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jueves, 28 de noviembre de 2013

ROTTEN LOVE: CAPITULO 7 FINAL




―¿Saldrás? ―le cuestionó HeeChul a YunHo al verlo arreglándose.

―Sí. Karam y yo iremos al dar la vuelta.

HeeChul apretó los labios, tragándose las ganas de decirle que ese mocoso no le gustaba nada, pero sería muy contradictorio, ya que había sido él mismo el que lo había animado a establecer una relación formal con el chico. Ahora sabía que se había equivocado, si tan solo hubiera esperado un poco más…

Intentando tantear el terreno comenzó. ―¿Sabes? Me encontré con JaeJoong y se notaba un poco triste, la…

―No me interesa lo que le pase ―le cortó.

―¿Así que no te interesa?

―No.

―Bueno iba a decirte que lo noto muy deprimido tanto que lo escuche quebrarse en el baño el otro día. ¿Quién iba a pensar que alguien tan fuerte se rompiera? Pero supongo que todos tenemos un límite ¿no?

―Sí ―respondió con los dientes apretados. ¿JaeJoong llorando? ¿Qué era lo que había pasado para que le afectara de tal manera? Y a pesar de sus intentos, no dejó de preocuparse.

La cita con Karam fue de lo más desastroso, comenzando porque el chico lo exhibía frente a su grupito de amigos como si fuera un trofeo, y los otros le miraban de igual forma. Después se toparon con el mismo que le causaba dolor de cabeza, JaeJoong con varias chicas, que sonreían pero no podían hacer regresar la sonrisa del pelirojizo.

HeeChul estaba en lo correcto. A JaeJoong algo lo tenía mal. Seguro estaba porque lo conocía mejor que nadie. Cuando sus miradas se cruzaron, a YunHo le dolió el vació que encontró en los enormes ojos negros de JaeJoong. Quiso quedarse, ser de nuevo el apoyo de esa alma, pero un jalón en la manga, le recordó que ese ya no era su lugar, que ahora tenía a Karam con él, y trataría de ser feliz a su lado.

Aunque ¿cómo le explicas eso a tu corazón? ¿Cómo le dices que no debes estar ahí, a pesar de ser masoquista? YunHo se golpeaba mentalmente mientras seguía a Karam. Mirando hacia atrás, notó que JaeJoong aún lo miraba, triste, como un gatito asustado, y quiso regresar con él, pero no lo hizo.

YunHo regreso muy entrada la noche. Después de una cena, YunHo gozó sin demasiado placer del cuerpo de Karam. Había llovido demasiado, pero no le preocupó ya que él encontraba el calor a lado de un cuerpo tibio. HeeChul seguro dormiría, pero le sorprendió que las luces del departamento aún estuvieran encendidas.

Sonriendo ingresó al departamento con cuidado, HeeChul últimamente tenía compañía, un chico llamado Siwon pasaba muchas horas platicando con él.

Sorpresa fue la que llevó él al entrar en su nueva habitación.

¡Un chico!

Y no cualquier chico. Un ahora rubio JaeJoong durmiendo plácidamente en su cama.

Cerró la puerta, creyendo haberse equivocado de cuarto y confundir a HeeChul con el dueño de sus pesadillas, después de todo, HeeChul había dicho que quería cambiar de color de cabello, y JaeJoong tenía el cabello de un brillante rojo oscuro.

La abrió y la volvió a cerrar. Repitiendo esta acción unas cuantas veces más. Definitivamente se había vuelto loco.

―Deja de hacer eso ―le amonestó su aún pelinegro amigo.

―Estoy teniendo alucinaciones HeeChul. ¡Rápido! ¡Llama al psiquiatra!

―Cálmate, ¿por qué habría de hacer tal cosa?

Como respuesta YunHo volvió a abrir la puerta. ―Hay alguien en mi cama ―dijo, esperando a que HeeChul lo negara.

―Me encontré con un empapado gatito asustado. Como no sabía a dónde ir, lo traje aquí, y como pensé que no llegarías, lo coloqué en tu cama ―exclamó de lo más tranquilo. ―Pero ahora que estás aquí no te molestará cuidarlo, realmente se veía indefenso bajo la lluvia.

―Pe-pero…

―Siwon está conmigo, así que… humm… tú entiendes ¿no?

Y sin más regresó a la cocina que era donde estaban.

YunHo se quedó sin saber qué hacer. Abriendo los ojos cada tanto. Con ese color de cabello, los rasgos de JaeJoong se suavizaban, dándole un aire inocente y angelical, que hacía que YunHo quisiera tomarlo ahí mismo. Pero recordó como habían terminado las cosas y huyó de ahí, regresando a la cómoda cama de su novio.

Lo que no esperó fue ver al lindo Karam tendiendo un encerrón en plena calle con un desconocido. Cuando YunHo se acercó más, notó que era uno de los chicos que hoy les acompañaban. ―Dime si él te complace ―escuchó que le cuestionaban su novio, YunHo quiso abalanzarse sobre él, pero la respuesta de Karam lo dejó perplejo.

―Sí. Me hace gozar como nadie.

―Pero tú bien sabes que no lo amas, que es solo tu idolatría por él.

―Solo a ti te amo…

¿Qué divertidas se ponían las cosas para YunHo? El chico que creyó inocente, no tenía nada de inocente. El chico que amaba estaba plácidamente recostado en su cama. ¿Qué debía hacer ahora? Solo una cosa tenía clara.

Aclarándose la garganta para hacerse notar dijo: ―Me complace que te haga gozar Karam, pero si tus sentimientos no están conmigo no te debes obligar.

Karam trató de refutar las cosas, pero no había forma de hacerlo, perdería su estatus que había conseguido al ser el novio de YunHo y también lo que tanto le había costado obtener. Sí, era verdad, no lo amaba, pero se había obsesionado tanto con él que le era difícil no estar con YunHo. Sin embargo, no le quedó de otra, descubierto estaba y su verdadero amor se encontraba a su lado. Así que solo asintió.

―YunHo ―lo llamó, cuando el hombre llevaba un tramo avanzado. ―Deberías darle una oportunidad.

