– ¡YUNHO¡ –
gritó con todas sus fuerzas.
En la puerta, al
final del largo pasillo, se encontraban dos muchachos fuertes y muy altos de
aspecto varonil, que jadeaban ligeramente por el esfuerzo físico que hicieron
para llegar a ese lugar y a la hora precisa. Frente a ellos, una multitud de
personas desconocidas les miraban con curiosidad, pero ellos, con su vista
clavada al frente, pues al otro lado de la estancia se encontraba el objeto de
su amor.
Después de casi
cuatro años lejos, Yunho y Changmin habían regresado. Llegaron con buenas
noticias para aquellos que dejaron con la promesa de volver, sin embargo,
cuando arribaron a la boutique, esta se encontraba cerrada, cosa extraña ya que
no solía suceder. Las luces del local estaban apagadas, la puerta principal
cerrada y atorada con una cadena, por si alguien intentase abrirla no le fuera
tan fácil, los barrotes en las ventanas se les hicieron aún más extraños ¿Acaso
se había trasformado en una prisión?
Se dirigieron a
la puerta trasera del local, esa que llevaba a las bodegas donde descargaban
las telas y demás materiales. Afortunadamente para ellos la cerradura, a pesar
del paso de los años no había cambiado, y Yunho poseía una copia de la llave
que llevaba consigo a todos lados, pues fue el ese oscuro lugar donde tratando
de evitar la trifulca por los materiales su cuerpo choco con el de la más
hermosa criatura, deberíamos decir que fue Jaejoong quien se estrelló
literalmente contra él. Aquel lugar era especial, era la razón por la cual
llevaba consigo esa llave.
Sin problemas se
adentraron en el lugar, lo conocían bastante bien, tantas noches compartidas,
el ir y venir con telas y cajas de adornos para ayudar a sus chicos, la ruta se
quedó grabada en su memoria. Subían por las escaleras que los conducirían al
pasillo principal, lo hacían con cuidado, pues no querían ser sorprendidos ni
tampoco asustar a alguien. Al llegar al primer nivel, pudieron apreciar que el
lugar estaba completamente destrozado, los jarrones rotos en el piso, los
maniquíes portaban vestidos hechos jirones, plumas y pedrería regada por el
suelo. ¿Qué había pasado allí?
Por el estado en
el que se encontraban las cosas, de aquello no hace mucho, y ni así tenían una
idea de lo que pudo haber ocurrido ¿Un asalto? Quizá era lo más probable, pero
y si fue así ¿Dónde estaban todos?
Un suspiro, más
parecido a un lamento se escuchó en la parte superior. Con mayor cuidado
subieron sin hacer ruido. Puede que encontraran a alguien herido, rogaban
porque no fuera uno de sus chicos, o podría ser aún el asaltante. Agudizaron
sus sentidos cuando llegaron al rellano del piso superior, esta donde se
encontraban los estudios de los diseñadores con mayor fama de la boutique. El
aspecto que tenía el pasillo, era el mismo que el de la parte inferior, totalmente
destrozado. Siguiendo el sonido, se fueron acercando, dándose cuenta de manera
alarmante que sus pasos los guiaban hacia el estudio de Su y Jae. Un suspiro
más. Se miraron un momento antes de proseguir. Habían llegado a la puerta, en
la que se encontraban resquicios del fuego. El marco de fina madera, estaba
carbonizado, cayéndose lentamente en pedazos. Aquello les preocupó más.
Escucharon pasos dentro del estudio, al igual que uno que otro lamento
ininteligible. Sin pensárselo más, se adentraron a la habitación.
Sí creyeron que
la boutique estaba despedazada, el estudio era muchísimo peor, prácticamente no
quedaba nada útil, había manchas negras ahí por donde el fuego había pasado
consumiéndolo todo a su paso, las ventanas ennegrecidas por el humo, estaban selladas tanto por dentro como por fuera, y en
un rincón cercano a ellas, a través de la poca luz que se colaba, vislumbraron
una familiar figura.
– Yunho –
susurró al momento en que sus ojos se toparon. – Changmin – les nombro como
quien llama a un antaño recuerdo.
Los jóvenes se
acercaron lentamente cuando los ojos de aquella persona se dirigieron de nuevo
a la ventana. Por su cabello se notaba el paso de los años, en su rostro lleno
de arrugas la tristeza se hacía presente. Su bonachón cuerpo se apoyaba en la
pared. Aunque hubiesen pasado mil años seguirían reconociéndolo. Era aquel
viejo velador que les miraba todas las noches, aquel que siempre dejaba entrar
a Min y les despedía alegremente cuando se retiraban, aquel que se dormía
cuando los cuatro chicos trabajaban, aquel que presenció toda la historia de
amor y su destrozo final.
– Sr. Jin – dijo
Min – Sr. Jin – volvió a llamarlo cuando el nombrado no respondió. Lentamente
giro sus casados ojos a ellos y suspiró de nuevo.
