Changmin siempre había sentido curiosidad por los humanos, por sus
emociones, por sus acciones. Jamás los había entendido, aunque nunca se había
detenido a analizarlos correctamente. Solo los observaba durante las últimas
horas de su vida, así que había visto un sin fin de emociones que él no
entendía.
Rencor, ira, desolación, desesperación, aceptación, resignación,
felicidad, calma, paz.
Había muchas cosas que veía, pero que no comprendía. Se preguntaba
continuamente si era por su falta de sentimientos, después recordaba que él
solo estaba ahí para observar y hacer su trabajo. Si alguna vez fue humano, él
verdaderamente lo ignoraba, tampoco le interesaba mucho. Lo único por lo que
sentía curiosidad era por el humano que ahora observaba.
Changmin no comprendía porque debía llevárselo. El chico era joven, muy
joven, aunque de nuevo, eso tampoco le impedía transportarlos al otro lado. Se
preguntaba qué clase de suceso inesperado le pasaría o le había pasado para que
él lo guiara hasta la luz.
Por más que lo observaba, no le encontraba lógica. No estaba enfermo, no
había sufrido ningún accidente irreparable, de hecho solo estaba un poco
golpeado, seguro que se habría caído de algún lado, y aún así, estaba sano. Y
hermoso.
Cuando abrió los ojos, Changmin se sorprendió. No por lo bellos y enormes
que eran, no, eran lo negros, vacios y sin vida que se veían lo que lo asombró.
Después las lágrimas cayendo por sus mejillas sin siquiera tratar de
ocultarlas, seguido de sollozos que se transformaron en gritos hasta que la voz
de su garganta se acabo.
Se sorprendió a sí mismo cuando hablo. ― ¿Lloras?
Los ojos del joven trataron de enfocarlo. Ya había hablado, se había
anunciado sin querer, pero su curiosidad era mayor. Dio un paso hacia adelante
y se mostró ante el chico.
― ¿Por qué lloras?
Changmin ladeó la cabeza esperando por la respuesta. Sus compañeros le
habían dicho que los humanos lloran por muchas cosas, dolor, amor, felicidad,
orgullo. Tantas emociones que él no sabía identificar. Él solo quería saber.
En cambio Jaejoong solo lloró aún más fuerte, en su hermoso rostro el
dolor marcado. Changmin lo sabía ahora. Dolor. Pero había muchas cosas más que
estaban ocultas y que él estaba dispuesto a conocer.
― Lloro por mi miserable ser ― dijo al fin Jaejoong cuando se hubo
calmado.
Changmin no comprendía el significado de aquella frase. Se quedó
observándolo, sin saber que le hacía compañía a la soledad de Jaejoong, sin
imaginar que se convertiría en el primer amigo de Jaejoong, y viceversa...
«Esa fue la primera vez que
lo vi.»
« ¤
» « ¤ » « ¤ »
Yunho llegó temprano por la mañana. Cruzó la habitación hasta llegar a la
cama de su esposo. Portaba un ramo de flores. Orquídeas le había comprado.
Difíciles de conseguir en esta época del año.
Mientras caminaba por los pasillos del hospital, las personas lo
observaban con admiración, los susurros de aprecio se escuchaban nada más al
pasar, los suspiros de algunas damas por desear ser la pareja de este hombre que
hacía lo que parecía imposible por su esposo, le hacía a Yunho hincharse de
orgullo.
En contraste, cuando entró en la habitación, el olor a formol y la mirada
de desprecio que le lanzó la enfermera lo desinfló como globo. Porque había
tenido la mala suerte de que tanto la enfermera como el doctor que los
atendieron fueran los mismos. El doctor había tomado a Jaejoong como paciente
personal, por lo que era de esperarse que se encontraran de nuevo, sin embargo
el personal de enfermería era variante, así que al ver la misma enfermera con
su acusadora mirada, y luego, ver a su querido esposo postrado en la cama sin
mirarlo, le hizo consciente de su papel.
Le rogó, le juró y volvió a jurar que no pasaría de nuevo. Se prometió
también a sí mismo que no lo haría de nuevo.
Pero falló...
― Estás aquí de nuevo. ― No era una pregunta, era una afirmación.
Jaejoong dirigió su mirada hacía Changmin, que de nuevo salía solo en la bruma
de la habitación.
― ¿Eres una alucinación?
