes —negaba fervientemente el chico. —No puedes, debido a que él ya fue reclamado.

El férreo agarre que mantenía a JaeJoong al lado del oso sin decir palabra, se desvaneció. JaeJoong se traslado al otro lado de la habitación, más cerca de los dos desconocidos que de los osos.

—No es verdad —dijo YongSook después de un rato. —Esto es solo una treta —dijo. Se volteó y encaró a JaeJoong. —Los has llamado para mentirme.

El castaño soltó un sonoro bufido y JaeJoong negaba con la cabeza. —Esta es la primera vez que los veo —aclaró el lobo blanco. —Sin embargo, lo que él dice es cierto. Yo no puedo acoplarme contigo, porque yo ya tengo una pareja.

Sin dejar que YongSook hablara, JaeJoong se retiró la parte de la playera que cubría su hombro izquierdo, dejándoles ver a todos su suave y nívea piel. Justo donde el hombre termina y el cuello comienza, se hallaba una marca en forma de media luna. Una marca dejada por los afilados dientes de YunHo, que lo marcaba como suyo.

—¿P-por qué no me lo dijiste antes? —cuestionó en un susurro ahogado YongSook.

—Debido a que nunca me lo preguntaste antes. Ni siquiera me dejabas hablar.

—Entonces está decidido —dijo el mayor de los osos con una profunda voz. JaeJoong sabía que él se alegraba que no se emparejara con su hijo. —Solo tengo una pregunta. ¿Cómo supieron que el lobo estaba aquí?

El castaño lo miró detenidamente. —En sueños se nos anunció que él vendría. Lo estamos esperando desde hace días, así que nuestro maestro nos ordenó venir por él.

Si lo creyeron o no los osos, eso no fue problema de JaeJoong, ahora él estaba feliz porque no sería obligado a emparejarse con el oso y podría llegar a su destino, contando con que los dos extraños lobos que lo estaban sacando estuvieran de su lado.

—Bien. Es hora de marcharnos —dijo el lobo de pelo negro, con una voz suave que podría adormilar a JaeJoong. El castaño asintió, miró a JaeJoong y le tendió la mano, indicándole que debía ir con ellos.

—Supongo que esto es un adiós —dijo JaeJoong a los osos. A pesar de todo, JaeJoong estaba agradecido porque los hombres le habían brindado un techo donde dormir y comida para sustentarse.

—JaeJoong —dijo con dolor en su voz YongSook. —Lamento todo lo ocurrido. Yo de verdad deseaba tenerte a mi lado y a veces tiendo a ser demasiado necio como para ver más allá de mis deseos. —JaeJoong le sonrió y le tendió la mano en son de paz. —¿Crees que podamos ser amigos?

JaeJoong no pensaba que el oso fuera malo, pero con su destino viniendo sobre él, no estaba seguro de en quien confiar. —Ya veremos. El tiempo dirá.

Dio media vuelta y siguió a los otros lobos con vestimentas extrañas. Los chicos caminaban a su lado, sonriéndose entre sí, ajenos a algunos gruñidos que les daban cuando pasaban.

—¿Eso es un sí o un no? No importa iré a visitarte —gritó YongSook desde su puerta, cuando los lobos ya se marchaban.

Una vez que salieron del pueblo y se adentraron en los linderos del bosque, la risa del castaño se hizo escuchar. A JaeJoong le resultaba un tanto chillona, pero era muy contagiosa por lo que pronto los tres reían mientras caminaban fuera de los límites de la manada de osos.

—Eso salió mucho mejor de lo que pensaba —dijo el castaño. —Por cierto soy JunSu y él es YooChun.

El chico en cuestión le brindó una cálida sonrisa mientras tomaba de la mano a JunSu. —JaeJoong —se presentó, aunque los otros dos ya habían escuchado su nombre.

—Estuve preocupado cuando el oso se puso demasiado necio con el asunto —comentó YooChun.

—Si, por un momento pensé que tendríamos que salir huyendo con JaeJoong. Fue muy… muy… —JaeJoong quería decir que la situación fue tanto estresante como peligrosa, ya que por tamaño, ellos llevaban las de perder. Sin embargo, JunSu lo sorprendió —¡emocionante! Sí, eso fue. Deberíamos volverlo a hacer. Anda Chun, ¿sí?

JunSu se colgaba de uno de los brazos de YooChun, mientras que el éste negaba con la cabeza pero con una sonrisa brotando en su rostro.

—No creo que sea prudente. El maestro seguro nos castigará por esto.