– Si estuvieran
aquí… – el viejo velador aún los creía una ilusión. Durante estos últimos meses
añoró casi tanto como los diseñadores su regreso, esperando que detuvieran todo
este circo montado para atrapar a Jaejoong.
– Pero sí
estamos aquí – la ronca voz de Yunho hizo eco en toda la habitación, trayendo
de regreso la mente del Sr. Jin, dándose cuenta de que por primera vez no
estaba alucinando, que ellos en verdad se encontraban ahí, frente a él.
Lerdamente elevó sus manos, primero al rostro de uno y luego al del otro, como cerciorándose
de su presencia.
Un suspiro aún
más largo que los demás, cerró momentáneamente los ojos y al abrirlos, cual si
fuera magia, se había desprendido de esa tristeza que le hacía verse más viejo
de lo que realmente era.
– Quizá aún no
es demasiado tarde – dijo. Comenzó a moverse de un lado al otro, ladeando
ligeramente la cabeza, recordando lugares y nombres. Los chicos solo le miraban confundidos.
– ¿Tiempo para
qué? – querían respuestas – Díganos Sr. Jin ¿qué ha pasado aquí? ¿Acaso hubo un
incendio? ¿o fue un asalto? ¿por qué las ventanas están selladas? ¿Dónde están
todos?
– ¿Dónde está Su?
– ¿Y Jae?
Le acosaban con
preguntas, pero el viejo no parecía prestarles atención hasta la mención de los
diseñadores le hizo frenar de golpe, los miró detenidamente antes de hablar. Si
había alguien que podría impedirlo estaba ahí, en esa misma habitación con él,
debía saberlo lo más pronto posible, aún había tiempo.
– No importa –
dijo restándole importancia a todo lo demás – Obligarán a Jaejoong a casarse.
– ¡¿Qué?! –
exclamaron al unísono.
– Junsu irá con
él. No se casará pero no le dejará ir tampoco.
– ¿Quién?
– Kyung Joon
– ¿El magnate?
– ¿Qué tiene él
que ver con ellos?
– ¡¿Quieren
callarse para que les explique?! – soltó exasperado por tanta palabrería sin
sentido que los hacía perder el tiempo, muy valioso en este momento. – Ahora no
me interrumpan. Jaejoong será obligado a contraer matrimonio para que este
lugar no sea destruido. Junsu, está incluido de alguna manera en el paquete de
boda, acompañara a Jaejoong en sus lamentos.
El viejo velador
explicó lo más relevante y lo más rápido que pudo la situación. De cómo Kyung
Joon, después de que se marcharan, pretendió a Jaejoong durante todo este
tiempo, hasta que ideó un plan del cual no escaparía.
– ¡Rápido! ¡No
hay tiempo! ¡Váyanse!
Sin más los
chicos abandonaron el lugar, subieron a un taxi y le indicaron el lugar donde
sería la ceremonia. Hoy, justamente que ellos regresaban, hoy a era la
sentencia de sus chicos. Rogaban internamente que no fuera demasiado tarde.
Apresuraban al taxista, que los veía desesperados, pues por más atajos que
buscara, a esa hora les sería imposible avanzar, el tránsito era demasiado.
A unas cuadras
de lugar indicado, el taxi no avanzó más. Bajaron dando las gracias y corrieron
con todo lo que sus cuerpos daban, con el corazón latiéndoles en el pecho tan
fuerte que sentían que lo escupirían por la boca, y ni así se detendrían. Mucho
tiempo ya habían perdido. Mucho tiempo ya había pasado sin verlos. Mucho tiempo
tuvieron y ahora no tenían.
El lugar,
obviamente era la lujosa residencia de Kyung Joon, en una de las salas
adornadas especialmente para la ocasión. Se hubiesen detenido a observar todo
aquello si no se encontraran en aquella situación. Si no estuvieran más
preocupados por detener aquella boda, seguro hubieran deseado una ceremonia
para sus nupcias. Pero ahora corrían a través de los jardines, para llegar a
aquella sala donde el evento se llevaba a cabo.
Con gran
estruendo abrieron las puertas de roble, encontrándose con un aula vacía, la
recepción. Caminaron rápidamente, tratando de que el aire llegara a sus
pulmones, entonces lo vieron.
Un largo pasillo
adornado con flores y luces blancas, chicos pétalos blancos esparcidos por el
lugar donde “la novia” paso. A los costados hileras de bancas de gente
finamente vestida, y, al fondo lo que con tanto ahínco buscaban.
Los ojos de Yunho
se posaron sobre el hermoso vestido platinado, en sus suaves pliegues, en la
pasamanería que adornaba el delgado dorso, en la piel color crema de sus
brazos, el fino cuello que se dejaba ver por ese escote recto del vestido, la
bella cara que estaba enmarcada por ese velo de tul blanco… labios rojos… grandes
ojos negros… lágrimas rodando por sus mejillas.
