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sábado, 14 de septiembre de 2013

WEDDING DRESS: CAPITULO 1




Entre blancos vestidos, sedas y encajes, rosas y lirios, sonrisas resplandecientes y anillos, trabajaba un joven de delicada figura y finas facciones, todas ellas ocultas bajo esas capas de ropa desgastada, gafas de fondo de botella y desgreñada cabellera. No bien visto por los diseñadores que allí trabajaban, a veces despreciado por los clientes e incluso las mismas que los atendían.

Pocos eran los que comprendían la razón del porqué ese escuálido chiquillo se encontraba en ese lugar, uno de ellos el dueño, jefe y diseñador principal del lugar. Le había conocido algunos años atrás cuando todavía era un niño, siempre lo veía paseando por la calle, deteniéndose solamente para admirar sus diseños: largos y blancos vestidos de boda, sencillos o con adornos florales, de seda, organza, encajes o lino; siempre con el mismo brillo en sus chicos y castaños ojos. Con el tiempo se acostumbro a su presencia y un buen día le invito a su estudio.

– Kim Jaejoong – se presentó con una resplandeciente sonrisa.

– Yang Soo – contestó – Soy el dueño de este lugar. También la mayoría de los vestidos que ves a través de las vitrinas son mis diseños – sonriendo hacia el chico que abría admirado los ojos.

Pronto se desarrollo una estrecha amistad entre el chiquillo y Yang, descubriendo el último el mismo amor que profesaba a las bodas y los vestidos en el chico. Le sugirió la idea de estudiar diseño para después unirse a él y así crear los más hermosos diseños que hicieran lucir a las de por si bellas novias en magníficas concepciones de la naturaleza. Por un momento los ojos de Jae destellaron de felicidad a la sola idea de imaginarse rodeado de todo eso que tanto le gustaba, pero tan pronto apareció así se desvaneció, como si una ráfaga de viento se hubiera llevado sus ilusiones.

Desgraciadamente para el chico ese era su último año de estudios. Su vida distaba de ser por mucho la radiante felicidad que siempre mostraba ante su tienda y diseños. A la corta edad de 8 años, Jaejoong había perdido a su familia en un trágico accidente, siendo menor de edad su custodia pasó a ser de una tía lejana, su único familiar. La tía recibió al pequeño que venía incluido con un gran cheque de varios ceros, pero jamás cuidaba de él. Pudieran decir que se trataba de la mismísima historia de la cenicienta, pues era tratado como tal, como un sirviente por ella. Y, ahora que los fondos de ahorro de su difunta familia estaban llegando a su límite gracias a la vida de lujo que se daba la señora, ya no había motivo para tenerlo ahí con ella, por ende, le explico de manera no muy sutil que debía abandonar sus estudios y trabajar si es que quería seguir teniendo un techo donde dormir y el mínimo para comer.

Con un nudo en la garganta el niño de alrededor de 13 años, contaba poco a poco al mayor cada una de sus pequeñas desventuras, pero que al mismo tiempo soñaba con el día que el amor llegara a su puerta. Desde ese día le quiso como su fuera hijo suyo, más sin embargo poco era lo que podía hacer por él. Le dio un trabajo de medio tiempo para que pudiera continuar sus estudios, o por lo menos terminar su educación media sin tener que pasar por los maltratos de la hurraca de su tía. No entendía por qué no le abandonaba y continuaba con su vida, no comprendía su extraño buen corazón con todo el mundo, aún cuando todos lo trataban como gusano, Jaejoong siempre sonreía.

– Es mi familia, mi única familia – dijo con pesadumbre – Y a la familia se le quiere y no se le abandona – dijo un buen día cuando le cuestiono su estadía en aquel miserable lugar. Comprendía que Jaejoong estaba lo bastante solo y asustado como para seguir soportado todo ese martirio. Pero por más ganas que tuviera de ayudarlo, lo único que podía hacer por él era darle trabajo, ya que Yang con sus constantes idas y venidas no siempre estaba en la ciudad.