—¡Ahh! Chun, ¿por qué tenías que traerlo a colación ahora? Seguro jalará mis orejitas hasta que se hagan tan grandes como las de los elefantes —dijo con un puchero JunSu.

YooChun y JaeJoong se miraron un segundo al imaginar al pequeño JunSu con semejantes orejas, después se tiraron a reír hasta que estuvieron panza arriba revolcándose de risa en la hierba.

—Eso no es gracioso —JunSu paraba la trompita enfurruñado. Lo que le causaba más risa a los otros dos.
Después de recuperarse y antes de que les entrara un nuevo ataque de risa, los tres emprendieron el camino. No era prudente permanecer en tierra de osos.

Llevaban un buen rato caminando cuando JaeJoong finalmente recordó que si bien lo habían salvado, no los conocía, ni sabía a dónde lo llevaban.

—No te asustes, puedo oler tu incertidumbre —dijo YooChun con su voz suave, relajando a JaeJoong al instante.

—No somos malos —apresuró JunSu.

—No es que sean malos, es que yo…

—Tienes un destino al cual ir —completó JunSu con una sonrisa. Esperó hasta que JaeJoong hubo asentido para continuar. —Nosotros lo sabemos. Vas al sitio del gran árbol. No mentía cuando dije que fuiste anunciado en sueños.

JaeJoong se impresionó. —¡Wow! Tu maestro es… es… —JaeJoong no sabía cómo explicarlo. —¿Vidente? ¿Él me vio en sus sueños?

—Humm si —dijo JunSu evitando mirar a JaeJoong.

—Dile la verdad —apuntó Yoochun.

—Ash. Bueno sí, el maestro es vidente, pero no fue él quien te vio, sino yo —por alguna razón JunSu se veía muy emocionado. —Mis poderes están en crecimiento y mi primer celo fue la luna pasada, por lo que comenzaste a aparecer en mis sueños desde hace tres semanas —explicó. —Realmente deseaba mucho poder conocerte en persona. Te veías tan triste algunas ocasiones —JaeJoong pudo sentir como su lobo, tanto el de JunSu agachaban las orejas al recordar. —Pero luego, estuvo ese sueño donde venías por el camino hacia acá. Y como no llegabas me desesperé. Me asusté mucho cuando en mis sueños te vi escapando de un oso muy furioso. Supe que tenía que venir por ti.

JaeJoong no sabía que decirle. Tan loco como se escuchaba, estaba condenadamente feliz de estar dirigiéndose por fin al lugar donde debía ir. No quería pensar en los motivos que lo llevaban a ese lugar, simplemente quería disfrutar de la compañía de esos dos lobos y la risa del pequeño JunSu.

—Por lo que JunSu vio, te dirigías a nuestro lugar. Nosotros vivimos cerca del gran árbol que se encuentra al centro del bosque. El maestro ahora no se encuentra en casa. JunSu sabía que no podíamos esperar por eso estamos aquí. Ahora deberíamos apresurarnos a llegar.

JaeJoong vio a través de los árboles. La luz del sol se hacía cada vez más naranja, indicando el final del día.
—Deberíamos cambiar, no quiero pasar la noche fuera —apuntó YooChun.

JaeJoong sabía que era razonable lo que pedía, pero no pudo evitar sentir un estremecimiento de angustia al no poder cambiar como ellos lo querían.

—Está bien, JaeJoong —dijo JunSu tomándolo de la mano y dándole su cálida sonrisa. —No es necesario que cambiemos, podemos buscar un refugio para pasar la noche y continuar mañana por la mañana.

—Preferiría que no fuera así —YooChun comenzaba a verse un poco ansioso. Miraba de JunSu a JaeJoong tanto que aún no sabían cómo no se mareaba con el simple movimiento de sus ojos. —El aroma de ambos se está disparando demasiado.

JunSu maldijo bajo. Mañana era luna llena, por lo tanto el celo estaba comenzando a notarse. JaeJoong supo que sus hierbas ya no servían para nada.

—Necesitamos un lugar seguro. En especial para él —dijo YooChun. —Mi lobo huele algo diferente en ti, JaeJoong. Es cierto que hueles un poco al lobo que te reclamó, pero no lo suficiente para ocultar tu dulce aroma, además de que hay algo raro. Es otro aroma en ti, como si fueras dos personas a la vez. No lo entiendo, pero confunde a mi lobo.

