Jaejoong subió una caja por las escaleras hasta el dormitorio
principal. Después de dejarla, se tomó unos minutos para recuperar el aliento.
A pesar de que había pasado un mes desde que lo habían rescatado, aún tenía
algunas secuelas persistentes de todo el veneno que le habían inyectado.
Se sentó en el borde de la cama pensando en las semanas
posteriores al rescate y lo dolorosa que había sido su desintoxicación. Si no
hubiera sido por el apoyo de Yunho, Jaejoong dudaba que lo hubiera superado.
Por extraño que pareciera, Yunho no había sido su único
apoyo. Jade no sólo se había quedado a ayudarlo, sino que había colaborado con Minho
para destilar un antídoto. Además, Taemin seguía pegado a Yunho y Jaejoong como
cinta adhesiva. Mientras que Yunho fingía que le molestaba esa adoración que
tenía Taemin por él como su héroe, Jaejoong estaba seguro de que Yunho también
tenía debilidad por el pequeño Lince.
Jaejoong sonrió ante la ironía. ¿Quién habría pensado que
ellos serían los tutores de un huérfano? Jaejoong había crecido en un hogar de
acogida sin amor, y Yunho, había sido vendido a un monstruo por su propia
madre. Por eso era tan impresionante que casi daba risa.
Sin embargo, Jaejoong no cambiaría su improvisada familia por
nada en el mundo.
—¿Cómo te sientes? —preguntó Yunho cuando entró en el
dormitorio y se sentó en la cama junto a Jaejoong.
—Cansado, pero contento. Todavía no puedo creer que
compráramos una casa al lado de Minwoo y Dongwon.
—Lo sé, es muy doméstico, así que no permitiré que nadie lo
vea para no perder mi estatus de psicótico —Yunho le dio un simulacro de
temblor. Jaejoong se rió mientras le daba un golpe juguetón a Yunho. —Taemin
salió con Jade de expedición —los ojos de Yunho le dieron una astuta mirada
cuando se acercó y tiró del dobladillo de la camisa de Jaejoong—, eso nos da un
tiempo a solas.
Jaejoong sonrió. —¿En qué vamos a emplearlo?
—Puedo pensar en una o dos cosas.
Yunho le sacó a Jaejoong la camisa antes de unir sus frentes
y darle una breve orden. —Desnúdate mientras encuentro el lubricante. Tiene que
estar en una de las cajas que están aquí. —Eso hizo que las bolas de Jaejoong
se apretaran.
Jaejoong se levantó y se quitó la ropa en tiempo récord.
Lamentablemente, pasó mucho más tiempo mientras Yunho buscaba la botella de
lubricante. Desnudo y colocado sobre sus rodillas, Jaejoong miró durante unos
minutos antes de decidir tomar el asunto en sus propias manos, literalmente. Se
inclinó y envolvió su polla con su puño, bombeándola.
—Será mejor que te des prisa, o de lo contrario terminaré
incluso antes de que tengas la oportunidad de jugar conmigo —advirtió Jaejoong
antes de gemir y echar la cabeza hacia atrás.
Como siempre, la visión de su cuello expuesto hizo que Yunho
soltara un gruñido apreciativo. Jaejoong golpeó a su compañero con una sonrisa
por el gemido que había soltado.
—¿Debo pegarte? —amenazó Yunho.
Esa vez Jaejoong no se molestó en ocultar su sonrisa. —¿Qué
bien haría eso? Los dos sabemos que sólo me excitaría más.
Yunho levantó la vista de la caja en la que había estado
buscando. —Supongo que tienes razón. La última vez que te discipliné de esa
manera, disparaste por todo mi regazo. Todavía no he logrado sacar las manchas
de mis pantalones de cuero negro.
Jaejoong se llevó la mano a la boca y pasó lentamente la
lengua por la palma de su mano antes de llegar de nuevo hasta su polla y
agarrarla. Sentado sobre sus rodillas, comenzó a mover su polla arriba y abajo
en su puño ensalivado, asegurándose de que sus gemidos eran buenos y fuertes.
Yunho miró en una última caja y dejó escapar un grito de
emoción. —Lo encontré.
Levantando la botella, la miró y frunció el ceño. —¿Desde
cuándo tenemos con sabor a cereza?
—Lo compré como regalo de inauguración de esta casa —dijo Jaejoong.
—¿Te he dicho que amo la forma en la que piensas y tus
regalos?
Yunho lanzó la botella en la cama y comenzó a quitarse la
ropa.
Jaejoong inclinó su cabeza hacia un lado. —Creo que es
posible que me lo dijeras esta mañana, cuando te di tu mamada mañanera diaria.
Finalmente desnudo, Yunho subió a la cama y golpeó la mano de
Jaejoong para hacerse cargo de las caricias. —Bueno, ya que te encargaste tan
bien de mí, es justo que ahora te devuelva el favor. Sobre tu estómago.
Jaejoong obedeció feliz, acomodándose con sus brazos debajo
de su barbilla como si fueran una improvisada almohada. Cuando sintió el
terciopelo de los labios de Yunho planeando a lo largo de su columna vertebral,
Jaejoong dejó escapar un ronroneo de la felicidad.
Desde que había conseguido rescatarlo, Yunho no se cansaba de
probarlo y de frotarse contra él, algo que a Jaejoong no le importaba en lo más
mínimo, porque amaba ser cubierto por el olor de Yunho. Amaba a su excéntrico
Leopardo y quería que todo el mundo lo supiera.