La suave voz de Jaejoong, hizo que Changmin ladeara la cabeza, de nuevo,
confuso. No lograba entender a este chico. Sí bien, su día no había llegado, no
había podido evitar andar merodeando, cuando podía, alrededor del chico.
― No.
― Soy Jaejoong.
― Lo sé.
Entre las muchas habilidades de Changmin, estaba aquella, saber el nombre
de la siguiente persona en la lista. Su trabajo solo consistía en ayudarles a
cruzar, pero algunas ocasiones, también fungía como juez aunque no debiera. A
veces, simplemente se conmovía por el entorno y lo dejaba pasar, otras tantas
solo los visitaba como advertencia.
En este caso había conocido a Jaejoong para darle una advertencia, solo
que no estaba muy seguro de a quién dársela. Si al precioso chico de cabellos
negros o a su despiadada pareja.
No le había tomado mucho a Changmin darse cuenta de las cosas. Que
desconociera de los sentimientos del mundo humano, no le hacía estúpido. La
primera vez que lo vio, pensó que había tenido un accidente, pero, al día
siguiente, observó desde su privilegiado sitio, la escena que se desarrollo
entre el chico y su pareja.
Se acercó a Jaejoong hasta sentarse en su cama. Un impulso desconocido
para él le hizo llevar su mano hasta el desordenado cabello ralo del chico.
Jaejoong cerró los ojos, al principio temiendo el contacto, pero relajándose al
instante cuando este no fue un golpe, sino una caricia.
Changmin sintió por primera vez una emoción que no supo identificar. ―
¿Por qué lo aguantas?
Jaejoong lo miró. Por sus inmensos y vacíos ojos oscuros cruzo un brillo
de esperanza. ― Alguna vez fue bueno. En esencia lo es. Solo está perdido.
Changmin sabía que Jaejoong estaba engañándose, pero no refutó, solo
siguió dándole el consuelo que el delgado hombre parecía necesitar.
«Irónicamente, la muerte se
convirtió en mi mejor amiga.»
La presencia de Changmin se hizo constante en la vida de Jaejoong. Ahora
no solo lo veía en el hospital, también después de cada golpiza. Nadie más se
daba cuenta de él, solo Jaejoong. Changmin no lo tocaba, no le daba el consuelo
físico que a gritos pedía, pero su simple presencia confortaba el alma de
Jaejoong.
En contra de las reglas, Changmin se dejaba ver por Jaejoong, los ojos
negros de este chico gritaban auxilio, y, sin embargo, nadie lo notaba. Él, que
era una parca se había percatado, pero los humanos no, conmovido, se quedó a su
lado, aunque solo pudiera tocarlo cuando Jaejoong estuviera entre este mundo y
el otro.
― ¿Por qué fue esta vez?
― Traté de huir.
Changmin se sorprendió, se había acostumbrado a la sumisa actitud e
Jaejoong, a escuchar sus continuas disculpas mientras era golpeado, a sus
desgarradores sollozos al estar solo. Y, a pesar de todo eso, Changmin creía
que el chico nunca encontraría el valor suficiente. Había visto lo suficiente
para saber que el alma de Jaejoong estaba rota, no herida, no, rasgada
completamente, ni siquiera él sabía si podría sanar. En el fondo deseaba que
Jaejoong viviera lo suficiente para tener lo que comúnmente llaman "una
vida plena".
― Lo siento.
― Tú no tienes la culpa de nada. Al contrario agradezco tu presencia,
aunque solo sea en esos momentos.
Changmin no le quiso decir que sus disculpas no eran por no estar ahí, de
hecho, había llegado a experimentar más sensaciones a su lado que en todos sus
años de vida. No, a Changmin no le gustaba estar presente cuando el cuerpo de
Jaejoong era brutalmente amasado, sentía, lo que los humanos llamarían,
impotencia.
No, lo que Changmin realmente quería, era disculparse con Jaejoong por la
vida que le había tocado. Sabe que por deseos de creador todos tienen un motivo
para estar en la tierra, pero también sabe que pueden o no seguir con el
destino que se les había trazado, eso, solo dependida de ellos. ¿Jaejoong había
escogido o no el camino que se le tenía? Eso no lo sabía y ni siquiera le
importaba ya ahora, no cuando el pelinegro quería deshacerse de tan terrible
carga.
