−¿No dijiste que la competencia estaba a la vuelta de la esquina?
Deberías ir a practicar, se lo importante que es para ti. Yo puedo cuidar de Ji
solo.
−¿? – “¿acaso me está diciendo
que estorbo?” – No te preocupes no pasara nada sino voy hoy.
−Sería mejor si fuéramos a la escuela – susurro la dulce voz de Ji. No
quería estar en casa. Los mayores lo miraron con cara de interrogación, y antes
de que pudieran protestar continúo – Yo iré a la enfermería.
−No digas tonterías –soltó Bae − ¡Mírate estas temblando! Nos
quedaremos en casa juntos.
−Creo que es buena idea ir a la enfermería. – Reflexionó Top. Bae lo miró
con una expresión sorprendida - ¿O es que acaso tú sabes bien de primeros
auxilios? – el mayor pensaba en la delicada salud de Ji. Él, como capitán del
equipo de futbol tenía conocimientos básicos, pero la mayoría se enfocaba a
lesiones causadas por los deportes. El caso de Ji era diferente, sabía que se
había tranquilizado pero hasta hace un momento estaba hiperventilando, sentía
que el pequeño estaba a punto de desmayarse en sus brazos. Necesitaban ayuda
profesional, y el hospital se encontraba bastante lejos de donde estaban por lo
que no era su primera opción. – Además ahí estará seguro y bien cuidado, tú
conoces muy bien a la enfermera.
Al final Youngbae terminó cediendo. Se encaminaron rápidamente a la
escuela, Seunghyun cargaba a Ji, lo había acomodado en su espalda para mayor
comodidad de ambos; y Bae llevaba las mochilas de los tres, aunque claro está
que hubiera preferido intercambiar los papeles con su hyung. Dejaron a Ji en la
enfermería.
−Avisaré a todos los profesores sobre éste asunto – comentó Bae fuera
de la enfermería – Ji lleva conmigo todas las materias, así que me será más
fácil localizarlos, aunque la enfermera seguro les aviso ya – Top solo asintió
con la cabeza – Hay algo que no está bien hyung.
−¿A qué te refieres?
−Sobre aquel tipo… no estaba solo. – Seunghyun guardo silencio en
espera de que el menor continuara. – Cuando iba tras ese tipo un auto me
obstruyó el paso, casi me atropella en el acto. Al principio pensé que era una
desgracia, pero después me percate que el mal nacido subía a otro carro igual.
Después de que subió ambos arrancaron.
−Tomaste las placas ¿cierto? – con eso lo tendrían, pensó el mayor.
Pero, Bae negó lentamente con la cabeza.
−No – dijo cansinamente Bae – Desgraciadamente esos coches no tenían
placas. Deben ser nuevos, se veían muy lujosos.
La campaña sonó anunciando la segunda clase. El menor se encamino a su
salón, pensando en que después analizarían la situación con más calma. El mayor
orientó sus pasos hacia su salón, pero se detuvo al instante, y entró a la
enfermería de nuevo. No sabía si la enfermera sabia de la condición de Ji,
porque él no lo menciono antes cuando llegaron, solo el ataque.
−Sí, lo sé. Su expediente médico está ahí – señaló hacia su escritorio,
donde se encontraba un gran folder amarillo. – Hiciste bien en traerlo aquí y
no dejarlo en casa – dijo palmeando cariñosamente la espalda de Top.
La enfermera era una mujer de aspecto rudo, muy grande y de toscas
facciones, pero en realidad era un pan de Dios. La enfermera del lugar tenía la
habilidad de curar todo, desde una pequeña lesión hasta un corazón roto, muchas
veces le habían ofrecido trabajo en los grandes hospitales, pero ella prefería
quedarse con los niños.
−Anda, puedes quedarte – le dijo – Porque parece que no tienes
intenciones de irte hasta que este pequeño despierte – le sonrió cándidamente.
