—Yo jamás supe que era un chamán
hasta unos días antes de mi primer celo. —JaeJoong creyó justo una historia por
otra. Además el pequeño lobo y su compañero se habían arriesgado a sacarlo de
la manada de osos sin siquiera conocerlo. —Siempre estuve oculto bajo estas
hierbas —cogió el relicario que colgaba del cuello y lo abrió para que JunSu
viera dentro de él. —Mi madre siempre fue muy versada en el arte de la curación
a través de hierbas, imagino que tenía más poderes que jamás conoceré ya que
están cayendo en picada debido a la muerte de mi padre. Ella siempre estuvo
preocupada porque alguien nos descubriera. No creo que nuestra manada fuera muy
tolerante con nuestro estatus. Además —JaeJoong se sentía nervioso, pero era
hora de confesar porque no podía llamar a su forma animal e huir— mi lobo es de
un color un tanto… especial.
—¿Especial?
JaeJoong llamó a su forma animal,
mostrando toda la majestuosidad de su blanco pelaje. JunSu soltó un silbido al
verlo, sus ojos se abrieron como platos y su boca caía hasta casi su pecho.
JaeJoong hubiera encontrado la imagen divertida si no hubiese estado tan
preocupado sobre las reacciones del pequeño lobo.
—Oh… eso… realmente no esperaba eso
—dijo JunSu cuando JaeJoong volvió a su forma humana. Su voz sonaba un poco
insegura, y, cuando le pasó una túnica que él traía puesta para cubrir la
desnudez de JaeJoong, pudo ver el miedo y la duda en sus ojos. JaeJoong rogaba
a los cielos no haber cometido un error al mostrarse.
—Yo… —comenzó JunSu de nuevo, pero
JaeJoong veía como evitaba mirarlo a los
ojos. —Eso… hum…
—Guarden silencio —susurró YooChun.
Ninguno se había dado cuenta de el pelinegro había despertado y se mantenía en
vigía.
El silencio lleno el pequeño
espacio en el que se encontraban, solo cortado por el sonido del latir de sus
corazones. JaeJoong estaba casi seguro que habían olvidado respirar.
El crujido de una rama cercana los
hizo amontonarse cerca de YooChun. JaeJoong estaba tan cerca de ellos que podía
sentir a JunSu temblando desde el otro costado de YooChun.
YooChun mantenía las manos fijas en
el suelo, la mirada atenta y había desfundado los colmillos, dispuesto a
cambiar si fuera necesario.
Las suaves pisadas le indicaron a
JaeJoong que lo que estaba cerca era un experto cazador. JunSu comenzó a
respirar de forma más rápida, al igual que su corazón latía a mil por segundo.
JaeJoong tuvo la imperiosa necesidad de tranquilizar al lobo, por lo que le
sostuvo la mano. Con el contacto, no solo JunSu se calmó un poco, sino él mismo
también.
Las suaves pisadas se detuvieron,
en lo que JaeJoong consideró el lado derecho del tronco bajo el cual estaban.
El sonido del olisqueo se hizo fuerte, podían escuchar como aspiraban hasta
casi el punto de tratar de jalarlos con una sola inhalación.
Después de lo que pareció una hora,
el cazador se dio por vencido y dejó de olfatear el árbol. No se sintieron más
tranquilos cuando unas enormes patas negras aparecieron frente al hueco por el
que habían entrado.
JaeJoong jamás había visto un color
tan negro como aquel pelaje. Las garras que surgían de las fuertes patas se
veían capaces de destrozar el árbol sin ningún problema. JaeJoong estaba seguro
que era un lobo, pero nunca había visto un lobo tan negro como aquel. Era un
contraste total de su blanco pelaje.
Cuando el cazador se alejó, los
tres chicos dieron un suspiro de alivio. JaeJoong agradeció mentalmente a los
dioses por haber otorgado poderes de defensa a YooChun.
