―¿Saldrás? ―le cuestionó HeeChul a YunHo
al verlo arreglándose.
―Sí. Karam y yo iremos al dar la
vuelta.
HeeChul apretó los labios, tragándose
las ganas de decirle que ese mocoso no le gustaba nada, pero sería muy
contradictorio, ya que había sido él mismo el que lo había animado a establecer
una relación formal con el chico. Ahora sabía que se había equivocado, si tan
solo hubiera esperado un poco más…
Intentando tantear el terreno
comenzó. ―¿Sabes? Me encontré con JaeJoong y se notaba un poco triste, la…
―No me interesa lo que le pase ―le
cortó.
―¿Así que no te interesa?
―No.
―Bueno iba a decirte que lo noto muy
deprimido tanto que lo escuche quebrarse en el baño el otro día. ¿Quién iba a
pensar que alguien tan fuerte se rompiera? Pero supongo que todos tenemos un
límite ¿no?
―Sí ―respondió con los dientes
apretados. ¿JaeJoong llorando? ¿Qué era lo que había pasado para que le
afectara de tal manera? Y a pesar de sus intentos, no dejó de preocuparse.
La cita con Karam fue de lo más
desastroso, comenzando porque el chico lo exhibía frente a su grupito de amigos
como si fuera un trofeo, y los otros le miraban de igual forma. Después se
toparon con el mismo que le causaba dolor de cabeza, JaeJoong con varias
chicas, que sonreían pero no podían hacer regresar la sonrisa del pelirojizo.
HeeChul estaba en lo correcto. A JaeJoong
algo lo tenía mal. Seguro estaba porque lo conocía mejor que nadie. Cuando sus
miradas se cruzaron, a YunHo le dolió el vació que encontró en los enormes ojos
negros de JaeJoong. Quiso quedarse, ser de nuevo el apoyo de esa alma, pero un
jalón en la manga, le recordó que ese ya no era su lugar, que ahora tenía a
Karam con él, y trataría de ser feliz a su lado.
Aunque ¿cómo le explicas eso a tu
corazón? ¿Cómo le dices que no debes estar ahí, a pesar de ser masoquista? YunHo
se golpeaba mentalmente mientras seguía a Karam. Mirando hacia atrás, notó que JaeJoong
aún lo miraba, triste, como un gatito asustado, y quiso regresar con él, pero
no lo hizo.
YunHo regreso muy entrada la noche. Después
de una cena, YunHo gozó sin demasiado placer del cuerpo de Karam. Había llovido
demasiado, pero no le preocupó ya que él encontraba el calor a lado de un
cuerpo tibio. HeeChul seguro dormiría, pero le sorprendió que las luces del
departamento aún estuvieran encendidas.
Sonriendo ingresó al departamento con
cuidado, HeeChul últimamente tenía compañía, un chico llamado Siwon pasaba
muchas horas platicando con él.
Sorpresa fue la que llevó él al
entrar en su nueva habitación.
¡Un chico!
Y no cualquier chico. Un ahora rubio JaeJoong
durmiendo plácidamente en su cama.
Cerró la puerta, creyendo haberse
equivocado de cuarto y confundir a HeeChul con el dueño de sus pesadillas,
después de todo, HeeChul había dicho que quería cambiar de color de cabello, y JaeJoong
tenía el cabello de un brillante rojo oscuro.
La abrió y la volvió a cerrar.
Repitiendo esta acción unas cuantas veces más. Definitivamente se había vuelto
loco.
―Deja de hacer eso ―le amonestó su
aún pelinegro amigo.
―Estoy teniendo alucinaciones HeeChul.
¡Rápido! ¡Llama al psiquiatra!
―Cálmate, ¿por qué habría de hacer
tal cosa?
Como respuesta YunHo volvió a abrir
la puerta. ―Hay alguien en mi cama ―dijo, esperando a que HeeChul lo negara.