Ambos, sabían a quien se refería. Karam había notado en esos pocos días los infructíferos intentos de JaeJoong para acercarse. Al principio se divertía con las muecas que el de pelo color rojizo hacía, pero poco a poco vio que los hermosos ojos negros de JaeJoong se iban apagando. No es que Karam odiase al chico, solo le tenía envida, envidiaba que siempre abarcara el tiempo de YunHo, envidiaba la confianza que le tenía, pero sobretodo envidiaba la forma en que YunHo lo miraba. Y, se dio cuenta que, a pesar de ser el novio, YunHo nunca lo miraría así, porque ellos no sentían amor.

Sin nada más que decirse, más que deseándose buena suerte, YunHo regreso sobre sus pies. Al llegar al apartamento, decidió que dormiría de nuevo en el sillón de la sala, ese el que le dio la bienvenida el primer día. Solo rogaba porque HeeChul y Siwon no se hubieran sentado en él.

Las luces apagadas eran símbolo de que quizá el visitante se haya marchado. Por lo que podría moverse más cómodamente por el lugar sin la necesidad de entrar a su habitación.

Cuando abrió la puerta principal, solo la luz de la cocina iluminaba el lugar a través de una rendija. HeeChul con su pijama puesto hacía algo parecido a té, aunque YunHo no podría estar seguro por el horrible olor que emanaba la infusión.

―¿Qué diablos es eso? ―habló, sobresaltando a su amigo.

―¡YunHo! ―reclamó, casi había vertido sobre sí el hirviente bebedizo. YunHo solo encogió los hombros en respuesta. ―Pensé que ahora sí, no regresarías.

―No tenía muchas opciones donde ir, después de cortar con Karam.

―Humm ―dijo HeeChul, asintiendo. ―¡¿Qué?!

―Karam y yo hemos terminado… Oficialmente ―aclaró. No quería dejar dudas acerca de que esto sería una pelea cualquiera y regresarían al día siguiente. ―Él y yo no somos lo suficientemente compatibles, además él ya tiene a alguien que ama y que lo ama con la misma intensidad.

―Y si amaba a alguien ¿Por qué andaba contigo?

―Supongo que fui como una espinita que se quería sacar al ser su primer amor.

―Ahhh, ya…

―¿Para qué es eso?

―Mi gatito está enfermo.

―¿Y eso le ayudará? Huele a mierda ―dijo tapándose la nariz, sin realmente captar quién era el gatito de HeeChul.

―¿Qué? ―se acercó a oler. ―No huele tan mal. Era la infusión que mi madre preparaba cuando nos resfriábamos.

YunHo solo arqueó una ceja, seguro como el demonio estaba que, la madre de HeeChul no hacía eso, que sí hacía una infusión, pero no la rara mezcla que su amigo tenía en las manos.

―Bueno, si, quizá no sea igual a la de ella ―cedió.

―¿JaeJoong sigue durmiendo?

―A ese gatito me refiero.

YunHo salió presurosamente de la cocina hacia su habitación. JaeJoong jadeaba y temblaba en sueños, el sudor le recorría la frente, ardía en fiebre. YunHo tomó un paño y comenzó a secar cuidadosamente el sudor.

―¿Cómo llegó aquí? ―preguntó después de un rato en que ambos estuvieron vigilando la temperatura del rubio.

―Ya te dije, lo encontré mojado y solito. ―YunHo lo miró significativamente. ―Hacía días que lo veía mal ―su voz se tornó seria. ―Fue un poco difícil acercarme a él ya que era muy huraño conmigo. Creo que era porque te besé el otro día. ―YunHo resopló, no quería recordar que esa acción fue el inicio de sus problemas. ―Le dije que ese día solo fue porque teníamos ganas se sentir contacto ―esas palabras no ayudaban en nada ―y que no hemos tenido nada más que ver. Solo amistad.

Ambos miraron al chico que ahora dormía más tranquilo. Habían bajado su temperatura a base de compresas frías y un medicamento que le hicieron tragan de forma inconsciente.

―Te creyó que éramos amigos. Y eso no explica ¿Qué hace en mi cama? ¿Y por qué es rubio?

―¡Ay! YunHo ya te dije que lo encontré vagando. ―Hizo un pucherito y torció el gesto inmediatamente al ver que con su amigo no funcionaba. ―Siwon y yo regresábamos de… de por ahí, cuando lo vi. Nosotros nos resguardábamos de la lluvia en un café, pero JaeJoong daba de vueltas en el parque frente a él. Fui por él y él me siguió como un manso corderito cuando le prometí que hablarías con él.

―No quiero hablar con él ―contradijo YunHo.

HeeChul continuó como si no hubiera escuchado nada: ―Cuando llegamos aquí, obviamente estábamos empapados, así que nos dimos una ducha…

Sí, sí, la historia se ponía muy candente con HeeChul contándole sus intimidades en el baño con Siwon, mientras JaeJoong estaba en la otra habitación. Aunque eso seguía sin explicar el cambio en el color del cabello.

―El cabello, HeeChul, el cabello ―dijo un poco fastidiado es escuchar sobre las grandes dotes de Siwon. Él la tenía más grande.

―Aish. Pues sabes que he estado tomando cursos para poder se mi propio estilista, así que JaeJoong necesitaba con urgencia un cambio y me ofrecí a ello. Me quedó bonito ¿verdad?

Sí, a JaeJoong le sentaba el color, acentuaba tu aire angelical.

―Sí no quieres hablar con él, mira sus acciones, lo conoces mejor que yo, pero a veces eres demasiado ciego ―puntualizó, saliendo de la habitación, dejando que YunHo se encargara del gatito.

Cansado como se encontraba, YunHo se deslizó a un lado de JaeJoong, viendo su hermoso rostro, acercándose lo suficiente por encima de las mantas, abrazando su delgado cuerpo, durmiéndose inmediatamente.