De aquello habían pasado largos cinco años, ahora le veía ir y venir de un lado a otro de la tienda, llevando de aquí para allá telas, encajes e hilos, flores y pedrería. Sonriendo de vez en vez cada que lograba ver algún boceto de diseño o algún vestido terminado, y decimos cada vez que lograba verlos, pues en general la boutique que era la más prestigiada de la ciudad y por lo mismo contaba con los mejores diseñadores de vestidos de novia, los cuales eran recelosos de sus cosas y engreídos, lo bastante para menospreciar al menor cada que Yang no se encontraba cerca, pero Jaejoong no se dejaba abatir y seguía mostrando esa linda sonrisa oculta tras esas gafas de montura gruesa.

A pesar de que el tiempo había pasado y que ya no era más aquel niño, su inocente carácter no había cambiado. Su ropa desgastada y vieja era por lo menos dos tallas más grandes de lo que necesitaba, seguramente las gafas de gran montura eran se segunda mano, y su desaliñado cabello azabache jamás era arreglado. Su vida transcurría del trabajo a su casa, donde prácticamente seguía desarrollando su estilo de vida de cenicienta, solo que con la leve modificación que él trabajaba para mantener la vida de lujo que su tía se daba. Muchas veces pensó en abandonarla, pero jamás lo hizo, siempre en su cabeza estaban las palabras antes dichas “a la familia se le quiere y no se le abandona”. Además de que realmente estaba solo y no tenía un lugar donde ir. Él único amigo con el que contaba, tenía bastantes problemas como para preocuparle con sus asuntos. Pero aún así, a pesar de que el mundo pareciera estar en su contra, aún así él esperaba con ansias el día que el amor tocara a su puerta, el día que alguien  mirara por debajo de toda aquella desgastada ropa y cabello revuelto, viera sus ojos, encontrarse en ellos y perderse en ese universo infinito llamado amor.

Y el día tan anhelado llego…

Ese día uno como cualquier otro, por la puerta trasera entró un joven alto de reacios cabellos marrones, cejas enmarcadas y unos ojos negros como las avellanas, tan expresivos que a través de ellos podías apreciar la gentileza de ese buen corazón. Esa persona fue la única de entre toda esa marea de gente que apreció a Jaejoong como realmente lo es. Comenzó como todo con una simple sonrisa, eso es lo que abre las puertas de todo. La sincera y pura sonrisa de Jaejoong capturó de inmediato la atención de esos castaños ojos.   

Yunho era nuevo, un simple trabajador que hacía las tareas pesadas. Llego por primera vez a la boutique, con toneladas (o así lo veía él) de telas blancas. No sabía ni le interesaba las diferentes texturas o el ligero cambio de tonos de blanco a hueso de cada una, para él todas eran blancas. Como se le había ordenado dejo su voluminoso paquete en una parte bien iluminada de esa bodega donde de vez en cuando se lidiaban escaramuzas por los mejores productos. Cada diseñador peleaba siempre por obtener lo mejor de lo mejor, desde  la mejor tela, los mejores ramilletes, la mejor pedrería, los mejores corsage; incluso a la novia más bonita, porque su ególatra existencia no les permitía “expresar la belleza” de la novia  sí esta no cumplía sus estándares. Y, aunque lo que era pedido por ellos se les traía, de alguna manera gustaban de saber que ellos eran los primeros en obtenerlo y lo que llegara después sería solo para “plagiar” sus diseños. Se preguntarán ¿por qué se dan estas peleas si los modelos son sobre pedido? Eso es exactamente lo que caracterizaba a este local: “Dado que ninguna novia es igual a otra, ningún vestido debe ser igual o parecido”. Una de las especialidades del lugar era diseñar vestidos de acuerdo a la personalidad de la novia.  Para todos aquellos que se negaban a ser tratados por los diseñadores exclusivos, estaban los diseñadores novatos, los aspirantes a tener un lugar en esa exclusiva ala donde aprender  y donde expresar. Dentro de este grupo se encontraba Junsu, un joven diseñador que apreciaba la belleza de diferente manera que lo hacían sus hyungs.