—Si tienes razón —aseguró JunSu, olisqueando el aire alrededor de JaeJoong. —Además la magia en se hace más fuerte. En estos lugares los shifter distinguen la sangre mágica, y, ninguno de nosotros somos lo suficientemente grandes y fuertes para defendernos si llegan a codiciar nuestros poderes. Debemos continuar.

Poco a poco, JaeJoong entendía como su madre había pasado su vida escondiéndose a ella y a él al mismo tiempo. Al principio creía que solo los perseguían por ser diferentes, pero por su cabeza nunca paso que alguien quisiera utilizarlos. Incluso si él no tenía poderes.

—Los tienes —aseveró JunSu. JaeJoong abrió desmesuradamente los ojos.

—¿Puedes leer la mente? —preguntó asombrado JaeJoong.

JunSu solo se encogió de hombros. —Solo si te estoy tocando y solo lo que estas pensando en ese momento —dijo. JaeJoong no sabía en qué  momento JunSu le había tomado de la mano. —Además tú eres muy receptivo.

—Vamos, tenemos que irnos —apresuró YooChun, miraba para todos lados en busca de una posible amenaza.

Caminaron más rápido, pero la noche los estaba alcanzando. Según los sueños de JaeJoong, aún estaban muy lejos de donde el gran árbol se encontraba.

Los chicos se estaban poniendo muy nerviosos, el bosque se encontraba en relativa calma, pero por momentos no se escuchaba ni siquiera a los grillos cantar, lo que les ponía los pelos de punta y apresuraban más el paso. Se sentían observados.

—Diablos —gruñó YooChun. —No lo vamos a lograr.

JaeJoong se sentía culpable, ya que por él los otros dos chicos no habían invocado a su forma animal, yendo mucho más rápido en sus cuatro patas.

—Ahí —JunSu señaló el hueco bajo el tronco de un árbol. Aunque JaeJoong quiso protestar, haciéndosele inútil esconderse cuando podían olerte, no dijo nada y se apresuró junto con ellos.

Cuando los tres estuvieron amontonados dentro, YooChun comenzó a trazar un círculo alrededor de ellos con una ramita, recitando palabras demasiado rápido para que JaeJoong las entendiera.

—YooChun es capaz de crear un escudo que evita que nos vean, oigan y huelan. A través de sus poderes espirituales, llama a sus ancestros y estos, le brindan su poder para crear este campo.

JaeJoong cada vez se sorprendía más con estos chicos.

—En realidad me desgasta mucho, y es muy pequeño a comparación con el que el maestro hace, pero es de gran ayuda —dijo un orgulloso YooChun, a pesar de que lucía muy cansado. Se recostó sobre el regazo de JunSu, cerrando los ojos antes de caer rendido.

JunSu acariciaba sus cabellos de forma amorosa. —Él dice que su poder es insignificante, pero yo creo que es el mejor de todos.

—¿Eres un Chamán? —preguntó con cautela JaeJoong. JunSu asintió sin mirarlo.

—YooChun no es uno en sí, posee ascendencia, pero su sangre mágica está muy diluida porque se ha mezclado con la sangre humana. Ha vivido con el maestro desde que yo recuerdo.

»Según sé, sus padres lo abandonaron a los pies del maestro, cuando este estaba en su forma animal. Dice que lo tiraron como cebo para escapar de él. Entonces, el maestro lo cuido y crió. Si no fuera por la parte mágica, seguro que ni siquiera podría cambiar a su forma animal. Sería muy doloroso querer correr bajo la luna a cuatro patas y no poder hacerlo. He oído que los hijos de humanos y shifter lo pasan muy mal por esta razón. Se vuelven locos al no poder dejar salir al animal en su interior.

»Yo llegué con mi madre cuando tenía diez años. Mi padre nos había estado ocultando de aquellos que nos querían para su uso personal. —Los ojos de JunSu se llenaron de lágrimas. —Él murió defendiéndonos. Nos dirigíamos aquí antes de que una manada mixta nos atacara. Padre luchó muy fuerte, logró que madre y yo escapáramos, pero él no pudo hacerlo.

»Mi madre falleció al poco tiempo de haber encontrado al maestro. Desde entonces él me entrenó para hacer uso de mis explosivos poderes. No sabe que alcance tendrán hasta que haya sido reclamado.

—¿YooChun es tu pareja?

JunSu lo miró. Sus ojos castaños expresaban muchas cosas, entre ellas amor y preocupación. —Lo es. Lo supe desde el primer día en que lo vi. Era un niño escuálido pero muy tenaz. Sin embargo no puede reclamarme. No hasta que encontremos a la otra mitad de nuestra alma.