Cuando despertó horas más tarde, se encontró bajo las mantas, supuso que le habría dado frio en el transcurso de la noche y se metió en ellas medio dormido. Lo que no se explicaba, era la forma en la que JaeJoong y él dormían, la cabeza del chico rubio sobre su pecho, con un brazo sobre su cintura, y él rodeándolo con ambos.

¡Dios!

El corazón de YunHo latía con prisa y con calma, con prisa por estar con ese hombre, y con calma por la paz que sentía al tenerlo en sus brazos. Memorizó la imagen, pues no la volvería a ver y se apartó con cuidado para no despertar al chico.


« ¤ » « ¤ » « ¤ »


JaeJoong despertó a media noche. YunHo estaba a su lado, durmiendo, su cuerpo le brindaba un calor reconfortante. Era agradable estar de nuevo cerca de él. Lo había extrañado tanto. Había extrañado tanto su candidez, su gentileza, sus palabras, su aroma… sintiendo en su corazón que era lo correcto, JaeJoong acercó más su cuerpo, hasta depositar un casto beso sobre los labios del moreno, sonrojándose por su acción y recostándose en su pecho, donde el tamborileo de su corazón lo relajaba. Sonrió feliz, cuando YunHo lo apretó en un abrazo aún más a su pecho, murmurando su nombre.

Al día siguiente despertó solo en la cama. ¿Había soñado? Se sonrojó. Sí había sido así, que malditamente bien se sentía estar entre los fuertes brazos de YunHo. Ahora entendía por qué tenía miles de chiquillos tras él. Lastima para ellos que ya tuviera novio. Al instante, una punzada de dolor en su corazón.

Se levantó para ver si su anfitrión estaba despierto, le daría las gracias y se marcharía.

Eso fue lo que pensaba cuando al llegar a la cocina se topó con los ojos chocolate de YunHo. El color subió a su rostro como una colegiala. YunHo se acercó inmediatamente, tocando su frente con su mano. ―Creo que aún no ha bajado totalmente la fiebre. Deberías quedarte aquí.

JaeJoong no sabía que decir ni cómo reaccionar, por lo que solo asintió. YunHo no estaba siendo grosero, por el contrario era amable, pero seguía siendo una amabilidad un tanto fría, frío que se coló en el alma del rubio. Se mordió los labios ante la inminente sensación del llanto desbordándolo, y regresó a la cómoda cama.

YunHo suspiró derrotado al verlo marcharse. Cayó en la silla y trató de relajarse. Pero ¿cómo hacerlo cuando JaeJoong dormía así con él? ¿Cómo hacerlo cuando vestía de esa manera, viéndose tierno y a la vez caliente, con solo un pijama de YunHo? Y ni hablar de sus mejillas sonrosadas por la fiebre y sus labios rojos fresa. YunHo sentía que el pantalón le apretaba.

Durante el resto del día no hablaron demasiado. YunHo se dedicó a cuidar de JaeJoong, y JaeJoong a obedecer, mirar con curiosidad y descansar. Siguió el consejo de HeeChul, dejar que las acciones hablaran. No podía decir que limaron asperezas y que su amistad se había recuperado, pero al menos ya no eran los desconocidos de hace unas semanas.

Hablaron sobre YunHo mayormente, sobre sus padres, sobre sus novios, sobre su futuro. JaeJoong admiraba al hombre frente a él, un hombre con sueños y aspiraciones, que a pesar del amargo momento que estaba viviendo no daba su brazo a torcer y seguía con la frente en alto.

Ahora más que nunca, JaeJoong sabía que se había enamorado. Quizá siempre lo estuvo, pero al no reconocerlo jamás, al comenzar a crecer y las chicas interesarse por él se enfocó a ellas, olvidando así el sentimiento que quería cubrir, por eso, cuando YunHo comenzó a salir con chicos, JaeJoong tenía ganas de torcerles el pescuezo.

Sin embargo ahora ya no había nada que hacer. Había rechazado los sentimientos de YunHo, reconociendo que ambos habían actuado como perfectos imbéciles, y, hoy día, YunHo tenía una relación estable. JaeJoong le sonrió. Lo amaba, pero él ya no era suyo. Había descubierto sus sentimientos demasiado tarde.

Los días transcurrieron en notable calma. YunHo y JaeJoong no eran los amigos de siempre, pero se hablan educadamente, siempre con una cierta tensión en el ambiente que ninguno de ellos notaba. Ambos habían regresado con su círculo de amistades, YunHo caminaba coreado de chiquillos queriéndose colgar de su brazo, y JaeJoong alrededor de las chicas, compartiendo artículos de moda o canciones con gran sentimiento.

A pesar del comportamiento macho de JaeJoong, muchas de ellas lo consideraban buena persona, y aquellas que aún seguían a su alrededor sabían que JaeJoong había abierto por fin los ojos.

YunHo no dijo nada acerca de su rompimiento con Karam, y JaeJoong tampoco preguntó, pero ahora sentía que tenía una oportunidad, si solo consiguiera hablar de ello.

Los días pasaban y JaeJoong sabía que el tiempo se le agotaba. A una semana de concluir el curso, YunHo se enfrascaría en un trabajo o varios que ocuparan todo su tiempo, para tener más dinero para su ingreso a la universidad. Una vez que las clases concluyeran sería más que difícil volver a encontrarlo.

Y ahí estaba de nuevo, un JaeJoong queriendo tocar la puerta sin conseguirlo. Resoplando resuelto pero al momento de levantar la mano, todo valor lo abandonaba. Así estuvo por cerca de media hora, HeeChul que esperaba en la esquina del pasillo bufó molesto. Tomó su teléfono y envió un mensaje a YunHo.

«Traigo demasiadas cosas, ¡ayúdame!»

Después de unos pocos minutos y con JaeJoong aún intentando tocar, YunHo abrió la puerta. Ambos se sorprendieron por forma en la que se apresuraron las cosas para uno y la inesperada vista del otro

―YunHo ―habló suavemente. ―Ah… yo… ―Ya estaba aquí, todo el discurso que había preparado se esfumó.

En la esquina un movimiento atrajo la atención de YunHo, HeeChul levantando los pulgares deseándole suerte mientras se daba la vuelta para irse con rumbo indefinido.

