FATED: CAPITULO 8

Estaba hecho. JaeJoong había pedido permiso al Alfa para abandonar la manada y sus tierras. El Alfa había preguntado, pero JaeJoong se debatía sobre si contarle la verdad o no. Así que solo dijo la verdad a medias: había encontrado a su compañero destinado y éste lo había rechazado. Ningún lobo en su sano juicio podría superar el rechazo de la pareja.

Empacaba unas pocas cosas que necesitaría durante el viaje. Pero lo que más llevaba eran hierbas, de esas mismas que tenía en el relicario. Ahora más que nunca las necesitaría. Su poder ya había comenzado a manifestarse y no había forma que él se quedara ahí. Debía irse. En ese lugar ya no había nada para él.

—¿Tienes todo? —la voz suave de su madre lo llamó desde la puerta.

—Casi —murmuró. —Solo quedan algunas cosas.

—Viajarás ligero. Debes ir rápido, no es conveniente que lleves demasiadas cosas.

—Lo sé madre, pero me gustaría llevarme algo conmigo. —Su madre solo asintió. JaeJoong deseaba tanto poder quedarse, poder hacer frente a todo como antes, sin embargo, probaría toda su entereza para seguir adelante, no solo por él, sino por la pequeña luz dentro de él.

Al bajar las escaleras, con un bolso donde entraban algunas mudas de ropa y objetos personales, y otro donde traía las hierbas que su madre le había dado. Suficiente para llegar a su destino y un poco más.

—He conseguido que SangHun te lleve hasta la ciudad —dijo su madre con una voz controlada. Sin embargo sus ojos la delataban. Tenían ese brillo húmedo de las lágrimas nacientes. Sus labios firmemente apretados en una línea, le indicaban a JaeJoong el dolor que estaba sufriendo.

—¿No puedes venir conmigo, madre? —soltó por fin JaeJoong. Su vida estaba a punto de cambiar drásticamente. El mes pasado, soñaba con la luna llena, con su compañero, con que ese compañero fuera YunHo y con estar entre sus brazos. Sus deseos se le fueron concedidos, pero a qué precio. Ahora que estaba a punto de abandonar su hogar, la manada en la que había crecido, los amigos que había hecho, todo, para iniciar un largo viaje sin retorno. Para JaeJoong sería más fácil enfrentar al mundo si su amorosa madre lo acompañara, pero el destino no lo quería así.

Negando con la cabeza dijo: —Sabes que un lobo necesita de una manada. No puedo dejarla, no sobreviviría sin la protección que me otorga ser un miembro de la manada. Además, no se me tiene permitido ir contigo.

—Pero iremos con una manada ¿cierto? Tú misma lo has dicho, un lobo no puede vivir sin una.

La mirada lastimera que su madre le dio, respondió todas las preguntas de JaeJoong. Eso no se aplicaba a él. Tendría que aprender a sobrevivir como un lobo solitario.

—No sé lo que te aguarda en ese lugar, mi dulce JaeJoong. Estoy confiando tu futuro, tu vida y la de la pequeña luz, en el camino que ChungHo me ha indicado. Así como yo lo hago debes hacer tú. Confiar en nuestros antepasados.

Con lágrimas en los ojos JaeJoong asentía. Comprendía lo que su madre le decía, pero no por eso tenía que quererlo. Deseaba tanto que ella lo acompañara, pero este viaje debía hacerlo solo, bueno no completamente solo.

Entre abrazos y más lágrimas se despidieron. Madre e hijo lloraban la pérdida del otro, pues si bien no dejaban este mundo, ninguno sabía cuando volverían a verse.

Así JaeJoong salió, en medio de la noche con destino a la ciudad. De ahí hacía el este, donde comenzaría una nueva vida.

***

YunHo daba de vueltas en su cama, antaño tan cómoda y cálida, pero ahora le parecía tan fría y solitaria. Le faltaba algo. Alguien.

Su lobo se sentía inquieto desde la última vez que vio a JaeJoong. Hacía dos días de aquello. YunHo sabía que su lobo quería ir donde el chico y que por eso lo apuñalaba por las noches para que se movieran hasta JaeJoong y reclamaran al muchacho como suyo. Sin embargo, hoy su lobo sentía un tipo de inquietud diferente. Una ansiedad que carcomía sus entrañas y un miedo a la soledad que no había experimentado nunca.

A su mente venía una y otra vez la imagen de JaeJoong, sus ojos tristes, sin vida. Su pálido semblante y la súplica no dicha: “no me abandones”. Solo eso bastaba para que un nudo se aferrara a su garganta y los ojos le ardieran.