—¿Por qué no?

—Debido a que ninguno de los dos sabe qué sucederá. Además, según el maestro la sangre mágica de ambos solo atraerá problemas. Necesitamos a nuestra otra pareja para que nos proteja.

—¿Cómo sabias que era tu pareja antes del celo?

JunSu lo miró extrañado. —¿Realmente no lo sabes? Pensé que la sangre mágica corría por tus venas. —JaeJoong se encogió de hombros. —Todos los lobos saben quién es su pareja, incluso cuando son cachorros sienten esa atracción. Pero es cuando el primer celo aparece que todos los instintos despiertan, por lo que es más fácil reconocer a su pareja.

JaeJoong se quedó pensando un momento los que JunSu decía. Él siempre estuvo atraído por YunHo, lo que concordando con JunSu sería que su lobo sabía que YunHo era su pareja, pero, YunHo jamás le dio una mirada hasta el día de su primer celo. Y después, lo botó como cualquier cosa desechable.

Los ojos le picaron, parpadeó rápidamente para evitar que se humedecieran. Entonces volvió a enfocarse en JunSu, de esa manera no pensaría en su propio dolor.

—Cuéntame más acerca de tus padres. ¿Siempre supiste que eras un chaman? —JaeJoong imaginaba que era su madre de quien provenía el linaje mágico.

—Mi padre era un infierno de buen Chamán. Habíamos vivido bien bajo el cobijo de una manada de zorros. Ya sabes, ellos son muy inteligentes, lo suficiente como para mantener a una familia de chamanes. Mi padre ayudaba, curaba y tenía visiones. Eso ayudo  bastante, pues a pesar de ser inteligentes, no soy muy fuertes. Fue él quien advirtió lo que estaba por suceder.

»La hija del jefe del clan rechazó formalmente la petición de mano del Alfa de una manada mixta. ¡Y con justa razón! El tipo era horrible y cruel. Nada que ver con ella. Pero al parecer, eso ofendió al sujeto y lanzó toda su fuerza bruta sobre el clan. Padre solo tuvo tiempo de avisar, no se podía luchar contra esos sujetos que parecían mercenarios. ¿Puedes creer que había un shifter rinoceronte con ellos?

JaeJoong estaba seguro que jamás había escuchado sobre tantas variedades de shifter, pero imaginaba, por la expresión de JunSu que era una variedad poco vista.

—La mayoría huyó, pero no todos corrieron con la misma suerte. De alguna manera el Alfa tuerto se enteró de nosotros, y fue ahí que toda su furia fue dirigida hacia nosotros. Yo era un cachorro por lo que me quería a mí, así podría dominar tanto los poderes de mi padre como los míos. —JunSu detuvo su relato por un momento, mientras tragaba el nudo de su garganta al recordar todos los acontecimientos. —Huimos por mucho tiempo, manteníamos un bajo perfil, pero aún así nos seguían la pista y, al final nos acorralaron. Padre había tenido un sueño donde me veía crecer junto a un gran árbol en un gran bosque. Veníamos hacia acá cuando ellos llegaron. —JunSu calló de nuevo cuando las imágenes de aquel fatídico día pasaron de nuevo por su mente. JaeJoong supo que era el fin de la historia, su padre se había sacrificado y ellos habían logrado huir.


—Yo jamás supe que era un chamán hasta unos días antes de mi primer celo. —JaeJoong creyó justo una historia por otra.


jueves, 19 de junio de 2014

FATED: CAPITULO 10



—JaeJoong estuvo aquí hace unos días. Me solicitó el permiso para abandonar la manada —dijo el Alfa.

En ese instante todo el aire abandonó el cuerpo de YunHo. ¿JaeJoong se iba? ¿Por qué? ¿A dónde? Más importante ¿cuándo? Debía verlo antes de que se fuera. Debía decirle que… ¿Qué? ¿Qué le diría? ¿Qué lo ama? YunHo negó con la cabeza, no, él no amaba a JaeJoong, su lobo solo se había quedado impresionado con el chico.

—¿Por qué? —preguntó con el rostro un poco desencajado al no poder controlar sus emociones.

—Quería recorrer el mundo —respondió el Alfa, pero por el tono en que lo había dicho todos en la habitación sabían que esa no era la verdadera razón.

—Esa no es la verdadera razón ¿cierto? —preguntó su madre.

—No, sin embargo, los asuntos de JaeJoong solo le conciernen a él —. Con esas palabras el Alfa daba por sentado que no deseaba escuchar más de esa conversación.