JaeJoong seguía balbuceando cosas que ni uno ni otro entendía, sin mirarlo y jugando con los dedos de su mano. YunHo sonrió, este era el JaeJoong, que de niños solía pararse en la entrada de su casa para jugar y no saber cómo iniciar la conversación. Algunas mañas jamás se quitan.

―Ven, pasa. No te quedes fuera.

YunHo no tenía idea de que era lo que JaeJoong quería, pero había decidido estar ahí para él siempre que lo necesitara. Y hoy parecía uno de esos días.

Pasados unos minutos ni uno ni otro decía nada. A JaeJoong el pulso le corría a mil, atragantándose con sus propias palabras.

―Me marcharé ―anunció el moreno.

―¿Qué?

―Debo irme JaeJoong. Yo…

―¡No! ¡No puedes hacerme diferente y luego irte! ―JaeJoong se puso de pie, pálido como una hoja de papel al imaginar a YunHo lejos de él, sin siquiera decirle lo que tanto trabajo le había costado asimilar.

Confundido YunHo objetó: ―Yo no te he hecho diferente, yo…

―¡Sí! ¡Tú fuiste! ¡Tú me haces sentir cosas raras! Me siento como una estúpida colegiala sonrojándome cada dos por tres cuando me miras y yo… ―Se calló. Había hablado demasiado. Su cara se tornó de un rojo muy llamativo, incluso las orejas se le colorearon.

YunHo no estaba muy seguro de haber escuchado bien, tenía una sonrisa tonta, pero su parte consiente le decía que esto no podía ser real. ―JaeJoong, si te estás burlando de mí, te advierto que no es divertido.

―Yo no me estoy burlando ―dijo aún sin mirarlo.

―Mira JaeJoong, esto no es divertido, yo entiendo que no correspondas mis sentimientos pero no tienes porque burlarte así. ―¿Cómo era posible que no le creyera? ¿Qué tenía que hacer para que se diera cuenta? Y la respuesta llegó por sí sola. ―Además habíamos quedado ser amigos, yo estaré siempre para ti, pero no por eso…

JaeJoong se levantó sobre sus puntas y con una mano atrajo en el cuello de YunHo, lo atrajo para darle un casto beso, cortando así su perorata.

Cuando regresó sobre sus pies, no podía mirar a YunHo a la cara, por lo que solo se lamió los labios. YunHo no había correspondido su beso. Eso era el final ―Yo… creo que debo irme ―dijo tristemente.

JaeJoong lo había besado. ¡JaeJoong lo había besado!

Antes de que JaeJoong diera un paso atrás, YunHo lo atrapó por la cintura, estampando sus labios con los suyos, en una desbordante pasión. Probando, saboreando, exigiendo cada aliento de esa dulce boca.

Por fin, después de mucho tiempo, al final de todo el sufrimiento, JaeJoong, su JaeJoong estaba ahí, besándolo como él siempre lo espero, correspondiendo a su amor con amor.


« ¤ » « ¤ » « ¤ »


―¿Has conseguido trabajo? ―preguntó JaeJoong. Estaba cómodamente acomodado en los brazos de YunHo, acurrucado contra su pecho con las piernas recogidas sobre el sillón. YunHo le acariciaba el cabello, depositando un beso cada tanto en su frente o sus labios.

―Sí. Un bar a unas cuadras de aquí solicitaba meseros, así que me ofrecí. Es un poco cansado, ya que la mayor parte del trabajo es de noche, pero la paga es muy buena. Y por el día también conseguiré uno de medio tiempo, necesito el mayor efectivo que pueda conseguir.

―Humm. ―Eso terminaba con los planes de JaeJoong de correr tomados de la mano por la playa, bueno no es que no haya sabido que sucedería, pero las ilusiones siempre se hacen, aparte aún no había dicho lo que quería decir. ―Ah… yo…

―También buscan a un cantante ―le soltó. Pocos sabían de la buena voz que JaeJoong poseía y de los sueños que él tenía.

El rubio sonrió. ―Eso suena muy bien.

Sí, pensó YunHo. Ahora todo estaba bien como debía ser, bueno sus padres aun seguían molesto, pero con JaeJoong a su lado, sentiría menos su ausencia.

Durante la última semana, volvieron a estar juntos, era como antes y a la vez diferente. Llegaban juntos, pero al traspasar las puertas, JaeJoong no se iba con la primera chica que pasaba, solo les sonreía y les saludaba sin soltar la mano del moreno. Los chiquillos, fanáticos de YunHo, solo hacían pucheritos, sintiéndose derrotados, porque JaeJoong, en definitiva era el hombre más bello del lugar. El color de cabello suavizaba sus rasgos, y YunHo suavizaba su corazón.

Por parte de YunHo, su sonrisa siempre bella, resplandecía más de lo que alguna vez se mostro. Ellos eran el uno para el otro, solo que JaeJoong tardó un poco en darse cuenta.

Y el último día de clases llegó. Oficialmente habían concluido la educación media, para finales del verano serían matriculados como estudiantes universitarios.

Había pasado mucho tiempo para el gusto de YunHo. Había estado deseando el cuerpo de JaeJoong desde la pubertad, y ahora que lo tenía, solo lo tomaba de la mano y besaba sus labios. Su deseo por el hombre era demasiado, sin embargo comprendía que para JaeJoong todo esto era un cambio muy drástico.

―YunHo ―lo llamó con esa voz sensual característica de JaeJoong.

HeeChul no estaba en el apartamento y no llegaría pues pasaría el fin de semana con Siwon. JaeJoong y él estaban viendo películas, decidieron no salir por la lluvia que caía, era mejor estar en casa, acurrucados y dándose mimos el uno al otro.

Esto de verdad era el cielo, pero aún así, YunHo tenía que darse una ayuda cada que JaeJoong se marchaba, o cada que su erección era lo suficientemente molesta. Como ahora.

Tendidos en el sofá, dándose besos candentes que encendían hasta a la madera húmeda, la virilidad de YunHo creció. Sentía pena, porque JaeJoong parecía tranquilo y él demasiado excitado.