―Me encontré con un empapado gatito
asustado. Como no sabía a dónde ir, lo traje aquí, y como pensé que no
llegarías, lo coloqué en tu cama ―exclamó de lo más tranquilo. ―Pero ahora que
estás aquí no te molestará cuidarlo, realmente se veía indefenso bajo la
lluvia.
―Pe-pero…
―Siwon está conmigo, así que… humm…
tú entiendes ¿no?
Y sin más regresó a la cocina que era
donde estaban.
YunHo se quedó sin saber qué hacer.
Abriendo los ojos cada tanto. Con ese color de cabello, los rasgos de JaeJoong
se suavizaban, dándole un aire inocente y angelical, que hacía que YunHo
quisiera tomarlo ahí mismo. Pero recordó como habían terminado las cosas y huyó
de ahí, regresando a la cómoda cama de su novio.
Lo que no esperó fue ver al lindo
Karam tendiendo un encerrón en plena calle con un desconocido. Cuando YunHo se
acercó más, notó que era uno de los chicos que hoy les acompañaban. ―Dime si él
te complace ―escuchó que le cuestionaban su novio, YunHo quiso abalanzarse
sobre él, pero la respuesta de Karam lo dejó perplejo.
―Sí. Me hace gozar como nadie.
―Pero tú bien sabes que no lo amas,
que es solo tu idolatría por él.
―Solo a ti te amo…
¿Qué divertidas se ponían las cosas
para YunHo? El chico que creyó inocente, no tenía nada de inocente. El chico
que amaba estaba plácidamente recostado en su cama. ¿Qué debía hacer ahora?
Solo una cosa tenía clara.
Aclarándose la garganta para hacerse
notar dijo: ―Me complace que te haga gozar Karam, pero si tus sentimientos no
están conmigo no te debes obligar.
Karam trató de refutar las cosas,
pero no había forma de hacerlo, perdería su estatus que había conseguido al ser
el novio de YunHo y también lo que tanto le había costado obtener. Sí, era
verdad, no lo amaba, pero se había obsesionado tanto con él que le era difícil
no estar con YunHo. Sin embargo, no le quedó de otra, descubierto estaba y su
verdadero amor se encontraba a su lado. Así que solo asintió.
―YunHo ―lo llamó, cuando el hombre
llevaba un tramo avanzado. ―Deberías darle una oportunidad.
Ambos, sabían a quien se refería.
Karam había notado en esos pocos días los infructíferos intentos de JaeJoong
para acercarse. Al principio se divertía con las muecas que el de pelo color
rojizo hacía, pero poco a poco vio que los hermosos ojos negros de JaeJoong se
iban apagando. No es que Karam odiase al chico, solo le tenía envida, envidiaba
que siempre abarcara el tiempo de YunHo, envidiaba la confianza que le tenía,
pero sobretodo envidiaba la forma en que YunHo lo miraba. Y, se dio cuenta que,
a pesar de ser el novio, YunHo nunca lo miraría así, porque ellos no sentían
amor.
Sin nada más que decirse, más que
deseándose buena suerte, YunHo regreso sobre sus pies. Al llegar al
apartamento, decidió que dormiría de nuevo en el sillón de la sala, ese el que
le dio la bienvenida el primer día. Solo rogaba porque HeeChul y Siwon no se
hubieran sentado en él.
Las luces apagadas eran símbolo de
que quizá el visitante se haya marchado. Por lo que podría moverse más
cómodamente por el lugar sin la necesidad de entrar a su habitación.
Cuando abrió la puerta principal,
solo la luz de la cocina iluminaba el lugar a través de una rendija. HeeChul
con su pijama puesto hacía algo parecido a té, aunque YunHo no podría estar
seguro por el horrible olor que emanaba la infusión.
―¿Qué diablos es eso? ―habló,
sobresaltando a su amigo.
