CAPITULO
DIECISEIS
Jaejoong no sabía lo que había hecho para enojar a Dios, pero
debía haber sido malo para terminar en el lado equivocado del medidor del
karma.
Jaló irritado la cadena alrededor de su cuello cuando se
resistió a la tentación de morder los tobillos del cambiaformas Cobra. Aunque
ese hijo de puta necesitaría ayuda si trataba de ajustarle un bikini de metal,
porque, encadenado o no, Jaejoong lo atacaría.
—Esto es un poco dramático, incluso para ti —escupió Jaejoong
a su captor.
El Cobra le dio un tirón a la cadena, haciéndole ver las
estrellas a Jaejoong que suspiró mientras luchaba por respirar. Maldita sea,
¿cuándo aprendería a mantener cerrada la boca?
—Cuida tu boca, Pantera, antes de que te ofrezca de alimento a
los cambiaformas Tarántulas —advirtió Orión con los dientes apretados.
Orión hizo una seña a uno de sus subordinados serpiente que
estaba detrás de un trípode. La serpiente asintió con la cabeza, a
continuación, encendió la cámara.
—¿Nos van a filmar? —Jaejoong no pudo resistir el impulso de
burlarse—. ¿Eso no es un poco egocéntrico?
Orión se agachó y cogió un puñado del pelo de Jaejoong. Lo
jaló hasta que Jaejoong no tuvo más remedio que inclinar la cabeza hacia atrás.
El movimiento expuso su garganta en un espectáculo de sumisión que hizo a su
felino rugir en señal de protesta.
—Ya sabes, siempre me he preguntado algo —reflexionó la
cobra—. ¿Por qué llaman a los de tu clase Panteras? ¿No eres realmente un Puma
Negro?
Jaejoong tragó saliva mientras su espalda comenzaba a arder
en protesta por la incómoda posición. —Sí, somos Pumas por nacimiento.
—Entonces, ¿por qué no te llaman así?
—Porque, como muchas otras razas de felinos, siempre ha sido
un estigma que acompaña a nuestro color negro. La única manera en la que el
padre de Eric pudo conseguir que el resto de los Pumas aceptaran pacíficamente
a mi clase en la coalición, fue con la condición de que fuéramos llamados
Panteras.
—Así que ¿me estás diciendo que ni siquiera puedes andar con
tu derecho de nacimiento, ya que naciste diferente? Eso no suena como a una
coalición equitativa y justa para mí —cantó Orión cuando se agachó para
acariciar la mejilla de Jaejoong.
Jaejoong se echó hacia atrás con un siseo felino, la cadena
mordía su piel ya lastimada. —Eric es justo. La única razón por la que sigue
con eso, incluso después de la muerte de su padre, es porque estuvimos de
acuerdo con que era la mejor manera de mantener la paz.
—Eso es lo que Eric dice, pero tienes que cuestionártelo.
Después de todo, no hace que Heechul se llame a sí mismo de una manera
diferente a lo que es, un Jaguar Negro. —Una sonrisa astuta se enroscó sobre
los labios de Orión—. Pero, de nuevo, Heechul es el hermano de Eric, y tú sólo
eres uno de los felinos perdidos que acogió por lástima.
—Eso no es cierto —argumentó Jaejoong, incluso cuando los
inicios de la duda empezaron a acosarlo. ¿Cuántas veces había dicho él mismo
exactamente eso?—. Soy un miembro de pleno derecho de la coalición, y uno de
sus soldados, así que soy uno más de ellos.
—Tú dices eso, pero ambos sabemos que no es cierto. Todo lo
que ellos ven en ti es un pedazo de pelusa. Un vagabundo que sólo va a
arrastrar a Yunho. Ni siquiera te están buscando.
Jaejoong negó con la cabeza, incluso con la duda echando
raíces y comenzando a crecer. En el fondo, sabía que Orión sólo jugaba juegos
mentales, sin embargo, Jaejoong no podía negar todas las veces que había sido
llamado zorra, puta o fácil. La mayoría de las veces había sido desde que se
había unido a la coalición. Es cierto que había tenido más que su cuota justa
de acostarse con cualquiera, pero eso no quería decir que todavía no le
doliera.
Orión chasqueó los dedos. —Creo que Jaejoong necesita algo
para ayudarlo a relajarse. A mí me parece demasiado tenso.
«Oh, Dios. ¡No! Por
favor, otra vez no. Prefiero morir primero». —No, por favor —gimió Jaejoong suavemente mientras se
echaba hacia atrás tanto como la cadena se lo permitía.
Un hombre delgado y alto con el oscuro cabello peinado hacia
atrás, dio un paso adelante. Con los ojos tan negros que parecían no tener
pupilas, y los labios rojos y delgados, casi parecía una versión animada de un
villano. Desprendía unas vibraciones diabólicas que hacían temblar de miedo a Jaejoong.
Luego sonrió y todos los pensamientos de los dibujos animados huyeron de la
mente de Jaejoong.
¿Cómo era posible que una sonrisa pudiera parecer tan
amenazante... terrorífica... maléfica? Tal vez tenía que ver con el par de
colmillos que se posaban sobre el labio inferior del hombre. Mientras se acercaba,
Jaejoong podía ver las gotas de veneno que se formaban en las puntas de los
espeluznantes colmillos.