―YunHo ―volvió a decir cuando hubo recuperado el aliento que el moreno le robó. ―YunHo, estoy duro ―susurró, enviando al demonio todas los candados que YunHo se había puesto.

Lo tomó entre sus brazos, lo besó de una forma en que quiso conocerle  más allá de las amígdalas, respondiéndole JaeJoong de la misma manera, mientras sus manos exploraban la piel blanca y suave de su pareja. Su boca se deslizo al cuello y por detrás de la oreja, y sus manos adquirían vida propia, una en las tetillas rosas de su pecho, y la otra intentando colarse por debajo de sus pantalones.

 El calor de la habitación se hacía intenso. YunHo tomó en brazos a JaeJoong y lo llevó a su habitación. JaeJoong estaba sorprendido de la fuerza de YunHo, sus duros y apretados músculos solo hacían que su miembro se endureciera más.

La estorbosa ropa pronto se encontró en el suelo y los gemidos llenaron el lugar. La sensación de piel con piel se sentía excelente, sus miembros frotándose mientras ellos se comían a besos. YunHo tomó ambos falos, masturbándolos juntos, mordisqueaba y chupaba una de las tetillas de Jae. Tan excitados estaban que eso los llevó al límite, regando semen en la mano de YunHo.

Pero eso solo era el comienzo. YunHo limpió con su lengua los restos de semen, levantando de nuevo el eje de JaeJoong, y atrapándolo con su boca, brindándole esa sensación que lo llevaba al borde de la locura.

JaeJoong solo fue consiente cuando YunHo llevó dos de sus dedos a su boca. Comenzó a succionar sin ritmo, jadeado más que succionando. Después solo los gemidos de JaeJoong se escuchaban. YunHo se detuvo un instante, justo cuando JaeJoong se encontraba cerca. Se quejó, pero solo la risa de YunHo recibió de respuesta.

El sonido de una tapa abrirse mientras YunHo acariciaba de  nuevo su miembro, mandaron a JaeJoong a una serie de reacciones conocidas y desconocidas a la vez, conocidas sí, pero amplificadas de tal manera que con un solo roce de YunHo su cuerpo vibraba.

Algo frio se introdujo dentro de lo único virgen que le quedaba. No dolía solo era incómodo, pero con YunHo tocándolo pronto lo olvido.

Uno, dos dedos entrando y saliendo de su agujero. YunHo debía ser muy cuidadoso, esta era la primera vez de JaeJoong y él no podía darse el lujo de ser un bruto. El lubricante ayudaba a resbalar sus dedos, pero JaeJoong era demasiado estrecho para que su miembro entrara fácilmente por ahí. Y los gemidos que el rubio daba, solo lo ponían como una piedra.

Cuando ingresó el tercer dedo, JaeJoong se quejó. YunHo estaba desesperado por introducirse dentro de él que le volvía loco esta espera. Respiró y con movimientos de tijera ampliaba el canal por el que iría a la gloria.

JaeJoong se apretó al pecho de YunHo. Le dolía y las caricias de YunHo lo distraían, pero sabía que YunHo era mucho más grande que tres dedos.

Al cuarto, JaeJoong perdió la paciencia. Quién iba a decir que el mujeriego follachicas, terminaría siendo follado. ―¡Basta! ¡Mételo ya! ―exigió.

YunHo sonrió divertido, pero no le negó a JaeJoong su pedido. Se introdujo suavemente, poco a poco. ―¡YunHo! ―gritó JaeJoong, cuando YunHo se hubo introducido completamente. Esperando a que su novio se adaptara a su tamaño, besando las lágrimas que habían escapado de los ojos de JaeJoong, besándolo, acariciando su miembro hasta que JaeJoong con un movimiento de la cadera le indicó que podía continuar.

YunHo se movió con un vaivén lento y sensual, quería que JaeJoong gozara al máximo en esta nueva experiencia. ―Nggghhh ―el gemido más la imagen de JaeJoong mordiéndose sus labios, lo descontroló. Comenzando embistes más fuertes y rápidos.

―¡YunHo! ¡Me vas a partir! ―gritó. YunHo tocó un punto muy dentro de él que lo hizo ver estrellas. El placer de ambos los elevó al máximo punto y con un ronco gemido JaeJoong se corrió al sentir varias el cielo.

YunHo tardó solo unos empujes más, pues la agradable presión alrededor de su miembro se apretó aún más vaciándose en el interior de su amado.

Sonrieron, se besaron y repitieron la acción durante toda la noche.

Al despertar ambos salieron en dirección a la cocina, después de una noche de mucha acción, estaban hambrientos.

HeeChul los miró llegar de la mano, YunHo solo vistiendo un pijama dejando su torso descubierto y JaeJoong que llevaba la otra mitad de la misma, mostrando sus blancos y suaves muslos.

HeeChul torció la boca divertido. ―¡Me vas a partir YunHo! ―imitó. Haciendo que la pareja se sonrojara y que JaeJoong saliera corriendo hacia la habitación, o un intento de correr, porque su caminar se veía entorpecido.

El pelinegro rió. YunHo negó con la cabeza y JaeJoong asomaba la cabeza por una esquina, muy avergonzado de que HeeChul los hubiera escuchado.

Entonces con esa imagen, YunHo se sintió plenamente feliz, con JaeJoong a su lado era capaz de enfrentar todo. Porque no importa cuántas cosas hubieran pasado antes, ahora estaban juntos, se amaban y caminarían de la mano por esta vida.

YunHo no iba a dejar que JaeJoong se fuera de su lado. No después de tantos años de haberlo amado. JaeJoong era suyo y él era de JaeJoong.



FIN


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N/A: Gracias por leer!!!! Y si me dejan un bonito comentario ayudarían a la autoestima de esta autora! :)

ROTTEN LOVE: CAPITULO 6




―¡Tú, no eres mi hijo!

Las palabras le cayeron como un bloque de hielo en el corazón de YunHo. Había aceptado el golpe, el primero por no respetar su casa, el segundo por su preferencia sexual, pero en el fondo de su alma, rogaba por que su padre comprendiera, aunque al parecer eso no sería así.