—Debemos llegar al muro de
protección —apuntó YooChun. JaeJoong asintió sin saber qué era eso. JunSu
parecía perdido, aún temblaba ligeramente. —Tranquilo, dulce corazón, todo está
bien —dijo a JunSu mientras lo cerraba en un férreo abrazo.
—Es él Chun. Estoy seguro —susurró.
Ninguno dijo nada, pero JaeJoong
tenía una pequeña idea de a quién se refería JunSu, ahora que le había relatado
su historia.
—¿Por qué no dijiste que eras un
lobo blanco? —cuestionó YooChun con un tono de acusación. JaeJoong bajó los
ojos, no era culpa suya haber nacido así, ahora no sería bienvenido en el lugar
del gran árbol. Un lobo blanco era mal agüero, solo atraía problemas.
—Me iré tan pronto amanezca —dijo
tratando de controlar su voz. No sabía donde iría, no podía regresar a casa y
ahora ir con ellos tampoco era una opción.
—Perdona, no lo quise decir de esa
manera. Es solo que estoy muy sorprendido.
—¿No me van a echar de su lado?
—¡Diablos, no! —respondió JunSu,
volviendo de su trance.
—Como dije, solo estamos
sorprendidos. No es común un lobo de tu color. Lo ideal sería que estuvieras
con tu pareja… —YooChun guardó silencio al sentir las oleadas de dolor que de
JaeJoong salían. —Nosotros te protegeremos —le dijo mientras tomaba su mano y
le daba una cálida sonrisa. JaeJoong miró a JunSu y en su rostro pudo ver la
afirmación hacia las palabras de su pareja.
Ninguno preguntó el porqué su
pareja no estaba junto a él. Los dos dieron por sentado que era la razón por la
que JaeJoong iba a su lugar. Sintieron compasión por el chico, si bien no se
podían reclamar, al menos se tenían el uno al otro. Ellos no imaginaban el
dolor que pasarían si fueran separados.
Al llegar el amanecer, YooChun
salió del hueco en su forma animal, con las orejas moviéndose hacia todos lados
en busca de sonidos extraños, con la nariz levantada olfateando el aire. Ahora
más que nunca debían llegar al muro de protección que el Maestro había colocado
alrededor de su hogar. YooChun deseaba ser más hábil, así hubiera puesto un
círculo protector andante alrededor de JaeJoong. Al no hallar rastro del
cazador, les hizo una indicación con la cabeza.
JunSu salió con su pelaje castaño
claro reluciendo a cada movimiento. YooChun siempre babeaba cada vez que lo
veía. Era hermoso, pero ahora no era momento de admirarlo. Correrían hasta el
muro, sería duro para los pequeños lobos pero era su mejor opción.
Detrás de JunSu, una bola de ropa
salió. Si un lobo se pudiera carcajear, eso sería el ruidito que YooChun soltó
al ver a su nuevo amigo. JaeJoong francamente se veía como un perro-hijo que
los humanos suelen tener, totalmente vestidos de lindos trajecitos, pero que en
un lobo, a pesar de ser pequeño, se veían ridículos. Habían puesto a JaeJoong
una de las camisas, la adecuaron para que el lobo se moviera cómodamente en
ellas. Era la mejor idea que se les había ocurrido al tratar de ocultar el
color de su pelaje.
JaeJoong dio un bajo gruñido,
advirtiendo a YooChun que clavaría sus colmillos en su pata si seguía rodando
por el suelo burlándose de él. Él aún insistía que barro era la mejor opción,
pero al no estar cerca de un estanque la idea fue desechada.
Unos minutos después, los tres
lobos corrían a través del bosque, lo más rápido que sus patas les llevaran,
deteniéndose cada tanto para olfatear el aire y escuchar si había algo más a
parte de ellos.
***
YunHo había echado a correr por la
tarde de ayer, mientras dormía, su lobo había tomado el control. El cambio
dolió como una perra, sintió sus huesos crujir mientras se realizaba, pero una
vez en sus cuatro patas, sus movimientos se volvieron más fluidos.
¿Hacia dónde corría? Ni él lo
sabía, solo se estaba dejando guiar por el instinto. Por momentos creía
detectar el dulce olor de JaeJoong, entonces, era cuando más rápido corría.