Sin saber que decir solo atinó en asentir. ― Humm
Se quedaría a su lado hasta el final, no porque fuera su trabajo, lo hacía
por propia y libre voluntad. Por primera vez permanecería al lado de alguien
hasta que su día finalmente llegara. Era lo único que podía hacer por esa pobre
alma.
« ¤
» « ¤ » « ¤ »
A cada paso
que daba Yunho se odiaba más y más. No comprendía porque perdía la razón tan
rápido, porque descargaba todas sus rabias y frustraciones con Jaejoong, y
muchísimo menos comprendía el porqué Jaejoong lo aguantaba.
«Me ama.» Se
había dicho. Pero Junsu le había hecho ver que nadie ama hasta el punto de
dejarse golpear, no, Jaejoong ya no lo amaba, solo le interesaba el dinero como
a todos. Y eso le hacía hervir la sangre.
― Supe que tu
lindo esposo esta en el hospital de nuevo. ― Yoochun se acercó a él, burlándose
obviamente de la situación. Nada le daba más gusto que ver la cara de
arrepentimiento y dolor que Yunho tenía. ― Visita muy seguido el hospital. Sí no lo cuidas
déjaselo a alguien que sí pueda.
Yoochun no
había quitado el dedo del renglón. Sí bien las veces que veía a Jaejoong eran
muy pocas ya, eso no amortiguaba sus ganas y deseos de poseer lo único que
seguía siendo de Yunho: Jaejoong.
El comentario
de su primo solo sirvió para retumbar en sus oídos los comentarios de Junsu
acerca de la relación entre Yoochun y su esposo. Y los celos lo consumieron. ―
¿Y acaso tú podrías?
― Humm ¿Quién
sabe? Quizá a él le guste estar más conmigo que contigo.
Yoochun sabía
que su primo tenía la duda acerca de si Jaejoong lo engañaba con él, y aunque
no fuera cierto, no perdería la oportunidad de decir lo contrario.
Yunho con toda
la rabia corriendo por sus venas se dirigió al hospital. Exactamente con qué
propósito ni el mismo lo sabía. Antes de encontrarse con Yoochun su motivo era
rogar que le perdonara y que no abandonara, ahora solo quería gritarle que ya
sabía el motivo de que quisiera irse: sostenía una relación amorosa con
Yoochun.
Al llegar al
hospital, ni siquiera sonrió para disimular como siempre, no llevaba el gran
ramo de flores ni un enorme peluche, solo sus puños apretados y el rostro
ilegible. Abrió la puerta de golpe, pero la imagen de ahí le helo la sangre.
¿En qué
momento había pasado todo eso? ¿Cuándo? ¿Cuándo fue que cambiaron tanto?
Jaejoong
estaba reclinado sobre su cama. Varios cables conectados a su cuerpo, una
intravenosa de su brazo derecho le hacía un feo color verdoso en la piel.
Estaba tan delgado, tan pálido, era casi tan blanco como la habitación y, al
igual que ella, sin vida.
Los ojos de
Yunho lo recorrieron rápidamente. Algunos vendajes dejaban ver las heridas,
rasguños, golpes que él mismo le había hecho. Incluso Yunho ocultaba las marcas
de las uñas que le dejó Jaejoong al intentar defenderse. ¡Diablos! ¡¿Qué estaba
mal con él?! Entendía porque su esposo había querido huir. ¿Cuántas veces
habían sido? ¿Cuántas veces lo había perdonado? Y todo seguía igual o peor...
Jaejoong ni
siquiera lo miraba. Sus ojos estaban enfocados en una esquina de la habitación.
Parpadeó. Volvió a parpadear. Por un momento creyó haber visto una sombra, pero
nada había ahí.
― ¿Quiero el
divorcio? ― le dijo aún sin mirarlo. La presencia de Changmin le daba valentía.
La petición
agarro en curva a Yunho. Pensaba que todo iba a ser como siempre. La ira lo
inundó de nuevo. ― ¿Para qué? ¡¿Para qué te largues con Yoochun?! ¡¿Para qué te
lleves la mitad de mi dinero?! ¡Oh, no! ¡No va a ser así! ¡Vas a estar atado a
mí hasta el día en que te mueras!
Y sin decir
más salió de la misma manera brusca en la que había entrado. No lo iba a dejar
ir. No, eso jamás. Lo necesitaba a su lado. Lo necesitaba más de lo que deseaba
a la lujuria de Junsu. Yunho aún amaba a Jaejoong.