El lugar se
encontraba en completo silencio, como si aquello fuera más una sentencia que
una celebración, como si los espectadores no fueran testigos de la felicidad,
sino de una tortura, y, es que todos allí lo sabían, no había nadie que pudiera
engañarse con que las lagrimas de la novia eran de felicidad, a leguas se
notaba que eso era su condena.
– ¡NOOOO! – grito Junsu. Los ojos de los diseñadores se
encontraron un segundo, antes de que Jaejoong intentara retroceder, pues los
bruscos agarres de su prometido lo zarandearon un poco logrando que soltara un chico
gemido de dolor, inaudible para los demás, pero demasiado fuerte para Yunho.
– ¿A dónde crees
que vas? – le espetó, para disgusto del moreno, demasiado cerca del rostro de
su Jae. – ¡Continúe!
– Ah… mmm…
coff-coff – carraspeó el juez, dispuesto a proseguir con la ceremonia, ya que
la mirada del magnate era de temer. – Humm… Yo, por el poder que me concede la
ley, los declaro…
– ¡ALTO AHÍ! –
una voz gruesa gritó desde el fondo del salón. Por un segundo pensó que el juez
no continuaría con esa locura, pero viendo que no era así y antes de que no
hubiese remedio interrumpió la situación.
Los ojos de Jaejoong,
de los cuales solo brotaban lágrimas, adquirieron un brillo cuando la figura de
Yunho se hizo presente. Su llanto ahora era de felicidad por volver a verlo,
porque los dioses habían escuchado sus ruegos, le habían regresado a su amor.
Mientras los profundos ojos castaños del moreno recorrieron de manera rápida a Jae,
su rostro lloroso le partía el alma, pero el moretón en su brazo, que antes
oculto por la posición en la que se encontraba no lo notó, le causó ira. ¿Quién
había osado lastimar a tal grado a su chico?
Su mirada pasó
de ser amorosa a fría y cortante al mirar a Kyung Joon, el cual se veía
ligeramente frustrado por la interrupción, más en cambio estaba seguro que con
o sin Yunho ahí, lograría su cometido.
– ¡Continúe!
¡¿Acaso no me ha escuchado?! – gritaba al juez.
– ¡He dicho que
paren! – Yunho se mantenía firme desde su lugar. El juez solo miraba a uno y a
otro, intercaladamente, decidiendo quien de los dos poseía un aura menos
atemorizante. Si bien sabía que no obedecer al magnate le repercutiría de
alguna manera, concluyó que era mejor conservar su vida, y es que ese moreno alto,
de ojos fríos que le helaban la sangre, le daba a entender que acabaría con su
existencia si continuaba.
– ¿Y qué piensas
hacer? – la ironía en la voz de Kyung Joon era visible. Tenía atado a Jaejoong,
aunque Yunho se presentara finalmente, el diseñador no se iría, de eso se
aseguraba. Aunque la bella criatura había intentado huir antes, ya tenía todo
asegurado, de ese lugar no saldría si no fuera de su mano.
Yunho comenzó a
caminar con paso firme en dirección de la pareja. Con los ojos fijos en el
novio, desafiándolo, imponiendo su presencia en aquel lugar, con la intención
de terminar con eso y llevarse a su Jae con él. Al llegar frente a ellos, se
colocó muy cerca de Jae, sin mirarlo, pero cubriendo con su cuerpo el suyo en
señal de protección.
– Si mal no sé,
ya que tengo motivos para que esta boda no se lleve a cabo, usted – dijo
dirigiéndose hacia el juez – debe escuchar mis mociones con respecto a este
asunto. El aludido solo asintió con la cabeza. – Bien – su mirada se tornó más
gélida y oscura al mirar a Kyung Joon. – Tú no te puedes casar con Jaejoong
porque él es mío – declaró, logrando una sarcástica risa en el otro.
– Si no tienes
nada más que decir, mi guardia te escoltará a la salida.
– No estoy
jugando, deja ir a Jaejoong, o me veré en la penosa necesidad de hacer algo que
no te dejaría muy bien parado.
– ¿Acaso me
estás amenazando?
– No, solo te
estoy advirtiendo.
– Si uno solo de
tus músculos toca o tan siquiera roza algunos de mis cabellos, el que sufrirá
las consecuencias serás tú, y quizá tú también – señaló a Jae.
– Maldito
cobarde – susurró Yunho apretando los dientes, tratando de controlar toda esa
ira que dentro de él fluía. – ¿Por qué piensas que la violencia es mi única
arma? – dijo en un tono bastante audible.
– Es lo único
que esperaría de un pobre tipo como tú – la manera despectiva en la que se
refirió a él, le recordó tanto a todo aquello que le decía cuando aún trabajaba
en la boutique y de cómo él se marcho dejándole el camino libre para llegar a Jaejoong.