Sentía ese llamado hacia el pequeño
lobo, no importando donde estuviera. YunHo ni siquiera pensaba, solo dejó que
su lobo le guiara, después de todo, el humano también ansiaba verlo.
Al caer la noche dejó de sentir a
JaeJoong de un tiro, como si hubiera desaparecido. El lobo de YunHo gimoteó
ante la idea de que algo malo le hubiera pasado al bonito lobo blanco, sin
embargo, no sabía a qué dirección correr, estaba desorientado ahora que no lo
sentía.
Siguió andando sobre la dirección
que llevaba, lo conducían a tierras fuera de la manada, mucho más allá de donde
se había aventurado en una sola carrera. Cuando el cansancio hizo mella en él,
se tumbó bajo un árbol, escondido detrás de unos arbustos, ahora en tierra
ajena, debía ser precavido.
Al salir el sol, continuó su
camino, esta vez con mayor ahínco ya que de nuevo la presencia de JaeJoong lo
llamaba. YunHo casi podía olfatear al chico, su dulce aroma guiando el camino.
Llevaba alrededor de medio día corriendo cuando de nuevo la presencia de
JaeJoong se esfumó. YunHo corrió desesperado, pero después de unas horas, se
sabía totalmente perdido.
¿A dónde podría haber ido? YunHo no
sabía nada acerca de dónde el pequeño lobo pudo haber ido. Sabía que Kim MinAh
era su único familiar, y no tenía amigos más que unos pocos en la manada.
El lobo de YunHo lloriqueaba al no
sentir a JaeJoong. Hoy era luna llena, el celo había comenzado. YunHo se sentía
demasiado caliente, no solo por el extenuante ejercicio, sin embargo, no quería
a nadie más en su cama más que al pequeño y sexy lobo blanco.
YunHo se detuvo en seco cuando el
fuerte olor a shifter se coló por sus fosas nasales. Se estaba adentrando en
territorio de otra manada, que, por el olor, YunHo diría que era alguna clase
de felino.
Hasta ahora YunHo no había tenido contacto
con otras manadas, como el cachorro que era se había comportado como tal. Jamás
había tenido curiosidad por los asuntos políticos de su padre hasta que llegara
a su mayoría de edad. Eso había sido el mes pasado, pero estaba tan centrado en
JaeJoong que había olvidado sus deberes para con la manada.
YunHo sería el próximo Alfa, pronto
tendría que inmiscuirse en los asuntos de la manada. Siempre había sido un
bravucón sin responsabilidad alguna, lo que claro, estaba por cambiar.
YunHo echó las orejas para atrás,
desenfundó los dientes mientras se agazapaba, listo para saltar al ataque. Las
suaves pisadas le indicaron que ya no estaba más solo. Podía escuchar
diferentes tipos de gruñidos, por lo que calculaba que al menos eran tres
felinos los que lo estaban rodeando.
Estrechó la vista para poder ver a
su enemigo. Sería un poco más sencillo saber a qué tipo de felino se estaba
enfrentando.
Dos enormes panteras surgieron
detrás de unos árboles, colocándose frente a él de forma intimidante. YunHo
evaluó rápidamente a sus contrincantes, fuertes y ágiles músculos, filosos
dientes y garras, pero eso no era nada contra lo que YunHo no podría luchar.
Con un gruñido felino, las panteras
se lanzaron sobre él. YunHo se movía lo más rápido que podía, esquivando garras
y colmillos por doquier. Lanzando sus propios colmillos hacia adelante cada que
podía. Aulló con fuerza cuando un conjunto de dientes se cerró sobre una de sus
patas traseras.
Gruñó y se sacudió con fuerza al
enorme gato, que fue a estrellarse contra un árbol. Con uno fuera de combate,
YunHo se enfocó en su otro enemigo, saltó sobre él, logrando ponerlo sobre su
espalda. Estaba a punto de arrancarle el cuello cuando algo se estrelló contra
su costado, consiguiendo que soltara su agarre.