YunHo escuchaba a ratos la plática que se estaba dando entre sus padres acerca de los cultivos de este año. Creyó escuchar que los cachorros de alguien nacerían próximamente, y luego la mirada de su madre se posó en él esperanzada. No dijo nada, pero aquello era más que obvio, su madre esperaba tener cachorros que mimar próximamente.

Fingió que dormía para evitar que esa plática llegara hasta él. Sabía que ese era su destino, que eso era lo que había escogido, que para eso lo había criado, para ser el orgulloso hijo del Alfa y seguir con el linaje. Pero de pronto todo eso parecía irrelevante, su lobo estaba cansado de decirle que quería estar con JaeJoong, y sin embargo, le punzaba el corazón el pensar en que el chico se marcharía.


A pesar que el cuerpo le dolía como el infierno, se levantó sin hacer demasiado ruido. Necesitaba verlo, deseaba hablarle y sostenerlo entre sus brazos, pero se conformaría con mirarlo de lejos, y quizá, si se mostraba valiente y la suerte le sonreía, le diría a JaeJoong que no se marchara.

Su cuerpo rígido no respondía como acostumbraba, por lo que sus movimientos eran torpes y lentos. No había llegado ni siquiera a tomar el pomo de la puerta cuando ésta se abrió. ChangMin traía una bandeja llena de bocadillos, típico de él.

—Venía a tomar un tentempié de media noche, pero parece que quieres salir a hurtadillas.

Un jadeo salió de YunHo. Sí quería salir, necesitaría ayuda. Su hermanito usualmente podría ser un dolor en el culo, pero era una persona en la cual YunHo confiaba plenamente.

—Necesito hablar con JaeJoong —soltó.

ChangMin lo miró fijamente un rato, tanto tiempo que YunHo se preocupó por si su hermano le había escuchado, pero entonces, su mirada, esa que siempre parecía leerle la mente estaba ahí en su rostro.

Después de lo que pareció una eternidad, ChangMin dijo con voz suave, como tratando de soltar una bomba y que esta no hiriera a su hermano: —Hace tres noches que JaeJoong partió. La misma en la que saliste a correr, fue la misma en la que decidió irse.

La sangre de YunHo se congeló. El dolor en su pecho le hizo sentir un vacio. Se miró un momento como si dudara que su corazón estuviera aún ahí. Los ojos comenzaron a picarle. JaeJoong se había marchado. No lo volvería a ver. JaeJoong, su JaeJoong.

***

JaeJoong miró el sol salir por la ventana. Llevaba ya dos días en la casa de YongSook, este era el amanecer del tercero. Tenía que irse de ahí inmediatamente. La luna llena estaba a tres días, según los designios de sus antepasados, JaeJoong debía estar en el gran árbol para antes de que la luna estuviera llena.

El ruido de la madera al crujir, le indicó que en el piso inferior el movimiento estaba comenzando. A pesar de lo que él creía, los osos eran seres madrugadores. La madera del suelo crujía con cada paso que los grandes hombres daban. Las escaleras subiendo, le indicaron a JaeJoong que YongSook venía por la revisión matutina.

JaeJoong se acurrucó cerca de la ventana y fingió dormir cuando el oso se detuvo en la puerta, olfateando el aire, comprobando que el lobo estaba dentro de la habitación. JaeJoong rodó los ojos a pesar de que no podía verlo.

El oso no se había portado mal, pero tampoco era exactamente amable. Después de la extraña presentación al clan, JaeJoong fue conducido dentro de la vivienda, donde encontró a un oso aún más grande que YongSook sentado en un enorme sillón que le quedaba pequeño, fumando una pipa mientras leía el periódico.

No había que ser muy inteligentes para asociar el parentesco entre los hombres. El hombre sentado, al que JaeJoong supuso el padre del YongSook, los miró con incertidumbre, levantó una ceja y siguió con lo suyo.

A veces YongSook lo sacaba de la habitación, lo llevaba a dar una vuelta por el pueblo, mientras mantenía vigilado a todo el mundo por el rabillo del ojo. En todas esas ocasiones, JaeJoong había intentado escapar. No lo había logrado, si no era el propio YongSook, eran los guardias apostados a las afueras del pueblo quienes lo atrapaban. Contrario a lo que todos los centinelas osos pensaban, JaeJoong no era tonto. Si no había mostrado su forma animal era por dos muy buenas razones. La primera, eso desataría la ira de todos los osos al ver un lobo en su territorio, por más invitado que fuera, JaeJoong no creía que mostrando su forma animal fuera signo de paz, considerando que había demasiados oseznos por el lugar. La segunda y quizá más importante, el color del lobo de JaeJoong. Su lobo tendría el mismo problema que en su antiguo clan y en donde sea, eran estigmatizados los shifter de ese color.