Desde una esquina donde Junsu se encontraba pudo apreciar claramente a aquel joven nuevo en esa boutique, mirando de un lado a otro con sus penetrantes ojos castaños, analizando cada situación, moviéndose de un lado a otro para pasar desapercibido en la escaramuza por los productos. Se movía con bastante ligereza a pesar de ser un tipo bastante alto y con un aspecto quizá un tanto rudo, y que hubiera salido bien librado de no ser porque se topó en su camino con él un poco torpe Jaejoong; ese chico siempre le había llamado la atención, sus ojos escondidos bajo esas horripilantes gafas y su cuerpo que, seguramente se antojaba ser bastante abrazable, escondido bajo esa enorme ropa. Junsu había llegado a esa esquina solo por curiosidad, sabía de antemano que no podría tocar los productos, pero el no tocar no le impedía el no ver. Y fue así como en esa esquina de la bodega, con unas cajas de madera que se encontraban apiladas unas sobre otras, se ubicó sentado sobre ellas dándole así una vista casi aérea de todo el lugar.  

Divertido como estaba, apreciando la pelea desde el mejor lugar, noto como sin pretenderlo, y sin aún saberlo,  se dio el encuentro de una historia de amor.

 « ҉ » « ҉  » « ҉ »

Jaejoong sabía que ese día era uno de esos días en los que llegaba el cargamento, donde los pedidos de las bellas novias serían atendidos en cuanto los materiales estuvieran en poder de sus diseñadores. Por ende, le tocaba dirigirse con el proveedor para que éste le firmara algunos documentos que quedaron pendientes, ya que Yang no se encontraba en el lugar. Caminaba con la mente fija en la reyerta, cuidando de no rozar si quiera a alguno de los contrincantes, y de ser posible huir antes de toparse cara a cara con el perdedor, quien seguramente desquitaría su ira con él.

En eso se encontraba cuando chocó con una enorme pared humana, o así lo describiría, ya que con el impacto, salió desprendido hacia el suelo, sus lentes volaron de su rostro a unos pasos de aquella mole humana.

– ¡Oh! – su chico quejido paso desapercibido en aquella trifulca. No tuvo tiempo de analizar la situación a través de su borrosa vista, lo único que le preocupaba en ese momento eran sus lentes y el no perder todos los papeles que llevaba en los brazos. Los vio ahí a los pies de alguien, se arrastró solo un poco y cuando estiró la mano para tomarlos, un tacón casi le atravesó la mano. – ¡Ahgg! – gritó con más fuerza, pero no la suficiente como para que él que lo estaba pisando lo notara (y si lo hizo no se preocupo), hasta que gracias a la misma pelea, el tacón se alejó para seguir en sus asuntos.

Con un par de lagrimas queriendo salir de sus ojos busco nuevamente sus gafas, pero en su lugar encontró una mano que lo ayudaba a ponerse de pie mientras le entregaba sus anteojos. Lo tomaba por el brazo y le colocaba las gafas delicadamente. Levantó el rostro para poder dirigir su mirada a su benefactor, encontrándose por primera vez con un universo infinito de color avellana, a través de ese par de orbes cafés. Sintió como si una gran ola arrasase con todo lo demás, como si el tiempo se detuviera justo en ese instante, como si hubiera dejado de respirar… un momento ¡había dejado de respirar por la impresión!

– ¿Estás bien? – su sola voz lo hizo estremecer de emoción. Jamás había sentido eso, la voz se le había ido, aunque él de por sí era alguien bastante tímido, solo logró asentir con la cabeza al tiempo que se obligaba a respirar  – Siento mucho haberte lanzado al suelo así. La verdad no te vi – aquella afirmación era más de su realidad de nuevo, nadie veía al pobre Jaejoong, usualmente para la mayoría era alguien invisible, o solo visible para los que querían desquitar su ira con alguien. Más, sin en cambio, las palabras de ese joven causaron cierta decepción en él.

