FATED: CAPITULO 6

El rumor del río poco a poco se fue colando entre los sueños de YunHo hasta hacerlo despertar. Lo primero que notó al abrir los ojos fue el techo de la cueva. Bien, no era la primera vez que se quedaba dormido ahí, pero si la primera que la mañana lo alcanzaba. Lo segundo fue el cálido cuerpo que se abrazaba a él. Una cabeza se recargaba sobre su hombro y un delgado y blanco brazo se extendía sobre su estómago. YunHo incluso percibió que el mismo estaba aferrado a este suave cuerpo.

Sonrió con satisfacción y se envolvió al cuerpo con más fuerza. El aroma dulce se colaba por entre sus fosas nasales, jamás olvidaría ese aroma, fresas y lluvia de verano. Después recordó que anoche fue la primera noche de luna llena que pasó como adulto. Recordó los ojos verdes de Go AhRa. La carrera. El enloquecedor aroma. El río. El lobo blanco… JaeJoong.

«JaeJoong»

Sobresaltándose encontró con que el cuerpo al que se aferraba era el de JaeJoong. Entonces un gemido que nada tenía que ver con el placer escapó de su boca. Su pecho se contrajo de angustia al pensar en lo que hizo. Perdió y quitó la inocencia a JaeJoong. Un hombre.

Quería desenredarse del férreo abrazo en el que se sostenían. JaeJoong era un hombre. «¡Y qué hombre!» Pensó YunHo al ver a la hermosa criatura.

Si bien, YunHo siempre había considerado a JaeJoong bonito, ahora lo encontraba sumamente sexy, con todo el cabello enmarañado, labios hinchados por los besos y las marcas rojizas en su cuerpo producto de las mordidas de YunHo.

YunHo brincó de su sitio. Los recuerdos de la noche le estremecieron, en especial aquel donde él mordía el blando cuello de JaeJoong. Con cuidado se acercó. El aroma del chico era embriagador y su lobo aullaba de alegría en su interior al oler un rastro de su aroma en él. El corazón casi se le salía del pecho por la angustia, pero después de no ver ninguna marca de mordida en el cuello de JaeJoong, YunHo se relajó.

¡Dios! ¿Qué había hecho? ¡Se había apareado con un hombre! No es que fuera malo que se aparearan entre el mismo género, es solo que eso no era lo suyo. Después de días planeando estar junto a Go AhRa, había terminado con JaeJoong.

Entonces su mente comenzó a llenarse con cosas que en nada hacían feliz a su corazón. ¿Qué había pasado con AhRa? ¿Con quién habría pasado la noche? ¿Qué pensarían sus padres al enterarse que el “siempre macho alfa” YunHo se había apareado con otro macho? ¿Perdería su derecho a liderar la manada? Más que todo eso, YunHo se sentía especialmente incómodo al darse cuenta que realmente ninguna de esas cosas preocupaba a su lobo, esas perturbaciones solo venían de su parte humana. El lobo sencillamente estaba feliz porque el chico de bonitos ojos negros estaba aún tumbado en la cama improvisada de heno y olía a él.

De nuevo un gemido de frustración se escapó de su boca. ¿Qué haría ahora con JaeJoong? Bien podría irse, pero después de esta noche, todo el mundo sabría que había dormido con él. Es inevitable que cuando los shifter comparten la cama, se quede impregnado el aroma de uno en el otro.

Arrugando la nariz, YunHo se olió el brazo que había estado sosteniendo la cabeza de JaeJoong durante sus sueños. Esperaba detectar ese olor característico del chico, un olor a hierbas secas que aturdían un poco su olfato. Para su total consternación, olía como había olido a mitad de la carrera, fresas y lluvia de verano. Su lobo estaba complacido con ello.

YunHo quiso escapar al momento en que JaeJoong comenzó a revolverse en la cama. Sus enormes ojos parpadeaban, primero lento, acostumbrándose al lugar. YunHo esta hipnotizado por la forma en que las largas pestañas de JaeJoong no causaban algún tornado a cada parpadeo que daban.