Mirando alrededor, el tercer gato
había aparecido, no era tan grande como los otros dos, pero su conjunto de
garras y colmillos se veían tan aterradores como los otros. YunHo llevaba las
de perder, tres gatos y una pata herida, no ayudaban en sus probabilidades.
Para sorpresa de YunHo el tercer
felino invocó a su cambio, con un ligero destello, tuvo frente a él a una hermosa
y muy desnuda mujer. YunHo hubiera podido babear ante semejante monumento, pero por alguna razón ella no le
atraía, ni ella ni nadie.
Los ojos verde-ámbar de la chica se
centraron en YunHo. Las panteras detrás de la chica gruñían amenazadoramente.
—¿Quién eres y por qué estás
invadiendo mi territorio? —preguntó con voz de mando.
Bien, YunHo se había adentrado sin
permiso, por lo que era normal que atacaran a los extraños, pero él era
inexperto, y en lugar de inclinar un poco la cabeza en señal de rendición se
había lanzado contra ellos. Invocando su cambio, se paró lo más erguido que
pudo sin parecer amenazante pero tampoco como víctima. YunHo pudo ver como los
ojos de la chica lo recorrían de arriba abajo y un destello de lujuria apareció
en ellos. Lástima para ella, él solo tenía ojos para alguien.
—Soy Jung YunHo. Provengo de la
manada de lobos al Este de aquí. No era mi intención entrar en su territorio
sin su permiso.
—Si no lo era, ¿qué rayos hacías?
—Seguía a alguien —dijo. Ahora que
las palabras salían de su boca se escuchaban un tanto estúpidas.
—Por aquí no ha pasado nadie. Solo
tu aroma es el único extraño para nosotros.
YunHo soltó un suspiro, ¿cómo le
explicaría que el mismo no seguía un rastro, sino una llamada? —Estoy
consciente de que no hay otro aroma, sin embargo sé que este es el camino.
—¿Tratas de engañarnos para
adentrarte en nuestro territorio? —preguntó con desconfianza. —¿Acaso los lobos
planean dominar nuestras tierras?
«¡Oh-oh!» Esto estaba yendo
realmente mal. Si no encontraba la forma de explicarse podía llevar a una
guerra entre manadas. Y eso no era nada bueno, el mal de hombre combinado con
la furia animal desataba enormes ríos de sangre.
—¡No! Es solo que yo no sé cómo
explicarlo —soltó desesperado. —Es como si me llamara, como si invocara a mi
alma. Mi lobo se vuelve loco y me ha guiado hasta aquí.
Los ojos de la chica cambiaron de
desconfianza a curiosidad. El ladeo de la cabeza de los felinos detrás y su
meneo de cola, le mostraban a YunHo la franca curiosidad de los gatos.
—Él se fue hace unos días. Ahora mi
lobo aruña por encontrarlo. Llevo casi veinticuatro horas corriendo, lo he
sentido hasta aquí, pero ahora se ha esfumado. —YunHo miró con anhelo más allá
de los árboles, cómo si pudiera ver a JaeJoong detrás de ellos. Los felinos
miraron en la misma dirección.
—¿Por qué habrías dejado ir a tu
pareja? —dijo una voz masculina. La pantera de la derecha, ahora en su piel humana
lo veía claramente confundido.
«¿Pareja?» YunHo no recordaba haber
marcado a JaeJoong. Lo mordió si, de eso estaba seguro, había sentido la dulce
sangre en su paladar, pero eso no había sido más que un sueño ¿no?
—JaeJoong no es mi pareja —dijo
dudando.
—Si no lo es, ¿cómo es que sientes
el llamado? —la otra pantera había hablado. Ahora tenía frente a él a una chica
y dos chicos a cada lado.
La confusión en YunHo debió haber
sido palpable en su rostro ya que la chica comenzó a reír. —Muy bien, Jung YunHo
de la manada de lobos del Este. Eres cordialmente invitado a nuestra aldea. Soy
JiYoung, y ellos mis parejas, JiHan e InHa. Se ve que necesitas charlar, y
personalmente me gusta hablar con un té y galletas.