¿Qué estaba mal con él? Había pensado que esta obsesión con JaeJoong era debido a que fue su primera experiencia, un chico, un muy caliente chico. Pero mientras escuchaba a sus amigos, más y más caía en la cuenta que él estaba mal. JaeJoong se había colado por debajo de su piel. Esperaba que eso pasara con la siguiente luna, cuando conociera a alguien diferente, dudaba que hubiera alguien más sexy y candente que el pequeño hombrecito de cabello negro y piel blanca, pero seguro encontraría a una buena chica de caderas anchas, cintura estrecha y senos grandes que le haría olvidar al muchacho.

Esperaba como el infierno que así fuera.

Sabía que su lobo no lo dejaría tranquilo. No tenía caso permanecer en la cama cuando su lobo interior arañaba su alma para ir por JaeJoong. YunHo se levantó, ignorando a su animal interno, fue por un vaso de agua. Quizá de esa manera el nudo en su garganta desaparecería.

No lo hizo. Por el contrario la sensación de vacío se fue acumulando en su estómago. El frío que lo recorrió solo llevó al borde a su lobo. La sensación de pérdida y soledad lo abrumaban tanto que se sentía perdido e insignificante.

Dejando a su lobo emerger, decidió salir a estirar las patas. Tal vez una buena carrera despejara su mente y ahuyentara todas esas extrañas sensaciones.

A regañadientes su lobo fue rumbo al bosque y no en dirección a la casa de JaeJoong. Al entrar en el claro donde inicia la carrera, echó a correr como si el mismo demonio lo persiguiera, clavando las garras en el suelo blando, sacando la lengua, olfateando el aroma de los pinos y la tierra, corriendo bajo la luna creciente, forzando sus músculos hasta que ya no pudiera más.

Cuando por fin el cansancio hizo mella en él, en forma de fuertes punzadas en el costado, fue que YunHo paró. Se sentía un poco más tranquilo, correr siempre le había ayudado y esta no fue la excepción.

Deseaba poder echarse en su cómoda cama, pero se encontraba bastante lejos del hogar, así que terminó tumbándose en la hierba, colocando su hocico sobre sus patas delanteras. Allí, con la luna mirándole, YunHo durmió, ajeno a lo que pasaba en el pueblo, donde una vieja camioneta se llevaba al causante de su insomnio.

***

JaeJoong miraba por la ventana del tren. Había llegado a la ciudad justo antes de que el último tren pasara. Dando las gracias a SangHun comenzó lo que sería su largo viaje al este en busca de su nuevo destino.

Suspiró lleno de tristeza, miraba las montañas en las que había crecido, los grandes árboles donde había reposado y, a pesar de que no lo veía, podía imaginarse al naciente riachuelo que se convertía en un gran río bajando las montañas. Cerró los ojos para evitar que las lágrimas cayeran.

Se alejaba. Se alejaba de todo su mundo conocido, de su pueblo, de su gente y de su compañero. Al pensar en él su roto corazón se rompía en más pedazos que jamás sería capaz de volver a unir.

A lo lejos escuchó el aullido de un lobo solitario. Dentro suyo, su lobo se irguió en ese mismo instante buscando salir, pero al hallarse encerrado y en movimiento, lo único que hizo fue agachar las orejas y gemir quedamente. Con una triste media sonrisa fue que JaeJoong se quedó dormido, dejando que el tren lo llevara a tierras lejanas.

++

La bruma se cernía tan espesa que le era imposible ver más allá de un palmo frente a él. El silencio que consumía el lugar ahogaba hasta sus propias respiraciones. Ni siquiera su sentido del olfato detectaba nada más que no fuera agua. Estiró las manos como cuando los humanos caminan en la oscuridad, porque así era para él. A pesar de tener los ojos abiertos, no había nada más que el blanco de la niebla, y, sin sus demás sentidos, se sentía indefenso.

—No debes temer, JaeJoong —le dijo una voz ronca y con un extraño matiz de eco, como si estuviera y a la vez no, ahí con él. —Confía que te llevaremos por el sendero correcto.

Sería de tontos no tener miedo a lo inexplicable, pero JaeJoong también sentía esa sensación de familia en ese lugar. Si su madre confiaba, él también lo haría.

Asintiendo a la voz, se dejó guiar por verdes praderas, pasando por valles llenos de flores, por una colina alejada de la civilización hasta un bosque donde los árboles crecían más allá de lo que la vista alcanzaba. Allí, dentro, justo al centro del bosque se encontraba el lugar donde sus ancestros marcaban como punto seguro.