– Hmm – respondió, a modo de decir «no importa, estoy bien. De todas maneras nadie me ve…» con ese pensamiento bajo la mirada y recordó o mejor dicho, su mano pulsó de dolor. Habría que ponerse una venda después.

– Veo que es un lugar muy salvaje – dijo el más alto, mirando hacia la contienda que aún se llevaba a cabo, pero que parecía próxima a su fin. Jaejoong al percatarse de ello, sabía que tenía que encontrar al proveedor y huir si no quería ser el “saco de box” del los que no hubieran obtenido lo que querían. Con eso en mente se despidió del joven, igual con un movimiento de cabeza, y al dar ni siquiera dos pasos su cuerpo volvió a ser lanzado contra uno de los muros, pero antes de que fuera aplastado por la marea de diseñadores peleando por algo, el gran cuerpo de ese muchacho nuevo lo cubrió, protegiéndolo, colocando sus brazos en cada costado de Jaejoong, apoyados en la pared para no sucumbir a la fuerza que quería incrustar al delgado chico en la pared. Cuando Yunho sintió que era conveniente, tomó la mano de Jaejoong y lo sacó de ahí. – En definitiva, nadie me dijo que este sería un lugar muy rudo – sonrió. – Soy Yunho – se presentó, sosteniéndole aún la mano. El chico se zafo de manera brusca del agarre de aquel que fuera su salvador, desconcertando al mayor. Hasta que con un movimiento inconsciente llevó su mano a la altura de su pecho, de forma que el dorso quedo expuesto pudiéndose apreciar raspones y en su totalidad roja con un gran manchón que tendía a ser de un color muy oscuro al centro.

– Ah… Jaejoong – dijo casi en un murmullo – y-yo… esto… mhmm… gracias – continuó en el mismo tono de voz, uno que quizá no fue muy alto como pero si lo suficiente para que Yunho descubriera la dulce voz del chico, eso sin contar con el bello rostro que había observado que tenía al caerse sus gafas.

– ¡Yah! ¡Jaejoong! ¡Chico, aquí estás! – una bonachona voz interrumpió las miradas de reconocimiento que se dirigían aquellos jóvenes.

– ¡Ah! Señor Kang –  dijo mientras se inclinaba perfectamente hacia él.

– Vamos, vamos –  palmeaba con cierta fuerza la espalda del chico – hace cuanto que nos conocemos, te he dicho que dejes de ser tan formal Jaejoong.

– Humm, si – trataba de sobreponerse a los “ligeros” golpeteos en su espalda a los que era sometido, hasta que nuevamente y de forma discreta Yunho sostuvo el brazo del Sr. Kang.

– Jaejoong acaba de sufrir un poco con la trifulca de ahí – señaló el de cabello oscuro.

– ¡Oh! ¡Vaya Jaejoong, te conseguiste un guardaespaldas! – comentaba alegremente el señor Kang, logrando que con sus palabras los colores subieran al rostro del más pequeño y el otro sintiera un poco de incomodidad. – Bueno, bueno. A ver que nos falta. Tengo un poco de prisa, así que apurémonos – dijo cambiando el tema y dirigiéndose a Jaejoong para arreglar el papeleo.


 « ҉ » « ҉  » « ҉ »

Desde su lugar en lo más alto de las cajas Junsu observaba todo, no pudiendo pasar por alto el momento en el que Jaejoong había caído al piso al darse de lleno con el pecho de aquel atractivo joven. Pero sobre todo, notó lo que los demás no pudieron por estar enfrascados en la batalla. Al caer los lentes de Jaejoong, dejaron al descubierto su rostro, por demás bello, una nariz ligeramente respingada, que combinaba perfectamente con esos  enormes ojos negros que resaltaban sobre su blanca piel, contando con unos abultados labios rosados. Todo envuelto en una maraña de cabellera del mismo color que sus ojos, revelando su atractivo, atractivo que se vio transformado en sensualidad cuando Jaejoong mordió su labio inferior, como costumbre al preocuparse, inconscientemente. Fue en ese instante en que Junsu dio con lo que sería su musa de inspiración, si Jaejoong fuera novia, seguramente sería la más bella y todos pelearían por ser su diseñador. Claro, si lo hubieran notado, porque, enfrascados en la reyerta no notaron lo que él vio desde lo alto, eso incluye a Yoochun, quien deliberadamente vio al chico en el suelo y piso su mano con todas las intenciones de herirlo, para momentos después estrellarlo contra la pared. Junsu no entendía porque Yoochun estaba tan cabreado con Jaejoong, no lo hacía y seguramente no lo entendería jamás, pero felizmente descubrió a aquel atractivo joven protegiendo al bello Jaejoong, y sonrió feliz, pues seguro estaba que si alguien merecía las mejores cosas de la vida, ese era Jaejoong.