―¡YunHo! ―reclamó, casi había vertido
sobre sí el hirviente bebedizo. YunHo solo encogió los hombros en respuesta. ―Pensé
que ahora sí, no regresarías.
―No tenía muchas opciones donde ir,
después de cortar con Karam.
―Humm ―dijo HeeChul, asintiendo.
―¡¿Qué?!
―Karam y yo hemos terminado…
Oficialmente ―aclaró. No quería dejar dudas acerca de que esto sería una pelea
cualquiera y regresarían al día siguiente. ―Él y yo no somos lo suficientemente
compatibles, además él ya tiene a alguien que ama y que lo ama con la misma
intensidad.
―Y si amaba a alguien ¿Por qué andaba
contigo?
―Supongo que fui como una espinita
que se quería sacar al ser su primer amor.
―Ahhh, ya…
―¿Para qué es eso?
―Mi gatito está enfermo.
―¿Y eso le ayudará? Huele a mierda
―dijo tapándose la nariz, sin realmente captar quién era el gatito de HeeChul.
―¿Qué? ―se acercó a oler. ―No huele
tan mal. Era la infusión que mi madre preparaba cuando nos resfriábamos.
YunHo solo arqueó una ceja, seguro como
el demonio estaba que, la madre de HeeChul no hacía eso, que sí hacía una
infusión, pero no la rara mezcla que su amigo tenía en las manos.
―Bueno, si, quizá no sea igual a la
de ella ―cedió.
―¿JaeJoong sigue durmiendo?
―A ese gatito me refiero.
YunHo salió presurosamente de la
cocina hacia su habitación. JaeJoong jadeaba y temblaba en sueños, el sudor le
recorría la frente, ardía en fiebre. YunHo tomó un paño y comenzó a secar
cuidadosamente el sudor.
―¿Cómo llegó aquí? ―preguntó después
de un rato en que ambos estuvieron vigilando la temperatura del rubio.
―Ya te dije, lo encontré mojado y
solito. ―YunHo lo miró significativamente. ―Hacía días que lo veía mal ―su voz
se tornó seria. ―Fue un poco difícil acercarme a él ya que era muy huraño
conmigo. Creo que era porque te besé el otro día. ―YunHo resopló, no quería
recordar que esa acción fue el inicio de sus problemas. ―Le dije que ese día
solo fue porque teníamos ganas se sentir contacto ―esas palabras no ayudaban en
nada ―y que no hemos tenido nada más que ver. Solo amistad.
Ambos miraron al chico que ahora
dormía más tranquilo. Habían bajado su temperatura a base de compresas frías y
un medicamento que le hicieron tragan de forma inconsciente.
―Te creyó que éramos amigos. Y eso no
explica ¿Qué hace en mi cama? ¿Y por qué es rubio?
―¡Ay! YunHo ya te dije que lo
encontré vagando. ―Hizo un pucherito y torció el gesto inmediatamente al ver
que con su amigo no funcionaba. ―Siwon y yo regresábamos de… de por ahí, cuando
lo vi. Nosotros nos resguardábamos de la lluvia en un café, pero JaeJoong daba
de vueltas en el parque frente a él. Fui por él y él me siguió como un manso
corderito cuando le prometí que hablarías con él.
―No quiero hablar con él ―contradijo YunHo.
HeeChul continuó como si no hubiera
escuchado nada: ―Cuando llegamos aquí, obviamente estábamos empapados, así que
nos dimos una ducha…
Sí, sí, la historia se ponía muy
candente con HeeChul contándole sus intimidades en el baño con Siwon, mientras JaeJoong
estaba en la otra habitación. Aunque eso seguía sin explicar el cambio en el
color del cabello.
―El cabello, HeeChul, el cabello ―dijo
un poco fastidiado es escuchar sobre las grandes dotes de Siwon. Él la tenía
más grande.