—No será sencillo, JaeJoong. El camino que te he mostrado es simple, pero los obstáculos en él no tanto. Debes apresurarte, nadie debe saber tu secreto…

»Cuando las cosas se pongan difíciles, la ayuda llegará…

JaeJoong quería preguntar acerca de todo. ¿Dónde era ese lugar donde los ancestros lo enviaban? ¿Qué clase de peligros enfrentaría? ¿A qué se referían con “refuerzos”? Lo único claro para JaeJoong era que debía llegar, y pronto. Para él era más que obvio que no era sabio dar a conocer su secreto, incluso en el mundo de los shifter, alguien como él no era bien visto.

Cuando abrió los ojos, se encontró con que la mañana se estaba anunciando. A lo lejos podía ver un valle cubierto por la niebla matutina, sin embargo, lo reconocía. Esa era su estación, de ahí debía seguir a pie. Hubiese sido más fácil en su forma de lobo, pero de nuevo, su lobo no era algo común.

Tomando sus bolsos, bajó en la siguiente estación. El lugar estaba casi vacío a excepción de unas cuantas personas mañaneras, a las que JaeJoong suponía dueñas de los locales dentro de la terminal. Estaban tan ocupadas yendo de un lado al otro que nadie se fijó en el único chico que bajó del tren.

Con pesadez, JaeJoong siguió avanzando, encaminándose hacia el pequeño pueblo que había. De no ser porque se encontraba demasiado triste para apreciarlo, a JaeJoong se le hubiera hecho pintoresco.

El sol aún estaba despertando cuando el pelinegro había atravesado el pueblo, por lo que muy pocos se percataron de su presencia. A pesar de eso, JaeJoong se vio obligado a detenerse. Debía alimentarse, aún si no tenía hambre, necesitaba los nutrientes.

Un pequeño restaurante 24 hrs se hallaba cerca de la salida del pueblo, ese fue el lugar escogido para hacer una primera parada. El lugar no estaba completamente vacío, pero JaeJoong suponía que su clientela habitual ocuparía el local horas más tarde.

Una bonachona mesera se acercó a él, le sirvió una humeante taza de café y esperó por su orden. JaeJoong debía verse devastado porque la buena mujer le dijo: —El desayuno corre por mi cuenta, chico. —Y se alejó con una sonrisa compadeciente.

JaeJoong solo se encogió de hombros, qué otra cosa podía hacer. A pesar de llevar dinero con él, no sabía si le sería suficiente para el viaje. Cuando unos buenos huevos revueltos fueron puestos frente a él, su estómago rugió. Apenado se sonrojó, la mesera se sentó frente a él y le sonrió de nuevo, instándole a comer. A JaeJoong esa mujer le recordaba a su madre.

—Pobre chico. ¿Quién te ha hecho tanto daño? —preguntó mientras le acariciaba el cabello. JaeJoong ni siquiera era consciente de que estaba llorando al tiempo que ingería sus alimentos.

A pesar de lo bien que la mujer se había portado con él, su destino no era quedarse en ese lugar. El pueblo era de humanos totalmente, no era prudente permanecer mucho tiempo ahí. Así que continuó su camino.

—Niño. No debes seguir por ese camino —advirtió la mujer. JaeJoong la miró confuso. Ella retorció una de las esquinas de su delantal de forma nerviosa. —Por ese camino se va al pueblo del bosque. Dicen que ahí habitan osos de tamaño gigante —dijo con un aire de misterio. —Osos con inteligencia humana.

Ahora comprendía. La usualmente piel blanca de JaeJoong su puso lívida al percibir la situación. Se adentraría en territorio de shifter osos.

Por todos los clanes de shifter era bien sabido que los osos podían destrozar a manadas enteras con sus grandes garras y que su temperamento era poco más que explosivo. Aunado a eso, los osos y los lobos no eran muy buenos amigos que digamos.

JaeJoong trató de sonreír, pero su intento no aplacó la preocupación en la mujer. —El lugar al que voy está un poco más allá de ese pueblo.

Con toda la voluntad que le quedaba, JaeJoong emprendió de nuevo su camino. «¡Osos!» Estaba seguro que sus ancestros no le enviarían a la muerte ¿o sí? ¿Sería un crimen para la familia el haber sido rechazado por su compañero? Después de todo JaeJoong conocía casi nada acerca de su naturaleza mágica. Quizá sí era castigado por no haber retenido a su pareja y por eso lo habían alejado de la manada. Pero, ¿no su madre había dicho que era el hijo favorito de la luna? Porque lo suyo era una bendición.

Tan adentrado estaba en sus pensamientos que dio tal brinco cuando la bocina de una camioneta por el camino lo asustó. La camioneta se veía que había tendido sus buenos días, por la cantidad de lodo que estaba en las llantas se notaba que le daban constante uso por senderos pedregosos, pero lo más llamaba la atención era el hombre que sonreía en la ventanilla.