―¡No quiero verte! ¡Largo! ¡Lárgate!

―¡Papá! ¡Por favor soy tu hijo!

YunHo rogó, amaba a sus padres sobre muchas cosas, no podía creer que esto fuera así, que su vida conocida terminara de esta manera, cortando de tajo a las personas que él más amaba, su familia y JaeJoong.

De nada sirvió tratar de hablar, ellos no querían saber nada.

El dolor en el corazón de YunHo era desgarrador, tomo un bolso de viaje en el que empezó a aventar todo lo que más podía. Con lágrimas en los ojos por las duras palabras de su padre, miró hacia la ventana de la casa vecina, pero solo las cortinas lo recibieron. Al girarse, se topó con los ojos llorosos y decepcionados de su madre, quien repetía cosas como «¿qué hice mal?» O «¿Por qué a mí?»

YunHo quería decirle que no había hecho nada mal, que no había nadie a quien culpar, bueno sí, a JaeJoong por ser tan bello, aunque ni de eso estaba seguro. Él simplemente era así.

Con todo el dolor del mundo, sorbiendo por la nariz, tomó sus cosas y se marchó de casa.

Miró su hogar con ojos llorosos, su padre no lo quería, su madre no había hecho nada, ambos se sentían decepcionados, todo por ser como es. Ellos siempre habían soñado con tener muchos nietos, ya que YunHo era hijo único, pero eso no sería así. Al enfrentar su nuevo destino, miró también hacia la casa de JaeJoong, donde el solo pudo apreciar el movimiento de las cortinas.

YunHo sabía que JaeJoong estaba ahí, mirándolo, pero más decidido que nunca, tomo el bolso con sus cosas y les dio la espalda a ambas casas, dejando así todo lo que una vez amó.

Dolía, sí, dolía como el infierno, pero eso no lo mataría. Rogaba porque en un futuro, sus padres volvieran a entablar comunicación con él, y de JaeJoong, bueno, dejaría de amarlo, porque eso lastimó a ambos.

Caminó calle abajo, por donde Karam había salido huyendo. «Pobre» pensó YunHo. El niño había estado tan entusiasmado con la idea de trabajar con él en un proyecto, que se sentía mal por todo lo sucedido.

¿Por qué lo había hecho? YunHo no estaba muy cuerdo en ese momento. Había visto a Karam fuera de su casa, justo como muchas veces vio a JaeJoong, y este se le vino a la cabeza. Nadie podía negar que Karam, le daba un cierto parecido a JaeJoong en sus años tiernos, antes de transformarse en el mujeriego que ahora era. Por eso, cuando YunHo lo vio, sintió su sangre correr, lo besó y fue correspondido. Se perdió un momento en su mente, confundiendo al suave cuerpo de Karam con el de JaeJoong. Y, cuando lo vio, quiso darle “celos”, aunque YunHo ahora admitía que era tonto, ya que JaeJoong no sentía nada más que desprecio.

En su momento, YunHo creyó ver sonrojarse a JaeJoong, creyó verlo espiando por su ventana, pero todo eso no eran más que sus propias alucinaciones. Si se hubiera controlado, si tan solo Karam se hubiera resistido un poco, si hubiera… pero el hubiera no existe.

Suspiró. ¿Qué sería de él ahora? Aún no terminaba la escuela media, faltaba cerca de mes y medio, sus ahorros le permitirían sobrevivir un tiempo, tendría que ponerse a trabajar. ¡Dios! Esperaba que le ofrecieran una beca en deportes para poder continuar estudiando.

Torció la boca sin saber bien a dónde dirigirse. ¿Rentar una habitación de hotel? Sonrió sabiendo qué dirección tomar.


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Los golpes en la puerta lo sacaron de su sueño de belleza, estaba un poco molesto, pero bueno, ya se había levantado, ahora atendería a la molesta persona en su puerta. Sus ojos se abrieron al ver a su invitado colarse por la puerta y dejar su gran bolso cerca de un sillón.

―¿Qué diablos te pasó? ―preguntó HeeChul con la boca abierta. Su expresión paso de la sorpresa a la molestia cuando vio el bolso y el gran cardenal que se estaba formando bajo el ojo izquierdo de YunHo.

―Digamos que mi padre no acepto muy bien mi “salida”. ―Trató de que su voz no sonada descontrolada, pero falló en su intento. HeeChul lo atrapó en un abrazo y trató de consolarlo lo mejor que pudo.

YunHo contó los detalles del cómo y porqué estaba ahí. HeeChul lo escuchó, porque a pesar de la atracción que siempre sentiría por YunHo, ambos preferían ser simplemente amigos, y eso lo valoraba demasiado.

Después de largas horas de charla, YunHo se acomodó a descansar en el sillón. HeeChul le había ofrecido quedarse en su cama junto a él, pero compartir la cama se le hacía algo demasiado íntimo. YunHo no compartía la cama más que con JaeJoong.

A la sola vuelta de traer al hombre de regreso a su mente, causó dolor. Se sobó el cuello y tomó un par de pastillas para dormir. Lo necesitaba, deseaba al menos por hoy, dormir sin sueños.

El día llegó rápido. HeeChul se alistó para la escuela, YunHo no quería ir, total, ya era viernes, además su mejilla había adquirido una linda tonalidad púrpura. HeeChul no insistió.

YunHo pasó todo el día pensando, acomodando sus cosas en la habitación que HeeChul le había concedido. Bueno, habría que arreglar el estudio para poder ocupar la habitación, había puesto hielo en su mejilla el día anterior, por lo que no estaba hinchada, solo de una coloración diferente.

Ocupando su mente en otras cosas, YunHo no pensó ni en sus padres ni en JaeJoong, pero cuando hubo hecho todo, los pensamientos le abrumaron de tal forma que le causó un dolor de cabeza. Debía dejar de pensar.