“Ahí estaba yo, de nuevo
mirando el delicado cuerpo de mi amigo. Reviso palmo a palmo su ser, me detengo
en sus labios rosas… sigo con mi recorrido por su cuello. Me acerco y con una
toalla húmeda lo limpio, creo haber visto que ese sujeto le besaba ahí. Quiero
borrar toda la suciedad que le dejo. Sé que la enfermera me observa, pero no
dice nada, y yo solo me limito a continuar con mi tarea. Limpio sus brazos
también, siento que la ira se va apoderando de mi cuando veo unas manchas
violetas en las muñecas de Ji…se queja… lo habré sujetado muy fuerte, soy
demasiado torpe… me tiemblan las manos. Dejo la toalla a un lado, donde la
tomé. La enfermera me avisa que va a salir. Regreso mi mirada al objeto de mi preocupación.
Esta despierto… su mirada fija en la mía…”.
La enfermera había estado observando al joven capitán del equipo,
realmente le parecía un muchacho atractivo, y ahí estaba él, cuidando de una
frágil criatura. Pero no cualquier criatura, este era especial, lo notaba, si
debiera describirlo diría que es como una muñeca de porcelana, y ni así, puesto
que de este emanaba una pureza y calidez extraordinarias. Comprendía
perfectamente el porqué el capitán del equipo de futbol, considerado por muchos
el más guapo de la escuela, había caído rendido a los pies de ese chiquillo.
Porque puede que el capitán aun no se haya dado cuenta, pero se ha enamorado
del pequeño. Decidió que estaba de más y salió de la enfermería dejándolos
solos. Sabía que el castaño estaría bien pues el otro lo cuidaba, y, en dado
caso de que se suscitara algo, ella no iría muy lejos.
“Noto la suciedad en mi
cuello, pero no abro los ojos, me siento muy cansado. Me duele el cuerpo y las
muñecas me escosen. Siento nauseas… algo
húmedo y tibio me limpia la inmundicia desde mi lóbulo hasta la clavícula… es
agradable, me siento mejor… eso mismo sigue limpiando mis brazos… las nauseas
van desapareciendo… un rocé me hace darme cuenta que seguramente tengo
moretones en las manos, duelen. Suavemente limpia esa parte y siento el calor de
una mano sobre la mía… abro los ojos, mi hyung está sentado en uno de los
bordes de la cama contemplando hacia la puerta, donde se encuentra la enfermera
que me dedica una mirada ¿cómplice?... Seunghyun intento decir pero no
pronuncio nada… mis ojos se encuentran con los suyos”.
−¿Cómo te encuentras?
−mmm – un adormilado Jiyong respira y sonríe, pensando en que su hyung
está ahí para cuidarlo. Siente unas agradables cosquillitas en el estomago. La
mano del mayor le acaricia la cara. Un calor naciente del lugar donde Top le
había tocado, invade el cuerpo del pequeño. −¿Te quedarás conmigo?
−Hasta que te sientas mejor, o
hasta que la enfermera me corra – dijo cariñosamente. Ji sonrió.
−Recuéstate aquí – dijo el pequeño mientras le hacía un lugar en la
cama. Se sonrojó de golpe al notar lo que había dicho y hecho.
Seunghyun lo miro un poco avergonzado, pero se tumbo ahí donde se le
indicaba. Colocó su brazo bajo el cuerpo
de Ji mientras que con el otro le daba
mimos en el cabello. El pequeño recostó su cabeza en el pecho del mayor.
Ninguno de los dos decía nada, pero no era un silencio incómodo más bien cada
uno estaba ensimismado en sus pensamientos. La acompasada respiración y el embriagador
aroma de su hyung adormilaba a Ji. Lentamente un delgado brazo se posó sobre la
cintura del más grande. Los cabellos del pequeño se removían en la cara del
pelinegro, sintiéndose suaves y agradables. Poco a poco el sueño los venció. No
supieron cuanto tiempo estuvieron así hasta que un portazo los despertó.