Pero, y si lo
amaba ¿Por qué le hacía eso?
Yunho se
desesperó, tiró de sus cabellos y lloró.
« ¤
» « ¤ » « ¤ »
― No lo voy a
dejar.
Yunho le había
dicho a Junsu, cuando éste una vez más le había preguntado por su esposo. Junsu
veía algo diferente en su amante. Yunho se arrepentía cada que lo tocaba, cada
que sus labios se encontraban, incluso había visto una lágrima bajar por su
mejilla. Le había llamado Jaejoong cuando habían tenido sexo antes, le evitaba
cada vez más.
Junsu sabía
que lo estaba perdiendo. Sea lo que sea que Jaejoong hiciera no lo podía romper
Junsu. El tiempo se le acababa, pronto Yunho se hartaría de él. Debía mover sus
piezas hábilmente.
«Yoochun» Fue
su solución.
...
....
Con un poco de
dinero, las personas pueden cooperar. Al menos esa era la frase que le
funcionaba a Yoochun.
Había
conseguido la clave de seguridad del apartamento donde Yunho y Jaejoong vivían.
Sabía su primo no estaba. Jaejoong estaba solo. Una presa fácil.
Lo que sucedió
fue lo que llevó a la vida de Jaejoong a un punto sin retorno.
Yoochun lo
encontró, débil y herido sobre su cama. Estaba recuperándose de sus lesiones.
La piel expuesta de Jaejoong ya no tenía ese color negruzco, pero tampoco tenía
ese marfilado que le había atraído tanto en un principio a Yoochun. Sus labios
habían dejado de ser rojos para pasar a un color lila, pero sus ojos, sus ojos
seguían siendo inmensamente negros.
Jaejoong trató
de defenderse como podía, pero el cuerpo trabajado de Yoochun y la enorme
diferencia entre su peso hacían la diferencia, al igual que con Yunho, Jaejoong
comenzó a temblar de miedo.
Yoochun sació
cada uno de sus deseos sobre ese cuerpo blanco que se retorcía de dolor bajo
suyo. Jaejoong era tan estrecho que al penetrarlo a la fuerza y sin preparación
alguna lo había desgarrado. Su sangre fungiendo como lubricante para uno y como
ácido para el otro. Le quemaba. Cada embiste que Yoochun daba le quemaba como
acero hirviente.
Rogo por que
se detuviera, pero nada de eso pasó, solo unos pocos golpes bastaron para que
el cuerpo de Jaejoong cayera en la inconsciencia de nuevo...
...
Junsu había
ido con Yoochun, no era que quisiera presenciar tal acto de violencia, pero si
debían ser sinceros, a Junsu realmente le venía valiendo cacahuate. Jaejoong
era un estorbo y se merecía eso y más por meterse en su camino.
Con su cámara,
Junsu grabó el suceso.
La idea
original era mostrarle a Yunho el video, pero viendo la ferocidad de uno y la
total negación del otro, más la poca pelea, no daban el aire de erotismo que
los presumibles amantes debían dar. Sin embargo, imprimió cómo si fuera un
fotógrafo de películas eróticas escena por escena, la unión entre esos dos
cuerpos omitiendo lo innecesario.
Debía ser
rápido. Yunho debía enterarse de la supuesta relación entre su primo y su
esposo. Cuando obtuvo lo que quiso, dejó que Yoochun se divirtiera a gusto, sin
mirones de por medio. Apresuró su paso y en un sobre llevaba la evidencia que marcaría
el fin de Jaejoong.
― Te dije que
tu esposo te engañaba.
Sobre el
escritorio de Yunho lanzó el sobre con las imágenes cuidadosamente
seleccionadas. Yunho abrió el sobre y Junsu supo que victoria había llegado,
que por fin tendría todo lo que siempre anhelo.
Los ojos de
Yunho se abrieron por la sorpresa, el dolor e ira. Se sentía completamente
estúpido al haberse engañado pensando en que Jaejoong era noble y bueno,
mientras él era el malo de la historia. Ahora sonreía por cada paliza que le
había dado, y por la que le daría en cuanto llegara a casa. No sentiría
remordimiento nunca más.
Jaejoong era
una zorra, como todos lo habían dicho.
Y las zorras
tendrían su merecido.