– Lamento tanto
informarte que ya no soy el mismo chico.
– Como sea el
caso, jamás estarás a mi altura.
– Eso es verdad.
Pero no vine aquí a discutir sobre mi estatus social. Vine a llevarme a mi
novio, al piensas forzar para casarse contigo – exclamo el moreno.
– De tuyo ya no
tiene nada. Me pertenece. Es mío, yo lo gane – lo trataba como si fuera un
objeto, algo que le molesto al más alto y a su amigo.
– El que tengas
poder no te da el derecho de tratar a las personas como objetos.
– Su tía lo
ofreció como tal. Prácticamente fue vendido al mejor postor.
– ¿Y tú eres el
mejor postor?
– ¿Acaso lo
dudas?
– Por supuesto.
De hecho estoy seguro que ahora la tía ya no cree que tú seas el mejor postor.
– Eso nunca la
sabremos – la suficiencia en su tono hizo dudar de sus buenas intenciones a
todos.
– ¿D-donde esta
ella? – irrumpió Jaejoong. Observando por primera vez a la audiencia, dándose
cuenta de que su tía, quien sería la principal beneficiada de este matrimonio,
no se encontraba presente en la ceremonia, algo extraño ya que era un evento de
alta alcurnia, algo que alguien como ella jamás se perdería.
– ¡Oh! Es cierto
no está aquí – Kyung Joon mintió de forma nada convincente, y es que sabía muy
bien que la vieja tía no se aparecería por sus vidas nunca más.
– Se encuentra
en un asilo para ancianos – la respuesta exacta de la ubicación de la señora,
desconcertó un poco al Jaejoong.
– Yo lo llamaría
más como manicomio, aunque sí, también cuidan de ancianos con problemas
mentales – la ironía de nuevo. – Verás querido, tu tía era muy engorrosa, muy
avara, todo quería y por supuesto yo no iba a cumplir todos sus deseos, mucho menos la exorbitante dote que
estaba pidiendo por ti. No, no, no, por eso preferí invertirlo en su futuro.
A pesar de que
la Tía de Jaejoong no era muy buena persona, el chico no quería que sufriera,
ya estaba demasiado grande como para pasar por todo eso, por mucho que se lo
mereciera, el buen corazón de Jae jamás le permitiría desearle o conformase con lo mal que ella lo
estaba pasando.
– Como sea el
caso – restó importancia al asunto – Ahora, sí nos permites – le dijo a Yunho –
Esta belleza y yo estábamos a punto de contraer nupcias. – Jae dio un paso
atrás, realmente no quería casarse con aquel sujeto – O ¿quieres que todos sufran
por tu causa? – con una gesto, varios sujetos se colocaron alrededor de Junsu y
Yoochun, este último aún en mal estado. – Sabes bien que lo haré – amenazaba.
La obsesión por obtener a Jae se había vuelto apremiante, necesitaba poseerlo,
tenerlo solo para sí. El chico miró a Yunho con temor. – ¿Piensas que este
pobre diablo te salvará? – una mirada fría se dedicaron. – No belleza, tú no te
irás a ningún lado. Eres mío, grábatelo en la cabeza.
– Él no te
pertenece – la voz de Yunho se iba haciendo más grave conforme hablaba. – No
tiene sentido seguir discutiendo. Vamos Jae – le tomo de la mano. Por primera
vez en mucho tiempo volvió a sentir el suave contacto con esa cálida mano, Jae
estaba más que seguro que su corazón no había cambiado en nada, su aspecto ya
no era el mismo, aquel chiquillo escuálido y desarreglado del que Yunho se
enamoro, se trasformó, como el patito feo en cisne, en un hermoso hombre, pero
con la misma esencia, el mismo corazón enamorado que ahora latía fuertemente
por volver a estar cerca de su ser más amado.
– Ya les dije
que no irán a ningún lado – con una indicación de su cabeza, dos sujetos
tomaron a Yunho por detrás y comenzaron a arrastrarlo fuera del recinto,
mientras que Jae era sujetado y se removía en busca de soltarse.
Kyung Joon
sujetaba a Jae por la espalda, con un brazo extendido por todo su pecho y parte
de su cuello; el chico diseñador mordió el brazo que lo sujetaba con tal fuerza
que el otro solo grito y lo soltó, pero Jae no logro huir, el voluminoso
vestido le impedía correr en dirección de Yunho, y a menos de tres pasos Kyung
Joon lo sujeto de nuevo por la muñeca y con la furia que sentía, su mano libre
se estrello sobre la blanca y suave mejilla de Jaejoong. A causa del fuerte
golpe el chico comenzó a tabalearse, sin llegar al suelo ya que el magnate aún
le seguía sosteniendo. Esta acción solo sacó de sus cabales al moreno, quien
sin dudarlo se lanzó sobre el otro, deshaciéndose de sus captores primero,
golpeando y siendo golpeado hasta que fue el vencedor.