Con un largo bostezo, JaeJoong se incorporó, dándole a YunHo la más hermosa de las sonrisas matutinas. Incluso su pene brincó de alegría al verla. YunHo carraspeó, tratando de mantener todas sus emociones bajo control, ya no se encontraban bajo el influjo de la luna llena, por lo que su mente debía estar más clara, o eso pensaba, pero sencillamente la bonita estructura ósea de JaeJoong no lo dejaba ni respirar tranquilamente. Su corazón bombeaba de manera apresurada al ver la mirada soñadora del chico.

JaeJoong no sabía qué hacer, ni qué decir. De hecho no tenía ni la más mínima idea de cómo comportarse, así que se dedicó a mirar a los alrededores, tratando duramente de que su nerviosismo no se notara. No sería nada bueno si esperaba que YunHo lo follara fuertemente contra el colchón una vez más antes de regresar a la manada.

Una sonrisa se fue extendiendo por toda su cara, así como un fuerte rubor, al recordar todo lo que hicieron anoche. ¡Dioses! YunHo era un experto amante, incluso mejor que en sus sueños húmedos. La sola idea de pertenecerle a ese apuesto macho alfa hacía que su sangre hirviera y que su lobo quisiera frotarse contra él una y otra vez. JaeJoong se planteó seriamente la idea de frotarse contra YunHo, pero el rostro ilegible del hombre le recordó a JaeJoong que había asuntos más urgentes que atender.

—YunHo —llamó. Para YunHo aquello fue como un afrodisiaco, su pene, medio erecto ante la visión de JaeJoong, se llenó por completo, alzándose como fuerte mástil, a la vista de su primer amante.

YunHo se dio rápidamente la vuelta, para evitar que JaeJoong viera lo que aún provocaba en él. ¡Demonios! Deseaba tanto poder tumbarlo y adentrarse en esa estrecha cavidad que le daba tanto placer.

«Contrólate»

No podía andar cual perro caliente, nada más por la vista de la suave piel blanca y escuchar su nombre salir de su boquita de cereza. Pero condenado fuera si no recordaba la hermosa manera que JaeJoong tenía para gemir, para gritar su nombre cada que se corría.

Respirando hondo decidió apartar esos pensamientos de su cabeza. YunHo creía que eran los rezagos del influjo lunar, y no debía ceder ante ellos. No ayudaban en nada que ambos estuvieran completamente desnudos. Afortunadamente, YunHo poseía una muda de ropa en el lugar. Dirigiéndose hacia ella, siempre de espaldas a JaeJoong, se la colocó lo más rápido que pudo, de esa manera sería más fácil enfrentar la situación.

JaeJoong observaba cada uno de los movimientos de YunHo, al principio curioso, pero después de verlo vestido, se sintió un poco decepcionado. YunHo no tenía más ganas de hacerle el amor. Sin saber muy bien cómo reaccionar, se enredó en la blanca sábana.

—YunHo… yo…

YunHo se tensó. El momento que no deseaba estaba llegando. —Por favor, JaeJoong. No digas nada. Olvidemos lo que aquí pasó.

Esperaba grandemente a que JaeJoong dijera “Sí no hay problema, volvamos a joder la siguiente luna llena”. O algo así. Con una media sonrisa se volvió para enfrentar al chico.

El corazón se le apretó en el pecho al ver los hermosos ojos negros de JaeJoong con un brillo especial. YunHo pudo apreciar todo el amor que le tenía anoche, estaba seguro que ese sentimiento no era ocasionado por la magia de la luna. JaeJoong estaba enamorado, y YunHo no sabía cómo hacerle frente a esta situación. Sin embargo, ahora, el brillo que tenían no era nada parecido al de anoche, de hecho, era como si JaeJoong tratara fuertemente de contenerse para no llorar. Su tristeza claramente palpable en cada gesto del chico.