HeeChul vivía solo, su padre ocupado con el trabajo viajaba demasiado, por lo que no era una opción ir con él, ya que antes de establecerse ahí, había ido de un lado al otro. Cuando tuvo la posibilidad de bastarse por sí solo, su padre continúo su ritmo de vida. En cierto modo HeeChul le recordaba a JaeJoong, la gran diferencia residía en la familia. JaeJoong estaba siempre solo y, a diferencia de HeeChul, ellos jamás se preocuparon por él. En cambio, al padre de HeeChul le costó millares dejar a su único hijo solo, pues ambos se hacían compañía después de la muerte de su madre. Para YunHo era increíble cómo a pesar de estar tan lejos, el padre de HeeChul seguía cuidando y velando de su hijo, mientras que los padres de JaeJoong, que trabajaban en la ciudad, raramente llegaban a casa y cuando coincidían peleaban de tal manera que era mejor no estar ahí, por lo que no se ocupaban de su hijo, así había sido desde que se mudaron. Con todo eso a YunHo le sorprendía que lo únicos líos en los que JaeJoong se metía eran de faldas.

YunHo se preguntaba si JaeJoong lo extrañaría. Seguramente no después de lo que le hizo, aunque esperaba que al menos una parte de él le recordara bonito  y no como su última acción.

―Te he traído algo ―anunció HeeChul desde la puerta, sacándolo de sus pensamientos.

La comida le sentó bastante bien a YunHo, luego ambos se tumbaron a ver televisión lo que restaba de la noche. No estaban con ánimos para salir.

Los dos días siguientes, YunHo se puso  la tarea de buscar trabajo. HeeChul quien había contado a su padre la situación, le había ofrecido quedarse sin pagar renta.  YunHo consideraba que era demasiado abuso, pero lo aceptó a regañadientes, pues aún tenía que lidiar con los costos universitarios solo, y para eso necesitaría todos sus ahorros.


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JaeJoong frunció el ceño y regresó su mano a su posición original. Bufó molesto por su cobardía y a la vez por su ira interior. A él qué diablos le importaba YunHo. Debía odiarlo por lo que le hizo, por lo que aún le hace, pero, muy a su pesar estaba inquieto por el destino de su examigo.

Suspiró molesto yéndose de ahí. Estaba parado en la puerta de los Jung, dispuesto a preguntar por el paradero de YunHo, de hablar con los señores para hacerles entender que no importaba la preferencia sexual, YunHo seguía siendo su hijo. Pero nada de eso hizo.

JaeJoong se había preocupado desde que la pelea inició. Los gritos evocaban a su mente recuerdos de su propia y disfuncional familia. Observó como el extraño que era, todo, desde el primer golpe hasta a YunHo marcharse.

Le dolió, una parte dentro de sí, sintió que el esquema de la perfecta familia estaba roto. Y es que JaeJoong siempre soñó con tener una familia como los Jung, pero ahora que veía todo, se sentía mal por YunHo, independientemente de lo que YunHo sentía por él, su amigo siempre había estado ahí, todas y cada una de las noches en las que JaeJoong tenía miedo, todas las lágrimas que en su infancia derramó, YunHo lo consolaba. Le debía estar ahí ahora para él, se lo debía… y aún así solo lo vio marcharse a través de las cortinas.

Lo que más inquietó a JaeJoong, no fue la discusión, ni los golpes, no, fueron los ojos tristes de YunHo. Ojos que mostraban una tristeza inmensa y resignación, resignación al perder su hogar y su amigo. Quiso decirle que podrían volver a ser amigos, quiso confortarlo con un abrazo como los que él solía darle, quiso… pero no hizo.

Al día siguiente esperaba con todas sus fuerzas poder hablar con él, brindarle una mano amiga. Se armó de valor y nerviosamente esperaba en la puerta de la escuela. El timbre sonó y la primera clase pasó. YunHo no llegaba.

Entró a la siguiente hora y tomó notas, no serían tan buenas como las de YunHo, pero amablemente le devolvería el favor prestándole sus apuntes. Así pasó todo el día, con JaeJoong mordiéndose las uñas cada vez más por la preocupación de no saber de YunHo.

Al final, después de mucho pensarlo, de respirar profundo, de tomar un vaso de vodka para “armarse de valor”, llegó  a la puerta de la casa de los Jung, era domingo por la tarde, inhaló aguantando la respiración, levantó la mano, pero no tocó. ¿Cuántas veces ya habían sido así?

Se retiró, derrotado por ser el mayor cobarde. Lo intentaría al día siguiente.

Lo que sucedió al día siguiente fue una serie de sucesos inesperados para JaeJoong. YunHo se presentó junto a HeeChul, sonriéndose cómplicemente, a pesar del ligero color morado en su mejilla, lejos de hacerlo ver mal, lo hacían verse interesante. Los chicos, que de por sí fantaseaban con él, ahora chillaban extasiados por la varonil forma de presentarse.

JaeJoong quiso acercarse, pero sus piernas no le respondieron. Cuando el contacto visual se dio, YunHo lo miró como basura y se marchó. Ahora el que sentía el hielo en el estómago era JaeJoong.

La semana siguió así. Un JaeJoong tratando de acercarse a YunHo, sin lograr moverse.

Lo que incitó a JaeJoong a hablar con él fue el evento que se produjo al finalizar la semana. YunHo había pedido hablar a solas con Karam. La manera tan dulce de tratar al chico, hizo que algo en JaeJoong se retorciera de coraje, era como si sus entrañas se amarraran todas juntas y después las apretaran tan fuerte que dolían de tanto estirarlas.

YunHo acariciaba la carita de Karam de forma tan delicada que al chiquillo le temblaban las piernas. La mirada que le dedicaba YunHo hacía rabiar un poco más a JaeJoong, cuando este caía en la cuenta, fruncía los labios, molesto con él mismo, pero sin irse de ahí, espiando a la pareja que tenía frente.

No podía escuchar claramente, pero YunHo se disculpaba y por el beso tan efusivo que el otro le dio, JaeJoong supuso que eso era el inicio de una relación. Y no se equivocó.