Se miraron y en seguida se dieron cuenta de la pose en la que habían
terminado mientras dormían. El menor tenía la cabeza recostada sobre el hombro
y parte del pecho del mayor, muy cerca del cuello; el otro con la cabeza junta
a la del pequeño, mientras las manos de ambos se entrelazaban sobre el espacio
justo encima de la boca del estomago de Seunghyun.
Tum..tutum..tum… escuchaban… tum… tutum… tum… el sonido era cada vez
más audible… tum..tutum… tum… “¿Q-qué
es?” se preguntaba Seunghyun… tum..tutum..tum… “Por favor que no lo escuche” rogaba Ji… tum..tutum… tum… “¡Oh!” el mayor de ellos había
identificado el sonido como su propio latido… tum… tutum… tum… “¡Shhh! Cállate, cállate te escuchará”
imploraba a su corazón el pequeño mientras se sonrojaba y traba de esconderse
entre el hombro y el cuello del mayor… tum… tutum… tum… más deprisa se
escuchaba. El hecho de tener a Ji restregando su hermoso rostro en su cuello
hacía que los latidos provenientes de su pecho fueran descontrolados.
Tomo el mentón de Ji levantando su rostro. En sus ojos se veía reflejada la ternura e ilusión del primer amor;
sus labios ansiaban el roce de un primer beso. Estaban tan cerca uno del otro
que el mayor sentía el hálito del menor, mismo que atrapó con sus labios. Lo
que en un principio fue un dulce contacto entre ambos, se convirtió en un beso
lleno de pasión. Seunghyn mordió suavemente el labio inferior de Ji, haciendo
que este soltara un leve gemido, momento que fue aprovechado por el otro para
poder explorar su boca. La falta de aire se hizo presente más en uno que el
otro, se separaron lentamente. Sus ojos seguían fijos unos en otros, la punta
de sus narices chocaba, haciendo que el mayor
acariciara la pequeña nariz con la suya con cortos movimientos
laterales, de esos como los que las mamás dan cuando acarician a sus
chiquillos. Sonrieron. Sus labios de nuevo se unieron en un beso fugaz y
travieso… encajaban perfectamente.
Al otro lado de la puerta alguien había sido
testigo del momento. “Me salte la clase
para ir a ver a Ji… me dirijo rápidamente a la enfermería a través de los
pasillos… abro la puerta y lo que descubro ahí hace a mis nervios enervarse.
Top esta recostado en la cama, el objeto de mi amor, si, porque ahora sé que
eso es lo que siento, se encuentra recostado en él. Su bello rostro refleja
tranquilidad mientras sus manos están entrelazadas en el pecho de mi hasta
ahora mejor amigo… me siento mal… siento rabia… ¿por qué él y no yo?... no
quiero seguir viendo esta escena, salgo apresuradamente del lugar dando un
fuerte azote a la puerta. Camino pasillo abajo para alejarme, pero una idea
asalta mis pensamientos. Regreso sobre mis pasos… La puerta que había azotado
anteriormente tiene una pequeña corredera a través de la cual se distingue la
habitación, pues al ser una puerta corrediza había rebotado con el golpe. Me
dispongo a entrar y alejar de ahí a hyung con cualquier excusa, pero… lo que
mis ojos ven destroza mi alma… sus labios unidos por un beso. Puedo escuchar el
sonido que produce mi corazón al resquebrajarse… alejo mi vista de ahí… siento
como un nudo se forma en mi garganta… −¡Oh Dios! – no quiero llorar… me recargo
en la pared y lentamente me deslizo hacia el suelo… unas amargas lágrimas
escurren por mis mejillas… oculto mi rostro entre mis brazos, mientras muerdo a
uno de ellos para acallar mis sollozos… Siento una cálida mano acariciando mi
pelo, no sé cuánto tiempo ha pasado desde que estoy así… levanto la mirada y me
topo con una sonrisa”.
−No deberían hacerte llorar – dice la suave voz
de una chica.
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