—Estás loco —escuchó JaeJoong. Los osos lo creían dormido, pero la discusión que se llevaba a cabo en susurros cerca de las escaleras era lo suficientemente audible para él.

—¿Por qué? He decidido que lo quiero para mí —respondió YongSook. Esa era la principal razón por la que JaeJoong se encontraba confinado ahí. Si el oso quería algo lo tenía.

—Pensé que solo era una mascota, como las otras que has traído. Incluso pensaba que habías sido muy osado al cambiar tus mascotas humanas por un lobo, pero estás muy equivocado si piensas que mantendré mis patas fuera de esto.

—Lo quiero a él.

—¡Ya lo tienes! No veo la necesidad de acoplarte con él.

Un gruñido atravesó las paredes de la habitación de JaeJoong, quien había llegado hasta la puerta en su afán por escuchar más.

—Quiero una pareja.

—Él no es un oso, ni siquiera es una mujer.

—No me importa. Me gusta y es suficiente para mí y mi oso.

—No lo creo. No sabes nada acerca de las parejas.

—Padre, he esperado por años a mi pareja destinada y tanto mi oso como yo, no sentimos solos, vacíos. El pequeño lobo nos hace sentir mejor, por eso lo queremos a él.

—Haz lo que desees, pero no creo que el lobo quiera pasar su vida a tu lado.

—Eso está por verse.

JaeJoong tuvo la impresión de que sería forzado al acoplamiento. No podía. Él no podía estar con nadie más. Y si bien había sentido una pisca de compasión por la forma en la que el oso expresaba su añoranza por una pareja, esa no era JaeJoong. Él ya tenía una pareja. Una que lo había rechazado, pero eso no importaba. Su lobo no aceptaría a nadie más. Además estaba su pequeña luz creciendo en su interior. Debía escapar antes de la luna llena, de lo contrario, dudaba que fuera lo suficientemente fuerte para evitar los deseos del oso.

Inconscientemente llevó su mano derecha a cubrir el lugar en su cuello donde se encontraba la mordida de acoplamiento que YunHo le había dado. El acoplamiento no estaba finalizado, JaeJoong no había dejado su marca en YunHo, pero él ya le pertenecía al lobo marrón.

Miró una vez más por la ventana. Los barrotes eran demasiado estrechos para escapar, la puerta estaba cerrada por fuera, lo que dejaba como única opción huir cuando la abrieran.

Dio la vuelta en busca de una de las dos bolsas que había traído consigo, la de las hierbas. Separó una pequeña porción para continuar su viaje y la otra la pensaba usar para entumir los sentidos de los osos cuando escapara.


Habían pasado varias horas desde la conversación. JaeJoong había recibido dos visitas de YongSook, en las que no intentó huir. Necesitaba un poco del alimento que el oso le brindaba y hacer bien los preparativos. Incluso se portó un poco menos hosco que de costumbre para que su huída sea lo que menos esperaran los osos.

Sería cerca de las dos de la tarde cuando JaeJoong comenzó a quemar las hierbas para encubrir su aroma, especialmente sus emociones. Le había tomado más tiempo del que quería iniciar una pequeña chispa, no era tan buen boyscout, por lo que frotar palos o piedras  para hacer fuego no le era nada fácil.

Daba gracias a su madre por haber empacado la suficiente cantidad para que él pudiera darse el lujo de derrochar una parte en eso. JaeJoong se encontraba muy ansioso, sabía que sin esas hierbas sería fácilmente detectado su plan.

YongSook subió a comprobarlo una hora más tarde. La casa debía estar infestada por el olor de las hierbas, pero con suerte, los osos no serían capaces de distinguir su procedencia. YongSook tendría que abrir la puerta para corroborar que JaeJoong aún estuviera dentro, ya que no podía olfatearlo desde la puerta.

JaeJoong se colocó detrás de la puerta, rogando porque su tonto plan funcionara. La ansiedad brotaba de él, pero ninguna emoción sería olida por el oso. Cuando la puerta se abrió, YongSook entró yendo hacia el baño donde creía que el lobo estaría, rascándose la nariz por el picor que las hierbas le provocaban, entonces cerró momentáneamente los ojos. Esa era la única oportunidad que JaeJoong tendría.