« ¤
» « ¤ » « ¤ »
Jaejoong
recobró la conciencia muy a su pesar, el dolor que le recorría la columna mas
las punzadas en su cuerpo por cada mordida y golpe que Yoochun le hizo, lo
hacían desear estar en la confortable cama del hospital, con su ya acostumbrado
catéter con morfina. Su entrada se sentía como carne abierta con navajas.
Como pudo, se
levantó. Jamás nadie lo había ultrajado con tal violencia, eso incluía a su
esposo. Si bien Yunho rara vez lo tocaba, y cuando lo hacía por muy molesto que
estuviera no le hería esa parte íntima.
Yoochun sí.
Jaejoong se
sentía sucio, asqueado de su propia vida. Se dirigió al baño, dispuesto a
sacarse el hedor de ese maldito. Y bajo el chorro de agua fría, la sangre, el
semen y las lágrimas de Jaejoong se iban por la coladera.
¿Cuánto tiempo
estuvo ahí? No lo sabe. Lo único que Jaejoong recuerda es el ruido fuera del
baño antes de que un nuevo ataque de violencia lo golpeara con todo el rigor
del odio.
Yunho entró
hecho una furia al apartamento. El ver las sábanas de su propia cama
desarregladas lo hizo destrozar todo el lugar. Jaejoong estaba en el baño,
podía oír el agua caer. ¡Ese maldito se había acostado con su primo! ¡Él
también le engañaba, pero no lo hacía dentro de esas paredes que consideraba su
hogar! En cambio Jaejoong no sentía la más mínima vergüenza en hacerlo ahí.
«¡Maldito!
¡Mil veces maldito!» ¡Que lo partiera un rayo sí no lo hacía pagar por la
ofensa! Con todo eso en su mente, Yunho se precipitó hacía donde su esposo.
Con los ojos
cegados de ira, odio, rencor y lujuria por otro hombre, no vio las señales que
le indicaban lo contrario...
Lo tomó por
los cabellos con una fiereza nunca antes demostrada. Si ya antes el dolor de
recibir una golpiza era enorme, ahora en el estado de Jaejoong, más la fuerza
de la ira de Yunho, hacían que el pálido hombre poco más que una masa amorfa.
Jaejoong
sentía que su cuero cabelludo se iba en las manos grandes de Yunho, antaño
cálidas y protectoras, mientras éste le gritaba: ― ¡Eres una maldita puta!
¡Zorra malparida! ¿Te gusto que ese cabrón te la metiera? ¡¿Disfrutaste de
hacerlo en MI PROPIA CAMA?!
Poco comprendía
Jaejoong lo que le decía. No fue hasta que Yunho arrastrándolo por el suelo de
los cabellos, lo estrelló contra el marmoleado suelo, mientras que con una mano
aplastaba su rostro sobre piso, con la otra le arrojó las fotografías que Junsu
amablemente le había proporcionado.
Entre todo su
dolor, Jaejoong comprendió este ataque de cólera de Yunho. Quiso explicarle que
eso no era como se veía. Quiso gritarle que Yoochun lo había violado solo unas
horas antes, quiso decírselo, y sin embargo...
― ¡Te voy a
sacar el aroma de ese bastardo a golpes!
Yunho soltó el
primer puñetazo de esa noche. La cabeza de Jaejoong vio estrellas, pero no fue
suficiente para mandarlo a la inconsciencia. El cruel destino no se lo
permitiría esta vez.
― ¿Sí tanto te
gusta andar ofreciendo el maldito culo a todos? ¡Te voy a dar tu merecido!
¡Puta! ¡Vas a llorar de dolor cuando acabe contigo!
Sin dejar de
golpearlo, la bragueta de Yunho se abrió. Ni siquiera el mismo Yunho sabe cómo
pudo excitarse con tanta violencia, quizá fue la misma ira que llevaba al saber
que Jaejoong había estado con alguien más que él, que alguien más había
disfrutado de las delicias que solo el cuerpo de Jaejoong podía dar, que por
alguien más Jaejoong había dejado escapar pequeños suspiros de placer, jadeos y
gemidos que solo los labios grueso de su esposo podían llevarlo al éxtasis,
jadeos y gemidos que a él se le han negado...
Y, al igual
que Yoochun, Yunho se internó dentro del canal de Jaejoong sin preparación, sin
siquiera una pizca de remordimiento por el dolor que le podría causar. Tampoco
espero a que su cuerpo se adaptara a su tamaño, comenzó a embestirlo como un
poseso.