Una vez terminada la batalla por los mejores productos, o mejor dicho, por ver quién era el mejor en todo, se apresuraron a volver a sus respectivas salas de diseño, mientras Junsu se detenía aún observado todo, analizando que cosas los “grandes diseñadores” habían dejado de lado por el simple hecho de no considerarlas dentro de sus estándares. Jaejoong, por su lado se encontraba enfrascado en una conversación con el señor Kang acerca de los precios acordados en los productos y otras cosas por el estilo. Cerca de ellos, Yunho observaba a Jaejoong, esperando a que arreglara sus asuntos con el proveedor y así pudiera indicarle lo que debía hacer.

– Humm… yo… humm… no sé… – respondía nerviosamente Jaejoong cuando Yunho se le acercó a preguntarle por sus actividades. – Te daré un tour por las instalaciones – decidió al final. – También te mostraré la forma en la que trabajan… aunque no se mucho de ellos porque siempre cuidan de que no lo vea – eso último lo dijo más para sí mismo que para el más alto.

« ҉ » « ҉ » « ҉ »


Entre una y otras cosas los días transcurrían con dos cambios significativos, el primero y el más obvio: Yunho. La llegada de este chico al local causo furor entre los diseñadores, que por no decirlo, sus preferencias sexuales se enfocaban en los atractivos jóvenes, y este cumplía perfectamente los patrones: alto, moreno, de fuertes abrazos (para apachurrarlos en un gran abrazo), atractivo y misterioso; prácticamente todos requerían de sus servicios, aunque solo sea tirar la basura. No importaba el qué, el cómo o el donde, todos querían tener una vista perfecta de este chico y si se podía un poco más que eso. Desgraciadamente para todos, el joven parecía totalmente heterosexual, se mostraba amable con todas las personas y, si se era observador, casi delicado y protector con Jaejoong.

El segundo cambio significativo era la amistad entre Junsu y Jaejoong. El primero en un principio tenía curiosidad por el segundo, pero después de decidir que sería su musa lo atosigaba todos los días. Jaejoong no entendía el porqué Junsu estaba tan interesado en él, sin embargo el joven diseñador le agradaba, era gracioso y no lo trataba como estorbo, por lo que pronto terminó cediendo a los caprichos del joven diseñador.

– ¡Aaahh! – exclamaba Junsu – Así que esa es la razón – se encontraban en el taller a altas horas de la noche, por lo tanto en el lugar solo se encontraban ellos y el velador.

– ¿Q-qué razón? – Jaejoong no había entendido ni una sola palabra del monólogo que Junsu le estuviera dando, a la mínima mención de Yunho su mente voló hacia uno de sus recuerdos durante ese día, donde el moreno le ayudaba a cargar algunas cosas, bastante pesadas para Jaejoong. No es que la relación entre ellos haya avanzado, pero para alguien como Jae, el simple hecho de saber que existes para la otra persona ya lo hacía más que feliz.

– Sí, eso es – seguía el otro, sonriéndole ampliamente, mientras pasaba un alfiler por un costado para marcar un doblez. Había conseguido que Jaejoong fuera su modelo personal, claro eso era solo por las noches, cuando no había nadie cerca. Su delgado cuerpo era mejor que el de muchas novias y modelos que desfilaban por ahí durante el día. Lo único que no había conseguido era quitarle esos horrorosos lentes, pero al final pensaba que era mejor mantener su rostro en secreto, después de todo sería gran controversia y  quizá Jaejoong, con su tímido carácter no soportara y sucumbiría ante la presión; eso o lo que quería Junsu era mantenerlo oculto como su as bajo la manga.

