ROMEO Y JULIAN: EPILOGO

Un año después.

—JaeJoong, come algo de pastel.

Jung Iseul demandó, JaeJoong vio a YunHo. Ese era su primer día de Acción de gracias con los Jung, dado que había estado en el hospital el año pasado, ahora, Iseul parecía intentar rellenarlo como al pavo que se servía. Junto a él, YunHo llenaba la cuchara con la crema del pastel.

—Cede —dijo por un lado de su boca—. No te dejará ir sin comer pastel.

Su mamá acomodaba unas servilletas de papel.

Resignado, JaeJoong le sonrió a Iseul. —Si, mamá. ¿Podría ser de cereza en lugar de calabaza?

—Puedes tener lo que quieras, dulce corazón —ella contesto, radiante. Ella había logrado con su calidez entrar en su corazón y convertirse en su madre, una madre real, en todas las formas excepto la biológica, lo que era bueno dado que le gustaba tener algo carnal con su otro hijo.

Nunca creyó que sería aceptado en la familia de los Jung como lo habían hecho. No lo trataban como un yerno. Él era uno de ellos, incluso aunque había nacido como un Kim. Eso lo hacía sentirse culpable por sus pobres pensamientos acerca de ellos mientras crecía, pero estaba agradecido de que la verdad se hubiera revelado. Estaba agradecido de estar dentro de esta familia.

Apretó la mano de YunHo, incluso más agradecido con su Marine. Desde que ellos estaban juntos, los sueños de YunHo habían disminuido sustancialmente, aunque de vez en cuando aparecían, pero ellos comenzaban a ser progresivamente más manejables.

JaeJoong no podía pedir más.

Una hora después cuando ellos salían se detuvo a ver la oscura casa al otro lado de la calle. Sus padres se habían mudado después de que HyunKi fue a prisión. No sabía a dónde y ellos no trataron de contactarlo. Ahora, un letrero de ‘se vende’ estaba en medio del jardín.

—No pienses en eso —dijo YunHo, deslizando su brazo alrededor de él de camino al carro.

—Es difícil no hacerlo —JaeJoong admitió—. Ellos me criaron.

En ocasiones se preguntaba si ellos aparecerían algún día cuando él estuviera dando una presentación. Él jugaba con el posible escenario en su cabeza una y otra vez, pero no estaba seguro de cómo manejarlo. Una cosa que sabía de seguro, era que no podía negar quién era. Nunca de nuevo. No con la fuerza de YunHo a su lado.

Levantó la vista para ver a su guerrero que lo había rescatado del limbo que era su existencia. Él era tan hermoso como JaeJoong lo había visto la noche que llegó a la fiesta que daban sus padres e incluso era más cautivante. Mientras que YunHo conducía a su hogar y platicaban acerca del juego, JaeJoong no podía dejar de pensar en lo afortunado que era.

YunHo lo veía mientras entraban a su departamento, y eso era todo lo que JaeJoong necesitó para salir de sus reflexiones.

—¿Listo para quemar el pastel? —YunHo preguntó.

JaeJoong se estiró, incapaz de esconder la sonrisa mientras consideraba el pene de YunHo entrando en él. —¿Qué tienes en mente?

—Amarte hasta que no puedas tomar más.

JaeJoong envolvió sus brazos alrededor de YunHo. —Siempre seré capaz de tomar más. Te amo, Jung. Siempre y para siempre.

YunHo lo besó, sus labios con una tierna presión que prometía todo el poder por venir. —Te amo, mi Kim. Eres mi sol. Mi paz. Ahora y por siempre, JaeJoong.

FIN