―Aish. Pues sabes que he estado
tomando cursos para poder se mi propio estilista, así que JaeJoong necesitaba
con urgencia un cambio y me ofrecí a ello. Me quedó bonito ¿verdad?
Sí, a JaeJoong le sentaba el color,
acentuaba tu aire angelical.
―Sí no quieres hablar con él, mira
sus acciones, lo conoces mejor que yo, pero a veces eres demasiado ciego
―puntualizó, saliendo de la habitación, dejando que YunHo se encargara del
gatito.
Cansado como se encontraba, YunHo se
deslizó a un lado de JaeJoong, viendo su hermoso rostro, acercándose lo
suficiente por encima de las mantas, abrazando su delgado cuerpo, durmiéndose
inmediatamente.
Cuando despertó horas más tarde, se encontró
bajo las mantas, supuso que le habría dado frio en el transcurso de la noche y
se metió en ellas medio dormido. Lo que no se explicaba, era la forma en la que
JaeJoong y él dormían, la cabeza del chico rubio sobre su pecho, con un brazo
sobre su cintura, y él rodeándolo con ambos.
¡Dios!
El corazón de YunHo latía con prisa y
con calma, con prisa por estar con ese hombre, y con calma por la paz que
sentía al tenerlo en sus brazos. Memorizó la imagen, pues no la volvería a ver
y se apartó con cuidado para no despertar al chico.
« ¤ » « ¤ » « ¤ »
JaeJoong despertó a media noche. YunHo
estaba a su lado, durmiendo, su cuerpo le brindaba un calor reconfortante. Era
agradable estar de nuevo cerca de él. Lo había extrañado tanto. Había extrañado
tanto su candidez, su gentileza, sus palabras, su aroma… sintiendo en su
corazón que era lo correcto, JaeJoong acercó más su cuerpo, hasta depositar un
casto beso sobre los labios del moreno, sonrojándose por su acción y
recostándose en su pecho, donde el tamborileo de su corazón lo relajaba. Sonrió
feliz, cuando YunHo lo apretó en un abrazo aún más a su pecho, murmurando su
nombre.
Al día siguiente despertó solo en la
cama. ¿Había soñado? Se sonrojó. Sí había sido así, que malditamente bien se
sentía estar entre los fuertes brazos de YunHo. Ahora entendía por qué tenía
miles de chiquillos tras él. Lastima para ellos que ya tuviera novio. Al
instante, una punzada de dolor en su corazón.
Se levantó para ver si su anfitrión
estaba despierto, le daría las gracias y se marcharía.
Eso fue lo que pensaba cuando al
llegar a la cocina se topó con los ojos chocolate de YunHo. El color subió a su
rostro como una colegiala. YunHo se acercó inmediatamente, tocando su frente
con su mano. ―Creo que aún no ha bajado totalmente la fiebre. Deberías quedarte
aquí.
JaeJoong no sabía que decir ni cómo
reaccionar, por lo que solo asintió. YunHo no estaba siendo grosero, por el
contrario era amable, pero seguía siendo una amabilidad un tanto fría, frío que
se coló en el alma del rubio. Se mordió los labios ante la inminente sensación
del llanto desbordándolo, y regresó a la cómoda cama.
YunHo suspiró derrotado al verlo
marcharse. Cayó en la silla y trató de relajarse. Pero ¿cómo hacerlo cuando JaeJoong
dormía así con él? ¿Cómo hacerlo cuando vestía de esa manera, viéndose tierno y
a la vez caliente, con solo un pijama de YunHo? Y ni hablar de sus mejillas
sonrosadas por la fiebre y sus labios rojos fresa. YunHo sentía que el pantalón
le apretaba.
Durante el resto del día no hablaron
demasiado. YunHo se dedicó a cuidar de JaeJoong, y JaeJoong a obedecer, mirar
con curiosidad y descansar. Siguió el consejo de HeeChul, dejar que las
acciones hablaran. No podía decir que limaron asperezas y que su amistad se
había recuperado, pero al menos ya no eran los desconocidos de hace unas semanas.