« ҉ » « ҉ » « ҉ »
Cuando Jaejoong
recobró el conocimiento, se encontraba en la gran habitación con muchos
almohadones, y sin embargo, su cabeza reposaba sobre las blandas piernas de
Junsu, quien le acariciaba el cabello. Poco a poco abrió los ojos, acostumbrándose
a la luz, observando el rostro de su joven amigo y a Yoochun, quien se
encontraba muy cerca de él.
De golpe recordó
todo lo ocurrido, se incorporó tan rápido que asustó a los otros dos. Busco en
toda la habitación con la mirada a aquel con quien tanto tiempo había soñado,
pero ni rastro de él o de su amigo ¿Habría sido solo eso, un sueño? No, no
podría ser, el vestido que llevaba era señal de que la ceremonia se había
llevado a cabo, el dolor el su mejilla era punzante, todo había sido real, y
sin en cambio ¿Dónde estaban?
– ¿Q-Q-qué ha
ocurrido? – Jaejoong miraba a sus amigos, pero en realidad lo que quería saber
era donde estaba Yunho y Min.
– Ah… humm… –
comenzó Junsu, quien no estaba seguro de desde donde comenzar a relatar, ya que
los gorilas que lo sujetaban le impedían ver todo lo que pasaba, por lo que no
supo que Jae se había desmayado a causa del porrazo que Kyung Joon le propinó
hasta que la pelea se puso más intensa y fue entonces donde lo vio recostado en
el suelo.
Yoochun fue el que
comenzó a relatar lo ocurrido: – Después de que te desmayaste…
– ¿Y cómo no
hacerlo si ese bruto te golpeó sin reservas?
– Junsu y yo te
alejamos de ahí, porque estabas justamente en medio de todo. Las personas
abandonaron el lugar, y la seguridad de la mansión se hizo presente en menos de
5 min.
– ¿Y Yunho?
– Ahora está en
la comisaría, rindiendo su declaración. – Aquello no sonaba nada bien, Yunho
terminaría su vida tras las rejas por tratar de ayudarlo. Jae sabía que sí se
quedaba con Kyun Joon y rogaba clemencia por Yunho, este retiraría todos los
cargos. Con esa idea en su cabeza se dirigió a la puerta con paso firme,
rogaría por la vida de todos los demás, así la suya fuera condenada.
– ¿A dónde vas?
– Iré donde
Kyung Joon. Le pediré que retire los cargos contra Yunho.
– No es
necesario, no hay cargos – decía tranquilamente Junsu. Jae se giro
apresuradamente para mirarlo a los ojos y preguntarle mudamente por la verdad.
– En verdad, no hay cargos.
– Resulta que Yunho
y Min trabajaron por mucho tiempo con un inversionista, el cual alguna vez fue
socio de Kyung Joon, pero este le jugó sucio y terminó quedándose con todas las
acciones, mientras que su socio se fue a la banca rota. Eso mismo quería hacer
con Yang. – Afirmó Yoochun.
– ¡Ja! Pero la
jugarreta no le salió como quería.
– Como Yang
había dejado todo a mi cargo, básicamente todas sus acciones podían ser
removidas con una simple firma de mi mano. Eso lo descubrí hasta hace poco. Esa
era la razón principal por la que Yang no regresaba, al parecer Kyung Joon le
tendió una trampa cuando estaba en el extranjero, la cual le impidió regresar
pues tenía una orden en su contra y varios delitos que por supuesto no había
cometido. Pero el magnate no se podía apropiar de la boutique porque esta había
quedado bajo mi jurisdicción, y no se le hacía problema mientras yo no
interfiriera en sus asuntos, claro, hasta que te ayude.
– Min y Yunho,
con ayuda de su jefe, dieron con Yang, quien les explico la situación en la que
la empresa se encontraba. Y entre todos reunieron las pruebas necesarias para
sostener una demanda en la que Kyung Joon es acusado por extorsión y negocios
ilícitos.
– Además de que
ellos no son los únicos empresarios que han sido perjudicados – una voz
femenina desde la puerta atrajo sus miradas, Hyomin estaba de pie en ella. – Mi
primo al parecer trato de quitarnos la empresa, mi padre no lo hubiera notado
jamás hasta que ya no fuera suya. Les agradecemos tanto a sus amigos – dijo
adentrándose a la morada. – Lo siento tanto Jae, en verdad lo siento mucho –
dijo suavemente. – Nunca creí que él fuera así. No merecías esto – su mano
recorría su moreteada mejilla que aún punzaba. – Jamás pensé que llevarlo
conmigo a ver mi vestido fuera malo. – Hyomin se sentía culpable pues ella lo
había llevado a conocer a sus chicos diseñadores, y de ahí la obsesión de Kyung
Joon por poseer lo que no es suyo.