—JaeJoong…

—¿Es que no lo sientes YunHo? —susurró con voz baja, pero firme.

El pecho le punzó con dolor al ver las mejillas de JaeJoong siendo recorridas por lágrimas. Quería gritarle que él no sentía nada, pero no era así. YunHo se sentía atraído por JaeJoong. —¿Sentir qué?

—YunHo, tú y yo… —YunHo sabía a dónde se dirigía el chico. No debía escucharlo. No debía decirlo, de lo contrario, toda la convicción de YunHo se vendría abajo.

YunHo era un alfa, estaba destinado a ser el líder de la manada, siempre había soñado con ello. Su deber, además de proteger a los demás, era darle cachorros fuertes a la manada, guerreros y líderes capaces de protegerlos. Si admitía que lo que sentía por JaeJoong no tenía nada que ver con los influjos lunares, entonces se estaría condenando a sí mismo. Perdería no solo su sitio como futuro alfa, sino también el sueño de formar una bonita familia, de tener cachorros correteando a su alrededor hasta que le sacaran canas verdes. YunHo no estaba dispuesto a renunciar a eso tan fácil.

—JaeJoong, lo que tú y yo vivimos, fue solo una hermosa experiencia. ¡Y vaya que fue buena! Seguramente la recordaré por mucho tiempo. No creo que seas tan fácil de superar. Pero si quieres más, ya sabes dónde encontrarme para la próxima luna llena.

Todo lo dijo con tal cinismo que si no supiera que el pecho le punzaba al ver las lágrimas de JaeJoong, él mismo hubiera creído en su mentira.

—No me dejes —suplicó JaeJoong.

Sin poder permanecer allí por más tiempo, YunHo salió apresuradamente por la cueva. Necesitaba alejarse de JaeJoong, necesitaba respirar aire que no contuviera su dulce aroma flotando en él, necesitaba despejar su mente y volver al camino que se le tiene asignado.

—¡YunHo, no me abandones! —alcanzó a escuchar cuando ya estaba bajando la ladera de por el río.

Convenciéndose así mismo mientras caminaba por el bosque. No confiaba en estos momentos en su lobo, pues podría regresar sobre sus pasos y reclamar a JaeJoong una vez más. YunHo se repetía una y otra vez, como si fuera un mantra, que JaeJoong solo había sido por una noche de luna. Solo eso era lo que habían tenido, una noche de luna.

* * *

JaeJoong se había quedado estático, el único movimiento que se percibía en el muchacho era el camino que las lágrimas hacían por sus mejillas. Lloraba en silencio, mientras que por dentro gritaba hasta desbaratarse por el dolor de no tener a su compañero.

Después de unos momentos, suaves hipidos comenzaron a escucharse en la cueva, poco a poco comenzaron a hacerse más fuertes hasta convertirse en gritos desgarradores. JaeJoong lloraba por el rechazo de YunHo.

Entre su llanto, posó su mano sobre el hombro izquierdo, tocando la punzante lugar que le fue producida por la mordedura de YunHo. Entonces, el llanto de JaeJoong se hizo más fuerte.

No es que solo el chico del que estuvo enamorado lo hubiera usado para saciar sus ganas en una noche de luna. Sino que el dolor se acrecentaba por el hecho de ser rechazado por su compañero. YunHo lo había marcado como suyo para después botarlo.

—No me abandones YunHo… —susurró antes de caer en la inconsciencia que el mundo de los sueños le trajo.

* * *

YunHo había regresado a casa, su temperamento no era del todo bueno, no deseaba ver ni hablar con nadie. A pesar que apenas lo vieron los chicos, todos corrieron preguntar por los sórdidos detalles de su primer encuentro sexual.

Ahora, sentado en la salita de reunión que tenían ubicada en uno de los porches de la casa del Alfa, YunHo tragaba su cerveza como si fuera lo único que pudiera hacer. Realmente no deseaba estar ahí, quería estar de nuevo enredado en unos cálidos brazos.