Jaejoong intentó resistirse, pero el hombre era demasiado
fuerte. Antes de que pudiera incluso protestar, se encontró clavado en la
pared. Fuertes dedos agarraron su pelo y tiraron con saña hasta que Jaejoong no
tuvo más remedio que inclinar la cabeza hacia atrás para salvarse de la pérdida
de una parte de su cuero cabelludo.
—Por favor... no —le susurró Jaejoong, odiándose a sí mismo
por la mendicidad.
Más que el próximo dolor y estupor por lo que iba a suceder, Jaejoong
temía la forma en que el veneno le hacía actuar. Sabía que no sería capaz de
luchar contra ello, y en cuanto la toxina golpeara en su corriente sanguínea,
perdería todas sus inhibiciones y comenzaría a actuar como la zorra con la que
todos lo habían etiquetado.
Aunque nunca había ido tan lejos como para follar con un
cambiaformas Araña o cualquiera de las serpientes, no había nada que Jaejoong
temiera más que entregarse y andar todo el camino para traicionar finalmente a Yunho.
En ese caso, Jaejoong sabía que nunca sería capaz de volver a casa con su
pareja. No porque Yunho no lo quisiera llevar de vuelta, sino porque Jaejoong
nunca sería capaz de hacer frente al hombre que amaba de nuevo.
A pesar de que lo esperaba, Jaejoong todavía dejó escapar un
grito de dolor al sentir los colmillos perforar su carne donde su cuello y
hombro se unían. Después la Araña lo asió más duramente, y el dolor aumentó
cuando el veneno del cambiaformas comenzó a viajar a través del torrente
sanguíneo de Jaejoong.
Abrió la boca en un grito mientras una oleada tras otra de
agonía lo quemaba y se dispersaba por su cuerpo. Después de lo que pareció una
eternidad, el dolor poco a poco se escapó en forma de pulsos calientes de
placer.
Jaejoong dejó que sus ojos giraran de nuevo, con una risa
tonta burbujeante en sus labios resecos. Si las manos esposadas se lo hubieran
permitido, habría llegado incluso detrás del cuello de la Araña, jalándolo con
el fin de mantenerlo más cerca mientras lo mordía.
—Wow —sopló Jaejoong, su propia voz sonaba interminable y
lejana.
—¿Se siente bien, Pantera? —exigió Orión.
Jaejoong dejó escapar una risa gutural. —Al principio no,
pero ahora es muy bueno.
Arqueó su cuerpo de vuelta a la Araña, sonriendo cuando
sintió la erección del hombre presionando en su culo. Una pequeña parte de él
gritaba que el movimiento era inadecuado y erróneo, pero la voz sonaba tan
débil e insignificante, que Jaejoong fácilmente la dejó de lado.
La Araña sacó sus colmillos y le dio a la garganta de Jaejoong
una perezosa y larga lamida. —Dios, yo daría cualquier cosa por joderte.
—Está bien —se quejó Jaejoong, el veneno seguía palpitando a
través de su cuerpo.
—Eso no va a pasar, felino —espetó Orión—. Sun Ryul tiene la
mala costumbre de comerse las cabezas de sus amantes una vez que ha jodido con
ellos, y lo digo literalmente. Necesito que vivas por lo menos un poco más de
tiempo.
Jaejoong dio un suspiro de frustración. Estaba tan duro, tan
necesitado, que le dolía. Además era algo más que una simple erección debido al
veneno. Ese dolor quemaba malamente, lo que lo hacía temblar. En su agonía, su
mirada pasó a Orión. —¿Entonces tú?
En ese momento, Jaejoong apenas recordaba que este era el
hombre que lo había arrancado de la única persona a la que amaba. Que la
serpiente era el responsable de la cadena que se envolvía alrededor de su
cuello. O que odiaba a Orión más que a nada en el mundo. Lo único que le que
importaba era deshacerse del hambre que lo quemaba.
Orión le dio una sonrisa sádica. —No, la mitad de la
diversión es verte sufrir.
Jaejoong dejó escapar un grito de angustia. Bien, sólo se
masturbaría. Trató de llegar hasta su erección, pero el jalón que sintió le
recordó que sus manos estaban esposadas. La peor parte era que tenía las
esposas enganchadas al cinturón alrededor de su cintura, por lo que sólo podía
mover las manos unos cuantos centímetros, seguramente no lo suficiente como
para tirar de su polla.
—No es justo —gimió Jaejoong mientras continuaba su lucha
contra las restricciones.
—¿Quieres saber cuál es la otra mitad de la diversión?
—preguntó Orión.
Jaejoong negó con la cabeza, su mirada seguía dirigida a los
puños. Seguramente debía haber alguna manera de arreglar las cosas para que
pudiera llegar a su polla y acabar con ese dolor. Tal vez si retorcía las manos
hacia la derecha...
Orión se acercó, se apoderó de Jaejoong por la barbilla y le
alzó la cara hacia la cámara. —La otra mitad es saber que ‘él’ te va a ver
sufrir.