– ¿Qué eso? – preguntaba sin moverse. Le gustaba estar con Junsu porque aprendía de él y por su amigable carácter.

– Te gusta – dijo concentrado en insertar un tocado en uno de los costados del vestido que Jaejoong le ayudaba a modelar, justo sobre el pliegue que acababa de poner. – ¡Eso! ¡Te gusta! – dijo ahora con más ánimo – Y la verdad es que a quien no – por fin mirándolo a los ojos.

– N-no, n-no es verdad – los colores se aglomeraban en su rostro por tal afirmación.

– ¡Claro que es verdad! Si no ¡mírate! ¡Estas más rojo que un tomate!

– Él solo es amable conmigo – bajo la mirada. Jaejoong estaba de pie en un banquillo, con un blanco vestido tipo strapless puesto.

– Si, él es amable con todo mundo – un suspiro salió de los labios de ambos chicos. – Pero creo que es un poco más amable contigo – finalizó Junsu mientras le indicaba con un dedo que volteara hacia el otro extremo.

– No trates de darme ilusiones con eso – dijo Jae, dándose la vuelta a la orden del menor.

– Ósea que sí te gusta – comentó triunfal y burlonamente.

– … – al final Jaejoong terminó aceptando lo que el otro ya sabía con un solo movimiento de su cabeza.

– No te deprimas – dijo al notar como el ánimo de Jae había decaído en solo un instante.

– Se que no me va a mirar nunca como yo lo hago a él, pero al menos sabe que existo y para mí eso es suficiente – comentó como si no fuera tan importante el tema, aunque le dolía por dentro era lo más que aspiraba con él.

– Creo que el amor siempre es complicado, por eso no me enamoraré nunca – afirmó el menor.

En ese momento los pensamientos de ambos fueron abruptamente interrumpidos, la puerta del salón en el que se encontraban se abrió causando un gran estruendo, dejando ver al pie de ella una varonil figura.

– ¡Auch! Lo siento – dijo rápidamente – De verdad intenté no causar mucho alboroto, pero al parecer nunca puedo anunciarme sin él  – decía un joven muy alto, de buen cuerpo y sensuales labios.

– ¡Min! – soltó Jae, al tiempo que le extendía los brazos, dándole a entender que correría hasta él de no ser por el largo vestido en el que estaba enfundado.

– ¡Woahhh! ¡Vaya Jae! ¡De verdad pareces una novia! – le dijo. Changmin era el mejor amigo de Jaejoong, estudiaron juntos desde que el chico se mudara a la ciudad, solían ser inseparables, pero por diferentes cuestiones no siempre podía ir en auxilio de Jae, pero sí estaba siempre que el chico necesitaba de un hombro para llorar. Changmin no era que fuese un mal tipo, no, por el contrario, al igual que Jae tenía demasiados problemas familiares. A la edad de 15 años su padre había abandonado a su familia, teniendo que encargarse él, por ser el mayor, y su madre de la manutención de sus 5 hermanas menores. Pero eso no había menguado el apoyo incondicional que le brindaba a Jaejoong, aunque este último prefería no preocuparlo. – Toma, te traje algo de cenar – diciendo esto le entro un chico paquete que venía bien envuelto.

– Tu siempre preocupándote por mi – se sonreían.

– Coff, coff, coff – una tosecilla se dejó escuchar. Ambos miraron a Junsu, quien esperaba ser introducido a la conversación.

– Sí, bueno. Tú nunca comes, por eso estas así de flaco. Aunque no sé de donde sacas ese trasero de pato – reflexionaba Min, pasando magistralmente por la pequeña intervención del otro, causando gran indignación en Junsu. Hacía varias noches que se habían conocido, pero no estaban muy seguros de caerse bien el uno al otro.