Yunho dejó caer lentamente una lluvia de besos por la columna
vertebral de Jaejoong, sin detenerse hasta llegar a la raja de su culo. Jaejoong
contuvo el aliento por la anticipación, dejando escapar un grito cuando Yunho
separó sus globos y le dio un beso en su estrecha abertura.
—Sólo una advertencia, no sé cuánto tiempo voy a durar si
sigues haciendo eso —advirtió Jaejoong.
—Tú no te correrás hasta que te lo ordene —amonestó Yunho.
Jaejoong se quejó, las palabras fueron directamente a su
polla. Cada vez que Yunho le hablaba de esa manera, Jaejoong estaba indefenso,
pero haría exactamente lo que le había ordenado su compañero. —Sí, Yunho.
Para probar que él y sólo él tenía el control de la
situación, Yunho lamió, mordió y chupó el culo de Jaejoong, sólo para apartarse
cada vez que Jaejoong estaba en el borde. Yunho continuó con la dulce tortura
durante lo que pareció una eternidad. A medio camino, añadió a su lengua sus
dedos. Primero insertó uno, a continuación otro, hasta que al final tuvo cuatro
dígitos entrando y saliendo del agujero de Jaejoong.
—Este lubricante sabe bien —observó Yunho frustrado. Como
para enfatizar su punto, apuñaló de nuevo el agujero de Jaejoong con su lengua.
—¡Sólo jódeme! —gruñó Jaejoong mientras se frotaba contra el
colchón, en un intento desesperado por aliviar un poco el dolor en su pene.
Ese estallido de ira le valió una palmada en el culo, pero no
le importaba, Jaejoong incluso gimió y se arqueó hacia la mano de Yunho.
También consiguió lo que quería, porque Yunho retiró sus dedos y presionó la
punta de su polla en el extendido agujero de Jaejoong.
—Te amo —se quejó Yunho antes de empujarse todo hacia
adentro.
Jaejoong gritó cuando el placer se mezcló con un dulce
alivio. —Yo también te amo.
A pesar de que Yunho estableció un ritmo lento y sensual, Jaejoong
pronto se encontró al borde de correrse.
Eso no lo sorprendió. Ya que la comida de culo anterior lo
había llevado varias veces al borde, realmente fue un milagro que no se
corriera en el momento que la polla de Yunho lo había llenado.
—Por favor, Yunho. Tengo que correrme —gimió Jaejoong.
Yunho se inclinó hasta que llegó al oído de Jaejoong.
—Entonces córrete para mí, Pantera. Sólo asegúrate de gritar mi nombre cuando
lo hagas.
Así que Jaejoong lo hizo. Empujándose contra la mano de Yunho,
Jaejoong gritó el nombre de su compañero cuando el orgasmo golpeó duramente su
cuerpo. El placer y una sensación de paz se apoderaron de Jaejoong mientras
sentía a Yunho unirse a él. La polla del Leopardo dio varias sacudidas antes de
llenarlo con calientes ráfagas de semen.
Después de que se recuperaron, Yunho se puso de lado y tiró
de Jaejoong hacia su pecho para que no tuviera que descansar sobre la mancha de
humedad. Jaejoong se acurrucó feliz en el cuerpo caliente de su compañero y
dejó escapar un suspiro de satisfacción.
—¿Puedo contarte un pequeño secreto? —Jaejoong le preguntó.
—Seguro.
—Cuando Orión me secuestró, hubo un momento en el que dudé
que pudieras encontrarme. —Yunho se puso tenso, pero no respondió. Jaejoong
continuó: —Entonces me acordé de la forma en la que me miraste la primera vez
que me dijiste que me querías.
—¿Qué tiene que ver eso?
—Era una combinación de miedo, shock y felicidad, pero lo
único que me mantenía era la sensación de paz que parecía asentarse sobre mí
cuando pensaba en ti. Supe entonces que habías compartido una parte de ti mismo
conmigo que nunca le habías mostrado a nadie antes. Eso fue algo que nunca pude
olvidar, no importa cuántas drogas bombeara Orión en mí.
Yunho le dio un beso a Jaejoong en el hombro. —Eso es cierto,
¿sabes? Cada vez que estoy a tu alrededor, siento que todo es fácil. Tú acallas
todo lo malo.
Jaejoong se giró para quedarse frente a Yunho. —Pero no lo
entiendo, no hay nada malo en ti. Nunca lo ha habido. El hecho de que seas un
Leopardo no significa nada. Cuando te miro, todo lo que veo es a Yunho, el
hombre que amo.
A Yunho se le pusieron los ojos sospechosamente húmedos antes
de que respondiera: —Gracias a ti, Pantera, creo que finalmente lo puedo creer.
Jaejoong se acurrucó de nuevo en los brazos de Yunho y se
durmió, feliz de saber que estaba en lo cierto, que pertenecía al felino más
compasivo, amoroso y amable de la coalición.
FIN
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Espero les haya gustado esta historia tanto como a mí. En el universo de los "Cambiaformas Perdidos" esta es sin duda mi pareja favorita. Les comento que las aventuras de esta pareja continuan, por lo que en breve adaptaré la siguiente parte. Otra cosa, por los que querían saber de la madre de Yunho, le agregaré ese extra.