El tipo portaba una gran sonrisa, amigable al igual que sus ojos castaños. El fuerte brazo que se apoyaba en la puerta era musculoso y bronceado por las horas expuestas al sol. Su cabello corto resaltaba los rasgos duros del sujeto, pero indudablemente, el tipo era atractivo. Sin embargo, a pesar de la amable sonrisa, no dejaba ese aire intimidante que tenía.

—¡Hola, cosita bonita! ¿Acaso has perdido el rumbo? ¿O vas a visitar a tu abuelita que vive al otro lado del bosque? —saludó con tal cinismo coqueto que a JaeJoong vio rojo, a ese tipo los humos se le subieron a la cabeza. Realmente odiaba que alguien lo llamara “bonita”. Él no era bonita, bonita era un calificativo para una chica. Él era guapo, atractivo. Solo YunHo podía llamarlo hermoso, nadie más.

Y, como cada vez que pensaba en su compañero, todos los demás sentimientos fueron reemplazados por la tristeza.

—¡Hey! ¿Qué sucede cosita? —preguntó al tiempo que abría su puerta con un rechinido y bajaba para estar más cerca de JaeJoong.

Si JaeJoong estaba triste, en ese momento lo olvidó. Sus instintos se dispararon. Gritaban que huyera, que corriera poniendo tierra de por medio entre ese sujeto y ellos. El tipo era enorme. Cerca de casi dos metros de puro músculo. YunHo era un tipo alto cerca del metro noventa, de buenos músculos y un gran guerrero. Pero aquel sujeto parecía tener músculo sobre músculo.

El fuerte aroma a salvaje paralizó todos los sentidos de JaeJoong. Maldecía a su mala suerte. No llevaba ni dos horas sobre el camino cuando ya se había topado con su primer gran obstáculo. Un enorme oso.

Tirando las bolsas que traía consigo, JaeJoong giró sobre sus pies y se alejó lo más rápido que pudo. Usualmente era un buen corredor, pero su estado de salud estaba un poco delicado después de tres semanas de descuido, además de que su pequeña luz comenzaba a restarle fuerza.

El shifter oso alzó las cejas cuando vio a JaeJoong huir, no era la primera vez que le pasaba, su tamaño era poco más que intimidante. Inhalando el aire descubrió el aroma dulce de un lobo mezclado con algo que le picaba la nariz. El chico del camino no solo había huido porque era grande, sino porque era un oso.

Sonriendo socarronamente, recogió las bolsas que el muchacho había dejado atrás. Las echó en la caja cuando descubrió que una de ellas apestaba tanto que su nariz se entumía.

Se quitó la ropa y cambió a su forma animal. Un enorme oso de color castaño apareció donde anteriormente el hombre estaba. Ir tras el pequeño chico-lobo sería divertido.

***

YunHo despertó con una sensación de estar huyendo. Había soñado con valles y caminos nunca antes vistos por él. Pero lo que estaba sintiendo no tenía nada que ver con el sueño. La impresión de estar asustado hasta los huesos era tanta que pronto comenzó a gruñir. Dado que aún estaba en su forma animal, había retraído la piel de su hocico haciendo visibles sus enormes colmillos. Cualquiera que lo viera se lo pensaría dos veces antes de atacar. Él era un lobo alfa, no se dejaba intimidar por nadie.

Dando vueltas sobre su sitio, se calmó al no ver ni oler ni escuchar nada. Alzó la mirada, solo las aves, ajenas a sus gruñidos, parloteaban felices en sus nidos altos. Levantó la nariz olfateando el peligro, pero tampoco halló nada diferente a él y los pequeños animales del bosque.

¿Si estaba solo, entonces porqué sentía tanto miedo?

«JaeJoong»

Entonces YunHo echó a correr de regreso a la mandada. Clavaba las garras mientras daba grandes zancadas, pero ahora maldecía haberse alejado tanto de su hogar. Si seguía corriendo a ese ritmo estaría a pocos minutos de quedarse sin aire. Pero su instinto le gritaba que fuera donde el chico.

La sensación de miedo cambió a pánico en solo unos segundos. YunHo se detuvo, él mismo se sentía temblar por algo que no estaba allí. Gruñó y aulló, pero estaba aún demasiado lejos. Le quedaban casi  medio día de recorrido a esa velocidad. No llegaría.

Y después, todo se desvaneció, quedando solo sus propias emociones. Echó a correr aún con más fuerza, pero pronto el aire le hizo falta y sus músculos cedieron al cansancio. Cayó sobre la tierra, llevándose una parte de ella. Debía seguir, pero su cuerpo no respondía más y pronto cayó en la inconsciencia.

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N/A: Gracias por sus comentarios! Son los que inspiran la historia :)