Hablaron sobre YunHo mayormente,
sobre sus padres, sobre sus novios, sobre su futuro. JaeJoong admiraba al
hombre frente a él, un hombre con sueños y aspiraciones, que a pesar del amargo
momento que estaba viviendo no daba su brazo a torcer y seguía con la frente en
alto.
Ahora más que nunca, JaeJoong sabía
que se había enamorado. Quizá siempre lo estuvo, pero al no reconocerlo jamás,
al comenzar a crecer y las chicas interesarse por él se enfocó a ellas,
olvidando así el sentimiento que quería cubrir, por eso, cuando YunHo comenzó a
salir con chicos, JaeJoong tenía ganas de torcerles el pescuezo.
Sin embargo ahora ya no había nada
que hacer. Había rechazado los sentimientos de YunHo, reconociendo que ambos
habían actuado como perfectos imbéciles, y, hoy día, YunHo tenía una relación
estable. JaeJoong le sonrió. Lo amaba, pero él ya no era suyo. Había
descubierto sus sentimientos demasiado tarde.
Los días transcurrieron en notable
calma. YunHo y JaeJoong no eran los amigos de siempre, pero se hablan educadamente,
siempre con una cierta tensión en el ambiente que ninguno de ellos notaba.
Ambos habían regresado con su círculo de amistades, YunHo caminaba coreado de
chiquillos queriéndose colgar de su brazo, y JaeJoong alrededor de las chicas,
compartiendo artículos de moda o canciones con gran sentimiento.
A pesar del comportamiento macho de JaeJoong,
muchas de ellas lo consideraban buena persona, y aquellas que aún seguían a su
alrededor sabían que JaeJoong había abierto por fin los ojos.
YunHo no dijo nada acerca de su
rompimiento con Karam, y JaeJoong tampoco preguntó, pero ahora sentía que tenía
una oportunidad, si solo consiguiera hablar de ello.
Los días pasaban y JaeJoong sabía que
el tiempo se le agotaba. A una semana de concluir el curso, YunHo se enfrascaría
en un trabajo o varios que ocuparan todo su tiempo, para tener más dinero para
su ingreso a la universidad. Una vez que las clases concluyeran sería más que
difícil volver a encontrarlo.
Y ahí estaba de nuevo, un JaeJoong
queriendo tocar la puerta sin conseguirlo. Resoplando resuelto pero al momento
de levantar la mano, todo valor lo abandonaba. Así estuvo por cerca de media
hora, HeeChul que esperaba en la esquina del pasillo bufó molesto. Tomó su
teléfono y envió un mensaje a YunHo.
«Traigo demasiadas cosas, ¡ayúdame!»
Después de unos pocos minutos y con JaeJoong
aún intentando tocar, YunHo abrió la puerta. Ambos se sorprendieron por forma
en la que se apresuraron las cosas para uno y la inesperada vista del otro
―YunHo ―habló suavemente. ―Ah… yo…
―Ya estaba aquí, todo el discurso que había preparado se esfumó.
En la esquina un movimiento atrajo la
atención de YunHo, HeeChul levantando los pulgares deseándole suerte mientras
se daba la vuelta para irse con rumbo indefinido.
JaeJoong seguía balbuceando cosas que
ni uno ni otro entendía, sin mirarlo y jugando con los dedos de su mano. YunHo
sonrió, este era el JaeJoong, que de niños solía pararse en la entrada de su
casa para jugar y no saber cómo iniciar la conversación. Algunas mañas jamás se
quitan.
―Ven, pasa. No te quedes fuera.
YunHo no tenía idea de que era lo que
JaeJoong quería, pero había decidido estar ahí para él siempre que lo
necesitara. Y hoy parecía uno de esos días.
Pasados unos minutos ni uno ni otro
decía nada. A JaeJoong el pulso le corría a mil, atragantándose con sus propias
palabras.