El pecho se le encogía al recordar las últimas palabras de JaeJoong «No me abandones» le había dicho. Y, sin embargo, eso fue lo primero que hizo YunHo.

—Y entonces esa morena contoneaba las caderas que ¡Dioses! ¡Debieron verla!

—Sí, si ya. Ya escuchamos bastante sobre tu primer encuentro y tu poca habilidad, pero aún no hemos escuchado nada de  nuestro amigo —todos los pares de ojos en la salita se posaron en YunHo. —¡Hey, amigo! Debes contarnos como fue.

—¿Fue Go AhRa?

—Seguro que sí. Si no ¿quién?

—¿Sus senos son tan grandes y suaves como parecen?

Estúpidas preguntas bombardearon a YunHo. Él solo se limitaba a mirarlos, pero realmente si ver, sus pensamientos seguían en la triste cara de JaeJoong y su súplica. Pronto, al no tener reacción, comenzaron las especulaciones. Que si YunHo había sido un completo salvaje tomándola ahí mismo, sobre la hierba apretándole fuertemente las caderas; que si la había llevado a la cabaña adornada con velas y tratando sobre bolas de algodones. Las teorías sobre la afortunada chica eran cada una más loca que la otra y nada más alejado de la realidad.

—¿Todos ustedes son idiotas o qué? —El no tan pequeño ChangMin había hecho su aparición en la sala. Como cachorro que aún era, los aromas del celo no era capaz de distinguirlos. De hecho YunHo los había empezado a notar solo de un mes hacia acá, cada día haciéndose más fuerte. Pero eso, al igual que el hechizo lunar, no aplicaban aún a ChangMin.

Los ahora adultos se sintieron ofendidos por el comentario, más nadie dijo nada. ChangMin no solo era el hijo del Alfa, también era un digno heredero, su tamaño era más grande que los cachorros de su edad y su inteligencia sobrepasaba a la de algunos adultos.

—Dinos sabelotodo cachorro, ¿por qué somos estúpidos? —dijo con sarcasmo el más bravucón de ellos, haciendo especial énfasis en la palabra cachorro.

ChangMin solo los miró con suficiencia. El suavizado insulto resbaló por él como una gota de agua. Se acercó a YunHo y lentamente comenzó a olisquearlo.

Si no fuera porque era el hermano menor de YunHo, éste le habría dado un buen golpe por invadir su espacio personal. A pesar de mantenerse intacto, eso no evito que un bajo gruñido escapara de su boca.

—Tranquilo muchacho. Estas sumamente irritable —le dijo. ChangMin tenía ese don de leer a YunHo. Solo bastaba con que los ojos chocolate de su hermano se posaran en él y YunHo se sentía totalmente expuesto, como un libro abierto. Se miraron a los ojos unos segundos antes de que ChangMin se volteara a encarar a los demás con esa ironía acostumbrada en él. —No fue Go AhRa la que gozó —dio unas palmaditas fuertes en el brazo a YunHo —de los placeres de este macho.

—¿Estás loco? YunHo había planeado esa noche desde que tengo uso de razón.

—Lo cual nos lleva a que quizá no la planeo, no creo que uses la razón —observó ChangMin, más para YunHo y él que para los demás. El cinismo de ChangMin logró arrancarle a YunHo una breve sonrisa, borrando por un momento el dolor de su pecho. —Lo que quiero decir, queridos amigos, es que si YunHo se hubiera, humm, enredado con AhRa, olería a ella. —Lo miraron confundido, como si estuviera hablando en un idioma desconocido. —¡Ash! La cosa es sencilla. Cuando un lobo se involucra sexualmente con alguien deja rezagos de su olor. —Un breve ¡Ahhh! Fue lo que recibió por respuesta. Incluso YunHo se preguntaba como semejantes idiotas eran sus amigos. —Ahora que todos estamos en la misma sintonía, pueden oler a YunHo. El aroma que emana de él no es de Go AhRa. Ella huele, humm, no sé, muy empalagoso a mi parecer.