Al día siguiente Karam caminaba felizmente de la mano el moreno. YunHo se sentía complacido, no es que realmente estuviera enamorado, pero HeeChul había insistido en darle una oportunidad al amor y Karam era el más indicado, después de todo siempre había tenido sentimientos por el moreno, además de lo ocurrido en su casa.

JaeJoong no se sentía muy feliz, le daban retortijones de coraje cada que los veía. Algo había cambiado en él, lo sabía, pero no quería admitirlo. Las chicas lo seguían acompañando, pero ya con ninguna tenía sexo casual. Seguía tonteando con ellas, guiñándoles el ojo o diciendo uno que otro piropo, porque aunque no las quisiera a su lado, no le gustaba esa sensación de soledad que estaba arrastrando últimamente.

Sonreía sin realmente sentirlo.

Cuando se topaba con YunHo bajaba la mirada si él iba acompañado, pero, si tenía la suerte de topárselo solo, intentaba hablar con él, aunque sin lograrlo. Cada que lo veía con Karam sentía que algo se iba muriendo en su interior. ¿Sería su amistad? ¿Por qué él solo sentía eso, verdad? Amistad…

Pensando en eso, caminaba hacia ningún lugar en especial. Como no quería estar en casa ni con las chicas, vagaba por la ciudad sin nada que realmente llamara su atención. Así que ese era un día de esos, pero sus pensamientos lo habían abstraído más que de costumbre, por lo que estuvo a punto de cruzar la avenida sin ser consciente de que el semáforo marcaba rojo.

Sintió frío al ver que estuvo a punto de ser arrollado de no ser por unos fuertes brazos que lo atrajeron hacia el lado seguro de una forma un tanto brusca, pero en definitiva protectora. 

El pulso de JaeJoong se disparó al notar el masculino aroma de YunHo, y su sonrojo creció al darse cuenta de que aún estaba en sus brazos, temblando. ¡Dios! Ahora era toda una nenaza.

Se desprendió rápidamente de YunHo y echó a correr en dirección contraria, asustado de lo que estaba sintiendo y sus reacciones. Corrió sin darse cuenta que con eso destrozaba aún más el corazón de YunHo.

―¿Tanto daño nos hemos hecho para que ni siquiera me puedas mirar?

YunHo solo miró el lugar por donde JaeJoong se había ido, sintiendo que las lágrimas se aglomerarían en sus ojos si se quedaba ahí. No pudo evitar seguir a JaeJoong por espacio de dos cuadras, cuando lo vio caminando por el parque, sin que él lo notara. Su JaeJoong se veía tan bello y de alguna manera triste, quería creer que era por él, pero le acababa de demostrar que no era así.

Tragándose su nudo en la garganta, emprendió el camino para ver a su ahora pequeño novio.


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El corazón agitado de JaeJoong no se calmó, ni porque corrió cinco cuadras, bueno quizá se deba a su exagerada reacción. YunHo lo había salvado y él había echado a correr. Eso no hablaba muy bien de él para reanudar su amistad.

Regresó sobre sus pasos, corriendo de la misma forma en la que había huido, rogando porque YunHo estuviera cerca de ahí. Y lo estaba. Desafortunadamente para él, no estaba solo, su ahora bien sabido novio estaba con él, ambos sonreían de manera cálida, que le hizo saber a JaeJoong que su presencia ya no era necesaria en la vida de YunHo, que él había pasado a ser el triste amor que lo lastimó. Y, un nudo en la garganta se le formó al darse cuenta que YunHo ya no sería parte de su vida.

Otra atormentada semana pasó. JaeJoong cada vez se sentía más frustrado, y triste, no podía sacar a YunHo de su cabeza. Le preocupaba, sabía que a YunHo le faltaba su familia, tampoco conocía el lugar donde se estaba hospedando y le daba pavor que algo le pasara por rentar en un lugar de mala muerte.

Se armó de valor y en uno de esos arranques de ira que le daban después de verlo besar a Karam, mientras que el afeminado de HeeChul tampoco lo rondaba, se acercó a YunHo discretamente.

―YunHo ―murmuró. Su voz era suave y baja, pero aún así lo suficientemente audible para YunHo, quien lo miró con hiel en los ojos.

―¿Qué quieres? ―dijo de forma agresiva. Ni siquiera cerca a lo que JaeJoong estaba acostumbrado a escuchar, eso lo destanteó de alguna manera, por lo que abrió y cerró la boca como un pez. Pero no se iba a dejar amedrentar, lástima que YunHo no pensara lo mismo. ―Mira ―dijo con voz queda, dura y seca. ―Lamento haber arruinado la amistad, pero no era la forma de demostrarme lo contrario.

JaeJoong hirvió. ―¡Tampoco era correcto hacer lo que hiciste!

―¡No! ¡Pero maldita sea si no lo necesitaba! Como sea ya no interesa.

―¿Ya no interesa?

―No, JaeJoong. Ya no me importa lo que tengas que decir. Puedes decirle al mundo que traté de violarte si quieres. Lo que venga de ti ya no me interesa.

Salió de ahí prácticamente bufando. Aunque la verdad era que JaeJoong lo había acorralado en los baños, donde no había nadie. Teniéndolo tan cerca y a la vez tan lejos, mostrando esa actitud sumisa que no mostraba desde niños, hizo que las hormonas de YunHo se descontrolaran, exigiendo tener al delgado hombre frente a él.

Al ver a YunHo salir, a JaeJoong se le hizo difícil tragar. Se sentía, estúpido y roto. Él solo quería hablar, no quería decirle a nadie lo que había pasado en el bosque, solo quería ayudar, quería volver a tenerlo a su lado, pero… ya no sería posible.

Entró rápidamente en un cubículo e hizo  lo que hace ya tantos años se había prometido no hacer. Llorar.

Con cuidado de no hacer ruido, Hecchul salió del cubículo aledaño. Había escuchado a YunHo y JaeJoong, notando un tono que jamás creyó que el chico rudo tendría, y ahora escucharlo sollozar era algo que sí le hubieran dicho antes, se habría carcajeado por la burla. Sin embargo ahora estaba seguro de algo que había notado.

Los sentimientos de JaeJoong por fin habían sido descubiertos.