– No es culpa
tuya. En realidad no es culpa de nadie más que de tu primo.
– Lo sé, pero ya
no tendrás que preocuparte por él. Padre me ha dicho que tienen las pruebas
suficientes para refundirlo en la prisión por lo que hizo con todos. Como está
la situación ahora, han salido muchos de sus oscuros secretos a la luz, padre
no se lo perdonará nunca…
Aquella
incógnita acerca de los secretos familiares jamás la sabrían, pues Hyomin no se
los diría y ellos no le preguntarían, inmiscuirse en ese tipo de familias era
peligroso.
Mientras estaba
ahí charlando acerca de cómo se dieron las cosas, dos chicos les miraban desde
el umbral, sonriendo porque esa escena se les hacía conocida, quizá con algunas
variantes, como Yoochun, pero aún así era agradable a la vista, verlos sonreír,
quizá un poco maltratados por todo lo que paso, pero felices de estar libres de
esa pesadilla.
Los enormes ojos
negros de venado de Jae se enfocaron en la puerta. Dos orbes marrones y
profundas lo miraban de manera penetrante, era de esas miradas en las que
deseas perderte por siempre, de esas donde puedes ver el tiempo a través de
ellas correr, el universo expandiéndose o contrayéndose, de esas miradas donde
puedes encontrar lo que las personas siempre han buscado… amor.
– Yunho – sin
despegar sus ojos de él, sin cerrar los párpados por temor a que fuese una
ilusión, se dirigió hacia él, caminando torpemente por el estorboso vestido,
pero feliz porque él estaba ahí por fin.
Sus ojos jamás
desviaron el contacto, cuando Jaejoong estuvo lo suficientemente cerca, Yunho
extendió sus brazos y lo atrapó en un abrazo al tiempo que el chico enredaba
los suyos alrededor de la cintura del más alto. Era uno de esos abrazos que
expresan miles de sentimientos, uno de esos que ambos, durante estos últimos
años, tanto añoraron. Sentir el calor del otro les otorgaba la paz que
necesitaban, apreciar su aroma los hacía sentirse en el mejor lugar del mundo,
porque sí, no existía mejor lugar que ese estrecho espacio entre sus brazos.
– Jaejoong… Jaejoong…
– susurraba, mientras comenzaban a caer lágrimas de felicidad por el rostro de
ambos – Jae… mi Jae… – pronto comenzó a besar delicadamente cada parte del
rostro del otro.
– Yunho…
– Mi Jaejoong…
lamento la demora.
– No importa,
estas aquí ahora.
Sus rostros
demasiado cerca, demasiado ansiosos por probar de nuevo la miel que solo en los
labios del otro encuentran, ese exquisito néctar del que son adictos. Un beso,
un roce suave que estremeció de nuevo sus cuerpos, un beso casto que poco a
poco se convirtió en algo más apasionado, en algo más necesitado, y es que
ambos necesitaban tanto del otro que ese momento les parecía únicamente para
ellos.
– ¡Hey! Les
recuerdo que hay niños presentes – a lo lejos Junsu interrumpió.
– ¿Ah sí?
¿Dónde? – Yoochun hacía que buscaba en todos lados.
– ¡Yo! ¡Mis
castos ojitos no pueden ver eso!
– No seas envidioso
y déjalos disfrutar – objetó Changmin, sonriendo al ver la escena y sonriendo
aún más por estar cerca del chico pato-delfín.
– ¡Ya! ¿Quién
dice que soy envidioso? Si yo… – no termino de hablar sus labios fueron
capturados por otros suaves y dulces. – ¡Yaaaaa! ¡¿Quién te crees que eres para
robarme un beso?!
– Dos, corazón.
Este es el segundo que te robo – Min
sonrió complacidamente por su acción. Junsu lo miraba con ojos estupefactos,
sin poder creer en lo que había sucedido y el cinismo del otro para decirlo. –
Ven acá – lo tomó por el cuello y llevó sus labios de nuevo contra los suyos.
Junsu se sorprendió, en un primer momento no pudo corresponder, pero después
poco a poco torpemente respondió.
« ҉ » « ҉ » « ҉ »
El tiempo ha
pasado, los diseñadores trabajan en lo que les gusta, los vestidos de novia. La
boutique después de lo acontecido, sufrió una gran remodelación, y es que
ahora, HyoMin era la socia de Yang y Yoochun, porque sí, la primera después de
que Kyung Joon perdiera todo, su prima se había quedado con las acciones de la
empresa de diseño, mientras que Yang hizo de Yoochun no solo su mano derecha,
sino también su socio por la confianza que le profesaba.