La parte
íntima de Jaejoong dolía como si le estuvieran clavando un puñal, con cada
embestida que Yunho daba, le hacía sangrar y gritar por el dolor. Con cada
grito, un golpe. Jaejoong arañaba con la poca fuerza que le quedaba a Yunho,
pero en nada servían sus intentos. Yunho lo tomaba de las nalgas y lo abría más
para internarse hasta donde Yoochun no hubiera llegado.
Jaejoong
sentía que se partía en dos...
― ¿Así te
gusta, no? ¡Maldita perra! ― le decía Yunho entre quejidos.
Jaejoong solo
rogaba porque el dolor lo mandara hacia la nada, pero eso no pasaba, por el
contrario, su cuerpo seguía absorbiendo toda la violencia de la que Yunho era
capaz.
Yunho gruñía,
le decía las cosas más sucias y vulgares, lo humillaba, lo penetraba con
fiereza, lo destrozaba... Mordió su pezón tan fuerte que también sangro.
Jaejoong estaba casi seguro de que se lo había arrancado. Su garganta... ella,
ya no tenía más voz para gritar que se detuviera.
Cuando Yunho
regó su espeso semen por el agujero de Jaejoong, éste ni siquiera lo sintió. Su
sangre caliente brotaba de su ano, solo supo que Yunho había llegado por el
largo gemido que dio. Jaejoong pensaba que ahí se detendría... pero...
― ¡¿Ni
siquiera puedes fingir que te gusto, perra?!
Yunho se puso
de pie, se veía inmensamente grande desde el frío suelo donde se encontraba
Jaejoong.
― ¡Contesta
maldita puta!
Y, la golpiza
comenzó de nuevo.
Yunho solo
había descargado parte de su furia, ahora vendría el castigo por entregarse a
Yoochun. Azotó su puño sobre el rostro
de Jaejoong una vez más, pero él ya no podía gritar, solo gimoteaba por el
sufrimiento.
― ¡Tú,
estúpida perra! ¡Tú, solo entiendes a golpes!
Lo tomo del
brazo para levantarlo, pero el cuerpo entumido de dolor de Jaejoong con
cooperó. Lo zarandeó con tal fuerza que algo en el interior del pelinegro hizo
"crack". Y, entonces, la voz volvió a su garganta.
― ¡Cállate
imbécil! ¡Cállate!
Una patada que
le sacó el poco aire que tenía en los pulmones lo silenció. A su agresor
pareció gustarle porque le propinó otra, y otra y...
...
....
Yunho se
detuvo. Jaejoong no se movía. Creyó que el imbécil solo se hacía el
desentendido para asustar a Yunho y que este lo llevara al hospital. Pues si
eso quería, eso no tendría. Se quedaría ahí en el suelo como la perra barata
que era.
Se quitó lo
que le faltaba de ropa tirándola a un lado de lo que un día fue su esposo, y
fue directamente al baño. Necesitaba una ducha fría para calmarse, de lo
contrario terminaría yendo a la cocina por unos afilados cuchillos para
clavarlo en su lechoso cuerpecito.
El agua helada
le lavaba la niebla de los ojos. La ira descontrolada se fue aplacando, mas no
desapareciendo. Su cólera aún estaba ahí, pero ahora era una ira fría.
Cuando creyó
estar más tranquilo, cerró el grifo. Tomó una toalla de uno de los estantes y
se sorprendió al ver una mancha roja sobre este, como si alguien herido se
hubiera sostenido de el.
Se miró así
mismo, él no tenía heridas sangrantes, solo algunos arañazos, normales después
de una discusión con Jaejoong. Se reviso de arriba a abajo frente al espejo y
no vio nada, no creía que la pequeña puta lo hiriera a tal grado. Observó la
bañera para ver si había rastro de su sangre, y lo comprendió. No era suya, era
de Jaejoong.
La bañera, al
igual que las puertas de cancel de la bañera estaban emborronadas de sangre. El
piso tenía pequeñas manchas rojas, gotas de sangre. Seguro estaba que él no la
había traído consigo. Además esta parecía ya seca.
Su corazón dio
un brinco, él lo entendía, pero su mente lo negaba.
Al entrar de
nuevo en la habitación, tanto su mente como corazón se bloquearon.
Lo primero que
vio fueron las blancas sábanas revueltas, pero ahora sí distinguió una mancha
roja en ellas, justo a la mitad de su lecho había un círculo de sangre
perfectamente visible, que se expandía desigualmente hacia un costado. Donde
debieron estar las almohadas también había pequeños restos de sangre.