―Me marcharé ―anunció el moreno.
―¿Qué?
―Debo irme JaeJoong. Yo…
―¡No! ¡No puedes hacerme diferente y
luego irte! ―JaeJoong se puso de pie, pálido como una hoja de papel al imaginar
a YunHo lejos de él, sin siquiera decirle lo que tanto trabajo le había costado
asimilar.
Confundido YunHo objetó: ―Yo no te he
hecho diferente, yo…
―¡Sí! ¡Tú fuiste! ¡Tú me haces sentir
cosas raras! Me siento como una estúpida colegiala sonrojándome cada dos por
tres cuando me miras y yo… ―Se calló. Había hablado demasiado. Su cara se tornó
de un rojo muy llamativo, incluso las orejas se le colorearon.
YunHo no estaba muy seguro de haber
escuchado bien, tenía una sonrisa tonta, pero su parte consiente le decía que
esto no podía ser real. ―JaeJoong, si te estás burlando de mí, te advierto que
no es divertido.
―Yo no me estoy burlando ―dijo aún
sin mirarlo.
―Mira JaeJoong, esto no es divertido,
yo entiendo que no correspondas mis sentimientos pero no tienes porque burlarte
así. ―¿Cómo era posible que no le creyera? ¿Qué tenía que hacer para que se
diera cuenta? Y la respuesta llegó por sí sola. ―Además habíamos quedado ser
amigos, yo estaré siempre para ti, pero no por eso…
JaeJoong se levantó sobre sus puntas
y con una mano atrajo en el cuello de YunHo, lo atrajo para darle un casto
beso, cortando así su perorata.
Cuando regresó sobre sus pies, no
podía mirar a YunHo a la cara, por lo que solo se lamió los labios. YunHo no
había correspondido su beso. Eso era el final ―Yo… creo que debo irme ―dijo
tristemente.
JaeJoong lo había besado. ¡JaeJoong
lo había besado!
Antes de que JaeJoong diera un paso
atrás, YunHo lo atrapó por la cintura, estampando sus labios con los suyos, en
una desbordante pasión. Probando, saboreando, exigiendo cada aliento de esa
dulce boca.
Por fin, después de mucho tiempo, al
final de todo el sufrimiento, JaeJoong, su JaeJoong estaba ahí, besándolo como
él siempre lo espero, correspondiendo a su amor con amor.
« ¤ » « ¤ » « ¤ »
―¿Has conseguido trabajo? ―preguntó JaeJoong.
Estaba cómodamente acomodado en los brazos de YunHo, acurrucado contra su pecho
con las piernas recogidas sobre el sillón. YunHo le acariciaba el cabello,
depositando un beso cada tanto en su frente o sus labios.
―Sí. Un bar a unas cuadras de aquí
solicitaba meseros, así que me ofrecí. Es un poco cansado, ya que la mayor
parte del trabajo es de noche, pero la paga es muy buena. Y por el día también
conseguiré uno de medio tiempo, necesito el mayor efectivo que pueda conseguir.
―Humm. ―Eso terminaba con los planes
de JaeJoong de correr tomados de la mano por la playa, bueno no es que no haya
sabido que sucedería, pero las ilusiones siempre se hacen, aparte aún no había
dicho lo que quería decir. ―Ah… yo…
―También buscan a un cantante ―le
soltó. Pocos sabían de la buena voz que JaeJoong poseía y de los sueños que él
tenía.
El rubio sonrió. ―Eso suena muy bien.
Sí, pensó YunHo. Ahora todo estaba
bien como debía ser, bueno sus padres aun seguían molesto, pero con JaeJoong a
su lado, sentiría menos su ausencia.