Con eso dicho, los tres invocaron a
su forma animal. Movían la cola de un lado al otro, esperando a que YunHo los
siguiera.
Al llegar al lugar que ellos
llamaban aldea, YunHo abrió la boca asombrado. Había imaginado el sitio como su
propio pueblo, pero esto era más como una enorme mansión, con muchos gatos
tirados sobre la hierba.
Varios pares de ojos lo miraban
fijamente. YunHo sentía escalofríos al ver la verde mirada de algunos gatos.
La chica-gato los condujo a una
amplia habitación, donde solo había un mullido sillón y una mesita de café,
pero infinidad de almohadones regados por el piso. Unos cuantos gatos estaban
en ellos.
—Fuera todos, vayan a afilar las
garras en un árbol —dijo JiYoung. Los felinos en la habitación ladearon la
cabeza curiosos. YunHo había invocado su forma humana cuando entraron en la
sala.
Varios felinos invocaron a sus muy
desnudas humanidades, acercándose con ese sexy andar felino, unos cuantos
ronroneando ante el fuerte cuerpo de YunHo.
—¡Shuuu! ¡shuuu! —exclamó la chica
mientras agitaba las manos corriendo a los felinos de la habitación. —Lo
siento, son gatas en celo —dijo con media sonrisa.
YunHo dio las gracias a los cielos
cuando se le fue entregada una túnica, que le quedó un poco pequeña, pero al
menos no tendría que hablar de sus asuntos amorosos desnudo. Eso sería muy
incómodo.
—Ahora, ¡cuéntanoslo todos! —exclamó
feliz JiYoung.
¿Por donde debía empezar? YunHo no
sabía cuando era exactamente que se habían torcido las cosas. Así que contó
desde el principio, de cómo siempre había estado enamorado de la misma chica
hasta cómo JaeJoong se le había metido entre la piel, y sus responsabilidades
para con su manada.
—Pero lo mordiste —insistió InHa.
YunHo no estaba seguro, pero entre más lo pensaba, más claro podía recordar el
dulce sabor de la sangre de JaeJoong.
—Lo hice, pero él no tenía ninguna
marca.
Si hubiese tenido aunque sea una
mancha roja en el cuello, YunHo la hubiera visto, no creía posible que algo de
su hermoso lobo blanco se le hubiese pasado desapercibido.
—No es por ofender Yunho, pero,
eres un idiota —expresó JiHan. YunHo gruñó un poco ante el hecho de sentirse
insultado. —Tengo muchos más años que tú. Algunas marcas de apareamiento
desaparecen unos minutos antes de volver con más fuerza. Y, por lo que entiendo
tú huiste a penas despertar, por lo que bien podrías no haberlo notado.
¿Sería eso cierto? ¿Había sido tan
estúpido al no quedarse? Sí, él era el más grande idiota. Entonces, fue cuando
el peso de sus acciones cayó sobre él. Había rechazado a su pareja.
Debió entrar en un estado de
comatoso, ya que sintió como los felinos trataron de consolarle. —Puedes
quedarte aquí el tiempo que te sea necesario.
YunHo agradeció mientras mordía su labio
fuertemente hasta hacerlo sangrar. Los ojos le picaban pero no dejaría que
nadie viera su vulnerabilidad. Los felinos le dieron su espacio, dejándole solo
en la habitación para que pudiera llorar su dolor.
¿Qué haría ahora sin su pareja?
¿Dónde estaría JaeJoong? ¿Estaría bien? ¿Volvería alguna vez? ¿Le perdonaría?
Sin ánimos de nada, invocó a su
forma animal y corrió a través del bosque. No podía quedarse alrededor de las
manadas, y menos cuando estas estaban celebrando la festividad de la luna.
Lamería sus heridas en un solitario
lugar.
Los felinos agacharon las orejas al
escuchar los lastimeros aullidos que un lobo solitario daba en la lejanía.