Se agachó bajo
la cama dispuesto a encontrar las fotos de la supuesta relación que Jaejoong
mantenía con su primo. Ahí estaban. Las miró una por una y le dolió lo que vio
una vez más. En ninguna el rostro de Jaejoong se mostraba. En ninguna parecía
que el cuerpo de Jaejoong pareciera que disfrutaba, el acto en sí era violento
y vandálico, por eso pensó que a su suave Jaejoong le gustaba jugar rudo. Y
entonces la encontró. Solo una mostraba el rostro de su esposo, cuando la miro
la primera vez, cegado por la ira, confundió la expresión que tenía con placer.
Ahora que la observaba bien, supo que no era placer, Jaejoong lloraba, su cara
reflejaba dolor y el labio sangrante le indicaba que el acto no fue voluntario.
Soltó las
imágenes con miedo y dolor. Una agonía creciente en su pecho le punzaba
fuertemente.
Rodeó la cama
y la punzada en el pecho lo golpeó tan fuerte que casi lo tira por la falta de
aire a sus pulmones.
Él era un
maldito bastardo.
El cuerpo de
Jaejoong se encontraba tirado, sin señales de movimiento, tumbado sobre su
costado derecho. Desde su posición Yunho solo tenía una imagen clara de la
espalda de su esposo. No era blanca, tenía manchones verdosos por todos lados,
algunos negruzcos. Podía notar claramente todos los huesos su espina dorsal y,
sus glúteos ensangrentados, arañados en la furia de Yunho. Sobre sus muslos más
sangre.
Yunho apartó
la vista, pero la dirigió al lugar equivocado. Su propia ropa estaba ahí,
manchada con la sangre de esposo.
«Maldito
enfermo.» Tan cegado estaba que no notó nada, absolutamente nada.
Con mayor
temor aún se acercó al lánguido cuerpo de Jaejoong. Cardenales por todos lados,
restos de sangre embarrando su cuerpo, como si de una grotesca pintura se
tratase. Y su rostro... ¡por Dios! su rostro estaba irreconocible.
El antes bello
rostro de su esposo ahora solo era una serie de bultos negros por tantos golpes
recibidos. De sus rojos labios escapaba un hilillo de sangre. Yunho estaba
seguro que el color de los labios de Jaejoong no tenía nada que ver con el
color que antes portaban, de ser un rojo como las fresas habían pasado a ser
rojos pintados de sangre...
― ¡Por favor!
¡Por favor!
Se acercó a
Jaejoong con su semblante pintado de pánico de lo que acaba de suceder. Con
sumo cuidado lo levantó, pero el cuerpo de Jaejoong, que ni siquiera pesaba, colgaba
inerte en sus brazos. Su horror se extendió más allá cuando el brazo de
Jaejoong cayó en un ángulo extraño.
La respiración
de Jaejoong era demasiado errática, casi imperceptible y había un rumor húmedo
en ella. Pero ahí estaba. Su Jaejoong respiraba.
Le pidió a los
cielos que salvaran la vida de su Jaejoong. Juró que si vivía lo dejaría libre
y esta vez sí lo cuidaría aunque a distancia. Lloraba y rogaba.
«¿De qué te sirve ahora arrepentirte?»
11 comentarios:
joder, pobre Jae ,ni que fuera bolsa de boxeo . ODIO A YUNHO, A YOOCHUN ,A JUNSU Y A LAS MADRES QUE LOS PARIÓ
quiero urgente recuperación de Jae y VENGANZA ... que se vengue junto con Chagmin ,el ángel de la muerte, de esos 3 patanes insensibles y sin corazón
no quiero que Jae perdone nunca al maldito de su marido.
he dicho.