Durante la última semana, volvieron a
estar juntos, era como antes y a la vez diferente. Llegaban juntos, pero al
traspasar las puertas, JaeJoong no se iba con la primera chica que pasaba, solo
les sonreía y les saludaba sin soltar la mano del moreno. Los chiquillos,
fanáticos de YunHo, solo hacían pucheritos, sintiéndose derrotados, porque JaeJoong,
en definitiva era el hombre más bello del lugar. El color de cabello suavizaba
sus rasgos, y YunHo suavizaba su corazón.
Por parte de YunHo, su sonrisa
siempre bella, resplandecía más de lo que alguna vez se mostro. Ellos eran el
uno para el otro, solo que JaeJoong tardó un poco en darse cuenta.
Y el último día de clases llegó.
Oficialmente habían concluido la educación media, para finales del verano
serían matriculados como estudiantes universitarios.
Había pasado mucho tiempo para el
gusto de YunHo. Había estado deseando el cuerpo de JaeJoong desde la pubertad,
y ahora que lo tenía, solo lo tomaba de la mano y besaba sus labios. Su deseo
por el hombre era demasiado, sin embargo comprendía que para JaeJoong todo esto
era un cambio muy drástico.
―YunHo ―lo llamó con esa voz sensual
característica de JaeJoong.
HeeChul no estaba en el apartamento y
no llegaría pues pasaría el fin de semana con Siwon. JaeJoong y él estaban
viendo películas, decidieron no salir por la lluvia que caía, era mejor estar
en casa, acurrucados y dándose mimos el uno al otro.
Esto de verdad era el cielo, pero aún
así, YunHo tenía que darse una ayuda cada que JaeJoong se marchaba, o cada que
su erección era lo suficientemente molesta. Como ahora.
Tendidos en el sofá, dándose besos
candentes que encendían hasta a la madera húmeda, la virilidad de YunHo creció.
Sentía pena, porque JaeJoong parecía tranquilo y él demasiado excitado.
―YunHo ―volvió a decir cuando hubo
recuperado el aliento que el moreno le robó. ―YunHo, estoy duro ―susurró,
enviando al demonio todas los candados que YunHo se había puesto.
Lo tomó entre sus brazos, lo besó de
una forma en que quiso conocerle más
allá de las amígdalas, respondiéndole JaeJoong de la misma manera, mientras sus
manos exploraban la piel blanca y suave de su pareja. Su boca se deslizo al cuello
y por detrás de la oreja, y sus manos adquirían vida propia, una en las
tetillas rosas de su pecho, y la otra intentando colarse por debajo de sus
pantalones.
El calor de la habitación se hacía intenso. YunHo
tomó en brazos a JaeJoong y lo llevó a su habitación. JaeJoong estaba
sorprendido de la fuerza de YunHo, sus duros y apretados músculos solo hacían
que su miembro se endureciera más.
La estorbosa ropa pronto se encontró
en el suelo y los gemidos llenaron el lugar. La sensación de piel con piel se
sentía excelente, sus miembros frotándose mientras ellos se comían a besos. YunHo
tomó ambos falos, masturbándolos juntos, mordisqueaba y chupaba una de las
tetillas de Jae. Tan excitados estaban que eso los llevó al límite, regando
semen en la mano de YunHo.
Pero eso solo era el comienzo. YunHo
limpió con su lengua los restos de semen, levantando de nuevo el eje de JaeJoong,
y atrapándolo con su boca, brindándole esa sensación que lo llevaba al borde de
la locura.
JaeJoong solo fue consiente cuando YunHo
llevó dos de sus dedos a su boca. Comenzó a succionar sin ritmo, jadeado más
que succionando. Después solo los gemidos de JaeJoong se escuchaban. YunHo se
detuvo un instante, justo cuando JaeJoong se encontraba cerca. Se quejó, pero
solo la risa de YunHo recibió de respuesta.
El sonido de una tapa abrirse
mientras YunHo acariciaba de nuevo su
miembro, mandaron a JaeJoong a una serie de reacciones conocidas y desconocidas
a la vez, conocidas sí, pero amplificadas de tal manera que con un solo roce de
YunHo su cuerpo vibraba.