Cuando la espalda de YongSook fue totalmente visible, JaeJoong arrancó a correr, no olvidando cerrar la puerta y colocarle el mismo bloqueo que lo mantuvo encerrado. Sabía que el oso bien podría arrancar las bisagras de la puerta, por lo menos se tomaría un momento para hacerlo.

JaeJoong bajo a grandes zancadas las escaleras y se escabulló por la puerta trasera. Desde su ventana había visto los linderos del bosque y hacia allí debía correr. Había sido lo suficientemente prudente para tomar uno de los manojo de hierbas que se quemaban y llevárselo con él. Así, si los osos le seguían la pista, pronto su sentido del olfato sería nublado por ellas. Tan solo rogaba por no toparse con ningún centinela.

Había cerrado la puerta de la casa cuando un enorme rugido resonó por el lugar. La mayoría de los osos paseantes que se encontraban cerca, miraron hacia el piso superior de la casa, donde se originó el ruido. Con esa distracción, JaeJoong no le dio ni una mirada y siguió corriendo.

Cuando hubo atravesado el lindero del bosque, estaba dispuesto a cambiar, pero sus sentidos lo alertaron. En su loca carrera no había notado que se había topado directamente con un par de grandes osos.

El cuerpo de JaeJoong comenzó a temblar, seguro estaba que YongSook no sería amable de nuevo. Entonces, el chico comenzó a temer por la luz en su interior.

Dos enormes osos grises aparecieron frente a él, flanqueándolo a cada paso que daban. No le enseñaban los dientes, pero su mirada era tan letal que no dejaba duda de lo que sus garras y fuerte mandíbula podían hacer.

Los osos arrugaron la nariz. JaeJoong aún llevaba el ramo en la mano. Si hubiese sido un poco más cuidadoso los habría notado, pero con tanto inhalar la hierba, sus sentidos, usualmente acostumbrados a el olor, también se estaban nublando.

Un rugido y el ruido de ramas quebrarse le indicó a JaeJoong que hasta ahí había llegado. Cayó en cuclillas agarrándose la cabeza, tratando de no sentir pánico por su futuro. Estaba perdido. Nadie vendría por él. El gran oso se lo comería por haberlo desafiado.

YongSook apareció en su forma de oso. Hilos de baba le escurrían por la furia de haber sido engañado. Sus enormes zarpas destrozaban las ramas a su paso. Tan letales que podrían desgarrar fácilmente la suave piel de JaeJoong. Los ojos, oscurecidos por la ira parecían dos negros carbones, que harían temblar hasta los centinelas. Los cuales, se alejaron por su propia seguridad.

La ira que recorría al oso era grande. La pequeña mierda lo había desafiado frente al clan. Eso en cualquier manada de Shifter equivalía a una lucha a muerte, pero al ver a la pequeña criatura acurrucada temblando, le hizo sentir otra oleada de sentimientos. Su instinto protector salió a la defensa del chico.

YongSook odiaba la extraña mezcla de sensaciones que JaeJoong le ocasionaba. Sería todo mucho más sencillo si simplemente el chico se comportara de manera sumisa y aceptara todo lo que el oso diría.

JaeJoong fue llevado de regreso a la casa, de nuevo como si fuera un saco de papas. Esta vez no se quejó ni dijo nada. Las lágrimas salían de su rostro, consciente de que tenía otra oportunidad de vivir.

Pero tampoco podía acoplarse con el oso, él no era su pareja destinada, y a pesar de que su propia pareja lo había rechazado, aún no podría hacerlo, había cosas más en juego que su simple existencia.

Con lágrimas en los ojos, JaeJoong se quedó dormido, de nuevo en su habitación. Mañana, cuando no estuviera tan cansado, pensaría en un nuevo plan de escape.

***

La mañana llegó y con ello una nueva preocupación para el joven lobo. La luna cada vez más cercana hacía que su olor comenzara a esparcirse. Los osos habían tirado todo su equipaje al darse cuenta de cómo habían sido engañados, así que JaeJoong solo contaba con la poca hierba que había en el relicario. No sería suficiente.

JaeJoong podía notar como su aroma crecía y crecía para atraer a su lejana pareja. No sabía si olía igual que su primer celo, ya que YunHo lo había mordido, pero sin duda su dulce aroma comenzaba a brotar.