Otro gemido escapó de Jaejoong, esta vez mezclado con
vergüenza. Ahora Yunho sabría que todos habían estado en lo cierto. Que Jaejoong
no era digno. Que no era más que un juguete sexual utilizado, que había sido
dejado de lado por muchos otros.
Ni siquiera eso hacía que la excitación de Jaejoong
desapareciera. Dejó escapar un sollozo ahogado cuando pidió algo completamente
diferente: —Por favor, sólo mátame y acaba de una vez. Acaba conmigo antes de
que lo traicione.
Orión agarró del pelo, tirando cruelmente hacia atrás para
que Jaejoong mirara una vez más hacia la lente condenatoria de la cámara.
Inclinándose, por lo que sus labios estuvieron a pulgadas de la oreja de Jaejoong,
Orión siseó: —No me ruegues a mí. Ruégale a él. Hazle saber cuánto dolor llevas
dentro.
Así que Jaejoong lo hizo. Con la mirada perdida en esa cámara
maldita, balbuceó: —Lo siento mucho, Yunho. Debería haber sido más fuerte...
mejor para ti. Minwoo tenía razón cuando me dijo que me mantuviera alejado de
ti.
—¿Quién es Minwoo?— instó Orión.
—Una Pantera. Él y su socio, Dongwon, me acogieron primero a
mí y luego, más tarde, a Yunho. Nos enseñaron cómo ser parte de la coalición.
—Por lo tanto, ¿Yunho y tú habéis vivido allí juntos?
A pesar de que Jaejoong se daba cuenta de que estaba cayendo
en una trampa verbal en su estado aturdido, no podía evitarlo. —No, una vez que
Yunho llegó, me pidieron que me mudara.
Orión pasó sus dedos y comenzó a acariciar el cabello de Jaejoong
de una manera a la que casi se podría llamar... ¿cuidadosa? —¿Ellos no te
quisieron más? ¿Al igual que tus padres de crianza cuando te echaron al cumplir
los dieciocho años?
Toda la situación estaba tomando un cariz del tipo El
Silencio de los Inocentes, pero maldita fuera si Jaejoong podía poner los
frenos. —Sí.
—¿Cómo te hace sentir? —continuó Orión acariciando el cabello
de Jaejoong y tomando un aire extrañamente reconfortante en ese acto.
—Me dolió. —Jaejoong inhaló—. Realmente fue malo. Yo
pensaba... —Se calló al tragar varias veces.
—Pensaste que podrían ser la familia que nunca tuviste. Hermanos
que entenderían por lo que estabas pasando —Orión suministró.
—Sí —asintió Jaejoong. Tal vez Orión no fuera del todo malo.
Después de todo, antes de ese día, nadie se había tomado realmente el trabajo
de ahondar en sus sentimientos, no sus viejos compañeros de cuarto, no Dongwon
o Minwoo, y ciertamente no el resto de la coalición.
Jaejoong desvió la mirada hacia arriba a los ojos rojos de Orión,
y confesó: —Minwoo me dijo que no quería que viera más a Yunho. Al principio,
pensé que se debía a que Yunho era un Leopardo y todo el mundo pensaba que esa
clase de felinos son desapegados.
—Esa no era la verdadera razón, ¿verdad?
—No. Minwoo pensó que no era lo suficientemente bueno para Yunho.
Que había jodido con demasiados tipos y que terminaría perjudicándolo. —Jaejoong
parpadeó, alejando las lágrimas que amenazaban con construirse.
Orión ahuecó la mejilla de Jaejoong. —Sin embargo nunca lo
habrías hecho. Lo sé bien.
En contra de todo su buen juicio, Jaejoong se sintió
inclinado hacia la toque. Se sentía tan reconfortante y enriquecedor, no podía
recordar que no debería ser el receptor de esa caricia. —No soy malo.
—No, lo que deseas es ser amado.
Wow, Orión lo entendía mejor de lo que nadie lo había hecho
antes. ¿Cómo era que Eric y Yunho podían pensar que este tipo era tan malo? Era
casi agradable. Mucho más amable que muchos otros de la coalición.
Jaejoong negó con la cabeza, tratando de recordarse a sí
mismo que Orión también lo había secuestrado. No sólo a Jaejoong, sino a muchos
otros. Jaejoong había perdido la cuenta de todos los cautivos felinos con los
que se había encontrado en las últimas ocho semanas. No sólo eso, sino que Orión
había puesto mucho en su plato para aumentar la humillación de Jaejoong. En
primer lugar, haciendo que se sentara en el suelo como un perro adiestrado, y
luego sometiéndolo a las picaduras de la Araña.
Aun así... Orión podía ser agradable, a veces demasiado. Al
igual que en estos momentos. Incluso se inclinó y depositó un casto beso en la
parte superior de la cabeza de Jaejoong.
—Mi pobre Pantera. Nadie te entiende.
Olvidando por completo que la cámara seguía filmando todo, Jaejoong
asintió con la cabeza. —Sólo tú lo haces, Orión.
A continuación, apoyó la mejilla en la rodilla del Cobra y
dejó escapar un suspiro de satisfacción.
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