PD. ya me descargué, ahora sí continúalo como tú tengas pensado, pero debía decir lo que sentía porque este capítulo sacó lo peor de mí, jjaaj. me metí tanto en esas golpizas tan brutales que recibió el angelito de Jae que juro que maldecía en voz alta leyendo desde mi ordenador. QUÉ INDIGNACIÓN por Dios.
ahora sí ,ya hice catarsis, agradezco la actualización y sigue pronto. eso sí, dale duro y parejo pero esta vez a Yunho y sus secuaces.
un saludo grande
:'( malditos todos odio a ese yoochun a ese tonto de junsu y a ese desgraciado de yunho u_u ahora falta que jaejoong se muera y no me quedarán más lagrimas en los ojos! lloré como magdalena creo que mi amiga no exagero diciendome que esta historia te hacia sentir lo de cada personaje y que eso la hacía muy buena u_u espero la continues como gustes- se va al rincón para poder seguir llorando- gracias por compatir la historia y que pena pro el ataque pero a mi también me dió indignacion
SIN COMENTARIO.....ToT
No sé si mi nariz está congestionada por la gripe de amanecida o por el llanto que derramo al leer este capítulo! TT____________TT
Por qué son tan brutos? y tú Jae, POR QUÉ ERES TAN ESTUPID*! en serio? perdonar a Yunho? NO! eso ya no se hace, cuando te levantan la mano a la primera, lo volverá hacer! por qué te dejaste engañar? ToT
Omaigad! que triste ;o; deseo leer más ><
Gracias por compartir tremenda historia~ hasta la próxima actualización~
PD: espero que para el siguiente capítulo le caiga una rayo milagroso a Yunho(?) :D
Yunho vete al infierno
no puedo creer tanta brutalidad con la persona que se dice amar y por que creer ciegamente en otras personas y no en la persona amada si, que estaba siego por tratarlo de esa forma tan despiadada y cruel siendo que juro protegerlo y cuidarlo y esta haciendo todo lo contrario y por que creer en el amante si nomas lo único que izo fue lastimar lo a tal grado que no se si con esto el siga con vida bueno para jae es mas complaciente la muerte se iría ha descansar y no sufrir mas por el desamor y maltrato que su esposo le causa ha cada momento no no no me imagino ha yunho siendo así en la vida real y mucho menos con su lindo jae pobre jae espero y termine todo sufrimiento pues ya ha sufrido bastante y que junsu y yoochun reciban su merecido por ser tan malos y envenenar el amor lindo y puro que yunho le tenia a jaejoong y yunho también se tiene que llevar su castigo tan bien ganado por ser tan tonto y siego
waa estoi llorando peor q cuando veo la novela mexicana de las 9 tnt !! Yunho eres un malditooo pobre Jejoong eso no se lo merecia, el lo qeria profundamente pero ese amor ha sido destruido por las dos viboras de yoochun y Junsu. Spero que los 3 reciban sus castigo y yunho mas por hacerle eso al supuesto amor de su vida!!
aigooo me da pena Jae q qiero q mejor se lo lleve changmin q siga sufriendo asi tnt!!
sayooooo n.n
TTTTTT_TTTTTTT diosito santo¡¡¡ estoy llorando como magdalena.... estan triste esta historia¡¡ y pensar que al priincipio todo era color de rosa y miel sobre hojuelas dios como fue que Yunho termino siendo un mounstro tan horrible??¡¡ y Jaejoong pobre Jaejooong nadie en la vida deberia de sufrir eso y sin embargo lo sufren... ;;;_;;; es tan triste como una historia destinada a ser tan bella terminara con el amor que hay entre dos personas a tal grado de casi matar a Jaejoong.... maldito Yunho por permitir quele envenenaran el alma, pero tienes razón él se dejo llevar por la lujuria de esa zorra de Junsu (en el fic) y los chismes mal intencionados de Yoochun¡¡ maldita gente mala que anda por el mundo vagando¡¡¡ dios dios dios¡¡¡ este fic lo amo tantoooooo¡¡¡ lo bueno de esto es que Changmin siempre ha estado con el... la muerte, su mejor amiga, wowww¡¡¡ te lo repito este fic siempre lo recordaré¡¡ gracias por tu esfuerzoy tu trabajo¡¡¡
Uhy Dios he llorado como magdalena al ver como el maldito de Yunho trata a Jae.
Odio con todas mis fuerzas a Yunho, Junsu y Yoochun, como pueden hacerle algo como eso a un ser tan bello con mo Jae??
Espero de todo corazón que la vida se los haga pagar.
Creo que no tengo palabras para tanto sufrimiento deJbae, me hace llorar.
Pero para los malditos tres desgraciados hay todas las malas y habidas por haber para ellos.
Maldito yunho!! como me dan una ganas de darte unos golpes agggg como puede ser tan idiota y cegarse por junsu y yoochun ... T-T al final si termine llorando... ahh no quiero que Jae muera, tiene que vivir ;-;
Gracias por compartir.
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