Algo frio se introdujo dentro de lo
único virgen que le quedaba. No dolía solo era incómodo, pero con YunHo
tocándolo pronto lo olvido.
Uno, dos dedos entrando y saliendo de
su agujero. YunHo debía ser muy cuidadoso, esta era la primera vez de JaeJoong
y él no podía darse el lujo de ser un bruto. El lubricante ayudaba a resbalar
sus dedos, pero JaeJoong era demasiado estrecho para que su miembro entrara
fácilmente por ahí. Y los gemidos que el rubio daba, solo lo ponían como una
piedra.
Cuando ingresó el tercer dedo, JaeJoong
se quejó. YunHo estaba desesperado por introducirse dentro de él que le volvía
loco esta espera. Respiró y con movimientos de tijera ampliaba el canal por el
que iría a la gloria.
JaeJoong se apretó al pecho de YunHo.
Le dolía y las caricias de YunHo lo distraían, pero sabía que YunHo era mucho
más grande que tres dedos.
Al cuarto, JaeJoong perdió la
paciencia. Quién iba a decir que el mujeriego follachicas, terminaría siendo
follado. ―¡Basta! ¡Mételo ya! ―exigió.
YunHo sonrió divertido, pero no le
negó a JaeJoong su pedido. Se introdujo suavemente, poco a poco. ―¡YunHo!
―gritó JaeJoong, cuando YunHo se hubo introducido completamente. Esperando a
que su novio se adaptara a su tamaño, besando las lágrimas que habían escapado
de los ojos de JaeJoong, besándolo, acariciando su miembro hasta que JaeJoong
con un movimiento de la cadera le indicó que podía continuar.
YunHo se movió con un vaivén lento y
sensual, quería que JaeJoong gozara al máximo en esta nueva experiencia.
―Nggghhh ―el gemido más la imagen de JaeJoong mordiéndose sus labios, lo
descontroló. Comenzando embistes más fuertes y rápidos.
―¡YunHo! ¡Me vas a partir! ―gritó. YunHo
tocó un punto muy dentro de él que lo hizo ver estrellas. El placer de ambos
los elevó al máximo punto y con un ronco gemido JaeJoong se corrió al sentir
varias el cielo.
YunHo tardó solo unos empujes más,
pues la agradable presión alrededor de su miembro se apretó aún más vaciándose
en el interior de su amado.
Sonrieron, se besaron y repitieron la
acción durante toda la noche.
Al despertar ambos salieron en
dirección a la cocina, después de una noche de mucha acción, estaban
hambrientos.
HeeChul los miró llegar de la mano, YunHo
solo vistiendo un pijama dejando su torso descubierto y JaeJoong que llevaba la
otra mitad de la misma, mostrando sus blancos y suaves muslos.
HeeChul torció la boca divertido. ―¡Me
vas a partir YunHo! ―imitó. Haciendo que la pareja se sonrojara y que JaeJoong
saliera corriendo hacia la habitación, o un intento de correr, porque su
caminar se veía entorpecido.
El pelinegro rió. YunHo negó con la
cabeza y JaeJoong asomaba la cabeza por una esquina, muy avergonzado de que HeeChul
los hubiera escuchado.
Entonces con esa imagen, YunHo se
sintió plenamente feliz, con JaeJoong a su lado era capaz de enfrentar todo.
Porque no importa cuántas cosas hubieran pasado antes, ahora estaban juntos, se
amaban y caminarían de la mano por esta vida.
YunHo no iba a dejar que JaeJoong se
fuera de su lado. No después de tantos años de haberlo amado. JaeJoong era suyo
y él era de JaeJoong.
FIN
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N/A: Gracias por leer!!!! Y si me dejan un bonito comentario ayudarían a la autoestima de esta autora! :)