Jaejoong y Junsu
ahora eran reconocidos diseñadores, sus vestidos sin duda era lo mejor que
había, las pocas que lograban lucirlos eran la envidia de todas, y es que, al
ser tan solicitados, no podían atenderlas a todas, por lo que ellos entrenaban
a jóvenes diseñadores para que les ayudaran con todas las bellas novias para
que en su día lucieran hermosas, aún más de lo que ya eran.
Pero hoy,
justamente hoy es un día diferente. Hoy la boutique ha cerrado sus puertas, con
un gran letrero al frente que reza “Nos
marchamos a una boda”. Nadie en el lugar se hallaba, porque hoy se
celebraba un evento muy importante.
Porque para ese
chico que alguna vez fue rechazado por la sociedad, escuálido y desarreglado,
que esperaba con ansias el día que el amor tocara a su puerta, el día que
alguien mirara por debajo de toda
aquella desgastada ropa y cabello revuelto, viera sus ojos, encontrarse en
ellos y perderse en ese universo infinito llamado amor. A él que después de
transformarse como la cenicienta por arte de magia en la criatura más hermosa,
a él por el que muchos se disputaron su mano y casi estuvo a punto de contraer
nupcias de manera forzada, a él, al final de todo, le había llegado su tan
anhelado día.
El amor llegó a
su vida en el momento en que se estrello con el torso de Yunho, su mano pedida
en matrimonio cuando el moreno le entrego un sencillo anillo cuando se marcho
en busca de fortuna, y vaya que la había obtenido, Yunho y Changmin eran ahora
directores de una gran empresa, obviamente dedicada a la moda. Pero, por más hermosas
modelos que mirasen, sus corazones siempre los llevaban al mismo lugar, donde
los esperaban dos sonrientes chicos.
– ¿Y si no llega? – Jaejoong se encontraba en
un salón aledaño a la estancia donde se llevaría a cabo la ceremonia.
– Llegará – respondía
Yoochun tranquilamente.
– ¿Pero no creen
que debo ir a asegurarme que este ahí dentro?
– No. Ahora deja
de moverte que me pones nervioso. – Junsu miraba como su amigo caminaba de un
lado al otro.
– Pero ¿y si se
arrepiente?
– No lo hará. – Yoochun
se mantenía tranquilo en una esquina del lugar.
– Iré a
asegurarme – anunció.
– Si te ve será
de mala suerte – le recordó. Pues sí, al final de cuentas seguían creyendo en
esas cosas a la que la gente llamaba superstición. – ¿Traes todo?
“Algo azul”… porque el color azul
simboliza la felicidad. “Algo prestado”…
de preferencia de una persona casada y que sea muy feliz pues de esta manera la
buenaventura se transmitirá a la nueva novia. “Algo viejo”… para representar el vínculo con el pasado. “Algo nuevo”… porque es el comienzo de
una nueva vida feliz.
Jaejoong levanto
la mano, en la que se apreciaba un brazalete de esferas azul cielo, debajo de
este, un brazalete de oro, un objeto prestado por parte de Yang, un objeto que
traía doble significado, pues al ser de oro también atraería la riqueza. En su
oreja izquierda se hallaba un arete con forma de cruz, heredado de su tía, a
quien había sacado de aquel manicomio y ahora se encontraba viviendo felizmente
en un asilo de ancianos, donde era visitada seguido por Jae, su carácter había
cambiado demasiado, había logrado hacer buenas migas con las viejecillas del
lugar y eran tratados todos de manera amable y cariñosa.
Y, claro, como
objeto nuevo estaba su traje, ese hermoso atavío blanco que luciría por primera
vez hoy. Porque no era un vestido, no, era un ceñido traje blanco, diseñado por
Yoochun con algunos arreglos de Junsu; ya que desde aquel fatídico día jamás se
volvió a probar ningún vestido de novia, solo se dedicaba a diseñarlos. Y hoy,
en su más importante día, portaba un traje, como el varón que era, un raso
traje blanco, bueno, quizá no tan sencillo, y es que se encontraba finamente
bordado y adornado, realmente se habían lucido con el diseño. Sobre su pecho, a
la altura de su corazón una sencillo ramillete de pequeñas flores blancas.
– Vamos, ya es
hora – anunció Yoochun consultando su reloj.
– No deberíamos
esperar un poco más, digo, las novias siempre deben llegar un poco tarde –
discutía Junsu.
Yoochun miro una
vez más su reloj. – No, ya es hora.
– ¿Y si salimos
y aún no está?
– ¡Ya! Solo lo
pones más nervioso – y es que Jaejoong se había puesto pálido con la última
pregunta de su amigo ¿Qué pasaría si Yunho lo dejara plantado? No, no eso no
podría ocurrir ¿o sí?
– En 5 min
salen. Escucharan la marcha nupcial, así que estén atentos – una voz que Jae no
pudo identificar lo saco de sus cavilaciones, respiro profundo… inhalo y exhalo
de nuevo… hasta que sonó.