– Min – regañó Jae, por su mal comportamiento hacia el otro.

– Ash. Susu, que gusto verte – dijo fingidamente.

– Igualmente… Min – a diferencia del otro Su arrastró totalmente las palabras, como si le costara trabajo decirlas.

– ¿Y bien? ¿Has terminado? – Min se dirigía a Jae, ignorando de nuevo a Su.

– No, aún no – se apresuró a contestar Su. – Pero puedes cenar si gustas en lo que yo arreglo esto – dijo sonriéndole y, salió de la sala para dirigirse a algún otro lugar de la boutique en busca de materiales.

– Ayúdame a quitarme esto – señalaba el cierre y los miles de chicos botones que tenía por la espalda el vestido.

– ¿Tiene que tener tantos? – preguntó un exasperado Min.

– Humm, no lo sé, pero es lindo. Me gusta – dijo un muy feliz Jaejoong.

– A ti todos te gustan – le espetó su amigo, pero le ayudaba gustoso. Realmente pensaba que ese amable carácter que su amigo tenía se debía a esa forma de amar a los vestidos de novia, había sido así desde la primera vez que pasaron por ahí. Ciertamente también, su amigo se veía divino con esas cosas, y aunque una parte de él no lo aceptara, se sentía atraído por cierto chico castaño con risa de delfín y trasero de pato, al que se dedicaba a molestar todas las noches que Jae se quedaba a ayudarle.

Así también pasaron algunas noches más, hasta que el diseño por fin quedo finalizado. Pero Jae había insistido a Su que le mostrara más cosas.

– No tuve oportunidad de ir a la universidad a estudiar diseño – le había dicho un día. Sus motivos no los cuestiono, pero de la misma forma se enteró de la vida que Min tenía y sin quererlo, en su mente la imagen del chico también cambió.

Afortunadamente para todos, cuando Yang estaba en la ciudad, era como si hubiera euforia por las bodas, todo mundo quería casarse, y eso se traducía en trabajo. Pronto Junsu, que se encargaba de más novias que los demás diseñadores narcisistas, requirió la ayuda formal de Jaejoong, entre la creatividad y el amor de ambos lograban hacer hermosos vestidos capaces de competir contra los de los diseñadores más experimentados.

También pasó, que con la cantidad de trabajo, Jaejoong y Junsu, al ser de menuda figura requería más de la ayuda de Yunho para cargar las pesadas telas de un lado a otro. Por lo que, el contacto entre Jaejoong y Yunho se fue dado poco a poco.

Yunho era un tipo educado, mayormente callado y con ese aire misterioso que envolvía a los diseñadores y más de una de sus clientas, pero él no se mostraba interesado en nadie. Nadie excepto alguien bastante tímido y despistado. Lo había notado desde que llegó al lugar, aunque no se hubiera estrellado contra él, seguro lo habría visto después. Siempre amable, con una gran sonrisa en su hermoso rostro. De carácter noble, y siempre sobreponiéndose a las cosas a veces muy duras que los demás decían. Pero Yunho, lograba apreciar la belleza que este chico poseía, por dentro y por fuera. La calidez del corazón de Jaejoong, pronto conquistó a Yunho sin ningún esfuerzo, sin siquiera notarlo.

Las noches que se quedaba con Junsu hasta muy entrada la noche, lo observaba transformarse, como si de la princesa del lago de los cisnes se tratase, de escuálido muchachillo a hermosa novia. Su, había logrado quitarle los lentes y hasta ponerle una peluca con tal de ver el tocado o el tipo de velo que llevaría la novia. Jaejoong había accedido a todo esto porque ahora era la segunda mano de Su, además aprendía de él, y así ambos complementaban de tal forma las ideas dando excelentes resultados.

Ese día había decidió dejar el anonimato, se adentró en la sala después que la dulce criatura se cambiara y se montara en ese banquillo, mientras el chico Su se apresuraba con listones y alfileres.