YongSook no hablaba, pero su nariz detectó el cambio en su aroma porque levantó la nariz y sus ojos miraron a JaeJoong fijamente. JaeJoong creyó un destello de lujuria en los ojos del hombre, y tembló.

—Mañana es la noche de luna. Día de fiesta para todos los shifter. Mañana, cuando la luna se encuentre en el cenit, te desposarás conmigo —anunció YongSook. JaeJoong negaba con la cabeza y ojos suplicantes. —Te daré mi marca de acoplamiento y entonces no habrá vuelta atrás —dijo, avanzando hacia el chico, desenfundando sus colmillos.

JaeJoong daba tres pasos hacia atrás por cada uno que daba YongSook. El oso quería morderlo.

Un fuerte ruido en el pueblo distrajo a YongSook lo suficiente para torcer la boca y mirar por la ventana. Lo que sea que haya visto lo hizo dejar el asunto del acoplamiento de lado, incluso dejó la puerta de la habitación abierta.

JaeJoong bajó los escalones discretamente, quedándose fuera de la vista de los dos osos en la sala. Los gruñidos se hacían más fuertes conforme se acercaban a la puerta de la casa. Tres fuertes golpes resonaron en la puerta principal. JaeJoong se acurrucó en una esquina para no ser detectado. Moría de curiosidad por saber que era lo que provocaba tal reacción en todo el clan de osos. Sabía que debía salir, pero si los sujetos eran enemigos, entonces tendría menos probabilidades de sobrevivir a que si esperaba pacientemente hasta hacerle entender al oso que él no podía ser su pareja.

Desde su posición, solo veía muy poco. Dos sujetos, pequeños a comparación de los enormes osos, entraron por la puerta, dejando a tras todos los gruñidos. JaeJoong detectó inmediatamente el olor a shifter lobo, eso explicaba los gruñidos. Una parte de él se preguntó si habría otra manada de lobos cerca, quizá allí eran donde lo habían mandado sus ancestros. Sí, eso debía ser.

El sujeto más pequeño de los extraños, tenía unos amables ojos castaños. Ojos que lo miraron detenidamente, como reconociéndole. A JaeJoong le entró un sentimiento diferente, de familiaridad, como si el pequeño sujeto llamara a su alma desde la suya propia. El chico le brindó una sonrisa, una de las más amigables que le habían dado en toda su vida.

JaeJoong se movió un poco más abajo, hasta llegar al vestíbulo, pero sin entrar en él completamente. Ahora veía bien a los dos extraños, el chico castaño y otro chico de cabellos negros. Vestían ropas de color café claro, con adornos marrones, bandas de cuero en los brazos e incluso un collar de plumas. JaeJoong calculaba que el de pelo negro sería unos centímetros más alto que él, mientras que el castaño era de su altura. Los había considerado demasiado pequeños al estar parados junto a los osos.

Resultaría intimidante el estar con dos sujetos que les sacaban una cabeza y como veinte mil kilos de músculo, pero los chicos parecían extrañamente tranquilos. Mirando alrededor con curiosidad.

—¿A qué han venido aquí, brujos? —preguntó con voz retenida el padre de YongSook.

El chico de cabellos negros, lo miraba con animosidad evidente, ya que el desdén por la palabra fue demasiado claro. Pero fue lo suficiente para que el castaño dejara de deambular su vista hasta centrarse en el oso, con una expresión de lo más aburrida en su rostro.

—No estamos aquí por ti o por alguien de tu clan. Aunque deberías ser más amable, hemos ayudado a los tuyos por mucho tiempo y aún así no dejan de gruñirnos cada que nos ven.

—Ustedes poseen poderes, solo es una pequeña precaución que tomamos —añadió YongSook, con un tono más relajado que el de su padre.

—Si bien, no importa. —El chico castaño miró de nuevo en dirección de JaeJoong, quien no tuvo oportunidad para esconderse de nuevo, por lo que se quedó ahí, sin embargo, los osos aún no habían notado su presencia. El chico regresó su mirada hacia los osos. —En sueños, se le ha mostrado a mi maestro la presencia de un invitado. Estamos aquí para recogerlo.

Un gruñido bajo. —Aquí no hay nadie más que nosotros. Así que ¡largo!


El castaño ladeó la cabeza con una sonrisa plantada en su inocente rostro. —Si no hay nadie, entonces ¿por qué está él aquí?

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N/A: ¡No estaba muerta, andaba de parranda! *literal*. Lamento mucho la demora, agradezco infinitamente todos sus bellos comentario, estuve un poco ida estos días, pero aquí  me tienen de nuevo :)