Aquella música
tan recurrente en las bodas, aquella con las que se anunciaba la llegada de la
novia, se dejó escuchar en la habitación en la que estaban. Respiro profundo
una vez más y sonrió, porque sí, este sería el día más feliz de su vida.
Dentro del
recinto, la música sonaba más fuerte, Yunho se encontraba nervioso, Changmin
palmeaba su espalda para tranquilizarlo. El moreno quería que ese momento fuera
perfecto, porque sin duda esta sería la segunda ocasión en la que Jaejoong
caminaría por un pasillo con flores hacía un hombre, la primera no es un grato
recuerdo, por lo que esperaba que este sí lo fuera, que distara mucho de lo que
vivió unos meses atrás.
Se mordía el
labio inferior cuando Yoochun apareció primero, sostenía una pequeña canasta de
la cual soltaba pétalos de rosas blancas por donde pasaba. Detrás de él Junsu
venía, portando un pequeño ramo de flores lilas, sonriendo a todos los
presentes, a su vez, detrás de Yunho, Changmin se quedaba literalmente sin aire
al ver a chico, y sonrió por ellos. Pero su sonrisa se amplió al verlo ahí.
Jaejoong
simplemente se encontraba hermoso, su cabello nuevamente negro ligeramente
despeinado, le recordaba a la imagen inocente de cuando lo conoció, su traje
blanco ceñido dejaba a la imaginación ese bello cuerpo que seguramente poseía,
la piel cremosa de su cuello resaltaba con el blanco de la solapa del traje,
sus labios rojos lucían apetecibles, sus mejillas ligeramente sonrojadas le
daban un encantador aspecto, y aún así, a pesar de todo lo hermosísimo que se
veía, no había nada comparado con el brillo que destellaban sus negros ojos,
esos de los que no pudo apartar la mirada en todo momento.
– Sr. Jung Yunho
¿acepta por esposo al Sr. Kim Jaejoong, para amarlo y respetarlo hasta que la
muerte los separe y aún más allá de ella?
– Sí, acepto –
sin ninguna duda, sin parpadear, mirando siempre los ojos de su amado.
– Y usted Sr. Kim
Jaejoong ¿acepta por esposo al Sr. Jung Yunho, para amarlo y respetarlo hasta
que la muerte los separe y aún más allá de ella? – el diálogo se le hizo
conocido a Jaejoong, y sin en cambio, la situación era muy diferente, porque
ahora sí estaba dispuesto a compartir toda su vida con el hombre frente a él,
estaba dispuesto a darle todo su amor, su cuerpo, su alma, pues siempre le han
pertenecido únicamente a él.
– Sí, acepto – dijo
mirándolo a los ojos, porque esos son los que vieron a través de toda la ropa
desgastada, de la maraña que era su cabello, de sus horribles gafas, y a pesar
de eso, esos ojos lo atraparon, porque ahí fue donde conoció el amor, su Yunho.
– Yo los
declaro, marido y esposo… – al escuchar esas palabras, sabían que ahora sí, se
pertenecían totalmente el uno al otro, y se lanzaron a los labios del contrario
– mmm puede besar al novio.
Y así, lo que
inició con una simple mirada, se transformo en lo que todos siempre buscamos,
el amor de una pareja, aquella que nos acompañara en el camino que se llama
vida y quizá aún más allá de ella. Así Jaejoong caminará feliz, tomado de la
mano de Yunho.
FIN
PD. Junsu gano
el ramo cuando Jae lo aventó, sin embargo, Su y Min no se casarán, aún, ya que
el moreno piensa que es más divertido robarse al novio.
Yoochun espera
ahora pacientemente a que el amor también toque a su puerta y mientras lo hace
se dedica a diseñar mientras escucha las hermosas historias de amor de sus
clientas, porque sí, se ha vuelto fanático a ellas.
7 comentarios:
Que bonita historia, al principio romántica, pero después nos hicieron sufrir al no llegar Yunho , pero que bueno que todo término bien, gracias por esta historia tan bonita.
Omo ♥.♥
Con una historia asi, a cualqiera le dan ganas de casarse ♥
Ea Yoochun! Piensate un trio!
Que tal un YooMinSu? XD
Muchisimas gracias la historia
Disfrute cada cpitulo en su totalidad ♥
Hahahaha changmin cinico descarado xD
Bueno el yunjae vivio feliz para siempre
uf por fin se han casado y todo le a salido bien y min prefiere robarse al novio por no gastar en la boda
LOL!!! Changmin es mas realista xD
Ajshshakdvgdsjdhskshd después de tanto sufrir, por fin se casaron ;0; Yunhi tan hermoso y valiente, y Changmin tan cinico xD
Y al final, Yoochun entendió que ni es bueno provocar el mal u.u
Muy buen fic!!! :3
Que bonito final ^_^
Muchas gracias por compartir con nosotras esta bella historia
Gracias bella historia❤
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