– Debo suponer que no está del todo terminado, pero aún así tengo que decir que te queda muy bien – soltó con una voz ronca, asustando a los chicos. Jaejoong pegó un brinco que lo hizo bajar del banquillo directamente al suelo, mientras que Su, casi se tragaba los alfileres que llevaba en la boca por la impresión. No estaban acostumbrados a que alguien los viera, más que Min, pero aún faltaba para que él llegara con la cena. – Creo que debí haber tocado – dijo Yunho sintiéndose culpable al ver la reacción de los otros dos. Se apresuró a auxiliar a Jaejoong, que se encontraba removiéndose cual sirena varada, ya que el vestido de esa noche se entallaba en las piernas, impidiéndole moverse con libertad. – Lo siento – se disculpó, al tiempo que levantaba a Jaejoong en brazos y lo depositaba suavemente en el banquillo de nuevo. Bien pudo haberlo ayudado a levantarse, pero no, decidió que le gustaba sostenerlo en sus brazos y aprovecharía cualquier oportunidad que tuviera para hacerlo nuevamente.

– Nos asustaste. Pensamos que ya no había nadie aquí – dijo Junsu, quien fue el primero en reponerse de la impresión. El susto se les paso rápido, pero el trato que Yunho le daba a Jaejoong eso si que había sido digno de sorpresa.

Por otro lado, el chico del vestido no podía articular ningún sonido, las emociones se agolpaban en todo su cuerpo, principalmente su cara, la cual había cambiado de color. Su cuerpo reaccionó al toque de Yunho como si de pequeñas cálidas corrientes se tratara, recorriendo todo su ser, haciendo vibrar su cuerpo. Lo único que pudo hacer fue sonreír, sonreír como un tonto enamorado, porque eso era. Y no uno cualquiera, un tonto enamorado que es sostenido por los brazos de su amor, sintiéndose protegido, y quizá un poco avergonzado de la situación en la que se suscitaron las cosas.


Una sonrisa… una mirada… un abrazo… solo eso bastó para desencadenar un solo sentimiento… amor…

12 comentarios:

Unknown dijo...

ohhhhhhhh... estubo muy lindo ... me gusto mucho
gracias por el cap

Paradise YunJae fanfics dijo...

♥owww pero que monada
Jaejoong no debes dejar q t traten mal y como qieran, pero como eres noble aguantas todo


Y yunho.esta interesado en ti

yunhokim dijo...

uuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuy que lindo me encanto la forma de proteger yunho a su dulce jae y jae tímido pero se deja querer por el amoroso yunnie

Unknown dijo...

Empezo la historia d amor

Unknown dijo...

Awwwww so sweet!!!
Que lindo Yunho~~ y pobre Jae ;; aunque su Yunho ya está interesado :3
SuSu un amor y Changmin también... so... pinshi Yoochun ojete ewé

Poleht ^o^ dijo...

Que bonito capito ^_^
Me encanta la forma en la que Yunho trata a Jae.
Por otro lado espero que Jae deje pronto a esa malvada tia que tiene

Laura Campos García dijo...

Que bonito está a pesar de las personas egoístas que tratan mal a Jae. Junsu ha estado observándolo y se ha dado cuenta que abajo de esas ropas Jae es una belleza, y quiere explotarla.

RositaFresitaChan dijo...

Dios el bello jonngie a sufrido demasiado..
Ojala que yunho le corresponda jae merece ser feliz..mas con esa tia horrible que tiene.

Jade dijo...

muy bonito es una historia muy tierna ...el amor ya nacio ahora solo falta que salga a flote

Sel Rod dijo...

Después de mucho tiempo me he dado un tiempo para leer este fic, con todo lo que hacer por escribir la verdad es que me da pena reconocer que no lo había leído, interesante la trama.

Gracias por publicarlo

moran dijo...

Pero que bello! Yunho vio la belleza de Jae...aun con arapos y gafas......vio al hermoso chico! Su corazon y amabilidad! Gracias esta muy bueno....me encanta como escribes....desde que lei Fated y ahora con Cautivo....y este Dios! De verdad escribes genial!

Virginia Maturana dijo...

Que lindo me encanta gracias