—Ella huele increíblemente bien —comenzaron a defender.

—Si, si —desestimó agitando una mano. —El punto es que éste no es el aroma de ella.

Ante tal declaración, los demás levantaron la nariz, olfateando en dirección de YunHo. YunHo se puso tenso. Estaba perdido, acabado. Después de esto, todos sabrían que se había metido con JaeJoong, que había dejado botada a AhRa, la chica de sus sueños, por un escuálido lobo-atrae-problemas.

—No es de ella, es cierto.

—¡Dah! Es lo que les estoy diciendo. Lo que no distingo es a la loba dueña de él —dijo ChangMin, olfateando de nuevo a YunHo.

YunHo podía ver como las aletas de la nariz de sus amigos se expandían para aspirar más el aroma en él, como si quisieran acabárselo. Claro, ninguno aparte de ChangMin, era lo suficientemente idiota para acercarse demasiado, apreciaban sus caras tal y como eran.

—Es delicioso.

—Atrayente.

—Podría inhalarlo siempre.

Un bajo gruñido cortó las divagaciones de los otros. Nadie más se pasearía con el aroma de JaeJoong en sus cuerpos. El chico le pertenecía.

Todos guardaron silencio. El gruñido fue tan amenazador que de manera instintiva todos reconocieron al alfa en él, inclinándose y mostrando sus cuellos. Inclusive ChangMin ladeó el cuello en señal de respeto, pero también fue él el único que se acercó a calmar al lobo.

—No vamos a acercarnos a ella. Solo teníamos curiosidad —tanteó. Miraba a los ojos a su hermano, tratando de que no saltara al cuello de los demás por osar pensar siquiera en aparearse con la loba, que ahora le pertenecía a YunHo.

* * *

¿Cómo había llegado a casa? Ni siquiera JaeJoong lo sabía. Imaginaba que había caminado en algún punto durante el día, con la sábana enredada a él, porque estaba seguro que en su forma lobuna no habría salido nunca.

Se aferraba a la manta como si de ello dependiera su vida. El olor de YunHo estaba pegado a ella, y JaeJoong solo quería envolverse en ella para salvaguardar su integridad mental.

¿A quién iba a engañar? Estaba destrozado y solo ese pedazo de tela era lo único que le quedaba de la noche que había pasado con su pareja. Sí alguien lo había visto no dieron muestras de ello. JaeJoong había llegado a casa, encerrándose en su habitación con la dichosa manta blanca, mientras que sus ojos no dejaban de derramar lágrimas.

Mirando por la ventana, las luces rojizas y rosadas, indicaban el final del día. El nudo en su garganta se había hecho tan pesado que no le permitía hacer más allá de respirar. No era capaz de emitir más sonido. Estaba cansado, esperaba que pronto el sueño lo absorbiera de nuevo, sin darle nada más que una absoluta oscuridad. No deseaba soñar, sabía que si lo hacía, YunHo vendría a su mente y el despertar y no tenerlo, desgarraría los trozos de su corazón una y otra vez.

El relicario colgaba nuevamente de su cuello. Su madre había dicho que una vez que encontrara a su pareja no sería más necesario. Sin embargo, ninguno contaba con que su pareja lo rechazaría.

Ahora estaba más desprotegido que nunca, sus dormidos poderes comenzarían a hacer eco en él pronto. Lo podía sentir. Sentía como un pequeño hormigueo le recorría el cuerpo, no lo suficiente para sacarlo de su tristeza, o quizá se debía a que el dolor el su pecho era mayor que cualquier otra cosa en ese momento.

—¿Por qué no me quieres, YunHo? —susurró antes de caer dormido de nuevo, en un mundo sin sueños debido al brebaje que su madre había preparado para él instantes antes.

En sueños su madre lloraba por su triste existencia, por su triste destino, y porque ambos sabían que JaeJoong tendría que tomar una decisión.